Consejos sobre administración financiera - Elena G. de White - E-Book

Consejos sobre administración financiera E-Book

Elena G. De White

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Beschreibung

La administración financiera es una herramienta técnica de control que se relaciona con planificación, recursos, operaciones y estrategias. Todo administrador sabe muy bien cómo afectan dichas actividades a las personas. Lo que este libro acrecienta es la dimensión espiritual. Es decir, lo que puede y debe ser diferente cuando el administrador se somete a la voluntad de Dios.

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Seitenzahl: 211

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Consejos sobre Administración Financiera

Elena G. de White

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Índice de contenido
Tapa
Clave de abreviaturas
Prefacio
Primera sección: El administrador y las finanzas de la obra
1. Líderes y finanzas
2. Economía
3. Diezmos
4. Deudas
5. Salarios
6. Auditores
Segunda sección: Finanzas personales
7. Dinero y consagración
8. Honestidad
9. Economía
10. Diezmos
11. Deseos egoístas
12. Riquezas
13. Deudas
14. Contabilidad
15. Colportores
Tercera sección: Administración financiera de las instituciones
16. Escuelas y colegios
Orientaciones generales
Economía
Diezmos
Salarios
Deudas
17. Casas editoras
Orientaciones generales
Precios
Actividades comerciales
Deudas
Salarios
Economía
Derechos de autor
18. Industrias de alimentos
Productos sencillos y baratos
Economía
19. Hospitales y clínicas
Orientaciones generales
Economía
Deudas

Consejos sobre administración financiera

Elena G. de White

Compilación: Rubens Lessa

Dirección editorial: Pablo D. Ostuni

Traducción: Roberto Gullón

Diagramación y tapa: Carlos Schefer

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXX

Es propiedad. © División Sudamericana de la IASD (2008).

© Asociación Casa Editora Sudamericana (2009, 2020).

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-234-3

White, Elena G. de

Consejos sobre administración financiera / Elena G. de White / Compilado por Rubens S. Lessa. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo digital: Online

Traducción de: Roberto Gullón.

ISBN 978-987-798-234-3

1. Administración financiera. I. Lessa, Rubens S., comp. II. Roberto Gullón, trad. III. Título.

CDD 262.03

Publicado el 10 de agosto de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Clave de abreviaturas

Escritos de Elena G. de White citados en esta obra

A fin de conocerle (AFC)

Cada día con Dios (CDCD)

Conducción del niño (CN)

Conflicto y valor (CV)

Consejos sobre la salud (CSS)

Consejos sobre mayordomía cristiana (CMC)

Consejos para los maestros (CM)

Consejos sobre el régimen alimenticio (CRA)

Dios nos cuida (DNC)

El hogar adventista (HAd)

El ministerio de la bondad (MB)

El ministerio de curación (MC)

El ministerio médico (MM)

El colportor evangélico (CE)

El Deseado de todas las gentes (DTG)

El evangelismo (Ev)

En los lugares celestiales (ELC)

Exaltad a Jesús (EJ)

Fundamentals of Christian Education (Fundamentos de la educación cristiana)

Hijos e hijas de Dios (HHD)

Joyas de los testimonios (JT)

La educación (Ed)

Los hechos de los apóstoles (HAp)

Mensajes selectos (MS)

Mensajes para los jóvenes (MJ)

Nuestra elevada vocación (NEV)

Obreros evangélicos (OE)

Palabras de vida del gran Maestro (PVGM)

Primeros escritos (PE)

Reflejemos a Jesús (RJ)

Review & Herald (R&H)

Servicio cristiano (SC)

Testimonios para la iglesia (TI)

Testimonios para los ministros (TM)

Testimonios selectos (TS)

That I May Know Him (A fin de conocerle)

Prefacio

El contenido de este libro es fruto de una cuidadosa selección de consejos y orientaciones de Elena G. de White sobre administración financiera. El material está dividido en tres secciones: 1) Consejos sobre los administradores y las finanzas de la Obra; 2) Consejos sobre las finanzas personales; y 3) Consejos sobre la administración financiera de las instituciones.

Entre los criterios utilizados para hacer esta compilación, destacamos el hecho de que optamos por los consejos de aplicación general, evitando las orientaciones y advertencias destinadas a personas en particular.

