Dar a sombra - Berta Mongé - E-Book

Dar a sombra E-Book

Berta Mongé

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Beschreibung

La autora de "Dar a sombra" nos entrega esta crónica fragmentaria, formada por episodios de su vida cotidiana, ideas, recuerdos, preguntas y sueños, que son el testimonio vital de una mujer que ama y sufre mientras intenta dar a luz un sueño: el de ser madre. La reproducción asistida no consigue generar el latido deseado, lo frustra con su luz artificial, invade los rincones de lo cotidiano con ilusiones postergadas. Cuatro años de incertidumbre y dolor han servido, sin embargo, como fuerza de inspiración creadora para elaborar esta bitácora emocional sin artificios.

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Dar a sombra

Dar a sombra

Berta Mongé

© Berta Mongé Sabanès

© Malpaso Holdings, S. L., 2022

C/Diputació, 327, principal 1.a

08009 Barcelona

www.malpasoycia.com

ISBN: 978-84-18546-89-1

Diseño de interiores: Sergi Gòdia

Maquetación: Joan Edo

Imagen de cubierta: Tina Berning

Producción del ePub: booqlab

Bajo las sanciones establecidas por las leyes, quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización por escrito de los titulares del copyright, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento mecánico o electrónico, actual o futuro (incluyendo las fotocopias y la difusión a través de internet), y la distribución de ejemplares de esta edición mediante alquiler o préstamo, salvo en las excepciones que determine la ley.

A mis padres

El mundo real es mucho más pequeñoque el mundo de la imaginación.

Friedrich Nietzsche

00.00

Siempre creí que el cero era un nombre masculino. ¿Qué hora es? Las cero cero cero cero. Y cuatro mujeres redondas embarazadas solas llenan el espacio para confundir. Nadie les hace caso. Cada noche vuelve y se repiten: 00.00. Cuatro cifras que desde que las entendí empecé a entrar durante un minuto de la noche en un leve coma diario. Tenía catorce años. Fue una obsesión del tiempo, no mía. En ese momento (no diré a esa hora porque no es una hora) me gusta sentarme frente al reloj. Floto feliz y confusa. Cada día, entre las once cincuenta y seis y las doce y uno leo el número imposible que me abraza como el delirio de un libro que nunca termina. Me enciendo y me apago y me enciendo.

Si estoy lejos del reloj, antes de que lleguen los ceros, corro hacia él. Está colocado en el centro del salón, encima de una mesa baja. Quiero a mi reloj por sus números rojos que dilatan la pupila y se reflejan en la pupila. No hace tic tac. No tiene manecillas. No es impermeable. Me paro. Inhalo y exhalo tres veces aguantando el aire entre medias y me quedo a cero. Floto en el vacío. Apago la luz y se hace el milagro de las cuatro mujeres redondas embarazadas solas.

Dicen que el tiempo es una dimensión física y yo no la toco. Es una obsesión del tiempo, no mía. ¿Quién decidió poner a esas cuatro gordas en el reloj para separar ayer de mañana? Levito. Todo se dimensiona en algo cuántico y todo desaparece en algo cuántico. Quisiera inhalar al reloj rapada al cero pero no me atrevo. No entender la palabra cuántico ni el cero. Añorar las fiestas.

Nunca miro el reloj durante las otras veintitrés horas y 59 minutos. Odio llevar reloj. Solo cuando se desconectan el tiempo y el espacio, voy. Nunca llego tarde. El reloj es una trampa de fantasmas que debería marcar una cifra, del uno a no sé cuál.

Escucho:En astrofísica ver lejos es ver atrás en el tiempo.

Ayer me dijeron que a las doce serían las once.

En la puerta del hospital leo:

Las plantas no pueden entrar.

Desde el principio es ella

A quien no somos ni tú ni yo la llamaremos ella, como una canción que tiene letra y algún día tendrá nombre. Está pero no existe. No es un secreto ni una muñeca. Desde el principio es ella (es presente, es futuro) para imaginarla como la posibilidad de todo lo que puede ser, realizarse, estar, sentir y nombrar (es incierto, es incómodo, es incierto).

