La verdad acerca de los ángeles - Elena G. de White - E-Book

La verdad acerca de los ángeles E-Book

Elena G. De White

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Beschreibung

"Los ángeles de Dios están a nuestro alrededor… deberíamos saber estas cosas y tembar, y dedicarnos a pensar, mucho más de lo que lo hemos hecho hasta ahora, en el poder de los ángeles de Dios que están vigilándonos y guardándonos… Los ángeles de Dios, que son millares de millares y millones de millones... nos guardan del mal y repelen a las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos" (pág. 16).

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Seitenzahl: 368

Veröffentlichungsjahr: 2020

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La verdad acerca de los ángeles

Elena G. de White

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Índice de contenido
Tapa
Lista de abreviaturas de las fuentes
Al lector
1 - Los ángeles y los humanos: una vista panorámica
2 - El ministerio actual de los ángeles
3 - Los ángeles en el cielo antes de la rebelión
4 - El origen del mal
5 - Los ángeles rebeldes son expulsados. La caída de Adán y Eva
6 - Los ángeles antes y después del diluvio
7 - Los ángeles en la Era Patriarcal
8 - Los ángeles en el tiempo del éxodo
9 - Los ángeles desde el Sinaí hasta la toma de Jericó
10 - Los ángeles desde el tiempo de los jueces hasta el primer reinado
11 - Los ángeles desde el tiempo de David hasta el cautiverio babilónico
12 - Los ángeles desde el cautiverio hasta Juan el Bautista
13 - Los ángeles durante la encarnación y la niñez de Cristo
14 - Los ángeles en el bautismo de Cristo y durante su experiencia en el desierto
15 - Los ángeles y los demonios durante el ministerio de Cristo
16 - Los ángeles durante la pasión y muerte de Cristo
17 - Los ángeles desde la resurrección hasta la ascensión de Cristo
18 - Los ángeles desde el Pentecostés hasta los últimos días
19 - Los ángeles en la experiencia de Elena de White
20 - Los ángeles en la crisis final
21 - Los ángeles en el más allá

La verdad acerca de los ángeles

Elena G. de White

Título del original: The Truth About Angels, Pacific Press Publishing Association, Nampa, Idaho, E.U.A., 1996.

Dirección editorial: Aldo D. Orrego

Traducción: Juan Carlos Viera

Diseño de tapa: Rosana Blasco

Diseño del interior: Giannina Osorio

Ilustración de tapa: Shutterstock

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e - Book

MMXX

Es propiedad. © Ellen G. White Estate (1996). © Asociación Publicadora

Interamericana (1997). © Asociación Casa Editora Sudamericana (2001).

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-168-1

White, Elena G. de

La verdad acerca de los ángeles / Elena G. de White / 1ª ed. - Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2020.

Libro digital, EPUB

Archivo digital: Online

Traducción de: Juan Carlos Viera.

ISBN 978-987-798-168-1

1. Ángeles. I. Juan Carlos Viera, , trad. II. Título.

CDD 235.3

Publicado el 10 de mayo de 2020 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

E-mail: [email protected]

Web site: editorialaces.com

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Lista de abreviaturas de las fuentes

ATO: Alza tus ojos

AUCR: Australian Union Conference Recorder

AUG : Atlantic Union Gleaner

AY: An Appeal to the Youth

BE: Bible Echo

BE&ST: Bible Echo and Signs of the Times

CBA: Comentario bíblico adventista del séptimo día, ts. 1-7 (CB 1:, etc.)

CC: El camino a Cristo

CDCD: Cada día con Dios

CN: Conducción del niño

CS: El conflicto de los siglos

CSS: Consejos sobre la salud

CV: Conflicto y valor

DTG: El Deseado de todas las gentes

EC: La educación cristiana

Ed: La educación

ELC: En los lugares celestiales

EM: Educational Messenger

EUD: Eventos de los últimos días

FCE: Fundamentals of Christian Education

GCB: General Conference Bulletin

HAp: Los hechos de los apóstoles

HL: Healthful Living

HR: La historia de la redención

HRef: The Health Reformer

HS: Historical Sketches of SDA Foreign Missions

JT: Joyas de los testimonios, ts. 1-3 (JT 1:, etc.)

LP: Sketches from the Life of Paul

MB: El ministerio de la bondad

MeM: Meditaciones matinales, 1953

MSV: ¡Maranata: El Señor viene!

MR: Manuscript Releases, ts. 1-21 (MR 1:, etc.)

MS: Mensajes selectos, ts. 1-3 (MS 1:, etc.)

NB: Notas biográficas de Elena G. de White

OE: Obreros evangélicos

OP: El otro poder

PE: Primeros escritos

PP: Patriarcas y profetas

PR: Profetas y reyes

PT: The Present Truth

PVGM: Palabras de vida del gran Maestro

RH: The Review and Herald

RS: Redemption Series, folletos 1-8 (RS 1:, etc.)

SAT: Sermons and Talks,ts. 1 y 2 (SAT 1:, etc.)

SFE: Southern Field Echo

SG: Spiritual Gifts, ts. 1-4 (SG 1:, etc.)

SMC: Spaulding and Magan Collection

SP: Spirit of Prophecy, ts. 1-4 (SP 1:, etc.)

SpTEd: Special Testimonies on Education

SSW: The Sabbath School Worker

ST: The Signs of the Times

SW: The Southern Watchman

T: Testimonies for the Church, ts. 1-9 (T 1:, etc.)