Debido al rápido crecimiento de la iglesia y a la complejidad de su estructura en todos los niveles, los administradores del área financiera de la División Sudamericana pidieron a nuestras casas editoras que prepararan un libro que abarcara las tres áreas arriba mencionadas. Siguiendo los procedimientos de la iglesia, el proyecto fue primeramente sometido a la consideración de los Depositarios de las Publicaciones de Elena G. de White en la Asociación General, que lo aprobaron en su totalidad y autorizaron su publicación.

Es impresionante el amplio abanico de consejos sobre administración financiera que aparece en las obras de Elena G. de White. Hay capítulos enteros sobre ese tema, lo que prueba que Dios requiere cuidado y seriedad en el manejo de los recursos que pone a disposición de sus hijos.

Usted encontrará a lo largo de las tres secciones, consejos y orientaciones sobre economía en los gastos, honestidad en todas las transacciones, precisión en cuanto a los procedimientos contables, transparencia en el uso del dinero del Señor, abnegación y espíritu de misión. Cada centavo debe ser administrado con honestidad y diligencia.

Si siguen al pie de la letra esos principios de administración financiera, los líderes de la Obra adventista contribuirán mucho con el cumplimiento de la misión de predicar el evangelio del reino. De igual manera, nuestros colegios, hospitales, editoras e industrias de alimentos disfrutarán de creciente prosperidad, pudiendo involucrarse más todavía en la solemne tarea de llevar a las personas a los pies de Cristo. Y, ciertamente, Dios será honrado y engrandecido.

Vivimos en una época en que los valores morales y éticos son minimizados por una sociedad que sucumbe ante la presión de conceptos y teorías relativistas, los intereses y ventajas personales sobresalen diariamente en las transacciones comerciales y financieras. Pero la iglesia y sus líderes deben estar por encima de esas prácticas mundanas, que son severamente repudiadas por los principios bíblicos. Aquí es oportuno recordar una de las más solemnes apelaciones de Elena G. de White:

“La mayor necesidad del mundo es la de hombres que no se vendan ni se compren; hombres que sean sinceros y honrados en lo más íntimo de sus almas; hombres que no teman dar al pecado el nombre que le corresponde; hombres cuya conciencia sea tan leal al deber como la brújula al polo; hombres que se mantengan de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos” (Ed 54).

La iglesia necesita de esa estirpe de hombres para cumplir plenamente su misión en este mundo. La Obra de Dios necesita personas íntegras y verdaderas para administrar y gastar con celo y diligencia, incluso los centavos. Al hacerlo así, el desperdicio –tan de moda en nuestro tiempo– será evitado en todas las áreas de actividad de la iglesia. Después de todo, lidiamos con almas por quienes Cristo derramó su preciosa sangre.

Por tanto, las casas editoras ponen con mucha alegría este libro a disposición de la iglesia, esperando que sus consejos, orientaciones y advertencias sirvan de parámetro para los que cuidan los recursos destinados al progreso de la Obra del Señor.

Los Editores

Primera sección: El administrador y las finanzas de la obra

La experiencia es de gran valor. El Señor desea tener hombres de inteligencia relacionados con su obra, hombres calificados para ocupar diversos puestos de confianza en nuestras asociaciones e instituciones. Se necesitan especialmente hombres de negocios consagrados, hombres que practiquen los principios de la verdad en toda transacción comercial. Los que están encargados de los asuntos financieros no deben asumir otras responsabilidades, responsabilidades que son incapaces de llevar; ni tampoco se ha de encargar a hombres incompetentes la dirección de los negocios. Los que dirigen la obra han errado a veces al permitir el nombramiento de hombres desprovistos de tacto y habilidad para dirigir importantes intereses financieros (OE 437, 438).

Con el crecimiento de la iglesia en todas las áreas, se hizo imperioso buscar hombres de negocios consagrados a Dios, dotados con habilidades y competencias especiales, respetuosos de los principios divinos de administración financiera.

Solicitamos a las casas editoras que seleccionaran las citas principales del espíritu de profecía que presentan orientaciones y principios sobre la gestión denominacional. Estamos convencidos de que el material compilado será un mapa seguro para determinar la dirección de una gestión financiera eficiente, en consonancia con el contexto globalizado de nuestros días.

Recomendamos a todos los administradores y a todo el equipo que los acompaña en la tesorería, que lean, estudien, mediten y adopten los principios expresados en este libro. Confiamos que este material ayudará también a la preparación y calificación de aquellos que se están iniciando en el ministerio de las finanzas.

