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Este volumen recoge entrevistas que dan a conocer el pensamiento de hombres y mujeres que han dedicado y dedican su vida a la televisión. Se recogieron desde 2003 hasta el 2011. Tienen estas entrevistas un denominador común y es que los entrevistados aman la televisión.
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Seitenzahl: 202
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Edición:
Martha Sánchez
Diseño y Realización
Arnaldo Morán López
Conversión a ePub:
Valentín Frómeta de la Rosa y Ana Irma Gómez Ferral
© Sobre la presente edición:
© Paquita Armas Fonseca, 2011
© Editorial enVivo, 2024
ISBN:9789597276340
Instituto Cubano de Radio y Televisión
Ediciones enVivo
Calle 23 No. 258, entre L y M,
Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
CP 10400
Teléfono: +53 7 838 4070
www.envivo.icrt.cu
www.tvcubana.icrt.cu
Para Fidelito, Déborah, Mauro y Viena,
por las múltiples alegrías y algún que otro berrinche.
Estas entrevistas que ojalá usted, amigo lector, tenga el interés (o la tozudez) de terminarlas de leer, tienen una ventaja: intentaron (y creo que lograron) dar a conocer el pensamiento de hombres y mujeres que han dedicado y dedican su vida a la televisión. Pero tienen una desventaja: han sido hechas del 2003 hacia acá y mucha agua ha corrido (incluso la de tres desastrosos ciclones y otros de corte platanero), entonces lo que era proyecto ya fue un hecho consumado y además se hicieron más teledramas, guiones, en fin, más televisión, por lo menos entre los primeros entrevistados.
Ulises Toirac hizo Chivichana, la película, por ejemplo, y presentó otra propuesta de ¿Jura decir la verdad? Ernesto Daranas estrenó con éxito de público y crítica su filme Los dioses rotos y ha realizado otros documentales. A Rolando Almirante le han seguido creciendo los obras mientras prosigue siendo el estelar conductor de El triángulo de la confianza, un buen espacio del Canal Habana. Charlie Medina ha realizado sonados teleplays como Los heraldos negros y Los aretes que le faltan a la luna. Magda González ha continuado conquistando con su singular manera de decir en la que coexisten experimentación y convención. Freddy Domínguez pondrá a consideración de los telespectadores otra serie que promete ser tan o más polémica que La cara oculta de la luna. De Maite Vera ya se está trasmitiendo Adorado encuentro y prepara otra telenovela.
Tomás Piard ha seguido estrenando y removiendo el pensamiento con teledramas que se han proyectado, incluso, primero en el cine. Xiomara Blanco se está tomando un descanso luego de tanto trajín. Rudy Mora anda como loco con su primera película, Y, sin embargo, se mueve, sin dejar de hacer los videos clip. Rosalía Arnáez camina en otra polémica sobre locución, su gran amor. Mirta Muñiz ha sido, con razón, protagonista destacada de los 60 años de televisión y sigue escribiendo, a pesar de operarse de una cadera. Julio Acanda tiene un proyecto por Nueva York. Juan Carlos Travieso mantiene sus sueños y trabaja como una abejita. Gerardo Fernández aún da toques a su guión, e imparte clases, por supuesto. Julia Mirabal mantiene en su justo lugar a Sitio del Arte mientras espera un viaje a Venezuela. Luis Hidalgo sigue con miles de proyectos, géneros diferentes y aportes en el plano teórico.
Así que con ellas y ellos los dejo, son los absolutos protagonistas de este pequeño volumen que tiene un denominador común: el amor a la televisión.
Soy de las personas que cuando empezó ¿Jura decir la verdad? lo cuestionó. Incluso pensé en entrevistar a Ulises Toirac para intentar ponerlo contra la pared. Me daba lástima que un actor como él se estuviera desangrando en un programita de televisión. Pero pasó «el águila por el mar» y cada jueves disfruto la entrega del espacio, unas veces más que otras. Hace cerca de un mes que decidí buscar al Flaco y no aparecía por ningún lado, hasta que una prima de su mujer me dio el teléfono, el mismo día que se me ocurrió buscar su nombre (el de Ulises, no de la prima) en Internet. Me topé con su página Hofisiarrr y desde allí mismo le envié el cuestionario. Prefirió responder las respuestas por escrito y hasta sugirió el título.
—Ulises Toirac no estudió actuación, ¿o sí? ¿Qué estudios tienesdesde el punto de vista académico?
