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¿Qué es el ego?, ¿el karma?, ¿la raíz del sufrimiento?, ¿la conciencia?, ¿la muerte?, ¿el satori?, ¿la compasión?, ¿la sabiduría?, ¿la postura za-zen?, ¿cuál es la importancia de la tradición?, ¿cuál es la relación entre el Maestro y sus discípulos? A todas estas y otras muchas preguntas responde el famoso Maestro Zen Taisen Deshimaru. Con un lenguaje vivo y rico, en este libro se reúne lo esencial de la enseñanza de Deshimaru en los catorce años de su misión en Europa. Interrogantes que han acudido al espíritu de todos se concretan con respuestas que constituyen una excelente introducción a la práctica y la filosofía del Zen, y una llamada a vivir plenamente la totalidad de nuestro ser.
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Seitenzahl: 220
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Taisen Deshimaru
PREGUNTAS A UN MAESTRO ZEN
Traducción de Dokushô Villalba
Título original: questions a un maitre zen
Traducción: Dokushô Villalba
© Zen Editions, Retz, 1981
© de la edición en castellano:
1982 by Editorial Kairós, S.A.
www.editorialkairos.com
Primera edición en papel: Septiembre 1982
Primera edición en digital: Marzo 2025
ISBN-10: 84-7245-246-8
ISBN-13: 978-84-7245-246-6
ISBN epub: 978-84-1121-379-0
ISBN kindle: 978-84-1121-380-6
Composición: Pablo Barrio
Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.
LA VÍA DE ENMEDIO
EL SER HUMANO
El ego
El karma
Ilusiones, apego, sufrimiento
Ayudar a los demás
El bien y el mal
La muerte
EL DESPERTAR
La conciencia
La impermanencia, aquí y ahora
Satori
EL ZEN Y OCCIDENTE
La civilización moderna
La vida cotidiana
Zen y cristianismo
Diálogo con monjes cristianos
LA PRÁCTICA
Hacer zazen
La postura
La tradición
HACER ZAZEN
Postura de despertar
GLOSARIO
Cubierta
Portada
Créditos
Sumario
Comenzar a leer
Notas
El Maestro Taisen Deshimaru nació el 29 de noviembre de 1914 en Japón, en la provincia de Saga. Siendo aún niño conoció al monje Kodo Sawaki, intrépido reformador del Zen, que estudió desde sus raíces. Taisen Deshimaru estudió en la universidad de Yokohama, ocupando más tarde un puesto de responsabilidad en las actividades mineras de una sociedad industrial. Durante la guerra fue enviado a Indonesia, mas no por ello abandonó la enseñanza de Kodo Sawaki y la práctica del zazen.1 A su vuelta a Japón fundó el Instituto Cultural Asiático.
Antes de morir, el Maestro Kodo Sawaki le hizo su sucesor y le entregó la transmisión (shiho)2.
El Maestro Deshimaru llegó a París a finales del año 1967, enviado por el Soto Zen para toda Europa y sostenido por todas las escuelas Zen de Japón. En París estableció un dojo, elevado al rango de templo Zen en 1975, y un monasterio Zen cerca de la ciudad de Blois. Convertido en Roshi, el Maestro Deshimaru es actualmente Superior general del Soto Zen en Europa y África. Más de cien dojos, tanto en Francia como en todo Occidente, dependen de él. Iwamoto Zenji, Superior de todo el Soto Zen y presidente de la Federación Budista Japonesa, ha dicho de él que es «el Bodhidharma de los tiempos modernos».
El secreto del Zen consiste en sentarse, simplemente, sin objeto ni espíritu de provecho, en una postura de gran concentración. Esta manera desinteresada de sentarse se llama zazen. Za significa «sentarse» y zen, «meditación o concentración». La enseñanza de la postura, que es la transmisión de la esencia del Zen, tiene lugar en un dojo (lugar en el que se practica la Vía) y es efectuada por un Maestro iniciado tradicionalmente en la línea de los patriarcas y de Buda. La práctica de zazen3 es muy eficaz para la salud del cuerpo y del espíritu, a los que conduce a su condición normal. El Zen no puede ser encerrado en un concepto ni comprendido por el pensamiento. Requiere ser practicado. Es, esencialmente, una experiencia.
