Jesús, nombre sobre todo nombre - Elena G. de White - E-Book

Jesús, nombre sobre todo nombre E-Book

Elena G. De White

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Beschreibung

Los escritos de Elena de White presentan, en cada esquina y rincón, vislumbres de Jesús que recuerdan a los lectores del amor que ella tenía hacia el Salvador. En estas lecturas te encontrarás con el Jesús a quien Elena de White conocía íntimamente.

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Jesús

Nombre sobre todo nombre

Elena G. de White

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.

Tabla de contenidos
Tapa
1° de enero
2 de enero
3 de enero
4 de enero
5 de enero
6 de enero
7 de enero
8 de enero
9 de enero
10 de enero
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Jesús, nombre sobre todo nombre

Elena G. de White

Título del original: Jesus, Name Above All Names

Dirección: Walter Steger

Traducción: Claudia Blath

Diseño: Ivonne Leichner

Ilustración: Joao Cardozo

IMPRESO EN LA ARGENTINA

Printed in Argentina

Primera edición, e-book

MMXXIII

Es propiedad. © The Ellen G. White Estate, 2020. © Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723.

ISBN 978-987-798-911-3

White, Elena G. de

Jesús, nombre sobre todo nombre / Elena G. de White / Director Walter Steger / Ilustrado por Joao Luiz Cardozo. - 1ª ed. - Florida: Asociación Casa Editora Sudamericana, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: online

Traducción de: Claudia Blath.

ISBN 978-987-798-911-3

1. Vida Cristiana. I. Steger, Walter, dir. II. Cardozo, Joao Luiz, ilus. III. Blath, Claudia, trad. IV. Título.

CDD 232.2

Publicado el 01 de septiembre de 2023 por la Asociación Casa Editora Sudamericana (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires).

Tel. (54-11) 5544-4848 (Opción 1) / Fax (54) 0800-122-ACES (2237)

Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor.

Prólogo

No es posible leer los escritos inspirados de Elena de White sin experimentar numerosos encuentros con Jesús. En cada esquina y en cada lugar escondido, vislumbres de Jesús nos recuerdan su profundo amor por el Salvador y su constante deseo de darlo a conocer. En estas lecturas devocionales, conocerás al Jesús que ella conoció íntimamente. Al leer las detalladas descripciones que Elena de White hizo de Cristo, nos da la sensación permanente de que ella vivió centrada en Cristo, y en la presencia de Jesús.

Que Jesús llegara a ser central en la vida y la obra de Elena de White no es una conclusión inevitable. Cuando era adolescente, temía tener que soportar las llamas del infierno para siempre, pero, ante la insistencia de su madre, consultó brevemente con Levi Stockman, un ministro metodista que había aceptado el millerismo. La adolescente que conoció Stockman era una creyente desolada y en apuros, completamente insegura de su salvación. Más tarde, sobre esa visita, Elena de White expresó que él sabía con certeza que, gracias al amor de Jesús, había esperanza para ella. “Durante los pocos minutos en que recibí instrucciones del pastor Stockman, aprendí más del amor y la compasiva ternura de Dios que en todos los sermones y las exhortaciones que había oído antes” (Notas biográficas, p. 39). A partir de ese momento, la oscuridad que asfixiaba la creciente fe de Elena de White se disipó. Su vida espiritual se transformó al contemplar a Cristo.

El creciente amor de Elena de White por su Redentor se puede percibir en la asombrosa variedad de nombres con los que se refirió a Jesús en sus escritos publicados. Aquí se registran 365 de los más de 840 que utilizó. Quien escudriñe sus escritos solo puede llegar a una conclusión en cuanto a la Fuente de tan poderosa combinación de nombres: ella fue inspirada.

Al leer Jesús, Nombre sobre todo nombre, también conocerás al Jesús de quien Elena de White dependía para cumplir con su llamado único. En 1892 lo llamó “Piedra de Fortaleza”, quizá debido a los desafíos que enfrentó al principio de su estadía en Australia. En otros escritos, Jesús es el Creador del Cielo y de la Tierra, Dador de todo bien y don perfecto, y nuestro Gran Sustentador. A los quebrantados por el pecado, ella ofrece: El Salvador completo, Gran Intercesor y Mediador todopoderoso. ¡Para cada necesidad, Elena de White tiene un Jesús!

Esperamos que este devocional te acerque al Salvador, estés donde estés. Compartir a Jesús fue el gran motor de la vida y el ministerio de Elena de White. Nuestro deseo es que este legado continúe por tu intermedio, hasta que todo el mundo invoque a Jesús, el Nombre por sobre todo nombre.

Fideicomisarios del Patrimonio Elena G. de White

1° de enero

El Alfa y la Omega

“Yo soy el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el primero y el último”. Apocalipsis 22:13

Pablo se dirigió a los gentiles sin exaltar la ley al principio, sino a Cristo, y luego les mostró los requerimientos de la ley. Les señaló claramente cómo la luz de la cruz del Calvario le daba sentido y gloria a toda la economía judía. Así variaba su forma de trabajar, siempre amoldando su mensaje a las circunstancias en las que se encontraba; y aunque después de un trabajo paciente tenía un alto nivel de éxito, muchos no se dejaban convencer. Hay algunos a los que no les convence ninguna presentación de la verdad. No obstante, el obrero de Dios debe estudiar cuidadosamente el mejor método para no suscitar prejuicios ni motivar un espíritu combativo en sus oyentes.

Cristo les dijo a sus discípulos: “Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden llevar” (Juan 16:12). Como resultado de su educación previa, las ideas de estos discípulos sobre muchas cuestiones eran erróneas y, por ende, no estaban preparados para comprender y recibir algunas cosas que de otro modo él les habría enseñado. Sus instrucciones habrían confundido la mente de ellos y suscitado dudas e incredulidad difíciles de borrar.

Cristo atraía el corazón de sus oyentes hacia él mediante la manifestación de su amor y, luego, poco a poco, a medida que podían soportarlo, les iba revelando las grandes verdades del reino. Nosotros también debemos aprender a adaptar nuestro trabajo a la condición de la gente, para alcanzar a los hombres donde ellos se encuentran. Si bien debemos presentar al mundo los requerimientos de la ley de Dios, nunca debemos olvidar que el amor, el amor de Cristo, es el único poder que puede enternecer el corazón y conducir a la obediencia. Todas las grandes verdades de las Escrituras se centran en Cristo; y debidamente entendidas, todas conducen a él. Presenten a Cristo como el Alfa y la Omega, el principio y el fin del gran plan de redención. Presenten temas que fortalezcan su confianza en Dios y en su Palabra, y que lleven a la gente a investigar sus enseñanzas por sí mismos. Y a medida que avancen, paso a paso, en el estudio de la Biblia, estarán mejor preparados para apreciar la belleza y armonía de sus preciosas verdades.—Review and Herald, 25 de noviembre de 1890.

