Cándido Bareiro - Luis Verón - E-Book

Cándido Bareiro E-Book

Luis Verón

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Beschreibung

Este libro es la biografía de uno de los primeros diplomáticos paraguayos formados en Europa, que al final del conflicto una polémica porque se entregó a los aliados. Luis Verón presenta los diversos aspectos de la vida de Cándido Bareiro, buscando dar luz sobre su personalidad y activa labor política en los primeros años de la posguerra.

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Luis Veróncándido bareiroEl incomprendidocolecciónprotagonistas de la guerra guasu grupo editorial atlas

Prólogo

Cándido Bareiro fue un hombre relevante y polémico que tuvo una destacada actuación en los acontecimientos de la Guerra Guasu, cuyo prestigio y liderazgo se incrementaron en la posguerra. Fue uno de los primeros becarios a Europa por su parentesco con la familia López, además de sus méritos académicos. Sirvió al país durante el conflicto como diplomático, siendo destacada su labor en tal sentido. Luego se cernió sobre él un manto de duda en cuanto a su lealtad a la causa paraguaya.

En este sentido, Luis Verón acercará al lector informaciones sobre la labor que desempeñó en los diversos cargos públicos que ejerció hasta que la muerte lo encontró en aquel setiembre de 1880 ocupando la presidencia de la República.

Incluso su sucesión presidencial no estuvo exenta de polémica, así como varios acontecimientos acaecidos durante el periodo que ejerció como primer magistrado de la Nación.

Este libro permite al lector conocer a un protagonista de la Guerra Guasu que, junto con la actuación de los demás, fue construyendo su propio destino y el de toda una nación.

Herib Caballero Campos Abril de 2020

capítulo i

Presidencia de la República del Paraguay

Asunción, 4 de setiembre de 1880.

Habiendo fallecido el presidente de la República, don Cándido Bareiro, y siendo un deber tributar los honores fúnebres debidos a tan ilustre y benemérito ciudadano;

el presidente provisorio de la República

ha acordado y

Decreta:

Art. 1.o. La bandera nacional se mantendrá izada a media asta en todo el día de mañana, y continuarán los disparos de cañón de media en media hora desde la salida hasta la puesta del sol.

Art. 2.o. Nómbrase una comisión compuesta de los señores presidente del Superior Tribunal de Justicia, presidente de la Cámara de Diputados y vicepresidente 2.º del Senado, para que asociados del señor ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, se constituyan a la casa mortuoria y soliciten la traslación del cuerpo del finado señor presidente a la casa de Gobierno.

Art. 3.o. Queda designado para este acto el día de mañana a las siete a. m., debiendo hacer el acompañamiento una guardia de honor con las reglas de ordenanza.

Art. 4.o. Queda encargado el señor ministro del Interior para dirigir una invitación especial a los miembros del poder legislativo y judicial a fin de que se sirvan concurrir a las expresadas ceremonias fúnebres.

Art. 5.o. Los empleados civiles y militares quedan invitados a asistir a todas las ceremonias fúnebres y llevarán luto durante tres días.

Art. 6.o. Ofíciese al ilustrísimo señor obispo de la Diócesis para que se sirva disponer todo lo concerniente a los oficios de la iglesia.

Art. 7.o. Diríjase por el ministerio del Interior, a la señora viuda del finado presidente, una carta de pésame en nombre del Poder Ejecutivo.

Art. 8.o. Comuníquese, publíquese y dése al R. O.

Bernardino Caballero

Pedro Duarte

Juan A. Jara

José S. Decoud

Así culminaba la vida de Cándido Pastor Bareiro Caballero, uno de los principalísimos actores de la guerra y la posguerra que nuestro país sostuvo con los países vecinos durante más de un lustro en el siglo xix.

Su vida estuvo siempre ligada a la polémica. Su misma actuación como diplomático en Europa durante el conflicto no estuvo exenta de ella. Su muerte también tuvo ribetes llamativos.

En 1878 fue electo presidente de la República para ejercer el tercer periodo constitucional, secundado por Adolfo Riquelme. Cuando este debió sucederle a su muerte, un coup d’État palaciego encabezado por el general Bernardino Caballero lo impidió asumiendo la presidencia en forma provisoria.

