Del gen al género - Rafael Manrique - E-Book

Del gen al género E-Book

Rafael Manrique

0,0

Beschreibung

La relación entre sexo, deseo y género es una de las polémicas más importantes y, a menudo, cargadas de ideología y emocionalidad del siglo XXI. Con frecuencia, esas tres realidades se dan como sinónimos o, lo contrario, como opuestas unas a otras. Es necesario establecer definiciones y precisiones o el avance será imposible. La biología, la motivación y la experiencia se refieren a dimensiones del ser humano que se van a entender en el marco de un debate entre la igualdad y la identidad. Una parte importante de la izquierda y del feminismo ha venido insistiendo en los últimos años, para bien y para mal, en la identidad, dejando de lado el tema de la igualdad y la justicia. Este libro realiza un recorrido que va desde las realidades biológicas y genéticas humanas hasta la experiencia de género. Biología y experiencia, conceptualmente bien distintas y ambas importantes. A continuación, el libro se adentra en explicaciones antropológicas y sociales para acabar analizando los movimientos LGTBIA+ como formas de una experiencia real sin pretender ser cualidad superior o inferior a ninguna otra. Lo queer es un movimiento que se vive, según sostienen sus creadoras, como crítico con la totalidad de las posiciones actuales, incluidas las LGTBIA+. El libro argumenta su posición a favor del feminismo y de la izquierda de la igualdad, frente al de la identidad. Es un trabajo personal, pero al tiempo incorpora una gran parte de las aportaciones a este tema del pensamiento y la acción de las personas relevantes en estos campos. Cuando en España y en todo Occidente se están debatiendo políticas y leyes sobre la homosexualidad, la transexualidad o la intersexualidad, este trabajo se ofrece como una visión básica para seguir definiendo con precisión conceptos y acciones.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 239

Veröffentlichungsjahr: 2022

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



DEL GENAL GÉNERO

SEXO, DESEO E IDENTIDAD EN EL SIGLO XXI

Rafael Manrique

Primera edición, marzo de 2022

Edición ebook, junio de 2022

El Desvelo Ediciones

Paseo de Canalejas, 13-3°A

39004-Santander

Cantabria

www.eldesvelo.es

[email protected]

@eldesvelo

© de la obra original, Rafael Manrique, 2022

© de la imagen de cubierta, Serhil Borodin, 2019

© del diseño de cubierta e interior, Bleak House, 2022

© de la edición, El Desvelo Ediciones, 2022

ISBN: 978-84-124332-9-6

ISBN EPUB: 978-84-125213-9-9

IBIC: JFSJ, JFSK

Deposito Legal: SA 51-2021

Edición digital realizada y distribuida por Bookwire.de/es/

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Índice

DEL GEN AL GÉNERO

I. EN EL PRINCIPIO…

II. LETRAS DEFINIDAS. LGTBIA+

Sexo

Elección de objeto (deseo sexual)

Género

Género y tecnología

Queer y Drag

III. SEXO, GÉNERO Y DESEO

Las variables

IV. IDENTIDADES, DIFERENCIAS, RACIONALIDADES

Imitación

Racionalidad

Material de construcción

Biopoder

Una mujer y un hombre

De la violencia machista

V. PASEO POR EL AMOR Y LA GENÉTICA

La diferenciación sexual

Anomalías del desarrollo

Deseo homo

VI. SEXO Y SEXUALIDAD

¡Sexualízame!

