Sobre la certeza - Ludwig Wittgenstein - E-Book

Sobre la certeza E-Book

Ludwig Wittgenstein

0,0

Beschreibung

¿En qué condiciones podemos asegurar que "sabemos" que una afirmación es cierta frente a simplemente "creer" que una afirmación es cierta? ¿Podemos afirmar alguna vez que "sabemos" algo con absoluta certeza? Esta es la cuestión básica que aborda Sobre la certeza de Ludwig Wittgenstein. Escrito durante los últimos 18 meses de su vida e inspirado por su interés en la defensa del sentido común de G. E. Moore, Sobre la certeza reúne las reflexiones de Ludwig Wittgenstein acerca del conocimiento y la certeza, incluyendo lo que es conocer una proposición con seguridad. Esta es una edición bilingüe y es la primera traducción latinoamericana de un libro de uno de los filósofos más importantes del siglo xx.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 389

Veröffentlichungsjahr: 2025

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

1El desarrollo filosófico de Wittgenstein

2La redacción de Sobre la certeza

3El tema central en Sobre la certeza

El escepticismo de Descartes

4La concepción terapéutica de Wittgenstein y el tratamiento en Sobre la certeza

Las proposiciones fundamentales como goznes de la imagen del mundo

Conclusión

Sinopsis de Sobre la certeza

Referencias

Nota sobre la traducción

Sobre la certeza

1

El desarrollo filosófico de Wittgenstein

Wittgenstein se adentró en la filosofía a través de su interés por los fundamentos de las matemáticas. Se inspiró en la obra del lógico y matemático alemán Gottlob Frege y en los primeros filósofos analíticos británicos Bertrand Russell y G. E. Moore. El pensamiento inicial de Wittgenstein cristalizó en el Tractatus Logico-Philosophicus, el único libro que publicó en vida. Cuando apareció en 1921, él creyó que había resuelto los problemas de la filosofía. Sin embargo, poco a poco se dio cuenta de que esta actitud era demasiado optimista; los problemas filosóficos eran más recurrentes y variados de lo que había supuesto, y llegó a ver que no existe un método único como el análisis lógico para manejarlos. Así que volvió al tema y desarrolló un nuevo punto de vista. Al principio, Wittgenstein se acercó a las ideas lógico-positivistas del Círculo de Viena. Pero fue avanzando a tientas hacia su obra tardía, ejemplificada con las Investigaciones filosóficas (IF), donde estas tendencias positivistas se hicieron menos férreas. Las Investigaciones se publicaron después de su muerte, en 1953, y en poco tiempo fueron reconocidas como un clásico filosófico moderno. Su recepción aseguró a su autor un periodo de preeminencia póstuma, sobre todo dentro de la filosofía anglófona.

La filosofía de la última etapa de Wittgenstein tiene una concepción terapéutica, pues sostiene que los problemas filosóficos requieren una especie de terapia intelectual, mediante la cual se socavan o disuelven, en lugar de resolverse o solucionarse. Todo problema filosófico da lugar a una necesidad recurrente y perenne de terapia, y ninguna aplicación del método podría ser definitiva. Los problemas que necesitan terapia sobre todo, según Wittgenstein, son los de la metafísica.

El rechazo de Wittgenstein a lo que él llama “metafísica” informa y condiciona toda su filosofía. ¿Qué es la “metafísica”? Podemos decir que la metafísica trata de descubrir la naturaleza última de la realidad, no mediante la investigación científica, sino mediante el razonamiento a priori. Para E. J. Lowe, la metafísica es una “forma autónoma e indispensable de indagación racional... [una] disciplina universal […] cuya preocupación central es la estructura fundamental de la realidad en su conjunto” (Lowe, 2002).[1]

Para Wittgenstein, sin embargo, la metafísica es una pseudociencia: “la característica de una pregunta metafísica es que expresamos una falta de claridad sobre la gramática de las palabras en forma de pregunta científica” (Wittgenstein, The Blue and Brown Books, 1958).[2] Al menos en su filosofía posterior, Wittgenstein sostiene que los pseudoproblemas que debe disolver la terapia intelectual son, característicamente, los metafísicos.

