Investigaciones filosóficas - Ludwig Wittgenstein - E-Book

Investigaciones filosóficas E-Book

Ludwig Wittgenstein

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Beschreibung

"Que Wittgenstein es uno de los grandes nombres de la filosofía del siglo XX es indiscutible. En sus "Investigaciones filosóficas", que se edita con nueva traducción, aborda los dilemas del lenguaje, el verdadero sentido de las palabras" (Reyes Mate en ABC Cultural). Las Investigaciones filosóficas dan a la luz en forma de libro observaciones que conforman, en palabras de su autor, "un conjunto de bosquejos de paisajes", fruto de "recorrer en zigzag un amplio ámbito del pensamiento en todas las direcciones". Tratan del concepto de significado, de comprensión, de proposición, reglas y gramática, necesidad, intencionalidad, justificación y experiencia, sobre voluntad y los estados de conciencia, entre otros asuntos. Sobre el trasfondo del Tractatus logico-philosophicus, y en contraste con él, Wittgenstein trata de dilucidar los problemas filosóficos generados por el uso y el abuso del lenguaje ordinario. Esta labor de desenmascaramiento recurre a un método de "entrelazado" o "trenzado" de los argumentos, en que "se superponen muchas fibras". El minimalismo expresivo y el estilo "aforístico" del texto son así producto de la concisión y la intensidad del pensamiento. Este trabajo reflexivo suscita una pluralidad de lecturas, dejando al lector que siga indagando por su cuenta los problemas y aporte su solución. Como dice Wittgenstein: "No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar. Acaso, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios". La presente traducción, basada en la cuarta edición revisada de la obra, ha tenido en cuenta los últimos resultados de la investigación sobre los manuscritos originales y las distintas versiones previas del texto publicado póstumamente en 1953.

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Investigaciones filosóficas

Ludwig Wittgenstein

Traducción, introducción y notas críticas de Jesús Padilla Gálvez

COLECCIÓNESTRUCTURAS YPROCESOSSerie Filosofía

 

 

Primera edición, 2017

Segunda edición revisada: 2021

Título original: Philosophische Untersuchungen/Philosophical Investigations

(Revised 4th edition by P. M. S. Hacker and Joachim Schulte)

© Editorial Trotta, S.A., 2017, 2021

http://www.trotta.es

© Blackwell Publishing Ltd, 2009 (John Wiley & Sons Ltd)

© Jesús Padilla Gálvez, para la traducción del original alemán, introducción y notas de la edición española, 2017, 2021

All rights reserved. Authorized translation from the English language edition published by John Wiley & Sons Limited. The accuracy of the translation is not the responsibility of John Wiley & Sons Limited. No part of this book may be reproduced in any form without the written permission of the original copyright holder, John Wiley & Sons Limited.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

ISBN (EPUB): 978-84-1364-048-8Depósito Legal: M-22592-2021

CONTENIDO

Introducción: Jesús Padilla Gálvez

Investigaciones filosóficas

Filosofía de la psicología — Un fragmento (Previamente conocido como ‘Parte II’)

Índice de materias

INTRODUCCIÓN

Jesús Padilla Gálvez

I

El libro de Ludwig Wittgenstein titulado Investigaciones filosóficas (Philosophische Untersuchungen) es considerado una de las obras cumbre de la filosofía del siglo XX. En ella se dilucidan numerosos problemas del lenguaje ordinario que afectan directamente a nuestro razonamiento y, por ende, a nuestra manera de conocer los acontecimientos. El libro centra su atención en el estudio del carácter simbólico, la regularidad, las técnicas en la variación, el gesto o la expresividad del lenguaje, y analiza la estrecha relación entre la reflexión acerca de la expresión lingüística que usamos comúnmente y el trabajo conceptual que produce una amplia gama de juegos de lenguaje. Wittgenstein despliega múltiples argumentos en el ámbito semántico, gramatical y formal que conciernen directamente al uso del lenguaje. El empleo que hacemos del lenguaje oculta toda una mitología que dificulta nuestro avance en el conocimiento. Este hecho invierte el orden y altera el funcionamiento de ámbitos tan dispares como pueden ser la filosofía de la mente o la resolución de problemas matemáticos. Según Wittgenstein, muchas de las confusiones conceptuales que se han ido generando desde hace miles de años se asientan sobre el uso y abuso de nuestro lenguaje natural y originan, a su vez, ciertos pseudoproblemas filosóficos. Desenmascarar las tergiversaciones estructurales incrustadas en el lenguaje con las que se producen ciertas imágenes reiterativas y distorsionantes es uno de los fines de este libro. Si se considera una obra cumbre de la prosa filosófica escrita en lengua alemana, es porque descubre las trampas que se han ido acumulando desde el origen de la filosofía y que han generado sinsentidos filosóficos asentados sobre confusiones conceptuales y estructuras gramaticales que fuerzan nuestro lenguaje.

Quedaría por aclarar dónde se encuadra este libro en la tradición filosófica. Para dar respuesta a este problema se ha sugerido que Wittgenstein podría haber postulado un cierto nominalismo. De hecho, él mismo indica en su obra que no está interesado en investigar los fenómenos sino que sus indagaciones se restringen al estudio de la designación conceptual y su uso gramatical. Por ello, sus observaciones se circunscriben a los conceptos, es decir, al uso de las palabras y no a los fenómenos (§ 383)*. Naturalmente, se podría conjeturar que el método diseñado por él peca de nominalista. Sin embargo, esta apreciación es inadecuada ya que Wittgenstein sugiere que su propuesta no comete el error de interpretar todas las palabras como nombres (cf. § 1-64). De hecho, señala que si se tradujesen todos los términos y expresiones a meros nombres, sería imposible describir el uso que hacen los hablantes del lenguaje ordinario. El nominalismo stricto sensu presenta, pues, un vínculo engañoso con la propuesta diseñada por nuestro autor. Y, para que no quepa duda de su método de trabajo, se encarga de mostrar qué términos tan supuestamente egocéntricos como «dolor» han tenido que ser adquiridos mediante el lenguaje en un contexto social cuando son usados correctamente (§ 384).

Este breve bosquejo debe poner al lector en guardia ante los grados de dificultad a los que se enfrenta la lectura de este libro. De hecho, los reiterativos intentos por parte de la recepción de adscribirlo a una corriente del pensamiento han sido engañosos y poco fructíferos. Por todo ello se recomienda hacer cuantas lecturas sean necesarias sin poner epígrafes o cabeceras que están condenados al fracaso. Es conveniente centrar la lectura en los temas tratados, en los argumentos esbozados, las objeciones que presenta, las pruebas y refutaciones de los mismos y en el modo de trabajar de nuestro autor. Por todo ello, el lenguaje filosófico de las Investigaciones filosóficas exige una ralentización de la lectura, como seguidamente advertiremos. Esta lectura no es obvia, ya que no se escribe para complacer al lector, sino que genera innumerables trampas para que el lector se percate del riesgo que corre cuando usa el lenguaje. Evidentemente, no se encuentra el lector ante un libro de encargo; tampoco de compromiso, ni se inscribe en lo estrictamente académico. Es un escrito comprometido y sus inconvenientes surgen de la disonancia, el modo de conducción de los argumentos, la constante variación, la rápida secuencia de elementos aparentemente heterogéneos. Es un libro que difícilmente puede ser elaborado en la institución académica como hasta ahora ha sido concebida la Universidad y que requiere un nuevo espacio de lectura. En esta Introducción pretendo indicar algunas líneas maestras para señalar el proceso introspectivo de lectura que se demanda para comprender estas páginas.

