Por sus llagas somos curados - Thomas Joachim - E-Book

Por sus llagas somos curados E-Book

Thomas Joachim

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Beschreibung

Inspirándose en las palabras de san Pedro: «Por sus llagas fuimos curados» (1 P 2,24), el autor ofrece una reflexión original en la que cada llaga de Cristo revela verdades salvíficas sobre Dios y el hombre. Concluye cada meditación acudiendo al arcángel Rafael e invitando al lector a un viaje de sanación espiritual, donde el alma descubre con gratitud que en las llagas de Jesús reside la clave de su propia resurrección.

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Seitenzahl: 74

Veröffentlichungsjahr: 2025

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THOMAS JOACHIM

Por sus llagas somos curados

EDICIONES RIALP

MADRID

Título orginal: Par ses blessures, nous sommes guéris

© 2025 by Éditions des Béatitudes S.O.C.

© 2025 de la versión española realizada por Miguel Martín

by EDICIONES RIALP, S. A.,

Manuel Uribe 13-15, 28033 Madrid

(www.rialp.com)

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopias, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita reproducir, fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Preimpresión: produccioneditorial.com

ISBN (edición impresa): 978-84-321-7133-8

ISBN (edición digital): 978-84-321-7134-5

ISBN (edición bajo demanda): 978-84-321-7135-2

ISNI: 0000 0001 0725 313X

ÍNDICE

Introducción

La experiencia del apóstol Tomás

La lección de san Pedro

El gran misterio de la «expiación»

La serpiente de bronce y Cristo

La intercesión del ángel Rafael

1. La bofetada del guardia

La intención de una bofetada

El rostro de Cristo

La humildad, principio de la vida espiritual

2. La flagelación

El horror de la flagelación

La obsesión de las apariencias

3. La coronación de espinas

El simbolismo de la cabeza y de la corona

Una burla demoníaca

La alegría del Rey de la paz

Restablecer la autoridad en la humildad

4. La cruz a cuestas

La carga de la cruz

El simbolismo del hombro

Jesús, responsable del mundo entero

La voluntad de poder

La impotencia aceptada

5. Cristo desnudo

La fragilidad del cuerpo humano

El lenguaje del verdadero amor

La desnudez como puesta en verdad

La paradoja del pudor

Curar del temor a la mirada del otro

6. La herida de las manos

Suspendido por los nervios

La mano humana

La mano, símbolo del poder divino

La mano de los hombres y la de Dios

Entregarse en las manos del Padre

7. La herida de los pies

El talón de Aquiles

La curación por los pies

El significado espiritual del lavamiento de los pies

Los pies atravesados

Levántate y anda

8. La herida del corazón

Costado del corazón

Como un vaso

La aspersión de la sangre

La curación de nuestro corazón

9. Las llagas gloriosas del resucitado

No le quebrantarán ni un hueso

El cuerpo cadavérico de Jesús

Se levantó de entre los muertos

Jesús guarda sus heridas para siempre

Conclusión

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Índice

Comenzar a leer

Notas

INTRODUCCIÓN

«¿Dónde puede nuestra fragilidad

encontrar reposo y seguridad, sino en

las llagas del Salvador? […].

Desde que pienso en esta medicina tan fuerte y eficaz,

la peor de las enfermedades no me asusta ya»

(San Bernardo)1.

La experiencia del apóstol Tomás

En el evangelio de Juan, el apóstol Tomás vive un encuentro impactante con Cristo resucitado. Ausente en la primera aparición de Jesús a los discípulos, había dudado del testimonio vibrante de sus hermanos. En este tumulto interior, su fe vacilaba. Sin embargo, su corazón se volvió instintivamente hacia la fuente de la curación espiritual, hacia las llagas del Señor: «Si no le veo en las manos la marca de los clavos, y no meto mi dedo en esa marca de los clavos y meto mi mano en el costado, no creeré» (Jn 20, 25). Cristo, rico en misericordia, respondió a esta llamada de Tomás. Acudió a curar su incredulidad por la evidencia luminosa de sus llagas: «Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente» (Jn 20, 27).

Este libro es una invitación a imitar al apóstol Tomás volviendo nuestra mirada hacia las llagas del Señor. Si lo hacemos con fe, descubriremos las señales del amor de Jesús por nosotros y podremos exclamar, como san Pablo: «Me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Ga 2, 20). Crux lux: la cruz es luz2.

La lección de san Pedro

Vamos a sumergirnos en el misterio de las llagas de Jesús. Esta meditación podría parecer sombría a primera vista, pero en realidad es una fuente luminosa de curación y de esperanza. Según la palabra de san Pedro: «Por sus llagas fuisteis sanados» (1 P 2, 24)3.