Sobre la certeza (SC) muestra el escepticismo de su autor acerca de las pretensiones de la metafísica, en particular en lo que se refiere a la oposición entre idealismo y realismo. Wittgenstein cuestiona la viabilidad de posturas filosóficas como estas socavando sus supuestos, en lugar de refutarlos directamente. En lugar de limitarse a negar una afirmación filosófica, Wittgenstein sostiene que hay que cuestionar sus supuestos. Según Andy Hamilton, “se puede considerar que Sobre la certeza rechaza el ‘movimiento decisivo’, aunque inadvertido, de tratar las proposiciones mooreanas como proposiciones empíricas que necesitan fundamentación” (Hamilton, 2014).[3]

Al menos después de las primeras partes del Tractatus, Wittgenstein fue un antimetafísico mordaz. Rechazó la metafísica como búsqueda infructuosa de explicaciones trascendentes de los conceptos y prácticas humanas. Por lo tanto, su filosofía es crítica y no constructiva, a diferencia de la de Kant, su gran precursor antimetafísico, que muestra ambas tendencias. En el Tractatus (4.112), Wittgenstein afirmó lo siguiente:

La finalidad de la filosofía es la clarificación lógica de los pensamientos.

La filosofía no es una doctrina, sino una actividad.

Una obra filosófica consiste esencialmente en explicaciones.

El resultado de la filosofía no son las “proposiciones filosóficas”, sino la clarificación de las proposiciones.

La filosofía debe aclarar y delimitar nítidamente los pensamientos que, de otro modo, son, por así decirlo, nebulosos y borrosos.[4]

La preocupación propia del filósofo, en su opinión, es lo concebible, por la manera en que encajan nuestros conceptos. En la medida en que la metafísica va más allá de esto, pretendiendo descubrir la naturaleza de la realidad mediante la razón pura, Wittgenstein la rechaza. Para él, la inclinación a dedicarse a la metafísica requiere de una especie de tratamiento, de terapia, que él trata de proporcionar. “El filósofo trata una pregunta como una enfermedad” (IF: 255).[5]

En su filosofía posterior, este enfoque terapéutico se ocupa de mostrar cómo las disputas filosóficas descansan en ilusiones gramaticales: “Me gustaría erradicar del lenguaje filosófico las proposiciones a las que uno vuelve una y otra vez, como hechizado” (SC: 31).[6] En palabras de E. Kanterian, “El Wittgenstein posterior es un filósofo verdaderamente lingüístico, pues cree que la mayoría de los problemas filosóficos, si no todos, surgen por un malentendido de nuestro lenguaje”.[7]

El enfoque terapéutico está presente en Sobre la certeza, que intenta quebrantar la idea de que las proposiciones propuestas por Moore son auténticos elementos de conocimiento. Así, Wittgenstein ejerce la terapia para sacarnos de una perspectiva empirista.

Lo que pretendo también radica en la diferencia entre la afirmación casual “Sé que...”, tal como se utiliza en la vida cotidiana y esta misma afirmación cuando la hace un filósofo […] Porque cuando Moore dice: “Sé que eso es...” me gustaría responderle: “¡Tú no sabes nada!”. Y, sin embargo, no respondería esto a quien habla así sin intención filosófica. Así que tengo la impresión (¿acertada?) de que estos dos quieren decir cosas distintas (SC: 406 y 407).[8]

El uso que hace Moore de “Yo sé...”, como negación o rechazo de la duda escéptica recibe un tratamiento terapéutico a lo largo de Sobre la certeza. Otro ejemplo de método terapéutico se encuentra en SC (308), comentado anteriormente, donde Wittgenstein afirma lo siguiente:

Lo que nos interesa ahora no es estar seguros, sino saber. Es decir, nos interesa el hecho de que no puede haber duda sobre ciertas proposiciones empíricas para que un juicio sea posible en absoluto. O también: me inclino a creer que no todo lo que tiene forma de proposición empírica es una proposición empírica.[9]

Wittgenstein revisa aquí su afirmación inicial de que no se puede dudar de ciertas proposiciones empíricas. Para él, estas proposiciones no son empíricas en absoluto. En este caso, la “terapia” implica trabajar sobre la formulación inicial para descubrir el verdadero problema o afirmación subyacente.

[1] Metaphysics is an “autonomous and indispensable form of rational enquiry... [a] universal discipline […] its central concern is with the fundamental structure of reality as a whole” (Lowe, 2002).

[2] “The characteristic of a metaphysical question being that we express an unclarity about the grammar of words in the form of a scientific question” (Wittgenstein, 1958).

[3] “One can regard On Certainty as rejecting the unnoticed yet ʻdecisive moveʼ of treating Moorean propositions as empirical propositions in need of grounds” (Hamilton, 2014).