No, no estudié actuación. No tuve la suerte. Más bien tuve que complacer (y consolarme) con estudiar Ingeniería Eléctrica. Una carrera que de ningún modo desdeño haber estudiado, porque me ha dado muchas herramientas de pensamiento que me han sido útiles en mi vida como humorista.
—¿Cuál fue tu primera experiencia como actor?
Ya he hecho el cuento: de séptimo enanito en Blancanieves, una dramatización que hicimos en la primaria (no recuerdo bien, pero creo que yo estaba en preescolar). Solo decía un bocadillo y lo dije mal. Ya de mayorcito nunca me ha vuelto a pasar. Ahora me dan varios bocadillos... aunque los sigo diciendo mal.
—Has confesado al menos cuatro placeres: el café, hacerle el amora las mujeres, y el humor a todo el mundo, los sitios web. ¿Cuálesson los no placeres? (Si se pueden saber y publicar.)
Saber sí se puede. No sé si se puedan publicar, porque no soy especialista en eso. Yo te los digo y si tú puedes los publicas. Es tu problema. Yo me enjuago los cascos como Pancho el Piloto. Y hay varias cosas que... me dan escozor, para decirlo muy finamente y en el mejor estilo literario. El primero de los no placeres es tropezar con la envidia. No la sana, esa que ha movido la historia de la humanidad hacia delante, la que lo empuja a uno a hacer cosas mejores teniendo en cuenta que un colega lo está haciendo muy bien. No, la otra. La de «prefiero verme ciego, pero pa’ que te quedes tuerto…».
Esa me mata. Y desdichadamente es cada vez más común. Otro de los no placeres es que me ataque el asma. El morado no le sienta a mi cutis. La soledad me mata, pero estar rodeado de gente que lo mira a uno como un bicho raro o no tiene nada de qué conversar con uno, también (mira tú qué cosa más curiosa). Y en este sentido –el de la relación público artista– hay una cosa que para mí es un bombazo. Yo soy medio sordo (serio, la audición de mi oído derecho es casi nula) y con frecuencia sé que hay gente que me ha saludado –incluso gente a la que quiero– y no me he percatado. Y luego viene el consabido comentario: que si Ulises es un pesado, que si no mira a nadie. No es que yo quiera ser el rey de las buenas maneras ni el gran buena gente que para todo el mundo tiene una sonrisa, no.
Pero quienes me conocen, saben que a gentil, hay que echar pie en tierra conmigo.
—¿Por qué no te gusta andar llorando si dicen que es más difícilhacer reír?
Motivos para llorar en este mundo siempre hay. No en balde le han llamado a la vida «este Valle de Lágrimas!» y cosas tan o más cursis que esa. Y de la forma en que el ser humano se está comportando consigo mismo, es como para nacer y no parar de llorar hasta caer en «Vuelta Arriba». Por tanto, mi tarea aquí en la Tierra, es hacer que la gente se olvide un poco de eso. Los ángeles todos se reunieron en derredor de la cuna, me vieron, se echaron a correr y luego regresaron... «tiene que ser gracioso, el pobre» dijo uno «sí, pero muy gracioso» dijo otro. Todos quedaron en silencio y un tercero agregó tímidamente después de observarme un rato «...no podemos... vaya... darle... ¿algo más? lo digo porque...» «¡gracioso y ya!» interrumpió el jefe «vamos a darle lo más importante en Cuba ¿qué más quiere?» y sé que la mayoría se alejó de la cuna con cierto sentimiento de remordimiento. ¿Quién soy yo para hacer caso omiso de este conciliábulo? Para mí no es más difícil que hacer llorar, para mí es más fácil. Tengo ese don (que no es apacible en modo alguno, sino más bien turbulento). Y yo, como todo el mundo, me voy por lo más fácil. Algún día la vida me pondrá en el aprieto de hacer lo que hacen otros actores... y yo sé que no lo voy a poder hacer como muchos de ellos a quienes admiro, pero lo que sí pueden es estar seguros de que me esforzaré por dejarlos boquiabiertos.
—Has trabajado en el teatro, la televisión y la radio, ¿qué mediote satisface más?
