¿Cómo es un recuerdo? - Hugo Paredero - E-Book

¿Cómo es un recuerdo? E-Book

Hugo Paredero

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Beschreibung

En 1984, Hugo Paredero entrevistó a 150 niños de entre 5 y 12 años, de distintos lugares del país y de todas las clases sociales. El tema de las conversaciones fue la dictadura militar que gobernó la Argentina entre 1976 y 1983. El material obtenido resultó mucho más impactante de lo que se esperaba. Los chicos hablaron con libertad, sin velos en la mente ni pelos en la lengua, de todo lo que vivieron, pensaron y sintieron bajo ese régimen, y también del futuro. Pasaron más de veinte años. El libro nunca se publicó. Hasta que un día, uno de aquellos niños entrevistados, ya un adulto de 28 años, editor, creyó reconocer en la radio la voz y el nombre de aquel periodista que, cuando él era chico, fue a su casa a hacerle preguntas para un libro sobre los "señores de gorra". El joven se pregunta si será el mismo hombre, y si aquel libro se habrá publicado. Averigua, y comprueba que lo primero sí, lo segundo no. Entonces ambos se reencuentran y, finalmente, el libro demorado ve la luz. Con su explosivo contenido sin tocar, tal como fue dicho y atesorado en su momento. Atención con este cofre que se abrió: contiene la historia oficial que faltaba.

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Seitenzahl: 321

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Hugo Paredero

¿Cómo es un recuerdo?

La dictadura contadapor los chicos que la vivieron

Paredero, Hugo

¿Cómo es un recuerdo? : la dictadura contada por los chicos que la vivieron . - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2014.

E-Book.

ISBN 978-987-599-367-9

1. Crónicas. 2. Reportajes.

CDD 070.43

Edición: Octavio Kulesz

Corrección: Eugenia Rombolá - Ignacio Solveyra

Diseño: Fluxus

Ilustración De Tapa: Federico Salcedo

Ilustraciones De Interiores: Nicolás Arispe

© Libros del Zorzal, 2007

Buenos Aires, Argentina

Libros del Zorzal

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de ¿Cómo es un recuerdo?, escríbanos a: [email protected]

www.delzorzal.com.ar

Índice

El libro que vas a leer...

I. Había una vez...

...un país llamado República Argentina. El 24 de marzo de 1976 unos señores de gorra se pusieron a gobernarlo... | 11

II. Los habitantes de ese país...

...se asustaron mucho. El Mundial de Fútbol del ‘78 sirvió para distraerlos... | 22

III. Hasta que la gente empezó a olvidarse del Mundial...

...Muchos quedaban sin trabajo, otros no conseguían, la plata no alcanzaba... | 32

IV. En abril de 1982, los señores de gorra iniciaron la guerra...

...con Inglaterra por las Islas Malvinas. Unos estuvieron a favor de esa medida, otros en contra... | 43

V. Mientras los señores de gorra seguían gobernando...

...en sus casas las familias conversaban de distintos temas... | 60

VI. En la escuela...

...algunos chicos se enteraban por sus maestros cómo estaba el país, otros quizá no... | 71

VII. A todo esto, la televisión seguía funcionando día tras día...

...Unos preferían ciertos programas, a otros les gustaban otros... | 86

VIII. Los chicos también...

...conversaban con sus amigos... | 101

IX. Y cuando tenían ganas...

...los chicos también jugaban... | 116

X. En 1983 se produjeron...

...muchas inundaciones... | 128

XI. Surgieron muchas...

...ollas populares... | 141

XII. La palabra Desaparecidos...

...ya se decía, se oía y se leía por todas partes... | 149

XIII. También se hacían ver y escuchar...

...una señoras conocidas como Madres de Plaza de Mayo... | 170

XIV. Hasta que llegó el esperado 30 de octubre de 1983...

...y la gente salió a votar a señores sin gorra... | 182

XV. El 10 de diciembre de 1983...

...se reinstauró la democracia. La gente festejaba, sentía que podía imaginar un futuro mejor... | 194

XVI. Faltaba saber cómo se arreglaría...

...ese asunto de la deuda externa... | 209

XVII. En cuanto a los señores de gorra...

...quién sabe si alguna vez volverían a gobernar ese país llamado República Argentina... | 218

El libro que terminaste de leer... | 227

El libro que vas a leer...

... nació la noche del 10 de diciembre de 1983, en el restaurante Hermann de Santa Fe y Armenia, Palermo, Buenos Aires, República Argentina. Las ventanas abiertas y las cortinas descorridas permitían observar los festejos callejeros por el retorno de la democracia. Dos varones de unos 6, 7 años, hijos de las dos parejas de la mesa de al lado, comían su postre sentados en el piso y miraban muy serios el espectáculo. Me llamó la atención el reparo en sus miradas. De pronto hablaron, y anoté:

¿Por qué toda la gente se puso contenta de golpe?

Porque vino la democracia…

¿Y si les gustaba tanto entonces por qué no la trajeron antes?

Porque parece que tuvieron que negociarla muuucho tiempo con los señores de gorra.

¡Ah sí, ya sé, los malos!

Y siguieron observando en silencio, precavidos.

