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Este libro ofrece un recorrido por las transformaciones sociales y culturales que definieron a la provincia de Concepción desde la época colonial hasta mediados del siglo XX. En sus pasajes, se recorren acontecimientos relevantes para el devenir histórico del Biobío, tales como el desarrollo ferroviario, la composición social y familiar penquista, las organizaciones obreras y el terremoto de 1939, los autores muestran cómo estos hitos moldearon la identidad de la región y su conexión con tendencias globales. Cada capítulo invita a redescubrir la historia del Biobío desde una perspectiva fresca y multidisciplinaria. La obra, pensada para académicos y público en general, es una lectura esencial para quienes buscan comprender las dinámicas que han dado forma a una de las regiones más importantes de Chile.
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Seitenzahl: 336
Veröffentlichungsjahr: 2025
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PUENTES EN EL TIEMPO:
Historia Social y Cultural de Concepción
Registro de Propiedad Intelectual: 2024-A-9058
ISBN (Impreso): 978-956-6068-73-0
ISBN (Digital): 978-956-6068-74-7
En conformidad con la política editorial de Ediciones UCSC, este libro ha superado una evaluación por pares de doble ciego realizada por revisores externos a la Universidad Católica de la Santísima Concepción.
Este libro fue financiado por ANID, gracias al proyecto de Subvención e Instalación en la Academia, convocatoria año 2022, Folio: 85220137.
Editorial Universidad Católica de la Santísima Concepción
Alonso de Ribera 2850. Concepción Chile, (56-41) 2345022
www.ediciones.ucsc.cl
www.ucsc.cl
Septiembre, 2024
Diagramación digital: ebooks [email protected]
ÍNDICE
Prólogo
Introducción
Matrimonios, parentelas y clientelismo en una élite local de finales del periodo colonial. La comunidad militar de Concepción, 1781-1815Manuel Ramírez Espíndola
Construcción del ramal Concepción-Curanilahue (1886-1890): una mirada desde la historia ambientalCarlos Ibarra Rebolledo
“Una que tenga buena leche y que sea aseada”.Las nodrizas “puertas adentro” en Concepción (1885-1905)Pedro Valenzuela Reyes
La Gota de Leche “Juana Ross de Edwards” de Concepción y su labor científicamente dirigida a la salvación de la niñez desvalida (1914-1924)Camila Neves GuzmányLaura Benedetti Reiman
Asociacionismo de socorro mutuo en Concepción y Talcahuano (1910-1921)Wilson Lermanda Delgado
Políticas de higiene, salubridad y asistencia frente al terremoto de Chillán en 1939 en la provincia de ConcepciónCarolina Marín Bastías
Sociabilidades mutualistas: nuevas formas de expresión y configuración sociourbanas de Concepción (1910-1970)Natalia Baeza Contreras
Prólogo
Siempre será grato prologar un libro, sobre todo si este proviene de la disciplina de la Historia —y en este caso, de la historia de Concepción—, así como de jóvenes historiadores, como lo son los autores de este libro. Un libro que abarca con sus trabajos tres siglos (desde fines del XVIII al XX), y que cubre, con miradas renovadas, lo que ha sido la región y la ciudad de Concepción en el pasado. Cada capítulo se ha hecho según la especialización, motivaciones intelectuales y prácticas historiográficas de cada uno de los autores. De este modo, resaltan temas acerca de matrimonios y parentelas elitistas; la acción y vida de las nodrizas; la relevancia de La Gota de Leche “Juana Ross de Edwards” para la niñez desvalida; las políticas de higiene, salubridad y asistencia como resultado del terremoto de 1939; la historia ambiental de la construcción del ramal Concepción-Curanilahue; y el Asociacionismo y las sociedades mutualistas.
Esta heterogeneidad historiográfica es la riqueza y valor de este libro. Temáticas tan distintas y épocas tan diferentes muestran el transcurrir histórico de una zona que ha sido fundamental en la historia del país. En los márgenes de la zona central y de la Frontera, Concepción y su hinterland marcaron la existencia de una población que vivía entre las labores agroganaderas, industriales y militares, entregando a un país centralizado gran parte de sus ingresos y fuerzas de su gente. Hasta la actualidad, sigue siendo la gran ciudad intermedia y de paso hacia el sur de Chile. Como en el pasado colonial y en los siglos siguientes, Concepción marcó su presencia en el Chile contemporáneo no solo en términos económicos, sino también en lo social y político. Todavía sigue en nuestras mentes la tesis de que Concepción fue una de las alternativas, junto con La Serena, al centralismo de Santiago. Se sabe que el pacto interoligárquico frustró las intenciones de crear un país diferente, pero, pese a ello, el deseo de contar con un país que estime lo regional pareciera aún mantenerse. De ello dan cuenta los reclamos reiterados de las regiones y las recientes discusiones que se producían al interior de la frustrada Convención Constituyente.
Este libro merece toda nuestra atención porque desde las dimensiones económicas, sociales, políticas y culturales se cubren formas de hacer historia en contextos de una historia regional. En el fondo, es una historia con, y que tiene, sentido no solo para sus autores, sino para aquel que lo lea en la región. Es el (re)descubrimiento de aspectos —si bien conocidos— olvidados por la sociedad local. La vida de esas nodrizas amamantando a los hijos de la elite, la preocupación por los niños pobres y/o la lucha de los trabajadores por ser considerados personas dignas, muestran la relevancia y preocupación por lo social, aspecto que —si bien es cierto, en el siglo XX comienza a ser preocupación del Estado— fue, sin embargo, el resultado de la acción de las multitudes en las calles.