La expresión filosófica del budismo Zen no es un sistema de pensamiento estrecho y rígido, sino una transmisión de conceptos forjados por una experiencia milenaria y a la vez siempre nueva, la del Despertar. Algunas fórmulas de fuerza, algunas palabras-clave polarizan y ordenan el campo de la experiencia vivida. Las palabras responden, comunican, sin alterar su continuidad, la inatrapable fluidez de la realidad, ayudando a ceñirla. Las palabras iluminan la existencia cotidiana captada en su raíz. En el Soto Zen, el Maestro no dispensa su enseñanza solamente a través de conferencias. Regularmente procede a un intercambio de preguntas y respuestas con sus discípulos.
El ambiente de un mondo (mon: «pregunta»; do: «respuesta») es a la vez jovial y profundo, libre y grave. La respuesta del Maestro a la persona que pregunta va siempre más allá de la razón de la pregunta misma y a veces toma una forma enigmática y desconcertante a simple vista.
Hemos seleccionado los textos más significativos de una gran cantidad de documentos recogidos durante doce años de mondo. Hemos intentado conservar en estas recopilaciones el tono del diálogo, con todo lo que ello implica de simplicidad, de humor y a veces de brutalidad.
Deseamos que con esta obra el lector entre en la familiaridad de una enseñanza milenaria, más que nunca actual en los momentos de crisis planetaria que vivimos, tal y como es impartida por el primer patriarca Zen de Occidente.
P. Su expresión «El Zen está más allá de las religiones» puede dar a entender que el Zen debe reemplazar y hacer perecer a todas las religiones. ¿Cuál es su pensamiento exacto respecto a esto?
R. Las religiones siguen siendo lo que son. El Zen es meditación. La meditación es la base de todas las religiones. El hombre de hoy siente intensamente la necesidad de volver al origen de la vida religiosa, a la esencia pura que está en el fondo de él mismo y que solamente puede descubrir a través de la experiencia vivida. Necesita concentrar su espíritu para encontrar la sabiduría suprema y la libertad, que es de orden espiritual, y poder así enfrentarse a las influencias de todo tipo que le son impuestas por el medio ambiente.
La sabiduría humana no es suficiente, es imperfecta. Sólo la verdad universal puede dar la suprema sabiduría.
Suprime la palabra «Zen» y pon en su lugar «Verdad», «Orden del Universo».
P. ¿Cuándo apareció el Zen en la historia del budismo?
R. Cuando Buda obtuvo el despertar bajo el árbol de la bodhi. Más tarde, el budismo fue fuertemente influenciado por las religiones y las filosofías tradicionales de la India. Zozobró en los estudios librescos y en el ascetismo, por ejemplo en el caso del budismo theravada.
Por eso Bodhidharma fue a China, para implantar el verdadero Zen en una tierra nueva. Con el tiempo el budismo envejeció en China, como ahora envejece en Japón. La postura del zazen es la esencia del budismo. La práctica del zazen se pierde en China y en Japón. Por eso la he traído a esta tierra fresca que es Europa.
P. Se dice a menudo que el budismo es la vía de enmedio, la del equilibrio, mientras que en Occidente la noción del justo medio corresponde a la moral burguesa. ¿Puede usted hablar del justo medio según el Zen?
