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"Casa con Dos Puertas, Mala Es de Guardar" es una comedia que se inscribe dentro del rico ámbito del teatro del Siglo de Oro español, dramatizando con ingenio y agudeza las complejidades del amor y la identidad social. Calderón presenta una trama enredada donde las confusiones de identidad y los malentendidos se convierten en el motor de la acción, caracterizada por un lenguaje elaborado y poético que resalta su maestría en el verso. La obra, que refleja tanto el espíritu lúdico de la comedia como la seriedad de las relaciones humanas, permite una mirada crítica a las relaciones de clase y el papel de la mujer en la sociedad de su época. Pedro Calderón de la Barca, nacido en 1600, fue un dramaturgo, poeta y filósofo español que se consolidó como una de las figuras más relevantes de la literatura barroca. Su vasta producción se caracteriza por una profunda exploración del alma humana, la moralidad y la existencia. Influenciado por su formación en el colegio de los jesuitas, así como por su experiencia en la corte, Calderón sofisticó el teatro español, aportando profundidad filosófica a sus obras, que a menudo reflexionan sobre la dualidad y el destino. Recomiendo "Casa con Dos Puertas, Mala Es de Guardar" como una obra esencial para aquellos interesados en la literatura clásica y el teatro barroco. La rica intertextualidad y la brillante construcción de personajes invitan a una reflexión sobre temas universales en un contexto histórico fascinante. Esta obra no solo entretiene, sino que también ofrece un espejo de las tensiones sociales de su tiempo, lo que la convierte en un texto relevante y enriquecedor para el lector contemporáneo. En esta edición enriquecida, hemos creado cuidadosamente un valor añadido para tu experiencia de lectura: - Una Introducción sucinta sitúa el atractivo atemporal de la obra y sus temas. - La Sinopsis describe la trama principal, destacando los hechos clave sin revelar giros críticos. - Un Contexto Histórico detallado te sumerge en los acontecimientos e influencias de la época que dieron forma a la escritura. - Una Biografía del Autor revela hitos en la vida del autor, arrojando luz sobre las reflexiones personales detrás del texto. - Un Análisis exhaustivo examina símbolos, motivos y la evolución de los personajes para descubrir significados profundos. - Preguntas de reflexión te invitan a involucrarte personalmente con los mensajes de la obra, conectándolos con la vida moderna. - Citas memorables seleccionadas resaltan momentos de brillantez literaria. - Notas de pie de página interactivas aclaran referencias inusuales, alusiones históricas y expresiones arcaicas para una lectura más fluida e enriquecedora.
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Veröffentlichungsjahr: 2023
D. Félix, galan. Lisardo, galan. Fabio, viejo. Calabazas, lacayo. Herrera, escudero. Laura, dama. Marcela, dama. Silvia, criada. Celia, criada. Lelio, criado.Criados.
La escena pasa en Ocaña.
Campo á la entrada de la villa.
MARCELA y SILVIA, con mantos, como recelándose; detras LISARDO, CALABAZAS.
Marcela: ¿Vienen tras nosotras?
Silvia: Sí.
Marcela: Pues párate.—Caballeros, Desde aquí habeis de volveros, No habeis de pasar de aquí; Porque si intentais así Saber quién soy, intentais Que no vuelva donde estais Otra vez; y si esto no Basta, volveos porque yo Os suplico que os volvais.
Lisardo: Difícilmente pudiera Conseguir, señora, el sol Que la flor del girasol Su resplandor no siguiera: Difícilmente quisiera El norte, fija luz clara, Que el iman no le mirara; Y el iman difícilmente Intentara que obediente El acero le dejara. Si sol es vuestro esplendor, Girasol la dicha mia; Si norte vuestra porfía, Piedra iman es mi dolor; Si es iman vuestro rigor, Acero mi ardor severo; Pues ¿cómo quedarme espero, Cuando veo que se van Mi sol, mi norte y mi iman, Siendo flor, piedra y acero?
Marcela: A esa flor hermosa y bella Términos el dia concede, Bien como á esa piedra puede Concederlos una estrella: Y pues él se ausenta y ella, No culpeis la ausencia mia; Decid á vuestra porfía, Piedra, acero ó girasol, Que es de noche para el sol, Para la estrella de dia. Y quedaos aquí, porqué Si este secreto apurais, Y á saber quién soy llegais. Nunca á veros volveré A aqueste sitio, que fué Campaña de nuestro duelo; Y puesto que mi desvelo Me trae á veros aquí, Crêd de mí que importa así.
Lisardo: De vuestro recato apelo, Señora, á mi voluntad; Y supuesto que sería No seguiros cortesía, Tambien será necedad. Necio ó descortés, mirad Cuál mayor defecto es; Vereis que el de necio, pues No se enmienda; y así, á precio De no ser, señora, necio, Tengo de ser descortés. Seis auroras esta aurora Hace que en este camino Ciego el amor os previno, Para ser mi salteadora: Tantas há que á aquella hora Os hallo á la luz primera, Oculto sol de su esfera, De su campo rebozada Ninfa, deidad ignorada De su hermosa primavera. Vos me llamasteis, primero Que á hablaros llegara yo; Que no me atreviera, no, Tan de paso y forastero. Con estilo lisonjero, Aspid ya de sus verdores, No deidad de sus primores, Desde entónces fuisteis; pues Aspid, que no deidad, es Quien da muerte entre las flores. Dijísteisme que volviera Otra mañana á este prado, Y puntual mi cuidado Me trajo como á mi esfera. No adelanté la primera Ocasion; porque bastante No fué mi ruego constante A que corriese la fe (Que adora lo que no ve) Ese velo de delante. Viendo, pues, que siempre es nuevo El riesgo, y el favor no, Quiero á mí deberme yo Lo que á vuestra luz no debo; Y así á seguiros me atrevo, Que hoy he de veros ó ver Quién sois.