Lo primero que el lector observa es que el libro está escrito por lo general mediante párrafos que constan de un texto fragmentario constituido por un conjunto de líneas seguidas y caracterizado por el punto y aparte1. Estos párrafos se numeran consecutivamente. Wittgenstein entiende que la brevedad de las probationes argumentativas suele inducir a cierta perplejidad en el lector. Los párrafos se asientan en un minimalismo expresivo, dándose especial relevancia a la economía comunicativa, la concisión, la intensidad y la agudeza. Wittgenstein indica en el § 22 que el signo de aserción fregeano enfatiza el inicio de la oración desempeñando con ello un cometido similar al del punto final2. Dicha aclaración distingue el período completo de la oración dentro del período. Los lectores de la obra deben, pues, captar los períodos completos en el marco del período temático. Un error reiterativo en la recepción de la obra consiste en citar cualquier pasaje sin hacer referencia al inicio o al final del período, por lo que la cita carece de contexto. El lector debe hacer el esfuerzo por contextualizar la argumentación. Este asunto es sumamente complejo y no siempre ha sido tenido en cuenta, como más tarde indicaremos. Además, el texto es más complejo que la obra primeriza de Wittgenstein, ya que para entender el argumento hemos de trasladar constantemente el modelo wittgensteiniano a la estructura dialógica desarrollada por Platón. Así, por ejemplo, Wittgenstein afirma en el § 110 lo siguiente:

«El lenguaje (o el pensamiento) es algo único» – esto se revela como superstición (¡no error!) producida justamente por ilusiones gramaticales.

Y ahora, lo imponente recae sobre esas ilusiones, sobre los problemas.

Un examen dialógico del § 110 sería el siguiente:

— «El lenguaje (o el pensamiento) es algo único»3

— esto se revela como superstición (¡no error!) producida justamente por ilusiones gramaticales.

— Y ahora, lo imponente recae sobre esas ilusiones, sobre los problemas.

En el texto hay tres voces de personajes no identificados. La primera voz expresa un juicio entrecomillado. El hecho de que Wittgenstein use las comillas indica que se trata de un texto original, cuya procedencia no ha sido precisada hasta la fecha. En el texto se han identificado algunas citas literales. Seguidamente, un segundo interlocutor, comenta la cita y advierte que si bien el contenido del juicio adolece de ser considerado una superstición, sin embargo, no por ello podemos decir que sea equivocado. La mayoría de las veces el lector debe percatarse de si Wittgenstein expone su punto de vista o de si simplemente se trata de una frase irónica; si se presenta una máxima o se despliega una propuesta. La superstición se sustenta en ciertas simulaciones que se hacen al aplicar las estructuras gramaticales del lenguaje natural; sin embargo, no por ello han de ser equívocas, ya que, por caso, una metáfora puede transgredir nuestra estructura gramatical sin que su contenido sea desafortunado. Finalmente, una tercera voz —probablemente, la de Wittgenstein— nos advierte de que debemos centrarnos en el estudio de las ilusiones gramaticales para superar la quimera y credulidad que generan las estructuras supersticiosas. Uno de los problemas más importantes cuando leemos las Investigaciones filosóficas es reconocer las voces que aparecen en el libro y distinguir las objeciones de las críticas y observaciones que realiza el propio Wittgenstein. En la bibliografía secundaria se comete reiteradamente el error de confundir la voz original con los ecos citados. Muchos de los trabajos atribuyen a nuestro autor lo que él mismo critica.

Pronto observará el lector que Wittgenstein «reflexiona» sobre el orden gramatical. Las palabras usadas, en su conjunto, se presentan como experiencias lingüísticas transgresoras. Esto se comprueba fácilmente por el uso constante de rayas. En la traducción al castellano intentamos mantener las asociaciones fonéticas de escaso curso y la adopción de una selección léxica propia. Si bien Wittgenstein usa términos del lenguaje natural para expresar problemas filosóficos, rehuyendo así de los tecnicismos, no obstante se le considera en el ámbito germanoparlante un filósofo sumamente refinado. Uno de los mayores errores que comete la bibliografía secundaria es el de conjeturar que los párrafos son un tipo de prosa apresurada; algo así como ocurrencias apuntadas precipitadamente en un libro de notas. Como advertiremos posteriormente, la multitud de versiones que Wittgenstein escribió sobre la obra —Urfassung, Frühfassung, Zwischenfassung, Spätfassung y Teil II— a lo largo de dieciséis años nos muestra que estamos ante un orden muy estudiado de períodos temáticos4. De hecho, el estilo de Wittgenstein se contrapone al pensamiento totalizante. Los argumentos quedan, a veces, «abiertos», lo que genera un debate consigo mismo, que debe rebatir ulteriormente. Otras veces, los deja en suspenso, introduce un nuevo párrafo y avanza. La escritura, por tanto, depende del contexto. Wittgenstein pretende que el texto carezca de univocidad y que tienda a ser plurívoco de forma generalizada. Por todo ello las Investigaciones exigen la acción del lector, lo cual es subrayado en el Prólogo al usar el modo subjuntivo cuando afirma: «No quisiera con mi escrito ahorrarles a otros el pensar. Acaso, si fuera posible, estimular a alguien a tener pensamientos propios.»

Uno de los «sujetos» identificados que el libro critica es el idealismo, pues Wittgenstein exhibe rigurosas objeciones contra el lenguaje usado por este5. Según la tradición idealista, los conceptos han de ser considerados entidades independientes de otras entidades naturales o sociales que no son conceptuales. Por tanto, el significado de los conceptos usados en nuestro lenguaje es independiente de los sujetos naturales así como de las instituciones sociales. Wittgenstein se encarga de invalidar dicho planteamiento en dos esferas donde el idealismo se afincó desde el inicio de la filosofía: las matemáticas y la filosofía de la mente. Para ello despliega su razonamiento mostrando las falacias sobre las que se asienta esta propuesta. Rechaza el proyecto idealista por ser oscuro y violar constantemente los principios de identidad.

También examina la posición de G. Frege. Según el realismo, los conceptos han de ser analizados en términos de propiedades no-representacionales de entidades naturales o sociales. Por esta razón se considera el significado de los predicados o los conceptos en enunciados estructurados alrededor de la función y el concepto. Dicha opción permitió desarrollar una teoría ontológica. Frege postuló que en toda aserción hay incrustada una suposición que es aquello que se asevera (§ 22). Wittgenstein, sin embargo, denuncia que aquello que se asevera no se puede identificar con ningún juego de lenguaje, por lo que entiende que esta aseveración es superflua a su vez. De hecho, el realismo tiene serias dificultades para identificar el significado de un quehacer tan espontáneo como canturrear una canción. Si quisiéramos saber a qué corresponde el significado de la canción, el realista nos sugeriría que se trata de identificar el contenido de las frases expresadas en voz alta en el canto; sin embargo, se eludiría identificar las pausas, las reprobaciones, lo expresado explícitamente y, además, si hacemos el esfuerzo de exhibir la oración por escrito y usando los puntos suspensivos, generaría agramaticalidad.

Wittgenstein tampoco admite que los conceptos sean considerados entidades representacionales. De facto, aquí el castellano juega una mala pasada a los traductores de la obra de Wittgenstein, ya que reiteradamente se ha traducido el término «representación» (Vorstellung), de carácter mental, por «imaginación» u otro término psicologista. Wittgenstein critica y refuta esta concepción que sostiene que las representaciones mentales expresan atributos internos o externos. Dicha presunción se asienta en una teoría del entendimiento y de la comprensión a la que Wittgenstein dedica un gran esfuerzo encaminado a desmantelarla. Muestra que la mayoría de los paradigmas expuestos por el conceptualismo para afianzar sus puntos de vista se asientan en falacias lógicas y argumentos informales deficientemente construidos. Este libro presenta gran cantidad de argumentos que desmontan las argucias forjadas en los últimos dos mil años.