Escribo sin conocer el final de la historia de una vida que es la mía y otro cuento que no ha sido. Escribo también mi vida y la tuya. La nuestra. La historia de dos en la idea del tres.

La escribo a mano y arrastro un caparazón fuerte y lento porque en la caligrafía que uso, ladeada y con los puntos en las íes, hay una reina de corazones.

Es búsqueda.

Hay suertes.

Pero las dificultades.

A pesar de las esperanzas.

Algo de problemas.

Pocos secretos.

Una historia de noches largas, de viajes, de trabajo, de silencio, de una charla que, como dijiste un día al poco de conocernos, empezó y aún no ha terminado.

Una historia que nunca acabará con nuestras primeras palabras.

María, no

Es imposible que esta luz sea solo la luna.

¿La belleza es que toda el agua sea el plan de alguien que está lloviendo?

Es imposible que la noche sea una cartulina negra y que conocernos fuera una casualidad.

¿Cómo se llama lo que vimos antes de vernos?

No puede ser que el cielo tenga principio y se acabe.

No, no me creo lo de la explosión.

¿Quién estuvo ahí para contar qué?

El hombre es una idea de no se quién.

¿Quién dijo el primer yo y quién fue la primera madre?

María, no.

Y no entiendo que una pulga se coma un rosal y acabe con él.

Que la luna sea roja porque está lejos del sol.

No entiendo que las muñecas hagan pipí porque las niñas quieren que sus muñecas hagan pipí.

Que la estrella que veo por la ventana sea más grande que nuestra casa.

No se dónde guarda la imaginación quien no la usa.

O que las hormigas, siendo más rápidas que yo, no encuentren una salida.

Vocabulario

Leo: un óvulo es una célula reproductora femenina que se forma en el ovario de las hembras de los mamíferos y que, una vez fecundado por el espermatozoide, da origen al embrión; en la especie humana, una célula redonda de 0,1 milímetros de diámetro. También es un medicamento sólido en forma de pequeño huevo que se introduce por la vagina.

La progesterona es un óvulo falso. He tomado mucha. Leo: nombre femenino

Hormona sexual que segrega el ovario femenino y la placenta, y que tiene la función de preparar el útero para la recepción del huevo fecundado.

Y cuánto vocabulario hemos aprendido en este tiempo. De nosotros, de ella, de las clínicas a las que vas cuando te falta un hijo y quieres que te ayuden a hacerlo. Todo este proceso tan desconocido al principio y tan mal explicado hasta el final. Los médicos eligen no decir toda la verdad. La van dosificando adaptándose a los resultados de cada paso, prueba y obstáculo. Son muchas variables y no las cuentan. No cabrían ni en todos los hospitales, no las conocen ni ellos. Y que todo puede fallar y volver a la casilla de salida. Es el juego de la gallina sin emoción, con ilusión, falsas expectativas y frustraciones varias. Hay trampas en casi cada tirada de dados. Jugar con dos dados nadie dice que es una suerte. Jugar a las muñecas queda lejos.

Las madres no van a las clínicas de reproducción asistida.

Pero hoy hemos visto a una pareja de viejitos en la sala de espera. Nos hemos mirado. Nos hemos reído. Hemos tardado en darnos cuenta de que, además de tratamientos de fecundación in vitro, en la clínica hay un cartel con el nombre de una doctora y debajo pone obstetricia. Compartimos la misma sala de espera.

Luna barriga

Por fuera hace frío, es de noche como siempre y estoy tumbada en la terraza que ve este cielo de luna barriga iluminada. Las estrellas son óvulos inalcanzables. Va, explica la velocidad de la luz si puedes. No entiendes nada. No sabes qué pasa.

Por dentro hace frío, es de noche como siempre y estoy tumbada viendo el cielo. Y las estrellas fugaces espermatozoides que sí alcanzo pero no se cómo engancharlos a mi barriga. Y cómo sería contar nueve lunas. ¿Te imaginas cambiar el contador del tiempo y que, en lugar de ir hacia atrás, fuera hacia adelante?

