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"Si estáis enfermo, es porque alimentáis algún desorden en vuestro interior: habéis alimentado ciertos pensamientos, ciertos sentimientos, ciertas actitudes, y ello ha acabado por reflejarse en vuestra salud. La mejor arma contra la enfermedad, es la armonía: día y noche, pensad en sincronizaros, en poneros de acuerdo, en consonancia con la vida entera, la vida ilimitada, la vida cósmica. En esto consiste la verdadera armonía. Armonizarse con algunas personas: con la propia mujer o el propio marido, los hijos, los padres, los vecinos, los amigos, aún no es suficiente. Debemos sintonizarnos con toda la vida universal".
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Seitenzahl: 161
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Omraam Mikhaël Aïvanhov
Armonía y salud
Izvor 225-Es
Tituló original :
HARMONIE ET SANTÉ
Traducción del francés
ISBN 978-84-10379-37-4
©Copyrightreservado a Editions Prosveta, S.A. para todos los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación o edición sin la autorización del autor y del editor. Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales, audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización del autor y del editor (Ley del 11 de marzo 1957, revisada). -www.prosveta.es
I LO ESENCIAL, LA VIDA
I
El principio de todo es la vida. Observad a las criaturas: ante todo tienen vida, y sólo más tarde llegan a sentir, a pensar y a actuar, con mayor o menor eficacia.
La vida... esta palabra resume todas las riquezas del universo que están ahí indiferenciadas, desorganizadas, a la espera de que una fuerza las ordene y las ponga a trabajar. De esta manera, en la palabra “vida” está incluido todo el desarrollo futuro. En una célula ya están contenidos, en potencia, todos los órganos que aparecerán un día, como una semilla que es necesario plantar, regar y cuidar para que dé fruto. Así, después de un cierto tiempo, como en el caso de la semilla, de este magma, de este caos, de esta realidad indeterminada que es la vida, todo empieza a surgir y a tomar forma.
De esta manera han aparecido los órganos que poseemos actualmente, y en el futuro aún aparecerán muchos más. Dado que el cuerpo físico está hecho a imagen del cuerpo astral, el cuerpo astral a imagen del cuerpo mental y así sucesivamente hasta el plano divino, de la misma manera que poseemos cinco sentidos en el plano físico, poseemos también cinco sentidos en el plano astral y en el plano mental: el tacto, el gusto, el olfato, el oído y la vista...1Estos órganos todavía no están desarrollados en los otros planos, pero ahí están, a la espera del momento oportuno para manifestarse. Cuando se hayan formado, gozaremos de posibilidades inauditas para ver, sentir, oír, gustar, actuar, desplazarnos. La vida, el ser vivo, la célula viva, el microorganismo, contienen todas las posibilidades de desarrollo, pero son necesarios todavía millones de años para que puedan manifestarse plenamente. Esto constituye el misterio, la grandeza de la vida.
Observad a los seres humanos: trabajan, se divierten, corren de un lado a otro, se entregan a toda clase de ocupaciones, y durante todo este tiempo su vida se debilita, degenera, porque no se ocupan de ella. Piensan que, puesto que la poseen, pueden servirse de ella para obtener todo lo que desean: riqueza, placeres, saber, gloria... y de esta manera apuran, apuran... y cuando ya no les queda nada, se ven obligados a abandonar todas sus actividades. No tiene ningún sentido actuar de esta manera, ya que si se pierde la vida, se pierde todo. La vida es lo esencial, y por lo tanto hay que protegerla, purificarla, santificarla, eliminar todo lo que puede constituir una traba o un bloqueo, porque a continuación, y gracias a ello, obtenemos la salud, la fuerza, la belleza, el poder, la inteligencia.
En la conferencia sobre las cinco vírgenes prudentes y las cinco vírgenes necias, os he explicado que el aceite del que hablaba Jesús es el símbolo de la vida.2Cuando al hombre no le queda ni una sola gota de vida, su lámpara se apaga y muere. El aceite tiene su correspondencia en todos los aspectos de la vida: para las plantas es el agua, para las criaturas terrestres es el aire, pero para el ser humano, especialmente es la sangre; para los negocios es el oro o el dinero; para un coche la gasolina, etc...