Estos principios fueron inspirados por Alguien que no puede equivocarse y recordamos el oportuno mensaje bíblico que dice: “Creed al Señor vuestro Dios, y estaréis seguros; creed a sus profetas, y seréis prosperados” (2 Crón. 20:20).

En todas las áreas de la iglesia, la gestión financiera debe ser eficiente, señaladamente transparente y digna de credibilidad. Todo eso será posible si seguimos las claras e inspiradas recomendaciones del espíritu de profecía. Sin duda alguna, nuestras instituciones deben ocupar una posición destacada en el escenario administrativo/financiero en que están insertas.

Oramos para que este material nos ayude a crecer en calidad y productividad. Dios, ciertamente, será honrado y adorado mediante un trabajo fiel y aceptable a sus ojos.

Marino de Oliveira

Tesorero de la División Sudamericana

1. Líderes y finanzas

1. Uso de los medios. Los hombres en posiciones de confianza deben considerar los recursos que manejan como ingresos de Dios, y utilizarlos con estricto apego a la economía. Cuando hay abundancia en la tesorería, no se la debe invertir en adicionar edificio tras edificio en lugares donde ya existen monumentos conmemorativos para Dios. Cientos de otros lugares necesitan este dinero, para que también ellos puedan tener algo establecido con qué representar la verdad. Debe haber obra representativa en todas partes de la viña del Señor.

El poder para usar y desembolsar el dinero del Señor no debe dejarse al juicio de una sola persona. Debe darse cuenta de todo peso que se gaste. Los recursos de Dios deben utilizarse en el tiempo apropiado y en los lugares debidos, para que sean una bendición y también una lección objetiva de cómo obra él, de acuerdo con los principios de la equidad, la justicia y la rectitud (MM 215, 216).

2. Preparación especial. No hay ocupación lícita para la cual no provea la Biblia una preparación esencial. Sus principios de diligencia, honradez, economía, temperancia y pureza, son el secreto del verdadero éxito. Estos principios, según los presenta el libro de Proverbios, constituyen un tesoro de sabiduría práctica. ¿Dónde pueden hallar el comerciante, el artesano, el conductor de hombres en cualquier tipo de actividad, mejores máximas para sí y sus empleados que las que se encuentran en las palabras del sabio?:

“¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes estará; no estará delante de los de baja condición”. Prov. 22:29.

“En toda labor hay fruto; mas las vanas palabras de los labios empobrecen”. Prov. 14:23.

“El alma del perezoso desea, y nada alcanza”. Prov. 13:4.

“Porque el bebedor y el comilón empobrecerán, y el sueño hará vestir vestidos rotos”. Prov. 23:21 (Ed 135).

3. Competencia. La experiencia es de gran valor. El Señor desea tener hombres de inteligencia relacionados con su obra, hombres calificados para ocupar diversos puestos de confianza en nuestras asociaciones e instituciones. Se necesitan especialmente hombres de negocios consagrados, hombres que practiquen los principios de la verdad en toda transacción comercial. Los que están encargados de los asuntos financieros no deben asumir otras responsabilidades, responsabilidades que son incapaces de llevar; ni tampoco se ha de encargar a hombres incompetentes la dirección de los negocios. Los que dirigen la obra han errado a veces al permitir el nombramiento de hombres desprovistos de tacto y habilidad para dirigir importantes intereses financieros.

Los hombres que prometen en los ramos de negocios deben desarrollarse y perfeccionar sus talentos por medio de estudios y preparación muy cabales. Debe animárselos a colocarse donde, como estudiantes, puedan obtener rápidamente un conocimiento de los principios y métodos correctos para manejar negocios (OE 437, 438).

4. Amplitud de espíritu. Los administradores de nuestras instituciones deberían ser hombres de suficiente amplitud mental como para saber respetar a los obreros de intelecto cultivado y recompensarlos proporcionalmente a las responsabilidades que desempeñan. Pero los que trabajan en la obra de Dios no deberían hacerlo sólo por el sueldo que reciben, sino para honrar a Dios, para promover su causa y obtener riquezas imperecederas (MS 2:217, 218).

5. No perder el foco. Existe el peligro de que nos dejemos invadir por un espíritu de mercantilismo y absorber tanto en los negocios terrenales, que las verdades de la Palabra de Dios no se manifiesten en nuestra vida. El amor de los negocios y de la ganancia se vuelve siempre más dominante (JT 3:312).