Las estructuras de marginación

Avanzando el tiempo

La revolución de la contracepción

VII. SEXO Y CUERPO. CUERPO Y SEXO

No somos una tabla rasa

VIII. EL EROTISMO O LA CREACIÓN DEL PLACER

Erotismo y homosexualidad

DE LO QUE ESTAMOS HECHOS

IX. BINARIO/NO BINARIO. LOS POLOS DE LA VIDA

Historias de lo binario

Crudo / cocido o biología / cultura

X. LAS ESTRUCTURAS ELEMENTALES DE RELACIÓN Y PARENTESCO

XI. PATRIARCAL Y PATRILINEAL

División sexual del trabajo

Masculinidad hegemónica

FEMINISMOS: MILITANCIAS, TRANSMILITANCIAS Y ANTIMILITANCIAS

XII. MOVIMIENTO FEMINISTA ANTIFEMINISTA

La crítica de Judith Butler

La crítica a Judith Butler

XIII. QUEER. LAQNO ES UNA LETRA MÁS

No una letra más

Desde lo queer

Contra lo queer

XIV. CONSTRUCCIÓN SOCIAL DE IDEAS FEMINISTAS

Debajo de los adoquines… había normas

La construcción social de las ideas

Lo homosexual es un deseo

XV. DE SEXOS, DESEOS Y GÉNEROS

¿Necesitamos cien flores?

Género y mujeres

Sexo político

XVI. MOVIMIENTOS LÍQUIDOS

Las guerras identitarias

Ley, política, ley, política

Prácticas de subjetivización. Deseo y peligro

Más política, menos identidad

Solidoliquidocasigaseoso

El primer trío

FINAL, QUE NO ES TAL

Autores citados

Agradecimientos

Introducción y seis notas

Un pequeño bimotor aterriza de urgencia en una pequeña y remota isla de la Polinesia en los años de la Segunda Guerra Mundial. Los nativos se acercan al aparato y, cuando consiguen entenderse con el piloto, le preguntan dos cosas acerca del avión: ¿es macho o hembra?, ¿qué come? Sexualidad y alimentación son para ellos la clave de la realidad. Y para nosotros, en buena medida, también. El dilema macho o hembra se formula, ya avanzando el siglo XXI, de forma igualmente importante. Probablemente la respuesta se ha hecho más compleja, pero la pregunta sigue siendo la misma. Sexo, género y deseo son ahora importantes conceptos para todos los seres humanos.

¿Es macho o hembra?

Este libro pretende ayudar a contestar la pregunta con información y razonamientos que nos sean útiles tanto a nosotros como a los isleños. Ampliaremos su pregunta y su posición al respecto. ¿Es macho o hembra?, ¿cómo se siente con ello?, ¿quién le gusta a usted para el gozo erótico y el apareamiento?, ¿este avión le pone?

Tal vez los nativos no sepan que por estos temas las mujeres han sufrido una terrible violencia y opresión a lo largo de la historia en todos y cada uno de los lugares de la tierra. ¿Se asombrarán al saberlo?

¿Es macho o hembra?

Desde el punto de vista actual, en el mundo antiguo la diferenciación era relativamente fácil. En el moderno y el postmoderno, ya no lo es. Lo identitario ha desplazado a lo diferencial. Lo primero es experiencial; lo segundo, analítico. No se trata de posiciones científicas o experimentales ni es un descubrimiento, sino un modo de pensar que en los últimos años se ha hecho oscilante y ha perdido precisión. Machos, hembras… ¿es una diferencia radical?, ¿nos divide en dos grupos esenciales a los seres humanos?, ¿y a los aviones?

¿Es macho o hembra?

Insistirán los polinesios al ver que no ofrecemos una respuesta contundente. Y no sé qué pensarán cuando les digamos que, en plena lógica postmodernista, identitaria y democrática, la pregunta hay que planteársela al aeroplano. Pronto sabrán que es frecuente pensar hoy que la verdad es histórica y subjetiva. Que nadie puede hablar por nadie. ¿Qué dirá el chamán?

¿Es macho o hembra?

Tal vez ellos se sorprendan, y también muchos de nosotros, al saber que el término sexualidad no aparece hasta el siglo XVIII, que es cuando las disciplinas médicas se convirtieron en el discurso legítimo sobre el sexo. Michel Foucault describió de forma brillante, en su Historia de la sexualidad, que fue en ese siglo cuando la sexualidad se toma como base para la elaboración normativa, como elemento de autoconocimiento y como tecnología de poder. Sexualidad, claro está, ya existía antes, pero no un discurso acerca de ella capaz de crear posiciones ideológicas y verdades sobre la esencia de los seres humanos. Esta explicación puede dar la sensación de ser fría y algo siniestra, pero la aparición de la sexualidad como ciencia fue muy importante y positiva, ya que implicó una ruptura con el discurso religioso y moral anterior. Se pasó al territorio de las ciencias naturales y de la biomedicina. Eso solucionó problemas, irracionalidades y tiranías. Fue un avance, pero también creó nuevos problemas.