[4] “Der Zweck der Philosophie ist die logische Klärung der Gedanken.

Die Philosophie ist keine Lehre, sondern eine Tätigkeit.

Ein philosophisches Werk besteht wesentlich aus Erläuterungen.

Das Resultat der Philosophie sind nicht „philosophische Sätze”, sondern das Klarwerden von Sätzen.

Die Philosophie soll die Gedanken, die sonst, gleichsam, trübe und verschwommen sind, klar machen und scharf abgrenzen” (Wittgenstein, 1922).

[5] “Der Philosoph behandelt eine Frage; wie eine Krankheit” (Wittgenstein, 1953).

[6] “Die Sätze, zu denen man, wie gebannt, wieder und wieder zurückgelangt, möchte ich aus der philosophischen Sprache ausmerzen” (Wittgenstein, 1970).

[7] “The later Wittgenstein is a truly linguistic philosopher, for he believes that most, if not all philosophical problems arise through a misunderstanding of our language” (Kanterian, 2007).

[8] “406. Das, worauf ich abziele, liegt auch in dem Unterschied zwischen der beiläufigen Feststellung »Ich weiß, daß das...«, wie sie im gewöhnlichen Leben gebraucht wird, und dieser Äußerung, wenn der Philosoph sie macht.

407. Denn wenn Moore sagt »Ich weiß, daß das... ist«, möchte ich antworten: »Du weißt gar nichts!« Und doch würde ich das dem nicht antworten, der ohne philosophische Absicht so spricht. Ich fühle also (ob mit Recht?), daß diese zwei Verschiedenes sagen wollen” (Wittgenstein, 1970).

[9] “Was uns nun interessiert ist nicht das Sichersein, sondern das Wissen. D. h. uns interessiert, daß es über gewisse Erfahrungssätze keinen Zweifel geben kann, wenn ein Urteil überhaupt möglich sein soll. Oder auch: Ich bin geneigt zu glauben, daß nicht alles, was die Form eines Erfahrungssatzes hat, ein Erfahrungssatz ist” (Wittgenstein, 1970).

2

La redacción de Sobre la certeza

En 1949, dos años antes de su muerte, Wittgenstein aceptó una invitación de su antiguo alumno, Norman Malcolm, para visitarlo en la Universidad de Cornell, en Ítaca, Nueva York. Durante su estancia en Estados Unidos, ambos mantuvieron varias conversaciones sobre el uso que hacía Moore de las afirmaciones de conocimiento, concretamente de la forma “Sé que p” y “Sé con certeza que p”,[10] etcétera.

Moore no era un filósofo desconocido en absoluto; fue uno de los pioneros de la filosofía analítica. De hecho, él y Wittgenstein fueron amigos y colegas en Cambridge, aunque hubo algunas discrepancias entre ambos. “Wittgenstein no tenía muy buena opinión de Moore como filósofo, pero admiraba su sinceridad y veracidad”,[11] afirma Edward Kanterian. En una ocasión, mientras Wittgenstein se encontraba en Noruega en una suerte de retiro filosófico, invitó reiteradamente a Moore a que pasara una temporada con él para trabajar juntos en algún proyecto.

La estadía no estuvo exenta de aspectos agradables, pues dieron paseos ricos en conversaciones estimulantes y tocaron el piano con la familia Draegni. Pero cuando se trataba de discutir sobre filosofía y lógica, Wittgenstein dominaba por completo, dejando a Moore el papel pasivo de espectador. Moore […] anotó la mayor parte de lo que Wittgenstein le decía. Estas Notas dictadas a G.E. Moore en Noruega constan de unas quince páginas y se publicaron en 1961.[12]

Como dice Norman Malcolm en sus memorias sobre Wittgenstein:

Las discusiones que más valor tuvieron para mí aquel verano fueron una serie mantenida entre Wittgenstein y yo, siendo nuestro tema la... insistencia de Moore en que es un uso correcto del lenguaje que él diga, cuando tiene una de sus manos delante de sí: “Sé que esto es una mano”; o que diga, mientras señala un árbol a unos metros de distancia: “¡Sé con certeza que esto es un árbol!” [...] Wittgenstein y yo discutimos estas cuestiones en varias conversaciones, y él hizo muchas observaciones de primera importancia sobre el concepto de conocimiento (Malcolm, 1962).[13]