6. Cuarto mandamiento. Otros que conocen muy bien las evidencias bíblicas que muestran que el séptimo día es el día de reposo, se asocian con hombres que no respetan el santo día de Dios. Un observador del sábado no puede permitir que sus empleados pagados con su dinero, trabajen en sábado. Si permite, por amor al lucro, que su socio incrédulo haga funcionar la empresa comercial en la que él participa, es igualmente culpable con el incrédulo; y es su deber disolver esta sociedad sin tomar en cuenta lo que pueda perder. Tal vez los hombres piensen que no pueden darse el lujo de obedecer a Dios, pero tampoco pueden permitirse desobedecerle. Los que son descuidados en su observancia del sábado sufrirán una gran pérdida (Ev 182).

7. Principios puros. La religión de Cristo ordena a los hombres que lleven a sus vidas los puros principios de la verdad, al comprar y al vender, en la realización de todo negocio, con tanto sentido de la obligación religiosa como el que ponen al ofrecer a Dios sus súplicas. Los negocios no deben apartar el alma de Dios. Mediante vuestro ejemplo debierais demostrar al mundo que la verdad de Dios santifica a quien la recibe y produce industria, frugalidad y perseverancia, mientras que extirpa la avaricia, la ambición desmedida y toda clase de falta de honradez [...]

Toda transacción comercial debe ser de tal naturaleza que pueda ser respaldada por el cielo, de lo contrario llevará el repulsivo olor de la influencia satánica. Toda acción debe representar la ciencia de los principios celestiales (NEV 228).

8. Inteligencia y pureza. Santidad a Jehová, fue la gran característica de la vida que el Redentor vivió en la tierra, y es su voluntad que esto mismo caracterice las vidas de sus seguidores. Sus obreros deben trabajar con desprendimiento y fidelidad, y con referencia a la utilidad e influencia de todos los demás obreros. La inteligencia y la pureza deben señalar toda su obra, y todas sus transacciones comerciales. Él es la luz del mundo. En su obra no deben haber rincones oscuros donde se practiquen fraudulencias. La injusticia es sumamente desagradable para Dios (CMC 149).

9. El peligro del extremismo. Es correcto tomar prestado dinero para llevar adelante una obra que sabemos que Dios quiere que se realice. No debemos esperar rodeados de incomodidades y hacer la obra mucho más dura, porque no queremos tomar dinero prestado. Se han cometido errores al incurrir en deudas para hacer lo que bien habría podido esperar hasta un tiempo futuro. Pero existe el peligro de ir al otro extremo. No debemos colocarnos en una posición que pondrá la salud en peligro y hará que nuestra tarea sea cansadora. Debemos obrar con sensatez. Debemos llevar a cabo la obra que necesita realizarse, aun cuando tengamos que tomar dinero a préstamo y pagar intereses (CMC 292).

10. Bajo una luz pura. Que en ninguna ocasión se dé motivo a alguien para que diga que los adventistas del séptimo día alguna vez han realizado acciones mezquinas. Lo que segarán será el desprecio. Que todas nuestras transacciones comerciales se presenten puras y sin mancha delante del mundo y de los de nuestra fe. No permita que su proceder sea de tal carácter que requiera explicaciones para hacerlo aparecer de alguna forma en una luz favorable (MM 223, 224).

11. Principios correctos. Los que trabajan en ramos de negocios deben tomar toda precaución para evitar de caer en error por causa de principios o métodos erróneos. Su actuación debe ser como la de Daniel en la corte de Babilonia. Cuando todas sus transacciones administrativas fueron sometidas al escrutinio más detenido no se pudo hallar un solo detalle deficiente. El registro de su vida de negocios, aunque tan incompleto como es, contiene lecciones dignas de estudio. Revela el hecho de que un hombre de negocios no es necesariamente un hombre astuto y maquinador. Puede ser un hombre instruido por Dios en cada paso. Daniel, mientras era primer ministro del reino de Babilonia era profeta de Dios, y recibía la luz de la inspiración divina. Su vida es una ilustración de lo que puede ser cada hombre de negocios cristiano (OE 438, 439).

El dinero tiene gran valor porque puede hacer mucho bien. En manos de los hijos de Dios es alimento para el hambriento, bebida para el sediento, y vestido para el desnudo. Es una defensa para el oprimido y un medio de ayudar al enfermo. Pero el dinero no es de más valor que la arena, a menos que sea usado para satisfacer las necesidades de la vida, beneficiar a otros, y hacer progresar la causa de Cristo (PVGM 286).

