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El ayuno como ofrenda a Dios
El ayuno como ofrenda a Dios es propio de los hombres y no de los ángeles. He sido invitado a hablaros sobre la utilidad del ayuno. También Dios nos invita, y el tiempo mismo nos apremia. Esta práctica, esta virtud del alma, esta pérdida de la carne y ganancia del espíritu los ángeles no se la pueden ofrecer a Dios. En efecto, allí en el cielo todo es abundancia y seguridad sempiterna; y por eso no hay defecto alguno, porque todo el amor es hacia Dios. Allí Dios es el pan de los ángeles, y Dios se hace hombre para que el hombre coma el pan de los ángeles1. Aquí en la tierra, todas las almas, que tienen una carne terrena, sacian sus vientres de la tierra; allí los espíritus racionales, gobernando a los cuerpos celestes, llenan de Dios sus mentes. Tanto aquí como allí hay alimento, pero el alimento de aquí, cuando nutre, se acaba, y llena el vientre de modo que él se disminuye; en cambio, el alimento de allí, a la vez que llena, permanece igualmente entero. De este alimento Cristo nos ha indicado que tengamos hambre, cuando dice:
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
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Veröffentlichungsjahr: 2023
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Ayuno y tentación
a) CRISTO, DEFENSA EN LA TENTACIÓN
1. Lección de la Victoria de Cristo ¿Por qué clama e] Señor diciendo: Desde el cabo de la tierra clamo a ti cuando se angustia mi corazón?' (Po. 60 3) Cristo habla en nombre de toda su Iglesia, que, repartida por todo el mundo, vive en medio de gran gloria y de grandes tentaciones. Peregrinos somos y, por lo tanto, sufrimos en el camino; luchadores que no son coronados hasta después de la victoria. Por eso, Cristo se angustia en nombre nuestro y pide que no le abandonemos, porque quiso prefigurarnos en su cuerpo a nosotros, que somos cuerpo suyo, y por ello murio para resucitar después. Uno de los momentos en que tomó nuestra persona fue cuando quiso ser tentado en el desierto. '"Cristo era tentado por el diablo y en Cristo eras tentado tú, porque Cristo tomó tu carne y te dió su salvación, tomó tu mortalidad y te dió su vida, tomó de ti las injurias y te dió los honores, y toma ahora tu tentación para darte la victoria. Si fuimos tentados en El, vencimos también al diablo en El. ¿Te fijas en que Cristo es tentado y, sin embargo, no consideras su triunfo? Mírate a ti tentado en El y conócete a ti vencedor en El. Pudo impedir al demonio que se le acercara, pero, de no ser tentado, no te hubiese dado la leccion de la victoria.