Me embobo mirando el cielo lleno de vida y de muertos. Va, explica lo que te está pasando si puedes. No entiendes nada. Ni sabes por qué te pasa...

Y si es él

Que un hijo se puede hacer en un quirófano alguien lo pensó.

Todo es lo mismo y solo cambian los nombres. Los nombres no son solo palabras, son propios. Más en la cama. Menos en la calle.

Yo la llamo ella pero y si es él, si es, si es, si es él, también tendrá un nombre.

El viaje importa. El billete, no. Lo venden al revés.

Pagar por tener un hijo.

Insomnio

Di: ir a dormir tarde es como volar. Habla de los beneficios de la nocturnidad: el negro, el silencio, la nevera, la soledad, la ventana, la puerta sin llave, la vela del barco y la de la chimenea. Di: el sueño y el sueño son la misma palabra. Y canapé y canapé son la misma palabra. Cobra y cobra son la misma palabra, y así hasta el infinito y el infinito.

Tendrías que poder escucharlo que me pasa por dentro.

Antes, poder decirlo.

Los fallos

Los valores de tus hormonas pueden fallar.

El ovario y el endometrio pueden fallar.

La regla puede fallar.

La medicación puede fallar.

Cómo crecen los folículos durante la estimulación te puede devolver pronto a la primera oca del tablero.

Cuántos folículos produces con la estimulación no se sabe de qué depende. Puede ser un puente o la cárcel.

Cuántos folículos pueden extraer en la punción puede fallar. Es la casilla del espejismo.

Cómo te sientan las hormonas puede fallar. Es una casilla de gastroenteritis.

Cuántos pasan a ser óvulos cuando les inyectan el esperma de tu pareja puede ser un puente o la cárcel.

Cuántos blastocitos. Cuántos de estos embriones son de calidad. Cuántos llegan a día cinco. No es una tirada fácil (un dado) que te pase la corriente entre oca y oca.

Cómo son los blastocistos y cómo es el núcleo de células interior y exterior. Esta no es más que una jugada bioestética.

Cómo preparar el endometrio para la transferencia puede fallar. Es la casilla del ahorcado.

¿Se instalará el embrión en su casa? No es una casilla. Es la jugada de la casa. Es difícil caer en una oca y volver a tirar los dados. Puede fallar y volver a fallar.

A esa espera, de dos semanas, se la llama betaespera (otro nombre inventado por hombres que betaesperan la subida de los valores de otras cosas). Perder aquí es peor que perder a los dados.

Y si te embarazas, luego… ¿qué?

No es un juego. Es largo y es tenso. Yo no quiero jugar a la oca, prefiero peinar a las muñecas de mis sobrinas. Yo no quiero dar a sombra, preferiría dar a luz.

Es embarazoso dejar todo este proceso en manos de otros viendo cómo tiran los dados mirando las casillas de reojo. Es un cuento no ser la guionista de tu historia.

Y cuando rompo el tablero y lo rompo y se rompe y me rompo, me regalas unos dados nuevos y una botella con un mensaje secreto. Volvamos a empezar: más sabios, más escépticos, igual de patosos que los huevos que no se rompen. Más juntos. Más preparados y menos. Más cerca de ella cada vez…

Las muñecas

Las peinábamos, les poníamos talco y vestidos de volantes rosas y zapatos con cordones cortos. Que tuvieran un tamaño inferior al nuestro nos hacía sentir mayores, independientes, cuidadoras de alguien, madres. Llevaban bragas con volantes rosas.

Teníamos muñecas como quien tiene hijas. Eran solo nuestras. Las amigas, las primas y las hermanas jugaban con otras, las suyas. A veces las juntábamos, pero no nos las dejábamos. No era un juego. Una madre no intercambia a sus hijas.

Las paseábamos en cochecitos y preparábamos papillas con cubiertos de plástico. Tenían su propio mobiliario que formaba parte del nuestro. Su casa dentro de la nuestra. Las abrazábamos, las tapábamos con mantas y conocían nuestros secretos. Les hablábamos y hacíamos trenzas. A mí me gustaban las negritas. Nadie tenía hijas negritas. Algunos eran muñecos niños. Convivían con ellas. También tomaban biberón.