12. Fieles mayordomos. Los que ocupan posiciones de confianza deben actuar como mayordomos fieles en todas las cosas, protegiendo concienzudamente los fondos creados por el pueblo. Se debe ejercer cuidado para prevenir cualquier gasto innecesario. Al levantar edificios y proveer diversas instalaciones para la obra, debemos cuidar de no hacer planes demasiado elaborados que consuman dinero innecesariamente; porque en cada caso esto significa una incapacidad de proveer medios para la extensión de la obra en otros campos, especialmente en tierras extranjeras. No se deben retirar fondos de la tesorería para establecer instituciones en el territorio nacional, a riesgo de debilitar el progreso de la verdad en las regiones extranjeras.

El dinero de Dios no se debe utilizar solamente en nuestros territorios, sino también en países distantes, y en las islas de los mares. Si el pueblo de Dios no realiza esta labor, con toda seguridad él le quitará el poder que no utiliza adecuadamente (TI 7:206).

13. Actos de abnegación. La obra de estos últimos días no ha sido sostenida por grandes legados, ni llevada adelante por influencia mundana. Ha recibido sostén de ofrendas que no eran sino el resultado de la abnegación y el espíritu de sacrificio (SC 273).

Dios pide que su pueblo ponga a su disposición una parte de los medios que les ha encomendado para que se puedan establecer nuestras instituciones en esos campos destituidos, pero que están maduros para la cosecha. Él pide que los que tienen dinero en los bancos lo pongan a circular. Cuando contribuimos de nuestra sustancia al sostenimiento de la obra de Dios, demostramos prácticamente que amamos al Señor en forma suprema y a nuestro prójimo como a nosotros mismos (CSS 493).

14. Rendición de cuentas. Las grandes responsabilidades implican grandes obligaciones. El que desee ser un siervo fiel debe prestar un servicio pleno y voluntario al mayor Maestro que el mundo haya conocido jamás. Sus ideas y principios deben mantenerse puros por el poder de Dios. Cada día debe aprender a hacerse digno de la confianza que se le ha dispensado (TM 282).

15. Compasión y amor. Pero si los que han sido hechos mayordomos por el Señor consideran sus tesoros como dones suyos, y tratan de manifestar compasión, simpatía y amor por sus semejantes, estarán en armonía con el carácter de Dios, quien dio a su Hijo unigénito para que muriera por salvarlos. Si valoran las almas de la raza humana según el precio pagado por su redención, no obrarán de acuerdo con sus impulsos naturales, sino que manifestarán los atributos de la mente y la voluntad de Dios, y serán canales por medio de los cuales podrán fluir hacia la humanidad los generosos y amantes sentimientos de Dios (TM 286, 287).

16. Influencia de los principios divinos. Los empleados pueden tener la impresión de que realizan un trabajo puramente mecánico, mientras que están, por el contrario, ocupados en una obra que suscitará preguntas acerca de su fe y sus principios. Si están animados de un buen espíritu, podrán hablar en tiempo oportuno. Si está en ellos la luz de la verdad y del amor de Dios, no podrán menos que dejarla brillar. Hasta la manera en que manejan los asuntos comerciales manifestará la influencia de los principios divinos. Se puede decir de nuestros obreros como se dijo antaño de los artesanos del tabernáculo: “Y lo he henchido de espíritu de Dios en sabiduría, y en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio” (Exo. 31:3) (JT 3:162).

17. No desviar recursos para otros fines. En muchos casos los recursos que deberían dedicarse a la obra misionera se desvían hacia otros canales a causa de ideas erradas acerca de la generosidad. Podemos equivocarnos al ofrecer a los pobres donativos que no constituyen una bendición para ellos y que en cambio los induzcan a pensar que no necesitan realizar un esfuerzo y practicar la economía, porque habrá quienes no permitirán que ellos padezcan necesidad. No debemos aprobar la indolencia ni estimular los hábitos de complacencia propia proporcionando los medios que satisfarán los deseos de gratificación. Si bien es cierto que no hay que descuidar a los pobres que son dignos, a todos hay que enseñar, hasta donde sea posible, a ayudarse a sí mismos (CMC 172).