¿Es macho o hembra?

Las definiciones de sexo, sexualidad, elección de objeto, experiencia personal y género vivido han explotado en muchas direcciones y variantes. Algunas obedecen a una mirada más compleja y crítica sobre esas variables humanas. Otras son productos mentales semejantes a la ínsula de Barataria. Se han creado conceptos novedosos que tienen mucho interés y, al tiempo, se han alimentado insensateces. Nosotros, y los isleños del Pacífico, hemos de distinguir entre el grano y la paja. Ambos valiosos, pero para cosas diferentes.

¿Es macho o hembra?

Alrededor del sexo, del deseo y del género se ponen en juego conceptos importantes para nuestra existencia. Es necesario ser precisos, cautos e intensos. Eso incluye no solo esas tres realidades, sino otras como este texto o el cuidado del avión. Ya Hannah Arendt alertaba del peligro de utilizar categorías de pensamiento que ya no resuenan en el contexto político e histórico corriente. Estos temas han cambiado tanto, desde que se formularon hasta la actualidad, que está resultando difícil establecer categorías y criterios. A veces parece que estamos hablando de cosas que ya no existen. O lo contrario, de cosas que aún no existen. En ambos casos, resuena a algo parecido a aquel suplicio de Tántalo condenado a tener sed, pero que cuando se acercaba al agua esta se retiraba. Nuestras dudas también parecen alejarse en el horizonte a medida que nos acercamos a ellas. Obligan, como señala Linda M. G. Zerilli, a estar en constante alerta. Muy exigente, desde luego, pero de esa manera el pensamiento feminista ha ido ampliando el contenido de lo pensable. Abrió nuevos significados a la experiencia de las mujeres y, por consiguiente, a la de los hombres. Pero los movimientos radicales y exitosos que permitió pueden producir, si no se está atento, teorías meramente especulativas.

¿Es macho o hembra?

Plantea Linda M.G. Zerilli que, en la actualidad, hay que elegir entre Simone de Beauvoir o Arendt, entre libertad e identidad. Preferiré ante los nativos optar por la igualdad y la libertad. El feminismo y la izquierda serán más radicales y transformadores si se centran en ellas y se desprenden de los debates epistemológicos que, a veces, recuerdan a aquellas discusiones que hace muchos siglos entretenían a los bizantinos. Ese feminismo, vinculado a la izquierda, estaría basado en la facultad de imaginar y pensar modos nuevos de vida y acción antes que sumergirse en una política de precisiones conceptuales. Zerilli afirma, de nuevo siguiendo a Arendt, que surgiría como un ejercicio de libertad colectivo e históricamente situado. El feminismo centrado en la libertad no se interesa en saber si existen o no las mujeres, sino en transformar, en construir otro mundo, en comenzar de nuevo para ellas y para ellos.

Personas tan amantes de historias y mitos como los nativos del Pacífico disfrutarán con esta polémica.

¿Es macho o hembra?