La contienda por el reconocimiento social ha sido parte de la lucha por ser reconocidos como ciudadanos de hecho. Privilegios para algunos pocos y carencias materiales y vitales en las mayorías han marcado, sin duda, un proceso de larga data, el cual buscaba no solo las soluciones a los problemas económicos y sociales, sino también sentirse parte de la vida política. Este libro da cuenta de esa lucha a través de la creación de la “Gota de Leche” y del asociacionismo. En el mismo tenor encuentran su validez los capítulos relativos a la salubridad y la historia ambiental del ramal Concepción-Curanilahue. Lo anterior trata acerca del obligado esfuerzo estatal por solucionar la crisis destructiva provocada por el sismo de 1939 y, en el caso del ramal, la crisis que pudo haber originado la construcción de la vía férrea que, decididamente, tenía como trasfondo motivaciones económicas.
El trabajo respecto al matrimonio, la parentela y el clientelismo merece una consideración aparte. Señalemos que esta triada es un fenómeno sociohistórico que recorre y cruza, de manera transversal, siglos en la historia del país, y que en la actualidad seguimos viendo esa misma forma de accionar en las elites actuales. En este contexto, sería interesante preguntarse si la relación economía y política emergen con claridad cuando hay momentos de crisis o si las crisis reflotan esa forma de actuar de las elites. ; no obstante, lo llamativo es que para ellos puede ser tanto una estrategia elitista como también puede ser usado en/o en términos de corrupción.
La preferencia nepotista en cuanto a familiares en la ocupación de cargos públicos relevantes, así como también el rodearse de sujetos clientelares —que servirán con fidelidad al patrón—, fue y ha sido una práctica habitual para la mantención del poder. La relevancia de Concepción estuvo en la mantención de una casta militar colonial que le dio forma a la elite local, la cual disputó el poder y creación del país a la elite santiaguina, como antes se mencionó.
Finalmente, señalar que los lectores tienen en sus manos un libro con siete capítulos significativos, los cuales sirven para ahondar más en el conocimiento de Concepción, y todos ellos muestran sus temas, particularidades y desarrollos desde diferentes ángulos y perspectivas historiográficas. En este sentido, el libro constituye un valioso aporte a su historia regional, nos sirve para conocer acerca de aquello que no se sabía y, por otro lado, proporciona una mirada renovada del pasado, una que sus autores nos entregan con entusiasmo, dedicación y erudición.
DR. JUAN CACERES M.
Abreviaturas
Archivo General de Simancas:
AGS
Archivo General de Indias:
AGI
Archivo Histórico de Concepción:
AHC
Archivo Nacional Histórico:
ANH
Archivo Nacional de la Administración:
ARNAD
Biblioteca del Congreso Nacional:
BCN
Museo Histórico Nacional:
MHN
Museo de la Medicina Enrique Laval:
MMEL
Introducción
Este libro surge de la necesidad de potenciar y reforzar la obra historiográfica de Concepción que hasta el día de hoy se ha hecho. Con lo anterior, pretendemos reconocer el trabajo de aquellos historiadores sociales penquistas, los que a lo largo del siglo XX y las primeras décadas del siglo XXI nos han permitido conocer y reconocer la historia de este territorio, más allá de los alcances de la lucha Santiago-Concepción o de la historia de los grandes próceres y personajes notables del espacio penquista.
Si bien es cierto que durante los últimos veinte años se ha avanzado en la producción historiográfica centrada en las regiones, y que las continuas renovaciones o giros disciplinares han contribuido a este desarrollo, el centralismo intelectual ha sido un elemento transversal en la forma bajo la cual se ha generado conocimiento histórico en Chile. De ahí que, durante las últimas décadas, la Historia Regional haya tomado tanta fuerza en el país. Para Eduardo Cavieres, el fin de ese centralismo histórico se fundamentó en el interés de nuevos investigadores e investigadoras por profundizar en el pasado de sus localidades1. Si bien la forma de hacer Historia Regional fue bastante tradicional en sus inicios, poco a poco se ha ido profesionalizando dicha forma de hacer historia, de modo que, en la actualidad, los espacios locales y/o regionales no son vistos como problemas en sí mismos, sino más bien como laboratorios históricos desde los cuales se pueden comprender problemáticas que conectan lo local con lo global. Como diría Clifford Geertz: “lo que se analizan son problemáticas en las aldeas y no de las aldeas2”.
Teniendo presente una mirada problematizadora de la historia, así como también un genuino interés por comprender las dinámicas que se generan al interior de la sociedad, es que proponemos al público académico y no especializado el presente libro, cuyo propósito es continuar y profundizar en la Historia Social que se ha estado desarrollando desde Concepción durante los últimos veinte años. En este tiempo, la subalternidad ha tomado un papel central en la historia social que se realiza en el Biobío, tanto a nivel de tesis de pregrado, postgrado, publicaciones científicas como libros de divulgación.