Reflexión adicional: ¿De qué formas atrajo Jesús mi corazón hacia él con claras demostraciones de su amor por mí?

2 de enero

El Portador de las cargas

“Porque yo, el Señor, soy tu Dios, que te sostiene de tu mano derecha y te dice: ‘No temas. Yo te ayudo’”. Isaías 41:13

En estas palabras Cristo habla a todo ser humano. Sépanlo o no, todos están cansados y agobiados. Todos están abrumados por cargas que únicamente Cristo puede quitar. La carga más pesada que llevamos es la del pecado. Si se nos deja solos para llevarla, nos aplastará. Pero el Ser sin pecado tomó nuestro lugar. “El Señor cargó sobre él el pecado de todos nosotros” (Isa. 53:6). Él llevó la carga de nuestra culpa. Él sacará la carga de nuestros hombros cansados. Él nos dará reposo. También llevará la carga de congoja y pesar. Nos invita a confiarle todos nuestros cuidados, porque nos lleva sobre su corazón.

El Hermano Mayor de nuestra familia humana está al lado del trono eterno. Mira a toda alma que vuelve su rostro hacia él como el Salvador. Sabe por experiencia cuáles son las debilidades de la humanidad, cuáles son nuestras necesidades y dónde reside la fuerza de nuestras tentaciones; porque fue tentado en todo punto, así como nosotros, aunque sin pecar. Él vela sobre ti, tembloroso hijo de Dios. ¿Eres tentado? Él te librará. ¿Eres débil? Él te fortalecerá. ¿Eres ignorante? Él te iluminará. ¿Estás herido? Él te sanará. El Señor “cuenta el número de las estrellas”; y sin embargo, “sana a los quebrantados de corazón y venda sus heridas” (Sal. 147:4, 3). Su invitación es: “Venid a mí”. Cualesquiera que sean tus ansiedades y pruebas, presenta tu caso ante el Señor. Tu espíritu será fortalecido para poder resistir. Se te abrirá el camino para librarte de estorbos y dificultades. Cuanto más débil e impotente te reconozcas, tanto más fuerte llegarás a ser en su fortaleza. Cuanto más pesadas tus cargas, más bienaventurado el descanso que hallarás al echarlas sobre el Portador de las cargas. El descanso que Cristo ofrece depende de ciertas condiciones, pero estas están claramente especificadas. Son tales que todos pueden cumplirlas. Él nos dice exactamente cómo se ha de hallar su descanso.

“Lleven mi yugo sobre ustedes”, dice Jesús. El yugo es un instrumento de servicio. Se enyuga a los bueyes para el trabajo, y el yugo es esencial para que puedan trabajar eficazmente. Por medio de esta ilustración Cristo nos enseña que somos llamados a servir mientras dure la vida.—El Deseado de todas las gentes, pp. 295, 296.

Reflexión adicional: ¿Qué carga estoy llevando que Jesús espera quitarme?

3 de enero

La Vid viviente

“Yo soy la vid, ustedes los pámpanos. El que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto. Porque separados de mí, nada pueden hacer”. Juan 15:5

Con frecuencia he visto que los hijos del Señor descuidan la oración, especialmente la oración secreta, la descuidan demasiado; que muchos no ejercitan esa fe que es su privilegio y deber ejercitar, a menudo esperando ese sentimiento que solo la fe puede dar. El sentimiento no es fe; son dos cosas distintas. La fe es nuestra para ejercitarla; pero el sentimiento gozoso y la bendición han de sernos dados por Dios. La gracia de Dios llega al alma a través del canal de la fe viva y está en nuestro poder el ejercitar esa fe.

La fe verdadera reclama y se aferra a la bendición prometida antes que esta se realice y se sienta. Debemos lanzar nuestras peticiones con fe adentro del segundo velo y dejar que nuestra fe eche mano de la bendición prometida y la reclame como nuestra. Entonces debemos creer que recibiremos la bendición, porque nuestra fe ya se apropió de ella y, según la Palabra, es nuestra. “Cuando pidan algo en sus oraciones, pídanlo convencidos de que ya lo han recibido, y entonces todo lo que pidan será suyo” (Mar. 11:24, PDT). Esto es fe, fe desnuda: creer que recibiremos la bendición aun antes de que la obtengamos. Cuando la bendición prometida se materializa y se disfruta, la fe es absorbida. Pero muchos suponen que tienen mucha fe cuando comparten el Espíritu Santo de manera destacada, y que no pueden tener fe a menos que sientan el poder del Espíritu. Los tales confunden la fe con la bendición que nos llega mediante la fe.

Precisamente el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos sentimos desprovistos del Espíritu. Cuando densas nubes oscuras parecen cernirse sobre la mente, entonces es el momento para dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disperse las nubes. [...]

Debemos orar mucho en secreto. Cristo es la vid, nosotros somos los pámpanos. Y si queremos crecer y florecer, debemos absorber continuamente savia y nutrientes de la Vid viviente, porque separados de la Vid no tenemos fuerza.—Primeros escritos, pp. 103, 104.

Reflexión adicional: Si la fe es el canal mediante el cual surgen los sentimientos de seguridad, ¿cómo puedo reorientar mi vida para tomar decisiones que no se basen en los sentimientos sino en la fe en las promesas de Dios?

4 de enero

La Piedra de fortaleza

“Yo pongo en Sion por fundamento una piedra; piedra probada, angular, preciosa, de cimiento seguro. El que crea, no vacilará”. Isaías 28:16

Nuestro Redentor es una “Piedra de fortaleza”. Se ha realizado el experimento, la gran prueba ha sido aplicada con éxito perfecto. En él se ha cumplido todo el propósito de Dios para salvar al mundo perdido. Nunca fundamento alguno fue sometido a una prueba tan severa como esta “Piedra de fortaleza”. El Señor Jehová sabía lo que podía soportar esta piedra de fundamento. Los pecados de todo el mundo podían acumularse sobre ella. Los elegidos del Señor debían ser perdonados, las puertas del cielo debían ser abiertas para todo aquel que creyera; sus glorias indecibles debían ser entregadas a los vencedores.