Y el cabaret (medio muy difícil de hacer con dignidad) y algo de cine..., ¡hasta Planes de La Calle he hecho yo! Cada medio tiene un encanto particular. Como las novias: en unas es la cara, en otras el cuerpo, en otras el carácter... Pero te voy a confesar algo que no quiero que nadie tome a la tremenda, simplemente te lo digo a modo de comentario, de cosas que estoy observando en mí, cada vez con más frecuencia me están dando más satisfacciones las tareas que les quedan ocultas al espectador promedio, hablo de escribir, dirigir, montar, proyectar, esas en las que no hay contacto directo con el público. Parece ser que como me estoy poniendo más viejo, me estoy haciendo más reacio a dar la cara. Ya no me está gustando en la misma manera que hace diez años eso de subirme a un escenario de teatro o de cabaret, por ejemplo. La agitación de la vida del actor nunca me ha gustado sobremanera, pero en estos días que corren, menos. No dejo de pensar que tengo muchas deudas con la gente que quiere disfrutarme, pero estoy tratando de cumplirlas con la mayor celeridad para que luego lo de subirme al escenario no se convierta en una obligación, sino en una casualidad alegre y deseada, como era al principio. Jorge Guerra me dijo un día que el escenario era como una mujer. «O te le acercas enamorado y con ganas de gustarle, o no lo intentes». Me siento como el matrimonio que lleva amándose mucho tiempo y sin muchas tribulaciones. La quiero, la respeto, le tengo un amor profundo y sosegado, hemos vivido momentos felices, yo diría que encantadores, y... llevamos mucho tiempo. El ardor de la juventud va quedando atrás. Ese en el que el simple roce de manos creaba una descarga de adrenalina.
Quizás no... quizá en ambos casos lo que tenga que hacer es tratar de sorprender a la amada cada día hasta que me llegue la hora de la descarga final. Porque no quiero que ninguna de las dos piense que no hay amor. De eso ambas pueden estar seguras.
—Tienes algunos paradigmas Echegoyen, Álvarez Guedes, Pous(padre e hijo), Leopoldo Fernández y... ¿qué has tomado de ellos?
La cubanía.
—Aseguran que el humor está en crisis en la televisión, ¿qué dices tú?
Que hay que estar dentro para poder aquilatarlo, hay que conocer de lo que se habla para no pecar de ingenuos. No es la televisión.
Son un conjunto de factores dentro y fuera de la televisión. En el tópico humor, quedaron atrás los tiempos del temor al ostracismo.
Ahora lo que quedan son las consecuencias. En todos los sectores.
Claro, comprendo perfectamente que esto lo está diciendo alguien que casi ha podido hacer lo que le ha dado la gana en la televisión.
Pero que nadie vaya a pensar que lo he hecho gracias a favoritismos y sin pelearlo. Que bastantes broncas que me he buscado (y me sigo buscando) En el medio no tengo ni tíos, ni padres, ni perritos, ni gaticos, ni le he regalado nada a nadie (aun cuando hay uno o dos que se lo merecen, pero no se lo regalo por cabezón y porque no creo que haya que premiar las decisiones que deben tomar los que deben tomar las decisiones). Jamás. Ni lo he hecho ni lo haré.
Ni le haré un payaso gratuito a nadie. Dios sabe (o quien le sustituya allá arriba) que nunca me he callado la boca con nadie. Pero ese mismo sabe (hablo del Señor de los Altos) que mi estilo nunca ha sido atacar y porfiar desde la posición de la perretica del artista incomprendido. Si vas a amagar con poner el hombro, ponlo. Sé consecuente. Y gánate el prestigio de poder decir las cosas. Yo no he visto a nadie tumbar un muro a cabezazos, sino con la cabeza, que es bien diferente.
—Y ahora vamos al pollo de este arroz: ¿Por qué de nuevo La tremenda corte?
Ya sabía que lo ibas a preguntar. No creo que sea exactamente «de nuevo». Mira, yo te voy a sonar la historia completa por la cabeza y luego tú publicas lo que quieras: la respuesta está un poco en lo que te dije arriba cuando afirmé que lo de la crisis del humor en la televisión no era solo un problema de la televisión. En Cuba la gente se ríe mucho cuando se habla del de al lado, pero no cuando se trata de uno mismo. Hay una doble responsabilidad que no comparten aquí: por un lado, la inteligencia del espectador de aceptar un chiste a su costa... y por el otro lado, la responsabilidad del humorista con el trabajo que hace. He visto y escuchado mucho humor foráneo en el que ese espejismo de democracia occidental que se han inventado, no pone coto ni freno a nada y el resultado es un humor de brocha gorda, como yo le llamo, en el que no importa la cabeza que se pise, la cosa es que suene. Y eso, al final de los finales, ha convertido al público en un devorador de brocha gorda. ¿Por qué te hago toda esta historia? Mira, en Cuba la televisión es de todo el mundo, de todos los sectores, capas y estratos. Cualquiera se siente en la potestad de llamar y quejarse y protestar. Y en la televisión ha existido toda la vida la política de responder positivamente a esas quejas aun cuando las quejas no han sido fundadas del todo. ¿Por qué te he dicho todo este parrafón? Pues ahí va (y me desenmascaro): Ubicar el programa en el pretérito no busca eludir la problemática actual, sino pasarle una limita a las asperezas. Que la gente no se sienta agredida, o al menos no en la definición que a veces se tiene.