No es extraño que los isleños se pregunten si algo es macho o hembra. No es tarea fácil realizar esa distinción. ¿Hasta qué punto poseemos un medio objetivo de hacer una proposición empírica? Y no es esta una reflexión meramente teórica, sino una realidad. Por ejemplo, al Comité Olímpico Internacional ese tema le ha venido complicando la vida desde 1968 a la hora de tomar decisiones a ese respecto. Hay personas que tienen aspecto de mujeres y se ven a sí mismas como mujeres, pero tienen cromosomas del sexo masculino. Otras tienen cromosomas femeninos, pero, debido a defectos en la producción hormonal, tienen músculos y genitales masculinos. Otras que tienen dos cromosomas X, pero también un Y. Y así casi ad infinitum. Por ello, numerosas feministas afirman que no existe un criterio definitivo para establecer la diferencia sexual. Y sí que existe, pero no siempre se puede aplicar con precisión. En nuestros encuentros cotidianos hacemos ese juicio fácilmente. El día y la noche no se afectan en su naturaleza por la obvia existencia de atardeceres y amaneceres, cuyo límite es siempre indefinible. Las tribulaciones del Comité Olímpico indican que podemos incluir en una clase a aquellos miembros que no satisfagan las descripciones prototípicas. Significa que cualquier conjunto particular de criterios es elástico y estará sujeto a dudas. Esto no socava la idea básica de que hay algo llamado diferencia sexual que se apoya en datos objetivos y juicios sociales. No hay proposiciones universales ni conclusiones unívocas. Por ejemplo, una actuación de drag queen puede llevar a que una persona se formule preguntas existenciales sobre la identidad de género, otra confirme lo que ya pensaba y una tercera consuma el espectáculo de forma procaz. Todos los caminos son posibles. A ver qué piensan los isleños.

Notas previas

1.– El lenguaje aquí usado es inclusivo. Al decir personas o todos o seres humanos, me refiero al conjunto de la humanidad. Tan solo haré una discriminación cuando sea necesaria para la comprensión del texto. Todo lenguaje es una convención artificial y exige voluntad de entendimiento. Este autor no cree que haya que mencionar en cada uso de un pronombre personal todo tipo de experiencias de género posibles o neologismos ad hoc. Me consta que otras personas creen cosas distintas.

2.– Los ensayos sociales no hablan de verdades. Son interpretativos e interpretables. No es fácil atribuir con precisión qué es lo que realmente los autores que se citan quisieron decir. Pero para este trabajo no es relevante. Lo que importa es, como decía el inefable sicario Pazos del film de Juanma Bajo Ulloa Airbag, el concepto.

3.– Todos los temas aquí tratados son ahora muy polémicos. Está en juego poder, prestigio, status, dinero, becas o trabajo. Es este un libro sobre ideas, opiniones e incluso manías. Es una reflexión personal. Tan sesgada como lo es todo ensayo. Sesgada sí, pero documentada también. Racional, pero no verdadera ni objetiva. Es, parafraseando a Jonathan Swift, una humilde propuesta.

4.– En el feminismo se distinguen varias olas. Estas que constituyen diversas aproximaciones teóricas que se fueron desarrollando a medida que las condiciones sociopolíticas cambiaban y a tenor del éxito que el movimiento iba teniendo. En este texto, me referiré con «feminismo» a todo ese conjunto y distinguiré entre unas u otras olas solo cuando sea necesario. Este libro no habla en nombre de las mujeres ni para las mujeres. Ni para los hombres. Es para cualquiera al que le puedan interesar estos temas.

5.– La bibliografía sobre estos temas suele tener dos problemas relacionados. Uno, que es inmensa. El otro es que una buena parte de esa inmensidad es incompresible o repetitiva. Este es un libro escrito para desarrollar una comprensión global y actual de los temas asociados a la diferencia sexual humana. ¿Hacía falta? Pensé que si a mí me aclaraba el pensamiento, tal vez le serviría a alguien más. No me he exigido ser neutral ni mucho menos académico, pero sí me he propuesto ser claro. Desearía haberlo conseguido.

6.– Al final del libro, se puede encontrar una lista de las personas, básicamente ensayistas, cuyas opiniones, creencias o ideas he asimilado, ampliado, aceptado, criticado o rechazado. Y seguro que algunas veces he malentendido. En internet, librerías y bibliotecas pueden encontrarse sus textos sin dificultad.