Cristo es una “Piedra de fortaleza”, fortalecida por la perversidad del hombre. Tú, oh, Salvador nuestro, has tomado la carga; tú has dado paz y reposo; tú has sido probado, probado por creyentes que han llevado sus dificultades a tu simpatía, sus tristezas a tu amor, sus heridas a tu poder sanador, su debilidad a tu fortaleza, su vacío a tu plenitud; y nunca, nunca ha sido chasqueada una sola alma, Jesús, mi Piedra de fortaleza, a ti iré momento a momento, en tu presencia soy ensalzada sobre todo dolor. “Clamo a ti, cuando mi corazón desmaya. Condúceme a la Roca más alta que yo” (Sal. 61:2).

Es nuestro privilegio disfrutar de una dulce comunión con Dios. Su sangre expiatoria es preciosa para el creyente, preciosa es su justicia que justifica. “Para ustedes que creen, él es precioso” (1 Ped. 2:7).

Cuando medito en esta fuente de poder vivificador, a la cual podemos acudir, lamento que tantos estén perdiendo el gozo que podrían tener si consideraran su verdad. Debemos ser hijos e hijas de Dios, que crezcan hasta convertirse en un santo templo del Señor. “Ya no son extraños ni forasteros, sino conciudadanos con los santos, miembros de la familia de Dios, edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, siendo Jesucristo mismo la piedra angular” (Efesios 2:19, 20). Este es nuestro privilegio. El cielo está totalmente atónito ante la condición actual de la iglesia, ya que esta podría marcar una gran diferencia en el mundo si cada piedra, en su debido lugar, fuese una piedra viva que emitiera luz.—Nuestra elevada vocación, p. 56.

Reflexión adicional: ¿Es Jesús una Piedra de fortaleza para mí, en quien puedo confiar? ¿Confío en Jesús en medio de mis pruebas más dolorosas?

5 de enero

El Juez de todos

“Porque muchos son los llamados, y pocos los escogidos”. Mateo 22:14

Cuando el padre de familia fue al mercado y encontró a hombres ociosos, les dijo: “¿Por qué están aquí todo el día sin trabajar?” Y la respuesta fue: “Porque nadie nos contrató” (Mat. 20:6, 7). Ninguno de los llamados más tarde ese día estuvo allí por la mañana. No habían rechazado el llamado. Aquellos que se niegan y luego se arrepienten, hacen bien en arrepentirse; pero no es prudente jugar con el primer llamado de misericordia. Con Dios no se juega.

El Señor requiere que se utilice fuego sagrado en su servicio. Debemos llevar el mensaje del padre de familia divino a nuestros semejantes. Esto impresionará el corazón. En cualquier parte de la viña del Señor donde trabajen hombres y mujeres, estos deben examinar de cerca su corazón. [...]

Necesitamos un espíritu de amor y de verdadera dependencia de Dios. Cuando tengamos fe implícita en Aquel que es la verdad, nos daremos cuenta de que la preocupación y la ansiedad son innecesarias.

Cualquier trabajo que hagamos, debemos hacerlo para Cristo. Se pueden realizar muchas clases de trabajo temporal para Dios. Un incrédulo haría este trabajo en forma mecánica, por el salario que recibe. No conoce el gozo de cooperar con el experto de la obra. No hay espiritualidad en el trabajo del que se sirve a sí mismo. Las motivaciones comunes, las aspiraciones comunes, las inspiraciones comunes, el deseo de que los hombres lo consideren inteligente, gobiernan su vida. Esa persona quizá reciba alabanza de los hombres, pero no de Dios. Quienes están realmente unidos con Cristo no trabajan por el salario que reciben. Al ser obreros conjuntamente con Dios, no se esfuerzan por exaltar el yo.

En el último gran día habrá decisiones que sorprenderán a muchos. El juicio humano no tendrá cabida en las decisiones que se tomen. Cristo puede juzgar todos los casos, y así lo hará; porque el Padre le ha encomendado todo juicio. Evaluará el servicio por lo que es invisible para los hombres. Las cosas más secretas se abren ante sus ojos, que todo lo ven. Cuando el Juez de todos los hombres haga su investigación, muchos de aquellos a quienes la valoración humana ha puesto en primer lugar quedarán en último lugar, y aquellos a quienes los hombres han ubicado en el lugar más bajo serán sacados de las filas y puestos en primer lugar.—Review and Herald, 31 de julio de 1900.

Reflexión adicional: ¿Cuándo fue la última vez que escuché el aplauso del cielo por algún acto de servicio desinteresado?

6 de enero

El gran Artista maestro

“Ni Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos”. Mateo 6:29

Cristo enseñó a sus discípulos que la medida de la atención divina concedida a cualquiera de las obras de Dios es proporcional a la posición que ese objeto ocupa en la escala de la creación. El pequeño gorrión, aparentemente el más insignificante de los pájaros, es observado por la Providencia. Ni uno cae al suelo sin que nuestro Padre celestial lo note. Las flores del campo, la hierba que viste la tierra con su verdor, todo comparte la atención y el cuidado de nuestro Padre celestial.

“Miren las aves del cielo –dijo Cristo– que no siembran, ni siegan, ni juntan en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Quién de ustedes, por más que se preocupe, podrá añadir un codo a su estatura? Y por el vestido, ¿por qué se preocupan? Consideren los lirios del campo, que crecen sin fatigarse ni hilar. Sin embargo les digo que ni Salomón, con toda su gloria, se vistió como uno de ellos” (Mat. 6:26-29). Si los lirios del campo son objetos a los cuales el granArtista maestro ha dispensado cuidado, haciéndolos tan hermosos que sobrepujan la gloria de Salomón, el mayor rey que alguna vez haya empuñado el cetro; si hizo de la hierba del campo una exquisita alfombra para la tierra, ¿podemos imaginar la atención que Dios otorga al hombre, que fue hecho a su imagen?

El Señor dio al hombre el intelecto de modo que pudiera comprender aun cosas mayores que los bellos objetos de la naturaleza. Conduce al agente humano a una esfera más elevada de la verdad, ennobleciendo la mente más y aún más, y revelándole la inteligencia divina. Y en el libro de la Providencia de Dios, en el tomo de la vida, se le otorga a cada uno una página. Esa página contiene cada detalle de su historia. Aun los cabellos de su cabeza están todos contados. Los hijos de Dios nunca están ausentes de su pensamiento.

Y aunque el pecado existió durante siglos, procurando contrarrestar la misericordiosa corriente de amor que fluye de Dios hacia la raza humana, el amor y el cuidado que Dios ofrece a los seres que creó a su propia imagen no han cesado de crecer en riqueza y abundancia. [...] Coronó su benevolencia con el inestimable don de Jesús.—Manuscript Releases, t. 17, pp. 182, 183.

Reflexión adicional: Si Dios se preocupa tanto por mí, ¿por qué permito que las ansiedades del mundo me preocupen?