TM: Testimonios para los ministros

YI: The Youth’s Instructor

Al lector

Este libro trata un tema de amplio interés. En número sin precedentes, los programas de televisión presentan informes de ángeles involucrados en los asuntos humanos. Los periódi­cos publican numerosos relatos de encuentros con visitantes extraterrestres. Las librerías muestran estantes y más estantes llenos de libros que investigan lo sobrenatural, y las ventas están en continuo crecimiento. En todas partes la gente se pre­gunta si en verdad existen los ángeles y quiénes son. ¿Son los espíritus de los muertos? ¿Son hostiles o amigables? ¿Pueden comunicarse con nosotros?

La mayoría de las respuestas dadas por “autoridades” en

la materia no satisfacen al sincero investigador de la verdad. Muchas de las respuestas son meras especulaciones. Otras son sensacionalistas. Y otras están basadas en falsas interpretacio­nes de las Sagradas Escrituras.

Por contraste, esta obra está llena de información ins­pirada. Ofrece respuestas firmemente basadas en la Palabra de Dios. Y no sólo establece la verdad acerca de los ángeles, sino que, creemos, llevará al lector a una más profunda expe­riencia espiritual.

El primer capítulo presenta una vista panorámica de la existencia y las actividades de los seres del mundo invisible. El segundo capítulo ilustra algunas de las numerosas formas en que los ángeles participan en la vida personal de los seres hu­manos. Comenzando con el capítulo 3, el libro presenta una secuencia histórica de eventos y experiencias en las que los ángeles han jugado un papel preponderante. Comienza con larebelión de Lucifer en el cielo antes de la creación del mundo, y concluye con la actividad que los ángeles tendrán en el más allá.

Este libro es una fuente invaluable de información. Pero

es más que eso; es una obra que levanta el velo entre el mun­do visible y el invisible. Revela la actuación de los ángeles en eventos que los historiadores seculares registraron pero no pudieron explicar, y le da al lector la sensación de ser un testigo ocular de esos eventos; ¡en verdad, una experiencia emocionante!

Estamos convencidos de que este libro será apreciado en

todas partes por los que buscan la verdad. Su lectura les permi­tirá reconocer tanto las manifestaciones espúrias de los espíri­tus malignos como gozar de la compañía de los santos ángeles mientras caminan diariamente con Dios.

Los Fideicomisarios de la CORPORACIÓN ELENA G. DE WHITE

Capítulo 1

Los ángeles y los humanos: una vista panorámica

La relación entre el mundo visible y el invisible, el ministerio de los ángeles de Dios y la in­fluencia o intervención de los espíritus malos son asun­tos claramente revelados en las Sagradas Escrituras y como indisolublemente entretejidos con la historia humana...

Antes de la creación del hombre había ya ángeles; pues cuando los cimientos de la Tierra fueron echa­dos, a una “alababan todas las estrellas del alba, y se regocijaban todos los hijos de Dios” (Job 38:7)... Los ángeles son por naturaleza superiores al hombre, pues el salmista, refiriéndose a éste, dice: “Le has hecho po­co menor que los ángeles” (Sal. 8:5).

El número y el poder de los ángeles

Las Sagradas Escrituras nos dan informaciónacerca del número, el poder y la gloria de los seres celestiales, de su relación con el gobierno de Dios y también con la obra de la redención. “Jehová estableció en los cielos su trono, y su reino domina sobre todos”. Y el profeta dice: “Oí la voz de muchos ángeles alrededor del tro­no”. Ellos sirven en la sala del trono del Rey de reyes, “ángeles poderosos en fortaleza”, “ministros suyos”, que hacen “su voluntad”, “obedeciendo a la voz de su pre­cepto” (Sal. 103:19-21; Apoc. 5:11).

Millones de millones y millares de millares era el número de los mensajeros celestiales vistos por el profe­ta Daniel. El apóstol Pablo habla de “las huestes innu­merables de ángeles” (Heb. 12:22, VM; Dan. 7:10). Como mensajeros de Dios, iban y volvían “a semejan­za de relámpagos” (Eze. 1:14); tan deslumbradora era su gloria y tan veloz su vuelo. El ángel que apareció en la tumba del Señor, y cuyo “aspecto era como un relám­pago, y su vestido blanco como la nieve”, hizo que los guardias temblaran de miedo y quedaran “como muer­tos” (Mat. 28:3, 4).

Cuando Senaquerib, el insolente monarca asirio, blasfemó e insultó a Dios, y amenazó con destruir a Israel, “aconteció que en aquella misma noche salió un ángel de Jehová, e hirió en el campamento de los asirios ciento ochenta y cinco mil hombres”. El ángel “destruyó a todos los hombres fuertes y valerosos, con los príncipes y los capitanes” del ejército de Senaque­rib, quien “volvió con rostro avergonzado a su propia tierra” (2 Rey. 19:35; 2 Crón. 32:21, VM).

Los ángeles ayudan a los hijos de Dios

Los ángeles son enviados a los hijos de Dios con misiones de misericordia. Visitaron a Abraham con promesas de bendición; al justo Lot, para rescatarlo de las llamas de Sodoma; a Elías, cuando estaba por morir de cansancio y hambre en el desierto; a Eliseo, con carros y caballos de fuego que circuían la pequeña ciudad donde estaban encerrados por sus enemigos; a Daniel, cuando imploraba la sabiduría divina en la corte de un rey pagano, o en momentos en que iba a ser presa de los leones; a San Pedro, condenado a muerte en la cárcel de Herodes; a los presos de Filipos; a San Pablo y sus compañeros, durante la noche tempestuosa en el mar;a Cornelio, para hacerle comprender el evan­gelio; a San Pedro, para mandarlo con el mensaje de salvación al extranjero gentil. Así fue como, en todas las edades, los santos ángeles ejercieron su ministerio en beneficio del pueblo de Dios...