Lo mismo que Tomás, san Pedro ha captado la importancia decisiva de las llagas de Cristo4. Pensad en lo que debió suponer para él esta toma de conciencia, él que había negado a su Maestro y no había tenido el valor de seguirle hasta el pie de la cruz. Se pueden fácilmente imaginar las lágrimas de gratitud que han brotado en sus ojos cuando escribió estas palabras: «Por sus llagas fuisteis sanados»5.

El gran misterio de la «expiación»

Cristo vino a curarnos de la “enfermedad” del pecado, y no simplemente para ser un ejemplo. ¿Para qué les serviría un ejemplo de perfecta salud a los que están enfermos? Este es el meollo y la savia de todo el Evangelio: Dios se ha hecho hombre para curarnos del pecado y unirnos a él. Pero Dios, infinitamente santo, no hubiese podido justamente curarnos del pecado sin haber justificado también su justicia. Si nos hubiera perdonado a costa de su justicia, su perdón habría estado en contradicción con su esencia. Hacía falta un sacrificio expiatorio para unir a la vez la justicia y la misericordia: «Sin derramamiento de sangre no hay remisión» (He 9, 22)6.

En otro tiempo, los sacerdotes aportaban una víctima de expiación, pero era un cordero. Lo degollaban y la sangre caliente se derramaba, pero la humanidad no estaba salvada por eso. La sangre de los animales no podía curar del pecado, ni unir con Dios a los hombres. Como dice el papa Benedicto XVI: «Podía ser un signo de esperanza y de la perspectiva de una obediencia más grande y verdaderamente salvadora»7. Para curar a todos, respetando la justicia, hacía falta un sacrificio a la altura de Dios, el sacrificio del Hijo de Dios mismo. Ocurre que «en la entrega de sí mismo en la cruz, Jesús deposita, por decirlo así, todo el pecado del mundo en el amor de Dios, y en él lo limpia»8. El sacrificio de Cristo ha operado una maravillosa unión de justicia y misericordia: «A él, que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que llegásemos a ser en él justicia de Dios» (2 Co 5, 21).

La serpiente de bronce y Cristo

Pero de entrada se plantea una cuestión: ¿en qué puede ser beneficiosa la contemplación de las llagas atroces de Jesús? Hay una historia en el libro de los Números que aclara ese misterio (cf. Nm 21). Mientras los hebreos atravesaban el desierto, fueron mordidos por serpientes venenosas. Por orden divina, Moisés hizo una serpiente de bronce y la colocó sobre un mástil. Quien miraba a la serpiente quedaba curado. La relación entre la serpiente de bronce y Cristo es evidente. Por otra parte, el valor numérico de la palabra «serpiente» en hebreo (Nahash) es el mismo que el de la palabra «Mesías» (Mashiah)9.

Así como los hebreos mordidos curaban al mirar la serpiente elevada por Moisés, a nosotros se nos pide dirigir con fe nuestra mirada a Cristo crucificado, a fin de obtener la curación.

En nuestras meditaciones, vamos a hacer como Moisés, vamos a levantar la Cruz de Cristo en el desierto de nuestros corazones. Al contemplar las llagas del Mesías de Dios10, vamos a pedir al Señor que nos conceda una curación perfecta, una buena salud espiritual, e incluso, si él lo quiere, la salud física. Descubriremos entonces, en las llagas de Jesús, no una fuente de tristeza, sino de luz y de vida.

La intercesión del ángel Rafael

Este libro se compone de nueve meditaciones. Cada una termina con una oración con el fin de transformar nuestra contemplación en petición concreta de curación espiritual. Estas oraciones se dirigen a Dios por intercesión del arcángel san Rafael, cuyo nombre significa «Dios cura» (Rapha-El).

En la Biblia, el ángel Rafael aparece en el libro de Tobías. Os sugiero leerlo en paralelo de nuestras meditaciones. Este maravilloso cuento bíblico es una historia extraordinaria de curación. Encontramos allí a Tobit, un judío piadoso que vive en exilio, que se queda ciego. Incapaz de atender las necesidades de su familia, envía a su hijo Tobías a recuperar diez talentos de plata prestados en el pasado. Es entonces cuando entra en escena el ángel Rafael, bajo la apariencia de un extraño dispuesto a acompañar al joven Tobías en su búsqueda. En el camino, Rafael conduce a Tobías hacia Sara, una muchacha desgraciada, atormentada por Asmodeo, el más temible de los demonios. Tobías se enamora de Sara, cuyo nombre significa “princesa”, y con la ayuda de Rafael, descubre cómo liberarla de sus cadenas diabólicas. Armado con este amor y esta victoria, Tobías vuelve luego a su padre para devolverle la vista.