Los escritos de Wittgenstein desde 1946 hasta su muerte en 1951 abarcan la Parte II de las Investigaciones filosóficas, así como varios manuscritos que se publicaron más tarde: Observaciones sobre el color, Observaciones sobre la filosofía de la psicología, Zettel, Sobre la certeza y partes de Los fundamentos de las matemáticas. Ninguno de estos materiales estaba dispuesto por Wittgenstein para su publicación. Lo más probable es que ni siquiera pensara en publicarlos. Para él, la escritura de estas notas tenía un efecto terapéutico. A principios de 1947, Malcolm había publicado una respuesta al artículo de G. E. Moore “En defensa del sentido común”, titulada “Defendiendo el sentido común”, a la que Moore respondió, a su vez, en una larga carta. En su artículo, Malcolm argumentaba que las afirmaciones sobre el conocimiento solo tienen sentido cuando hay una cuestión en juego y una duda que despejar, y cuando es posible hacer una investigación para resolver el asunto. Parece que Malcolm llegó a estos argumentos independientemente del debate con Wittgenstein. No obstante, su artículo está impregnado del pensamiento de su maestro.

Durante su estancia en Estados Unidos, Wittgenstein mantuvo varias conversaciones con Malcolm que suelen considerarse el punto de partida inmediato de Sobre la certeza (SC). Como escribieron sus editores en el “Prefacio”:

Malcolm actuó como incentivo para su interés por “En defensa del sentido común” de Moore, es decir, su afirmación de conocer con certeza una serie de proposiciones, como “Aquí hay una mano y aquí hay otra”, y “La Tierra existió durante mucho tiempo antes de mi nacimiento”, y “Nunca he estado lejos de la superficie terrestre”. La primera de ellas aparece en la “Prueba del mundo exterior” de Moore. Las otras dos están en su “Defensa del sentido común”; Wittgenstein se había interesado por ellas desde hacía tiempo y le había dicho a Moore que ese era su mejor artículo. Moore estaba de acuerdo.[14]

Malcolm afirmó que fue a través de sus discusiones con él como Witt-genstein “se sintió repentinamente atrapado por un tema que hasta entonces no había captado su atención”. Sin embargo, según Rush Rhees, los orígenes del pensamiento de Wittgenstein en Sobre la certeza se remontan a 1930. Así pues, Sobre la certeza surgió de las ideas de Moore, Malcolm y –quizá– de filósofos pragmatistas estadounidenses como James y Peirce (Hamilton, 2014). Malcolm argumenta que el uso que hace Moore del “yo sé”, en relación con sus certezas, es incorrecto; pero no ofrece una explicación muy convincente sobre el conocimiento. Wittgenstein, en cambio, presenta un diagnóstico complejo de la motivación de Moore y una concepción novedosa del papel de las proposiciones empíricas en nuestras vidas.

Estas ideas evolucionaron tras el regreso de Wittgenstein a Europa en 1949, cuando visitó a su familia en Viena y probablemente escribió lo que hoy es la Parte I de Sobre la certeza (SC: 1-65). Su alumna y editora Elisabeth Anscombe recuerda que empezó a escribirla en diciembre de 1949. En abril de 1950, Wittgenstein se fue a Oxford a vivir con Anscombe, y comenzó una serie de cuadernos que contenían lo que fueron sus últimas reflexiones filosóficas. Además de las Partes II, III y IV de Sobre la certeza, estas notas incluían discusiones sobre el color, “lo interior” y la cultura. Tras un viaje a Noruega, el 27 de noviembre se trasladó a la casa del doctor Bevan, su médico en Cambridge. Al enterarse, a finales de febrero de 1951, de que solo le quedaban unos meses de vida, Wittgenstein escribió la mitad de Sobre la certeza –los párrafos 300-676, que componen la Parte IV– en los dos meses siguientes. No había revisado este material cuando murió. La Parte IV es por mucho la más larga y es la única cuyas observaciones Wittgenstein fechó: del 10 de marzo al 29 de abril de 1951, dos días antes de morir.

Más que un libro unificado, Sobre la certeza es un conjunto de observaciones que fueron escritas en menos de un año (con la excepción de la primera parte). Las cuatro series de notas fueron traducidas por los alumnos de Wittgenstein: Elizabeth Anscombe y Denis Paul, editadas por Anscombe y G. H. von Wright, y publicadas en 1969 como Sobre la certeza [On Certainty] con título y numeración de párrafos proporcionados por los editores.

