Buscando pareja - Heather Macallister - E-Book

Buscando pareja E-Book

Heather Macallister

0,0
2,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

La ciudad entera parecía convencida de que Autumn Reese había nacido para casarse con Clayton Barnett, y a Autumn esa certeza empezaba a resultarle francamente molesta. Sin embargo, no encontraba la forma de disuadirlos de lo contrario y estaba segura de que los rumores no cesarían hasta que cada uno encontrase su pareja Sin embargo, no les resultó nada fácil conseguir una cita, por lo que decidieron que Clay solicitara los servicios de una agencia matrimonial. Cuando empezaba a creer que el problema estaba solucionado, descubrió que ver a Clay saliendo con otras mujeres tampoco le hacía ninguna gracia, y Autumn tuvo que plantearse si su hombre ideal no sería aquél del que llevaba apartándose tanto tiempo...

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 142

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



 

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.

Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.

www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47

 

 

Editado por Harlequin Ibérica.

Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 1998 Heather MacAllister

© 2021 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.

Buscando pareja, n.º 1425 - julio 2021

Título original: Hand-Picked Husband

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial.

Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Jazmín y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia.

Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited.

Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.:978-84-1375-863-3

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.

Índice

 

Créditos

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Si te ha gustado este libro…

Capítulo 1

 

 

 

 

 

FACSIMILE

A: Nellie Barnett, Golden B Ranch.

De: Debra Reese, Reese Ranch.

Querida Nellie:

Que yo sepa, Autumn no tiene pensado retomar sus estudios de derecho este año. No estaría mal que le des un empujoncito a tu hijo para que venga a verla. Ella no puede esperarlo toda la vida… Pasaremos la Noche Vieja en el Hotel Menger.

¡Feliz año!

 

 

FAX

A: Debra Reese, Reese Ranch.

De: Nellie Barnett, Golden B Ranch.

Querida Debra:

Ya le he dado un empujoncito. Clay pasará la noche con unos amigos. ¡Feliz año!

 

 

AUTUMN Reese disimuló un bostezo y le pidió otra taza de café al camarero. ¿Por qué tenía que comenzar sus actividades el día de Año Nuevo el Comité para la Subasta de Cerdos de San Antonio?

–Anima esa cara, cariño. Ha venido Clayton.

–Lo único que puede reanimarme es otra taza de café.

–La gente nos está mirando –dijo Debra Reese sin dejar de sonreír–. No puedes seguir fingiendo que no has visto a Clay sin que no empiecen a murmurar.

–Siempre hay murmuraciones.

Mientras su madre movía una mano para saludar a Clayton Barnett, el vecino más próximo a su vaqueriza, Autumn esbozó una sonrisa diplomática y luego sonrió con sinceridad al camarero, el cual avanzaba entre las mesas del Hotel Menger con una cafetera.

–¡Clay! –lo llamó la madre en voz alta–. Te hemos reservado un sitio.

–¿Y si no quiere sentarse aquí, mamá? –protestó Autumn.

–¿Dónde iba a querer sentarse si no? –replicó Debra.

El resto de la comunidad pensaba igual que su madre. Por alguna razón, se había decidido que Clay y ella estaban hechos el uno para el otro. Y no había más que hablar.

Autumn vio a Clay acercarse. Habían crecido juntos, o todo lo juntos que viven los vecinos de dos vaquerizas de Texas. No es que tuviera nada en su contra. Se había convertido en un hombre atractivo y era buena persona. ¿Pero tenía que compartir el resto de su vida con él simplemente por eso?

–Buenos días, Autumn –la saludó el camarero, coincidiendo con la llegada de Clay.

–¡Clay! –exclamó la madre–. No te veía desde navidades.

–La semana ha pasado volando –comentó Autumn con ironía, mientras acercaba su taza a la cafetera del camarero.

–Deja la cafetera. Yo serviré –le dijo Clay al camarero, al tiempo que tomaba asiento.

El camarero se retiró y, después, Clay llenó la taza de Autumn. El café estaba fuerte, muy rico y muy caliente. Le echó un sobre de crema, en parte por el sabor y en parte para enfríar la bebida. Luego dio un buen trago y deseó que Clayton bebiera directamente y se quemara la lengua… como sucedió a la postre.

–¡Qué rico! –exclamó Clay, disimulando y lanzándole una mirada asesina a Autumn.

–Creo que anoche tuviste que asistir a una fiesta, ¿no, Clay? – terció la madre.

–Sí –respondió él–. Si hoy nos hubiéramos reunido para desayunar temprano, podría haberme librado; pero como al final hemos quedado a las once, no tenía excusa para ausentarme –añadió.

