Ecuador: una nueva izquierda en busca de una vida en plenitud - Marta Harnecker - E-Book

Ecuador: una nueva izquierda en busca de una vida en plenitud E-Book

Marta Harnecker

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Con este libro-testimonio, Marta Harnecker corre las cortinas del escenario político ecuatoriano. En un recorrido que parte del movimiento indígena y el surgimiento del Movimiento Pachakutik, y culmina con la experiencia del Movimiento Alianza PAIS que surge en torno a la figura presidencial de Rafael Correa, incluyendo los desafíos que este gobierno afronta para lograr una transformación profunda y auténtica de la realidad nacional en la persecución del sueño de una "vida en plenitud". A través de la entrevista colectiva la autora penetra con sentido crítico en el pensamiento sociopolítico de dirigentes indígenas, intelectuales, ministros del gobierno y del propio presidente ecuatoriano, cuya entrevista constituye el epílogo de este encomiable trabajo, excelente demostración del periodismo investigativo que estos nuevos tiempos reclaman.

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Seitenzahl: 575

Veröffentlichungsjahr: 2017

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INTRODUCCIÓN

Iniciamos este trabajo en el Centro Internacional Miranda en junio de 2007, dentro del programa El Instrumento Político para el Siglo XXI, bajo mi dirección, que contó con el apoyo de mi asistente Federico Fuentes. Nuestro objetivo era estudiar la experiencia del Pachakutik, un instrumento político muy particular que surge como producto de la lucha indígena de los 90 en Ecuador. La idea consistía en aprovechar la metodología de la entrevista colectiva para grabar los testimonios y luego elaborar un libro con dicho material. Pero, ni Ricardo Ulcuango ni Humberto Cholango, dos reconocidos dirigentes indígenas, llegaron a la cita de Caracas. La actividad se realizó con la presencia de Blanca Chancoso, Virgilio Hernández y Miguel Malo, quien a última hora aceptó participar de la entrevista colectiva. Se hizo evidente en ese primer encuentro la necesidad de ampliar la meta incorporando también al libro la experiencia del Movimiento Alianza PAIS, el nuevo instrumento político que surge en torno a la figura presidencial de Rafael Correa. La ampliación del proyecto inicial pudo concretarse en 2010.

Los testimonios logrados con este objetivo durante tres visitas que hice a Ecuador, en enero, junio y noviembre de ese año conforman la segunda parte de este libro.

En la  primera parte  se aborda con detenimiento la irrupción del movimiento indígena en el escenario político ecuatoriano y las causas estructurales que explican lo que entonces ocurría en el país. Cuenta con dos testimonios fundamentales, además de varios otros de menor extensión que tratan de temas más específicos. El primero de Blanca Chancoso, quien vivió en carne propia la opresión y discriminación, y fue una destacada protagonista en las luchas de resistencia y en las importantes conquistas que obtuvo el movimiento indígena ecuatoriano a partir de la década de los 90. El segundo, de Virgilio Hernández, destacado dirigente social urbano, quien —inspirado en la Teología de la Liberación y militante de las comunidades cristianas de base— fue uno de los constructores de la Coordinadora de Movimientos Sociales: un punto de encuentro de todos los que en el campo o en la ciudad luchaban en los 90 contra la implantación de las medidas neoliberales que exportaba el Fondo Monetario Internacional, lucha encabezada por el movimiento indígena, que jugaba entonces un papel protagónico. Este esfuerzo articulador fue uno de los antecedentes inmediatos del Pachakutik. Virgilio, quien fuera también dirigente de este instrumento político y secretario de Gobierno y Policía de Lucio Gutiérrez como producto de la alianza política que entonces se estableció, es profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de Quito y editor de la revista de análisis político Entre Voces, por lo que aporta un testimonio ilustrado por sus estudios acerca del Estado.

Esta primera parte está dividida en seis capítulos. El primero se refiere a la opresión a los indígenas y su resistencia. A través de las palabras de los entrevistados logramos entender por qué muchos aborígenes se niegan a identificarse como tales, desfigurando los resultados censales; por qué su insistencia en reivindicar su procedencia indígena y no meramente campesina; cuáles fueron sus primeras formas de organización y resistencia; y su primera conquista: la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano. El segundo se refiere a la etapa de la implantación del neoliberalismo y sus efectos sobre los diferentes movimientos sociales, debilitando algunos y potenciando otros. En este capítulo se analiza también la situación de la izquierda en esos años. El tercero se refiere a la irrupción del movimiento indígena en el escenario político en los 90, transformándose en el sujeto político de mayor protagonismo en el país y en torno al cual se aglutinan los restantes actores políticos. Se van gestando así diferentes instancias unitarias que permiten la articulación de todos los movimientos sociales en torno a una plataforma común de resistencia a las medidas neoliberales. El cuarto capítulo narra cómo surge la idea de crear un instrumento político a partir del movimiento indígena, y cómo esta iniciativa nace rompiendo esquemas de la izquierda tradicional. Al mismo tiempo, aquí se analiza cuál era la situación de las fuerzas conservadoras en aquel momento y cómo las diferentes coyunturas políticas que se viven en esos años no pueden ser comprendidas solo a partir del protagonismo indígena, sino que también debe tomarse en consideración las contradicciones interburguesas que facilitan salidas políticas en las que el movimiento indígena termina finalmente por ser manipulado. Luego se refiere al papel político jugado por Pachakutik en la caída de dos gobiernos (Bucarám y Mahuad) y en la convocatoria a la Asamblea Constituyente de 1998. En el quinto capítulo se narra en forma muy autocrítica la primera y muy traumática experiencia de gobierno del movimiento indígena, durante la presidencia del coronel Lucio Gutiérrez, quien a las pocas semanas en el ejercicio de su cargo y luego de haber designado a varios dirigentes del Pachakutik en importantes carteras de su administración (Gobierno y Policía, Relaciones Exteriores, Agricultura, Participación Ciudadana), da un golpe de timón en 180 grados traicionando el programa antineoliberal que había servido de base a la alianza con el movimiento indígena y se entrega de lleno a poner en práctica las nefastas políticas del Fondo Monetario Internacional. Los dirigentes indígenas todavía hoy siguen marcados por el impacto negativo de esta traición. Por último, el sexto capítulo termina refiriéndose al tema de la relación entre el Pachakutik y el movimiento indígena organizado, fundamentalmente la Conaie, y el gran dilema de cómo resolver las relaciones entre la organización política y los movimientos sociales. Señala también las debilidades de este experimento político que impidieron que se consolidara como la alternativa orgánica de la izquierda ecuatoriana.

La segunda parte, mucho más extensa que la primera, trata de los desafíos que encuentra en el camino un gobierno que se propone transformar profundamente la sociedad creando las condiciones para el logro del sumak kawsay, el “buen vivir” o lo que yo prefiero denominar, la “vida en plenitud”. La hemos dividido en cuatro capítulos y un epílogo.

El primer capítulo se refiere a cómo nace la figura política del economista Rafael Correa, hasta entonces un académico poco conocido en el país, al original movimiento político ciudadano que lo acompaña, a su fracasado intento por lograr una alianza con el Pachakutik y a las características rupturistas de su campaña electoral que, entre cosas, decide no presentar candidatos a diputados para ser coherente con su crítica al nefasto desempeño del Parlamento.

Quién mejor que el economista Ricardo Patiño para hablarnos de cómo ese joven y desconocido economista, sin un partido que lo apoyara y sin recursos, pudo llegar a la presidencia de la República y qué es lo que ha podido hacer en estos escasos cuatro años y medio de gobierno. El actual canciller inicia su colaboración y amistad con el actual presidente de Ecuador cuando su antecesor, Alfredo Palacio, nombra a Correa ministro de Economía y Finanzas y este, a su vez, nombra a Patiño como su principal asesor. Desde entonces no se ha separado de él, es el miembro de su equipo de gobierno que ha pasado por más carteras: Finanzas, Litoral, Defensa, Coordinación de la Política y actualmente Relaciones Exteriores, y ha respondido con creces a la confianza depositada en él. En los aciagos días del intento de golpe militar de septiembre de 2010, fue el primero en encabezar la resistencia y estuvo dispuesto a arriesgar su vida para defender al presidente Correa.