Las Investigaciones habían sido reelaboradas, pulidas y editadas por Wittgenstein antes de que las encontrara publicables. En cambio, Sobre la certeza consiste en algo parecido a las primeras reflexiones sobre los temas que trata. Las observaciones son a menudo tentativas y provisionales, a veces incoherentes entre sí, y con frecuencia repetitivas. En SC (659), por ejemplo, Wittgenstein afirma lo siguiente:

“No puedo equivocarme en el hecho de que acabo de comer”.

Sí, si le digo a alguien “acabo de comer”, puede pensar que miento o que no estoy en mis cabales, pero no pensará que me equivoco. Sí, la suposición de que pueda estar equivocado no tiene sentido aquí (SC: 659).

Pero de inmediato parece retractarse: “Pero eso no es cierto. Por ejemplo, podría haberme quedado dormido justo después de la comida, sin saberlo, y haber dormido durante una hora, y entonces pensar que acababa de comer”(SC: 659).

Y concluye: “Pero al menos distingo aquí entre distintos tipos de error” (SC: 659).[15] Y en SC (358) afirma lo siguiente: “Ahora bien, no quiero considerar esta certeza como algo parecido a la imprudencia o la superficialidad, sino como (una) forma de vida”, e inmediatamente después añade entre paréntesis: “(Eso está muy mal expresado y probablemente también mal pensado)”.[16] Es muy probable que esta nota entre paréntesis se hubiera eliminado en una revisión posterior, así como la idea en SC (659) habría cambiado lo suficiente para no develar la contradicción expresada. Si hubiera decidido publicar sus notas y hubiera tenido tiempo para hacerlo, sin duda habría corregido y reordenado las observaciones. Por lo tanto, ¿debe considerarse que Sobre la certeza es una obra filosófica, o simplemente un conjunto de notas que, con el tiempo, podrían haberse convertido en una? Para responder a esta pregunta, Andy Hamilton afirma que “primero debemos considerar el uso que hace Wittgenstein de la observación como unidad de significado” (Hamilton, 2014).

El estilo de Wittgenstein, tanto temprano como tardío, tiende a ser aforístico; es decir, escribió afirmaciones concisas y cargadas de sentido. Por eso a veces se dice que su unidad de significado característica es la “observación” (die Bemerkung), que abarca desde una sola frase hasta algunas cuantas páginas de texto.

El argumento en Sobre la certeza no es acumulativo, aunque hay motivos a los que el autor regresa cambiando de perspectiva. Sin embargo, para ser un conjunto de notas sin revisar, es un libro con una gran unidad y consistencia. De ahí que suela considerarse como una obra autónoma. Como dicen los editores de Sobre la certeza en su “Prefacio”:

Nos pareció oportuno publicar esta obra por sí misma. No se trata de una selección; Wittgenstein marcó estas observaciones en sus cuadernos como un tema aparte, que al parecer realizó en cuatro periodos distintos durante esos dieciocho meses. Constituye un único tratamiento continuado del tema.[17]

Los editores fueron alumnos de Wittgenstein y conocían de cerca sus ideas. Sin embargo, al publicar las notas como un libro influyeron en la recepción de dicha obra, así como en sus interpretaciones. Para algunos estudiosos como Thomas Baldwin, este carácter de borrador que tienen las notas les confiere una sinceridad que no se encuentra en los escritos más elaborados de Wittgenstein. “Todo lo que le falta al texto en cuanto a estructura y coherencia general queda compensado con creces por la frescura de los pensamientos... [nos] muestra directamente el poder y la originalidad de la imaginación filosófica de Wittgenstein” (Baldwin, 2011).[18]

[10] La proposición; “Sé que p” no es solo común en alemán sino también en español. Véase, por ejemplo, el artículo “Sé que P, pero no estoy seguro” de Tobies Grimaltos de la Universitàt de Valencia.

[11] “Wittgenstein did not think too highly of Moore as a philosopher, but he admired Moore’s sincerity and truthfulness” (Kanterian, 2007).

[12] “The stay was not without pleasant aspects, as they went on walks rich in stimulating conversations and played the piano with the Draegni family. But when it came to discussing philosophy and logic, Wittgenstein was entirely dominant, leaving to Moore the passive role of the audience. Moore […] wrote down most of what Wittgenstein said to him. These Notes Dictated to G.E. Moore in Norway comprise some fifteen pages and were published in 1961” (Kanterian, 2007).