PRIMERA PARTE

DEL GEN AL GÉNERO

I. EN EL PRINCIPIO…

Del gen al género. Principio y fin de nuestro desarrollo como seres dimorfos sexuados. La ciencia ha ido describiendo cada vez con más precisión este camino que se inicia en los genes, sigue por las hormonas, continúa por los aparatos sexuales y por el cuerpo hasta acabar en la mente y el establecimiento de un género. En un principio, es un camino que habrá de bifurcarse en lo masculino o lo femenino. En cada paso de ese camino se produce un salto no solo irreversible, sino catastrófico, en el sentido técnico de la palabra, porque cambia bruscamente el estado anterior. Emerge una realidad nueva no acoplable a la anterior y que suele acabar en la construcción de un ser adulto masculino o femenino y heterosexual. Se trata de trayectos que se asumen binarios, excluyentes e irreversibles, excepto por algunas anomalías genéticas, endocrinas o del desarrollo morfológico.

Siempre había sido obvio a lo largo de la historia que, con alguna frecuencia, estos trayectos no se daban de la forma típica. Esos casos se ignoraban, ocultaban, negaban, perseguían o se alababan. Existían, no es un descubrimiento reciente. En todas las culturas ha habido personas que se han sentido de otro género del que cabía esperar por sus características sexuales al nacimiento. Algunos pudieron sacar partido de eso, pero la mayoría trataban de organizarse con sus sentimientos de la mejor forma posible, alejándose de las corrientes tradicionales, donde los encuentros eran más fuertes y peligrosos.

En la actualidad, unas de esas visiones, expresiones y realidades se muestran en las siglas, ya populares, de LGTBIA+. Hacen referencia a dimensiones y experiencias muy distintas que debieran ser consideradas por separado. Iniciaré este trabajo con una sencilla definición de ellas, que luego se irán haciendo más precisas y complejas a lo largo de los capítulos.

Lesbianas, gays y bisexuales son términos que describen la elección de objeto de atracción sexual. Igual que el de heterosexual. No son una esencia, sino un deseo. Como sostiene Gore Vidal, describen simplemente con quién le gusta a cada uno follar.

Lo transgénero implica que una persona no se identifica con lo que se espera del sexo biológico al que fue asignada al nacer. Hay una distonía entre su cuerpo y su experiencia como ser sexuado, que tratan de superar de diversas maneras. Pueden incluso llegar a desear cambiar su corporalidad por medios químicos o quirúrgicos. O no hacerlo. Lo básico aquí es la identidad sentida y no la elección de objeto.

Lo intersexual, por su parte, es una anomalía de orden biológico con alteraciones hormonales, cromosómicas o cognitivas más o menos relevantes.

Lo asexual describe a las personas que, sin ninguna razón que lo explique, no sienten atracción erótica hacia los demás. Sí pueden tener prácticas sexuales por cariño a quien ama.

Ninguna de estas situaciones son en sí mismas patológicas, con la excepción mencionada de algunos casos de intersexualidad.

El «+» es una especie de ironía que advierte de que, tal vez, la lista de elecciones de objeto o de género no haya concluido.

Lo queer no es una adscripción sobre sexo, elección de objeto o género. Es fundamentalmente una posición ideológica que generalmente critica todas las anteriores. Hay personas que ante la evidencia de las diferentes situaciones, marginaciones y exclusiones que ocurren en función del sexo y el género, fundamentalmente femenino, prefieren no estar adscritas a ninguna de ellas. El término queer también se está utilizando como sinónimo de pluralismo sexual postmoderno.

Los mamíferos, entre los que nos encontramos, se dividen de forma habitual en machos y hembras. Eso no se construye socialmente. Lo que sí es una construcción social y personal es la definición y contenidos que se quiera dar a esa diferencia que va del gen al género. «No se nace mujer, se llega a serlo», afirmaba Beauvoir. Brillante y equívoca frase. Sí se nace macho o hembra, con la excepción de los estados intersexuales, por brutos que nos suenen estos términos. Y es el devenir de esta realidad la que es muy variable y con muchos escollos en su desarrollo.

La discriminación contra la mujer no se combate diciendo que sería mejor que no hubiera diferencias sexuales. Ni diciendo que esas diferencias no existen.