Hoy en día el desafío es encontrar nuevas problemáticas, vetas y giros en torno a cómo generamos conocimiento histórico, espacios de reflexión en los cuales los estudios culturales han ido ganando espacio en las formas de pensar la historia. Tal como ha planteado Peter Burke, los avances globales de las últimas décadas, en torno a las formas de conocimiento histórico situado, van avanzando desde la historia de la cultura social hacia una historia social de la cultura. De esta forma, los estudios que se presentan en este libro, si bien se encuentran bajo el abrigo de lo que en términos amplios se puede comprender como Historia Social, tienen un telón de fondo que dialoga con la historia cultural. Quizás la fórmula sea historia sociocultural, pero la idea no es poner más etiquetas al ejercicio histórico, sino, más bien, utilizar las herramientas epistemológicas disponibles para profundizar aún más en los análisis.
Una de las cuestiones más significativas que posee este libro es que no solo comprende temáticamente a toda la provincia de Concepción, sino que, a su vez, es un estudio diacrónico de este territorio, es decir, está pensado en la construcción de las relaciones sociales del espacio fronterizo en la larga duración. Esto es, buscando una mejor comprensión de los fenómenos que aún afectan a la actual Región del Biobío. Al mismo tiempo, es un estudio pensado en una lógica global. Bajo este paradigma es que comprenderemos las situaciones ocurridas entre el siglo XVIII hasta la mitad del siglo XX, entendiendo que comprender problemáticas desde la larga duración permite al historiador —y por extensión al lector— evidenciar relaciones entre el pasado remoto y los sucesos actuales.
Estas dinámicas de funcionamiento nos permitirán comprender de mejor forma algunos sucesos que aquejan la realidad social del espacio penquista, en este caso, aspectos sumamente relevantes para el suceder local, como es la construcción de trenes y sus consecuencias ambientales, un aspecto cada día más en boga en las sociedades actuales; de la misma forma, las medidas tomadas después de haber ocurrido una gran catástrofe, como son los terremotos, nos permite acercarnos a las dinámicas políticas y a problemáticas aún no solucionadas con respecto a lo sucedido después del término del movimiento telúrico. Temáticas de este tipo nos permiten, entonces, ver de una forma mucho más cercana acontecimientos que ocurrieron hace uno o dos siglos atrás, haciéndonos ver reflejos de vicisitudes que, sin darnos cuenta, son parte de nuestra vida diaria. En la investigación aquí presentada, estudiamos hechos acontecidos —como mencionamos anteriormente— hace dos siglos, sin embargo, al versar sobre cosas que aún se debaten, nos enfrentamos a una historia siempre actual.
De esta manera, Concepción se convierte en nuestro territorio de estudio desde el cual analizamos diversos matices de su vida social. Por cierto, cuando en esta obra se plantea a Concepción como espacio de estudio, esto se refiere a lo que desde el siglo XIX fue la provincia de Concepción, la que comprendía, además de la capital provincial, los departamentos de Talcahuano, Lautaro, Coelemu, Rere y Puchacay.
Con respecto a la propuesta de elaborar un libro que contenga diversas investigaciones de historiadoras e historiadores locales, también está el propósito de profundizar en la historia social, desde Concepción, pensando en problemáticas amplias, es decir, lo que ocurre de manera local tiene un correlato con la historia global, tal como decía Giovanni Levi cuando se refería a la globalidad de la microhistoria3. De esta forma, este libro se propone ser una guía no solo para académicos y estudiantes formales de Historia, sino también para un público amplio. Por este motivo, se ha tratado de escribir este libro —dentro de lo posible— en un lenguaje que si bien no pierde su matriz académica, puede ser de lectura amigable.
Otro aspecto que se destaca del trabajo realizado es que se trata de una obra colectiva, en la cual no solo hubo un interés por “juntar” investigaciones que tuviesen afinidad temática, sino que se hizo un esfuerzo colaborativo para pensar la obra desde una globalidad conjunta, independiente de los aportes individuales que entrega cada capítulo. Sobre ello, se debe mencionar que en este libro participaron investigadoras e investigadores de la Universidad Católica de la Santísima Concepción, Universidad de Concepción, Universidad Gabriela Mistral y Universidad San Sebastián, quienes tuvieron la humildad intelectual de someterse a la crítica de sus pares en diversas sesiones de trabajo realizadas en Concepción, entre mayo y octubre del 2023, demostrando que es posible trabajar de manera conjunta con base en proyectos comunes. Esperamos que este libro sea el inicio del fortalecimiento de redes de trabajo no tan solo históricas, sino también multidisciplinarias, materializadas en proyectos de amplia envergadura en el corto, mediano y largo plazo.
El libro se estructura en siete capítulos, con base en distintas problemáticas desarrolladas en Concepción a lo largo de los siglos XIX y XX.