Las hacíamos dormir y volar, nos ayudaban en las tareas domésticas, venían al supermercado, hablaban. A veces se aseaban en la bañera grande. Viajaban en la parte trasera del coche sin cinturón. Veraneaban con nosotros y las premiábamos y castigábamos. Eran parte de la familia.

Teníamos muñecas como quien tiene hijas.

Desde que nacimos ya pensamos en barrigas sin saber que las barrigas en algún momento servirían para otras cosas.

Es mi bebé –decíamos.

Yo tuve muchos bebés.

Te quiero

Te miro, me callo, te quiero. Quisiera ser tu polo positiva.

Me miro, te callo, me cuesta quererme.

Ser una heroína fuerte como la droga, valiente como una osa, segura como una llave.

Pero las llaves a veces no abren las luces.

Y los botones no siempre sirven para encender ventanas.

Invernar en verano también se puede.

Te miro, me callo, te quiero.

No sé cómo sería todo esto con alguien que no hubieras sido tú.

No sé dónde estaría con alguien que no hubieras sido tú.

Es difícil escribir cómo estás y cómo puedes agarrarme de la mano si yo aquí abajo en el río y tú aquí arriba cruzando el puente.

Los dos aquí.

Me miro, te callo. Quisiera ser tu polo positiva.

Aprenderá a cruzar los puentes por arriba y a nadar las aguas a contracorriente. Será hija de la fuerza del viento y de la marea alta. Será hija de tanto querer que el corazón le bombeará a cada instante como un reloj sin ceros. Esto es lo que la ciencia nunca habrá hecho por ella. Esto es lo que nuestro largo camino hará nacer. Un polvo positivo que hechizará a las estrellas.

Muchos años

Pisaréis demasiados hospitales. Firmaréis muchos papeles. Diferentes hospitales, mismos papeles. Todo, menos tú, estará bien. Haréis varios tratamientos, no importa cuántos ni dónde. Leerás libros, foros, prospectos de medicamentos, las mentes de los demás. Irás a que te lean el Tarot. Buscaréis las clínicas y los especialistas mejor recomendados. Todos hacen lo mismo –dirás–, son como mecánicos repitiendo procesos. Hablarás con amigos. No hablarás con nadie. Visitarás a un brujo que te dirá que sí.

Llorarás con tu madre. Pensarás más en tu padre. Pondrás rosas a la virgen de tu abuela pidiendo un milagro. Escogerás a quién, qué, cómo y dónde. Tirarás carpetas con dosieres y consejos. Guardarás restos de medicamentos con algo de esperanza en cada caja. Tirarás cajas enteras de medicamentos sabiendo que las volverás a necesitar. Delirarás subida en norias. Te bajarán a cuevas. Autorizarás deseos en papeles que luego romperás: los deseos y los papeles. Escribiréis siempre vuestros nombres uno al lado del otro. Marcarás, en todos los documentos, la casilla de casada. Dejarás de leer los: ¿En qué consiste? ¿Cuáles son las indicaciones?, procedimientos, contraindicaciones. Te enfadarás con los médicos cada vez que firmes el papel titulado en caso de fallecimiento del marido.

Me pinchas las hormonas como cuando me haces el amor: con firmeza, con ternura, con la luz encendida. Entenderemos que esto no es lo que pensamos ni lo que nos dijeron. Ahora no sabes si la suerte existe o si se acaba. Entenderás que querer no es poder.

Antes habrás pasado muchos años desechando tiempo entre pastillas anticonceptivas y tirando de la cadena del wáter con papel higiénico manchado de óvulos que hubieran podido ser hijos pero nunca los quisiste. Antes no te arrepientes pero quisieras cambiar. Antes fueron otras historias, no esta.

Diálogo con mi cama

¿Tienes sueño?

No, hambre.

¿De qué?

De migajas. Antes desayunabas aquí.

Ya no.

¿Estamos solas?

Sí, ven.

Ámame, como si fuera tu ama.

Estás más sola que la una.

Hay un reflejo podrido en el techo que rebota enmí y molesta.