[13] “The discussions that were of most value to me that summer were a series that took place between Wittgenstein and me, our topic being Moore’s... insistence that it is a correct use of language for him to say, when holding one of his hands before him, “I know that this is a hand;” or to say, while pointing at a tree a few feet away, “I know for certain that this is a tree!”... Wittgenstein and I discussed these matters in a number of conversations, he making many observations of the first importance about the concept of knowledge” (Malcolm, 1962). [Todas las traducciones del presente estudio son propias, salvo que se indique lo contrario. N. del T.]

[14] “Malcolm acted as a goad to his interest in Moore’s ‘defence of common sense’, that is to say his claim to know a number of propositions for sure, such as ‘Here is one hand, and here is another’, and ‘The earth existed for a long time before my birth’, and ‘I have never been far from the earth’s surface’. The first of these comes in Moore’s ‘Proof of the External World’. The two others are in his ‘Defence of Common Sense’; Wittgenstein had long been interested in these and had said to Moore that this was his best article. Moore had agreed” (Wittgenstein et al., 1969-1975).

[15] »Ich kann mich darin nicht irren, daß ich jetzt gerade zu Mittag gegessen habe«.

Ja, wenn ich Einem sage »Ich habe gerade zu Mittag gegessen«, mag er glauben, daß ich lüge oder jetzt nicht bei Sinnen bin, aber er wird nicht glauben, ich irre mich. Ja, die Annahme, ich könnte mich irren, hat hier keinen Sinn.

Aber das stimmt nicht. Ich könnte z. B. gleich nach Tisch, ohne es zu wissen, eingenickt sein und eine Stunde geschlafen haben und nun glauben, ich hätte gerade gegessen.

Aber ich unterscheide hier immerhin zwischen verschiedenen Arten des Irrtums (Wittgenstein, 1970).

[16] Ich möchte nun diese Sicherheit nicht als etwas der Vorschnellheit oder Oberflächlichkeit Verwandtes ansehen, sondern als (eine) Lebensform. (Das ist sehr schlecht ausgedrückt und wohl auch schlecht gedacht.)

[17] “It seemed appropriate to publish this work by itself. It is not a selection; Wittgenstein marked it off in his notebooks as a separate topic, which he apparently took up at four separate periods during this eighteen months. It constitutes a single sustained treatment of the topic” (Wittgenstein et al., 1969-1975).

[18] “Whatever the text lacks in overall structure and coherence is much more than made up for by the freshness of the thoughts... [it] shows us directly the power and originality of Wittgenstein’s philosophical imagination” (Baldwin, 2011).

4

La concepción terapéutica de Wittgenstein y el tratamiento en Sobre la certeza

Los filósofos que cuestionan exhaustivamente nuestras convicciones de sentido común sobre el mundo no solo cometen “errores” razonables, sino padecen lo que Wittgenstein describe como una “enfermedad filosófica” (IF: 593). Es difícil tomar en serio al escéptico cartesiano cuando cuestiona convicciones tan básicas como la existencia de la Tierra. Puede que a los filósofos académicos les guste traspasar los límites de lo lógicamente permisible, pero Wittgenstein creía que esto se había permitido demasiado tiempo. En cualquier otra disciplina podríamos concluir que esta persona sufre algún tipo de “perturbación mental”. “Si un día mi amigo imaginara que ha vivido aquí y allá durante mucho tiempo, etc., etc., yo no llamaría a eso un error, sino una perturbación mental, tal vez temporal” (SC: 71).[27]

El tipo de filosofía terapéutica que Wittgenstein tiene en mente nos obligará a cambiar nuestra forma de pensar (e intentar resolver) cuestiones filosóficas tradicionales como el escepticismo cartesiano radical; también nos obligará a examinar cómo afectan (o dejan de afectar) nuestras convicciones filosóficas a nuestra vida cotidiana. Para Robert Brice, el método terapéutico de Wittgenstein consiste en dos objetivos generales:

1. hacer que el filósofo tome conciencia de que el escepticismo cartesiano no es un enfoque metodológico que deba tomarse en serio y, con esta toma de conciencia,

2. un intento de sustituir ese escepticismo radical por una base práctica de sentido común (Brice, 2022).

Al igual que la terapia clínica y psicológica, la terapia filosófica consiste en fomentar una nueva forma de ver las cosas, la correspondiente nueva forma de pensar y, a su vez, una nueva forma de vivir.