Así que, aunque expuestoal poder engañoso y a la continua malicia del príncipe de las tinieblas y en con­flicto con todas las fuerzas del mal, el pueblo de Dios siempre tieneasegurada la protección de los ángeles del cielo. Y esta protección no es superflua. Si Dios conce­dióa sus hijos su gracia y su amparo, es porque deben hacer frentea las temibles potestades del mal, potesta­des múltiples, audaces e incansables, cuya malignidad y poder nadie puede ignorar o despreciar impunemente.

Satanás y los ángeles malignos

Los espíritus malos, creados en un principio sin pe­cado, eran iguales, por naturaleza, poder y gloria, a los seres santos que son ahora mensajeros de Dios. Pero una vez caídos por causa del pecado, se coligaron para deshonrar a Dios y acabar con los hombres. Unidos con Satanás en su rebeldía, y arrojados del cielo con él, han sido desde entonces, en el curso de los siglos, sus cómplices en la guerra empeñada contra la autoridad divina. Las Sagradas Escrituras nos hablan de su unión y de su gobierno, de sus diversas órdenes, de su inteli­gencia, como también de sus propósitos malévolos con­tra la paz y la felicidad de los hombres...

Nadie está en mayor peligro de caer bajo la influen­cia de los espíritus malos que los que, a pesar del testi­monio directo y positivo de las Sagradas Escrituras, nie­gan la existencia e intervención del diablo y de sus án­geles. Mientras ignoremos sus astucias ellos nos llevan notable ventaja; y muchos obedecen a sus sugestiones creyendo seguir los dictados de su propia sabiduría. És­ta es la razón por la cual a medida que nos acercamos al fin del tiempo, cuando Satanás obrará con la mayor energía para engañar y destruir, él mismo propaga por todas partes la creencia de que no existe. Su política consiste en esconderse y obrar solapadamente...

Precisamente por haberse enmascarado con habili­dad consumada es por lo que tana menudo se oye pre­guntar: “¿Existe en realidad un ser semejante?” Prueba evidente de su éxito es la aceptación general de que go­zan entre el público religioso ciertas teorías que niegan los testimonios más positivos de las Sagradas Escritu­ras. Y es porque Satanás puede dominar tan fácilmente los espíritus de las personas inconscientes de su influen­cia por lo que la Palabra de Dios nos da tantos ejem­plos de su obra maléfica, nos revela sus fuerzas ocultas y nos pone así en guardia contra sus ataques.

Los seguidores de Cristo están seguros

El poder y la malignidad de Satanás y de su hueste podríanalarmarnos con razón, si no fuera por el apoyo y salvación que podemos encontrar en el poder supe­rior de nuestro Redentor. Proveemos cuidadosamente nuestras casas con cerrojos y candados para proteger nuestros bienes y nuestras vidas contra los malvados; pero rara vez pensamos en los ángeles malos que tratan continuamente de llegar hasta nosotros, y contra cuyos ataques no contamos en nuestras propias fuerzas con ningún medio eficaz de defensa. Si se los dejara nos trastornarían la razón, nos desquiciarían y torturarían el cuerpo, destruirían nuestras propiedades y nuestras vidas. Sólo se deleitan en el mal y en la destrucción.

Terrible es la condición de los que resistena las exi­gencias de Dios y ceden a las tentaciones de Satanás, hasta que Dios los abandona al poder de los espíritus malignos. Pero los que siguen a Cristo están siempre seguros bajo su protección. Ángeles de gran poder son enviados del cielo para ampararlos. El maligno no pue­de forzar la guardia con que Dios tiene rodeado a su pueblo.–CS 565-567, 570, 571.

Capítulo 2

El ministerio actual de los ángeles

Los ángeles nos guardan

Cada discípulo de Cristo tiene su ángel guardián respectivo. Estos centinelas celestiales protegen a los justos del poder del maligno. Así lo reconoció el mismo Satanás cuando dijo: “¿Acaso teme Job a Dios de balde? ¿No le has cercado alrededor a él, y a su casa ya todo lo que tiene?” (Job 1:9, 10). El medio del cual Dios se vale para proteger a su pueblo está indicado en las palabras del salmista: “El ángel de Jehová acam­pa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Sal. 34:7). Hablando de los que creen en él, el Salvador di­jo: “Mirad que no menospreciéisa uno de estos peque­ños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre” (Mat. 18:10). Los ánge­les encargados de atender a los hijos de Dios tienen a toda hora acceso cerca de él.–CS 566, 567.

No sabemos qué resultados traerá un día, una ho­ra o un momento, y nunca debiéramos comenzar el día sin encomendar nuestros caminos a nuestro Padre celestial. Sus ángeles están comisionados para velar por nosotros, y si nos sometemos a su custodia en­tonces en cada ocasión de peligro estarán a nuestra diestra. Cuando inconscientemente estemos en peli­gro de ejercer una mala influencia, los ángeles estarán a nuestro lado, induciéndonos a un mejor proceder, escogiendo las palabras por nosotros e influyendo en nuestras acciones.–PVGM 276, 277.