R. La vía de enmedio no es estar entre dos mujeres y besar a las dos. No, no es eso. En el budismo, la vía de enmedio consiste en no oponer sujeto y objeto. En la civilización europea siempre hay dualismo. Por ejemplo, el materialismo se opone al espiritualismo. A los europeos les gustan mucho los «ismos». Budismo, cristianismo… Estos «ismos» son relativos. Ésta es la razón por la que el materialismo y el comunismo se han levantado contra el cristianismo. Pero el comunismo no es completo, ya que sólo considera las cosas bajo el aspecto material. El cristianismo es igualmente incompleto, ya que sólo las considera bajo el aspecto espiritual. Algunos cristianos no son así, pero los cristianos tradicionales son solamente espiritualistas.
El espíritu y el cuerpo son una sola y misma cosa, como las dos caras de una hoja de papel. En la vida cotidiana no se pueden separar. Algunas personas prefieren lo espiritual, otras lo material. Si se quiere comprender hay que encontrar la vía de enmedio. Lo espiritual es material y lo material se vuelve espiritual. El espíritu existe en cada una de nuestras células y, finalmente, el espíritu es el cuerpo, el cuerpo es el espíritu. Está también la actividad, la energía, que no son dualistas.
La vía de enmedio lo integra todo. La dimensión más alta es mushotoku, la vía de enmedio. El Zen es la vía de enmedio. Pero no hay que equivocarse sobre esta palabra «enmedio». No podemos elegir entre material y espiritual. Debemos abarcar los dos. Ambos son como el haz y el envés de una misma hoja. Ésta es la razón por la que el Zen es tan difícil de comprender.
La vía de enmedio es una vía que está más allá. Los razonamientos europeos se presentan siempre así: tesis, antítesis, síntesis.
Lo material es la tesis, lo espiritual la antítesis.
El Zen, la vía de enmedio, es la síntesis.
P. La fe es importante en el budismo. En el Zen se encuentran diferentes objetos de fe: el zazen, el kesa, el Maestro. ¿Qué es la fe?
R. Lo que usted quiera. Cada persona es diferente. El objeto de la fe es diferente para cada persona. Cada uno debe conocer por sí mismo el objeto de su fe. Debe creer en lo que más le impresione. Yo no puedo decirlo ni decidirlo objetivamente.
Este punto es importante. En casi todas las religiones se dice: «Debéis creer en esto, debéis creer aquello, en Dios, en Buda». Yo no estoy de acuerdo. Debéis encontrar en vosotros mismos el objeto de vuestra fe. Los religiosos pueden acompañarnos al borde del río, pero no pueden beber por vosotros ni obligaros a beber. Es un problema subjetivo. Por eso le he respondido: «¡Lo que usted quiera!» Lo más importante es creer. Creer en lo más elevado, en lo último. ¿Qué es lo verdadero? La sabiduría del cerebro debe decidir.
Dios, Buda, la cruz… Generalmente se cree según los genes, según la herencia, la educación, el medio familiar, los hábitos corporales. Pero en definitiva…
El perro sigue a su amo, cuando le ve olvida todo el resto. Su cerebro cambia. Es fiel, cree en su amo. Es así. Un amor profundo es importante en la fe.
Yo no puedo decidir por usted sobre la fe última. Usted mismo debe decidir. No se trata solamente de la forma. Yo soy monje Zen y, como Dogen, Nagarajuna, creo en el kesa dado por Buda. Es una transmisión eterna. Si quiere tener fe en Buda, puede hacerlo. Yo no puedo decidir por usted. Debe encontrar la respuesta por sí mismo.
P. ¿Hay que abandonar la religión propia para seguir el Zen?
R. Como usted quiera. Usted mismo debe elegir. Debe usted buscar la esencia, aquí y ahora, y decidir lo qué es importante para usted. ¿Cuál es la solución a sus problemas?
Demasiado a menudo las religiones son sólo decorado. Hay que conocer los textos, las reglas, las ceremonias. Pero todo eso no es importante. Las religiones y las filosofías son demasiado imaginativas, por eso se debilitan. Debéis acabar con ese decorado y buscar lo realmente importante. Debéis encontrar la verdadera esencia de todas las religiones.