7 de enero

El Autor de nuestro ser

“Porque en él vivimos, y nos movemos, y existimos”. Hechos 17:28

Al arar el suelo, al disciplinar y sojuzgar la tierra, pueden aprenderse lecciones continuamente. Nadie pensaría en establecerse sobre un terreno sin cultivar y esperar que de repente produzca una cosecha. Hay que poner fervor, diligencia y trabajo perseverante en el tratamiento de la tierra antes de sembrar la semilla. Así es con la obra espiritual en el corazón humano. Quienes quieran beneficiarse con el cultivo del suelo deben dedicarse con la Palabra de Dios en su corazón. Entonces encontrarán que el barbecho del corazón ha sido roturado por la influencia subyugadora del Espíritu Santo. A menos que el terreno sea objeto de arduo trabajo, no rendirá una cosecha. Así también acontece con el terreno del corazón: el Espíritu de Dios debe trabajar en él para refinarlo y disciplinarlo, antes que pueda dar fruto para la gloria de Dios.

El suelo no producirá sus riquezas cuando sea trabajado por impulsos. Necesita una atención seria y diaria. Debe ser arado frecuente y profundamente con el fin de mantenerlo libre de las malezas que se alimentan de la buena semilla sembrada. Así preparan la cosecha quienes aran y siembran. Nadie necesita ser un obstáculo en el terreno en medio de los restos del triste naufragio de sus esperanzas.

La bendición del Señor descansará sobre quienes así trabajan la tierra, aprendiendo lecciones espirituales de la naturaleza. Al cultivar el suelo, el obrero sabe poco de los tesoros que se abrirán delante de él. Si bien es cierto que no debe despreciar la instrucción que pueda recibir de quienes tienen experiencia, ni la información que puedan impartirle los hombres inteligentes, debe obtener lecciones por sí mismo. [...] El cultivo del terreno demostrará ser una educación para el alma.

El que hace que brote la semilla y la cuida día y noche, el que le da poder para que se desarrolle, es el Autor de nuestro ser, el Rey del cielo, y él ejerce un cuidado e interés aun mayores hacia sus hijos. Mientras el sembrador humano está sembrando la semilla que mantiene nuestra vida terrenal, el Sembrador divino plantará en el alma la semilla que dará fruto para vida eterna.—Palabras de vida del gran Maestro, pp. 65, 66.

Reflexión adicional: ¿Está lista la tierra de mi corazón para la semilla que el Divino Sembrador desea sembrar en mí hoy?

8 de enero

El Libertador

“Por lo demás, hermanos míos, fortalézcanse en el Señor y en el poder de su fuerza”. Efesios 6:10

El cristiano debe ser recto mientras habita con los corruptos y los traidores. Al tener un corazón fiel a Dios y estar imbuido de su Espíritu, tendrá muchos motivos para entristecerse mientras esté rodeado de infractores de los mandamientos que están de parte del gran rebelde al haber renunciado a su lealtad al Dios del cielo. El hecho de que abunde la iniquidad es una poderosa razón para que esté alerta, y sea diligente y fiel al servicio de su Maestro, para representar correctamente la religión de Jesucristo.

En todas partes el soldado cristiano oirá de conspiraciones traicioneras y manifestaciones rebeldes de quienes invalidan la ley de Dios. Esto debería aumentar su celo para actuar como un fiel centinela de Dios y no escatimar esfuerzos para que las almas se alisten bajo el estandarte manchado con la sangre del príncipe Emanuel. Cuanto más densa sea la oscuridad moral, más ferviente debe ser el esfuerzo por andar con Dios, para que su luz y poder se reflejen en los que están en tinieblas. El amor de los cristianos auténticos no se enfriará porque abunde la iniquidad. [...]

Tenemos solo un breve tiempo para apresurar la guerra; entonces vendrá Cristo, y esta escena de rebelión terminará. [...] Como nunca antes, debemos ofrecerle resistencia al pecado, a los poderes de las tinieblas. El tiempo demanda actividad enérgica y decidida de parte de los que creen en la verdad presente. Estos deben enseñar la verdad por precepto y por ejemplo. Si el tiempo de espera para la llegada de nuestro Libertador parece largo; si, agobiados por la aflicción y desgastados por el trabajo, sentimos impaciencia por que termine nuestra comisión y por recibir una liberación honorable de la guerra, recordemos (y permitamos que el recuerdo impida cualquier murmuración) que Dios nos ha dejado en la tierra para que hagamos frente a tormentas y conflictos, para perfeccionar el carácter cristiano, para llegar a conocer mejor a Dios nuestro Padre y a Cristo nuestro Hermano Mayor, y para trabajar por el Maestro y ganar muchas almas para Cristo.—Review and Herald, 25 de octubre de 1881.

Reflexión adicional: El antagonismo de los que odian el cristianismo, ¿aumenta mi celo por compartir el evangelio, para que hasta los burladores tengan la oportunidad de ser salvos?

9 de enero

El Autor de la resurrección

“Jesús respondió: ‘Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí, aunque muera, vivirá’ ”. Juan 11:25

Jesús animó su fe diciendo: “Tu hermano resucitará”. Su respuesta no estaba destinada a inspirar esperanza en un cambio inmediato. Dirigía el Señor los pensamientos de Marta más allá de la restauración actual de su hermano y los fijaba en la resurrección de los justos. Lo hizo para que pudiese ver en la resurrección de Lázaro una garantía de la resurrección de todos los justos, y una seguridad de que sucedería por el poder del Salvador.

Marta contestó: “Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final”.

Tratando aún de dar una verdadera dirección a su fe, Jesús declaró: “Yo soy la resurrección y la vida”. En Cristo hay vida original, no prestada ni derivada de otra. “El que tiene al Hijo tiene la vida” (1 Juan 5:12). La divinidad de Cristo es la garantía que el creyente tiene de la vida eterna. Jesús dijo: “El que cree en mí, aunque muera, vivirá. Todo el que vive y cree en mí no morirá para siempre. ¿Crees esto?” Cristo miraba hacia adelante, a su Segunda Venida. Entonces los justos muertos serán resucitados incorruptibles, y los justos vivos serán trasladados al cielo sin ver la muerte. El milagro que Cristo estaba por realizar, al resucitar a Lázaro de los muertos, representaría la resurrección de todos los justos muertos. Por medio de sus palabras y sus obras se declaró el Autor de la resurrección. El que pronto iba a morir en la cruz estaba allí con las llaves de la muerte, vencedor del sepulcro, y afirmaba su derecho y poder para dar vida eterna.