Salí del restaurante sabiendo para qué había ido a comer con un cuaderno y una lapicera. Aquel diálogo me inspiró el libro que debía escribirse: la historia de la dictadura (¿cívico militar?), contada exclusivamente por chicos. Serían los inconsultables de siempre los que escribirían esta otra historia oficial. Yo solo debía escucharlos. Estaba prohibido prohibir en aquella primavera fugaz donde cada argentino jugaba al niño desatado como podía. Igual lo decidí: la entrada a la redacción del libro sería prohibida para mayores de doce.

Concebí un temario único, que visaron dos psicopedagogos. Durante todo 1984 me dediqué a buscar, grabar (¡y desgrabar, gracias Hernán Gugliotella!) niños de distintos barrios de Capital Federal, zonas sur, norte y oeste del gran Buenos Aires, San Juan, Córdoba, San Salvador de Jujuy,

San Miguel de Tucumán, Rosario y Monte Caseros, Corrientes. Empecé entrevistando a hijos de amigos, de vecinos, de parientes... seguí con hijos de parientes de vecinos, de amigos de compañeros de trabajo... después desconocidos. Mi agradecimiento inmenso a todos los que colaboraron con amor y paciencia en la tarea de encontrarlos. Las entrevistas fueron individuales y a solas. En todos los casos conté con la voluntad de participar de cada uno, y la autorización de sus padres o tutores, también para que figuraran con nombre y apellido, edad, lugar de residencia y ocupación del jefe de familia. Entrevisté a chicos de hogares de distintos niveles socioeconómicos, pensaba que los protagonistas del libro merecían compartir cartel de santos inocentes. Además era la ocasión indicada para poner en práctica la amplitud democrática que se teorizaba por la época.

A comienzos de 1985 hice un alto, quería saber cuántos sumarían los chicos entrevistados, desgrabados y mecanografiados (todavía no tenía computadora). Conté 150: 90 varones y 60 mujeres. Miré hacia atrás y recordé mi encuentro con todos, uno por uno. Miré hacia delante y sentí que podía seguir grabando chicos por tiempo indeterminado, pero estimé que el libro merecía conocerse cuanto antes. Dejé las entrevistas y me sumergí en el placer de leer, subrayar, releer... Reconfirmé que el material obtenido superaba mis mejores expectativas. Voces libres, sin velos en la mente ni pelos en la lengua, para las que imaginación y realidad todavía podían ser sinónimos y convivir en un mismo territorio, sin líneas divisorias y sin faltar a la verdad. Allí había de todo: próceres valientes, analistas reflexivos, militantes fervorosos, pensadores delirados, poetas de alto vuelo... y 150 ciudadanos ejemplares. Como los encontré de muchas y de pocas palabras, algunos chicos aparecerán con más texto, o en más capítulos, otros menos. Lo que sucede naturalmente en cualquier elenco multitudinario convocado para contar una historia. Por supuesto, no me convertí en adaptador ni adulterador de sus palabras o expresiones. Me ocupé de preservarles a todos, desde los más lacónicos hasta los más verborrágicos, el ritmo de su partitura.

Después, a la búsqueda de editores, todos mayores de doce. “Muy buena idea, extraordinario material”, coincidían los que lo leían, varios a lo largo de dos, tres, cuatro, cinco años... Pero ninguno quería editarlo. Al principio, el pero tenía que ver con que “las heridas del país están muy frescas todavía, conviene esperar un poco”. Luego el pero se mudó de frase: “las heridas están cicatrizando, no conviene abrirlas”. Después ya ni hubo peros... Y el tiempo siguió pasando, si es así como dicen...

Hasta que llegamos casi a fines de 2006, veintitres años después de aquella noche del restaurante de Santa Fe y Armenia. El libro nunca se editó. Pero (y este sí que es otra clase de pero) hace unos meses despertó en su escondite de armario. Probó que en realidad nunca estuvo dormido, sino que se había mantenido oculto pero alerta, aguardando el llamado de esa editorial que apareciera por arte de magia, como correspondía a su esencia... Y la editorial apareció. La prueba de que lo hizo mágicamente está en esta escena real: los hermanos Octavio y Leopoldo Kulesz, filósofo y matemático respectivamente, editores ambos, trabajan mientras escuchan radio Nacional on line. De pronto creen reconocer en la voz de ese conductor la de aquel periodista que hace mucho, cuando ellos eran chicos, fue a su casa a hacer preguntas sobre la dictadura para un libro que estaba preparando; preguntas que sólo respondió el de 7 años, el otro también quería pero se lo impidieron porque se pasaba por un año: tenía 13. Los hermanos editores se preguntan si será el mismo hombre y si aquel libro sobre la dictadura se habrá editado. Averiguan, y comprueban que lo primero sí, lo segundo no. Entonces nos reencontramos y nos asociamos para cumplir el viejo sueño.

Ahora, para continuar deberás volver a 1984. Ciento cincuenta chicos te esperan, quieren contarte. El número entre paréntesis luego de cada nombre indica la edad al momento de la entrevista. Al final los encontrarás a todos por orden alfabético, con sus datos de entonces y los actuales de los que pudimos reencontrar. Confiamos incorporar en futuras ediciones a aquellos que nos llamen o escriban, a medida de que vayan enterándose de la circulación pública de sus antiguas declaraciones.

Finalmente, el demoradísimo proyecto ve la luz. El destino quiso convertirlo en un libro que ya será único, y lo consiguió. Su explosivo contenido se da a conocer tal como fue dicho y atesorado en su momento. Atención a este cofre que se abre, con un cuento que empieza así...