Voy a hacerte, a ponerte sábanas limpias.

Cámbiame, pero de posición.

No cabes, solo puedo girarte.

No lo hagas, me mareo.

Te puedo poner la almohada en los pies.

Cuídame. Llevo días separándome de la pared.

¿Estás triste?

No, tengo hambre.

Ven.

¿La ausencia es libertad?

Lo veo todo muy negro, prende la luz.

No, viviremos como si fuera siempre de noche.

Y cambiaremos las cuatro piernas por dos piernas ycuatro patas.

La vida es inestable.

Yo no me iré.

Yo sí.

Algún día me quemarás.

Algún día me quemarán.

¿Estás triste?

No, dame alguna migaja.

¿Quieres acostarte?

No, dormir para siempre.

El sol sale cada día.

Lo peor es que ya no soy nadie, no tengo ni reloj.

Sí, mi ama.

La habitación vacía para pensar en no pensar.

¿Y el espejo?

Lo he roto.

¿Y la puerta?

Aún está abierta

¿Y el teléfono?

Apagado.

¿Y cuando se termine el pan?

Te regalaré, y me olvidarán.

Hembra

En el diccionario que hay de J. Casares en el escritorio viejo del abuelo de mi abuela (manchado en esta página por la mantequilla del cruasán) busco qué significa madre. Leo: Hembra que ha parido. Hembra respecto de su hijo o hijos. Tratamiento que se da a las monjas. ¿Y qué significa padre? Leo: Varón o macho que ha engendrado, Primera persona de la Santísima Trinidad. Varón o macho respecto de sus hijos. Religioso o sacerdote en señal de veneración. Autor de una obra artística o literaria, o inventor.

¿Qué nombre le pondremos?

Quiero cambiar el mío por el de mamá. Ser una hembra que ha parido. Ser una hembra respecto a mi hija o hija.

Y dirá mamá y dirá papá.

¿Empezará a hablar en invierno o en verano?

Es imposible que toda esta luz venga solo de la luna que permite ver la puerta y las curvas de las montañas negras (no son sombras), que convierte el cielo azul de cielo lleno en gris blanco (no son sombras), que el pájaro escondido sea una sombra (sí, aquí sí) que pasea entre líneas brillantes. La luz hace que mi sombra (sí, aquí sí) se mueva y el dibujo viva con el haz, solo, de la luna.

Nadie se pone spray antimosquitos en el pelo. Yo sí.

Por las mañanas no hablo.

Como un vaso que quiere caber en una boca.

No es una ficción

No es una ficción imaginar que cuando voy a comprar baberos o columpios para los hijos de mis hermanas y amigos podría hablar a la dependienta de otra manera. Podría decir: vengo a buscar un pelele para mi bebé de cuatro meses o quisiera una muñeca de las que dicen mamá para mi hija. Podría incluso comprar un carrito y pasear a la muñeca por el paseo y apretar el botón de llorar y subirla bien abrigada con una manta a mi regazo para que dejara de hacerlo. Solo tendría que volver a apretar el botón de nuevo.

No puedes pensar así. Imaginar así no puedes. No puedes saber lo que pasa dentro de tu puerta. No sabes si estás libre, pendiente de una cuerda o dentro de un reloj. Solo sabes que estás atada a una silla y que la silla es tan dura como la madera del silencio.

No sería una ficción prepararme papilla en lugar de arroz con leche para comérmela por la noche y que sepa a cereales. La imaginación sirve para estas cosas y para mucho más. Podría empezar a hacer listas de nombres y a pintar una habitación de color rosa palo. Podría tener preparada una lista de música que se llamara «nanas» y tener en un cajón ropa de bebé guardada. Abrir el armario cada semana para que no coja humedad.

Leo en la prensa: Un muñeco en lugar de un hijo. Valen entre 400 y 3.000 euros. Artesanos los fabrican como auténticos bebés y algunas madres los «adoptan». Es el fenómeno de los «reborn». Muñecos hiperrealistas. Mujeres poco realistas. Entro en varias webs y cada una me lleva a la siguiente.

Me colapso.