–Al menos tenemos mucho más público –replicó Autumn, responsable de tal retraso–. No tiene sentido hacer madrugar a la gente al día siguiente de Noche Vieja. Así se puede dormir un poco y terminamos antes de que empiece la jornada liguera de rugby.

–Tampoco hacía falta levantarse tarde… salvo que la fiesta estuviera muy animada y uno se acostase a las tantas –Clay sonrió.

Autumn dio un sorbo a su café. No había podido quedar con ningún hombre para celebrar la Noche Vieja, pues todos los solteros habían dado por sentado que Clay sería su pareja.

–Mamá y yo oímos tu fiesta –comentó por fin.

–Aunque estábamos despiertas –agregó Debra.

Dado que ésta y Autumn formaban parte del Comité, ambas habían pasado la noche en el Hotel Menger, encargadas de la decoración del local, repleto de globos de todos los colores.

–Perdón si hicimos un poco de ruido. Seth, Peth, Luke y yo nos vemos muy de tarde en tarde. Teníamos muchas cosas de que hablar.

–Bueno, pues cuéntanos las novedades –propuso Debra.

–Eh… Seth y Claire acaban de tener un niño, y Luky y Livie otro.

–¡Bebés! –exclamó Debra, tras exhalar un sentido suspiro. Autumn se puso tensa. No quería hablar de bebés. Y menos delante de Clay–. Recuerdo cuando vosotros erais dos renacuajos, siempre gateando y moviéndoos. Tú estabas muy gordita, Autumn.

–Muchas gracias, mamá –repuso la hija.

–Pero salta a la vista que ya no lo estás, ¿verdad, Clay?

Por suerte, los camareros irrumpieron en la conversación y les sirvieron una bandeja con huevos, salchichas, jamón, patatas asadas y pastas de té, antes de que Clay pudiera responder.

Autumn tomó aire y echó mano a las pastas.

–Engordará si se come toda la bandeja –dijo Clay por fin.

–¿Cómo va a comerse toda la bandeja? ¡Con todas las pastas que hay! –terció Debra, mientras se extendía mermelada en una tostada. Autumn tragó la pasta que tenía en la boca, pero no le supo ni la mitad de bien. Luego tuvo que soportar los halagos de su madre, expresados con el propósito de impresionar a Clay–. Autumn, lo de retrasar la hora del desayuno ha sido una idea genial.

Clay enarcó una ceja y descubrió a la responsable del cambio horario.

–Gracias, mamá.

–Ha trabajado mucho, Clay.

–La comida está estupenda –dijo éste.

Autumn no había tenido nada que ver con la comida. La habían encargado a los cocineros de un hotel, que llevaba ofreciendo el mismo menú desde hacía años. Nada de lo cual era ignorado por Clayton, por supuesto.

–Y la decoración ha quedado fantástica –prosiguió Debra, sin advertir el intercambio de miradas entre Autumn y Clay–. La jornada inaugural es muy importante, porque influye en el ambiente de la Subasta de Cerdos. Para mí es un honor que le pidieran formar parte del Comité. Estoy muy orgullosa de ella.

–Se lo merece –aseguró Clay–. Nadie infla los globos como Autumn.

–Mamá me ayudó –advirtió Autumn, que no quería que su madre se viera afectada por el fuego cruzado que se estaban disparando.

–¿Se encargó usted de las pastas, señorita Reese? –se interesó él.

–No, no. Autumn…

–¿Autumn las cocinó? –interrumpió Clay, asombrado.

–No –intervino la hija–. Yo encontré la pastelería donde las hemos comprado.

–¡Vaya! –exclamó Clay, relajado–. ¡Qué… buena idea! –añadió, después de descartar la palabra «alivio», la cual acalló por respeto a Debra. La incapacidad culinaria de Autumn era conocida por todos.

Por suerte, los actos formales comenzaron a continuación. Autumn le dedicó una gélida sonrisa a Clay, corrió la silla y se dirigió a la tribuna.

–Estoy encantado de veros a todos esta mañana, en la inauguración del Comité para la Subasta de Cerdos –arrancó Fred Chapman, que llevaba un cinturón de hebilla de oro, que lo distinguía como el mejor comprador de la anterior edición–. Pero antes de que empecemos a asignar los grupos para la recaudación de donativos, quiero recordar que un porcentaje del dinero que se obtenga en la subasta irá destinado a la educación de nuestros hijos. El año pasado recaudamos…

Como Autumn ya sabía cuánto dinero se había obtenido el año anterior, dejó de escuchar mientras Fred proseguía con su presentación. Durante el siguiente mes, ella y su equipo, Besos y Puercos, recorrerían San Antonio para convencer a los dueños de todas las tiendas y empresas de que realizaran alguna donación para la subasta.