Los ángeles de Dios estána nuestro alrededor... de­biéramos saber estas cosas y temblar, y dedicarnos a pensar, mucho más de lo que lo hemos hecho hasta ahora, en el poder de los ángeles de Dios que están vigilando y guardándonos... Los ángeles de Dios están comisionados por el Cielo para guardar a los hijos de los hombres. Sin embargo, muchos se alejan de su in­fluencia protectora y se acercan adonde pueden tener comunicación con los ángeles malignos... ¡Oh, si to­dos pudiéramos obedecer el consejo del apóstol! [lea 2 Cor. 6:17, 18].–MR 5:125.

Dios manda a ángeles para ministrar a los que es­tán ciegos físicamente. Ángeles guardan sus pasos y los libran de mil peligros que, aunque desconocidos para ellos, acechan su sendero.–MB 251.

[Mientras navegaba en el océano Pacífico.] Aquí es­toy ahora para escribiracerca de Cristo cuando cami­naba sobre el mar para calmar la tempestad. ¡Oh, có­mo impresionó mi mente esta escena!... La majestad de Dios y sus obras ocuparon mis pensamientos. Los vien­tos están en sus manos; controla lasaguas. Seres finitos, meros puntos sobre las anchas y profundasaguas del Pacífico, éramos nosotros a la vista de Dios; pero los ángeles del cielo fueron enviados desde la excelente gloria para proteger ese barquito de vela.–CDCD 110.

Los ángeles participan en la vida familiar

El fiel obrero que trabaja en el hogar está sirvien­do al Señor tanto o más que aquél que predica la Pala­bra. Los padres y las madres debieran comprender que ellos son los educadores de sus hijos. Los hijos son la herencia del Señor, y debieran ser entrenados y disci­plinados para formar caracteres que Dios pueda apro­bar. Cuando este trabajo se realiza juiciosamente, con oración y fidelidad, los ángeles de Dios guardan a la familia, y la vida más simple se transforma en una vi­da consagrada.–AUCR, 6 de septiembre de 1909.

Antes de salir de la casa para ir a trabajar, toda la familia debe ser convocada, y el padre, o la madre en ausencia del padre, debe rogar con fervor de Dios que los guarde durante el día. Acudid con humildad, con un corazón lleno de ternura, presintiendo las tentacio­nes y peligros que os acechana vosotros y a vuestros hi­jos, y por la fe atad a estos últimos al altar, solicitando para ellos el cuidado del Señor. Los ángeles ministra­dores guardarán a los niños así dedicados a Dios.–CN 491. Los ángeles de Dios, que son millares de millares y millones de millones... nos guardan del mal y repelen las fuerzas de las tinieblas que procuran destruirnos. ¿No tenemos motivos de continuo agradecimiento, aun cuando haya aparentes dificultades en nuestro ca­mino?–MC 196.

Los ángeles de Dios están velando sobre nosotros. En esta Tierra hay miles y decenas de miles de mensaje­ros celestiales enviados por el Padre para impedir que Satanás obtenga alguna ventaja sobre aquéllos que se niegana caminar en el sendero del mal. Y estos ángeles que guardan a los hijos de Dios en la Tierra están en comunicación con el Padre en el cielo.–ELC 99.

Necesitamos comprender más plenamente la mi­sión de los ángeles. Sería bueno recordar que cada verdadero hijo de Dios cuenta con la cooperación de los seres celestiales. Ejércitos invisibles de luz y poder acompañan a los mansos y humildes que creen y acep­tan las promesas de Dios; a la diestra de Dios hay querubines y serafines, y ángeles poderosos en fortale­za, “son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salva­ción” (Heb. 1:14).–HAp 125.

Los ángeles iluminan nuestra mente

Dios exhorta a sus criaturas a que aparten su aten­ción de la confusión y perplejidad que las rodean, y admiren su obra. Los cuerpos celestes merecen ser contemplados. Dios los ha hecho para el beneficio del hombre, y mientras estudiamos sus obras, ángeles de Dios están a nuestro lado para iluminar nuestra mente y guardarla del engaño satánico.–CBA 4:1.167.

Ángeles celestiales observan a aquéllos que están buscando ser iluminados. Cooperan con los que tratan de conquistar corazones para Cristo.–BE&ST, 10 de diciembre de 1900.

[Palabras a los médicos.] Vuestra relación con los enfermos puede ser agotadora, y puede secar gradual­mente las fuentes de la vida si no hay cambio, opor­tunidad de recreación, y si los ángeles de Dios no os guardan y protegen. Si pudierais ver los numerosos peligros entre los cuales sois conducidos con seguri­dad cada día por esos mensajeros del cielo, vuestros corazones se llenarían de gratitud, y ésta encontraría expresión a través de vuestros labios. Si convertís a Dios en vuestra fortaleza podréis, bajo las circunstan­cias más desanimadoras, alcanzar una norma elevada de perfección cristiana que pensáis que no es posible alcanzar. Vuestros pensamientos podrán ser elevados, podréis tener aspiraciones nobles, percepciones claras de la verdad y propósitos de acción que os elevarán por encima de los motivos sórdidos.–CSS 381.

Me ha sido mostrado el peligro en que usted está, y también me ha sido mostrado su ángel guardián pre­servándolo una y otra vez de naufragar en la fe. Mi hermano, eleve sus normas, elévelas y no desmaye ni se desanime.–T 8:175.