18. El octavo mandamiento. El octavo mandamiento condena el robo de hombres y el tráfico de esclavos, y prohíbe las guerras de conquista. Condena el hurto y el robo. Exige estricta integridad en los más mínimos pormenores de los asuntos de la vida. Prohíbe la excesiva ganancia en el comercio, y requiere el pago de las deudas y de salarios justos. Implica que toda tentativa de sacar provecho de la ignorancia, debilidad, o desgracia de los demás, se anota como un fraude en los registros del cielo (CMC 268).

19. Consejo a los pastores. He recibido instrucciones acerca de lo importante que es que nuestros ministros se mantengan libres de las responsabilidades que deben ser llevadas mayormente por hombres de negocios. De noche, me vi en una asamblea integrada por unos cuantos de nuestros hermanos que llevan la carga de la obra. Estaban muy perplejos acerca de asuntos pecuniarios y estaban consultando acerca de cómo se podía llevar la obra a cabo con éxito. Algunos pensaban que se podría limitar el número de obreros, y obtener, sin embargo, todos los resultados esenciales. Uno de los hermanos que ocupaba una posición de responsabilidad estaba explicando sus planes, y expresando lo que deseaba ver hecho. Varios otros presentaron asuntos para que se considerasen. Entonces se levantó Uno que tenía dignidad y autoridad y empezó a declarar los principios que debieran dirigirnos. Dijo a varios predicadores:

“Vuestra obra no consiste en la dirección de asuntos financieros. No es prudente que lo emprendáis. Dios tiene cargas para vosotros, pero si seguís ramos de obra a los cuales no os habéis adaptado, vuestros esfuerzos para presentar la Palabra resultarán infructuosos. Esto os ocasionará un desaliento que os descalificará para la misma obra que debierais hacer -una obra que requiere cuidadoso y sano discernimiento y juicio abnegado”.

Los que están dedicados a escribir y hablar la Palabra deben asistir a menos reuniones de junta. Deben confiar muchos asuntos de menor importancia a hombres de capacidad comercial, y deben evitar de hallarse constantemente en una tensión que despoja su mente de su vigor natural (OE 436, 437).

20. Abrir nuevos frentes. Al llevar adelante la obra del Señor, tanto en casa como en el extranjero, los que ocupan puestos de responsabilidad deben hacer planes sabios para dar el mejor empleo posible a hombres y recursos. La carga de sostener la obra en muchos de los países extranjeros, tiene que ser llevada mayormente por nuestras asociaciones de la base [Estados Unidos]. Estas asociaciones necesitan recursos con que ayudar a iniciar la obra en nuevos campos, donde las verdades probatorias del mensaje del tercer ángel no han penetrado todavía. Durante los últimos años se han estado abriendo puertas de par en par como por arte mágico, y se necesitan hombres y mujeres que entren por estas puertas e inicien una obra fervorosa por la salvación de las almas (CM 510).

21. Amor propio. Dios probará la fidelidad de su pueblo. Muchos de los errores que cometen los que profesan ser servidores de Dios son consecuencia de su amor propio, su deseo de aprobación, su sed de popularidad. Así cegados, no se dan cuenta de que son elementos de oscuridad en vez de luz. “Salid de en medio de ellos, y apartaos, dice el Señor, y no toquéis lo inmundo; y yo os acogeré, y seré a vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Cor. 6:17, 18). Estas son las condiciones que permitirán que se nos reconozca como hijos de Dios: la separación del mundo y el renunciamiento a las cosas que engañan, fascinan y entrampan (TI 5:12, 13).

22. Intereses egoístas. Todas las ramas de la obra pertenecen a los ministros. No es la orden de Dios que alguien debe seguir tras ellos para atar los cabos de una obra inconclusa. La Asociación no está obligada a emplear a otros obreros para seguir detrás y rehacer las puntadas sueltas dejadas por trabajadores negligentes. Es el deber del presidente de la Asociación fiscalizar a los obreros y su trabajo, y enseñarles a ser fieles en todas las cosas, porque ninguna iglesia que le robe a Dios puede prosperar. La escasez espiritual en nuestras iglesias es frecuentemente el resultado de un alarmante predominio del egoísmo. Los intereses y proyectos egoístas y mundanales se interponen entre el alma y Dios. Los hombres se aferran al mundo, al parecer con el temor de que si se sueltan de él, Dios dejaría de cuidarlos. Y así si intentan cuidarse a sí mismos; están ansiosos, preocupados y angustiados, reteniendo sus grandes fincas y añadiendo posesiones (TI 5:352, 353).

23. Aplicación correcta de recursos.