Sería más útil aceptar que todas las definiciones mencionadas son provisionales y todas las personas esencialmente vulnerables. No habrían de ser necesarios heroísmos ni melodramas ni marginaciones ni agresiones para vivir, más o menos felizmente, esa panoplia de realidades existenciales.

Tal vez por esa complejidad, equívoca y, a veces, un tanto amenazante, Paul Preciado afirma que abandonar el régimen de la diferencia sexual significa abandonar la esfera de lo humano y entrar en un espacio de marginación, violencia y control. Supongo que por ese miedo, él, con poca consistencia teórica, pero mucha capacidad pragmática, se define como «varón trans no binario». Más adelante precisaré esos términos.

En la actualidad, los avances científicos y la ideología social del postmodernismo están cambiado esos conceptos y las reglas del juego asociadas a toda esta variedad. Se crea un poderoso sistema de feedback gracias al que todo muta y, poderosamente, se influye. Uno de los temas que más críticas suscita de las nuevas teorías es la aceptación de la separación entre cuerpo y mente. Una polémica que parecía superada ha vuelto, a pesar de la evidencia de que alterar uno de los polos altera al otro. René Descartes a nuestros efectos ha muerto, pero, a pesar de ello, sigue muy presente su idealismo platónico que separa cuerpo de alma y da más importancia al alma. O al cuerpo. Ambos dualismos son inaceptables desde cualquier perspectiva científica.

La neurociencia cognitiva —pensemos en Antonio Damasio, Steven Pinker o Daniel Kahneman— no deja de insistir en que la consciencia no está solo en el cerebro, sino es algo que construye el cuerpo en su totalidad, a través del sistema nervioso, que es el que nos aporta la capacidad de sentir y de tener conocimiento de nosotros mismos. Como dice Damasio: «Somos animales de sentimientos que pensamos y animales pensantes que sentimos». Nada que asuma que somos mente o conciencia sin corporalidad o corporalidad sin consciencia se corresponde con la naturaleza humana y se trata, por tanto, de meras ideologías. Con frecuencia se opone lo sentimental a lo racional. O lo psicológico a lo biológico. Es un disparate científico. El sentido común y años de investigaciones científicas lo desmiente. El ya popular neurólogo define esta relación cuerpo-mente de manera precisa y clara. Los sentimientos son la clave de la supervivencia. Se producen cuando el cerebro interpreta las señales que le llegan de los cambios que acaecen en el estado interno corporal (la experiencia llama a esas modificaciones emociones) y que lo modifican a través de un complejo sistema llamado sistema nervioso interoceptivo. Esa interpretación es la que nos facilita la toma de decisiones, pero no es objetiva. A su vez, está sometida a sesgos y prejuicios de origen emocional o que están presentes en nuestra forma innata de razonar, producida a lo largo de la evolución. Razón y sentimiento son híbridos de cuerpo y cerebro. O cuerpo y mente, si se prefiere la terminología clásica. En nuestra experiencia humana nada es psicológico, nada es mental, nada es biológico, nada es social de forma pura. Somos un pastiche.

La relación entre lo sexual, lo mental y lo corporal se ha convertido, en ocasiones, en un problema. Eso ocurre, por ejemplo, en situaciones específicas como la anorexia, el culturismo o, desde una perspectiva más general, con las posiciones de algunos movimientos feministas que —conscientes de que gran parte de la terrible opresión ejercida desde el inicio de los tiempos sobre la mujer ocurre en el territorio de su cuerpo— han querido decretar su inexistencia. Y no es posible. Somos seres corporizados, y nuestra esencia y experiencia se basa en el cuerpo. Sin él, no existiríamos como somos y como nos experimentamos. Tal vez algún día haya seres inmateriales como pronostica el maravilloso film Last and first man, solo que, como allí se afirma, serán posthumanos. ¿Algún día no habrá géneros ni cuerpos? Pienso que sí los habrá, se llamen como se llamen. Y también diferencias sexuales. Si llegáramos a reproducirnos por máquinas y biotecnología y no fuéramos distinguibles, seguiríamos siendo seres vivos y, probablemente, sujetos de derechos, pero no seres humanos en el sentido que hoy damos a ese término. Tal vez eso pudiera ser mejor, pero sería otra cosa. Como lo que ocurrió con las aves: descienden de los dinosaurios, pero ya no lo son.