A las palabras del Salvador: “¿Crees esto?”, Marta respondió: “Sí, Señor. Yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo”. No comprendía en todo su significado las palabras dichas por Cristo, pero confesó su fe en su divinidad, y su confianza de que él podía realizar cuanto le agradase hacer.—El Deseado de todas las gentes, pp. 488, 489.

Reflexión adicional: A Marta se le rompía el corazón cuando Jesús pronunció palabras que ella nunca había escuchado antes, y que no comprendía por completo. ¿Cuánto depende mi fe en Jesús de lo que puedo entender? Lo que no sé de Jesús, ¿afecta lo que sé de él?

10 de enero

El Amado

“Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, y yo para el mundo”. Gálatas 6:14

Los consagrados mensajeros que en los primeros días del cristianismo llevaron a un mundo moribundo las alegres nuevas de la salvación no permitían que ningún pensamiento de exaltación propia echara a perder su presentación de Cristo, y él crucificado. No codiciaban ninguna autoridad ni preeminencia. Escondiéndose en el Salvador, exaltaban el gran plan de la salvación, y la vida de Cristo, el autor y consumador de este plan; Cristo, el mismo ayer, hoy y para siempre, era la nota tónica de su enseñanza.

Si los que hoy enseñan la Palabra de Dios elevaran más y más la cruz de Cristo, su ministerio tendría mucho más éxito. Si los pecadores pudieran ser inducidos a dirigir una ferviente mirada a la cruz, y pudieran obtener una visión plena del Salvador crucificado, comprenderían la profundidad de la compasión de Dios y la pecaminosidad del pecado.

La muerte de Cristo demuestra el gran amor de Dios por el hombre. Es nuestra garantía de salvación. Quitarle al cristiano la cruz sería como borrar del cielo el sol. La cruz nos acerca a Dios y nos reconcilia con él. Con la perdonadora compasión del amor de un padre, Jehová contempla los sufrimientos que su Hijo soportó con el fin de salvar de la muerte eterna a la familia humana, y nos acepta en el Amado.

Sin la cruz, el hombre no podría unirse con el Padre. De ella depende toda nuestra esperanza. De ella emana la luz del amor del Salvador; y cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarlo, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados. Al postrarse con fe junto a la cruz, alcanza el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre.

Mediante la cruz podemos saber que el Padre celestial nos ama con un amor infinito. ¿Debemos maravillarnos de que Pablo exclamara: “Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo” (Gál. 6:14)?—Los hechos de los apóstoles, pp. 172, 173.

Reflexión adicional: Si todas mis esperanzas dependen de lo que Jesús logró en la cruz, ¿con qué frecuencia debo agradecer a Dios por el asombroso sacrificio de su Amado? ¿Con qué frecuencia me arrodillo en el pináculo de mi existencia, el pie de la cruz de Jesús?

11 de enero

El Conquistador que reclama su victoria

“Él da vigor al cansado, y al débil aumenta la fuerza”. Isaías 40:29

El ardid especial de Satanás es inducir al hombre a pecar y luego dejarlo, impotente y temblando, temeroso de buscar el perdón. Pero ¿por qué debemos temer, cuando Dios ha dicho: “que se refugien en mí y hagan conmigo paz. Sí, hagan paz conmigo” (Isa. 27:5)? Se ha hecho toda provisión posible para nuestras debilidades; se ofrece todo estímulo a quienes van a Cristo.

Cristo ofreció su cuerpo quebrantado para comprar de nuevo la herencia de Dios, para dar al hombre otra oportunidad. “Puede salvar perpetuamente a los que por medio de él se acercan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder por ellos” (Heb. 7:25). Cristo intercede por la raza perdida mediante su vida inmaculada, su obediencia y su muerte en la cruz del Calvario. Y ahora, el Capitán de nuestra salvación intercede por nosotros, no como un mero peticionante, sino como un Conquistador que reclama su victoria. Su ofrenda es completa, y como Intercesor nuestro ejecuta su obra autoimpuesta, sosteniendo delante de Dios el incensario que contiene sus méritos inmaculados y las oraciones, las confesiones y las acciones de gracia de su pueblo. [...] La ofrenda se hace completamente aceptable, y el perdón cubre toda transgresión.

Cristo se comprometió a sí mismo a ser nuestro sustituto y nuestra seguridad, y no descuida a nadie. Él no podría ver a los seres humanos expuestos a la ruina eterna sin derramar su alma hasta la muerte en favor de ellos, y considerará con piedad y compasión a toda alma que se dé cuenta de que no puede salvarse a sí misma.

No mirará a ningún suplicante tembloroso sin levantarlo. El que mediante su propia expiación proveyó para el hombre un caudal infinito de poder moral, no dejará de emplear ese poder en favor de nosotros. Podemos llevar nuestros pecados y tristezas a sus pies, pues él nos ama. Cada una de sus miradas y palabras estimulan nuestra confianza. Él conformará y modelará nuestro carácter de acuerdo con su propia voluntad.

Todas las fuerzas satánicas no tienen poder para vencer a una sola alma que con confianza sencilla se arroja sobre Cristo por ayuda. “Él da vigor al cansado, y al débil aumenta la fuerza” (Isa. 40:29).—Palabras de vida del gran Maestro, pp. 121, 122.

Reflexión adicional: ¿Cómo puedo acceder al “caudal infinito de poder moral” de Cristo?

12 de enero

El Amor infinito

“Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas”. Mateo 6:15

Cuando uno se aparta de las imperfecciones humanas para contemplar a Jesús, se realiza en el carácter una transformación divina. El Espíritu de Cristo, al trabajar en el corazón, lo conforma a su imagen. Entonces, sea vuestro esfuerzo ensalzar a Jesús. Diríjanse los ojos de la mente al “Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29). Y al ocuparse en esta obra recuerden: “quien convierte a un pecador del error de su camino lo salvará de la muerte y cubrirá multitud de pecados” (Sant. 5:20).

“Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre perdonará sus ofensas” (Mat. 6:15). Nada puede justificar un espíritu no perdonador. Quien no es misericordioso hacia otros, muestra que él mismo no participa de la gracia perdonadora de Dios. En el perdón de Dios, el corazón del que yerra se acerca al gran corazón de Amor infinito. La corriente de compasión divina fluye al alma del pecador, y de él hacia las almas de los demás. La ternura y la misericordia que Cristo ha revelado en su propia vida preciosa se verán en quienes lleguen a ser participantes de su gracia. Pero “el que no tiene el Espíritu de Cristo no es de él” (Rom. 8:9). Está alienado de Dios, listo solo para la separación eterna de él.