Marcela: Hoy no puede ser, Y así dejadme por hoy; Que yo mi palabra os doy De que muy presto saber Podais mi casa, y entrar A verme en ella.
Calab: (A Silvia.) ¿Y á ella, Doncella de esa doncella (La verdad en su lugar, Que yo no quiero infernar Mi alma), hay cosa que la obligue A taparse?
Silvia: Y si me sigue, Tenga por muy cierto...
Calab: ¿Qué?
Silvia: Que me persigue; porqué Quien me sigue, me persigue.
Calab: ¡Ya sé el caso, vive Dios!
Silvia: ¿Qué va que no le declaras?
Calab: Muy malditísimas caras Debeis de tener las dos.
Silvia: Mucho mejores que vos.
Calab: Y está bien encarecido, Porque yo soy un Cupido.
Silvia: Cupido somos yo y tú.
Calab: ¿Cómo?
Silvia: Yo el pido y tú el cu.
Calab: No me está bien el partido.
Marcela: (A Lisardo.) Esto os vuelvo á asegurar Otra vez.
Lisardo: Pues ¿qué fianza Le dejais á mi esperanza De las dos que he de lograr?
Marcela: (Descúbrese.) La de dejarme mirar.
Lisardo: Usar de esa alevosía, Para turbar mi osadía, Ha sido traicion, pues ya Viéndôs, ¿cómo os dejará, Quien sin veros os seguia?
Marcela: Quedad, pues, de mí seguro Que en breve tiempo sabreis Mi casa, y entendereis Cuánto serviros procuro. Esto otra vez aseguro.
Lisardo: Ya en seguiros soy de hielo.
Marcela: Y yo sin algun recelo, De que agradecida estoy, Por esta calle me voy.
Lisardo: Id con Dios.
Marcela: Guárdeos el cielo.
(Vanse las dos.)
LISARDO, CALABAZAS.
Calab: ¡Linda tramoya, señor! Sigámosla, hasta saber Quién ha sido una mujer Tan embustera.
Lisardo: Es error, Calabazas, si en rigor Ella se recata así, Seguirla.
Calab: ¿Eso dices?
Lisardo: Sí.
Calab: Vive Dios, que la siguiera Yo, aunque hasta el infierno fuera.
Lisardo: ¿Qué me debe, necio, dí, De haber cuatro dias hablado Conmigo en este lugar, Para darla yo un pesar, De quien ella se ha guardado?
Calab: Debe el haber madrugado Estos dias.
Lisardo: Ya que estamos Solos, y que así quedamos, Sobre lo que podrá ser Tan recatada mujer, Discurramos.
Calab: Discurramos. Díme tú, ¿qué has presumido, De lo que has visto y notado?
Lisardo: De estilo tan bien hablado, De traje tan bien vestido, Lo que he pensado y creido Es, que esta debe de ser Alguna noble mujer, Que, donde no es conocida, Disimulada y fingida Gusta de hablar y de ver, Y por forastero á mí Para este efecto eligió.
Calab: Mucho mejor pienso yo.
Lisardo: Pues no te detengas, dí.
Calab: Mujer que se viene así A hablar con quien no la vea, Donde ostentarse desea Bachillera é importuna, Que me maten si no es una Muy discretísima fea, Que por el pico ha querido Pescarnos.
Lisardo: ¿Y si la hubiera Visto yo, y un ángel fuera?
Calab: ¡Vive Dios, que me has cogido! La Dama Duende habrá sido, Que volver á vivir quiere.
Lisardo: Aun bien, sea lo que fuere, Que mañana se sabrá.
Calab: ¿Luego crees que vendrá Mañana?
Lisardo: Si no viniere, Poco ó nada habrá perdido La necia esperanza mia.
Calab: El madrugar otro dia ¿Poca pérdida habrá sido?
Lisardo: El negocio á que he venido A madrugar me ha obligado; No lo debo á este cuidado.
Sala en casa de Don Félix.
LISARDO, CALABAZAS; y luego DON FÉLIX, HERRERA.
Calab: Cerca de casa vivió, Pues de vista se perdió Cuando á casa hemos llegado.
Lisardo: Y tarde debe de ser.
Calab: Sí, pues vistiéndose sale Quien á los dos nos mantiene, Sin ser los dos justas reales.
(Salen Don Félix y Herrera.)
Lisardo: Don Félix, bésôs las manos.
D. Félix: El cielo, Lisardo, os guarde.
Lisardo: ¿Tan de mañana vestido?
D. Félix: Un cuidado, que me trae Desvelado, no permite Que sosiegue ni descanse. Pero vos, que os admirais De que á esta hora me levante, ¿No me dijisteis anoche Que á dar unos memoriales Habiais de ir á Aranjuez? ¿Pues cómo á Ocaña os tornasteis Desde el camino?
Lisardo: Si bien Me acuerdo, regla es del arte Que la pregunta y respuesta Siempre un mismo caso guarden; Y puesto que á mi pregunta Fué la respuesta más fácil Un cuidado, de la vuestra Otro cuidado me saque, Que es quien á Ocaña me vuelve.
D. Félix: ¿Apénas ayer llegasteis, Y hoy teneis cuidado?
Lisardo: Sí.
D. Félix: Pues por obligaros ántes Que me obligueis á decirle, Este es el mio: escuchadme.
Calab: En tanto que ellos se pegan Dos grandísimos romances ¿Tendreis, Herrera, algo que Se atreva á desayunarme?
Herrer: Vamos hácia mi aposento, Calabazas; que al instante Que hayais vos entrado en él, No faltará algo fiambre.
(Vanse.)