Muchas de las realidades que se consideraban fuera del alcance de la voluntad humana se están pudiendo alterar de forma material. Y se puede asumir a voluntad el contenido de algunas de sus definiciones y prácticas. Lo sexual, lo corporal, la identidad… pueden ser, en diferentes medidas, elegidos y modificados. ¡Grandes avances! Sin embargo, hay que tener en cuenta que los asuntos de orden existencial que se postulan derivados de una construcción social no se resuelven en el quirófano ni en las leyes ni en las tesis doctorales, si bien todo puede ser útil. El neoliberalismo, con su insistencia en la libertad sin límites y sin los compromisos ni responsabilidades asociadas, paradójicamente abrió un hueco en el que las posiciones LGTBIA+ —con frecuencia radicales para el orden establecido— pudieron establecerse. Cuando el sistema social fue consciente, cargó contra todos esos movimientos, pero ya estaban instalados. Era irremediable. Eso fue simultáneamente bueno y malo. Por un lado, se desarrollaron nuevas libertades y posibilidades para todas esas variables de sexo, elección de objeto y género que se estaban planteando, pero por otro se tiñeron con frecuencia de una emocionalidad e irresponsabilidad excesiva. Como en otras áreas sociales, se expandía una idea de libertad de consumo y de libertad de elección que no admitía reflexión o crítica alguna.

Eva Illouz señala en sus importantes trabajos que el neoliberalismo ha supuesto en las relaciones amorosas y eróticas la primacía de lo emocional por encima de la igualdad y la justicia. Con ello queda comprometida la lucha por la emancipación general del movimiento feminista. Laurent Berlant advertía de que la emocionalidad y la falta de compromiso mantenían a las personas entre el optimismo y la decepción, entre la esperanza y el tedio en una parálisis que solo se elimina a través de una acción exigente, aunque no violenta o antidemocrática. Es una estrategia necesaria para todo movimiento de liberación. Ya Etienne de la Boetie lo advirtió en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria, allá por el siglo XVI.

Hoy se puede afirmar que en una parte de las sociedades actuales son posibles diversas maneras de ser humano sin riesgo de ser perseguido. Podemos tener el derecho y la libertad de asumirlas y expresarlas mientras no se perjudique a otros. Pero que podamos o queramos realizar cambios en esas variables vinculadas a lo sexual, genital, mental e identitario no quiere decir que en sí mismas signifiquen emancipación personal y, mucho menos, que unas sean superiores a otras. La frase Be sapiens, be homo, es divertida e ingeniosa, pero falsa. El camino que va desde lo más biológico a lo más social construye nuestra singularidad. Es un proyecto humano que no reside en ninguno de sus pasos. Es algo que se realiza a lo largo del tiempo de forma personal. Podríamos añadir que, afortunadamente, lo subjetivo sigue siendo algo que no se compra ni se vende… por ahora.

Somos seres corporizados y sexuados. Y hemos de mantener diferencias entre nosotros, ya que de ellas nace el deseo. Diferencias en nuestras formas, no en nuestros derechos, si bien todas contienen el germen de la discriminación. Es preciso estar atentos.

Conscientes, vulnerables, temerosos, injustos, inteligentes. Brutales a veces, tiernos otras. Con una capa de raciocinio y amor aún muy limitada. No hace tanto que estamos en este planeta. Necesitamos tiempo, política, reconocimiento, amor, cultura y seguridad para seguir adelante y ser sapiens, homos o no, o LGTBIA+…, llegando incluso hasta la zeta.