Manuel Ramírez Espíndola es el encargado de presentar el primer capítulo del libro, el cual se centra en el análisis de las dinámicas de redes sociales dentro de las familias pertenecientes a la élite militar de Concepción, entre 1781 y 1815. En él, Ramírez plantea que, durante las últimas décadas del periodo colonial en Concepción, hubo una enorme evolución en torno a sus estructuras económicas y sociales, fruto de su reconfiguración regional y la apertura comercial que experimentaban el conjunto de territorios coloniales en Hispanoamérica. El autor señala que dicho panorama dio lugar a una transformación de los tejidos urbanos, reflejado en la conformación de una nueva élite local fuertemente alineada con el Reformismo borbónico, e internamente cohesionada a nivel de complejas tramas familiares y clientelares. En este sentido, el capítulo analiza el papel que tuvieron las estrategias matrimoniales en la reproducción social, así como en la articulación de redes clientelares al interior de los conglomerados militares de Concepción a fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Se destaca en su estudio la capacidad de agencia y el poder negociador de aquellas agrupaciones, sobre todo a la hora de asegurar su participación al interior del nuevo sistema, sin desprenderse de los fueros y prebendas que aseguraban sus posiciones de privilegio.
El segundo capítulo estuvo a cargo de Carlos Ibarra Rebolledo, quien presenta un esbozo para la construcción de una historia ambiental del ramal Concepción-Curanilahue, entre 1886 y 1890. En aquel estudio, el autor pretende relevar el impacto ambiental que tuvo la construcción y puesta en escena de dicho ramal. Se postula que la construcción de puentes ytúneles, y del ramal en sí mismo, cambiaron para siempre el paisaje de la llamada “frontera carbonífera”, consolidando discursos que apelaban a la idea de progreso, propio del liberalismo decimonónico. Dichas transformaciones generaron importantes cambios en el paisaje y en las percepciones de sus habitantes, quienes debieron acostumbrarse a nuevos ritmos de vida, horarios, sonidos y olores, entre otros, que provocó este nuevo medio de transporte, concebido para transportar el carbón mineral extraído de las entradas de la cuenta araucana.
Continúa el capítulo elaborado por Pedro Valenzuela Reyes, el cual versa acerca de las nodrizas y el servicio doméstico en la provincia de Concepción, entre 1885 y 1908. Utilizando la prensa local como principal fuente histórica, el investigador se sumergió en las raíces de la alimentación asistida para comprender las circunstancias en que las nodrizas privadas cumplían sus labores, de amas de leche, para las familias acomodadas de la ciudad.
En la misma línea se encuentra el trabajo colaborativo entre Camila Neves Guzmán y Laura Benedetti Reiman, quienes ahondaron en las trayectorias que siguió la Gota de Leche “Juana Ross de Edwards” en la ciudad de Concepción y su papel en el desarrollo de la alimentación infantil entre 1914 y 1924. Dicha investigación plantea que la Gota de Leche, de Concepción, fue un vehículo de difusión de la puericultura a través del trabajo que llevaron a cabo las señoras visitadoras, quienes fomentaron la lactancia materna, consolidando la medicalización durante la crianza de los hijos. En el mencionado estudio, se propone que las señoras visitadoras se convirtieron en un puente entre las madres populares y la comunidad médica, todo en beneficio de las infancias desvalidas.
Pensando históricamente la previsión social en Chile, el libro continúa con el capítulo elaborado por Wilson Lermanda Delgado, quien se propuso evidenciar la expansión del asociacionismo de socorro mutuo en Concepción y Talcahuano durante la primera parte del siglo XX. En este estudio, Lermanda logra conectar la experiencia histórica de la mutualidad con fenómenos globales en expansión, tales como los procesos de modernización capitalista y la desprotección social que producía el liberalismo económico. De este modo, el autor propone que las trayectorias de la mutualidad, sucedidas en Concepción y Talcahuano, tienen un correlato global con experiencias en América Latina y Europa. Utilizando diversas fuentes documentales, provenientes de archivos públicos y privados de Concepción y Santiago, Lermanda vincula la expansión del asociacionismo de socorro mutuo con las incertidumbres económicas que se experimentaron durante la época de la cuestión social, las cuales se convirtieron en la normalidad para gran parte de la clase trabajadora, quienes vieron en estas sociedades un espacio de seguridad caracterizado por la asistencia y la previsión social.
Siguiendo el análisis del siglo XX, Carolina Marín Bastías en su capítulo, refiere a las políticas de higiene y salubridad frente al Terremoto de Chillán de 1939 en la provincia de Concepción. En este estudio, el cual dialoga con la historia de las catástrofes y de la salud, Marín propone que las decisiones y acciones inmediatas ante la catástrofe, frente a heridos y damnificados, fueron un aliciente para transformar y mejorar las políticas públicas de salubridad e higiene en Chile.
Por último y vinculado al asociacionismo, Natalia Baeza Contreras abordó su capítulo a partir de la experiencia de sociabilidad que tuvieron las mutualidades en Concepción, entre 1910 y 1970. En ese estudio, Baeza comprende a las mutualidades como espacios de sociabilidad que posibilitaron la formación de nuevas identidades, las que aportaron al desarrollo urbano de la ciudad.
De esta manera, la obra que se entrega al mundo lector contiene problemáticas históricas asociadas a diversas dimensiones de la Historia Social, tales como los estudios acerca de redes sociales, el impacto de las transformaciones ambientales, las formas de alimentación en las infancias, la previsión social en la clase trabajadora y sus espacios de sociabilidad, como también respecto a la generación de políticas públicas en torno a catástrofes naturales y antrópicas.
Esperamos que este libro sea una instancia de aprendizaje para el amplio público, así como también se convierta una apertura hacia la colaboración académica.
Los editores.