I. Había una vez...

...un país llamado República Argentina. El 24 de marzo de 1976 unos señores de gorra se pusieron a gobernarlo...

Sergio Gustavo Deutsch (11): Estaba gobernando una presidenta medio civil, pero vinieron los militares, hicieron un golpe, y a partir de ahí hasta el 10 de diciembre del 83 estuvieron totalmente dedicados a la gobernación y matanza de gente.

Roberto Emilio Zalazar(10): No andaba muy bien el país, y gobernaron medio mal los militares, mataban gente, niños, viejos, de todo mataban. Cometieron varios errores, también.

Juan Manuel Torrez (10): Ellos vinieron porque querían el gobierno que tenía Perón, y como Perón era muy bueno y ya había muerto, la esposa, Isabel, se puso a gobernar y vino el golpe de Estado porque ella no supo gobernar muy bien. Los señores con gorra mataban porque unas personas llamadas de la JP ayudaban a la gente en todo, eran muy buenas en todo sentido. Y por eso les pasó lo que les pasó. Por esa razón los secuestraron, los mataron, pusieron bombas en las unidades básicas y en la CGT, aunque la CGT hizo todo tipo de marchas para defender lo que tenían alcanzado del gobierno anterior.

Cristian Ernesto Salvático (11): ¡Es que los de gorra no dejaban entrar a ningún presidente civil! Cada vez que entraba uno, ellos acostumbraban un golpe de estado.

Luciana Cesare (10): Torturaron gente porque sí, mataron, secuestraron. Estuvieron mal porque se tiene que saber quién puede gobernar en un pueblo por definición del pueblo mismo. No, por ejemplo, “yo quiero gobernar, y entonces me pongo a gobernar”. Porque yo no sé si el pueblo quiere que yo gobierne. El pueblo argentino luchó pero no pudo vencer, porque los señores con gorra tenían armas.

Laura Margarita López (9): A mí me gustaban con la gorra que usaban, quedaban lindos.

Enrique Martín Aurelli (12): Me parece que en esa época la gente era ingenua. No podía salir, no podía hablar, no podía decir lo que pensaba porque, para la gente así, se formaban grupos que los agarraban, los encarcelaban, los torturaban. A la esposa de mi hermano la mataron, acá, en la cárcel de Córdoba.

Patricia Ángela Zonca (6): No sé por qué pero no me gusta el modo de trabajar de los militares. Yo no quisiera que cuando tenga esposo sea militar. Si lo obligan a ser militar unos días, que lo haga, pero yo no lo quisiera así todo el tiempo.

Federico Diego Verzura (11): Pasamos por distintos presidentes anticonstitucionales que gobernaron con la especulación, con el poder a beneficio de ellos, y fueron inmensas cagadas tras cagadas, acrecentaron la deuda externa y otras cosas, como la desnutrición y los problemas socioeconómicos. Pero lo más importante fue que desmoralizaron a todo el país.

Rodolfo Adrián Puente (12): Yo sé que gracias a los militares algunos tuvieron casas. Como nosotros, según cuenta siempre mi mamá.

Yamila Clarisa O´Neil (8): Fueron muy malos esos señores de gorra. Se lo llevaron a mi papá que no hizo nada.

Demián Wassermann (5): Me acuerdo que de todos esos militares, uno de ellos era San Martín. Y que él solo fue a las Malvinas, a la batalla con los ingleses.

Inés Soledad Loker Vilte (10): No me gustan los militares. Arruinaron a la República Argentina. Además, ahora, algunos, como Menéndez, andan en las calles de Córdoba, sueltos. Me contó un amigo de mi mamá que Menéndez andaba armado lo más pancho por la calle y nadie le ha dicho nada... ¿Cómo? ¿Hizo desaparecer a un montón de gente y después se lava las manos?... ¿Y por qué la gente soporta todo eso?

Silvana Noemí Costilla (9): Es lindo ser militar. Es lindo porque el uniforme es verde, y además hay un colectivo que nos lleva y nos trae a nosotros a la escuela, y le dicen el colectivo verde. Ahí trabajan militares y soldados que cuidan a los chicos para que no saquen la cabeza por la ventanilla, si no va a haber problemas. A mí me encantan los militares.

Sebastián Emanuel Rizzitano (11): Mi papá es militar pero los gobiernos no tendrían que ser militares. Tendrían que ser civiles, o sea, del pueblo.

Emilio Quiroz (12): Los militares solamente se quisieron apoderar de la República Argentina, tratando de ponerla en un lugar equis llamado Política.

Carolina Blutrach (6): No sé cómo eran, nunca los vi, pero me dijeron que son los mismos que hace tiempo atacaron a San Martín.

Julio Andrés Martínez (6): Los señores con gorra se atacan en guerra a la noche y al día. Al lado de mi casa hay una casa blanca que es de militares. Ahí, todos los que sean militares van con un auto, entran, después salen, doblan para allá, y se meten en el campamento. Dejan el auto, se cambian como militares, y empiezan a practicar para pelear constantemente y no tienen que cansarse.

Rafael Emiliano Armendáriz (8): Gobernaron muy bien, son muy buenos los señores con gorra. Ayudaron a la Patria con las armas, con las metralletas, con los revólveres...

