Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Te han engañado con mentiras que sonaban bonitas durante todo este tiempo (todos los otros libros menos este por supuesto), en este te voy a decir la verdad sin rodeos. Porque a causa de esas mentiras que creíste acerca de la felicidad, la motivación y la superación personal es que no dejas de actuar como una víctima. Te endulzaron los oídos con conceptos erróneos que sonaban reveladores y que a ti te gustaba oír, pero dime ¿Cuánto has crecido desde el último libro de desarrollo personal que leíste hasta ahora? ¿Cuánto más te quieres a ti mismo/a desde que tomaste ese curso de autoestima y motivación? Probablemente no mucho, y ¿sabes por qué? Porque seguro eres como yo: una persona que quiere crecer, pero que no le gusta que le den vueltas con palabrerías cursi, mentiras y fantasías. Que solo puede trabajar en su desarrollo en base a aceptar la verdad por más dura que esta sea, que quiere conocer las causas verdaderas de su fracaso y no fábulas incomprobables en las que no tenemos injerencia.Tienes dos opciones:1.Sigues de largo y vas leer un libro de autoayuda más de esos con títulos cliché que por poco te acarician y te dicen que tú no tienes la culpa de nada de lo que te sucede, que despliegues amor por el mundo, que te eleves por los aires meditando en una nube de alegría y felicidad para que pensando en positivo atraigas una mansión, un jet privado, la fama y la familia perfecta aww2.Tomas de una vez las riendas de tu destino, te bancas lo que tenga para decirte en este libro y asumes con valor la responsabilidad de tus circunstancias porque esa es la única manera de crecer.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 68
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Quindt, Nicolás Alejandro
Deja de actuar como una p**a víctima de una vez : superación personal sin estupideces / Nicolás Alejandro Quindt. - 1a ed . - Buenos Aires : Nicolás Alejandro Quindt, 2020.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-86-4513-1
1. Desarrollo Emocional. 2. Desarrollo Humano. 3. Autoayuda. I. Título.
CDD 158.1
© Nico Quindt2020
Queda hecho el depósito legal establecido por la ley 11.723.
Queda prohibida la reproducción total o parcial así como su almacenamiento o fotocopiado mediante cualquier sistema electrónico o mecánico sin la debida autorización o mención del autor. Todos los derechos reservados.
Es increíble que a esta altura de la evolución humana aun exista gente que se victimice por todo, pero de hecho la hay. Quise dar una cachetada en el alma a todo aquel que leyera mi libro “¿Qué vas a hacer con el tiempo que te queda de vida?” Y mis lectores me han tratado de ególatra, de cruel, de maleducado, creído, intolerante y bla, bla, bla. Estamos en el pleno auge de la era de los ofendidos, las víctimas de todo han surgido como consecuencia de una impotencia colectiva y de una sociedad que ha dejado de adoptar el “TU PUEDES” como frase de cabecera, porque lo ve demasiado cliché y se siente demasiado inútil, perdida y desorientada. Y entonces opta por formar parte de algo, de la estupidez masiva, del refugio con los imbéciles que abundan en el mundo, por cierto, y que ofrecen un espacio, si antes, por supuesto, le ofreces al grupo tu obediencia y le entregas el control de tus ideas.
Eso hacen los animales cuando tienen miedo: se unen en manadas. Pero por más que te sientas protegido por la manada, en el fondo sabes que eres un cobarde, incapaz de enfrentar sus verdaderos problemas.
La autoestima alta es poco menos que un delito, y quererse a uno mismo te convierte en el ser más vanidoso, arrogante, egocéntrico del mundo. Recibirás ataques continuos si osas amarte o pensar diferente a la manada.
La victimización se ha convertido en un estilo de vida que cada vez cobra más y más adeptos. Es fácil adoptarla y es mucho más fácil promulgarla, le conviene al poder, a los gobiernos, a las religiones… si tu no piensas: no desafías, no cuestionas, te mantienes inerte y obedeces.
Y así tu cerebro descansa y, mientras tanto, duerme la creatividad, agonizan las ideas y muere tu propósito, tu ímpetu.
Ya es hora de que tomes las riendas de tu vida de una puta vez, y no voy a perder el tiempo en estupideces porque creo que si estás leyendo este libro o eres lo suficientemente inteligente o ya estás agotado/a de la mediocridad y quieres dar un salto hacia adelante en tu forma de pensar.
Suceden dos cosas: o estamos victimizándonos todo el tiempo o nos fanatizamos detrás del éxito. Creemos haber tomado las riendas cuando solo estamos queriendo ser aceptados por la sociedad, aprobados por los demás, admirados por nuestros padres, envidiados por nuestros amigos y amados por nuestras parejas.