Los ángeles nos ayudan a hacer lo correcto

[Palabras a la juventud.] Aprended a confiar en Dios. Aprended a ir a Aquél que es poderoso para sal­var... Decid al querido Salvador cuál es vuestra necesi­dad. Aquél que ha dicho: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis”, no rechazará vuestra oración, sino que enviaráa sus ángeles para guardaros y protege­ros de los malos ángeles, y para facilitaros el hacer lo co­rrecto. Así será mucho más fácil que si lo intentáis por vuestras propias fuerzas. Entonces, vuestro sentimiento siempre será: “Le he pedido a Dios que me ayude, y él lo hará. Con su fuerza, voy a hacer lo correcto. No voy a entristecer a los queridos ángeles que Dios ha envia­do para guardarme. Nunca voy a tomar un curso de acción que los aparte de mí.–AY 55, 56.

Si tratáis de suprimir todo mal pensamiento duran­te el día, los ángeles de Dios vendrán y morarán con vosotros. Estos ángeles son seres poderosos en fortale­za. Recordad cuando el ángel vino al sepulcro y los sol­dados romanos cayeron como muertos por la gloria de su presencia. Si un solo ángel pudo mostrar tal poder, ¿qué habría sucedido si todos los ángeles que están con nosotros hubiesen estado presentes? Los ángeles están con nosotros cada día para guardarnos y protegernos de los asaltos del enemigo.

No estáis solos en la batalla contra el mal. Si se le­vantara la cortina, veríaisa los ángeles del cielo pelean­do a vuestro lado. Su cometido es guardar a la juven­tud. “¿No son todos espíritus ministradores, enviados para servicioa favor de los que serán herederos de la sal­vación?” (Heb. 1:14). Miles y decenas de miles, milla­res de millares de ángeles ministran a la juventud.–YI, 1° de enero de 1903.

Estoy agradecida por haber podido visitar vuestra escuela [el colegio Oakwood]. Por años he hecho lo que ha estado a mi alcance para ayudar a la gente de color, y nunca había visto un trabajo tan bien comenza­do como éste. En todas vuestras experiencias, recordad que los ángeles de Dios están a vuestro lado; saben lo que hacéis, y están listos para guardaros. No hagáis nada que pueda disgustarlos. Al trabajar con ellos, este colegio llegará ser un lugar consagrado. Quiero oír de vuestros éxitos. Todo el cielo está interesado en vuestra actuación. Hagamos todo lo que está de nuestra parte para ayudarnos mutuamentea obtener la victoria. Viva­mos de tal manera que la luz del cielo pueda brillar en nuestros corazones y mentes, y nos capacite para conse­guir los tesoros del Cielo.–SFE, 1° de junio de 1909.

Los ángeles ayudan en los esfuerzos por recuperar a los perdidos

Cuando las inteligencias celestiales ven a aquéllos que confiesan ser hijos e hijas de Dios tratando de ayu­dar a los errantes como Cristo lo hizo, manifestando un espíritu tierno y compasivo con el arrepentido y el caído, los ángeles vienen a su lado para traer a su memoria las palabras que suavizarán y levantarán el es­píritu... Jesús ha dado su preciosa vida y su atención personal al menos digno de éstos, sus hermanos más pequeños; y los ángeles, poderosos en fortaleza, acam­pan alrededor de los que temen a Dios.–HL 27.

Los ángeles son enviados desde las cortes celestiales, no para destruir, sino para vigilar y guardara los seres humanos en peligro; para salvaral perdido y traera los errantes de regresoal redil. “No he venidoa condenar, si­noa salvar”, declaró Jesús. ¿No tendréis,acaso, palabras de consuelo para los errantes? ¿Los dejaréis perecer, o les extenderéis una mano ayudadora? Alrededor de vosotros hay personas que están en peligro de perecer; tocados por el amor, ¿no lasatraeréisal Salvador? ¿No cesaréis en vuestros reproches y hablaréis palabras que les inspiren fe y valor?–RH, 10 de mayo de 1906.

Es privilegio de todos los que llenan las condicio­nes saber por sí mismos que el perdón de todo pecado es gratuito. Alejad la sospecha de que las promesas de Dios no son para vosotros. Son para todo pecadorarre­pentido. Cristo ha provisto fuerza y gracia para que los ángeles ministradores las comuniquen a toda persona creyente.–CC 52.

Aquéllos que trabajan por el bien de otros están trabajando en unión con los ángeles del cielo. Gozan de su constante compañía y ministerio. Ángeles de luz y poder están siempre cerca para proteger, confortar, sanar, instruir e inspirar. Ellos pueden brindar la más alta educación; la cultura más verdadera y el servicio más excelenteal que los seres humanos podrían aspirar en este mundo.–RH, 11 de julio de 1912.

Los ángeles del cielo influyen sobre las mentes hu­manas para que la gente despierte e investigue los te­mas de la Biblia. Se hará una obra mucho mayor que la hecha hasta ahora, y nada de la gloria de ella será de los hombres. Los ángeles que ministran a quienes serán herederos de la salvación están obrando día y no­che.–OP 140.

Dios podría haber encomendado a los ángeles del cielo el mensaje del evangelio y todo el ministerio de amor. Podría haber empleado otros medios para llevar a cabo su propósito. Pero en su amor infinito quiso hacernos colaboradores con él, con Cristo y con los án­geles, para que compartiésemos la bendición, el gozo y la elevación espiritual que resultan de este abnegado ministerio.–CC 79.

Los ángeles fortalecen nuestra fe

“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Sal. 34:7). Dios envía a sus ángeles a salvar a sus escogidos de la calamidad, a protegerlos de “pestilencia que ande en oscuridad” y de “mortandad que en medio del día destruya” (Sal. 91:6). Repetidas veces los ángeles han hablado con los hombres como un hombre habla con su amigo, y los han guiado a lugares seguros. Vez tras vez las pala­bras alentadoras de los ángeles han renovado los espí­ritus abatidos de los fieles, elevando sus mentes por encima de las cosas de la Tierra, y los han inducido a contemplar por la fe las ropas blancas, las coronas y las palmas de victoria que los vencedores recibirán cuando circunden el gran trono blanco.–HAp 124.