Sebastián Gonzalo Ortiz (9): Los militares, cuando llegan a ser gobernadores, empiezan a hacer lo que quieren, y siempre quieren algo. Quieren sacar un pedazo de tierra y tienen que hacer guerra. Ellos tienen que hacer algo porque para qué van a estar de gobernadores si no hacen algo. Pero tendría que ser algo gratis. Los militares tienen que darle más plata a la gente, darles departamentos, o alguna cosa así. ¡Ah, si Perón estaba vivo los departamentos esos que están allá, por el fondo, eran de nosotros! Si Perón estaba vivo, todos los de los departamentos aquellos del fondo ya estarían mudándose acá, y nosotros estaríamos allá, disfrutando...

María Noel Fernández (9): Esos militares, como eran muy malos, se llevaron un montón de gente que era buena. Se llevaban a la gente que quería que no le falte nada a nadie, y que todos tengan casa y comida. Los militares se llevaron a señores papás, a mamás, a toda la familia. Y a los bebés se los llevaban a gente que no podía tener bebés y se los vendían para ganar plata. Porque a los militares les importa mucho la plata, y las armas, todo eso más que su familia. Si por ejemplo alguien que no es militar dice blanco, él dice negro. Si alguien que no es militar dice A, el militar dice B. El militar siempre va a decir lo contrario de todo. Ellos tienen la culpa de todo porque son asesinos, matan a la gente. Y cuando se la llevan a la gente, a veces empiezan a pegarles fuerte en la misma casa, y dejan la sangre en la almohada, como cuando se lo llevaron a mi papá.

Ariel Guillermo Luna (10): En ese entonces yo no tenía lo que tengo ahora, que es razonamiento. Era chico en ese entonces, tenía apenas 3 años. Y mi papá no me podía hablar porque para qué iba a gastar las palabras conmigo, así que yo de eso no sé nada.

Octavio Ixgal Kulesz Fregenal (7): Nosotros nos fuimos a México porque casi nos llevan presos, casi nos desaparecíamos. Como mi mamá estaba embarazada de mí, no quería que yo naciera argentino así no hacía la colimba. Entonces nos fuimos a México y nací ahí.

Felipe Nestor Quiroz (11): Supe que esos militares, cuando gobernaron la Argentina, estuvieron reunidos en el Congreso, y también reunieron a todos los países de cada provincia en el Cabildo. Me explicaron que empezaron a venir congresales de todos los países de Latinoamérica acá, a la Argentina, para ayudarles a hacer un nuevo país a nuestros señores de gorra.

Juan Sebastián Lecuona (11): ¿Señores de gorra? Me parece gracioso el nombre pero no sé quiénes son. Como yo era chiquito no podía opinar bien, lo único que me acuerdo es que con mi hermana peleábamos porque ella decía que era mejor Bussi y yo decía que era mejor Videla.

Guido Diego González (12): No sé cómo pudimos permitir que arruinen un país de esta manera. Tendríamos que haber luchado para que no puedan tomar el mando. Ahora, con tanto tiempo, va a ser difícil construír el país de nuevo. La gente tendría que haber salido a las calles y luchar contra los militares para que no pudieran subir, de otra manera no se podía. Desde el principio no teníamos que haberlos dejado, aparte la gente los aplaudía y eso estaba mal. Yo vi La República perdida y la gente aplaudía un golpe de estado porque no lo quería al gobierno que estaba en ese momento. Pero eso está mal. Siempre es preferible un gobierno malísimo, pero elegido por el pueblo, que uno que se meta por la fuerza.

Héctor Fabián VegA (10): Me gustan los militares, y los premios que les dan. Me gusta que ellos siempre reciben medallas en su honor por defender a la Patria.

Pablo Gabriel Aquila (10): Secuestraban a la gente y les hacían cosas feas. También a un tío mío le hicieron lo mismo. Yo tenía mucha bronca porque pasaba todo eso, y era chiquito. ¿Pero la gente grande que tenía bronca qué hacía para que los militares se fueran?

David Damián Ledesma (10): A mí me gustan los militares porque son sencillos y buenos. Por lo menos un amigo mío, que se llama Cirione y es militar, es bueno y sencillo. Y tengo otro militar que se llama Silva, que es igual. Hay más que conozco buenos y sencillos, pero ahora no me acuerdo los nombres.

Pablo Alfredo Maurín (11): Los militares, para mí, hicieron bien y mal. Bien, porque cuando estaban los montoneros ellos los reprendieron. Eso sí, con la represión cayó gente inocente. Pero también hicieron cosas muy malas, que yo realmente no entiendo, como llevarse a la gente de sus casas. En este momento no me acuerdo, pero varias de esas hicieron... Yo tengo tíos que no vinieron más porque ellos se los llevaron.

Raúl Alberto Pastor Martínez (11): Los militares querían hacer adelantar el país, pero lo atrasaron. Por eso después se mandaban la parte matando personas.

Matías Javier Malatto (9): Está bien que hayan gobernado el país. Lo hicieron para que haya ordenanza en el pueblo y todos vivan felices.