Es verdad que él pudo haber recibido perdón alguna vez; pero su espíritu falto de misericordia muestra que ahora rechaza el amor perdonador de Dios. Se ha separado de Dios, y está en la misma condición en la cual se hallaba antes de ser perdonado. Ha negado su arrepentimiento, y sus pecados están sobre él como si no se hubiese arrepentido.

Pero la gran lección de la parábola se halla en el contraste entre la compasión de Dios y la dureza del corazón del hombre; en el hecho de que la misericordia perdonadora de Dios debe ser la medida de la nuestra. [...]

No somos perdonados porque perdonamos, sino por cómo perdonamos. El fundamento de todo perdón se encuentra en el amor inmerecido de Dios; pero por nuestra actitud hacia los demás mostramos si hemos hecho nuestro ese amor.—Palabras de vida del gran Maestro, pp. 196, 197.

Reflexión adicional: ¿Tiendo a calificar los pecados, considerando que algunos son peores que otros? ¿Cómo afecta esta tendencia mi capacidad para perdonar distintos tipos de ofensas?

13 de enero

El Fundamento

“Porque nadie puede poner otro fundamento fuera del que está puesto, que es Jesucristo”. 1 Corintios 3:11

Cada acto de la existencia, por muy insignificante que sea, tiene su influencia en la formación del carácter. Un buen carácter es más precioso que las posesiones mundanales; y la obra de su formación es la más noble a la cual puedan dedicarse los hombres.

Los caracteres formados por las circunstancias son variables y discordantes, una masa de sentimientos encontrados. Sus poseedores no tienen un blanco elevado o un objetivo en la vida. No ejercen influencia ennoblecedora sobre el carácter de los demás. Viven sin propósito ni poder.

Dios espera que edifiquemos nuestros caracteres de acuerdo con la norma que él nos ha dado. Debemos colocar ladrillo sobre ladrillo, añadiendo gracia sobre gracia, descubriendo nuestros puntos débiles y corrigiéndolos de acuerdo con la dirección dada. Cuando se advierte una fisura en las murallas de una mansión, sabemos que hay algo malo en el edificio. En la edificación de nuestro carácter a menudo se ven resquebrajaduras. A menos que remediemos estos defectos, la casa caerá cuando la tempestad de la prueba la azote.

Dios nos da fortaleza, razonamiento y tiempo, con el fin de que edifiquemos caracteres que él pueda aprobar. Quiere que cada uno de sus hijos edifique un carácter noble, realizando obras puras y nobles, para que al final pueda presentar una estructura simétrica, un hermoso templo, honrado por el hombre y Dios.

En la edificación de nuestro carácter, debemos construir sobre Cristo. Él es nuestro seguro Fundamento: un fundamento que es inconmovible. La tempestad de la tentación y las pruebas no pueden mover el edificio que está fundado en la Roca eterna.

El que quiera transformarse en un hermoso edificio para el Señor debe cultivar cada actitud de su ser. Únicamente empleando en forma debida los talentos es posible desarrollar armoniosamente el carácter. Así ponemos como fundamento lo que en la Palabra se representa como oro, plata, piedras preciosas: material que resistirá la prueba de los fuegos purificadores de Dios. Cristo es nuestro ejemplo en nuestra edificación del carácter.—Conducción del niño, pp. 153, 154.

Reflexión adicional: ¿Estoy usando mis talentos de una manera que contribuya al desarrollo de un carácter piadoso?

14 de enero

El mejor Amigo

“Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Los he llamado amigos, porque les di a conocer todo lo que oí de mi Padre”. Juan 15:15

Vi que era privilegio de todos los cristianos disfrutar de las profundas influencias del Espíritu de Dios. Una dulce paz celestial invadirá la mente y les encantará meditar en Dios y en el cielo. Se deleitarán con las gloriosas promesas de su Palabra.

Pero primeramente deben saber que han iniciado la carrera cristiana. Sepan que dan los primeros pasos en el camino hacia la vida eterna. No se dejen engañar. Me temo, sí, sé que muchos de ustedes no saben qué es la religión. Han sentido cierto entusiasmo, ciertas emociones, pero nunca han visto el pecado en su enormidad. Nunca han sentido su condición perdida ni se han apartado de sus malos caminos con amargo dolor. Nunca murieron al mundo. Todavía aman sus placeres; les encanta entablar una conversación sobre asuntos mundanos. Pero cuando se presenta la verdad de Dios, no tienen nada que decir. ¿Por qué tanto silencio? ¿Por qué son tan locuaces sobre cuestiones mundanas, y tan callados sobre el tema que más debería preocuparles; un tema que debe involucrar toda su alma? La verdad de Dios no habita en ustedes.

Vi que muchos eran correctos en su profesión, pero por dentro hay corrupción. No se autoengañen, profesantes de corazón falso. Dios mira el corazón. “De la abundancia del corazón habla la boca” (Mat. 12:34). Vi que el mundo estaba en el corazón de ellos, pero la religión de Jesús no está allí. Si el profeso cristiano ama a Jesús más que al mundo, le encantará hablar de él, su mejor Amigo en quien se centran sus afectos más elevados.

[Jesús] acudió en su auxilio cuando ellos percibieron su condición perdida y perecedera. Cuando estaban cansados y cargados de pecado, recurrieron a él. Él les quitó la carga de la culpa y del pecado, les quitó la aflicción y el luto, y cambió totalmente el rumbo de sus afectos. Las cosas que una vez amaban, ahora las odian; y las cosas que odiaban, ahora las aman.—Spiritual Gifts, t. 2, pp. 258, 259.

Reflexión adicional: ¿Es Jesús mi mejor Amigo? Si alguien me estuviera observando, ¿me escucharía hablar más de él que de mis amigos terrenales?

15 de enero

El Sumo Sacerdote

“Tal Sumo Sacerdote nos convenía: santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores y hecho más sublime que los cielos”. Hebreos 7:26

Mientras Moisés estaba en el monte, Dios le ordenó: “Y me harán un santuario, para que yo habite entre ellos” (Éxo. 25:8); y le dio instrucciones completas para la construcción del tabernáculo. A causa de su apostasía, los israelitas habían perdido el derecho a la bendición de la Presencia divina, y por el momento hicieron imposible la construcción del Santuario de Dios entre ellos. Pero después que les fuera devuelto el favor del cielo, el gran líder procedió a ejecutar la orden divina.