Entre aquéllos que nos rodean están las huestes del enemigo, que tratan de dividir al pueblo de Dios, y las huestes celestiales, miles y decenas de miles, que custodian y guardan al tentado pueblo de Dios, ani­mándolo y fortaleciéndolo. Éstos son los que nos ro­dean. Y Dios dice a los creyentes: “Vosotros camina­réis entre ellos; no seréis vencidos por los poderes de las tinieblas. Estaréis delante de mí, en la presencia de los santos ángeles, que son enviados para ministrar a aquéllos que serán herederos de la salvación”.–GCB, 23 de abril de 1901.

Capítulo 3

Los ángeles en el cielo antes de la rebelión

Cristo, Dios y Creador

Antes de que los hombres o los ángeles fueran creados, “el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios”.

El mundo fue creado por él, “y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:1-3). Si Cristo hizo todas las cosas, existió antes de todas las cosas. En relación con esto, las palabras habladas son tan defini­das que nadie necesita estar en duda. Cristo era Dios en esencia, y en el más alto sentido. Estaba con Dios desde la eternidad; Dios sobre todo, bendito para siempre.

El Señor Jesucristo, el divino Hijo de Dios, existió desde la eternidad como una persona separada y, sin embargo, uno con el Padre. Él era la gloria más excelsa del cielo; el Comandante de las inteligencias celestiales. Con pleno derecho recibía la adoración y el homenaje de los ángeles.–RH, 5 de abril de 1906.

Cristo declaró a través de Salomón: “Jehová me po­seía en el principio, ya de antiguo, antes de sus obras. Eternamente tuve el principado, desdeel principio,an­tes de la tierra... Cuando ponía al mar su estatuto, paraque las aguas no traspasasen su mandamiento; cuando establecía los fundamentos de la tierra, con él estaba yo ordenándolo todo, y era su delicia de día en día, tenien­do solaz delante de él en todo tiempo” (Prov. 8:22-25, 29, 30).

Al hablar de su preexistencia, Cristo conduce nues­tra mente al remoto pasado de una eternidad sin fe­chas. Nos asegura que nunca hubo un tiempo en el cual no haya estado en plena comunión con el Dios eterno... La suya, es una relación de seres que han es­tado juntos desde el principio.–ST, 29 de agosto de 1900.

¿Qué es la obra de los ángeles comparada con la hu­millación de Cristo? Su trono es desde la eternidad. Él levantó cada arco y cada columna del gran templo de la naturaleza.–ELC 40.

Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre eterno; uno en naturaleza, en carácter y en desig­nios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios.–CS 547.

Dios ya tenía un plan antes de que el pecado apareciera

Dios y Cristo sabían desde el principio en cuanto a la apostasía de Satanás y a la caída de Adán por el po­der engañador del apóstata. El propósito del plan de salvación era redimir a la raza caída, darle otra oportu­nidad. Cristo fue designado como Mediador desde la creación de Dios, designado desde la eternidad para ser nuestro sustituto y garantía.–MS 1:293.

Conocidas son ante Dios todas sus obras, y el pacto de la gracia existió en la mente de Dios desde las edades eternas. Es llamado el pacto eterno porque el plan de sal­vación no fue concebido después de la caída del hombre sino “que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos, pero que sido manifestadoahora, y que por las Escrituras de los profetas, según el mandamiento del Dios eterno, se ha dado a conocera todas las gentes para que obedezcana la fe” (Rom. 16:25, 26).–ST, 5 de diciembre de 1914.

El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, formulada después de la caída de Adán. Fue una revelación “del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio” (Rom. 16:25, VM). Fue una manifestación de los principios que desde edades eter­nas habían sido el fundamento del trono de Dios... Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para hacer frente a la te­rrible emergencia.–DTG 13, 14.

Creación de los ángeles

El Padre obró por medio de su Hijo en la creación de todos los seres celestiales. “Porque por él fueron crea­das todas las cosas... sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades, todo fue creado por me­dio de él y para él” (Col. 1:16).–PP 12.

Antes de la creación del hombre, había ya ángeles; pues cuando los cimientos de la Tierra fueron echados, a una “alababan todas las estrellas del alba, y se regocija­ban todos los hijos de Dios” (Job 38:7). Después de la caída del hombre, fueron enviados ángeles para guardar el árbol de la vida, y esto antes que ningún ser humano hubiese fallecido. Los ángeles son por naturaleza su­periores al hombre, pues el salmista refiriéndosea éste dice: “Le has hecho poco menor que los ángeles” (Sal. 8:5).–CS 565.

Desde las edades eternas, había sido el propósito de Dios que todo ser creado, desde el resplandeciente y santo serafín hasta el hombre, fuese un templo para que en él habitase el Creador.–DTG 132.

Todos los seres creados viven por la voluntad y el poder de Dios. Son receptores dependientes de la vida de Dios. Desde el más sublime serafín hasta el ser ani­mado más humilde, todos son renovados por la Fuente de la vida.–DTG 729.

Cuando Dios creó a estos seres [angélicos] para es­tar delante del trono, eran hermosos y gloriosos. Su be­nevolencia y santidad se comparaban con su exaltada posición. Estaban investidos de la sabiduría de Dios y equipados con la panoplia celestial.–ST, 14 de abril de 1898.