Concepción, mayo 2024.
1 Eduardo Cavieres, «Historia y Región: recorridos temáticos y metodológicos», en Experiencias de historia regional en Chile: tendencias historiográficas, de Juan Cáceres (Valparaíso: Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2008).
2 Clifford Geertz, Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas (Barcelona: Paidós, 1994).
3 Giovanni Levi, «Microhistoria e Historia Global», Historia Crítica, n.° 69 (2018): 21-35.
Matrimonios, parentelas y clientelismo en una élite local de finales del periodo colonial.La comunidad militar de Concepción,1781-1815
Manuel Ramírez Espíndola*
Facultad de Ciencias Sociales, Jurídicas y Humanidades,
Universidad Gabriela Mistral.
Introducción
Tras el traslado y reconstrucción de Concepción, durante el último tercio del siglo XVIII, es posible apreciar el ascenso de una nueva generación de comerciantes, burócratas y militares, quienes rápidamente monopolizaron la actividad económica y política de la ciudad vinculándose estrechamente a nivel social y familiar.
De todos estos conglomerados, los militares han sido, muy probablemente, uno de los más citados. La mayor parte de las veces se los circunscribe en visiones enraizadas en la tradición decimonónica, la que dibujó al ejército de Chile como una institución anterior a la República, lo cual se ha visto complementado con otras aportaciones provenientes de la historiografía hispanista y nacionalista de mediados del siglo XIX, revividas en nuestros días a través de interpretaciones neopositivistas y de tintes regionalistas1.
Todas estas visiones apuntan al supuesto peso de la guerra —primero, la guerra de Arauco, ya luego las guerras de independencia— en la situación fronteriza de la provincia de Concepción durante el periodo colonial, y buena parte del siglo XIX, escenario que explicaría la primacía de la institucionalidad militar en los procesos sociopolíticos de Chile a lo largo de su historia. Lo cierto es que subsisten demasiadas lagunas y vacíos en torno al origen y desarrollo de tales asociaciones, la mayor parte de las cuales tienen su origen en las lucubraciones intelectuales del pasado siglo, más que en evidencias empíricas, tal y como lo demuestran algunas investigaciones recientes2.
En este sentido, el presente trabajo busca analizar la composición social de los contingentes militares apostados en la frontera del Biobío, así como las dinámicas internas que envolvían a dichas colectividades durante las últimas décadas del periodo colonial. En particular, nos interesa poder explorar el papel que tuvieron sus estrategias matrimoniales, tanto en lo concerniente a la reproducción social de aquellas familias como en la formación de redes clientelares, estas últimas destinadas a consolidar y acrecentar sus derechos, fueros y privilegios al amparo de la institucionalidad castrense.
A nivel metodológico, pretendemos pasar del clásico estudio de la institucionalidad militar y las estructuras sociales y económicas de finales del periodo colonial al renovado análisis de redes sociales, todo esto mediante la reconstrucción de las trayectorias vitales, junto con las prácticas y las órbitas relacionales que envolvían a aquellos sujetos. Para ello, recurrimos a una muestra de la amplísima bibliografía producida por la historiografía americanista en torno a esta materia, centrándonos luego en el análisis de fuentes primarias, principalmente a través de registros parroquiales y notariales. De esta manera, esperamos poder contribuir al estudio de las dinámicas sociales en la interpretación de las estructuras económicas y políticas del periodo tardocolonial, siendo vistas desde el contexto de comunidades marginales, como era el caso de las élites militares de Concepción a finales del antiguo régimen.
A continuación, ofrecemos una proyección general de los procesos económicos y sociales que experimentó la provincia de Concepción y su frontera durante el siglo XVIII, especialmente en lo relativo a la consolidación de este último sistema, la implantación de las reformas borbónicas y los resultados inmediatos de aquellas políticas imperiales en la sociedad local. Posteriormente, hacemos una breve caracterización del ejército de la frontera durante la segunda mitad del siglo XVIII, analizando su evolución durante las décadas reformistas y las situaciones coyunturales que marcaron su tránsito al siglo XIX.
Por último, nos centramos en las características sociales del conglomerado militar, identificando sus particularidades y las distintas trayectorias de sus miembros, tomando en consideración algunos estudios de caso.
Concepción y la frontera hispano-mapuche durante el siglo XVIII
Emplazada en los confines del Pacífico Austral, la Región de Concepción fue una zona de temprana ocupación europea —ya desde mediados del siglo XVI—, así como un importante baluarte militar a raíz de las luchas con las comunidades mapuche. La llamada Guerra de Arauco dejó una marca indeleble en la experiencia histórica de los siglos XVI y XVII, lo que se tradujo en un retroceso del dominio español en aquellas latitudes. A lo anterior, se sumaron las continuas amenazas de otros imperios ultramarinos, las cuales acabaron transformando a aquella región periférica en uno de los grandes pivotes del sistema defensivo español en América3.