Me animo.

Me indigno.

Y guardo, en el cajón de los trapos, un babero que alguien se dejó en casa para cuando vengan niños a comer papillas aquí.

Marketing

Leo un anuncio:

ESTUDIO DE FERTILIDAD GRATUITO FECUN-CHECK:

•Exploración ginecológica.

•Ecografía 3D uternina.

•Seminograma (en caso que la pareja sea masculina).

•Valoración por parte del experto.

Lo leo en el lateral de un autobús que pasa rápido frente a mí, antes de que el semáforo se ponga en rojo.

(**BUSCAR ESLÓGANES DE CLÍNICAS DE FIV. Imp que tengan sentido del humor y escribir Leo: XXX)

Espero poder escribir el cuentode la gallina turuletaque ha puesto un huevoaunque no sean dos ni tres.

Pero quisiera escribir el cuentode la gallina turuletaque ha puesto un huevoha puesto dos ha puesto tres.

Ecografías

Cuando te revisen por dentro verás en una pantalla las profundidades de parte del agua que eres. Verás, cuando te hablen de ovarios, folículos, óvulos, matriz, endometrio y XX, a una sirena y una luz que la ilumina. Te adentrarás en las profundidades de las ecografías. En el océano abierto. Te abstraerás mirando lo tuyo como si no lo fuera. Pensarás eternidad y fondo del mar, y será realidad y sala de revisión ginecológica. Una bombilla en tu vientre iluminará (¿será una luna?) las aguas desde un lugar en el que no te ahogarás y te dará, por segundos, la paz de la apnea. No entenderás cómo respiran las células en ese fondo marino de sangre y miel. Te verás por dentro en blanco y negro. No habrá corales. Te verás por fuera entre grises. Callarás, y no querrás escuchar nada. Habrá corales. Nada latirá más que el nervio de tus manos. No encenderá nadie una linterna. Aparecerán sombras en las luces de las ecografías. Te pertenecen, como los puntos a los que llaman folículos.

Y pasarás horas sentada en habitaciones blancas decoradas con fotos dedicadas por madres a quienes, antes que a ti, les hicieron también ecografías, y de quienes sí pescaron corales en sus mares y otros latires.

Y escucharás oraciones que preferirías no haber oído nunca.

He soñado

que había un pájaro

en el dormitorio.

Estaba dentro de una bolsa

y escuchaba el ruido

de sus alas contra el plástico.

Sabía que estaba ahí

pero, dormida, no podía abrir

el nudo que lo atrapaba.

Los cómos

¿Cómo empezar esto?

Como quien arrastra un caparazón, es lento y late fuerte.

Sintiendo el peso de la vida en la espalda y lo ligero del árbol que come avellanas.

Con un cuerpo que se arruga y algo de alma que vuela.

Como algo que a veces se siente animal.

Como alguien que sabe que al principio fue una fruta, una fruta madura antes, no después.

¿Cómo?

Como alguien que tuvo bebés y los paseó por la calle de niña.

Andando, siguiendo, bajando y subiendo de una noria que no da vueltas.

Girando una rueda de preguntas sin respuestas.

Con un cuerpo que sabe volar y un alma que a veces se arruga, como una oruga que roza la tierra y no.

Sabiendo que no es lo difícil ni es por el esfuerzo. Entendiendo que se trata de la suerte de hacer coincidir la hora del reloj con la de la puesta de sol.

El jeroglífico

Descifrar los espacios que hay entre las palabras y las comas, entre las muñecas y las moscas, buscando algo que nació al nacer.

Cuestionar los acentos en cada frase.

Hablar en voz alta para escucharme.

Enfrentar la dificultar de escoger.

El jeroglífico.

Parar y esperar.

Volver a jugar a los dados de la oca. Encajar en el dominó el tres con el tres.

Comprar huevos una vez más: imposible la receta de la tortilla a la francesa o del huevo pasado por agua.

Escribir para entender que la lucha es de palabras y que hay que escoger dónde colocar no solo los espacios que hay entre los nombres y las comas, entre las muñecas y las moscas. Buscar acentos y comas y puntos finales sin pensar demasiado en la hache. Hablar en voz baja para entenderte.