Creación de Lucifer

Dios lo creó [a Lucifer] bueno y hermoso y, en to­do lo posible, a su propia semejanza.–RH, 24 de sep­tiembre de 1901.

Dios lo creó [a Lucifer] noble, ricamente dotado. Lo colocó en una posición de elevada responsabilidad. No re­quirió de él algo que fuera irrazonable. Debía administrar el cargo dado por Dios con mansedumbre y devoción, y promover la gloria de Dios, quien lo había coronado de glo­ria, belleza y encanto.–SSW, 1° de marzo de 1893.

Aunque Dios había creado a Lucifer noble y hermo­so, y le había dado un alto honor entre la hueste angéli­ca, no lo había colocado fuera de la posibilidad del mal. Estaba dentro de las posibilidades de Satanás1 elegir ha­cer el mal y pervertir sus dones.–SP 4:317.

La posición elevada de Lucifer

En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un án­gel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás án­geles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preemi­nencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre antes de que los ángeles fueran creados.–HR 13.

Lucifer era el querubín cubridor, el más exaltado de los seres celestiales creados. Su posición era la más cerca­na al trono de Dios, y estaba íntimamente ligado e iden­tificado con la administración del gobierno de Dios. Había sido ricamente dotado por Dios con su pro pia gloria, majestad y poder.–ST, 28 de abril de 1890.

El propio Señor dioa Satanás su gloria y sabiduría, y lo hizo querubín cubridor, noble, bueno y extraordina­riamente hermoso.–ST, 18 de septiembre de 1893.

Excluyendo a Cristo, Satanás fue, en un tiempo, el más honrado de Dios y el más alto en poder y glo­ria entre todos los habitantes del cielo.–ST, 23 de ju­lio de 1902.

Lucifer, el hijo del alba, que superaba en gloria a todos los ángeles que rodean el trono... estaba unido al Hijo de Dios por los vínculos más íntimos.–DTG 402.

Lucifer, “el hijo de la mañana”, era el principal de los querubines cubridores, santo e inmaculado. Esta­ba en la presencia del gran Creador, y los incesantes rayos de gloria que envolvían al Dios eterno caían so­bre él.–PP 13.

[Lucifer] había sido el más alto de todos los seres creados y el primero en revelar los propósitos de Dios al universo.–DTG 706.

Antes que el mal se originara

Entre la hueste angélica existían paz y gozo, en perfecta sumisión a la voluntad del cielo. El amor a Dios era supremo y el amor entre uno y otro era im­parcial. Tal era la condición que existía por siglos an­tes de la entrada del pecado.–SP 4:316, 317.[Lucifer] tenía conocimiento del inestimable va­lor de las riquezas eternas que el hombre no poseía. Había experimentado la paz, el puro contentamien­to, la completa felicidad y los indecibles gozos de las moradas celestes. Había sentido, antes de su rebelión, la satisfacción de recibir la completa aprobación de Dios. Había contemplado y apreciado plenamente la gloria que rodeaba al Padre, y sabía que no hay límite al poder divino.–ST, 4 de agosto de 1887.

Hubo un tiempo en el que... [Satanás] se gozaba en ejecutar los divinos mandatos. Su corazón estaba lleno de amor y gozo por servir a su Creador.–ST, 18 de septiembre de 1893.

Satanás era un ángel exaltado y hermoso, y hubie­ra permanecido así por siempre si no hubiese retirado su alianza con Dios.–ST, 21 de diciembre de 1891.

1 En ocasiones, Elena de White usó la “prolepsis”, una figura literaria que per­mite hablar de asuntos futuros como si ya hubieran sucedido. En este caso, ella se refiere a Lucifer como “Satanás”, aun cuando la rebelión no había ocurrido.

Capítulo 4

El origen del mal

El origen del mal, un misterio

Los ángeles habían sido creados llenos de bondad y amor. Se amaban unos a otros sin parcialidad y a Dios de forma suprema. Ese amor los motivaba a complacer al Creador. Para ellos, la ley de Dios no representaba un yugo penoso, sino que se deleitaban en cumplir sus mandamientos y estar atentos a la voz de su palabra. Sin embargo, en ese ambiente de paz y pureza, se originó el pecado en aquél que había sido perfecto en todos sus caminos. El profeta escribe acerca de él: “Se enalteció tu cora­zón a causa de tu hermosura, corrompiste tu sabidu­ría a causa de tu esplendor” (Eze. 28:17). El pecado es algo misterioso e inexplicable. No hay razón para su existencia. Intentar explicarlo nos llevaría a tratar de encontrar una razón y un justificativo. El pecado apareció en un universo perfecto, algo que se mues­tra inexcusable.–ST, 28 de abril de 1890.

Dios tenía un conocimiento de los eventos futuros aun antes de la creación del mundo. No adaptó sus propósitos a las circunstancias sino que permitió que éstas se desarrollaran. No produjo ciertas condiciones,pero sabía que éstas existirían. El plan que se llevaría a cabo en caso de que alguna de las inteligencias celes­tiales desertara era el misterio “que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos” (Rom. 16:25). En los concilios celestiales se preparó un ofrecimiento que ha­bría de cumplir lo que finalmente Dios ha hecho por la humanidad caída.–ST, 25 de marzo de 1897.

La entrada del pecado en el cielo no puede ser expli­cada. Si pudiera explicarse se daría alguna razón para la aparición del pecado. Pero como no hay siquiera una excusa para su existencia, su origen permanece rodeado de misterio.–RH, 9 de marzo de 1886.

