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Tula Varona es una mujer fuerte y orgullosa. Tan hermosa como llena de poder en su femineidad, tan golfa como íntegra, acostumbrada a beber y a fumar, a desechar amantes como quien desecha botellas vacías. Un relato adelantado a su tiempo, incluido en la primera antología de novelas cortas de Ramón María del Valle-Inclán, Féminas, en el que empiezan a verse los rasgos estilísticos emergentes del autor.
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Seitenzahl: 19
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Ramón María del Valle-Inclán
Saga
Tula Varona
Copyright © 1893, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726485721
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
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[51] Los perros de caza, iban y venían con carreras locas, avizorando las matas, horadando los huecos zarzales, y metiéndose por los campos de centeno con alegría ruidosa de muchachos. Ramiro Mendoza, cansado de haber andado todo el día por cuetos y vericuetos, apenas ponía cuidado en tales retozos: con la escopeta al hombro, las polainas blancas de polvo, y el ancho sombrerazo en la mano, para que el aire le refrescase la asoleada cabeza, regresaba á [52] Villa-Julia, de donde había salido muy de mañana. El duquesito, como llamaban á Mendoza en el «Foreigner Club», era cuarto ó quinto hijo de aquel célebre Duque de Ordax que murió hace algunos años en París completamente arruinado. A falta de otro patrimonio, heredara la gentil presencia de su padre, un verdadero noble español, quijotesco é ignorante, á quien las liviandades de una reina, dieron pasagera *pasajera* celebridad. Aún hoy, cierta marquesa de cabellos plateados, -que un tiempo los tuvo de oro, y fué muy bella,- suele referir á los íntimos que acuden á su tertulia los lances de aquella amorosa y palatina jornada.
El duquesito caminaba despacio y con fatiga. A mitad de una cuestecilla pedregosa, como oyese rodar algunos guijarros tras sí, hubo de volver la cabeza. Tula Varona bajaba corriendo, encendidas las [53] mejillas, y los rizos de la frente alborotados.
-¡Eh! ¡duque! ¡duque!... ¡Espere usted hombre!
Y añadió al acercarse:
-¡He pasado un rato horrible! ¡Fígurese *Figúrese* usted, que unos indígenas me dicen que anda por los alrededores un perro rabioso!!!
Ramiro procuró tranquilizarla:
-¡Bah! no será cierto: si lo fuese, crea usted que le viviría reconocido á ese señor perro.