Fuimos víctimas, perdedores, marionetas de las circunstancias durante muchísimo tiempo, pero un día leímos un libro de educación financiera y salimos a querer alcanzar la riqueza, y no porque ese fuera nuestro propósito o porque con ese dinero quisiéramos hacer algo importante, para nada. Solo porque necesitamos la mirada aprobatoria de todos los que nos subestimaron, porque necesitamos demostrar nuestra valía.
Dejamos de ser víctimas patéticas para convertirnos en una bola de resentimiento materialista carente de autoestima. Pero como ahora tenemos dinero, entonces esa es nuestra coraza ante los ataques de los demás y tenemos la respuesta elemental a todo:
“Si fueras tan inteligente serías rico como yo.”
“Yo tengo dinero y tú no.”
Y nos retiramos altivos, creyendo haber ganado una batalla nula contra un rival inexistente.
Sin darnos cuenta, ahora vivimos con un miedo tácito de perder eso que poseemos, porque en esa riqueza radica nuestra fuerza y si la perdemos volveremos a no ser nadie, y eso nos horroriza. Entonces comenzamos a ver con terror a todo aquel que se nos acerca, seguro algo quiere, quiere quitarme lo que yo poseo. Contratamos seguridad, nos aislamos, desconfiamos del mundo y por supuesto, no gastamos un solo centavo de más y tratamos de ganar la mayor cantidad de dinero posible porque si se nos llegara a acabar no podríamos soportar volver a ser esa víctima patética de la vida y las circunstancias.
Tenemos todo y no somos felices. Precisamente porque estuvimos persiguiendo la felicidad de otro, lo que nos dijeron que nos haría felices, lo que nos impusieron que debíamos alcanzar para ser exitosos en lugar de indagar qué demonios queríamos nosotros.
¿Qué tiene que ver esto con dejar de actuar como una víctima? Te preguntarás, nada. Pero como soy el escritor, hago lo que quiero, porque hace rato dejé de preocuparme de lo que el lector desea leer. Solo quería establecer un punto: dejar de actuar como una víctima no significa comenzar a actuar como un idiota.
Vivimos presionados por el éxito que la sociedad demanda. Nos sentimos con la obligación de justificar por qué nos va mal, qué errores cometimos para ser pobres, qué cosas trágicas nos sucedieron que no pudimos triunfar. Y este tipo de presión encubierta de la que rara vez somos conscientes muta en una ansiedad tácita e indescriptible que nos hace incomodar. Quizás hayamos tenido el mejor día de nuestras vidas, pero aun así sentimos que algo anda mal.
Este tipo de insatisfacción nos hace desenfocarnos, y le damos más prioridad a lo que los demás esperan de nosotros que a lo que nosotros esperamos de nosotros mismos, le adjudicamos a los amigos y parientes la evaluación de nuestro presente y la programación de nuestro futuro. No importa entonces cuán bien o feliz me sienta en mi vida, si otro dice que estoy mal eso cobra más valor. Estamos sujetos a críticas y demandas externas que no toman en cuenta nuestra propia interpretación. Y allí vamos a tratar de demostrarle al resto de la humanidad nuestra valía como si a ellos realmente les importara un bledo.
Pasamos 20 años ahorrando para comprar un terreno.
Pasamos 20 años más para comprar una casa.
Luego pasamos 10 años ahorrando para para comprar un vehículo.
Cuando nos queremos dar cuenta tenemos 50 años y solo hemos conseguido de la vida tres cosas materiales, nos quedan diez años para disfrutarlas y luego moriremos. ¿Qué clase estupidez es esa?
Nos han dicho tantas veces que debemos triunfar, que debemos ser alguien, que debemos tener éxito, que entonces salimos a buscar lo que la sociedad y el sistema considera éxito porque tenemos que conformarlos, nos aterra no estar a la altura o discrepar.
“No hallarás la pareja adecuada si no eres rico”, “a nadie le gusta pasar su tiempo con un amigo fracasado”, “no alcanzarás tus sueños si no consigues ser famoso.”
Esa presión y ansiedad que sentimos por las noches cuando llegamos a la conclusión de que no somos exitosos, siquiera es una angustia, es mucho peor, es una sensación indescriptible que no alcanza a entristecernos o enojarnos, no sabemos por qué está allí, pero está. Recordándote que siempre hay alguien más famoso, más adinerado, más talentoso y más genial que tú.
Nuestra opinión no tiene peso si no somos exitosos, nuestra palabra no es tomada en serio si no tenemos dinero, se nos exigen títulos académicos para poder expresar una idea, y no interesa cuán maravillosa sea, no vale de nada si no la respaldamos con una carrera, un diploma o la fama. La persona que te gusta no se fijará en las cosas que amas sino en las cosas que posees.
El éxito es la salida, el punto de llegada, el momento de alcanzar un objetivo. Una sensación especial que por alguna razón genera dolor, incertidumbre y malestar durante casi todo el proceso. Y la razón es que estamos tan enfocados en la meta que padecemos el proceso.