Wittgenstein nos muestra frecuentemente cómo debemos trabajar con los problemas filosóficos. El método que él sigue lo denomina «entrelazado» (§ 46(b), § 544(b)) o método de «trenzado» (§ 67(b)(c)). Según Wittgenstein, las demostraciones filosóficas se desarrollan «… como cuando al hilar trenzamos un ovillo hilo con hilo» (§ 67(b)). La consistencia del argumento no reside en que un planteamiento genérico recorra todo el discurso, «… sino en que se superponen muchas fibras» (§ 67(b)). Por tanto, no se discute el que haya algo común a todas estas estructuras argumentativas, sino que lo que el lector debe detectar simplemente es que «… hay algo que recorre el hilo entero —a saber, la superposición continua de estas fibras—» (§ 67(c)). Dicha superposición es la que dará consistencia al planteamiento propuesto aquí. El procedimiento a seguir es el análisis de los argumentos entrelazados. Si no podemos explicar este entrelazamiento, no podremos entender las propuestas desarrolladas en la obra. Dicho esto, nos encontramos en este punto ante uno de los mayores errores de la filología wittgensteiniana desarrollada en los últimos decenios, a saber, el descontextualizar las citas y ubicarlas en ámbitos ajenos, al margen del discurso entrelazado. Es así como se ha cometido la mayoría de las falacias y lecturas contradictorias. Por ello parece pertinente que nos paremos a considerar los diferentes tipos de «entrelazados» que se observan en la obra. Con este fin caracterizaremos seguidamente cuatro procedimientos paradigmáticos:

En primer lugar, encontramos argumentos sumamente extensos (p. ej. § 79Sobre los nombres – Moisés, § 156Sobre la lectura, § 293El escarabajo en una caja). Estos argumentos intentan probar o razonar con el fin de justificar algo verosímil, o presentan ciertas conjeturas que demuestran alguna falsedad. El núcleo de la argumentación es mostrar la coherencia y consistencia de una proposición. En este apartado se encuentran suficientes argumentos informales o indicaciones de multitud de falacias. Los argumentos parten, generalmente, de una cita entrecomillada y que frecuentemente ha sido precisada. Un ejemplo paradigmático es el que aparece en el § 273, donde se cuestiona qué es lo que hay de «rojo» en el rojo. Discute la respuesta proporcionada por G. Frege de que «rojo» designa algo ‘confrontado a todos nosotros’ —que cita entre comillas sin identificar su procedencia—, haciendo alusión al prefacio de Grundgesetze der Arithmetik6. Este trabajo filológico es complejo, ya que muchas veces dificulta la lectura y Wittgenstein no coopera con al editor, y menos aún con el lector.

En segundo lugar, encontramos en el texto ciertos argumentos históricos. Con ello, el libro demuestra que el método analítico sirve para el examen detallado de textos tradicionales. Wittgenstein cita expresamente a Platón (§ 46, 48 y 518), Agustín de Hipona (§ 1-4, 32, 89-90, 436 y 618), G. Frege (§ 22, 49 y 71), B. Russell (§ 46 y 79), F. P. Ramsey (§ 48, 81), etc.; a psicólogos como W. James (§ 299, 342, 413, 609-610, 621, FP 299), W. Köhler (FP 180), etc. Pero también hace alusión a autores tan originales como J. W. von Goethe (§ 365, FP 51), Lewis Carroll (§ 13 y 151), Lutero (§ 373 y 589), los hermanos Grimm (FP 52), A. von Chamisso (FP 339), etc. La bibliografía secundaria ha realizado estudios diversos y transversales sobre este asunto.

En tercer lugar, el lector encontrará frases cortas y concisas (§ 248), que tienen la estructura de proverbios, sentencias y máximas (§ 639). Se expresan en forma de comparaciones (§ 203) en las que aparecen ciertos ritmos verbales y expresiones agudas (§ 331) y, a veces, se cuestionan ciertos presupuestos tradicionales (§ 488). Estas frases están destinadas a los lectores sagaces con el fin de que realicen el esfuerzo de desentrañar sus contenidos. Por lo general, contienen una afirmación filosófica. Si bien estas frases son citadas asiduamente, esto entraña el defecto de que son sacadas del contexto argumental y tienden a ser malinterpretadas.

En cuarto lugar, en vez de presentar un problema filosófico y revelar su solución, Wittgenstein inicia un diálogo con su lector siguiendo las pautas socráticas y proponiendo un experimento mental; seguidamente, describe cómo podría estar inclinado a deliberar sobre su contenido; y, posteriormente, muestra por qué esa inclinación encubre una confusión conceptual. La introducción de experimentos mentales pretende que el lector alcance determinadas conclusiones de forma independiente sin que el autor tenga que argumentar en favor de ciertas soluciones.

II

Los especialistas en la obra de Wittgenstein nos hemos concentrado en los últimos decenios en investigar los manuscritos que se encuentran en la Universidad de Cambridge y de Oxford y en la Biblioteca Nacional de Austria. Se ha llevado a cabo un estudio pormenorizado de las ediciones publicadas hasta la fecha, encontrando múltiples faltas ortográficas y errores en el texto alemán editado, que no se corresponde con los manuscritos originales7. Por ello, era obligado subsanar estos descuidos y tenerlos en cuenta en la traducción al castellano8. El primer bosquejo del libro se encuentra en la versión original, por ello denominada Urfassung. Esta versión corresponde al manuscrito MS 142 y consta de una tercera parte del libro (§ 1-189). Seguidamente, Wittgenstein se centró en redactar una versión temprana (Frühfassung) que se corresponde con los escritos TS 225, TS 220 y TS 221. Estos dictados son reelaborados posteriormente en la versión TS 239. Estas transformaciones generan una versión intermedia cuyo lema corresponde a una cita de Heinrich Hertz y que reza así: «Una vez eliminadas estas dolorosas contradicciones, bien es verdad que no se ha dado respuesta a la cuestión sobre la esencia, pero el espíritu no atormentado deja de plantearse la cuestión para él ilícita»9. Dicha cita encaja con la propuesta de Wittgenstein cuando indica: «Pues, la claridad a la que aspiramos es, en realidad, total. Pero esto solo quiere decir que los problemas filosóficos deben satisfacer completamente.» (§ 133). En la versión intermedia —Zwischenfassung— se recogen cuatrocientas anotaciones de un escrito amplio. De ellas usa un tercio para completar una parte de las Investigaciones (§ 189-421). Seguidamente se introducen anotaciones escritas anteriormente (§ 422-693). El trabajo de Wittgenstein acaba en la versión tardía (Spätfassung) del escrito TS 227. Sin embargo, no parece que esté conforme con esta versión ya que introduce indicaciones escritas con doble paréntesis (por caso en los siguientes párrafos: 16, 213, 251, 321, 524, 534, 539, 559, 568, 606, 609, 610, 621, 647, 652 y FP 314) sobre asuntos que deben ser elaborados posteriormente. Además se encuentran hojas sueltas con anotaciones que en nuestra edición son introducidas en un marco. Por último, se publica una segunda parte (Teil II), perteneciente al manuscrito MS 144, que aborda problemas de filosofía de la mente.

Breve esquema del desarrollo de las Investigaciones filosóficas:

Las Investigaciones filosóficas estaban muy avanzadas para su publicación cuando Wittgenstein falleció en 195110. G. E. M. Anscombe aprendió alemán con el fin de traducir los manuscritos de Wittgenstein en 1953. Los lectores de esta obra han contraído una gran deuda con ella por el esfuerzo realizado en la publicación del libro. La versión de Anscombe y Rhees ha sido editada tres veces incorporando revisiones nuevas. Esta edición fue traducida al castellano por A. García Suárez y U. Moulines en 1986 asentada en la tercera edición de 1967. Posteriormente, fue publicada la edición crítico-genética alemana de las Investigaciones filosóficas. Esta edición hacía precisa una revisión de la edición original. Por esta razón se publicó la cuarta edición de las Investigaciones filosóficas al cuidado de Peter Hacker y Joachim Schulte11, que ha mejorado cualitativamente el texto original alemán y su correspondiente traducción al inglés. Todo ello hacía también necesario publicar una nueva edición en castellano. La primera traducción revisada fue editada por Trotta en 2017 y se asienta en la cuarta edición anteriormente citada. Esta segunda edición mejora algunos errores encontrados.