En el segundo capítulo se encontrará información acerca de la forma eficiente y creativa en que Correa y su gabinete gobiernan, donde lo que se promete se cumple, porque se tiene plena conciencia de que en ello está en juego la credibilidad de la gestión presidencial y de su equipo de gobierno. Aquí se expone el sistema de seguimiento y control que se aplica para lograr este objetivo; se habla de la experiencia de la Asamblea Constituyente (2007- 2008), una de las principales medidas programáticas del nuevo gobierno; del esfuerzo del presidente ecuatoriano por romper el esquema burocrático de hacer todo encerrado en cuatro paredes, creando los llamados “gabinetes itinerantes”, propuesta de gestión gubernamental que permite aproximar el gobierno central a la gente: cada dos o tres semanas se hacen reuniones de gabinete en cantones (municipios) y parroquias totalmente alejados de los tradicionales centros de poder, abriendo así espacios de encuentro y diálogo entre el equipo de gobierno y la ciudadanía1; y de los Enlaces Semanales, programa audiovisual que permite al presidente mantener informada a la población en cuanto a su gestión de gobierno y combatir la desinformación que llevan a cabo los medios de comunicación opositores. Se abordan también otros temas como el de la paridad de género en el gobierno, la rendición de cuentas públicas de su gestión, la participación ciudadana, la formación de nuevos cuadros.

A la voz de Patiño se suman esta vez otras voces como la de María Fernanda Espinosa, la ministra de Relaciones Exteriores al inicio del gobierno de Rafael Correa y actual ministra coordinadora de Patrimonio Natural y Cultural. Militante del movimiento ecologista desde fines de los 80, y una reconocida poetisa2, ella nos relata su experiencia del primer año de gobierno y las enormes exigencias que significó romper con el pasado y tratar de construir un nuevo tipo de Estado. “No alcanzaban las horas del día para reposicionar al Ecuador como país soberano y libre en el exterior y, a la vez, lidiar con los retos de reconstrucción interna y los embates de la oposición doméstica. Fue duro pero hermoso a la vez” —nos expresa. Podemos imaginarnos las dificultades que tuvo que enfrentar: no solo debió desafiar la cultura machista y elitista que predominaba en forma absoluta en la Cancillería heredada, sino también la resistencia a su innovadora idea de que la ciudadanía debería apropiarse de la agenda de política exterior.

Por otra parte, no podían estar ausentes de este esfuerzo por recuperar la memoria de tan apasionante período de la Revolución Ciudadana, los testimonios sobre la Asamblea Constituyente que dio origen a la actual Constitución ecuatoriana, una de las más avanzadas de América Latina y del mundo. Y esta historia no podía escribirse sin contar con el testimonio de su principal protagonista, Alberto Acosta, quien fue electo presidente de esta asamblea por una amplia mayoría, y presidió dicha institución hasta algunas semanas antes de que esta terminara su trabajo. Acosta narra en forma detallada cómo se organizó ese fundamental evento, la gran participación popular que se dio en torno a la elaboración de la nueva Constitución y algunas de sus ideas centrales. Su testimonio también registra una contradicción que suele estar presente en todos los procesos de cambios impulsados por la izquierda: la contradicción entre tiempos políticos y procesos democráticos.

Alberto Acosta, economista e intelectual con una larga trayectoria de acompañamiento a los movimientos sociales, integró, desde los inicios, el grupo más cercano al presidente Rafael Correa. Fue uno de los redactores de su programa de gobierno, miembro del equipo dirigente del Movimiento Alianza PAIS y su primer ministro de Energía y Minas, cargo al que debió renunciar para asumir su candidatura a la Asamblea Constituyente. Luego de una ardua labor de varios meses, renuncia a su cargo por estar en desacuerdo con la decisión de la dirección del Movimiento Alianza PAIS de no ampliar los plazos de funcionamiento de dicha Asamblea. Desde ese momento comenzó a producirse un paulatino distanciamiento entre Acosta y Correa. El primero deja de ser parte del buró político de Alianza PAIS y comienza a adoptar posiciones muy críticas, lo que se ha prestado para ataques públicos muy duros y ofensivos por parte del presidente de la República y a respuestas no menos duras y ofensivas de dicho dirigente, lo que ha ido profundizando las heridas.

El tercer capítulo de esta segunda parte del libro lo he titulado: Luces y sombras del gobierno de Correa, porque contiene opiniones de nuestros entrevistados tanto acerca de sus aciertos y aportes, como de sus debilidades y errores, y de los temas que han resultado más polémicos como el del extractivismo, la Ley de aguas, y el confrontador discurso del presidente Correa. Un capítulo especial se dedica a las relaciones del gobierno con los movimientos sociales, y especialmente con el movimiento indígena. Este capítulo proporciona antecedentes y reflexiones muy valiosas para percibir mejor qué está pasando actualmente en este terreno y por qué un gobernante que busca desde sus inicios la alianza con el movimiento indígena y el Pachakutik, no ha logrado concretar con éxito su cometido. El valor de estos testimonios muy plurales es que nos dan a conocer no solo los argumentos de cada parte, sino también sus dudas, sus aprehensiones, antecedentes todos que pueden hacernos juzgar mejor actitudes y discursos, porque conocemos sus verdaderas intenciones.

Si bien en ellos se encontrará duras críticas por lado y lado, en el fondo queda muy claro que —salvo algunas excepciones— los objetivos que se persiguen son comunes y que también lo son los enemigos. Estos harán todo por impedir que el gobierno ecuatoriano cuente con el apoyo del movimiento indígena, porque saben cuan estratégico para el proceso de cambios es el apoyo de los actores sociales, y especialmente de los indígenas, quienes —con su resistencia y sus luchas— han hecho posible que Ecuador viva un nuevo momento de esperanza. En este sentido, Alberto Acosta, a pesar de ser una persona muy cercana al movimiento indígena y estar constantemente señalando los errores que según él comete el gobierno y especialmente el presidente Correa, ha expresado también opiniones críticas frente a algunos dirigentes indígenas, a quienes ha reprochado tomar “decisiones muy apresuradas sin consultar a las bases” y en algunos casos de tener contactos con la extrema derecha. Ellos deberían entender —dice— que el “gran enemigo no es el presidente Correa, ni su gobierno, el gran enemigo son los grupos oligárquicos. Hay que saber identificar dónde están los verdaderos enemigos. Y también hay que tener la capacidad para identificar cuáles son los puntos de unión, y cuáles son los puntos de discordia con el gobierno”.

Por último, este capítulo concluye con un balance de las realizaciones y deudas, siendo el primer mandatario el más conciente de todo lo que todavía queda por hacer, como lo señala su testimonio al final de este libro.

El cuarto capítulo va en la dirección de estimular un debate todavía inconcluso, y cuenta con las provocadoras reflexiones de Ricardo Patiño y Eduardo Paredes —un debate todavía inconcluso acerca de las características del nuevo instrumento político que sería necesario construir: aquel que nos permita transformar en realidad esa sociedad de la vida en plenitud que los ecuatorianos se han propuesto edificar en su país—.

Y como epílogo, una breve entrevista realizada al presidente Rafael Correa en noviembre de 2010. Mi intención fue poder contar con unas vivencias suyas para cerrar este libro. Sabiendo que el mandatario ecuatoriano tiene fama de ser muy confrontador, muy hiriente en sus discursos, y que eso ha perjudicado sus relaciones con importantes sectores del movimiento indígena, con otros movimientos sociales de su país y con algunos de quienes que lo acompañaron en los inicios de su gobierno y que se han alejado de él; sabiendo también que se le acusa de autoritario, de no querer escuchar, y esas son las imágenes que más se han difundido en los sectores de la izquierda en el exterior, quise que él nos contara —en los escasos 25 minutos que tuvimos para conversar— cómo un joven economista con una muy escasa experiencia de gobierno ha vivido y sufrido estos algo más de cuatro años de ejercicio en tan alta responsabilidad como es la conducción de un país. Me pareció importante que se conociera aquello que más lo ha marcado, sus alegrías y sus angustias, y sobre todo, si ha logrado romper la jaula de cristal en que los gobernantes suelen estar inmersos, debido al cerco que le tienden quienes le rodean, sea por oportunismo o por una amistad malentendida. No descarto la idea de realizar una entrevista mucho más larga con él una vez publicado este trabajo para permitirle defenderse y argumentar acerca de las críticas que en él se hacen a su persona y a su gobierno.

Además de los entrevistados ya citados, he contado para este libro con los valiosos testimonios de las siguientes personas que nombro por orden alfabético: Carlos Viteri Gualinga, dirigente indígena amazónico, secretario del Instituto para el Ecodesarrollo de la Región Amazónica (Ecorae); Daniel Suárez, Master en desarrollo local, exdirigente del Pachakutik, actualmente militante del Movimiento Alianza PAIS, asesor de René Ramírez, secretario de Planificación; Eduardo Paredes, politólogo, exmiembro de la dirección del Partido Socialista Frente Amplio (PSFA), subsecretario del Ministerio de Gobierno de Correa, asambleísta en la actual Asamblea Nacional y asesor de Ricardo Patiño; Luis Cubillos, arquitecto, exmilitante del PS, actual dirigente del Movimiento Alianza PAIS en Guayas; Miguel Carvajal, exministro coordinador de la Seguridad Interna y Externa, actual ministro de Agricultura, sociólogo, vinculado al movimiento ambientalista y a organizaciones sociales rurales, militante de izquierda desde 1976, integra la Dirección Nacional del Movimiento Alianza PAIS a cuya organización pertenece desde su fundación; Miguel Lluco, dirigente indígena, electo diputado por el Pachakutik en Chimborazo en las elecciones de 1996 y coordinador nacional de dicho Movimiento durante el gobierno de Lucio Gutiérrez; Miguel Malo, médico ecuatoriano, militante de izquierda, actual funcionario de la Organización Panamericana de la Salud; Osvaldo León, periodista, coordinador de la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI); Ricardo Carrillo, antropólogo, exdirigente de Pachakutik, actualmente militante de PAIS y subsecretario de la Secretaría de los Pueblos; Ricardo Ulcuango, dirigente indígena, presidente del Cabildo de Cochabamba, de la Federación Provincial y Nacional de las Comunidades Kichwas y por dos períodos consecutivos de la Ecuarunari3. A todos ellos nuestro agradecimiento. Hemos visto cómo han tenido que quitar horas al sueño para permitirnos reconstruir la memoria histórica de esta apasionante experiencia.

Aunque la mayor parte de los testimonios han sido recogidos en forma individual y en diferentes años (entre junio de 2007 y noviembre de 2010), me he esforzado por exponerlos de tal manera que tomen la forma de un diálogo colectivo. Todos mis entrevistados tuvieron la oportunidad de revisar sus respectivos aportes y de conocer las opiniones de los demás. Las correcciones recibidas han sido incluidas en la última edición del libro.

Hay quienes me han propuesto eliminar las preguntas y presentar directamente los resultados, he preferido dejarlas porque de alguna manera esta obra es fruto de una reflexión conjunta de la autora y sus entrevistados. Me parece que las preguntas, y las reflexiones implícitas en ellas, engendran respuestas que quizá no hubiesen dado a luz sin dicha motivación y, a veces, hasta provocación. La gran cantidad de subtítulos es parte de mi estilo de trabajo marcado por la vocación pedagógica: busca ayudar a la autora y a los lectores a ordenar las principales informaciones e ideas. La enumeración de los párrafos, pretende ayudar a la discusión y al intercambio con otros lectores.

Antes de terminar esta presentación quiero agradecer la gran colaboración que me prestó Federico Fuentes en la elaboración de la primera parte y en la revisión de la segunda. A Patricia Protzel, Carlota Sandoval y Militza Pérez por su trabajo de trascripción. A Roselia Martínez, Militza Pérez y Orquídea Azorín por su apoyo en la edición de los distintos materiales. A Luis Cubillos, Magdalena León y, muy especialmente, a Daniel Suárez por su atenta lectura y sus valiosas sugerencias en las etapas finales de este trabajo. Por último, gracias a Isabel Rauber por sus profundas reflexiones y el amor que puso en su presentación, y a René Ramírez que, en medio de la batalla4 hizo tiempo para enriquecer el contenido de lo que sería esa sociedad de la vida en plenitud, que él prefiere llamar socialismo del Buen Vivir.

Espero que mis lectoras y lectores se apasionen tanto como yo con este material que aquí ofrecemos. Después de leerlo creo que nadie puede dudar que, aunque los desafíos son inmensos, SÍ podemos construir un mundo distinto, el mundo de la vida en plenitud.

Marta Harnecker

Caracas, 7 de mayo de 2011

1En mi última visita a Ecuador tuve la oportunidad de participar en uno de estos gabinetes y constatar en la práctica lo recogido en los testimonios. Ver: “Los Gabinetes itinerantes en Ecuador: Una forma de acercar el gobierno al pueblo” publicado enRebeliónhttp://www.rebelion.org/docs/117764.pdf.

2Fue Premio Nacional de Poesía en 1990.

3La información referida se corresponde con la etapa en que fueron realizadas las entrevistas (2007 - 2010) a las personas aquí mencionadas. Algunos datos han sufrido cambios en el tiempo transcurrido desde entonces hasta la fecha de la presente edición.[N.E.].

4Este libro se terminó de editar pocos días antes del Referendo del 7 de marzo de 2011.

Primera Parte

EL MOVIMIENTO INDÍGENA IRRUMPE

PRIMER CAPÍTULO

OPRESIÓN Y RESISTENCIA INDÍGENA

1. Discriminación que aplasta

a) Una parte importante de la población indígena no se reconoce como tal

— El movimiento indígena ecuatoriano ha jugado un papel protagónico durante varias décadas en Ecuador, quisiéramos conocer esta historia de la voz de los propios protagonistas y, para empezar, podrían decirme el peso que según ustedes tienen los indígenas en la población ecuatoriana, ya que las cifras del último censo del 2001 parecen poco confiables.

1. Blanca Chancoso: Somos entre el 40 y el 50 % de la población del país que se autoreconocen como indígenas5, pero hasta ahora no hay un parámetro para saber quién es o no indígena. Me atrevería a decir que el ochenta por ciento del pueblo es indígena; pero no somos capaces de reconocernos como tales.

2. Miguel Malo: En el censo colocaron una variable que decía etnia o raza. Pero lo que pasa es que cuando la gente se censa hay una autocalificación y, como existe ese proceso discriminatorio todavía, sobre todo en el caso de la población indígena o negra, la gente no quiere identificarse como indígena y como negro. Sin embargo, yo entiendo que en Ecuador hoy día pasa lo contrario. Todo el proceso de participación política y de reivindicación de la cultura indígena ha hecho que la gente reivindique su identidad como indígena.

3. Blanca Chancoso: Hemos sufrido tanto la discriminación, que muchos de nuestros mayores tuvieron que ocultar su identidad: tuvieron que dejar de hablar su idioma, vestirse como los no indígenas para tener acceso al trabajo, al estudio. Tengo tantas anécdotas, yo misma he tenido que vivirlas. Les contaré algunas.

4. Una vez, cuando fuimos a un restaurante a comer no nos atendían, atendían a todos menos a nosotros, hasta que pedimos: “¡Atiéndanos!”, y la respuesta fue: “No se atiende a los indios”. Tuvimos que salir. Luego, como no teníamos donde dormir, decidimos quedarnos en un hotel. Andábamos con nuestra ropa de siempre, y nos dijeron que no tenían habitaciones cuando sí las había.

5. Otra vez, cuando yo fui presidenta de Ecuarunari6 no teníamos oficina, porque siempre trabajábamos en las comunidades. Pero luego de un tiempo decidimos alquilar un espacio para el movimiento y para lograr esto no pude decir que era del movimiento indígena, tuve que inventar que era de una cooperativa artesanal. A los ocho días, hubo conflicto con compañeros ingenieros de otras oficinas; en el baño, que era compartido, apareció sucio el lavabo, y le dijeron al dueño: “Mire, desde que vinieron los indios está sucio el baño, no pueden seguir aquí, o se van los indios o nos vamos nosotros”. Entonces, el dueño nos pidió de favor que nos fuéramos, porque no quería perder a los otros arrendatarios. Por esa razón muchos compañeros nos han dejado, pero habemos siempre gente rebelde, que no nos hemos querido quitar nuestra ropa.

6. Ocurrió también hace dos años que fuimos a una sesión diplomática con el canciller Parra7, porque estábamos preparando un evento y necesitábamos la colaboración para que pudieran entrar compañeros de otros países. Y conversando personalmente nos dijo: “Ustedes son muy inteligentes, ¡qué guapos son!, pero a pesar de inteligentes y guapos, cuando salen fuera del país no me gusta que ustedes sean los que nos representen, no me gusta la forma como visten. Es una vergüenza que ustedes vayan a representar al país, y menos como autoridades, con la ropa de ustedes”. ¿Se pueden imaginar cómo me sentí? Mi respuesta fue: “Yo no le pido opinión sobre si le gusta o no, porque usted tampoco ha pedido mi opinión de la forma como se viste y si esa vestimenta es la que representa o no al país”.

7. También está la presión cultural. Yo recuerdo que cuando iba a la escuela, los profesores impartían la educación en español, y con un método que no es ecuatoriano, sino que es foráneo. Ahora, cuando uno ya conoce de política se da cuenta que a través de enseñarnos a leer y escribir nos estaban preparando como mano de obra barata para servir a las empresas, a los patronos, mas no para liberarnos. La palabra educación significa liberación pero, en este caso, también a través de eso se nos trató de imponer, con un maestro que no sabía nuestro idioma, sino solo español, con un programa ajeno. Ya pueden imaginarse lo difícil que ha sido para nosotros aprender.

8. Se decía que los indios éramos tontos, incapaces, que teníamos taras mentales, porque no podíamos aprender fácilmente. Con eso se justificaba que había que eliminarnos en vez de presentar una política de Estado con una educación adecuada para nosotros. Aparecieron palabras como integración, civilización. ¿Cómo nos civilizaban?, ¿cómo nos integraban? Bueno, obligándonos a dejar de hablar nuestro idioma, a dejar de vestir nuestras ropas: debíamos usar uniforme. Hablar nuestro idioma significaba rechazo, había que hablar en el idioma español. La catequesis por otro lado era en español.

9. Yo decía: “Hagamos un canje”, yo les enseño el quechua, les hablo en quechua, a ver si aprenden.

10. Otra cosa que se implementaba era inculcarnos, que éramos inferiores. Había libros de lectura que comparaban a los indígenas con burros, feos, chiquitos, horrorosos, y a los gringos los dibujaban como gatos con patas amarillas, bien grandes. Así era la comparación: el gringo siempre alto, guapo.

11. La ciencia ha avanzado y por Internet se puede ver que nuevamente los gringos siguen queriendo imponer su forma y ahora de manera descarada están mostrando ser dueños de toda América, de todo el país. Hay libros de lectura que se emplean en el último ciclo de básica de la escuela, donde ellos aparecen como los inteligentes, los defensores del medio ambiente y hablan de “su” Amazonia. Ya se creen dueños de todos nosotros. Entonces, así nos van introduciendo cosas a través de la lectura.

b) Comienzan a educarse pero en español

12. Al organizarnos, a partir de los años 70 en adelante empezamos a ver que podíamos aprender. Somos las primeras generaciones que empezamos a concurrir a la educación, algunos a espaldas del patrón, a veces algún mayordomo de hacienda tenía que darnos el agrado para que nos ayudara a leer y escribir. A la fuerza tuvimos que aprender el español para poder leer y escribir. Era difícil, en aquella época había que aprender de memoria y nosotros teníamos que hacerlo en un idioma extraño. El único texto que venía en idioma nuestro era la Biblia evangélica.

13. La cuestión educativa vino por etapas: de los años 60 hasta los 80 nosotros planteábamos el derecho a la educación, pero todavía no nos planteábamos que fuera en nuestro idioma. A partir de los años 80 empezamos a hablar del derecho a la educación bilingüe: pedimos programas en nuestro idioma. A mediados de los 80 también agregamos la palabra intercultural, para que los programas de estudio nos permitieran conocer la historia de otros pueblos e interrelacionarnos y valorarnos mutuamente desde lo que somos, intercambiar sabiduría y cultura, desarrollarnos juntos; por eso hablamos de la educación bilingüe intercultural, y en la Constituyente del 96 se logró que reconocieran el idioma indígena a nivel oficial como segunda lengua.

14. Pero queremos avanzar más, porque eso no es todo. Ahora nosotros planteamos la educación bilingüe e intercultural no solo para indígenas. ¿Por qué todos los indígenas tenemos que aprender el idioma del otro?, ¿por qué los demás no hacen el esfuerzo de aprender el nuestro? Ahora lo exigimos. Los no indígenas dicen: “Es que con el idioma indígena no se va a comer“. Claro, porque el idioma indígena no le dará dinero, en cambio, si usted sabe el inglés, el francés, usted va a tener trabajo y lo van a considerar; usted se siente presionado económicamente y esto es lo único que le interesa, se olvida del respeto y la coexistencia y es precisamente esto lo que no se puede perder. Luchamos entonces por una educación bilingüe e intercultural como base para toda la sociedad ecuatoriana y que pueda también haber acceso al inglés, al francés. No estamos rechazando esos idiomas; pero tiene que ser lo nuestro la base de la educación.

15. En los años 80 resurge la necesidad de educar a nuestros hombres y mujeres con la alfabetización. Estudiábamos con la consigna de que educación es liberación. A través de las becas que hemos conseguido, tanto en instancias como la Unicef8, como en otras, se consiguió que pudiéramos abrir espacios de estudio, ir al colegio. Hubo una etapa en que muchos fuimos profesores.

c) Indígenas preparados pero con otra mentalidad

16. En los últimos años hemos tenido oportunidad de entrar a la universidad, hemos formado doctores, maestros, abogados. Aquí hay que agradecer la generosidad de los pueblos revolucionarios como Cuba que, a pesar de sus difíciles circunstancias nos abrió el espacio para que gente de nuestros pueblos pudiera profesionalizarse. Y bueno, ahora, también Venezuela nos ha abierto el espacio, porque con los gobiernos de turno en nuestros países no se facilitaba eso. Decían: “Educación libre, educación gratuita y laica” y, sin embargo, no tenía nada de gratuito, había que pagar la matrícula, había que comprar los cuadernos, y si no tenías el dinero, no podías ingresar a la educación, mucho menos a la universidad, porque costaba mucho.

17. Yo creo que a países como los de ustedes9 les tocó la época del Pachakutik10, soplan nuevos vientos en beneficio de los pueblos, porque ahora todos tienen acceso a la educación y realmente van a ser un pueblo libre porque van a conocer más, van a profesionalizarse. Nosotros estamos en proceso, vamos hacia allá, entonces esta generosidad hay que agradecerla.

18. No hemos contabilizado para saber cuántos abogados tenemos, cuántos maestros, porque también hay programas de educación en nuestro país, pero programas neoliberales que lo que les interesa no es preparar para la liberación, sino para que sigamos sirviendo a las empresas, ese es el método allí. Entonces, tenemos indígenas preparados, pero también con otra mentalidad, porque lograron meterlos con esa cultura y no siempre quieren servir a su país; se aprovechan de la pobreza que tenemos. Cuando uno tiene su título le ofrecen ser consultor de una empresa petrolera, a veces a los propios dirigentes nos quieren en contra de ese proceso.

19. Otra cosa, la prensa y televisión nunca han estado atentos a nuestros reclamos, incluso, siendo fuerza nos serruchan. Es más, en el caso de los indígenas nunca dejaban que habláramos directamente, teníamos un intérprete o algún representante. Yo me acuerdo que en las primeras asambleas en el Congreso del Ecuador, cuando pusieron representantes de sectores sociales, no dejaron que los indígenas tuviéramos el nuestro, nos pusieron a alguien del partido que no era indígena para que fuera nuestro representante o nuestro vocero. Es por eso que no conocimos mucho sobre este proceso, salvo lo que algunos historiadores han recogido de algunas luchas de resistencia.

d) Creación de un Estado blanco-mestizo que no reconoce lo indígena

20. Virgilio Hernández: Bueno, yo también quisiera aportar algunos elementos a lo dicho por Blanca. Creo que es importante señalar una idea que en los 90 cobra mucha fuerza, me refiero a la existencia de un Estado que decíamos “blanco-mestizo”. Creo que si revisamos, históricamente podemos justificar esa afirmación.

21. Eso tiene que ver que cuando se funda el Ecuador, las élites que propician la formación del Estado ecuatoriano lo hacen desconociendo el componente nacional y, por lo tanto, desconocen a todos los pueblos indígenas; ellos son invisibilizados en este proceso de fundación del Estado nacional y ni siquiera en todo el proceso de lo que fue la lucha por la independencia con Bolívar, con Sucre, fueron capaces de recoger e identificar claramente el componente nacional. Cuando se funda el país se lo hace desconociendo que había pueblos, desconociendo que había idiomas que pervivían en la historia nacional, desconociendo una composición concreta que existía en ese momento, incluso. Lo hacen en el marco de disputas regionales de las élites locales que en ese momento conformaban el país.

22. Era tan grande la disputa que ni siquiera hubo posibilidad de que se pudieran poner de acuerdo en un nombre. ¿Por qué este país se llama Ecuador? Nuestro nombre como república obedece a un accidente geográfico, pero para colmo de los males es un accidente geográfico imaginario. Hay líneas que a uno le pueden convocar más, hay líneas que no son absolutamente rectas, pero imagínense ponerle el nombre de una línea imaginaria. Para representar esa línea hemos hecho varios monumentos, ello nos sirve para decir que estamos en la mitad del mundo, donde uno puede poner el pie en el hemisferio norte y el otro pie en el hemisferio sur, pero todo eso es imaginario. Eso refleja las profundas contradicciones que había en el país al momento de constituir la república.

23. Todo el proceso de la independencia no fue capaz de reconocer la existencia de los pueblos indígenas, de los pueblos originarios. Al mismo tiempo había profundos conflictos entre las élites locales. Cuando se conforma el Ecuador, con la Constituyente de 1830, lo que hace es pensar cómo lograr de alguna manera mantener la unidad. Surgen ahí contradicciones muy fuertes. Este país se denominaba Quito, había otros departamentos, pero los del sur y Guayaquil no se sentían reconocidos precisamente; entonces se tiene que reconocer esta línea imaginaria del Ecuador, que es una frágil identificación. Yo sí creo que estamos marcados definitivamente por la línea equinoccial, eso sí ha sido determinante.

24. Así nace el Ecuador, nace desconociendo su componente nacional, con conflictos interregionales muy fuertes, con una incapacidad de los sectores que confluyen en ese momento a la conformación de la república de evidenciar acuerdos, y básicamente es un nacimiento bastante elitista.

25. Hubo participación de indígenas en el proceso de la Revolución Liberal11; sin embargo, después en cuanto a políticas públicas y respecto al tema de la diversidad, no hay consideraciones, no avanza, a pesar de que tanto los pueblos indígenas como los sectores campesinos son los que han permitido la construcción del Estado y también del capitalismo en el Ecuador, gracias a que, básicamente, siempre han sido su sustento. Por ejemplo, en lo que es la alimentación en el Ecuador, las zonas rurales permitían un subsidio directo hacia las zonas urbanas y, al mismo tiempo, jugaban un papel fundamental en la contención de los salarios. Se podía pagar salarios bajos porque precisamente había una sobreexplotación de la mano de obra campesina e indígena y, a través de esta sobreexplotación, se contribuía a la ganancia de los sectores urbanos e industriales. A pesar de esa constatación económica y estructural, lo que uno va a ver en la historia del país, como dice Blanca, es el tema indígena como un problema.

2. Medio siglo de lucha indígena

1) Diversas luchas

a) Aunque nos han ignorado, siempre hemos estado presente y resistiendo

— Blanquita, ¿cuándo es que empieza el movimiento indígena a aparecer en el Ecuador como un actor?, porque ustedes han sido humillados por siglos y, de repente, se transforman en un actor y un protagonista fundamental en el Ecuador.

26. Blanca Chancoso: Mira, muchos dicen que fue en los 90, pero hay que tomar en cuenta que siempre hemos estado luchando.

27. Los pueblos indígenas hemos sido ignorados durante 515 años. Desde la colonia nos han considerado inferiores, incluso como animales, sin cultura, culpables del subdesarrollo de los países. Llegaron a decir que lo indios no éramos humanos porque no teníamos alma.

28. Pero como los españoles no lograron terminar con los indios, entonces, tenían que incluir en la política de Estado alguna medida para acabar con esa población. Las políticas de Estado hacia los pueblos indígenas eran racistas y discriminatorias, quizás no como el apartheid exactamente, pero no había política de apoyo hacia nosotros, estábamos fuera de todo: educación, salud, acceso al ejercicio de nuestros derechos. Hemos estado sujetos a sus designios. Eso hizo que estuviéramos fuera del escenario político, pero nuestra presencia siempre ha estado ahí, porque hemos resistido, porque somos de aquí.

29. Si queremos compararnos con un árbol, somos el árbol viejo con raíces bien profundas. Los no indígenas que ahora están aquí son como injertos recientes; nosotros somos los dueños. Nuestra resistencia no es de ahora, no es de los 90 es, desde hace 515 años, es permanente y universal. En Venezuela tenemos a Guaicaipuro12, en Ecuador tenemos a Atahualpa13, tenemos a Rumiñahui14, tenemos a Fernando Daquilema15. También tenemos mujeres destacadas: Manuela León16, Lorenza de Abimañay17 en la lucha por la resistencia, por defender la tierra, el derecho de los pueblos a no dejarnos imponer cuando nos exigían impuestos.

30. Hubo luchas esporádicas, pero ya en la época de la República hubo un levantamiento de manera permanente: en las luchas de Sucre, de Bolívar, de Alfaro, los pueblos indígenas estuvieron presentes, porque buscábamos la liberación, creíamos en la independencia, la soberanía del país. Después no nos tomaron en cuenta, fue una frustración para nosotros. Por eso decimos que fue un cambio de patrón nada más, o sea, con la expulsión de los españoles queríamos la independencia, Sucre ganó la batalla, pero para nosotros no se ganó nada.

31. En la única batalla en la que algo se gana fue en la que libró Eloy Alfaro con la revolución alfarista, donde se reconocen a indígenas como generales. Ahí es donde logramos los indígenas el concertaje, es decir, el papelito que decía que éramos libres, que ya no éramos esclavos de los hacendados.

b) Luchas por recuperar la tierra y el derecho a la educación

32. Blanca Chancoso: En el año 1926 el Partido Comunista comienza a organizar a los indígenas con el objetivo de recuperar la tierra que era nuestra y que estaba en manos de los hacendados y por el derecho a la educación. Ocurren grandes levantamientos, destacándose en ese momento una mujer indígena: Dolores Cacuango18. Ella es quien lidera esas luchas, pero su programa de reivindicaciones era solo hasta el nivel de clase, es decir, de recuperar la tierra en calidad de trabajador agrícola. Los partidos de izquierda tenían solo una visión de clase, los indígenas eran excluidos; ofrecían la igualdad entre las clases sociales, pero los pueblos indígenas no estaban presentes en sus programas de cambio y de revolución, seguían siendo relegados.

c) Lucha por la identidad a finales de los 70

33. A finales de los 70, nos reorganizamos, nos reagrupamos en la lucha por la tierra pero ya con carácter de identidad, más allá de lo que es clase: por la reivindicación propia de los pueblos indígenas enmarcada en la lucha por la liberación independentista, por el derecho a la tierra, el derecho a la identidad, a la educación desde nuestra cultura, no con la inclusión de cualquier programa para aprenderse el “abc”, sino el “abc” con historia, con identidad.

d) Lucha antimperialista por la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano

34. Blanca Chancoso: Después del triunfo revolucionario de Cuba, aparece en nuestros países programas como la Alianza para el Progreso con el objetivo de que no nos identifiquemos con las luchas revolucionarias. Luego viene el Instituto Lingüístico de Verano con programas de sectas religiosas, con ayuda de Caritas19, con alimentos para nuestros pueblos y se van justamente a las comunidades indígenas donde hay petróleo, donde hay agua para, como decimos nosotros, amansar a los indios y dejar entrar fácilmente a las compañías petroleras a apropiarse del petróleo en los territorios indígenas. Por otra parte ellos querían que no hubiese proceso de organización y querían acabarnos.

35. El Instituto Lingüístico de Verano nos trajo programas de salud, atención gratuita ¿pero qué tipo de atención gratuita? Nos daban medicinas pasadas y también, sin consentimiento de la familia, les ponían a las mujeres en sus vientres esas T20 sin que ellas supieran, para que no salieran embarazadas, y de pronto tenían hemorragias y se morían. En la Amazonia hubo pueblos enteros que fueron exterminados.

36. Es así como se comienzan a dar grandes luchas y enfrentamientos permanentes de indios en los 70 por la expulsión del Instituto Lingüístico de Verano. Allí se inicia nuestra lucha contra el imperialismo.

e) El presidente Roldós expulsa al Instituto Lingüístico de Verano y luego muere en un extraño accidente

37. Blanca Chancoso: Hicimos grandes denuncias hasta que logramos, en los años 80 y 81, una gran marcha a Quito de los pueblos indígenas unidos a otros movimientos campesinos exigiendo la salida del Instituto Lingüístico de Verano. Logramos que el presidente Jaime Roldós Aguilera21 firmara su salida del país y esto no se lo perdonó ni el Instituto Lingüístico de Verano ni el imperialismo; ese mismo año el presidente tuvo el famoso ‘accidente’, no le perdonaron la vida. Lo mismo ocurrió con Torrijos en Panamá: murió en un accidente aéreo. Esa historia casi no se conoce.

38. Virgilio Hernández: El accidente aéreo en el que muere el presidente Roldós el 24 de mayo de 1981 nunca ha sido lo suficientemente aclarado. Algunos trabajos hablan de un simple accidente de aviación, otros plantean que hubo un complot para asesinarlo.

2) Organización del movimiento indígena

a) Diversas nacionalidades organizadas en federaciones en las provincias

—¿Cómo estaba organizado el movimiento indígena?

39. Blanca Chancoso: Los indígenas estábamos distribuidos a nivel de la representación política en comunidades, en todo el callejón interandino del Ecuador, pero también en las ciudades. A nivel de la Amazonia hay varias nacionalidades indígenas. En un espacio territorial exclusivo están los secoyas, los shuaras, los chequaras. En las costas también están los awa en los límites con Colombia. Nos organizamos por federaciones en cada provincia, y luego nos hemos constituido en confederaciones en todas las regiones.

40. Debemos señalar que ya en 1927 los comunistas habían creado la primera federación indígena.

41. Daniel Suárez: Es importante hacer un aclaratorio: la Federación Ecuatoriana de Indios, conocida por sus siglas como FEI, se organizó bajo el auspicio del Partido Comunista del Ecuador con una visión clasista. Es considerada como organización del Partido Comunista del Ecuador y este partido participa con delegaciones oficiales en sus Congresos ordinarios a partir de 1945. Blanca da una fecha anterior porque en ese año se forman los primeros sindicatos agrícolas y se habla que ese fue su fundación de hecho. Surgen los sindicatos campesinos —el Inca en Pesillo, Tierra Libre en Muyurcu, Pan y Tierra en la Chimba— que fueron organizados para poner fin a los extremados abusos de los latifundios contra los indígenas.

42. También es importante señalar que ya en 1936, en la ciudad de Quito, se reúne la primera Conferencia de Cabecillas indígenas a la que asisten delegados de todas las provincias. Esta Conferencia tiene éxitos y deja sentada las bases para la conformación de la futura organización nacional de indios.

43. En 1945 bajo la dirección del Partido Comunista del Ecuador se funda la Federación Ecuatoriana de Indios, hoy Confederación de Pueblos y Organizaciones Indígenas Campesinas del Ecuador FEI. Entre los liderazgos indígenas comunistas que impulsaron su conformación podemos señalar a Dolores Cacuango, Jesús Gualavisí y Tránsito Amaguaña.

b) Fundación de la Ecuarunari (1972) y de la Conaie (1986)

44. Daniel Suárez: En 1972 se dio paso a un proceso organizativo que vincula la visión cultural y étnica desde lo indígena y la visión de clase campesina y su lucha por la tierra, y se constituye Ecuador Runacunapac Riccharimui (Ecuarunari) hoy denominada Confederación Kichwa del Ecuador, pero que mantiene las siglas históricas fundacionales. Su fundación constituye un hito histórico y en sus orígenes contó con el apoyo de movimientos de la izquierda ecuatoriana y de la iglesia progresista.

45. En 1980 se crea la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonia Ecuatoriana (Confeniae) con apoyo de la iglesia progresista y militancia de la organización indígena naciente, tanto en la Amazonia como en la sierra ecuatoriana. La coyuntura favorable que se crea con el retorno a la democracia y la visión progresista del entonces presidente Jaime Roldós Aguilera facilita el surgimiento oficial de esta iniciativa, que tiene una visión de reivindicación étnico-cultural y de defensa territorial.

46. Ese mismo año la Confeniae y la Ecuarunari, como fruto de este espacio de coordinación entre las dos instancias territoriales, deciden constituir el Consejo de Coordinación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conacnie) que, en su primer Congreso, en noviembre de 1986, da origen a la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie).

47. La Conaie se plantea la necesidad de apoyar el proceso organizativo de los pueblos indígenas de la Costa e impulsa luego, en 1990, la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Costa Ecuatoriana (Coice), la misma que posteriormente se convierte en la Confederación de las Nacionalidades Indígenas de la Costa Ecuatoriana (Conaice). Con ello pasa a consolidar su proceso de presencia territorial en todo el Ecuador.

48. Blanca Chancoso: La Conaie es entonces el fruto de la alianza de tres organizaciones regionales repartidas en tres principales regiones de Ecuador (sierra, Amazonia y costa) y pretende representar a las nacionalidades indígenas de Ecuador.

c) Frente Único de Lucha Campesina (1970-1978)

49. Blanca Chancoso: También conformamos en los años 70, 76, 77, 78, lo que se llamó el Frente Único de Lucha Campesina, donde estaban todas las federaciones campesinas y la Ecuarunari. Se formó también una coordinación, yo era la vicecoordinadora. Todo eso en la lucha por la tierra.

50. Luis Cubillos: Hay que tener en cuenta también a la organización campesina que se articula alrededor del Seguro Social Campesino, la Confederación Nacional del Seguro Social Campesino (Confeunassc); en Manabí, la organización campesina encabezada por Jorge Loor22; en Esmeralda, las organizaciones campesinas y barriales bajo el liderazgo del comandante Jorge Chiriboga Guerrero23.

51. Todos estos antecedentes nos permiten entender la diversidad de la organización popular en Ecuador y la amplia convocatoria que entonces ella tuvo.

3. ¿Campesinos o indígenas?

a) No se reconocen como campesinos sino como indígenas

52. Blanca Chancoso: Cuando fundamos la Ecuarunari, y luego la Conaie ya no decíamos que éramos una confederación campesina, no, ahora decimos que somos el movimiento indígena. No estamos rechazando a los no indígenas, pero tampoco queremos representar ni a los obreros ni a campesinos. Queremos ser aliados en términos de iguales, queremos que sean los indígenas, los obreros, los campesinos, pero que nos lo digan clarito. Por eso tampoco aceptamos la palabra etnia, la hemos ido borrando. Borramos eso de mayoría y minoría. Preferimos que nos digan los indios, las comunidades indígenas. No nos identificamos con lo social porque nos ponen como cooperativa y no somos una cooperativa, no somos una asociación, un sector social popular; somos comunidades, somos un pueblo entero.

53. Pero era una etapa también de incertidumbre. Todos nos hablaban como campesinos, entonces si hablábamos como indígenas nos calificaban de racistas, otros nos calificaban de folkloristas. Era necesario definir quiénes éramos, dónde estábamos.

b) La izquierda ortodoxa solo habla de campesinos

— A propósito de eso, creo que uno de los grandes problemas de la izquierda de aquellos años era que teníamos una visión del marxismo muy ortodoxa, que hablaba solo de campesinos, obreros y burguesía. Nosotros importamos ese esquema a Latinoamérica, no analizábamos nuestra realidad, para nosotros no existían ni los indígenas, ni tampoco la Teología de la Liberación, porque la religión era el opio del pueblo.

54. Miguel Malo: Era la traducción ortodoxa del marxismo: los obreros son la vanguardia del proletariado. Eso significaba el desconocimiento en la práctica de una serie de movimientos populares que se estaban generando y que nosotros no teníamos la capacidad de entender. Uno de esos fue el movimiento indígena.

55. Blanca Chancoso: El vacío de la izquierda era el de no haber asumido la noción de pueblo y haberse quedado con la de clase. Entonces, al calificarnos como clase obviamente había que hablar de los campesinos, considerados como los trabajadores agrícolas, como obreros, porque estaban en la clase pobre, pero no más allá. Se pegó mucho en el vocabulario de la gente considerarse campesina: había respeto al decir campesino, pero decir indígena era un insulto, entonces muchos decidieron mantenerlo oculto y se autodenominaban campesinos; ahí es cuando empieza la etapa de definición.

56. Justo cuando estamos en el proceso de unirnos los pueblos indígenas como tal ya más ampliamente, cuando está en proceso de formarse la Confederación de los Pueblos Indígenas, la gran pregunta era: ¿qué mismo24 somos? A nivel de insulto nos dicen indios, a nivel de los antropólogos estudiosos nos dicen etnias, a nivel de museos ellos hablan de los aborígenes y, a nivel general, social, nos hablan de las minorías, de las mayorías, o nativos, un simple nombre, menos de lo que somos realmente. Luego, a nivel de la izquierda nos comenzaron a decir campesinos.

57. A nuestros aliados no indígenas, compañeros antropólogos, lingüistas, con quienes comenzamos a conversar les dijimos: “¿Por qué nos dicen campesinos?, ¿qué mismo somos?”, y me dijeron: “Blanca no es campesina”. “¿Cómo que no soy campesina?”. Ahí comenzó el debate: ¿qué mismo éramos nosotros?, ¿de dónde vengo yo?, ¿qué soy? Hicimos todo un listado, discutimos profundamente con los aliados y ellos nos dijeron: “Ustedes mejor vayan y digan que son indígenas”. “No, no somos”. Los compañeros que estaban con nosotros ayudándonos, los sociólogos, lingüistas, antropólogos nos dicen: “¿Para qué nos llaman a nosotros si después no aceptan nada de lo que decimos? Mejor nos vamos”. “Es cierto —dijimos—, no se enojen pero váyanse, porque no nos convencen, son nuestros amigos pero no nos convencen. Vamos a debatir nosotros”. Y continuamos en nuestro debate, comenzamos con todos los materiales.

58. Nosotros somos la raíz, somos naciones originarias, porque tenemos todos los elementos: territorio, historia, lengua. Entonces, no somos del pasado, tenemos un pasado, tenemos un presente, tenemos una historia, tenemos una raíz, por lo tanto, no nos debemos avergonzar. Para no confrontar directamente adoptamos el término de nacionalidad indígena. Eso nos permitió elaborar un proyecto político alternativo, porque ya asumimos que nuestra organización no estaba titubeando y dudando de que si éramos indígenas o campesinos.

59. Definimos y dijimos: “No somos indígenas, nos lo impusieron por una equivocación, con la palabra indígena nos humillaron, nos saquearon, nos robaron, nos marginaron, pero con esa palabra indígena vamos a liberarnos“. La palabra indio, lo que ayer fue insulto, lo que ayer fue humillación y con lo que nos identifican, hoy la usamos como sinónimo de rebeldía, de revolución, de cambio. La nueva generación cuando vea que hemos cumplido decidirá si se debe continuar con la palabra indio, la mantendrá o la quitará, pero para diferenciarnos en nuestra lucha, hemos decidido mantener la nacionalidad indígena en términos generales y los pueblos indígenas como tal, aún sabiendo que no lo somos.

60. Así fue como elevamos nuestra autoestima y después salimos a la luz: somos los indígenas, somos indios, pero hablamos con apellido. “Cuando se quieran dirigir a nosotros en general, si no saben, dígannos indios, ¿de acuerdo?, pero tenemos la raíz de un pueblo y como colectivo somos de la nacionalidad kichwa”.

4. El boom petrolero de los 70

61. Virgilio Hernández: Volviendo un poco atrás, la única manera que tenía el Estado de resolver el problema indígena era a través de la inclusión. Esta idea cobra fuerza a partir de los años 70, cuando en el Ecuador se vive el boom petrolero.

62. No porque en Ecuador no haya existido petróleo antes, en Ecuador se explota petróleo pero en mínimas cantidades desde la década de los 20. Lo hacía básicamente la Shell en la Península de Santa Elena. Pero en los 70 comienza la explotación petrolera en la Amazonia, en el oriente ecuatoriano. Esto genera lo que se llama el boom petrolero, porque básicamente lo que hace es ingresar una cantidad de dinero al presupuesto del Estado que antes no existía. Además, en el contexto —como es una constante en la historia nacional— de mucha fragilidad del sistema democrático formal.

63. Solo para señalar como paréntesis: en el Ecuador, en todo el siglo XX, solo ha habido continuidad constitucional entre el 1948 y 1960 (entonces se sucedieron tres gobiernos) y, luego, desde 1979 hasta hoy. El resto del tiempo hemos tenido dictaduras, gobiernos provisionales, gobiernos transitorios. Eso da una idea de toda la inestabilidad que nos ha caracterizado y que precisamente redunda en que el Ecuador sea un país en permanente disputa entre las élites regionales.

1) Gobiernos militares (1971-1976)

a) Primer momento: dictadura de Rodríguez Lara enrumba al país hacia el desarrollismo y la inclusión de los indígenas

64. Virgilio Hernández: Mencionaba esto porque el boom petrolero del 70 coincide con la dictadura que se vivió entre 1971 y 1979. Esa dictadura tiene dos momentos: un primer momento en que se expresa como un gobierno nacionalista revolucionario —como lo denominó el general Guillermo Rodríguez Lara— que básicamente enrumba al Ecuador hacia un esquema desarrollista. Este es el momento de mayor centralización de funciones en el Estado. Los recursos petroleros son aprovechados para la construcción de infraestructura: se crea la central hidroeléctrica de Paute —que abastece el 45 % de la demanda energética del Ecuador—, la red de carreteras básicas. También se crean una serie de mecanismos a través de los cuales se auspiciaba desde el Estado el proceso de sustitución de importaciones: en esos años creció efectivamente el aparato industrial ecuatoriano.

65. A partir de esta estrategia de sustitución de importaciones y la creciente preocupación hacia el tema rural, surge un programa: “Poder Foderuma” (Fondo de Desarrollo Rural Marginal). En ese momento la preocupación precisamente era tratar el problema indígena y eso básicamente significaba buscar la inclusión de estos pueblos a la nacionalidad ecuatoriana: esa ficción que se había construido con fuerza histórica en el país. Estoy hablando de una nacionalidad homogénea, una nacionalidad que aparentemente nos identificaba a todos. En ese marco de la nacionalidad ecuatoriana, hablar de otras nacionalidades era absolutamente impensable.

b) Segundo momento: triunvirato militar conservador promueve una transición pactada a la democracia (1976-1979)

66. Virgilio Hernández: El triunvirato militar que sucede al dictador Rodríguez rompe con los postulados nacionalistas y adopta posiciones de derecha, conservadoras y represivas. En ese momento, del 76 al 79, se vive en el Ecuador un proceso de transición de la dictadura a la democracia: un proceso pactado entre las élites dominantes y los sectores militares. Las razones son varias: primero, porque comienza a haber una crisis económica y eso provoca las primeras críticas al rol del Estado: se ve la necesidad de un replanteamiento de su papel: pasar de un Estado intervencionista que busca generar posiciones de desarrollo a un Estado que tenga mayor flexibilidad.

67. Yo diría que los militares pactaron también para mantener los privilegios que habían mantenido básicamente hasta el 79 en la historia nacional. Por eso se vuelve al orden constitucional pero, sin embargo, se mantiene la Ley de Seguridad Nacional —con la cual los militares aseguraban su intervención en los momentos de crisis— y se dejaba de lado algunos crímenes que, sobre todo en esa segunda fase de la dictadura, se habían cometido y que el pacto buscaba dejar en la impunidad.

68. Hay que decir, sin embargo, que en los peores momentos de la dictadura en Ecuador, no se vivió el horror del Cono Sur. Sí hubo actos como la masacre de Aztra de 1978; los asesinatos de dirigentes políticos, como el de Abdón Calderón Muñoz, un liberal radical de los años 70; el asesinato de estudiantes, de dirigentes ligados a la línea marxista leninista, como Milton Reyes y otros dirigentes populares; pero de ninguna manera esto se acerca a lo que fueron las dictaduras del Cono Sur. Eso explica por qué las Fuerzas Armadas en el Ecuador gozan de una legitimidad diferente a las de Colombia, Perú y los países del Cono Sur.

2) El progresista Roldós gana las elecciones (1979)

69. Virgilio Hernández: En este proceso de retorno a la democracia empieza a cobrar fuerza el debate sobre la democratización y por eso cuando, en el 79, la derecha se aprestaba a tomar las riendas del control del Estado, se tiene que enfrentar a la alianza Concentración de Fuerzas Populares25 y, contra todo pronóstico, su candidato, el joven abogado Jaime Roldós Aguilera, militante de la Democracia Cristiana, gana la presidencia al candidato socialcristiano (de la derecha), el arquitecto Sixto Durán Ballén.

70. Ya Blanca ha mencionado que Roldós tuvo una posición de enfrentamiento al imperialismo cuando manda a sacar al Instituto Lingüístico de Verano, precisamente un instituto que se encargaba de la penetración ideológica, sobre todo en los pueblos indígenas y yo diría que, en general, en los sectores pobres, a través de instrumentos como los programas de la AID Punto 426, a través de los cuales básicamente lo que se buscaba era un mecanismo de control político, ideológico, disciplinario de los sectores pobres, de los sectores indígenas y campesinos.

71. Este gobierno populista y demócratacristiano hace algunos esfuerzos fundamentales por lograr que la democratización no solo sea el acceso al poder constituido, sino que también existan algunas mejoras fundamentales en la población ecuatoriana.

72. En los primeros momentos de su gobierno hay cambios importantes, por ejemplo, es la primera vez en el país que el salario mínimo se incrementa en un 100 %, se incrementa el sueldo a los maestros, se propone una serie de procesos de cambios importantes que se hacen en el marco de una disputa con los sectores de la izquierda. Se plantea la necesidad de reconocimiento de los pueblos indígenas. Es un primer momento de la democratización dentro de las expectativas que genera con el retorno constitucional. En ese contexto ya empieza a verse la emergencia del movimiento indígena.

5Según el Censo de 2001 los indígenas constituyen el 6,8 % de la población, sin embargo representantes de la Conaie (Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador) atribuyen a la población indígena “el 45 % del total nacional” (Rodrigo de la Cruz:Aportes al Derecho Consuetudinario en la Reforma del Estado, Abya-yala, Quito, 1993). El DIAL (Departamento de Información para América Latina), n. 1454, Paris 1990, estimaba en un 43.6 % la población indígena de los países andinos;Le Monde Diplomatique(agosto 1990) evaluaba la población indígena del Ecuador en 40 %; lo mismo que Guy Hennebelle enLe tribalisme planetaire.Situations ethniques autour du monde. Dans 160 pays, Edit. Arlee Colet, Paris, 1992.

6Confederación de Pueblos de la Nacionalidad Kichwa del Ecuador: Ecuarunari (sigla en quechua de Ecuador, Runacunapac Richarimuri que significa:“despertar de los indios ecuatorianos”. Está estrechamente imbricada en el seno de la Conaie y agrupa a las etnias, pueblos y nacionalidades indígenas más numerosas del Ecuador, por lo que su peso es decisivo en el seno del movimiento. Tiene presencia organizativa como filial de la Conaie en la sierra ecuatoriana. La Iglesia Católica tuvo una influencia relevante en su fundación debido al impulso de las ideas de la Teología de la Liberación. Es fundada en 1972 en la comuna Tepeyac de la provincia de Chimborazo. Asisten más de doscientos delegados representantes de organizaciones indígenas campesinas, cooperativas, cabildos, etcétera, de las provincias de: Imbabura, Pichincha, Cotopaxi, Bolívar, Chimborazo y Cañar.

7Canciller Antonio Parra Gil, miembro del gobierno de Alfredo Palacio (2005-2006).

8Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.

9Se refiere a Venezuela.

10 “Pachakutik es el mito andino, significa el retorno de los viejos y nuevos tiempos. Y es que en la mitología andina hay 3 épocas históricas: la época anterior a la invasión europea, que es considerada como un momento de armonía; la época de la invasión europea, que es considerada como un momento de sufrimiento y angustia; y una nueva época, que es considerada como el retorno a la armonía, pero en una nueva situación”. (“Ecuador: el mito andino”, Fernando Buendía, en la revistaAmérica Libre, no. 18).

11El general Eloy Alfaro lideró la revolución liberal a finales del siglo XIX e inicios del siglo XX: consolidó el Estado nacional y tuvo fuerte raigambre social. Su obra quedó inconclusa por conspiración de la iglesia y sectores vinculados a los terratenientes.

12Guaicaipuro formó una coalición de gran alcance en contra de la conquista española del territorio de la actual Venezuela, con diversas tribus que él condujo durante el siglo XVI en la región central del país, especialmente en Valle de Caracas.

13Atahualpa, el último Inca que fue secuestrado por los españoles en la conquista de los actuales territorios del Ecuador.

14Rumiñahui, su nombre significa “cara de piedra”. Este dirigente indígena resistió mediante la lucha armada a la conquista española en 1535 luego de la muerte de Atahualpa.

15Fernando Daquilema luchó en la colonia contra las mitas en la sierra central del Ecuador.

16Manuela León fue una dirigenta campesina-indígena de la sierra central en el siglo pasado. Luchó junto a Fernando Daquilema, fue asesinada en la plaza central de Riobamba en 1872.

17Lorenza de Abimañay fue dirigenta indígena de Chimborazo, en la sierra central ecuatoriana.



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