Clay haría lo mismo, y Autumn estaba decidida a juntar más dinero con Besos y Puercos que el grupo de él, Los Mejores Cerdos.

La reunión no se alargó, ya que los hombres querían llegar a casa a tiempo para ver los partidos de rugby del día de Año Nuevo. Finalizado el discurso de Fred, la multitud hizo cola para confirmar su pertenencia a un grupo u otro, y la madre de Autumn se retiró a hablar con unas amigas.

–Deberías rendirte ya, Autumn –murmuró una voz familiar, junto a su oreja.

–Tú sueña, Clay, porque sólo en sueños lograrás ganarme –replicó ella. Clay rió, pero su carcajada sonó cansada–. Tienes un aspecto espantoso; ¿te encuentras tan mal como pareces? –lo atacó Autumn.

–Probablemente –respondió Clay mientras se pasaba una mano por la barbilla, mal rasurada.

–Entonces será mejor que llame a una ambulancia.

–No hará falta mientras no me coma nada que hayas cocinado.

–Tienes que estar agotado para recurrir a esa pulla –advirtió Autumn.

–Es que no te he visto mucho últimamente. Supongo que estoy desentrenado –Clay esbozó una sonrisa e introdujo las manos en los bolsillos–. ¿Qué tal os va a tu madre y a ti?

Autumn miró en derredor hasta localizar a Debra, la cual se hallaba junto a sus amigas.

–Está mucho mejor. Son las segundas navidades desde que papá murió y se le está haciendo mucho menos duro que el año pasado.

–Echo de menos a tu padre –afirmó Clay–. Todos lo echamos de menos.

–Sí –Autumn desvió la mirada, pues aún se le empañaban los ojos al pensar en su padre y no quería que Clay la viese llorar.

–Y… ¿has pensado en volver a la universidad? –quiso saber éste.

–Puede que este verano –contestó mientras llegaban hasta Jackie Dutton, la cual atendía en la mesa de inscripción.

–Hola, Autumn… Clay. Voy por vuestras huchas –dijo Jackie. Luego, después de traer las del equipo de Clay, añadió–. No veo tu nombre en su equipo. Lo siento, Autumn. No sé qué puede haber pasado.

–Es que no estoy en el equipo de Clay –la informó Autumn, cuando fue obvio que él no iba a abrir la boca.

–¿No eres de Los Mejores Cerdos? –preguntó Jackie con incredulidad.

–Se arrepentirá de no estar con nosotros –la pinchó Clay.

–Estoy con Besos y Puercos –explicó Autumn.

–Pero entonces… ¿no estáis en el mismo equipo?

–¿Algún problema? –intervino una mujer rubia, que atendía junto a Jackie.

–Clay y Autumn están en equipos diferentes.

–¡Ordenadores! –suspiró la rubia–. No te puedes fiar de ellos.

–No, no. No hay ningún error –Autumn se obligó a sonreír–. Es que no nos hemos apuntado en el mismo equipo.

–¿Por qué no? –preguntaron las dos mujeres al unísono.

«Porque no somos pareja, nunca lo hemos sido y nunca lo seremos. ¿Es que no os entra en la cabeza?», quiso responder Autumn.

–Porque este año competimos chicas contra chicos –aclaró Clay con sencillez–. Los hombres de Los Mejores Cerdos contra las mujeres de Besos y Puercos. Bueno, si no necesito nada más, supongo que te veré más adelante –se despidió.

A Autumn le molestó que la respuesta de Clay no desmintiera la creencia generalizada de que ambos acabarían casándose.

–¡Qué guapo es! –exclamó Jackie después de suspirar–. Tienes mucha suerte, Autumn.

–Clay y yo no somos novios –replicó ella, exasperada.

–Ni falta que hace. Ya tendréis tiempo de comprometeros formalmente –contestó Jackie, mientras le entregaba a Autumn las huchas de su equipo.

Se rindió, agarró las huchas y se fue en busca de su madre… de lo cual se arrepintió. Era evidente que ésta y sus amigas habían estado mirándolos mientras Clay y ella hacían cola. Autumn saludó y se preparó para lo inevitable:

–Autumn, tu madre dice que todavía no habéis fijado una fecha – comentó una mujer canosa y sonriente.

–Es que no vamos a fijar ninguna fecha –espetó Autumn.