El texto está dividido en dos partes: la primera consiste en lo que Wittgenstein denominó en el Prólogo Bemerkungen. Estas observaciones están numeradas secuencialmente. En la segunda parte, las observaciones son más extensas, y están ordenadas mediante números romanos.

El primer apartado engloba los § 1-64 donde se lleva a cabo una crítica al modelo de lenguaje ordinario asentado exclusivamente en un aparato conceptual. En dicho modelo, el significado alberga una representación del modo como funciona el lenguaje. Por ello afirma: «Y el significadode un nombre se explica a veces en tanto que se indica a su portador» (§ 43). Paradigma de dicho modelo es la propuesta de Agustín de Hipona (§ 1-27(a)). Seguidamente se estudia la ilusión del nombrar, la definición ostensiva y los nombres propios lógicos (§ 27(b)-64).

El segundo apartado se desarrolla entre los § 65-133 y se estudia el uso que hace un hablante del lenguaje, restringiéndolo exclusivamente a un punto de vista social. Por tanto, Wittgenstein refuta la propuesta según la cual nuestro lenguaje se articula según reglas internas. Por ello advierte: «La filosofía es una lucha contra el embrujo de nuestro entendimiento mediante los procesos de nuestro lenguaje.» (§ 109) Se analizan los parecidos de familia, la determinación del sentido en los juegos de lenguaje y la búsqueda de la esencia (§ 65-88). Por otro lado divaga acerca de la filosofía (§ 89-133).

Posteriormente, se rebate el planteamiento según el cual el contenido lingüístico se fija internamente. Esta objeción se lleva a cabo en los § 134-184 de la obra. En el primer paso se analiza la forma general de la proposición (§ 134-142). Acto seguido se indaga nuestra comprensión y las habilidades (§ 143-184).

Seguidamente, en los § 195-242, se abordan una serie de problemas entrelazados entre sí como son la comprensión —que es abordada mediante la dificultad que genera la lectura—, el argumento hondamente estudiado en los últimos decenios como «seguir una regla», hablar como una actividad regulada. En este apartado merece la pena indicar la paradoja descrita en el § 201 y cuya solución ha generado disputas importantes en el ámbito filosófico. Tiene especial relevancia sus anotaciones sobre las formas de vida (§ 238-242).

El quinto apartado se extiende entre los § 243-315 examinando el argumento del lenguaje privado. Se pone en duda que exista un lenguaje de las sensaciones. Wittgenstein indica que no existe una identidad entre el lenguaje de las sensaciones y nuestro lenguaje ordinario. Para probar dicha carencia de identidad genera la prueba de que el lenguaje privado no puede ser satisfecho, ya que en el supuesto «estado interno», lo privado no es equivalente al significado. En el § 293 se desarrolla el argumento del escarabajo en el que se prueba que si se construye la gramática de la expresión de la sensación siguiendo el modelo «objeto y designación», entonces el objeto cae fuera de la consideración por irrelevante.

Inmediatamente, en el sexto apartado, que engloba los § 316-362, se plantea la siguiente cuestión: ¿Es el pensamiento una expresión de la proposición? Todo el bloque gira alrededor de la cuestión fregeana acerca del pensamiento.

En relación directa con los problemas anteriormente abordados, en los § 363-427 Wittgenstein hace una crítica implacable al concepto de representación mental (Vorstellung) y lo sustituye por el de representación figurativa o simbólica (Darstellung). Por ello recalca en el § 371 que la esencia se expresa en la gramática. De nuevo rechaza la representación mental mediante el paradigma del § 384 acerca del dolor que se aprende socialmente.

El octavo apartado comprende los § 428-570 en los que se analiza una serie de estado de cosas vinculadas a los procesos mentales. Primero centra sus pesquisas en el concepto de propósito, ligado estrechamente al de intencionalidad (§ 428-465). Seguidamente repasa la justificación de la experiencia (§ 466-490). Por último reflexiona acerca de la supuesta inmanencia del significado y la unidad del sentido (§ 491-570).

Finalmente, el último apartado abarca los § 588-693. Se estudian los estados mentales y los procesos (§ 571-610). Se estudia el problema alrededor de la intención mediante el análisis de expresiones como «querer decir», «referir», etc. que giran alrededor del enigma de la voluntad (§ 611-660). Finalmente inquiere sobre la significación de algo (§ 661-693).

La segunda parte centra su estudio en la filosofía de la psicología. Wittgenstein sigue el patrón según el cual el lenguaje constituye el tejido vital de la investigación. Wittgenstein objeta que podamos entender los estados mentales como algo sobre lo que podríamos hablar de la misma manera que hablamos de los estados físicos de nuestra vida cotidiana. Es más, duda que tenga sentido concebir el reino de lo psíquico como una especie de «etapa interior» que podríamos captar a través de la introspección y posteriormente describir específicamente. Por todo ello niega repetidamente que podamos incluso especificar un «criterio para la identidad» de los estados mentales. Si la especificación de los criterios de identidad es un prerrequisito indispensable para nuestro discurso acerca de estados mentales, sin que se dé la especificación de tales criterios, entonces deberemos dudar que poseamos tal prerrequisito esencial para nuestra expresión sobre estados mentales. Sobre estos y otros asuntos gira este apartado.

En lo que se refiere a nuestra traducción se han introducido una serie de cambios relevantes. Hemos propuesto traducir el término Vorstellung y afines mediante «representación», y vorstellen como «representar». Desaconsejamos el uso de imaginación o imaginar ya que hace referencia a un proceso mental que permite al individuo manipular la información con el fin de generar una representación12. El fuerte sesgo psicologista del término viene acentuado por el hecho de que la información se forma internamente y se puede generar en ausencia de estímulos. Wittgenstein critica en Investigaciones filosóficas estos procedimientos construidos casi por completo gracias a retorcimientos verbales. Por ello, se propone atrapar la textura peculiar del lenguaje analizando las rutinas expresadas en el idioma. Por lo general, en los retorcimientos verbales de la tradición filosófica, representación (Vorstellung) hace referencia a la forma ilusoria y sensorial del mundo. Una representación hace alusión a un contenido de la conciencia, que puede ocurrir en varios contextos: por un lado, relacionado con el pasado como imitación «interna» ante percepciones reales, es decir, como recuerdos; por otro lado, con visión de futuro, de expectativa o aprensión. Por ejemplo, podemos expresar mediante ciertas estructuras gramaticales ciertas situaciones mentales de indudable relevancia en las que se podría expresar una amenaza, simular o reproducir algo (Wittgenstein usa literalmente la expresión sich ausmalen, es decir, «figurarse algo»). Finalmente, en la tradición, el concepto de Vorstellung hace referencia a procesos atemporales que apenas tienen un punto en común con la realidad, por lo que se considera una idea abstracta. Por todo ello, Wittgenstein critica en esta obra el concepto de «imagen» (Bild) entendido como representación. La dificultad, evidentemente, es que en nuestro idioma no se dejan formular todas las frases mediante el concepto de «representación», por lo que en un número muy reducido de casos no queda otro remedio que optar por «imaginación». El lector, empero, ha de tener siempre presente que la tergiversación se debe a nuestro propio idioma y no a la traducción. Wittgenstein pone especial cuidado en distinguir entre Vorstellung, es decir, una representación mental, y Darstellung, que equivale a la representación, por ejemplo, teatral que se desarrolla ante el espectador. Proponemos poner en cursiva el prefijo recon el fin de hacer hincapié en que nos encontramos ante una representación externa. Ambas se despliegan en el lenguaje mediante formas disímiles. Así pues, el pensamiento (Denken) se llevaría a cabo en el marco de un proceso racional concentrado en conocer, comprender, juzgar y razonar los procesos, los objetivos y los hechos; el lenguaje, sin embargo, es genuinamente Darstellung.