II. LETRAS DEFINIDAS. LGTBIA+

La diversidad afectiva, sexual y de género hace referencia a las diferentes posibilidades de asumir y vivir la afectividad, la sexualidad, el deseo y la experiencia de ser hombre, mujer u otra alternativa. Es el despliegue de lo humano.

Dada la variabilidad terminológica, antes de seguir más adelante, convendrá dejarlos definidos más precisamente de cara a comprender bien los actuales debates sociales y los proyectos de ley que en España y en la Unión Europea se están elaborando. Hablar del espectro de LGTBIA+ es cómodo, pero crea más confusión que otra cosa. Alex Iantaffi y Meg-John Barker están empezando a utilizar las siglas GSRD (Diversidad de Género, Sexual y de Relaciones; en castellano, DGSR) para evitar esa sopa de letras en constante expansión. Es una buena idea.

De lo que se está hablando con esa suma de iniciales es, en definitiva, de tres realidades: sexo, elección de objeto de deseo (en adelante, deseo) y género. Cualquier persona tendrá una posición, consciente o no, respecto a esas tres dimensiones. No se puede elegir o quitar alguna de esas categorías de la comprensión de lo humano. Hacerlo ya sería pertenecer a otra categoría, pero un tanto inútil: la de los que no quieren admitir una o ninguna de ellas. Sin embargo, ser humano es vivirlas y gestionarlas dentro de la viabilidad que sea posible. Algunas personas creen que su posición es tan original que no cabe en ninguna de las letras existentes y que han de poner una más dedicada a ellas. ¡Cuánta razón tenía Sigmund Freud al hablar del narcisismo de las pequeñas diferencias! Cada vez más autores empiezan a advertir que no es buena cosa inventar palabras nuevas, que con frecuencia no son más que sinónimos de las ya existentes, para definir sus experiencias y pretender convertirlas en categorías. Facebook da más de cincuenta palabras para definir qué es el género. ¿Existen tantos? Eso sin contar las muchas otras concepciones que se perdieron a causa de genocidios y que algún anticolonialismo demanda que debieran recuperarse en honor a esos pueblos masacrados.

Me gustaría enfatizar aquí que no debería importar tanto si estamos ante realidades biológicas, psicológicas o sociales, o una combinación de las tres cosas. Hablar de biopsicosociales es simplemente un término políticamente correcto que, de tan cierto, es banal. Tampoco debería importar tanto si esas dimensiones implican una elección personal o algo que no podemos evitar. La experiencia de una persona es eso: su experiencia. Las múltiples y complejas razones que hayan detrás no debieran suponer ninguna diferencia en cuanto al buen trato que se le conceda; además, proporcionarle el reconocimiento de sus derechos como ser humano, la colaboración para que viva a gusto y que su satisfacción sea la mayor posible.

El esquema que sigue puede ayudar a hacer algunas precisiones útiles:

Si sexo, deseo y género nos definen, ocurre que toda persona estará situada en una posición en cada una de esas tres dimensiones. De ellas se deriva su experiencia vital respecto a todo el espectro de la base sexual humana, desde la perspectiva más genética hasta la más existencial. Desde el gen hasta el género.

Lo más habitual es que las personas sean varón-heterosexual-masculino o hembra-heterosexual-femenina. Es la posición convencional y en la que se basa la reproducción de la especie. A partir de aquí, otras muchas variables minoritarias son posibles. Basta tomar una de cada área y combinarlas. Así, por ejemplo, habrá varón-homosexual-masculino; o hembra-homosexual-femenina o varón-indeterminado-masculino; o hembra-sin deseo sexual-femenina.

El caso de los transexuales y queer es diferente. Lo iremos viendo a continuación, pero empecemos por señalar que las personas transgéneros han pasado, por ejemplo, de hembra-heterosexual-femenina a hembra-heterosexual-masculina. Se ha producido un cambio en las variables de definición de naturaleza psicológica. Si además se producen cambios quirúrgicos y hormonales, se da el caso, por ejemplo, de hembra-homosexual-femenina que pasa a varón-heterosexual-masculino