La vida es la materia primordial, el depósito del que surgen cada día nuevas creaciones que se ramificarán hasta el infinito. A partir de esta vida indiferenciada y sin expresión, que está ahí como una simple posibilidad, el Espíritu crea sin cesar nuevos elementos, nuevas formas...
Pero la gente se ocupa de todo menos de la vida; si pensaran realmente en la vida, en protegerla y conservarla en la mayor pureza, tendrían más posibilidades de obtener lo que desean, porque es precisamente esta vida iluminada, clara, intensa, la que puede dárselo todo. Al no poseer esta filosofía derrochan su vida, piensan que por el sólo hecho de estar vivos todo les está permitido. Se dicen: “Puesto que tengo la vida, es necesario hacer algo con ella...” Pero, ¿cuántos consiguen realizar lo que desean? Muy pocos, la mayoría lo derrochan todo. Es necesario tener otra filosofía, saber que vuestra manera de pensar actúa sobre vuestra vida, sobre sus reservas, sobre la quintaesencia de vuestro ser, y que si no pensáis correctamente, lo echaréis todo a perder.
Tomemos un ejemplo: un joven cuyo padre es muy rico, estudia, trabaja y su padre le pasa una pensión. Pero, he aquí que el hijo empieza a hacer tonterías y a malgastar en toda clase de diversiones el dinero que le da su padre. Éste, entonces, le corta la pensión y no le da nada más... ¿Qué falta ha cometido el hijo? Ha cometido la falta más grande, la de comprometer su propia vida, es decir, las condiciones, las energías y las corrientes que el dinero simboliza. Y si nosotros hacemos lo mismo abusando de nuestra existencia como nos parezca, transgrediendo todas las leyes, estamos agotando nuestras reservas y caeremos en la miseria, quizás no en una miseria material o física, pero sí en una miseria interior. La vida es la única riqueza que existe, sea cual sea el nombre que se le dé: riqueza, subvenciones, aceite, energía, quintaesencia, todo es lo mismo, ya que la palabra “vida” puede ser reemplazada por todos estos términos.
Pero los seres humanos se entretienen en malgastar esta vida, corriendo detrás de adquisiciones que no son tan importantes como la vida misma. Trabajan años y años para satisfacer sus ambiciones y un buen día se encuentran agotados y aburridos, hasta tal punto que si pesáramos en una balanza lo que han obtenido y lo que han perdido, nos daríamos cuenta que lo han perdido todo para ganar muy poco. Pero las personas son así: están dispuestas a perderlo todo, ya que nunca se les ha enseñado que es más importante tener salud y alegría – incluso si no se tiene nada más – que conseguir riquezas, de las que no podrán aprovecharse porque antes se habrán agotado persiguiéndolas. Existe un proverbio que dice: “Vale más un perro vivo que un león muerto”, pero hay muchas personas que prefieren ser leones muertos...
Nos falta la verdadera filosofía. Debiera enseñarse a los seres humanos, desde su infancia, a no malgastar su vida para que pudieran consagrarla a un objetivo sublime; ya que de esta manera la vida se enriquece y aumenta en fuerza e intensidad, exactamente como un capital que fructifica. Habéis invertido este capital en un banco, allá arriba, y así, en lugar de malgastarlo y echarlo a perder, el capital va creciendo, y al ser cada vez más ricos, tenéis la posibilidad de instruiros y trabajar mejor. Mientras que entregándoos a los placeres, a las emociones, a las pasiones, echáis a perder vuestra vida, porque todo lo que obtenéis tendréis que pagarlo, y lo pagaréis con vuestra vida. Nunca se obtiene nada sin sacrificar algo a cambio. Como se dice en Francia: no se hace una tortilla sin romper un huevo. Pero yo os digo que sí, que podéis hacerla. Yo conozco el secreto: invertid vuestro capital en un banco, allá arriba, y así, cuanto más trabajéis, tanto más fuertes y poderosos llegaréis a ser. Sí, en lugar de debilitaros os fortaleceréis, porque nuevos elementos se incrustarán en vosotros sin cesar para reemplazar a los que habéis perdido. Pero para que esto ocurra, es necesario que invirtáis vuestro “dinero”, vuestro “capital”, en un banco celestial…
Por esta razón es tan importante que conozcáis la finalidad de vuestro trabajo y para quién lo realizáis, ya que según sea esta finalidad, vuestras energías tomarán una dirección u otra. Si trabajáis para vuestro padre, simbólicamente hablando, no solamente no perderéis nada, sino que os beneficiaréis. Así pues, lo más importante es saber a qué estáis consagrando vuestras fuerzas, en qué dirección trabajáis, ya que vuestro porvenir depende de esto y, en definitiva, podéis empobreceros o enriqueceros.