Con todo, el siglo XVIII dio lugar a varias coyunturas favorables, fruto de una serie de procesos estructurales, de cara a una apertura con el mundo indígena y la formación de un sistema económico regional. Una de las transformaciones más importantes fue la evolución de los índices demográficos. Hace ya más de medio siglo, Marcello Carmagnani identificó el explosivo aumento de la población fronteriza durante la segunda mitad del siglo XVIII, a través de un ritmo sostenido de crecimiento que, incluso, llegó a sobrepasar la tendencia de las regiones del centro del país4. Paralelamente, es posible ver un proceso de concentración regional, por medio de la fundación de una decena de nuevas villas —pero sobre todo a partir del traslado y refundación de Concepción en 1764—, lo que dio lugar a un importante reordenamiento territorial. De ahí el rol predominante que comenzaron a adquirir estos núcleos urbanos en la organización del espacio durante las últimas décadas del periodo colonial5.
Las reformas borbónicas dieron un enorme impulso a todos estos procesos, lo que incidió en su desarrollo a lo largo de la segunda mitad del siglo. El mejoramiento en los transportes y las comunicaciones, el fomento a la inmigración peninsular y las repercusiones del decreto de comercio libre de 1778 aumentaron considerablemente el flujo de personas y capitales en una región de por sí alejada de los grandes centros de poder.
Vistas en perspectiva, todas estas transformaciones fueron limitadas o resultaron insuficientes, puesto que los índices económicos de Concepción siguieron siendo inferiores al de las provincias del valle central. Por ejemplo, entre 1762 y 1791, el comercio de trigos desde Talcahuano al Callao pasó de 630 a más de 3.400 toneladas anuales, una cifra impresionante, pero que, sin embargo, no pudo superar la producción del Valle Central durante el mismo periodo6 (ver Cuadro 1).
Cuadro 1. Las exportaciones de trigo desde la provincia de Concepción,1750-1809
Fuente: elaboración propia con base en Carmagnani, 2000, 140.
A nivel estructural, también hubo diferencias notables. Mientras que las regiones del centro sufrían la tradicional dependencia de los hacendados a los manejos de los cargadores y mercaderes peruanos, en Concepción estos últimos tenían una injerencia total, tanto en los mecanismos de la producción agrícola como en el propio proceso de mercantilización. Cabe destacar que, por su antiguo carácter fronterizo, la región seguía estando fuertemente ligada al virreinato del Perú, en un grado mucho mayor que el resto de las provincias de la Capitanía General, y en sintonía con lo que ocurría en las regiones de la “frontera de arriba” en los confines de Valdivia y Chiloé7. Y es que desde el siglo XVII hasta principios del siglo XVIII, los mayores flujos de capital provenían de Lima, principalmente a través del real situado, cuyo monto solía complementarse con el envío de manufacturas y otra serie de operaciones de tipo mercantil8. La abolición del situado de Lima, en 1759 —con su consiguiente traspaso a las arcas de Santiago—, no afectó en lo absoluto las relaciones entre Concepción y la capital virreinal, puesto que esta última siguió teniendo un influjo determinante en los territorios más australes, en los que Concepción operaba como puerto intermedio. De ahí que la evolución que sufrieron los situados durante la segunda mitad del siglo XVIII guardara directa relación con la inclusión de nuevos territorios y grupos de interés, los que mantuvieron una presencia determinante hasta finales del periodo colonial9 (ver Cuadro 2).
Cuadro 2. Transferencias netas entre las tesorerías de Hispanoamérica,1785-1789
Caja
1785
1786
1787
1788
1789
Total
(1785-1789)
Chile
223.908
241.202
192.033
145.831
173.494
976.468
Santiago de Chile
-47.186
-3.139
-15.802
-33.216
-25.365
-124.708
Valdivia
75.040
62.876
43.009
64.717
-
245.624
Concepción
180.054
197.662
163.322
128.248
168.524
837.810
Mendoza
0
0
0
0
-1.650
-1.650
Chiloé
16.000
-16.197
1.504
-13.918
31.985
19.374
Fuente: Marichal & Grafenstein, 2012, 336.
En el caso específico de Concepción, la transferencia de los situados de Lima a Santiago supuso, también, un aliciente a la integración de esta última capital con los territorios del Obispado de Concepción. Para ello, se desplegaron ambiciosos proyectos de urbanización del valle central, así como una mejora en las comunicaciones, todo esto a fin de potenciar la formación de un mercado interno interregional. En este sentido, el papel de Concepción se vio doblemente potenciado, tanto con la formación de este mercado interno como con la tradicional influencia de los comerciantes del Callao. Ya excluidos del jugoso negocio del situado, estos últimos se dieron a la tarea de fomentar el consumo de mercancías foráneas, en paralelo a la formación de un nuevo mercado exportador, a través del conocido comercio de trigos y vinos, que caracterizó a la provincia hasta bien entrado el siglo XIX10.
La estructura de la población también dio lugar a un desarrollo distintivo de la región respecto al resto de las provincias de la capitanía general. Como ya hemos mencionado, durante la segunda mitad del siglo XVIII, el Obispado de Concepción vivió un explosivo aumento demográfico —particularmente entre 1760 y 1812—, periodo durante el cual su población habría aumentado de poco más de cuarenta mil habitantes a más de doscientos mil11.