–¿No vais a emanciparos? –preguntaron varias mujeres, estupefactas.

–Clay y yo no somos novios.

–Bueno, no oficialmente –intervino Debra, la cual palmeó el brazo de su hija.

–Ni de ninguna otra manera –insistió Autumn.

–Así que vas a esperar a terminar tus estudios de Derecho –dijo la mujer canosa–. Me parece muy inteligente.

Todas las amigas asintieron. Luego sonrieron de tal forma, que Autumn supo que Clay estaba cerca.

Milagrosamente, éste pasó de largo sin dirigirle la palabra; pero Autumn tuvo que soportar las miradas curiosas:

–Hemos hecho una apuesta, a ver quién recolecta más dinero –explicó ella, sujetando sus huchas–. Por cierto, ¿con cuánto quiere contribuir, señora Perry?

 

 

FACSIMILE

A: Nellie Barnett, Golden B Ranch.

De: Debra Reese, Reese Ranch.

Nellie, querida, ¿te diste cuenta de que Autumn y Clay no están en el mismo equipo? Creo que él no se lo ofreció. Por cierto, Autumn no ha hablado del Baile de los Compradores. Aunque sé que Clay irá con ella, sería bonito que la invitara formalmente. No queremos que surja ningún malentendido, ¿verdad?

Deb.

 

 

FAX

A: Debra Reese, R. Ranch.

De: Nellie Barnett, Golden B.

Debra, querida, Clay no pudo ofrecerle a Autumn que formase parte de su equipo, porque ella ya había formado el suyo. Por cierto, también le podía haber pedido Autumn que él estuviera en su equipo.

Nel.

 

 

Durante las siguientes dos semanas, Autumn y su equipo se pusieron en contacto con los comercios de San Antonio. Igual que Clay. Él consiguió donaciones más cuantiosas, pero no tantas como ellas. La estrategia de Autumn consistía en obtener cantidades modestas de establecimientos pequeños, como tiendas de ropa o centros de belleza.

–Mamá, creo que ya hemos entrado en todos los locales de San Antonio –dijo Autumn–. Y el grupo de Clay sigue por delante –añadió mientras hojeaba el periódico del sábado, en busca de algún sitio que se anunciase y hubiesen pasado por alto.

–Autumn, ¿no has pensado… que no deberías esforzarte tanto por vencer a Clay? –replicó Debra, elevando la vista por encima del suplemento.

–¿Me estás diciendo que debería dejarle ganar?

–No, dejarle ganar no –contestó Debra–. Simplemente, no derrotarlo.

Lo que venía a ser lo mismo.

–Ni hablar.

–Los hombres tienen su orgullo.

–¿Y yo qué tengo?

–Un hombre no, que yo sepa.

–¿Y bien?

–Autumn, no animas a Clay en absoluto. Si fuera otro hombre, pensaría que no estás interesada en él. Aunque las cosas estén claras, no deberías darlo todo por sentado.

–Tampoco él me anima a mí –repuso Autumn–. Creo que es él el que no está interesado.

–No digas tonterías –Debra regresó al suplemento–. Te ha esperado todo este tiempo.

–Sí, ya me he enterado de la mujer que invitó a casa el día de Acción de Gracias mientras me esperaba.

–Cariño, es un hombre muy atractivo. No puedes pretender…

–Mamá –interrumpió Autumn, para cambiar de conversación–. ¿Alguna vez has oído hablar de la agencia matrimonial La Rosa Amarilla? – preguntó, indicando con un dedo un pequeño anuncio del periódico.

–¿Una agencia matrimonial? Eh… supongo que será la empresa de la señora Eden y su nieto. ¿Por qué?

–Porque todavía no les he pedido un donativo –contestó, al tiempo que doblaba el periódico, tomaba su bolso y consultaba la hora–. Si me doy prisa, todavía puedo pasarme por allí y llegar a la reunión a tiempo –añadió, en alusión al encuentro que tenían, para ver los progresos de cada equipo.

 

 

FACSIMILE URGENTE

A: N. Barnett.

De: D. Reese.

¡Nellie! ¡Autumn cree que Clay no está interesado en ella! He intentado convencerla de que no es así, pero la invitación de tu hijo a esa mujer el día de Acción de Gracias no resulta de mucha ayuda.

 

 

FAX

A: Debra Reese.

De: Nellie Barnett.

Debra, te repito que Kristin sólo es una vieja amiga del colegio. Deja de preocuparte.

N.

Capítulo 2

 

 

 

 

 

FACSIMILE

A: N. Barnett, Golden B.

De: D. Reese, Reese Ranch.