La mayoría de personas trabajan, a pesar suyo, para un enemigo escondido en su interior que los despoja y empobrece. Un verdadero espiritualista es más inteligente; trabaja y emplea todas sus energías para sí mismo, y es él quien se beneficia. En esto consiste la inteligencia: en saber enriquecerse en lugar de empobrecerse. Y esto no es personal, no es egoísta, sino todo lo contrario.
Decidís, por ejemplo, no trabajar ya para vosotros mismos sino para la colectividad... Sí, pero puesto que estáis ligados a esta colectividad, ya que formáis parte de ella, a la vez que la colectividad mejora y se embellece, esto revierte en cada uno de los individuos que la componen, y en consecuencia en vosotros mismos. Salís ganando porque habéis colocado vuestro capital en un banco que se llama familia, colectividad, humanidad, fraternidad universal, de la que formáis parte. Mientras que cuando trabajáis para vosotros mismos, es decir, para vuestro pequeño ego mediocre, vuestras energías se pierden y no puede sucederos nada bueno. Diréis: “ Sí, sí, ya que trabajo para mí.” No, ya que vuestro ego personal, separado, egoísta, es un abismo, y al trabajar para él lo estáis lanzando todo a este abismo. No se debe trabajar de esta manera. Los individualistas, los egoístas no ven todo lo que podrían conseguir al trabajar para la colectividad; dicen: “Yo no soy tonto, yo trabajo para mí, me las arreglo solo...”, y precisamente de esta manera es como pierden todo su capital.
Al decir colectividad no me refiero únicamente a la humanidad sino también al universo, a todas las criaturas del universo, a Dios mismo. Esta colectividad, esta inmensidad por la que trabajáis es como un banco, y todo lo que hacéis por ella revertirá algún día incrementado en vosotros. Y puesto que este banco, el universo, siempre está realizando formidables negocios y se enriquece sin cesar con nuevas constelaciones, nuevas nebulosas, nuevas galaxias, todas estas riquezas revertirán en vosotros.
Los que trabajan sólo para ellos, en lugar de hacerlo para la inmensidad, en realidad se empobrecen; y como consecuencia nadie piensa en ellos, nadie les ama, ni siquiera su propia familia, porque son demasiado egocéntricos. ¿Por qué tendrían que pensar en ellos, si ellos no han pensado nunca en los demás? Y acaban llenos de amargura, decepcionados, apenados. Pero nunca imaginarán que su filosofía quizás sea errónea... ¡Ah! no, no, ellos tienen razón y los otros son injustos y malintencionados. Ellos merecen, por supuesto, ser amados y ayudados... Merecer, merecer… Pero, ¿qué bien han realizado para merecer nada? Mientras que los que están llenos de amor, de bondad, de abnegación, incluso si al principio son utilizados y se abusa de ellos encontrándolos ingenuos, tontorrones y estúpidos, con el tiempo se verá que verdaderamente son unos seres excepcionales, y un día todo el mundo les recompensará, mimará y amará. Han trabajado para todo el universo y un día recibirán su recompensa... Pero no inmediatamente, por supuesto.