Cuadro 3. Población de los obispados de Concepción y Santiago,ss. XVIII-XIX
Año
Concepción
Tasa de Crec. Anual %
Año
Santiago
Tasa de Crec. Anual %
1719
11.429
1700
83.750
1720
10.747
1744
90.480
1743
28.210
3,8 %
1758
154.516
1755
19.441
1759
160.100
1759
40.525
3,0 %
1767
142.838
1,0 %
1765
53.834
1775
158.589
1775
77.341
1777
182.514
1781
76.288
1786
245.481
1791
103.235
3,0 %
1813
382.704
2,0 %
1793
115.707
1835
794.779
3,3 %
1812
200.323
3,0 %
1835
238.519
0,7 %
TOTAL
3,0 %
TOTAL
1,7 %
Fuente: Carmagnani, 1967, 182-184.
De acuerdo con Marcello Carmagnani, dicho desarrollo obedecería a factores naturales, al igual que al peso de las políticas de la monarquía en el fomento a la inmigración europea y los movimientos internos de la población. El peso de estos últimos —sobre todo la circulación de sectores populares que deambulaban entre las grandes haciendas del centro y la frontera mapuche— fueron, sin lugar a duda, un factor relevante12, especialmente si consideramos el accionar de las autoridades de aquel periodo en cuanto a generar planes de reforzamiento urbano, así como del aumento de la defensa y la seguridad pública al interior de estos territorios13.
Si bien todas estas transformaciones no fueron exclusivas de la provincia de Concepción, lo cierto es que sus consecuencias distan bastante de lo ocurrido en muchos de los territorios americanos. De ahí que, en general, cuestiones como la fundación de nuevos centros urbanos, el establecimiento de un ejército permanente o la creación de cuerpos regulares atentaran directamente contra los intereses locales. Principalmente, para los grupos privilegiados, dichas transformaciones fueron vistas con recelo, pues implicaban un aumento de las exacciones y la carga impositiva. Las reformas tampoco eran del agrado de los sectores plebeyos, quienes veían en ellas una nueva forma de disciplinamiento y control social por parte de las nuevas autoridades borbónicas14. Contrariando este modelo, en Concepción se habría producido una cierta indiferencia más que una abierta aversión por parte de los sectores populares15; sin embargo, las diferencias más notables se aprecian al analizar el papel de las pequeñas élites urbanas, quienes vieron en la actividad militar o en la recaudación de impuestos una forma lícita de enriquecimiento16.
En el caso específico de la participación militar, la respuesta positiva de la sociedad penquista puede entenderse, en parte, por el peso que aún tenía la institucionalidad castrense heredada de la guerra contra los indios. Dicha condición se hace más palpable si tomamos en cuenta que el proyecto de un ejército permanente ya se hallaba instalado desde siglo XVII17. De ahí que, un siglo y medio más tarde, las reformas militares de los borbones no causaran gran rechazo, siendo ampliamente aceptadas e internalizadas al interior de las élites locales. De hecho, un sector considerable de la juventud criolla, entre 1770 y 1810, ingresó masivamente a los nuevos cuerpos veteranos, con la misma regularidad con la que ya lo venía haciendo en las unidades milicianas18.
En este sentido, podemos decir que tanto el ejército regular como el sistema de milicias constituyeron formas distintas de preeminencia social. Si bien este último había sido creado como una forma de disciplinamiento más que como una alternativa de ascenso o de promoción socioprofesional. La única excepción lo constituyen los cuerpos de infantería veterana, en la que esta función social se veía reforzada la posibilidad que tendrían los jóvenes cadetes de recibir una debida instrucción, pudiendo desarrollarse profesionalmente y obtener un beneficio económico (salarios, pensiones y montepíos, para ellos y sus familias) en una región carente de otro tipo de incentivos19.
Lo que más nos ha llamado la atención de todos estos procesos fue ver cómo —todavía a principios del siglo XIX— las reformas, el comercio y la defesa seguían siendo parte fundamental del quehacer y las aspiraciones de las élites locales, a diferencia de la mayor parte de las regiones americanas que, durante ese mismo periodo, vivían un proceso de crisis y redefinición con respecto a la figura política de la monarquía. Probablemente, aquella condición tutelar de las élites fronterizas (burócratas, comerciantes, clérigos y militares) pueda explicar el derrotero que vivió la provincia durante los procesos de Independencia; y es que la crisis de 1808, junto con las repercusiones políticas del estallido del movimiento juntista, constituyeron un verdadero retroceso en el proceso de apertura y redefinición del espacio fronterizo. La región fue el principal teatro de operaciones de la guerra y sus campañas se prolongaron hasta mediados de la década de 1820, acabando así con el desarrollo económico y social acumulado el siglo anterior. Todo esto se tradujo en varias décadas de retraso y postergación económica que incluso se vieron reflejadas en un decrecimiento de la población20.
El ejército fronterizo de colonia a república
Desde la Guerra de los Siete Años (1756-1763), uno de los ejes de la política militar borbónica consistió en dotar al continente americano de las condiciones mínimas para su defensa. Para ello, se iniciaron una serie de proyectos que se tradujeron en la fortificación de los lugares estratégicos y la modernización del ejército americano. El proceso de profesionalización del ejército borbónico fue, sin duda, uno de los proyectos más ambiciosos de la época, puesto que implicaba reformar el tradicional sistema de milicias y crear una estructura militar centralizada para todo el imperio español21. En este sentido, era de vital importancia engrosar los contingentes militares apostados a lo largo del continente, para lo cual se destinaron importantes recursos humanos y financieros, de los cuales, en primer lugar, se cuentan: la organización de unidades del ejército regular, con destino al nuevo mundo, y el establecimiento de un sistema de dotación permanente, a través del llamado ejército de refuerzo22.