Hombres escogidos fueron especialmente dotados por Dios con habilidad y sabiduría para la construcción del edificio sagrado. Dios mismo dio a Moisés el plano de esa estructura, con instrucciones detalladas acerca de su tamaño y forma, los materiales que debían emplearse y todos los objetos y muebles que debía contener. Los dos lugares santos hechos a mano habían de ser “copia del santuario verdadero”, “copia de las realidades celestiales” (Heb. 9:24, 23); una representación en miniatura del templo celestial donde Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, después de ofrecer su vida como sacrificio, habría de ministrar en favor de los pecadores. Dios presentó ante Moisés en el monte una visión del Santuario celestial, y le ordenó que hiciera todas las cosas de acuerdo con el modelo que se le había mostrado. Todas estas instrucciones fueron escritas cuidadosamente por Moisés, quien las comunicó a los líderes del pueblo.

Para la construcción del Santuario fue necesario hacer grandes y costosos preparativos; se requería una gran cantidad de los materiales más preciosos y caros; no obstante, el Señor solo aceptó ofrendas voluntarias. “Di a los israelitas que me traigan una ofrenda. La recibirán de todo el que la traiga voluntariamente, de corazón” (Éxo. 25:2); tal fue la orden divina que Moisés repitió a la congregación. La devoción a Dios y un espíritu de sacrificio fueron los primeros requisitos para construir la morada del Altísimo.

Todo el pueblo respondió unánimemente. “Y vino todo varón a quien su corazón estimuló, y todo aquel a quien su espíritu le dio voluntad, con ofrenda a Jehová para la obra del tabernáculo de reunión, y para toda su obra, y para las sagradas vestiduras”.—Cristo en su santuario, pp. 28, 29.

Reflexión adicional: ¿Hay algo que esté sucediendo en tu iglesia que motive a tu corazón a ofrendar?

16 de enero

El Existente por sí mismo

“Jesús les dijo: ‘Les aseguro: Antes que Abraham existiera, Yo soy’ ”. Juan 8:58

Abraham aprendió de Dios la mayor lección que haya sido dada a los mortales. Su oración porque pudiera ver a Cristo antes de morir fue contestada. Vio a Cristo; vio todo lo que el mortal puede ver y vivir. Mediante una entrega completa fue capaz de entender la visión acerca de Cristo que se le había dado. Se le mostró que al dar a su Hijo unigénito para salvar a los pecadores de la ruina eterna, Dios hacía un sacrificio mayor y más maravilloso que el que jamás pudiera hacer el hombre.

La experiencia de Abraham contestó la pregunta: “¿Con qué me presentaré al Señor y adoraré al excelso Dios? ¿Iré ante él con holocaustos y becerros de un año? ¿Se agradará el Señor de millares de carneros o de diez mil arroyos de aceite? ¿Daré mi primogénito por mi rebelión, el fruto de mi seno por mi pecado?” (Miq. 6:6, 7). En las palabras de Abraham: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío” (Gén. 22:8), y en la provisión de Dios de un sacrifico en lugar de Isaac, se declaró que el hombre no puede hacer expiación por sí mismo. El sistema pagano de sacrificios era totalmente inaceptable para Dios. [...] Solamente el Hijo de Dios puede cargar con la culpa del mundo.

A través de su propio sufrimiento Abraham fue capacitado para contemplar la misión de sacrificio del Salvador. Pero Israel no podía entender lo que era tan desagradable para su corazón orgulloso. Las palabras de Cristo concernientes a Abraham no tuvieron para sus oyentes ningún significado profundo. Los fariseos vieron en ellas solo un nuevo motivo para poner reparos. Contestaron con desprecio, como si quisieran probar que Jesús debía ser un loco: “Aún no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham?”

Con solemne dignidad Jesús respondió: “Les aseguro: Antes que Abraham existiera, Yo soy”.

Cayó el silencio sobre la vasta concurrencia. El nombre de Dios, dado a Moisés para expresar la presencia eterna, había sido reclamado como suyo por este Rabino galileo. Se había proclamado el Existente por sí mismo, el que había sido prometido a Israel, cuyos “orígenes son desde el principio, desde los días de la eternidad” (Miq. 5:2).—El Deseado de todas las gentes, pp. 434, 435.

Reflexión adicional: Jesús contempló todas mis necesidades antes de la fundación del mundo. ¿Cómo puedo agradecerle hoy por amarme antes de la fundación del mundo?

17 de enero

El Rey del cielo

“Sino con la sangre preciosa de Cristo, como de un cordero sin mancha ni defecto”. 1 Pedro 1:19

Jesús miró a las inocentes víctimas de los sacrificios, y vio cómo los judíos habían convertido esas grandes convocaciones en escenas de derramamiento de sangre y crueldad. En lugar de sentir humilde arrepentimiento del pecado habían multiplicado los sacrificios de animales, como si Dios pudiera ser honrado por un servicio que no nacía del corazón. Los sacerdotes y príncipes habían endurecido sus corazones a través del egoísmo y la avaricia. Habían convertido en un medio para obtener ganancias los mismos símbolos que señalaban al Cordero de Dios. Así, a los ojos del pueblo, se había destruido en gran medida la santidad del ritual de los sacrificios. Eso despertó la indignación de Jesús; él sabía que su sangre, que pronto iba a ser derramada por los pecados del mundo, sería tan poco apreciada por los sacerdotes y ancianos como la sangre de los animales que vertían incesantemente.

Cristo había hablado contra estas prácticas mediante los profetas. Samuel había dicho: “¿Se complace tanto el Señor en holocaustos y víctimas como en obedecer a su palabra? Obedecer es mejor que los sacrificios, y prestar atención, mejor que la grasa de los carneros” (1 Sam. 15:22). [...]

El mismo que había dado estas profecías repetía ahora por última vez la advertencia. En cumplimiento de la profecía, el pueblo había proclamado rey de Israel a Jesús. Él había recibido su homenaje y aceptado el título de rey. Debía actuar como tal. Sabía que serían vanos sus esfuerzos por reformar un sacerdocio corrompido; no obstante, su obra debía hacerse; debía darse a un pueblo incrédulo la evidencia de su misión divina.

De nuevo la mirada penetrante de Jesús recorrió los profanados atrios del templo. Todos los ojos se volvieron hacia él. Sacerdotes y príncipes, fariseos y gentiles, todos miraron con asombro y temor reverente al que estaba ante de ellos con la majestad del Rey del cielo. La divinidad fulguraba a través de la humanidad, invistiendo a Cristo con una dignidad y gloria que nunca antes había manifestado. [...] Cristo habló con un poder que osciló sobre el pueblo como una tempestad poderosa: “Escrito está: ‘Mi casa será llamada casa de oración’. Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones”. Su voz repercutió por el templo como trompeta.—El Deseado de todas las gentes, pp. 540-542.

Reflexión adicional: ¿Cuándo he sentido la justa indignación que Jesús sintió en el templo?