Dios no creó el mal. Sólo hizo lo bueno; aquello que es a su semejanza... El mal, el pecado y la muerte... son el resultado de la desobediencia que se originó en Satanás.–RH, 4 de agosto de 1910.

Los primeros indicios del mal

Hubo un tiempo cuando Satanás estaba en armo­nía con Dios y se gozaba en ejecutar los divinos man­datos. Su corazón estaba lleno de amor y gozo al servir a su Creador, hasta que comenzó a pensar que su sabi­duría no provenía de Dios sino que era inherente a sí mismo; que él era tan digno como Dios de recibir el honor y el poder.–ST, 18 de septiembre de 1893.

Aunque Dios había creadoa Lucifer noble y hermo­so, y le había dado un alto honor entre la hueste angéli­ca, estaba dentro de las posibilidades de Satanás elegir hacer el mal y pervertir sus dones. Podría haber permanecido en el favor de Dios, amado y honrado por la multitud angélica. Dentro de su exaltada posición, podría haber presidido con espíritu generoso y altruis­ta, y haber utilizado sus nobles poderes para bendecir a otros y glorificar a su Hacedor. Pero poco a poco co­menzó a buscar su propio honor y emplear sus poderes para atraer la atención y la alabanza hacia sí mismo. Gradualmente llevó a los ángeles que estaban a su car­go a servirlo a él, en lugar de dedicar toda su energía a servir a su Creador.–SP 4:317.

Pocoa poco Lucifer llegóa albergar el deseo de en­salzarse... Aunque toda su gloria provenía de Dios, este poderoso ángel llegóa considerarla como perteneciente a sí mismo.–PP 13.

Dios comunica el verdadero lugar de Cristo

Antes de que la gran controversia principiara, debía presentarse claramente a todos la voluntad de Aquél cuya sabiduría y bondad eran la fuente de todo su regocijo.

El Rey del universo convocó a las huestes celestia­les a comparecer ante él, con el fin de que en su pre­sencia él pudiese manifestar cuál era el verdadero lugar que ocupaba el Hijo y manifestar cuál era la relación que él tenía para con todos los seres creados... Ante los habitantes del cielo reunidos, el Rey declaró que ningu­no, excepto Cristo, el Hijo unigénito de Dios, podía penetrar en la plenitud de sus designios y que a éste le estaba encomendada la ejecución de los grandes propó­sitos de su voluntad.–PP 14, 15.

El gran Creador convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su Hijo en presencia de todos los ángeles. Estaba sentado en el trono con el Padre, con la multitud celestial de santos ángeles reu­nida a su alrededor. Entonces el Padre hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera iguala él; de modo que dondequiera que estuviera su Hijo estaría él mismo también. La palabra del Hijo debía obedecerse tan prontamente como la del Padre. Aquél había sido investido de la autoridad de comandar las huestes angé­licas. Debía obrar especialmente en unión con él en el proyecto de creación de la Tierra...

Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron an­te él para reconocer su supremacía, gran autoridad y de­recho a gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio. Cristo formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras que Lucifer los desconocía. No comprendía, ni se le permitía conocer los propósitos de Dios. En cambio, Cristo era reconocido como Soberano del cie­lo, con poder y autoridad iguales a los de Dios.

Lucifer creyó que él era el favorito en el cielo en­tre los ángeles. Había sido sumamente exaltado, pe­ro... aspiraba llegar a la altura de Dios mismo. Se glo­rificaba en su propia exaltación. Sabía que los ángeles lo honraban. Tenía una misión especial que cumplir. Había estado cerca del gran Creador, y los persisten­tes rayos de la gloriosa luz que rodeaban al Dios eter­no habían resplandecido especialmente sobre él. Pen­só en cómo los ángeles habían obedecido sus órdenes con placentera celeridad. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermo sas? ¿Por qué había que honrar a Cris­to más que a él?–HR 13, 14.

Los ángeles reconocieron gozosamente la supre­macía de Cristo y, postrándose ante él, le rindieron su amor y adoración. Lucifer se postró con ellos, pero en su corazón se libraba un extraño y feroz conflicto. La verdad, la justicia y la lealtad luchaban contra los celos y la envidia. La influencia de los santos ángeles pareció por algún tiempo arrastrarlo con ellos... Pero luego se llenó del orgullo de su propia gloria. Volvió a su deseo de supremacía, y nuevamente dio cabida a su envidia hacia Cristo.–PP 15.

Lucifer comienza su campaña contra Cristo

Satanás... comenzó su trabajo de rebelión entre los ángeles que estaban bajo su comando y trató de dise­minar el espíritu de descontento entre ellos. Trabajó tan subrepticiamente que ganó la alianza de muchos de ellos antes de que sus propósitos fueran plenamente conocidos.–RH, 28 de enero de 1909.

Satanás... ambicionaba los más exaltados honores que Dios había concedido a su Hijo. Sentía envidia de él. Y comenzó a sembrar entre los ángeles que lo hon­raban como querubín cubridor el sentimiento de que no había sido honrado con el honor que su posición demandaba.–RH, 24 de febrero de 1874.

Mediante insinuaciones sutiles, sugiriendo que Cris­to había usurpado el lugar que le pertenecía a él, Luci­fer sembró las semillas de la duda en la mente de mu­chos ángeles.–EM, 11 de septiembre de 1908.

Su obra de engaño la hizo con tanta astucia que los ángeles menos exaltados supusieron que él era el gober­nante del cielo.–CDCD 256.