Wittgenstein presenta un método determinado de trabajo filosófico: como hemos indicado escuetamente, comienza citando una frase —generalmente entrecomillada— y desarrolla su argumentación contra los retorcimientos verbales que generan ciertas deficiencias. Hay frases que se adelantan a su época, como las que se refieren a la relación entre el lenguaje que usamos para describir procesos mentales y sus falsos correlativos cerebrales. Wittgenstein argumentó que preguntarse cómo se ajustan los estados mentales y los estados cerebrales o los biológicos es un error. Propone que los seres humanos han de poder ser descritos de forma muy diversa y usando distintos juegos de lenguaje13. Unas veces podrían ser descritos en términos mentales; otras, en términos biológicos, etc. Los falsos problemas surgen cuando se intenta reducir una forma de descripción a otra. Esto se lleva a cabo usualmente cuando se emplea el vocabulario mental en un contexto equivocado. Así pues, el error surge cuando, pongamos por caso, intentamos describir con la terminología afín a los estados mentales ciertos fenómenos cerebrales o atribuimos a los procesos de monitorización del cerebro características del estado mental. En este caso, el cerebro es el contexto equivocado para la utilización del vocabulario mental. La búsqueda de estados mentales en el cerebro es, por tanto, un error categorial o una pura confusión conceptual. Wittgenstein reitera siempre que nuestro lenguaje —el que usamos a diario— es el resultado de jergas medio inertes, que está construido a base de eslóganes y de acuñaciones, de eufemismos, de expresiones de autoayuda o de misticismo caduco. Su análisis pormenorizado del uso de nuestro lenguaje nos lleva a la conclusión de que se pueden alternar proposiciones que enuncian el conocimiento (supuestamente) más avanzado en ciencia con la ignorancia inmutable que conlleva la irracionalidad de nuestras acciones. Cuanto más sofisticado es el lenguaje científico o tecnológico, más antiguos son los artilugios sobre los que se asienta. Así pues, supuestamente, avanzamos en los estudios sobre el cerebro, pero el lenguaje que se usa se asienta sobre sustantivaciones abstractas, retorcimientos verbales, anáforas, sinonimias o, simplemente, sobre la falacia mereológica. Wittgenstein muestra a las claras que su propuesta es contemporánea y el que sigue la moda, como si de una religión se tratase, corre el peligro de volverse anacrónico y cometer todas las falacias y paradojas manifestadas en los últimos tres mil años.

La nueva edición requiere de un aparato crítico por lo que contiene notas críticas que se suman a esta Introducción para hacer comprensible al lector en lengua castellana la gran revolución lingüística que supone este libro. Hay que explicar al lector que los términos alemanes tienen una extensión diferente a la correspondiente en castellano; pueden ser asimismo equívocos; o, simplemente, su campo de aplicación no coincide siempre con el de los términos de nuestro idioma. Además, algunos términos usados por Wittgenstein fueron inventados por él o son neologismos, por lo que su traducción ha de considerarse como una aportación nueva al lenguaje filosófico germano. Además, el propio Wittgenstein aduce diferentes alternativas en sus manuscritos, que siempre que ha sido pertinente, son tenidas en cuenta en nuestras notas.

Al inicio de Investigaciones filosóficas, Wittgenstein enumera una serie de juegos de lenguaje y entre ellos indica explícitamente: «Traducir de un lenguaje a otro» (§ 23). Pienso que el lector español se merece una edición crítica de las Investigaciones filosóficas para que quienes no dominan la lengua alemana puedan leer este texto complejo y apreciar sus distintas texturas. La traducción ha enmendado ciertos arcaísmos y mejorado la expresión con el fin de poner de manifiesto el tono coloquial de la escritura wittgensteiniana respetando sus locuciones. En esta edición se introducen determinadas observaciones sobre las Investigaciones y se presta especial atención a las respuestas de Wittgenstein a la traducción de R. Rhees de 1938-1939 (TS 226). Seguidamente indicamos algunas de estas mejoras.

Wittgenstein hizo numerosos cambios y correcciones a mano en el manuscrito. Sin duda alguna, el inglés no era su lengua materna y no todas sus correcciones se pueden considerar mejoras. Algunos de los cambios característicos que hemos introducido en la traducción son sistemáticos. Se respeta en el texto la propuesta de Wittgenstein por lo que se usa la forma impersonal. Traducimos seltsam por «extraño» o «curioso», y merkwürdig por «notable», «extraño», «curioso» o «extraordinario». Wittgenstein usó «explicación» (Erklärung) y «definición» (Definition) sin que se respetase su elección. Así también, la opción de Sinn, en algunos contextos, y de Bedeutung, se mantiene en esta traducción. Ateniéndonos a Wittgenstein, donde dice «primäre Bedeutung» o «sekundäre Bedeutung»14, hemos traducido por «significado primario» y «significado secundario», respectivamente. La traducción de Gebrauch, Verwendung y Anwendung está menos delimitada en castellano donde se usa indistintamente «uso», «empleo» o «aplicación». «Uso» también traduce benutzen. En general, nuestra traducción se atiene a las exigencias del contexto y a la intención del autor. Así, por caso, hemos trasladado Praxis der Sprache en el § 21 por «práctica del lenguaje» y Praxis des Spiels en el § 54(b) por «práctica del juego».

Algunas palabras alemanas que Wittgenstein emplea son problemáticas para cualquier traducción. Así, por ejemplo, el uso de Satz no tiene equivalente obvio en español, y la elección tiene que hacerse entre «oración», «enunciado», «proposición», e incluso «observación». El término requiere aclaración: en castellano se distingue entre proposición, oración y enunciado. Una oración es una secuencia sintáctica de palabras que genera una frase. La gramática se centra en el estudio de la oración. Está regida por dos relaciones con implicación semántica: la coordinación y la subordinación. Muchas oraciones pueden expresar un mismo enunciado. Al proferir un enunciado se lleva a cabo una acción15. La oración «Quiero que saques al perro a pasear» expresa el mismo enunciado que «¿Puedes sacar al perro a pasear?», y el mismo que «Saca al perro a pasear» y que «¿Quieres sacar al perro a pasear?». Sin embargo, no se requiere una estructura oracional para expresar algo («¡Camarero, una cerveza!»), solo se requiere una enunciación de algo (utterance). Por ello es conveniente distinguir entre enunciado y enunciación (proferencia). Cuando se analiza el contexto, nos centramos en el enunciado. La proposición haría referencia al contenido de una oración. Si dos oraciones comparten el mismo significado y las mismas implicaciones lógicas, entonces decimos que expresan la misma proposición. Así, por caso, en los § 134-135 aparece en alemán Satz en todo el apartado, pero sería poco pertinente traducir la palabra por «frase» en todas sus apariciones. En muchos casos, hemos estado de acuerdo con la elección de las anteriores traducciones y se opta entre «oración» y «proposición», pero no en todos. Por ejemplo, en el § 105(a) Wittgenstein escribió: «Wenn wir glauben, jene Ordnung, das Ideal, in der wirklichen Sprache zu finden müssen, werden wir nun mit dem unzufrieden, was man im gewöhnlichen Leben ‘Satz’, ‘Wort’, ‘Zeichen’, nennt.» Wittgenstein estudia los signos lingüísticos como se evidencia en el párrafo siguiente, por lo que optamos por traducir mediante «enunciado». Una vez más, en los § 395-396, es claramente el enunciado, no la proposición, lo que se supone que garantiza su sentido mediante la imaginación. Y en el § 554, Wittgenstein se refiere a la aplicación de la operación de la negación de los enunciados.