Mariano Sabino CabillA (10): Yo pienso que fue un error haber hecho las cosas que hicieron. O sea que el pueblo tendría que haber estado preparado para esas cosas, aunque no sabía qué iba a pasar. Y por todas esas cosas he sufrido un montón, aunque mucho no pude vivir eso porque estuve en otro país. Pero mi hermana Verónica vino acá para luchar contra esos militares, y la hicieron desaparecer, y hasta ahora estamos luchando por la aparición con vida de ella. Yo no vivía acá, yo estuve en muchos países. Primero me fui a México, después estuve en Brasil, después en México de nuevo, después estuve en Cuba, después otra vez a México, después a Brasil de nuevo, después a Bolivia, de Bolivia a Perú, y de Perú me vine a la Argentina. Y acá en la Argentina tuve que estar viviendo con mis abuelos porque mis padres tenían que trabajar mucho. Después mi mamá tuvo que dejar de trabajar porque no tenía quién lo cuide a mi hermanito, y a la casa de mis abuelos no lo podían mandar porque mis abuelos no podían con un nene de 2 años. Entonces tuvieron que mandar una chica, pero como esa chica le pegaba no pudieron dejarla... Hasta que el año pasado, con la democracia, yo me vine a vivir acá con mis padres, entonces ahí lo pude cuidar un poco más a mi hermanito y ellos pudieron seguir luchando por mi hermana. A mi papá y a mi mamá los buscaban y ya casi los estaban por agarrar, los estaban por detener, y nos dijeron que nos teníamos que ir. Entonces primero se fueron mis padres, yo me quedé con mis abuelos, y después nos llevaron a México con mi hermana Verónica. Pero cuando de ahí fuimos a otros países mi hermana Verónica no alcanzó a ir con nosotros porque en ese tiempo que estuvimos en México, Verónica decidió venirse acá a seguir luchando. Tenía 16 cuando vino, y mi papá y mi mamá no se lo impidieron porque pensaban que se iba a hacer la revolución, entonces creían que si mi hermana venía a la Argentina iba a ser mucho mejor. Pero, lamentablemente, ocurrió todo lo contrario de lo que pensaban.

José Luis VillalbA (6): Yo digo que los señores con gorra siempre viven muy felices porque todos tienen mucho dinero, y siempre pueden comprar fiambre y todas las cosas que ellos quieran. También tienen siempre para hacerse té. Y siempre comen mucha, mucha, mucha comida.

Walter Daniel Ringa (10): Yo sé que los militares se lo llevaron a mi papá. Después no sé nada más.

Patricia Elizabeth Noguerol (10): Yo entiendo que no tiene nada que ver que esos gobernadores tengan gorra para ser malos, ¿pero entonces por qué a mí no me gustaba nada verlos con esa gorra?

Silvia Graciela Barinaga (11): A mí me da lo mismo, porque por más que yo no quiera que gobiernen los señores de gorra, ellos siempre quieren mandar el país para que haya más orden y entonces siempre gobiernan hasta el infinito.

Andrés Martín Gómez (8): Eran malos porque volteaban a los presidentes, asaltaban a la gente, se metían en las partes políticas, agarraban a las personas y las llevaban presas. Hacían lo que querían, porque tenían el gran poder de las armas.

María Scápola Morán (7): Eran tan malos que al presidente Alfonsín no sabían elegirlo ellos.

María Mora Salvático (12): Todos los argentinos empezaron a reprimirse por estos señores con gorra y botas que mataban gente. La dictadura empezó a crecer y la Argentina empezó a achicarse más y más, a morirse un poquito, ¿no?

Karina Alejandra González (9): No conozco a esos señores con gorra que me comenta usted... ¿Eran buenitos?

Pablo Martín Balustra (12): Yo pienso que ellos entraron y empezaron a matar porque se les dio la gana, porque son unos criminales. No sé cuándo empezaron a serlo pero empezaron. A secuestrar porque sí, a matar porque sí, a todas esas cosas horribles... Mi papá es un fusilado por los militares.

Lionel Santiago Miguel Meoniz (9): No sé qué contestar. Todavía no me enseñaron en la escuela una gran explicación de los señores con gorra.

Gastón Leyack (10): No tenían derecho a hacer lo que hicieron. También cualquier otra persona, aunque no tuviera gorra, podría haber tomado el poder y podría haber mandado el país igual o mejor que como lo mandarían ellos. Pero como los militares se creen los más poderosos porque tienen las fuerzas armadas a su favor, pueden hacer lo que se les dé la gana.

Juan María Cruz (5): Estoy pensando... Porque mi mamá no me cuenta tanto, entonces yo no sé mucho... ¿Esos señores de gorra no serían los que ordenaban que se lleven a las personas y las hagan desaparecer, no?

Sebastián Peña (12): Iban raptando, torturando y matando a la gente en campos de concentración como los de Alemania pero acá mismo, en la Argentina. Y recién ahora se sabe dónde se hacía todo eso. El otro día leí en el diario que habían torturado gente en la Escuela de la Armada. Los militares lo único que querían era gobernar y mandar el país entero. Pero lo que quería la gente no se podía saber.

Jorge Damián Grigolatto Sabetay (12): Los militares no tienen que ver con nada y se apoderan de todo porque se creen los dueños, ¿pero quién se anima a decirles que eso no es verdad y que debe gobernar el pueblo?

Daniel Alejandro Pendzik (12): Eran hombres que gobernaban sin darle poder de instrucción al pueblo. Por eso hacían lo que les parecía a ellos, no lo que el pueblo les sugería o aconsejaba porque estaban sordos de eso.