Como el terapeuta con su paciente, el objetivo de Wittgenstein no puede ser que el filósofo vuelva a su “funcionamiento normal”. Su objetivo no puede ser que el filósofo sobrepase los límites del sentido común y vuelva a plantear cuestiones poco prácticas (o sin salida), todo ello dentro de este sistema inviable (cartesiano). Puede que sea aquí donde “funcione” cómodamente, es decir, que filosofar dentro de este sistema sea donde el filósofo “enfermo” se sienta más a gusto; pero lo que produce aquí ha demostrado ser ineficaz y costoso, en general, para la disciplina, al hacerla parecer meramente “académica”, en el sentido peyorativo de la palabra. Para que la filosofía vuelva a ser útil y productiva, para que sea algo más que experimentos mentales y ejercicios mentales, debe atender a fines prácticos. Esto, sin embargo, requiere primero un “cambio en la sensibilidad del paciente”.

El objetivo de la filosofía terapéutica es, pues, cambiar las pautas de pensamiento autodestructivas del filósofo, modificando así su conducta. Lo que se necesita no es solo que reconozca que esa creencia concreta no es sana, sino que reconozca que su patrón de pensamiento no es sano, que su pensamiento no es práctico, en el sentido de que tiene poco o nada que ver con la forma en que vivimos nuestras vidas. Si el terapeuta consigue este objetivo, puede actuar como catalizador de un cambio en el comportamiento del filósofo. Este cambio de comportamiento requiere la voluntad de remodelar la antigua forma de pensar en algo que no solo sea sano, nuevo y práctico, sino que llegue a convertirse en su “nueva normalidad”.

Uno de los pasos más importantes en este proceso terapéutico es conseguir que comprendamos qué está mal. Responder a esta pregunta toma mucho trabajo y mucho tiempo. La terapia es un proceso lento en el que el paciente es llevado gradualmente a una nueva comprensión de la naturaleza del problema o problemas que le aquejan. Del mismo modo, al “filosofar”, no podemos poner fin a una enfermedad del pensamiento sino avanzar hacia una curación. Esta requiere volver con paciencia varias veces al “pensamiento enfermo” con nuestras nuevas herramientas, que atienden a demostrar por qué este patrón de pensamiento es perjudicial (Brice, 2022).

Las herramientas que conducirán a este nuevo “funcionamiento normal” en el paciente filosófico incluyen: el reconocimiento por su parte de que existe una distinción entre las preguntas escépticas ordinarias (lo que Wittgenstein denomina “errores”) y las extraordinarias (“perturbaciones mentales”), y el reconocimiento de que este último tipo de duda tiende a dirigirnos por el camino del pensamiento y el comportamiento malsanos e infructuosos (cartesianos). Cuando esto ocurre, el paciente filosófico debe ser consciente del peligro que entraña seguir este camino. Ser consciente de que esto ocurre es la primera y más importante herramienta. Hay que ser capaz de ver esto y ser capaz de ajustar el propio comportamiento.

Para Wittgenstein, una parte de la confusión (enfermedad) que llegan a padecer algunos filósofos tiene que ver con la forma misma en que se plantean los problemas filosóficos, con la gramática y el uso del lenguaje mismo. El desafío del escéptico, y la búsqueda de fundamentos del conocimiento son dos ejemplos de los muchos problemas filosóficos que resultan de las confusiones en nuestro uso del lenguaje, sostiene Wittgenstein. Su concepto de “gramática” es más amplio que el convencional, que se refiere a la estructura o sintaxis del lenguaje más que a su significado o semántica. Los gramáticos o lingüistas teóricos investigan las gramáticas de determinadas lenguas naturales. Para Wittgenstein, en cambio, “gramática” se refiere tanto a la semántica como a la sintaxis; es algo más bien “conceptual”. Como reza su famosa proposición: “el significado es uso”, no algo abstracto o mental.

Para Wittgenstein, los problemas filosóficos no solo tienen que ver con el lenguaje, pero el lenguaje es la fuente de ellos, porque a menudo nos induce al error; de ahí su famoso comentario en IF (309): “¿Cuál es tu objetivo en la filosofía? Mostrarle a la mosca el camino para salir de la botella” (Wittgenstein, 1953).[28] En ese mismo libro, en IF (90), el filósofo austriaco aclara que la filosofía consiste sobre todo en reflexionar sobre lo que decimos acerca de algo más que del algo en sí: