Dicen que no tengo nada - Javier García Campayo - E-Book

Dicen que no tengo nada E-Book

Javier García Campayo

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Beschreibung

Ante las situaciones de estrés o malestar, fenómenos frecuentes en la vida, los seres humanos disponemos de varias formas de reaccionar. Una de las más frecuentes es la somatización, es decir, la presentación de síntomas físicos, que no están producidos por una enfermedad médica, como expresión del malestar psicológico. En este libro se pretende analizar los procesos que nos llevan a los seres humanos a mostrar síntomas somáticos, así como a entender los sentimientos de frustración que se producen en estos pacientes cuando consultan en el sistema sanitario. También aporta claves para afrontar mejor estos síntomas y poder llevar una vida con mayor calidad de vida. Por último, ofrece algunas recomendaciones a los familiares de estos enfermos para colaborar en su recuperación.

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DICEN QUE

NO TENGO NADA

Las somatizaciones

Javier García Campayo

Siglantana

© Javier García Campayo, 2015

Para esta edición:

© Editorial Siglantana, S. L., 2015

http://www.siglantana.com

Ilustración de la cubierta: Silvia Ospina Amaya

Maquetación, corrección: Carles de Gispert Núñez

Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal).

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Puede contactar a través de la web www.conlicencia.como por teléfono en el 91 702 19 70 / 93 272 04 47.

ISBN (Siglantana): 978-84-18556-94-4

Depósito legal: B-13759-2015

Impreso en España - Printed in Spain

Existen en nosotros varias memorias.

El cuerpo y el espíritu tienen cada uno la suya

Honoré de Balzac

SUMARIO

Prólogo

Manuel Valdés Miyar

1 Un síntoma no significa que se padezca una enfermedad

Los seres humanos tenemos molestias continuamente

¿Cuáles son las causas de nuestros síntomas?

Causas naturales de síntomas físicos

Causas psicológicas de síntomas físicos

Enfermedades que pueden producir molestias físicas

¿Cuál es la función del médico?

2 ¿Por qué consultamos al médico?

¿Qué personas van más al médico?

¿Cómo decidimos ir al médico?

¿Qué idea tenemos cuando vamos al médico?

¿Qué le decimos al médico?

¿La sociedad nos exige ir al médico?

3 ¿En qué consiste tener síntomas físicos?

Los síntomas físicos que se presentan de forma aguda

Los síntomas físicos crónicos

¿Qué entienden los médicos por somatización?

Frecuencia de la somatización

4 Una visión histórica y transcultural

La somatización a través de la historia

El mito del salvaje sano

La somatización en otras culturas

La somatización y la medicina occidental

5 Causas de la aparición de los síntomas somáticos

La percepción del dolor

Las enfermedades psiquiátricas como causa

Factores predisponentes

Factores precipitantes

Factores mantenedores

6 Los múltiples síntomas de la somatización

Tengo muchas molestias

No puedo trabajar

Dicen que no tengo nada

7 Tipos de somatización

Introducción

Cuando una personas se preocupa más por los síntomas que por la enfermedad

Cuando el miedo domina al individuo

Cuando alguien se provoca los síntomas

8 El tratamiento de las somatizaciones

Introducción

El papel del sistema sanitario

La farmacología

La psicoterapia

Tratamiento basado en mindfulness

Terapias alternativas

9 Cómo afrontar un trastorno somatomorfo

El concepto de afrontamiento

Afrontamientos adaptativos

Afrontamientos no adaptativos

10 Todo lo que debe saber el somatizador

Qué debe saber sobre la somatización

Qué debe saber sobre los médicos

Qué debe saber sobre su relación familiar

Qué debe saber cómo afrontar la enfermedad

11 Casos clínicos

María o la costumbre de acudir al médico

Carlos o el miedo a una enfermedad

Carmen o un disgusto inconfesable

Sofía o la búsqueda de la cirugía plástica

Bibliografía

A Marta, mi esposa,

por su apoyo constante e incondicional.

Javier García Campayo

PRÓLOGO

MANUEL VALDÉS MIYAR

Ya no es un secreto para nadie que nuestro organismo está diseñado con numerosas imperfecciones y que va haciendo ruido en el transcurso de nuestra existencia, aunque no lo penalice la enfermedad. Desde la infancia nos vamos acostumbrando a experimentar sensaciones cambiantes y respuestas emocionales que conmueven nuestros parámetros fisiológicos, en el contexto de un aprendizaje destinado a identificar señales intracorporales de equilibrio. El cerebro lleva a cabo este proceso de escaneo corporal de un modo mayoritariamente subliminal a la conciencia, y suprime o amplifica las señales de alarma, en función de su estructura genética (representada sobre todo por el temperamento y la emotividad) y de los efectos neuromoduladores de las experiencias previas.

¿Qué hace que un individuo experimente con alarma una sensación corporal? Javier García Campayo es un profesional que conoce a fondo los caladeros de atención primaria, y en este libro describe muy bien cuales son los procesos psicológicos y (psico)sociales que empujan a un ciudadano a la consulta médica. A partir de las imperfecciones de nuestro diseño biológico y de los avatares de la existencia, el organismo se fatiga, desafina o no funciona, y acaba expresando su desajuste a través de estados emocionales negativos. Por eso es importante que los sujetos con síntomas corporales sean objeto de despistaje psicopatológico —la psicopatología puede generar los síntomas o amplificarlos— y a eso se ha dedicado también García Campayo en otras publicaciones anteriores.

Es bien sabido que los síntomas corporales sin explicación médica plantean numerosos problemas a la medicina, a la psiquiatría y a otras muchas especialidades. Los nombres que han recibido en las sucesivas clasificaciones psiquiátricas (psicógenos, somatomorfos, somatoformes, funcionales, etc) son ilustrativos de nuestra ignorancia sobre su etiopatogenia y generan considerables problemas a la hora de dar explicaciones a los ciudadanos que los padecen. García Campayo utiliza el término somatización como equivalente de síntoma somático sin explicación médica, al margen de su origen conceptualmente psicoanalítico, donde se le suponía subsidiario de conflictos psicológicos inasumibles. Al fin y al cabo, estos síntomas somáticos se consideran actualmente expresiones corporales de la activación estresante, así que quedan claras sus relaciones con la vida emocional y psicológica, sin necesidad de una lectura psicoanalítica.

La mirada de García Campayo a las somatizaciones traspasa los umbrales de la clínica, se extiende a la epidemilogía, a las diferentes culturas y a la historia de la medicina, para dejar constancia de que los pacientes que las padecen existen y han existido siempre, aunque hayan sido rebautizados con muchos alias. Se trata de un repaso de los síndromes psiquiátricos dependientes de la cultura y de la historia de las dolencias sin ubicación nosológica, y se agradece el modo ecuánime y medido con que el autor nos cuenta todo.

Habitualmente, las somatizaciones se definen por criterios de exclusión pero García Campayo intenta definirlas por sus cualidades intrínsecas, precisando sobre su morfología y sus peculiaridades clínicas y evolutivas. Hay motivos para pensar que estos síntomas pueden tener unidad funcional, compartir sustrato biológico y relacionarse entre si de manera cambiante a lo largo del tiempo, de manera que su estudio longitudinal resulta decisivo para su comprensión y tratamiento. Esa parece ser la intención del autor si se repara en su producción bibliográfica.

De la exposición clínica que se hace en el texto cabe extraer la conclusión de que no es lo mismo tener una somatización que muchas, que la evolución es muy dependiente de la psicopatología y que los síntomas corporales no mejoran con la baja laboral o la invalidez, en contra de la hipótesis que relaciona la somatización con la obtención de ganancias secundarias. Ojalá fuese así: si las pensiones de invalidez hiciesen disminuir la frecuentación médica, el ahorro que supondría para el erario público sería considerable.

Es obvio que para los síntomas somáticos sin explicación médica no existe un tratamiento causal, pero se dispone de tratamientos que mitigan la enfermedad y mejoran sensiblemente la calidad de vida. La situación de estos pacientes es muy parecida a la de los que padecen trastornos de la personalidad: no hay un tratamiento para cambiar su estructura psicopatológica nuclear, pero los que reciben tratamiento evolucionan considerablemente mejor que los que no lo reciben. En realidad, García Campayo dedica tres capítulos a definir estrategias multimodales, que incluyen el asesoramiento al entorno del sujeto (a sus personas próximas), la potenciación de actividades y roles activos (afrontamiento de la enfermedad), y el tratamiento médico (psicofarmacológico y psicológico) de los síntomas. En estas modalidades el autor también es un experto, como lo demuestran sus publicaciones previas sobre el tratamiento de las somatizaciones con eutimizantes y sobre la aplicación de técnicas de mindfulness.

Viene al caso hacer algunas apreciaciones sobre el formato del libro, en tiempos en los que se prodigan las publicaciones de divulgación médica y científica. Como podrá verse, la claridad expositiva es absoluta y el hilo narrativo es ecléctico y práctico —es decir, nada doctrinario—, de manera que se trata de un texto accesible al público general y de potencial interés para los profesionales sanitarios. Aún así, no está claro qué más hay que hacer para que la medicina abandone el pensamiento paranoide —que supone que los síntomas somáticos sin explicación son un invento de las fuerzas del mal y de la industria farmacéutica— y acuse recibo inequívoco de que esos síntomas requieren atención médica competente por su capacidad para amargar la vida y destrozar la biografía de los sujetos en los que se incardinan.

Por último, cabe discutir cuál es el marco de atención idóneo para tratar a los pacientes con trastorno de somatización, rebautizados en el reciente DSM-5 como pacientes con “trastornos de síntomas somáticos”: ¿ha de ser la atención primaria?¿debe tratarlos el médico de cabecera o de familia? ¿han de ser derivados a los dispositivos de atención psiquiátrica? Seguramente no hay una respuesta unívoca puesto que la atención de estos pacientes dependerá de la naturaleza de sus síntomas corporales, de la psicopatologia asociada y de la presencia de otros diagnósticos psiquiátricos (no hay que perder de vista el fallido intento de la APA de reclasificar el trastorno de somatización como trastorno de la personalidad). Hay, pues, trabajo para todos, pero lo que funciona es la atención multidisciplinar y no la acción descoordinada de francotiradores diversos.

Tengo que añadir que el título del libro, Me dicen que no tengo nada, me parece muy bueno para definir lo desamparados que se encuentran estos pacientes cuando no encuentran acomodo en las nosologías médico-psiquiátricas de ahora y de siempre.

Manuel Valdés Miyar

Catedrático de Psiquiatría

Instituto Clínic de Neurociencias

Hospital Clínico Universitario de Barcelona

1 - UN SÍNTOMA NO IMPLICA QUE SE PADEZCA UNA ENFERMEDAD

La felicidad del cuerpo se funda en la salud;

la del entendimiento, en el saber.

Tales de Mileto.

LOS SERES HUMANOS TENEMOS MOLESTIAS CONTINUAMENTE

La mayoría de nosotros piensa que una persona no tiene que presentar ningún dolor ni molestia mientras permanezca sana. Por el contrario, consideramos que la aparición de cualquier sensación en nuestro organismo es una señal segura, o al menos muy probable, de una enfermedad. Esta idea errónea ha sido reforzada por la medicina, que durante años aceptó la máxima de que «la salud es el silencio del cuerpo», es decir, que las personas sanas no deben notar sensación corporal alguna.

Sin embargo, esta visión empezó a cambiar a partir de los años 60 del siglo XX, cuando se llevaron a cabo una serie de estudios científicos en personas sanas para determinar si padecían molestias físicas y con qué frecuencia. Los resultados, por inesperados, sorprendieron a los propios investigadores. Así se descubrió que, en un período tan corto como el de una semana, el 75% de las personas sanas se quejaban de algún tipo de dolor o de molestia física.

Por lo tanto, lo normal, al menos en el sentido de lo más frecuente desde el punto de vista estadístico, era que una persona, aunque no tuviese ninguna enfermedad, sintiera dolores y malestar físico casi continuamente. Este hallazgo contradecía todo lo que la medicina había sostenido hasta ese momento al respecto y planteaba nuevos interrogantes a los especialistas, tales como cuáles eran las verdaderas causas de los síntomas en las personas sanas, o cómo se podía distinguir entre las molestias que realmente se debían a una enfermedad y las que no se derivaban de ella.

Dichos estudios confirmaron, asimismo, que los dolores y las molestias que padecen los seres humanos casi nunca responden a enfermedades físicas, sino a causas naturales o psicológicas. También se observó que sólo el 25% de las personas que presentan molestias físicas sienten la necesidad de acudir al médico.

A la luz de todos estos datos surgieron otras preguntas clave para la medicina: ¿qué determina que una persona decida o no ir al médico?, ¿cuál es el proceso mental que sigue una persona ante una molestia física?, ¿por qué unos síntomas pueden hacernos creer que estamos enfermos y otros no? Es todo este complejo proceso el que describiremos en este capítulo.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DE NUESTROS SÍNTOMAS?

Cuando alguien se queja de dolor o de alguna otra molestia, lo primero que piensa es que debe de padecer alguna enfermedad y que puede que sea grave. Sin embargo, ya hemos comentado que esto no es así. Como se observa en el siguiente gráfico, sólo el 5% de las molestias que padecemos responden a una enfermedad. Del 95% de los casos restantes, el 70% de las veces las molestias se deben a causas naturales o ambientales, y el 25% obedecen a causas psicológicas. Por otra parte, cuando la causa de las molestias que sentimos es, efectivamente, una enfermedad, en más del 90% de los casos se trata de un problema leve que tiende a resolverse de forma espontánea. Es decir, resulta sumamente excepcional que una molestia sea provocada por una enfermedad grave. De hecho, sólo se encuentra un trastorno importante en menos de cuatro ocasiones de cada mil en que aparece un dolor o cualquier otro síntoma físico.

CAUSAS NATURALES DE SÍNTOMAS FÍSICOS

El ser humano está continuamente percibiendo los acontecimientos que ocurren a su alrededor a través de los cinco sentidos. Hoy en día, este hecho no es tan importante, pero hace milenios resultaba esencial para la supervivencia. El hombre estaba rodeado de depredadores que podían destruirle en cualquier momento. En este contexto, era importante que su cerebro informara en todo momento, de lo que ocurría a su alrededor. El estado de alerta era esencial, tener atención sobre todos los estímulos externos y acontecimientos que ocurrían en el interior del organismo eran de vital importancia para sobrevivir. Estas funciones, aunque no sean tan relevantes en la actualidad, siguen existiendo. Así, tenemos receptores internos que detectan el dolor, el movimiento, la presión, el calor o el frío, y que mandan sin cesar información al cerebro.

Por ejemplo, si acercamos la mano al fuego, se activan los receptores del calor y los del dolor y nos advierten de que debemos retirarla para no quemarnos. Hay personas que tienen alterada la sensibilidad al dolor y que pueden llegar a quemarse totalmente la mano sin notar nada. En realidad, sólo se darían cuenta por el olor y el ruido que se produciría durante la quemadura. Por tanto, podemos afirmar que estos receptores son los que realmente permiten que protejamos nuestro cuerpo de las lesiones que puede producirnos el medio ambiente.

Sin embargo, la mayor parte de la información que dichos receptores internos envían no es importante y, de hecho, a menudo no somos conscientes de ella. Ahora bien, como estos receptores funcionan en todo momento y, en especial, en situaciones en que apenas estamos distraídos por estímulos externos y nos concentramos más en nuestro propio cuerpo, en ocasiones sí que llegamos a notar algunas de estas percepciones. La experimentación consciente de tales sensaciones (que se deben al funcionamiento habitual de nuestro cuerpo) es la principal causa de confusión con los síntomas de una enfermedad. Podríamos resumir las causas naturales que con más frecuencia producen sensaciones extrañas en nuestro organismo en tres grandes grupos:

Al funcionamiento habitual del cuerpo humano

A los hábitos de vida poco saludables

Al medio ambiente

Se trata de sensaciones que a menudo se confunden con una enfermedad. Vamos a detenernos un poco más sobre esto.

El funcionamiento habitual del cuerpo humano

Las funciones corporales pueden producir molestias o dolores de forma natural. Algunas de estas actividades son muy evidentes, como la respiración o la digestión de los alimentos, pero otras, como la sudoración, son más sutiles. Efectivamente, pese a que solemos pensar que sólo transpiramos cuando hace calor, lo cierto es que incluso en los días fríos de invierno nuestro organismo tiene que eliminar por la piel un mínimo de 100 ml de sudor para mantener su equilibrio interno. Dentro de este grupo, cabe mencionar, también, los cambios hormonales que tienen lugar de manera constante en la sangre a causa de la liberación de hormonas producidas por diferentes glándulas, como la tiroides, la paratiroides o las suprarrenales.

Los hábitos de vida poco saludables

Los hábitos de vida poco saludables son aquellos comportamientos que incrementan la susceptibilidad de la persona para padecer enfermedades (enfermedad cardiovascular, hipertensión, colesterol, obesidad, entre otros). Los hábitos de vida poco saludables como fumar, beber o una dieta inadecuada, no provocan una enfermedad de forma inmediata, pero facilitan su aparición con el paso de los años. Si nuestros hábitos de vida no son saludables, el funcionamiento de nuestro cuerpo será inadecuado y habrá más probabilidad de que se produzcan molestias, que también pueden confundirse con los síntomas de una enfermedad.

Los principales hábitos de vida poco saludables son:

Las alteraciones en la alimentación

Ya sea por exceso o por defecto. En los países occidentales, aparte de ingerir una gran cantidad de comida, excesiva para el escaso ejercicio realizado, otro problema añadido es la mala calidad de los alimentos. Predominan los platos preparados, la comida basura y la baja proporción de frutas y verduras en relación con las grasas animales.

Las alteraciones en el sueño

Aunque pueden ser por exceso o por defecto, hoy en día son más frecuentes las alteraciones del ritmo biológico del sueño, como ocurre en las empresas que trabajan por turnos o en los profesionales que tienen que hacer guardia en el trabajo durante veinticuatro horas. Actualmente, la situación laboral está empeorando por la inestabilidad en el trabajo, la escasez de este y las pésimas condiciones de trabajo, que hacen que aumente el estrés laboral. Esto repercute en el sueño, que se vuelve no reparador, teniendo consecuencias negativas en el resto del organismo.

Las alteraciones en la cantidad de ejercicio.

A excepción de los deportistas profesionales, que acaban sufriendo lesiones por exceso de ejercicio, la mayoría de los occidentales padece el problema contrario, es decir, una gran tendencia a la vida sedentaria y a la falta de ejercicio físico.