Cuando invertís una suma en un banco, no recibís los intereses al día siguiente; debéis esperar, y cuando más esperáis, tanto más elevados son los intereses. En el terreno espiritual actúa exactamente la misma ley. Trabajáis con mucho amor, con mucha paciencia, con mucha confianza y no obtenéis ningún resultado... No os descorazonéis; si lo hacéis es porque no habéis descifrado correctamente las leyes que rigen vuestra vida cotidiana. Pues sí, es necesario que conozcáis las leyes de la banca y de la administración. Si las conocéis, sabréis que es necesario esperar. Las riquezas os llegarán más tarde, de todas partes, e incluso os será imposible, aunque lo intentéis, huir de ellas. El universo entero hará llover sobre vosotros riquezas extraordinarias porque vosotros mismos las habéis provocado. ¡Así actúa la justicia!
Ved, pues, cuan estúpida es la filosofía egocéntrica. Se fía de las apariencias, pero las apariencias son engañosas. ¡Cuántas veces os lo he dicho! Para descubrir la verdad hay que mirar más allá de las apariencias, ya que lo que en el presente nos parece útil y provechoso, a menudo es perjudicial en el futuro.
Así pues, no malgastéis vuestra vida, no la malgastéis por nada del mundo, ya que nada vale tanto. Evidentemente hay casos excepcionales en que algunos hombres han dado su vida para salvar la de otros o para defender ciertas ideas. Los profetas, los Iniciados que han perdido su vida por una idea, por la gloria de Dios, en realidad no han perdido nada, ya que el Cielo les da, luego, una nueva vida aún más rica y más hermosa, puesto que sacrificaron su vida para hacer el bien. Yo no digo que haya que salvaguardar la propia vida de manera absoluta, no; por supuesto, hay casos excepcionales... pero, en general, el discípulo debe preservar, purificar e intensificar su propia vida, dado que ella es la fuente, la reserva y el punto de partida de todos los sucesivos desarrollos: intelectual, afectivo, estético, etc...
Cuando digo que los seres humanos no se preocupan por la vida, ni trabajan para conservarla, podéis objetar que no es cierto, que todo el mundo procura prolongar su vida. Prolongarla sí, pero no procuran espiritualizarla, purificarla, iluminarla, santificarla, divinizarla. Se intenta prolongar la vida para poder sumergirse más profundamente en los placeres, los tejemanejes y los crímenes. No creáis que los médicos piensan prolongar la vida de los seres humanos para que esta pueda ser consagrada al servicio de la luz o al bien del mundo entero... ¡en absoluto! Así pues, cuando digo que la gente no se ocupa de la vida, tengo razón: la gente no se ocupa de la verdadera vida, es decir, no es capaz de obtener el gozo, la belleza, el poder, la riqueza, la gloria, el conocimiento, sin estropear su vida. Se haga lo que se haga, la gente siempre se las arregla para malgastar su vida.
Si decidís trabajar exclusivamente en embellecer vuestra vida, intensificarla, purificarla y santificarla, aumentaréis todas vuestras facultades. Porque esta vida, al ser pura y armoniosa, establecerá contacto con otras regiones donde actuará sobre otras muchas entidades que acudirán inmediatamente a ayudaros, a inspiraros. Así pues, indirectamente es la vida la que se encarga de aportaros el resto, pero únicamente si es pura y armoniosa.
El día en que comprendáis que lo esencial reside en la manera de vivir, recibiréis todo lo que hayáis deseado, incluso sin tener que pedirlo. Por esta razón me gustaría deciros exactamente lo contrario de lo que dijo Jesús: “No pidáis y recibiréis... No busquéis y encontraréis... No llaméis y se os abrirá...” Sí, pero, ¿cuándo? Cuando viváis una vida divina. ¡Ahí está! Y un día lo encontraréis escrito en el nuevo Evangelio, porque Jesús también pensaba así, pero no pudo decirlo ya que en la época en la que hablaba la gente no hubiera podido comprenderle. Si volviera ahora diría: “Vivid una vida divina y no pidáis nada. ¡Lo tendréis todo!” ¿Por qué? Porque al vivir esta vida divina, ya estáis dando y, en consecuencia, recibís. E incluso sin expresar ningún deseo, no importa, el Cielo os colma de beneficios.