Un descarado como Chivichana es extemporáneo. La cosa era tamizar algo para poderle entrar a la percepción cubana sin que te cayeran los troncos encima. Hasta ahí, uno de los factores. Por otro lado, ahí estaba La tremenda corte, un increíble ejemplo de cubanidad, ese es un programa con una trascendencia increíble, con una importancia muy relevante en la historia del humor cubano y que tiene además una dramaturgia que de tan simple te da como un mazazo en la cabeza. Tienes a dos bandos enfrentados con solo escuchar el tema de presentación... lo otro es una introducción, un buen meollo y cerrar con broche. Fue una genialidad de Castor Vispo, no solo haberlo inventado, sino derrochar sagacidad capítulo tras capítulo. Otra cosa era el line up de actores... pa’ qué. Así que para mí estaba claro. Era además un programa que muchos no conocíamos o del que sabíamos por habladurías ajenas. Era justo reconocer su importancia. No hacerle una loa a nadie en particular (que ahí hay tela por donde cortar) sino al genio compartido que significó este programa. Lo otro para nosotros fueron dos o tres batallas (tampoco hay que hacerle un panegírico a esto) y trabajar como unos caballos desde que nos dieron la oportunidad de batear.
—¿No sentiste miedo a que te compararan con el Tres Patines deLeopoldo Fernández?
Pues claro. Si hay quien me compare, pues bienvenido, aunque vivo convencido (y esto no es de dientes para afuera, en primer lugar porque los dientes me quedan lejos) que Leopoldo Fernández es Leopoldo Fernández en el humor cubano pase lo que pase y digan lo que digan. Un tipo que de solo dar los buenos días te arrancaba una carcajada. Con ese los ángeles sí se despacharon en la cuna.
—¿Elegiste el elenco o él te eligió a ti?
Elegí el elenco y no ha habido en mi vida días en los que hubiéramos estado más claros que en aquellos (el mérito no es solo mío, sino que ahí intervinieron Otto Ortiz y Alina Gainza, mi media naranja... agria). Es una de las cosas de las que más me siento contento y orgulloso (del elenco hablo). Más que de haber logrado el programa.
—Escribes, diriges, actúas y ¿te diviertes o no en cada capítulo?
Claro. Y todo eso compartido. No hay nada de lo que hayas mencionado que lo haga solo. Si quieres te doy los créditos del programa y te puedo asegurar que no hay nadie cogiendo una «botella» laboral.
—¿Te es fácil conseguir actores y actrices invitados?
Puf... me llueven y siento el orgullo de decirte que son de lo que más vale y brilla en la cultura nacional. Se dan cuenta que se disfruta y se respeta mucho. He tenido el lujo de traer a artistas que son ídolos para mí. Me las he gastado todas, como dirían los muchachones del barrio. Imagínate, solo voy a mencionar tres para que lleves carta (y que los demás no se pongan bravos, que todos han sido un gustazo): Enrique Molina, Pedrito Calvo y Tito Junco... ¿eh? ¿Cuántos directores pueden decir que se han dado el gusto? Hay artistas con mucha valentía, como Paula Alí, a la que tengo que agradecerle más. Por su coraje, por confiar en nosotros y finalmente por habernos dado uno de los mejores capítulos de toda la serie. ¿Y Natalia Herrera? ¿Y Carlos Otero? No... la verdad es que lo que me ha sido realmente muy difícil es escoger. Sin hacer concesiones, dando su espacio a quien debe tenerlo. Quisiera lograr llevar a todo el que quiere, que son bastantes y muy buenos, porque si hay algo que tiene este país es talento en las artes en general. Tengo en la mirilla nombres inmediatos como son Rosa Fornés o José Luis Cortés... ¡imagínate! Quizá cuando publiques esta entrevista ya hayan grabado con nosotros. Y tengo sueños por realizar, cuyos protagonistas no lo saben aún, y son del más amplio espectro de la cultura como el Choco, Eliades Ochoa, Alexis Díaz Pimienta... y no sigo hablando porque me van a tildar de loco.