Ciertas dificultades recurrentes surgen con la traducción del término Seele, ya que no siempre puede ser trasladado correctamente por «alma». En la vieja traducción se era consciente del problema, y en muchos comentarios, con razón, se ha optado por «mente» como una traducción correcta (p. ej., § 6, 37, 188, 196, 357, 358, 648, 651 y 652); así pues, Zustand der Seele es vertido como «estado de ánimo». Sin embargo, en FP 23-26 se discute asuntos relacionados con el enfoque clásico del alma, ya que FP 23 se abre con la observación de que «La religión enseña que el alma puede perdurar cuando el cuerpo se ha descompuesto.» Sin embargo, FP 24 requiere algún comentario, ya que «mente» y «alma» son igualmente apropiadas.

En el caso de Empfindung, el sustantivo alemán tiene un uso mucho más extenso que la palabra castellana «sensación», por lo que traducirlo en ciertos contextos puede ser problemático. Pero en algunos casos el uso en alemán de Empfindung es perfectamente natural, mientras que «sensación» sería equívoco. Así, por ejemplo, en el § 151 parece algo artificial. En el § 160, optamos por decir que se puede hablar de la sensación de decir algo que se ha aprendido de memoria. En los § 272-275 la traducción es problemática ya que «Empfindung von Rot» no es ni «sensación de rojo» (¿dónde está esa sensación?, ¿en el ojo?) ni «la sensación de rojo». Wittgenstein pasa de Rotempfindung en los § 272 y 273 a Farbeindruck y visueller Eindruck en los § 275-277, por lo que hemos traducido Empfindung von Rot como «impresión visual del rojo» en los § 272-273 e «impresión de color» en el § 274. Del mismo modo, en el § 312, donde Wittgenstein habla de Gesichtsempfindung, hemos cambiado «sensación visual» (sensaciones visuales son, por ejemplo, las sensaciones de deslumbramiento, cuando somos cegados por una luz intensa) por «impresión visual». En el § 400 el término Empfindung presenta otra nueva dificultad. Lo que el idealista descubre en el discurso de la «habitación visual» era una nueva forma de expresarse. Para ello requiere una nueva comparación, y hasta se podría decir, una nueva Empfindung. Ahora bien, aquí no se refiere a una «sensación» o a un «sentimiento» ni a la «impresión». Por ello, y de acuerdo con el idealismo, Peter Hacker opta por verter el término alemán como «experiencia» entendiendo que es la aproximación más cercana. Sin embargo, la lengua inglesa es muy pobre en este campo y no distingue entre Erlebnis (vivencia) y Erfahrung (experiencia) como hace la tradición continental. Lo que el idealismo inaugura es un nuevo ámbito, ampliando un campo lingüístico sumamente dilatado vinculado al término «sensibilidad». Tal vez, lo que Wittgenstein tenía en mente era una «nueva sensibilidad». Este campo ha de ser estudiado en el futuro. La tradición anglosajona puede aportar muy poco al asunto debido a su pobreza conceptual en este punto.

Dificultades similares se dan cita en la utilización alemana del verbo modal wollen —querer— y su relación con el sustantivo der Wille —volición o voluntad—, que es erróneamente traducido en inglés y, consecuentemente, también en la primera traducción española. Sobre todo, plantea un problema importante en la traducción de los § 611-619. Muchas veces se traduce de manera uniforme mediante el verbo modal y afines, lo cual resulta artificial y engañoso. No hay una solución fácil al problema, pero hemos utilizado «querer» y sus derivados, siempre que ha sido posible, para el uso específico del verbo modal. El sustantivo, por el contrario, lo hemos empleado para caracterizar la volición o la voluntad (§ 611). Hemos subsanado el error en la traducción de la expresión «ich habe Schmerzen», ya que la expresión alemana centra sus críticas en el solipsismo implícito que acarrea el uso del verbo «tener» (haben). Por ello, hemos propuesto la traducción literal «yo tengo dolor» (véase, p. ej., § 402-408) para aproximarnos lo más posible al original. A Wittgenstein le juegan una mala pasada los anglicismos adquiridos a raíz de sus largas estancias en Inglaterra. Wittgenstein hace un uso inapropiado del término alemán Meinung o meinen. En alemán, el sustantivo Meinung o el verbo meinen significan «opinión», «criterio», «parecer», «dictamen», «concepto», «idea», etc.; su campo de aplicación en castellano es muy amplio. Sin embargo, en el contexto del uso específico que hace Wittgenstein hemos optado, por lo general, por traducirlo como «referir», si bien hay excepciones como en el § 639, donde adquiere el significado originario de «opinión» (cf. MS 129, 166 s.). Existe una distinción clara en alemán entre Intention (intención) y Absicht (propósito). Gracias al trabajo reciente de M. Gaffal hemos podido corregir los errores de la primera edición16. Wittgenstein analiza el caso concreto ligado al juego del lenguaje que se genera cuando un hablante expresa ciertos propósitos. Desgraciadamente, en castellano tampoco se pueden expresar todos los juegos del lenguaje estudiados mediante el término «propósito» por lo que optamos en esos casos por el término abstracto «intención». El uso del pronombre indefinido manch (-er, -e, -es) equivale a «alguno que otro», pero genera errores recurrentes que hemos intentado subsanar ya que se daban soluciones inadecuadas al introducir «cosa». Hemos propuesto una traducción menos enfática del adverbio wohl, por lo que optamos en el § 71 por «seguramente», «supongo», etc. En el § 133, wohl lo traducimos por la expresión «si bien». Por último, hay ocasiones en las que el uso del artículo definido del alemán (der, die, das) no permite un uso unívoco en castellano. Lo mismo ocurre con el artículo indefinido, etc. Dado que en alemán el artículo indefinido y el numeral «uno» (ein) son homónimos, Wittgenstein tendía a poner en cursiva ein cuando se refería al numeral en lugar del artículo indeterminado.

Por lo general, los signos de puntuación pretenden organizar el discurso para facilitar la comprensión. Revelan las relaciones sintácticas y léxicas con el fin de evitar ambigüedades. Sin embargo, Wittgenstein usa los signos de puntuación de un modo muy peculiar. Resulta, por supuesto, bastante problemático transferir al castellano las convenciones de puntuación del alemán, por no hablar de todas las adiciones idiosincrásicas de Wittgenstein a las mismas. Sin embargo, dicha peculiaridad tiene un sentido. Wittgenstein muestra su preferencia por una puntuación abundante con el fin de reducir la velocidad de lectura (MS 136, 128)17. Lo más peculiar es el empleo de los guiones medios y las rayas, que se ha ajustado al uso del castellano allí donde ha sido posible. Ciertos problemas van unidos al uso de las comas, ya que las reglas alemanas y castellanas difieren entre sí. Por lo general, asumimos el uso que hacemos en castellano si bien, en algunos casos, hemos dejado los signos introducidos por Wittgenstein, ya que rompían también con las normas estándar del alemán. Se utilizan las comillas latinas para las citas y las comillas simples para frases entrecomilladas dentro de comillas. También se han utilizado las comillas simples para indicar algún término en especial. En las citas entrecomilladas y en los períodos entre paréntesis, se ha optado por mantener los signos de puntuación que van al final dentro de las comillas y los paréntesis, anteponiendo la máxima fidelidad al texto original a las recomendaciones de la Ortografía de la lengua española.

Wittgenstein es un especialista en el uso de conectores de todo tipo. Él mismo indica que cuando era niño le preguntó a su padre por el significado de un conector y no recibió contestación alguna, algo que lo contrarió sobremanera. Los hay de todo tipo: aditivos, opositivos, consecutivos, comparativos, reformulativos y ordenadores. Hemos traducido el mayor número posible de conectores, pues confieren al texto una fuerza original. Wittgenstein es uno de los pocos especialistas que distingue entre uso y mención de manera sistemática antes de que esta diferenciación fuese introducida en el siglo pasado. De todos modos, hay pasajes en los que se entrevé cierta dificultad (cf. § 458). Otra peculiaridad es el uso reiterativo de la interrogación y la exclamación al mismo tiempo. Este uso de ambos signos expresa un determinado énfasis.