1“Y me mostró un río de agua de viva “,Parte III, cap. 1: “ El sistema de los seis cuerpos “.
2Nueva luz sobre los Evangelios,Col. Izvor nº 217, cap. IX: “ La parábola de las cinco vírgenes prudentes y de las cinco vírgenes necias “.
II
El día en que hayáis aprendido a emanar la vida para recibir sus revelaciones y que ella os abra todas sus puertas, sabréis por fin, en qué consiste. Por esta razón, trabajad primero en intensificar y hacer fructificar la vida, ya que esto puede producir fenómenos de la más alta magia sobre los corazones, sobre las almas, sobre las inteligencias, sobre las entidades, sobre las fuerzas de la naturaleza e incluso sobre los objetos del mundo físico. Sí, está llegando el momento en que todo el mundo comprenderá hasta qué punto es lamentable malgastar toda una eternidad de esplendor a cambio de una existencia mediocre basada en comer, beber, dormir y correr de un lado a otro para satisfacer nuestros deseos. Decidme sinceramente: ¿creéis que esto es inteligente?
Si los Iniciados han conseguido obtener el equilibrio, la paz y todas las bendiciones, es porque se han ocupado de la vida, porque han comprendido que la magia más poderosa se encuentra únicamente en ella y en ningún otro lugar. Sí, la vida puede comunicar vida, no existe una magia más grande: animar a otros seres, estimularlos, exaltarlos y resucitarlos. El que no haya comprendido esta verdad, está destruyendo las raíces de su propia existencia. ¡No sabrá nunca en qué consiste la verdadera vida!
¿Por qué coméis tres veces al día e incluso cuatro? Coméis, bebéis y a continuación trabajáis, leéis, etc. Pero, ¿por qué coméis antes? ¿Es que comiendo os instruís o trabajáis? No, pero al comer, introducís la vida en vuestro interior, y cuando ésta empieza a infiltrarse, va regando las células de los brazos, de las piernas, de las orejas, de la boca, del cerebro... etc., que reciben estas energías. De esta manera las piernas pueden correr y conseguiréis el primer premio en la carrera. Los brazos pueden golpear, y si sois boxeador o algo parecido, ya está, ¡otro premio! A continuación habláis y vuestra lengua parece una ametralladora. ¡Nuevamente conseguís una victoria!... Y lo mismo ocurre con los oídos, el cerebro, con todo. Pero si no habéis comido no podéis correr, ni golpear, ni hablar. Así pues, como podéis ver, una vez la habéis introducido en vuestro interior, la vida se encarga de visitar vuestras células, reforzarlas, estimularlas y todas vuestras facultades se despiertan. De manera que en la base encontramos la vida que anima y alimenta a todo el organismo.
De la misma manera, la vida puede ponernos en contacto con el mundo divino. He llegado a esta conclusión observando lo que ocurre en la vida cotidiana. No invento nada, sois vosotros quienes no sabéis observar. Vuestros ojos pueden ver y vuestros oídos pueden oír porque previamente habéis comido. No comáis durante varios días y no veréis ni oiréis tan bien. Cuando falta la vida, aparecen carencias de todo orden... Pero si conseguís que la vuestra llegue a ser luminosa, pura y espiritual, se os abrirán otros oídos, otros ojos: en ese momento empezaréis a oír y a ver en el plano invisible, veréis las leyes, las verdades, las correspondencias... Los verdaderos Iniciados no estudian en los libros, sino que descubren en el mundo invisible realidades que son todavía desconocidas para los filósofos y los sabios. Las perciben porque poseen esta vida superior que anima a sus cuerpos sutiles. Es ella la que se encarga de hacerles revelaciones. El único requisito es poseer esta vida.
Mucha gente dice: “Pero yo estoy vivo, estoy vivo... como, bebo, hago negocios.” No, esta gente no vive, se contenta con vegetar, no saben todavía lo que significa vivir. Porque la vida tiene varios grados, infinidad de grados. Por esta razón, Jesús decía: “Yo he venido para que tenganvida, y para que la tengan en abundancia.”3