Cándido Pastor Bareiro fue uno de los hombres más influyentes en la posguerra contra la Triple Alianza, el más sangriento y prolongado conflicto bélico internacional que soportó el suelo americano en la segunda mitad del siglo xix.

Protagonista del periodo de posguerra, en que la República fue devorando a los hombres que surgieron a su amparo y podemos aventurar que fue tanto o más trágica que el lustro del conflicto.

Bareiro es una figura de nuestra historia en cuyo recuerdo, muchas veces, la pluma de los historiadores rezuma hiel cuando escriben su nombre. Muchos no le escatiman injurias y epítetos. Casi nadie ha estudiado su carácter o, mejor dicho, su admirable y persistente falta de carácter, a pesar de que los acontecimientos lo llevaron a desarrollar un papel destacado en los hechos políticos de aquel trágico periodo histórico.

capítulo ii

Entorno Familiar

Cándido Pastor Bareiro Caballero fue miembro de una de las principales familias del país. Fue hijo del matrimonio conformado por Luis Bareiro Montiel y Felipa Dolores Caballero Mayor (del lado materno era nieto del prócer de la independencia nacional Pedro Juan Caballero y de Juana Mayor Viana).

Era sobrino del presidente Francisco Solano López Carrillo, pues la madre de este, Juana Paula Carrillo Viana, era prima de su abuela. Nació en Luque y fue bautizado el 27 de octubre de 1833. Sus hermanos fueron Anuncia Bareiro Caballero, casada con Isidoro Ortiz; Luis Nicanor Bareiro Caballero, casado con Encarnación Pereira Oscariz, y Juana Susana Bareiro Caballero.

Estuvo casado con Atanasia del Carmen Escato Peña Hurtado de Mendoza, de cuya unión nació un hijo, el poeta y político Francisco Luis Bareiro Escato.

Atanasia del Carmen Escato Peña nació en Asunción el 3 de mayo de 1845. De sólida formación cultural, se destacó como escritora y fue colaboradora de periódicos de su época. Falleció en Buenos Aires, Argentina, el 1 de noviembre de 1912.

El hijo de ambos, Francisco Luis de la Trinidad Bareiro Escato, nacido en Asunción el 13 de julio de 1877, fue un reconocido poeta, periodista y político. Llegó a ser intendente municipal y ministro de Hacienda; falleció en Buenos Aires, Argentina, en 1930.

capítulo iii

Formación Escolar

Una de las preocupaciones del gobierno de don Carlos Antonio López fue la educación superior de la juventud paraguaya y el impulso dado al desarrollo cultural de la sociedad. Con el propósito de en un futuro enviar a jóvenes a educarse en centros de altos estudios europeos, primero se preocupó de crear centros educativos donde estos se prepararan adecuadamente para recibir una educación esmerada. Para ello, el Gobierno creó la Escuela de Matemáticas, el 1 de octubre de 1853 y, en 1856, el Aula de Filosofía, dirigido por el español Ildefonso Bermejo, donde se formó una cincuentena de jóvenes estudiantes, quienes a su vez se convirtieron en redactores de la revista Aurora, una de las primeras de carácter cultural del país.

La Escuela de Matemáticas inició su actividad teniendo como alumnos a Pedro Gill, José María Mazó, Luis Báez, Claudio Astigarraga, Eloy Laguardia, Ángel Fernández, Francisco Candia, José Félix Caminos, Timoteo Arce, Joaquín Mendoza, Manuel José Giménez, Vicente Giménez, Juan de la Cruz Giménez, José Dolores Valiente, José de la Cruz Fernández, Dejesús Espínola, Eduardo Cádenas, Fidel Silva, Martín González, Indalecio Benítez, José Tomás Astigarraga, Policarpo Valdovinos, Eulogio Mazó, Aniceto López, Escolástico Legal, Regalado Moreno, Juan Andrés Olavarrieta, Dionisio Pintos, Nicolás Espínola, Luis Gómez, José Tomás Chaparro, Felipe Duarte, Daniel Aquino, Tomás Acosta, Pablo José Llanos, Miguel Haedo, José Benito Escabriza, Regis Neronis, Máximo Marín, Sebastián Días, Adriano Morales, Crisóstomo Centurión, Andrés Espínola, Deogracia Lugo, Serapio Candia, Gerónimo Silva, Zenón Notario, Natalicio Talavera, Ildefonso Pando, León Ignacio Villalba, Gaspar López y Cándido Bareiro.