P. ¿Existe la noción de pecado en el Zen?
R. El problema del pecado es diferente en el cristianismo y en el budismo.
En el cristianismo están el pecado original, Adán, Eva, la manzana, la serpiente. En el budismo, todas las existencias tienen la naturaleza de Dios o de Buda. Esta noción es completamente diferente y difícil de explicar. Todas las existencias, incluso las piedras, todo lo que es material o vegetal, todo tiene la naturaleza de Buda, originalmente.
En la filosofía oriental hay dos tipos de escuelas:
En la primera se cree que la naturaleza original del hombre proviene de un espíritu malo.
Pero en la mayoría de las escuelas se cree que el origen del espíritu, y para todo el mundo, es el bien. Esto es cierto particularmente en el budismo. Todo el mundo tiene la naturaleza de Buda, pero el medio ambiente, el karma, la modifican. El karma se convierte en pecado. Este karma nos es transmitido por todos nuestros antepasados e influencia nuestro espíritu puro. El mal aparece así. Cuando ya no hay karma, se puede volver al estado normal, original.
El karma se acaba si se hace zazen; el pecado desaparece.
Explicar más sería muy complicado. El bebé, en el vientre de su madre, no tiene pecado, pero ya lleva el karma de todos los antepasados en su sangre.
Anteayer un joven que hacía zazen por primera vez me dijo: «Ahora he comprendido verdaderamente qué es el silencio. Hasta hoy, nunca me había quedado una hora en silencio. Solamente estoy callado cuando me encuentro en la cama, y ni siquiera entonces, ya que a veces hablo cuando duermo. En el zazen he comprendido el verdadero silencio».
Yo le dije: «Usted ya estaba en silencio en el vientre de su madre. En ese momento también había silencio total».
Pero él me respondió: «Mi madre hablaba mucho. Mi karma es malo. Siempre tengo ganas de hablar. Me es difícil no hablar durante el zazen».
El silencio se encuentra en el origen de cada uno. Debéis comprender esto. Sólo el silencio es vuestro verdadero origen.
Primero es el silencio, después la palabra sin cesar. Hace veinte, treinta, cincuenta o sesenta años que habláis sin parar. Por eso estáis fatigados. Todo esto se termina en el silencio total del ataúd. El silencio continúa, pues, eternamente. Sólo nuestra conciencia del silencio es eterna, es la condición normal de nuestro espíritu. Es ku, nirvana, san-te, el verdadero origen. En el Zen se dice que hay que volver al silencio original, de la misma manera que en el cristianismo se dice que hay que volver al estado anterior al pecado.
Si hacéis zazen volvéis al estado anterior al pecado.
P. ¿Por qué evocar la imagen de un retorno a los orígenes y no la de despertar a lo que va a venir?
R. ¿Qué es despertar? ¿Despertar a qué? Los europeos se hacen siempre ideas sobre la iluminación. El satori quiere decir también «despertar». A la gente le gusta despertarse, pero ¿a qué? Es más fácil volver hacia atrás. El bebé es puro. Tiene la verdadera libertad. No es complicado. No piensa, no necesita hacer el amor, su madre le alimenta, llora cuando tiene ganas de llorar… No piensa.
Tenemos que comprender qué es la libertad. Si solamente se piensa con el cerebro frontal, uno se vuelve complicado, como la filosofía europea.
Hay que volver al origen del ser humano. Es difícil.
Es un koan.
P. ¿Se puede decir que el tigre, el gato, que los animales en general viven el verdadero Zen?
R. Sí. Los animales viven el verdadero Zen. Y puesto que los animales son así, el hombre debe progresar con relación a ellos. Las palomas son muy simples, muy tranquilas, no son complicadas. Debéis seguir a veces la vida de los animales, pero también debéis utilizar vuestro cerebro frontal.