Pedro Manuel Marín (7): Los militares son malos porque al tener revólver pueden matar a cualquiera, y también porque a ellos les gusta ponerse donde se está matando con revólveres. Viven gracias a la muerte de los otros.

Karina Stofblat (11): Fueron gente que hizo lo que quiso en el país sin que les importe preguntarle al pueblo qué pensaba, peor que eso no hay.

Alonso Fabregat (4): Ah sí, ya sé, ya sé, los conozco de una revista... ¿Los militares son esos que usan bombas, no?

Federico Guillermo Báez (10): Hicieron todo lo más feo que pudieron, con ellos todo se convirtió en miedo.

Andrea Ivana Gervasio (9): No sé cómo contestar la complicación. Porque los militares fueron a ese lugar llamado República Argentina y empezaron a gobernar sin tener un solo voto, encima los que no los habían votado no podían decir nada porque perdían la vida.

Ernesto Roberto Ringa (8): No me gustan los militares, son malos, entran a las casas y matan a la gente... o los desaparecen, como a mi papá.

Matías Méndez (6): Mataban a la gente principalmente para verlos muertos y para robarles. No sabían cómo ser buenos.

II. Los habitantes de ese país...

...se asustaron mucho. El Mundial de Fútbol del ‘78 sirvió para distraerlos...

Valeria Laura Sorín (10): Para que la gente se distrajera podían haber hecho otras cosas. En vez de gastar tanta plata, le hubieran dado la plata a las personas que les debían la deuda externa. No toda, la mitad. La otra mitad la podrían haber usado en sanidad, en cosas para la escuela y para el bienestar general.

Nelson Martín Mamaní(11): Toda la gente acudía a ver los partidos, fue una diversión muy linda. Al final, cuando terminó el último partido, celebraron una fiesta en la Casa de Gobierno, donde también se hicieron bailes y canciones. A mí no me invitaron, pero yo no fui.

Federico Diego Verzura (11): Esos señores de gorra, que no fueron votados, dijeron: “Hay que hacer olvidar y alegrar a todo el pueblo”. Hicieron la TV color, muchos estadios y muchas otras obras de gran infraestructura, para que el pueblo pueda decir “Ganamos, ganamos”, mientras desaparecía o se torturaba gente, y mientras mucha otra gente seguía gritando “¡Somos los campeones del mundo!”. Cosa que me parece muy bien ser campeones del mundo, pero cuando no haya dictadura ni torturas ni desapariciones clandestinas. Entonces me parece que a decir verdad, los militares estuvieron obstinados desde su punto de vista de matar y robar y mantener a un pueblo ignorante, alegre, para que así no jodan y se queden tranquilos. La mayoría de la gente conocía gente desaparecida, tal vez se dio cuenta de eso y sigue pensando como yo, que verdaderamente fue para una estupidización. Fue como abrir el paraguas y decir: “Somos campeones. Nosotros los militares seremos antidemocráticos pero somos campeones. Por favor, agradézcannos eso”.

Juan Sebastián Lecuona (11): Yo sabía que el gobierno militar de esa época era bueno. Después cuando era más grande fui madurando un poquito y ya iba entendiendo más cosas, como que si en el año ‘78 se hizo el Mundial que salió muy lindo y salimos campeones, fue gracias al presidente militar y a todo su gobierno.

Ingrid Lorena Berman (12): Fue el primer Mundial desde que yo había nacido, me gustó mucho, pero a su vez ahora que mis padres me empezaron a explicar todo, también empecé a sentir miedo de ese entonces. Porque yo mirando muy alegre el Mundial, pero muchas madres pensando en sus hijos, qué estará pasando... La gente veía que sus hijos iban desapareciendo, y otra gente por estar gritando el Mundial no podía hacer nada.

Mónica Solange Martín (8): La gente a lo mejor puede estar contenta de aquel Mundial, pero porque les gustaba ver los partidos de fútbol no iban a ponerse a pensar que los señores con gorra eran buenos.

Hernán Peña (10): Videla, que era el presidente en ese momento, como estaba muy asustado por todo lo que pasaba, dijo: “Bueno, voy a empezar a probar si haciendo cosas mejores me pueden querer un poco”. Y entonces dijo: “Bueno, hubo un problema con las inundaciones, se inundó mucho todo el litoral. Voy a comprar unas máquinas para sacar agua a ver si me quiere más todo el pueblo y me vota la próxima vez a mí”. Entonces compró las máquinas y empezaron a sacar las aguas, pero no resultó, porque venían más y más. Después hicieron unos murallones que no dejaban que el agua pase y eso se convirtió en un río. Tuvieron que evacuar todo el litoral. Entonces el señor presidente quiso que saliera lindo el Mundial ‘78 y les compró camisetas nuevas a todos los jugadores y una pelota nueva, gastó mucha plata. Después hubo otros problemas, porque donde estaban los evacuados se iban rompiendo los puentes, la tierra, todo, ya no podían vivir más. Y el presidente Videla como gastó toda la plata en las camisetas no tenía para ayudarlos.

Sebastián Emanuel Rizzitano (11): Está bien que a la gente se la distraiga. Al final, el Mundial del ‘78 no fue un esfuerzo en vano porque hoy todos nos acordamos. Entonces significa que el gobierno militar no estuvo tan mal.