Pese a sus desaciertos y fracasos, la política militar borbónica tuvo efectos significativos en algunas regiones del continente, especialmente en las zonas marginales y de frontera, en las que dichas reformas dieron paso a procesos de ampliación y consolidación de sus grupos dirigentes. En este contexto, las políticas imperiales tuvieron como objetivo la realización de un proyecto central: la defensa del continente, aunque su ámbito de acción recayó siempre en las necesidades inmediatas y los problemas coyunturales que en ese momento afectaban a cada región. En el caso que nos compete, las primeras transformaciones se produjeron en 1771, tras la llegada de un batallón fijo a la ciudad de Concepción, momento a partir del cual comenzó la reforma de los cuerpos milicianos, seguida de una serie de medidas tendientes a modernizar la defensa de la Capitanía General23.
Por lo demás, la llegada de dicha unidad no fue un hecho aislado, puesto que coincidió con la destitución y el proceso al que fue sometido el maestre de campo general, Salvador Cabrito, acusado de ser el responsable de una rebelión indígena que asolaba entonces la región24. El levantamiento se había iniciado poco antes de la expulsión de los jesuitas, y en el proceso en su contra se vieron entremezclados los intereses locales, la Iglesia, la Real Audiencia y hasta los del propio virrey del Perú. En ese mismo momento, el reguero de la insurrección atravesaba toda el área andina, por lo que no es arriesgado afirmar que dichas operaciones se hicieron sobre la base de la improvisación y la necesidad inmediata de frenar la violencia interna en el Pacífico sur25.
Las respuestas del poder central no siempre estuvieron a la altura de las necesidades reales de la defensa americana. Partiendo por los enormes costes económicos y operacionales que implicaba el sistema de dotación y refuerzo, Madrid no poseía los medios para mantener aquel sistema, más aún cuando después de 1790 las derrotas militares se hicieron recurrentes, como un anticipo del colapso que estaba por venir26. Por otro lado, cabe tomar en cuenta la oposición, muchas veces frontal, de los oficiales europeos a marchar al nuevo mundo, especialmente frente a la dura competencia que ofrecían sus pares criollos. Para estos últimos, la crisis del modelo militar borbónico representaba una posibilidad de reconquistar el espacio perdido durante las décadas anteriores —particularmente durante el reinado de Carlos IV—, cuando la venalidad y la corrupción adquirieron las cotas más altas. De ahí que el fracaso de los cuerpos fijos devino en un fortalecimiento de las milicias —ahora reformadas y disciplinadas—, convirtiéndose en el principal instrumento de la defensa, ya de cara a la crisis imperial27.
La composición del cuerpo fijo llegado en 1771, conocido como el Batallón Chile o Batallón Concepción, es un claro ejemplo del retroceso de la institucionalidad borbónica y la imposición de las lógicas locales. Al momento de su llegada, a principios de la década del setenta, su número no parece haber superado el medio millar de efectivos, reunidos en dos compañías, las que aumentaron proporcionalmente a alrededor de mil plazas y cuatro compañías a finales del mismo siglo. En 1807, ante la emergencia de las invasiones inglesas al Río de la Plata, un consejo de guerra, encabezado por el intendente y el cuerpo capitular, acordó crear cuatro divisiones adicionales, las que pasarían, de este modo, a engrosar la unidad veterana. En total, se llegó a proyectar una fuerza de más de cuatro mil efectivos, entre regulares y milicianos, quienes se harían con el grueso de la defensa del obispado28.
Las reacciones no se hicieron esperar. Varios oficiales del Batallón Chile elevaron numerosas quejas y procesos, la mayoría de los cuales quedaron sin curso29. Cuatro años más tarde, ya en medio de la revolución juntista, un grupo de oficiales de la misma unidad, encabezados por el coronel Tomás de Figueroa, intentaron derribar sin éxito al Gobierno insurgente apostado en Santiago. Como resultado, las nuevas autoridades determinaron desmantelar la unidad, enviando a más de la mitad de sus oficiales y a un tercio de la tropa en una misión auxiliar a Buenos Aires (1811). Tras la invasión del ejército de Pareja, y el estallido de la guerra en marzo de 1813, lo que quedaba del batallón, junto a algunos oficiales dispersos, se sublevaron contra la junta provincial y se agregaron a la división realista. Así, durante casi un lustro, el Batallón Chile luchó en las campañas contra los insurgentes, siendo completamente aniquilado durante la Batalla de Maipú, el 5 de abril de 1818.
Las particularidades de la familia militar fronteriza
La historia militar de nuestros países se comenzó a escribir desde la impronta de los ejércitos nacionales, relativizando u omitiendo la experiencia del periodo colonial. Solo en las últimas décadas se ha comenzado a revertir la tendencia, aunque aún queda mucho camino por recorrer30. En general, las investigaciones recientes nos ofrecen una lectura compartida en torno a los vaivenes de las comunidades militares de finales del Antiguo Régimen. Entre otras cosas, destacan la presencia de una serie de valores comunes y de carácter normativo, en los cuales la familia y las alianzas matrimoniales adquirían un rol predominante31.