18 de enero

Aquel que es poderoso para salvar

“El Señor está en medio de ti, poderoso, él salvará. Se gozará sobre ti con alegría, te pacificará con su amor, se regocijará sobre ti con cantar”. Sofonías 3:17

Ahora bien, ustedes pueden aferrarse a su propia justicia y pueden pensar que han tratado de hacer lo correcto, y que, después de todo, con eso serán salvos. No pueden ver que Cristo lo hace todo. Algunos dicen: “Debo arrepentirme primero. Tengo que ir tan lejos como pueda por mí mismo, sin Cristo, y entonces Cristo sale a mi encuentro y me acepta”.

Ustedes no pueden tener un pensamiento sin Cristo. No pueden tener la inclinación de acudir a él a menos que él ponga en movimiento influencias e impresione su Espíritu en la mente humana. Y si hay un hombre sobre la faz de la Tierra que tiene alguna inclinación hacia Dios, es a causa de las muchas influencias que se han puesto en acción dirigidas a su mente y corazón. Esas influencias invitan a la lealtad a Dios y al aprecio de la gran obra que Dios ha hecho por él.

Por consiguiente, jamás digamos que podemos arrepentirnos por nosotros mismos y, entonces, Cristo perdonará. No, por cierto. Es el favor de Dios el que perdona. Es el favor de Dios el que nos conduce mediante su poder al arrepentimiento. Por tanto, todo proviene de Jesucristo, todo es de él, y ustedes querrán simplemente dar gloria a Dios. ¿Por qué no responden más cuando se encuentran los unos con los otros en las reuniones? ¿Por qué no manifiestan la influencia vivificante del Espíritu de Dios cuando les son presentados el amor y la salvación de Jesús? Es porque ustedes no ven que Cristo es lo primero, postrero y mejor, el Alfa y la Omega, el principio y el fin, el mismísimo Autor y Consumador de nuestra fe. No se dan cuenta de esto y, por ende, permanecen en sus pecados. ¿Por qué sucede esto? Porque Satanás está aquí luchando y batallando por el alma de los hombres. Él arroja su sombra diabólica precisamente a lo largo de nuestro camino, y lo único que uno puede ver es al enemigo y su poder.

Aparten la mirada de su poder y diríjanla hacia Aquel que es poderoso para salvar hasta lo sumo. ¿Por qué vuestra fe no se abre paso a través de la sombra, hacia donde está Cristo? Él ha llevado cautiva la cautividad y ha repartido dones a los hombres. Él les enseñará que Satanás reclama como su propiedad cada alma que no se une a Cristo.—Fe y obras, pp. 73, 74.

Reflexión adicional: ¿Qué me impide mirar a Jesús de manera persistente y constante? ¿Qué está usando el diablo para distraerme de Dios?

19 de enero

El Novio

“¡Levántate, resplandece, que ha venido tu luz, y la gloria del Señor ha nacido sobre ti!”. Isaías 60:1

Este mensaje se da a quienes salen al encuentro del Novio. Cristo viene con poder y gran gloria. Viene con su propia gloria y con la gloria del Padre. Viene con todos los santos ángeles. Mientras todo el mundo esté sumido en tinieblas, habrá luz en toda morada de los santos. Ellos captarán la primera luz de su segunda venida. La luz inmaculada brillará por el esplendor de Cristo el Redentor, y él será admirado por todos los que le han servido.

Mientras los impíos huyan de su presencia, los seguidores de Cristo se regocijarán. El patriarca Job, mirando hacia adelante, al tiempo de la segunda venida de Cristo, dijo: “¡Yo mismo lo veré! ¡Mis propios ojos, y no otro! ¡Cómo lo anhela mi corazón dentro de mí!” (Job 19:27). Cristo ha sido un compañero diario y un amigo familiar para sus fieles seguidores. Estos han vivido en contacto íntimo, en constante comunión con Dios. Sobre ellos ha salido la gloria del Señor. En ellos se ha reflejado la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Ahora se regocijan en los rayos no oscurecidos de la luminosidad y gloria del Rey en su majestad. Están preparados para la comunión del cielo; pues todos tienen el cielo en su corazón.

Con cabezas levantadas, con los brillantes rayos del Sol de Justicia brillando sobre ellos, con la alegría de que su redención está cerca, salen al encuentro del Novio y dicen: “¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará” (Isa. 25:9).

“Y oí como la voz de una gran multitud, como el estruendo de muchas aguas, como la voz de grandes truenos, que decía: ‘¡Alaben a Dios, porque reinó el Señor, nuestro Dios Todopoderoso! ¡Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del Cordero, y su novia se ha preparado!’ ” (Apoc. 19:6, 7).—Palabras de vida del gran Maestro, pp. 346, 347.

Reflexión adicional: Antes de que Jesús regrese en plena gloria, su gloria se reflejará en aquellos que viven en estrecho y constante contacto con él. ¿Estoy reflejando la gloria de Cristo al mundo?

20 de enero

La Voz divina

“Vino a lo que era suyo, y los suyos no lo recibieron”. Juan 1:11

Jesús vino por la autoridad de Dios, llevando su imagen, cumpliendo su palabra y buscando su gloria; sin embargo, no fue aceptado por los dirigentes de Israel; sin embargo, cuando vinieron otros asumiendo el carácter de Cristo, pero impulsados por su propia voluntad y buscando su propia gloria, los recibieron. ¿Por qué? Porque el que busca su propia gloria apela al deseo de exaltación propia en los demás. Y a una incitación tal los judíos podían responder. Recibirían al falso maestro porque adularía su orgullo sancionando sus acariciadas opiniones y tradiciones. Pero la enseñanza de Cristo no coincidía con sus ideas. Era espiritual, y exigía el sacrificio del yo; por tanto, no querían recibirla. No conocían a Dios y, para ellos, su voz, expresada por medio de Cristo, era la voz de un extraño.

¿No se repite lo mismo hoy? ¿No hay muchos, aun líderes religiosos, que están endureciendo su corazón contra el Espíritu Santo, incapacitándose así para reconocer la voz de Dios? ¿No están rechazando la Palabra de Dios con el fin de conservar sus tradiciones? Jesús dijo: “Porque si ustedes le creyesen a Moisés, me creerían a mí; porque él escribió de mí. Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo creerán en mis palabras?” Fue Cristo quien habló a Israel por medio de Moisés. Si hubieran escuchado la Voz divina que les hablaba por medio de su gran líder, la habrían reconocido en las enseñanzas de Cristo. Si hubiesen creído a Moisés, habrían creído en el Ser de quien escribió Moisés.