Eduardo Mateo Crespo (11): Mientras la gente se distraía, los de los Falcon verdes iban a las casas de los que tenían sospecha que eran subversivos, se los llevaban y los asesinaban. Y mientras, ahhh todos muy contentos viendo el Mundial, y había gente que la estaban torturando o fusilando. También mataban a la gente que no era subversiva pero demostraba de alguna manera que no pensaban igual que ellos.

Leila Mariana Hecht (8): Esos señores de gorra quisieron que la gente se distraiga, pero como si fueran una cosa y no personas.

María Noel Fernández (9): La gente que llevaba a los chicos chiquitos como yo a ver los partidos de fútbol, a ellos también los mataban, porque a los militares no les importa si son grandes o chicos, nada más les importa la plata. Si ellos matan a la gente, le sacan la cartera con la plata y dejan a la gente abandonada, no son capaces de ponerlos acostados en un banquito o una silla, los dejan tirados en el piso, se van y no vuelven, y al otro día, si hay otro partido de fútbol, aunque no sea mundial, pasa lo mismo. Yo nunca voy a los partidos porque, primero, que no me gustan los partidos de fútbol, y aparte si hay militares no me gustaría que me maten. Yo quiero vivir con mi mamá, mi abuela y mi perrita, nada más. Y con mi papá, si aparece. Son muy malos los militares, se llevan a la gente sin que nadie sepa nada. Cuando se llevaron a mi papá, se llevaron también la televisión, fotos de él y del casamiento con mi mamá. A mí no me gustan los militares. Si yo llego a tener un esposo que es militar, no me caso.

Luis Alberto Cardozo(12): A mí me gustó mucho y me pareció bien eso del Mundial del ‘78, porque fue un hermoso entretenimiento de gloria nacional para grandes y chicos.

Sergio Gustavo Deutsch (11): No me acuerdo quién estaba involucrado en el EAM ‘78, o algo así, hoy hay un montón de problemas por eso. Había un señor Lacoste, creo. La gente salió a la calle a festejar, se distrajo, pero ese fue el objetivo de los militares, que la gente estuviera alegre. Porque con todo lo que había pasado desde el golpe del ‘76, la gente, aparte de miedo, bueno, tenía bronca por tantos muertos desaparecidos. Los militares querían sacarse algo de encima, entonces organizaron un Mundial donde hubo todo un arreglo. Los dirigentes pueden haber hablado en secreto con los dirigentes de los otros países, pero también creo que los jugadores algo hicieron para tratar de salir campeones.

Emilio Quiroz (12): Creo que han hecho ese Mundial para tener una Argentina en democracia, como se dice ahora.

Juan Xavier Protto (11): Después de la victoria vino la deuda externa, ahora la tenemos que pagar y no sabemos de dónde sacar la guita. Les pidieron plata a otro país para que acá saliera todo lindo, y ahora nosotros les tenemos que devolver la plata a ese país. Y después le fuimos a pedir a otro para devolverle a ese país, y así se hizo la ronda. Ahora le debemos a un montón de países. Todo por el Mundial del ‘78.

Martín Santiago Nicora (9): Estaban tristes los señores gobernadores, se pusieron tristes por gastar tanta plata en el fútbol. Y después fue triste todo ese momento porque los señores con gorra no pudieron aprovechar la alegría de los habitantes del país por entremedio del Mundial ‘78.

Damián Laplace (12): Yo pienso que la gente no se tendría que haber distraído con el Mundial sabiendo que el señor que gobernaba era Videla. Ya estaban sucios desde que empezaron a gobernar, los militares. Y sabiendo eso, no era como necesario distraerse, ¿no es cierto?

César Christian Holote (10): Me acuerdo que estuvimos viendo por la tele la final. Estaban jugando Argentina y Holanda, entonces Holanda había tirado un penal y había dado en el travesaño. Faltaban tres minutos y Argentina metió el gol y salió campeón. Después había que ponerse a saltar para no convertirse en holandés.

Iván Alexis Jeger (10): El Mundial fue por plata. Para salir verdaderos campeones ellos, los militares, así asesinaban y desaparecían gente con más seguridad.

Fabián Ariel Gómez (9): En el Mundial todo el país jugaba a la pelota. También habían jugado acá, en la Academia Mercantil. Habíamos jugado con Enrique, el chico que vive al lado, y habíamos ganado 3 a 0. Después me acuerdo que habían hecho un fútbol acá, en la cancha de Los Molinos, adonde fui a jugar hoy y perdimos porque eran chicos grandes. También había ganado en la Academia un changuito que se llamaba Marcelo, una copa que después se la había regalado a mi prima. Y otras veces hay empates.

Natalia María Steinberg (10): Los militares organizaron todo para que salgan campeones los argentinos, les dieron plata a los contrarios para que se dejaran ganar. Pero igual son malos, porque no dejaban de raptar.

Luis Reinaudi (11): ¿Recuerdos del Mundial? No sabría decir si es verdad o no... porque no sabría decir cómo es un recuerdo, por ejemplo.

Nestor Eduardo Chávez (12): Para hacer el Mundial tuvieron que juntar mucha plata y comprar esa Copa que era para ganarla ellos. Hicieron las grandes canchas para jugar al fútbol, y siempre tenía que haber uno que los mandaba a todos para que lo ayudaran. Después la plata que quedaba la gastaron en los carteles de propaganda que pusieron en las orillas de las canchas, por eso quedaron tan lindas.