Colocar una frase corta al lado de otra, como los pasos.

Invierno

Las macetas grises.

Los cactus escondidos.

Los tallos sin color.

El verde vaciado.

En invierno hay más piedras que en primavera.

Ahora, con el frío, quisiera aprender a bailar cumbia.

Vocabulario

Qué vocabulario tan poco delicado: adoptar, alquilar vientres, criopreservación, monoparental, in vitro, reproducción asistida, ovodonación. Si los mismos que lo dicen llamaron a las flores rosa, lirio, lavanda, campanilla, gardenia, girasol. Unos lo hicieron antes que otros, y otros antes que otros. Desconoces el principio. Pero allá, hubo una madre.

El lenguaje es la vida.

Una frase, una vida –escucho.

Papel en blanco

¿Qué importa lo que pienso si vacío y mar sin agua significan lo mismo y se escriben igual?

Si ves el mar vacío es que la hache se lo ha tragado.Y nadie habla de la utilidad del cero.¿Qué pasa con la triple negación?

No me preguntéis nada.

Los dos sentidos de ganas: ganas y ganas.

Hablar y hablar contigo. Sumar ceros y haches a la conversación. Confundir las mayúsculas, añadir los puntos suspensivos y cambiar el punto y aparte por punto y seguido. Hablar y seguir hablando juntos. Colocar interrogantes antes y después.

Que querer sea refugio para dejar de estar acostada en el lomo de la arena contando cuántas olas llegan a mí. Mojarnos juntos y borrar los puntos.

No hay musa ni es una idea, solo es un papel en blanco.

A cada palabra de más un soplo de menos.

Cuestionar cada hilo en la costura viendo que las cicatrices dejan señales y que no coser, no. No poder hilvanar palabras. No saber colocar un verbo en una oración y seguir pensando en cómo convertir el pronombre en nombre y si se puede decir que no dar a luz es dar a sombra. Perder la caja de los botones. Perder la bolsa de caramelos. Perder las certezas.

Escoger un camino es saber que una decisión puede cambiarlo.

Atrapada en un tablero divino no sé por qué escogieron que dios fuera hombre y que lo más cercano a una diosa fuera virgen.

Leo: Quien se gobierna a sí mismo es como la estrella polar, que se mantiene en su lugar mientras los astros giran en torno a nosotros.

Todos tenemos una historia. La mía es de sangre y papel.

Las esperas

Esperar significa esperar (y me da igual la definición porque seguro que no habla de embarazo).

Esperar a tener listas todas las pruebas médicas. Son muchas. Esperar los resultados. Esperar que sean buenos. Esperar hasta que los ovarios estén preparados. Tomar un mes anticonceptivos, eliminar algún quiste otro mes, etcétera de opciones de esperas inesperadas. Esperar a menstruar para empezar. Esperar no desmayarte en la farmacia al ir a pagar los medicamentos. Guardarlos en la nevera como si fueran caviar. Esperar a ver folículos en las ecografías cada dos o tres días nuevas ecografías. Esperar que crezcan hasta ocho o diez milímetros para poder empezar a tenerlos en cuenta. Tienen que llegar a medir veinte. Esperar que llegue la calidad y la cantidad de folículos. (Nota: Ser baja respondedora significa tener pocos folículos y que sean de mala calidad. Yo, con lo contestona que soy, lo soy). Esperar el momento diario de las inyecciones (elegir la noche). Las inyecciones no duelen pero pincharse varios días en la barriga, sí. Aquí se repiten las ecografías para ver si los folículos van creciendo algo: dos o cuatro milímetros cada dos días. O nada. O si aparece uno nuevo o si se descarta alguno que se queda estancado en el camino. Esperar los resultados de los análisis hormonales (también se repiten cada dos o tres días), los de tu pareja y el estado del corazón antes de entrar en quirófano. Esperar veinticuatro horas desde la última inyección a la extracción folicular. Esperar a que la sedación haga efecto para que no te enteres de la extracción de los folículos. Esperar contando hasta tres y dormir.