Como ya se ha señalado, hemos tratado de identificar las citas, referencias y alusiones en el texto de Wittgenstein. Por lo demás, la finalidad primordial de las notas es explicar ciertas diferencias que hay que tener presentes en el texto. A veces incluyo alternativas posibles que el lector es libre de escoger.

Finalmente, unas palabras sobre el humor de Wittgenstein. Muchos comentaristas ceñudos no han reparado en esta faceta característica de nuestro autor. Hay múltiples ejemplos de ello en las Investigaciones filosóficas. Algunas de las ocurrencias expuestas para ser discutidas son meramente bromas, chistes o sutilezas graciosas. Por ejemplo, en la discusión sobre el «propietario en la habitación visual», en el § 398, se nos pide que evoquemos una imagen de un paisaje fantástico en el que hay pintada una casa. Ahora podríamos imaginarnos una situación surrealista en la que alguien preguntase: «¿A quién le pertenece la casa?» (ibid.). A lo que Wittgenstein responde: «Al campesino que está sentado delante en el banco». Y finaliza este diálogo observando: «Pero entonces este no puede, por ejemplo, entrar en su casa». Con ello intenta llevar ad absurdum la argumentación aducida por el solipsismo acerca de la habitación visual. Espero que el lector pueda captar este humor vienés en la traducción.

En el texto alemán original se usa reiteradamente apócopes —como, por ejemplo, «ältern», «nachschaun», «Worts», «innern», etc.— y síncopas —verbigracia «unsrer», «Andre»— en su expresión con el fin de contraer rítmicamente ciertas palabras para que suenen mejor. Mediante el uso de apócopes y síncopas consigue desplazar el acento natural de un término produciendo una entonación efímera para que el lenguaje sea melodioso. La oralidad de la obra de Wittgenstein es placentera ya que envuelve una cierta melodía. Este procedimiento hunde sus raíces en sus lecturas de Franz Grillparzer y los autores del Vormärz austriaco. También encontramos términos de procedencia austro-bávara como «halbwegser», «Behelf», etc.; expresiones del lenguaje coloquial como «sich’s»; o neologismos, como «Farbwort», «Lebensluft», «Vorstellerei», etc.; con la traducción se pierde dicha tonalidad tan sugerente cuando se lee en alemán.

Hemos corregido algunos errores de la edición cuarta de Peter Hacker y Joachim Schulte a quienes les debo el envío de una lista de erratas que me han permitido supervisar de nuevo la edición. Además, Alois Pichler del Archivo de Wittgenstein en la Universidad de Bergen me ha hecho llegar algunas correcciones del texto alemán que me ha facultado subsanar pequeños lapsus linguae que se habían producido involuntariamente. Mediante la supervisión de los manuscritos se remediaron pequeñas erratas. Sin lugar a dudas, la mayor ayuda se debe a Margit Gaffal que gracias al dominio de su lengua materna podía indicar pertinentemente las diferencias más relevantes entre el Hochdeutsch y el austro-bávaro que se encuentran desperdigadas por toda la obra. A todos deseo agradecerles su ayuda desinteresada. Evidentemente, los errores y equivocaciones por olvido o falta de atención los asumo personalmente.

III

La recepción de las Investigaciones filosóficas es extensa y compleja. En los años cincuenta fueron ampliamente estudiadas por la filosofía del lenguaje ordinario. G. Ryle y J. Austin recalcaron que las Investigaciones debían considerarse una obra perteneciente al proyecto de análisis del lenguaje. Además reafirmaban su anticartesianismo fundado en la polémica que generaba el argumento del lenguaje privado (§ 243 ss.). Centraron sus análisis en una lectura metafilosófica (§ 89-133). Sin embargo, Wittgenstein disentía enormemente del planteamiento homogéneo que propaga la filosofía del lenguaje ordinario, ya que, como debemos tener presente, su obra surge de la superación de su indagación temprana mediante un planteamiento tardío completamente nuevo. Su modo de hacer filosofía difiere sustancialmente del procedimiento que se sigue al plantear los problemas en Oxford. Ante esa visión monolítica, Wittgenstein se esfuerza por suscitar una pluralidad de lecturas y deja al lector la oportunidad de que siga indagando ciertos problemas y aporte su propia solución.

En los últimos decenios se observa una cierta polarización surgida en medio de agrias polémicas que están afectando a la lectura de las Investigaciones filosóficas. Esta circunstancia ha generado situaciones singulares que afectan también a la traducción de la obra de Wittgenstein. Sería recomendable moderar el tono de esta disputa y hacer una breve observación al respecto. El primer grupo heterogéneo de intérpretes de la obra de Wittgenstein ha sido apodado como la «lectura estándar». En dicho grupo se integran personalidades tan dispares como la editora de la obra, E. Anscombe18, D. Pears19, P. Hacker20, B. McGuinness21, R. Fogelin22 o J. Hintikka23. Todos ellos han analizado las obras de Wittgenstein en su complejidad manteniendo puntos de vista muy dispares, sin que la propuesta wittgensteiniana sea reducida a un principio fundamental.

En el lado contrario, un grupo numeroso de profesores americanos que se dieron a conocer mediante el apodo de «neowittgensteinianos», e influidos por los trabajos de Cora Diamond y James Conant, han postulado una lectura «resuelta» de la obra24. A este movimiento se adscriben comentaristas tan dispares como Gordon Baker25, Stanley Cavell26, Warren Goldfarb27, Michael Kremer u Oskari Kuusela28, entre otros. Ellos mismos proclaman ser «austeros» y «puritanos» en su lectura del «catecismo»29 de Wittgenstein. Parten de la base de que se debe suscribir con determinación la penúltima frase del Tractatus, por lo que no se puede pretender que determinado absurdo tenga más sentido que cualquier sentido30. Por tanto, asumen que se debe aceptar que dicho libro es simplemente un galimatías ingenioso. El argumento principal de dicha interpretación señala que en el Tractatus no se proporciona una explicación teórica del lenguaje sino que se relega la ética y la filosofía al reino místico de lo inefable, y con ello el proyecto metafísico. En este sentido, el programa presentado por Wittgenstein perseguiría una finalidad terapéutica (§ 255), disipando todo lo que parece confuso31. Según esta corriente, los problemas filosóficos son meros síntomas del hechizo que produce en nosotros el lenguaje (§ 500). Toda la filosofía se encomienda a superar dicho encantamiento. Por tanto, la propuesta desarrollada en el Tractatus estaría estrechamente vinculada a las aspiraciones de las Investigaciones filosóficas, desmintiendo así el punto de vista del propio Wittgenstein. Sus posiciones han sido defendidas con cierta vehemencia, y no han dudado en tildar de «fundamentalistas» a todos aquellos que discrepan de esta visión meramente terapéutica de la filosofía32.

Esta bipolarización ha generado una lectura clarificadora, centrada en el rechazo de la concepción reduccionista en la que se asienta el procedimiento terapéutico. Así, se descarta que la filosofía propuesta por Wittgenstein se ajuste a un modelo freudiano, ya que esto supondría abandonar el perfil analítico del esquema diseñado en las Investigaciones. También se refuta la relatividad personal presupuesta en el proyecto terapéutico, en la que el lector se convierte en un mero paciente (§ 593). Se objeta, pues, que las Investigaciones se rebajen a una mera reconstrucción de historiales clínicos que reflejan los problemas individuales de Wittgenstein y, por ende, de los propios lectores. Si se aceptara el bosquejo psicoanalítico, entonces las confusiones filosóficas serían meros errores lingüísticos, y el lector, convertido en paciente, podría tratarse a sí mismo con la ayuda de las Investigaciones filosóficas. Resulta equívoco aceptar que nuestro tormento se asiente sobre ciertas imágenes distorsionadas que solo se puedan combatir mediante imágenes alternativas en detrimento de los argumentos filosóficos. Los dogmas propuestos por los neowittgensteinianos deben ser reconsiderados y evaluados críticamente.