Roxana Irene Gervasio (12): Yo lo vi por televisión, estuvo muy bien organizado, una fiesta maravillosa. El gobierno se gastó toda esa plata para hacer el Mundial, pero las personas se sentían como abandonadas, dejadas, porque les pagaban muy poco. Ahora hay hambre y problemas por eso. Tendrían que ser más organizados los jefes del gobierno que pagan, y no dejar que la gente quede sin trabajo o se muera de hambre.

Gastón Leyack (10): El problema es que la mayoría de la gente quedó contenta porque al deporte argentino le iba muy bien.

Malena Edith Meda (10): Los señores de gorra pusieron mucha plata para que ganara la Argentina, así de paso ganaban ellos y podían hacer todo lo que quisieran porque podían tener mucha más fuerza. Y tener asegurada también toda la alegría que necesitaban para gobernar.

Guido Diego González (12): Mientras una gente aplaudía, iba a la cancha y gritaba “¡Argentina!”, ellos mataban a otra gente. Recién ahora se está encontrando gente con problemas y muertos acribillados a balazos de cuando otros gritaban “¡Argentina! ¡Argentina!”. Se gastó un montón de plata, y desde ahí empezó la deuda externa. Esa plata la teníamos en el país pero para gastarla en otras cosas, mientras tanto era como una cortina de humo para que la gente no viera la realidad. Con el fervor del fútbol, la gente se olvidaba, lo único que le terminaba importando era ir a la cancha a gritar.

Sebastián Gonzalo Ortiz (9): Está bien que hagan divertir a la gente, ¿si no por qué los van a votar a los señores de gorra? Tienen que hacer algo así para que la gente ya divertida vaya y los vote.

Leandro Tomás Sanz (10): Tendrían que haber hecho las cosas bien. No hacerlo para que la gente se distrajera, sino para que esté contenta con lo que hacen, porque si no después que pasara el Mundial iban a estar peor que antes. Si por ejemplo al país le faltaba una escuela en algún lugar, tendrían que haberla puesto sin pensar en el fútbol.

Leandro Nicolás Ricci (6): Los jugadores jugaron bien, el arquero jugó bien, se atajaron bien los penales, llevó mucho público a las canchas, fue un éxito el Mundial militar.

Gabriela Wyczykier (11): En parte se distrajo la gente, pero a su vez había gente que no se pudo distraer porque no tenía televisión para verlo, ni podía ir a la cancha porque no tenía dinero para eso, no podían pensar en que el Mundial saliera lindo cuando no tenían qué comer. Solamente pensaban en un mañana, o en qué harían para que sus hijos fueran al colegio.

Gustavo Pedro Echegaray (11): Estuvo muy bien hecho, no como ahora, que se pelean antes del partido. En el Mundial ‘78 no se peleaban unas barras contra otras barras, y así tiene que ser. Ahora se pelean porque se olvidan que hay que saber ganar y perder.

Federico Guillermo Báez (10): Yo en esa época no entendía muy bien porque era muy chico y tampoco querían que yo sepa. Además, yo vivía con mis abuelos, no vivía con mis padres. Y no entendía muy bien. Sabía que estaba presa mi mamá, pero no sabía por qué. Yo creo que lo tuve que ir sabiendo de a poquito, que estaba presa porque quería ayudar al país mi vieja. Y con mi papá desaparecido todo era peor.

Adriana Soledad Rey (8): Nuestros jugadores ganaron, pero en el fondo estaban tristes porque después se quedaron sin plata, de repente no tuvieron qué comer, y empezaron a pedir pan, leche, fideos, junto con todos los demás pobres del país.

Rodrigo Milcíades Ortiz (12): Estuvieron mal al gastar el dinero en el Mundial del 78 porque no sé a qué personas les hicieron sobornos para que mataran a otras personas y tuvieron que pagarles mucho. Creo que hubo un jugador de fútbol que iba a entrar para otro equipo, y entonces pidieron que lo mataran. Al final ganó la Argentina, y por asesinar a un jugador.

Francisco Adán López (12): Bien no me parece el Mundial, pero si ellos lo han hecho deben saber por qué.

Mónica Mabel Meneses (10): La importancia está en que ganaron y la alegría se repartió entre los jugadores y los que gobernaban, más un montón de tristes.

Rodrigo Bonadeo (12): Si la plata que gastaron para eso era robada de la gente que vivía en Argentina, no puede estar bien organizado un Mundial si es con plata robada al país.

Karina Stofblat(11): ¿Para qué gastar tanta plata en el Mundial si igual el pueblo no les tomó confianza? Pero yo no me acuerdo cuánto tardó el pueblo en no tenerles confianza.

María Mora Salvático (12): Gastaron mucha plata para que la gente se distrajera en el Mundial, pero ya hacía dos años que estaban matando y desapareciendo gente. Mataron a mi prima, y a mí me dolió mucho, yo era chiquita, no entendía. Los militares fueron personas ignorantes antes que malas, porque no sabían lo que estaban haciendo. La militar es una carrera que todos la pueden tomar como profesión, pero ellos no podían ser votados. Porque la gente solamente con verlos no los iba a votar.

Santiago David Sánchez