A los europeos les gusta estar completamente de un lado o completamente del otro: o aman la religión o la odian. Siempre nos encontramos con el problema de las oposiciones. Debéis armonizar la religión y el comunismo, el capital americano con el mundo árabe. No se puede encontrar la verdadera paz si se lucha siempre y se está en continua oposición. Una teoría intermediaria es, pues, necesaria. Nadie la ha encontrado. Únicamente el Zen puede llegar a ella.
Este es el principio base de las cinco proposiciones del budismo: no solamente tesis, antítesis y síntesis; también hay que armonizar la totalidad y abarcar las contradicciones.
P. ¿Qué es el ego?
R. El ego es el ego. Es zazen… como en la frase de Sócrates: «Conócete a ti mismo».
Siempre digo que hay que comprender el ego, pero… realmente no hay ego, no hay sustancia en el ego. ¿Dónde podemos situar esta sustancia? ¿En la nariz, en el cerebro, en el ombligo, en la cabeza? Es difícil. ¿En el espíritu? ¿Qué es el espíritu? Esta pregunta es un problema, el mayor problema de la psicología, de la filosofía y de la religión.
He explicado que no tenemos numen. El ego cambia de un instante al otro. Hoy no es el mismo que ayer… Nuestro cuerpo cambia, nuestras células también. Cuando se toma un baño, por ejemplo, todas las células muertas de la piel se van por el desagüe. Nuestro cerebro y nuestro espíritu cambian. No son los mismos desde la infancia hasta la madurez.
¿Dónde existe el ego? Es uno con el cosmos. No es solamente el cuerpo o el espíritu. Nuestro ego es Dios, Buda, la fuerza cósmica fundamental.
Encontrar la verdadera eternidad no es egoísta, es la auténtica verdad, el verdadero numen. Ésta es la verdadera religión que debemos crear.
Nuestra vida está ligada al poder cósmico, está en interdependencia con todas las existencias. No podemos vivir solos. Dependemos de la naturaleza, del aire, del agua. Por eso no debemos ser egoístas… este es el gran satori.
Es inútil ser egoísta, ya que cada uno de nosotros vive en interdependencia con todo el mundo y con todas las cosas. No es necesario guardar para sí mismo.
Esto es muy importante.
Montaigne escribió en sus Ensayos: «Todo el mundo mira hacia fuera, yo quiero mirar hacia el interior». Tenemos que volver la mirada hacia el interior. La mayoría de las gentes sólo miran hacia el exterior. Más que nunca, en la civilización moderna debemos mirar dentro de nosotros mismos. La mirada objetiva es fácil, la mirada subjetiva no lo es tanto…
P. Usted ha dicho que debemos tener un ego y al mismo tiempo estar más allá del ego. ¿Qué significa esto?
R. Parece una contradicción. Pero no es lo mismo tener un ego fuerte que un ego egoísta.
Debéis tener confianza en vosotros mismos. Debéis encontrar vuestro verdadero ego y al mismo tiempo abandonar vuestro ego. Si usted continúa con el zazen, su verdadero yo se fortalecerá, podrá encontrar su verdadero yo. Usted no es intercambiable. Es único y no está hecho solamente de órganos y cabellos. Tiene su propia originalidad, pero para encontrarla debe abandonar su ego, abandonarlo todo para que sólo subsista el verdadero ego.
Cada persona tiene un karma diferente, barro y suciedad. Pero una vez purificados, podéis encontrar vuestra verdadera originalidad.
P. Ser diferente de los demás significa también soledad.
¿Es posible aprender a estar solo y a aceptar la soledad a través del zazen?
R. Si usted practica el zazen, sus características cambiarán. Su cara triste se transformará completamente, inconscientemente, naturalmente, automáticamente. La vía os cambia y os conduce a la condición normal.
No debéis intentar escapar de la soledad ni ser demasiado «diplomáticos» ni depender de los demás. La soledad es buena. El Zen es la soledad, es llegar a ser íntimo consigo mismo. El zazen es estar completamente solo pero con los demás, con el cosmos.
P. ¿Qué es la individualidad?
R. La individualidad y tener un ego fuerte son dos cosas diferentes. Es muy importante volver a la originalidad propia. Usted y yo somos diferentes. Usted debe encontrar su propio yo. El mal karma puede cortarse gracias al zazen.
La educación moderna uniformiza a todo el mundo. Es una educación de masas. Incluso los padres son incapaces de comprender la individualidad profunda de sus hijos.
Podéis realizar esta individualidad y fortalecerla gracias al zazen. El deber de un hombre religioso es enseñar esto a los demás. En nuestros días solamente se educa el intelecto, y no al individuo en cuanto tal.
P. Dice usted que cuando se hace zazen se es Buda o Dios, y por otra parte dice también que hay que abandonar el ego… ¿Cómo se puede conciliar esto?
R. ¡Si abandonáis el ego, os convertís en Dios o en Buda! Cuando lo abandonáis todo, cuando os despojáis de todo, cuando termináis con vuestra conciencia personal, en ese momento, sois Dios o Buda… Cuando todo se ha acabado no existe ninguna contradicción.
Pero si uno se dice a sí mismo: «Lo he abandonado todo, ahora soy Dios»… Si alguien piensa que es Dios, no es Dios. Esto es lo importante. Todo el mundo se equivoca sobre este punto. Nosotros mismos no podemos certificar que somos Dios. Si yo digo: «Tengo el satori», estoy loco.
El loco dice siempre: «Yo no estoy loco, esta es mi condición normal…». Por eso está loco. Pero si dijera: «Quizá no estoy bien de la cabeza. Tal vez me equivoco en lo que hago», su locura no sería tan profunda y seguramente podría curársela.
Cuando todo se ha acabado, cuando se ha desechado todo, en ese momento os convertís en Dios o en Buda.
¡La postura del zazen es en ella misma Buda o Dios para la persona que la mira desde el exterior!
Esta es una buena pregunta. Todo el mundo se equivoca respecto a esto. En los sutras se trata esta cuestión. Todo el mundo habla de ella.
Por eso repito incansablemente que si se hace zazen no vale la pena decirse: «Debo ser así, debo ser asá». Inconscientemente, naturalmente, automáticamente, llegaréis a serlo. Esta es la esencia del Soto Zen.
Mushotoku… sin meta… sin objeto, únicamente concentrado sobre la postura del zazen.
P. Usted ha escrito que «cuando se hace zazen se entra en el ataúd». ¡Uno sabe que no existe pero guarda el sentimiento de existir!
R. ¡Desde luego! ¡No estamos muertos! Si usted no sintiera su existencia, estaría completamente muerto. Lo que he dicho es que debéis hacer zazen como si estuvierais en vuestro ataúd. Es simplemente un ejemplo. ¿Por qué la muerte es siempre un problema en las religiones? Porque las gentes son egoístas y su ego es egoísta. El problema de la muerte se resuelve inmediatamente cuando se abandona el ego. Si no se tiene miedo a la muerte, no se es egoísta. Por eso digo que hay que hacer zazen en el ataúd. El verdadero zazen es el abandono del ego. El ego no existe. No hay numen… Esto es el satori.
¿Qué es el ego? ¿Las orejas, la nariz, el corazón, el cerebro? ¿Está separado del resto del universo? Todo el mundo es egoísta pero, finalmente, «se es vivido» por el orden cósmico. No podemos detener el corazón. Aunque no se quiera pensar, los pensamientos surgen. Vivimos por la interdependencia. La sustancia no existe. Por eso se puede abandonar tranquilamente.
Si comprendéis esto podréis abandonar vuestro ego y ser completamente felices. Esta es la enseñanza de todas las verdaderas religiones.
En el cristianismo, Jesús se sacrificó por todos los seres, por eso está vivo aún. Las religiones enseñan a abandonar el ego para ayudar, para servir a los demás. Esto es lo más difícil para el ser humano. La civilización moderna es egoísta. Los hombres son desgraciados. Es difícil abandonar el ego pero tenemos que influenciar a los demás.
P. ¿Cuál es la mejor actitud de espíritu cuando se tiene miedo de abandonar el ego durante el zazen?
R. No vale la pena pensar en ello. Lo importante es continuar la práctica. La forma de vuestra cara aparece en el reflejo del espejo. Vosotros mismos os reflejáis, podéis ver, comprender y conocer vuestro espíritu, vuestro verdadero ego.
P. No comprendo el símbolo del espejo en el Hokyo Zan Mai. «El reflejo soy yo, pero yo no soy este reflejo.»
R. Durante el zazen el ego subjetivo puede mirar el ego objetivo y a la inversa. Podemos darnos cuenta de que no somos tan buenos, y que a veces incluso somos peor que los demás, ya que durante un zazen profundo se manifiestan los verdaderos deseos. En ese momento podemos verlos exactamente.
Siempre tenemos dos egos, lo cual no quiere decir que tengamos una doble personalidad.
El ego objetivo es el buen espíritu. Es el espíritu de Dios, de Buda, el que ve. Podemos observarnos profundamente. Podemos despertarnos y reflexionar. Si lo hacemos, nos volvemos puros y podemos continuar purificándonos.
En la vida de todos los días no podemos ser verdaderamente puros. Pero a la larga, con la experiencia adquirida a través de la práctica del zazen, nuestra vida se purifica, aunque se haya vuelto muy impura a causa de nuestro exceso de deseos. En la vida cotidiana no podemos alcanzar una pureza completa en razón de nuestro karma.
Cada persona tiene su propio karma. ¡Lo mejor para alcanzar la pureza completa es el ataúd! La religión es necesaria en la vida.
Después del zazen la pureza se aleja, ya que en el ser humano existen los dos aspectos. Pero si hemos experimentado la vida religiosa, este espíritu objetivo producirá un buen ego subjetivo y el espíritu será fresco y libre.
P. El Maestro Dogen dijo: «Yo no soy los demás».
R. Sí, se trata de una gran historia y de un koan. Yo no soy los demás. Soy yo quien debo actuar. Si no practico, no puedo explicarlo.
He aquí la célebre historia de los champiñones:
El Maestro Dogen había ido a China para encontrar la verdadera sabiduría, para comprender el Zen. Pero no había conseguido comprenderlo a pesar de haber estudiado muchas cosas. La civilización budista, Zen, estaba por esta época muy extendida en China y él había recorrido templo tras templo. Sin embargo, no estaba satisfecho con la enseñanza que le habían dado y quería volver a Japón. Un día llegó a un templo pequeño. Era verano y hacía mucho calor. Encontró a un monje muy anciano que estaba trabajando bajo el sol. Su trabajo consistía en secar champiñones. El anciano extendía estos champiñones por el suelo bajo un sol abrasador a pesar de su edad.
Al ver esto, el Maestro Dogen le hizo una pregunta: «Usted es un monje anciano y un superior, ¿por qué trabaja? Hoy hace mucho calor, hágalo otro día». Dogen era entonces joven. La respuesta del monje anciano, muy interesante, se convirtió en una respuesta histórica del Soto Zen.
Así fue como el Maestro Dogen obtuvo el satori.
El monje le dijo: «Joven, usted ha venido de Japón. Usted es inteligente y comprende el budismo, pero no comprende la esencia del Zen. Si no hago esto, si no trabajo aquí y ahora, ¿quién podría hacerlo? Yo no soy usted, yo no soy los demás. Los demás no son yo. Por eso los demás no pueden experimentarlo. Si no trabajo, si no lo experimento aquí y ahora, no podré comprenderlo. Si un joven me ayudara a trabajar, si yo me limitara a mirarle, no podría tener esta experiencia de secar champiñones. Si yo dijera: “Haz esto o aquello. Ponlo aquí o allá”, no podría experimentarlo yo mismo. No podría comprender el acto de este aquí y ahora…».