Desde nuestro punto de vista, la dicotomía entre ambas opciones es aparente e interesada. Lo primero que se echa en falta es que la mayoría de los investigadores que han analizado la obra de Wittgenstein sin reduccionismos interesados no sean considerados en dicha polémica. Segundo, se observa un afán desmesurado por plantear una discusión que tiene lugar exclusivamente entre unas escasas universidades anglosajonas. Este discutible deterioro de la discusión en forma de meras polémicas ha sido promovido por profesionales anglosajones que quieren hacer creer que solo se puede investigar desde una posición extrema y en lengua inglesa. Este planteamiento no solo es falaz sino que, además, es sumamente destructivo si se quiere llevar a cabo una investigación seria sobre la obra de Wittgenstein. Basta con examinar las propuestas programáticas —algo que pone en evidencia los aspectos emocionales y los prejuicios en los que por desgracia se asientan algunos de esos trabajos—, para comprobar que la confrontación de ambas opciones es mucho menor de lo que aseguran. Baste recordar que la edición crítica esclarece que argumentos de peso a los que se aferran dichas propuestas son meros incisos transpuestos. También se comprueba fácilmente que gran parte de las Investigaciones queda sin ser revisada ni estudiada. Sería recomendable que las polémicas suscitadas en los últimos decenios moderaran el tono, abandonasen el terreno de la banalización y del simplismo y comenzasen a desarrollar una recepción más compleja de la obra de Wittgenstein.

Agradecimientos

Esta segunda edición de la traducción de la cuarta edición de Investigaciones filosóficas agradece las discusiones y propuestas del profesor P. M. S. Hacker y de sus amables invitaciones al St. John’s College de la Universidad de Oxford durante la época estival. Estas estancias me han permitido traducir el texto de las Investigaciones y desarrollar mi propia investigación sobre este período de la obra de Wittgenstein. Agradezco al profesor David John McKitterick (F. B. A.; Librarian, Vice-Master Elected del Trinity College de la Universidad de Cambridge) su gentileza al facilitar la publicación de esta obra mediante la concesión de los permisos pertinentes de los albaceas. El profesor Georg Henrik von Wright me concedió las autorizaciones oportunas a principios de siglo para acceder a los manuscritos en la Wren Library del Trinity College. Agradezco a la Biblioteca Nacional de Austria el permiso concedido para supervisar la denominada Urfassung (Cod. Ser. n.° 37.938), MS 142. Mi agradecimiento por las atenciones dadas a Jonathan Smith, Archivist del Trinity College Library. Estoy en deuda con el profesor W. Lütterfelds, de la Universidad de Passau, los profesores W. Vossenkuhl y J. Nida-Rümelin, de la Universidad de Múnich, el profesor J. Koder, de la Academia de Ciencias y la Universidad de Viena, el profesor A. Roser, de la Universidad de Linz y el Prof. Dr. Tomás S. Vives. He recibido información pertinente de Joachim Schulte de la Universidad de Zürich y de Alois Pichler del Archivo Wittgenstein de la Universidad de Bergen. He disfrutado de las ayudas de la Alexander von Humboldt Stiftung y de la Universidad de Castilla-La Mancha para examinar los manuscritos. Finalmente, quiero dejar constancia de que, sin lugar a dudas, quienes más han aportado al proyecto de traducción y supervisión de las fuentes han sido mi esposa, la Mag. Dra. Margit Gaffal y nuestra hija Dafne. Ambas han propiciado un clima agradable de trabajo y reflexión.

BIBLIOGRAFÍA

Textos originales

Urfassung. MS 142. Biblioteca Nacional de Austria. Cod. Ser. n° 37.938 (otoño 1936 – primavera 1937).

Frühfassung. TS 225 (1938), TS 220 (1937), TS 221 (~1938).

Bearbeitete Frühfassung. TS 239 (1942/1943).

Zwischenfassung. TS 242 (enero de 1945 (1944?)).

Spätfassung. TS 227 Versión (a) y (b) (1945/1946) y Teil II. MS 144 (1949).

Ediciones

Wittgenstein, Ludwig (1953), Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen. Ed. de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, trad. de G. E. M. Anscombe, Oxford, Basil Blackwell.

Wittgenstein, Ludwig (1958), Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen. Ed. de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, trad. de G. E. M. Anscombe, 2.ª ed., Oxford, Basil Blackwell (reimpr. 1963, 1967).

Wittgenstein, Ludwig (1997), Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen. Ed. de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, trad. de G. E. M. Anscombe, 2.ª ed. rev., Oxford, Basil Blackwell (reimpr. 2000).

Wittgenstein, Ludwig (2001a), Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen. Ed. de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, trad. de G. E. M. Anscombe, 3.ª ed. [trad. inglesa rev.], Oxford, Basil Blackwell.

Wittgenstein, Ludwig (2001b), Philosophische Untersuchungen. Kritisch-genetische Edition. Ed. de Joachim Schulte en colaboración con Heikki Nyman, Eike von Savigny y Georg Henrik von Wright, Fráncfort d. M., Suhrkamp.

Wittgenstein, Ludwig (2009), Philosophische Untersuchungen/Philosophical Investigations. Ed. de P. M. S. Hacker y J. Schulte, trad. de G. E. M. Anscombe, P. M. S. Hacker y J. Schulte, 4.ª ed. rev., Oxford, Wiley Blackwell.

Traducciones al castellano

Wittgenstein, Ludwig, Investigaciones filosóficas, trad. de A. García Suárez y U. Moulines, México D. F., Instituto de Investigaciones Filosóficas UNAM, 1988 (reimpr. Barcelona, Altaya, 1999; reimpr. Barcelona, Crítica, 2008; reimpr. Madrid, Gredos, 2009).

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Obras de Wittgenstein

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Wittgenstein’s Nachlass: The Bergen Electronic Edition, ed. de Wittgenstein Archives at the University of Bergen, Oxford, Oxford UP, 2000. BT Escrito a máquina. The Big Typescript [TS 213], trad., introd. y notas críticas de J. Padilla Gálvez, Madrid, Trotta, 2014.

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On Certainty/Über Gewißheit, ed. de G. E. M. Anscombe y G. H. von Wright, trad. de D. Paul y G. E. M. Anscombe, Oxford, Basil Blackwell, 1969.

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Philosophische Grammatik, ed. de R. Rhees, Oxford, Basil Blackwell, 1969. Ed. de R. Rhees, trad. de A. Kenny, Oxford, Basil Blackwell, 1974. Ed. de R. Rhees, trad. de A. Kenny, Berkeley, University of California Press, 1974.

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«Philosophie», ed. de H. Nyman: Revue Internationale de Philosophie 43 (1989), pp. 172-203. En Ludwig Wittgenstein. Philosophical Occasions 1912-1951, ed. de J. C. Klagge y A. Nordmann, Indianápolis/Cambridge, MA, Hackett, 1993, pp. 158-199.

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Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen, ed. de G. E. M. Anscombe y R. Rhees, trad. de G. E. M. Anscombe, Oxford, Basil Blackwell, 1953; 2.ª ed., Oxford, Basil Blackwell, 1958 (reimpr. 1963, 1967, 2000); 3.ª ed. [trad. inglesa rev.], Oxford, Basil Blackwell, 2001.

Philosophische Untersuchungen. Kritisch-genetische Edition, ed. de J. Schulte en colaboración con H. Nyman, E. von Savigny y G. H. von Wright, Fráncfort d. M., Suhrkamp, 2001.

Philosophical Investigations/Philosophische Untersuchungen, 4ª ed. de G. E. M. Anscombe, P. M. S. Hacker y J. Schulte, Oxford, Basil Blackwell, 2009.

PLP

F. Waismann, The Principles of Linguistic Philosophy, ed. de R. Harré, Londres, Macmillan, 1965.

PB

Philosophische Bemerkungen