—¿Qué ha significado para ¿Jura decir la verdad? el trabajo conNelia Casado?, ¿repetirías la experiencia? Un sueño compartido. Nelia es una excelente especialista del Centro de Investigaciones Sociales del ICRT, con mucha carrera invertida en el tema del humorismo en la televisión, con una visión muy clara de la importancia del televidente y de la función del humor en la programación. Trabaja como una hormiga. Y es la responsable de que nos lleguen las opiniones del televidente. Es la acusada número uno de que este programa sea diferente también en esto.
Trabajar un programa de TV con el sistema de encuestas es muy interesante, muy duro, pero con resultados científicamente demostrados en nuestro caso. No hay nada seguro en el campo de la realización televisiva en cuanto a la acogida de público, pero lo menos inseguro es hacerlo así y no estoy descubriendo el agua tibia... ¿cómo negarse a repetirlo? El tema es que me lo permitan nuevamente. Es un gusto que he compartido con Gustavo Fernández-Larrea el otro director del que nadie recuerda hablar, pero que está ahí, con su peculiar inteligencia y su trenza canosa, mirándolo a uno y haciéndose el guanajo, pero con una clase de amor por la profesión y un talento que le traquetea. Y con los demás actores de la serie, que no los menciono porque a esos los conoce todo el mundo, pero que han tenido la valentía de apostar por el programa desde aquellos inseguros primeros pasos.
—Algunos y algunas, dentro y fuera del ICRT, no confiaron en tuproyecto, ¿ahora qué dicen?
El mismo día que Enrique Núñez (quien estuvo muy renuente en la prehistoria de este programa, pero que, entre otras cosas, en una conversación bastante larga de la que son testigos su oficina y su secretaria, me sugirió el nombre para el espacio) tenía la visión y me decía que el programa le estaba gustando cada vez más, a diez pasos de allí, en el jardín de la UNEAC, otra persona a la que quiero mucho, me echó un descargón porque consideraba que el programa era un bodrio. Hace muy poco la detractora se me acercó y me felicitó y recordamos juntos los días en los que ella no apostaba por el programa. Fue lindo, no creas. Yo mismo pienso que el programa no comenzó bien. Si puedo acusar a alguien en este sentido, es de no haber tenido el olfato. Hubo quien me atacó muy duramente y usó frases muy hirientes, y se suponía que debía tener el olfato, porque para eso le pagan entre otras cosas. La vida lleva las aguas al nivel que le corresponden y los aguacates no caen porque nació Isaac Newton. La mayoría de las veces hay que subir a tumbarlos. O caerles a pedrá limpia.
—Participas con frecuencia en actividades comunitarias, ¿por qué?
Para no olvidarme de donde salí y quien es quien de verdad. Y porque en fin es muy desintoxicante.
—Todos y todas conocemos a Matute, Yudmila, Almendrita y Chivichana, pero ¿quién es Ulises Toirac?
Coño, llevo tres horas respondiendo esta pregunta, por favor, dime otra.
—Tu próximo proyecto es...
El que me dejen hacer. Estoy apurado y como soy del Tercer Mundo, mi esperanza de vida son setenta y tres miserables años a pesar de los logros que tenemos en este campo. Ya he pasado la mitad de esa cifra y no he hecho la mitad de lo que quiero. La matemática no falla. Deja ver si desde allá arriba (perdón, desde allá abajo, porque para allá arriba no tengo méritos suficientes) puedo seguir haciendo algo. Para el futuro inmediato hay de cine, de televisión, de teatro, de Internet... oye... ¿¡qué hago yo perdiendo el tiempo contigo!?
(2003)
Ernesto Daranas y Natacha Vázquez recibieron el último trece de abril, de manos del monarca español, el Premio de Periodismo Rey Juan Carlos. La adjudicación del reconocimiento a Los últimos gaiteros de La Habana había ocurrido meses atrás, como también ese documental fue el gran premio del Primer Festival de la Televisión Cubana. En esa primera confrontación entre los realizadores de la pequeña pantalla, Daranas obtuvo además el premio en dramatizados unitarios por ¿La vidaen rosa?