Según el escritor uruguayo José Sienra Carranza, quien lo conoció en los primeros años de la posguerra de la Triple Alianza, Bareiro estaba “dotado de claro talento, de una ilustración nada vulgar, de un exterior sencillo y simpático”.

Por su parte, algún tiempo después, el periódico bonaerense La Libertad lo consideraba “de notable familia, que cuidó con esmero su educación enviándolo a Londres, donde terminó sus estudios”. Conviene recalcar que integró la nómina de jóvenes becarios enviados por el Gobierno.

Antes de ingresar a la Escuela de Matemáticas, fue alumno del colegio que dirigía el maestro argentino Juan Pedro Escalada.

capítulo iv

Becario en Europa

Desde los primeros años del gobierno del presidente Carlos Antonio López hubo la intención de enviar a jóvenes a formarse en países europeos. Pasaron varios años hasta que ese propósito tuvo lugar.

Recién en el último lustro de su gobierno se concretó el envío de una pléyade de jóvenes a estudiar en centros de formación superior en varios países de Europa. Así, el 2 de junio de 1858, zarpaba del puerto de Asunción el vapor Río Blanco, en el que viajaron 16 entusiastas jóvenes paraguayos que el Gobierno enviaba para educarse y formarse en diferentes disciplinas. De estos, cinco fueron sacados del Aula de Filosofía y los demás, de las diferentes escuelas e institutos que funcionaban entonces en Asunción.

Los cinco primeros fueron designados para estudiar derecho diplomático y administrativo y los otros, ingeniería mecánica.

La lista de aquellos 16 jóvenes incluía a Cándido Bareiro, Andrés Maciel, Gerónimo Pérez, Juan Crisóstomo Centurión, Gaspar López, Gregorio Almirón, Manuel Figueredo, Escolástico Ramos, Raimundo Meza, Vicente Portillo, Tomás Astigarraga, De la Cruz Giménez, Manuel Espínola, Julián Ríos, Desiderio Trujillo y Eduardo Zavala. Posteriormente, habrían sido enviados otros más, como Gregorio Benites, Miguel Palacios, Cayo Miltos y Juan Bautista Delvalle.

Muchos de estos jóvenes —los que no sucumbieron en la guerra a su regreso— fueron destacados protagonistas de la reconstrucción nacional, algunos como importantes funcionarios, parlamentarios, ministros y hasta presidentes, como Cándido Bareiro.

En carta del ministro de Guerra Francisco Solano López a los agentes comerciales ingleses, hermanos Blyth, del 1 de enero de 1858, solicitaba a dichos agentes hacerse cargo de la educación de los mencionados jóvenes. Por medio de esa correspondencia se puede tener la información detallada de las carreras a cursar por los becarios: “Los jóvenes Cándido Bareiro, Andrés Maciel, Gerónimo Pérez, Crisóstomo Centurión y Gaspar López se destinan al estudio de diferentes ramos de administración, que más tarde se fijarán con especialidad para cada uno y con tal objeto se servirán ustedes colocarlos en un colegio en que deberán perfeccionar los estudios preliminares y al mismo tiempo de aprender el inglés, podrán también aprender el francés, alemán e italiano”.

Los otros jóvenes, como Gregorio Almirón, Manuel Figueroa, Escolástico Ramos, Raymundo Meza, Vicente Portillo, Tomás Astigarraga, De la Cruz Giménez, Manuel Espínola y Julián Ríos “se destinan al estudio de ingenieros mecánicos, técnicos prácticos, deseando que ellos aprendan la práctica en los establecimientos de ustedes, pero si por alguna consideración esto no pudiera tener lugar, recomiendo a ustedes quieran darme la mejor colocación posible, en el interés de abreviar el tiempo de sus cursos y poder volver a su país a prestar servicios que de ellos tiene derecho a esperar”.

“El joven Desiderio Trujillo —dice la carta— tiene algunos principios prácticos de construcción naval, en que ha demostrado buena disposición y se le destina a la misma profesión a que deberá dedicarse teórica y prácticamente”. Con respecto al “otro, Eduardo Zavala, se destina a la ebanistería naval de que también tiene algunos rudimentos. Los gastos que demandan la colocación y enseñanza de jóvenes que van nombrados serán por cuenta de mi gobierno”.