El desvelo - Darío Scarnatto - E-Book

El desvelo E-Book

Darío Scarnatto

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Beschreibung

"Thomas es un adolescente de 15 años; es hijo, hermano, nieto y mi sobrino. Thomas se accidentó rumbo a Villa Gesell cuando el vehículo que lo trasladaba volcó. De los ocupantes, él resultó el más golpeado de todos y esto provocó que la vida de su padre, sus hermanos, sus abuelas, sus abuelos, sus tías, sus tíos y, especialmente, la de su madre colisionaran con una realidad hiriente, punzante, agonizante, incierta pero llena de esperanza.  Thomas duerme, pero no despierta; es un barco pequeño que encalló en una costa de aguas que desborda tristezas y trae angustia, dejándolo quieto a la espera de que la marea lo devuelva sano y salvo al mar.  Y entonces ya nadie duerme. El desvelo: a la espera de que la angustia escampe es un libro prometido, un deseo de que Thomas despierte y que, al igual que la pequeña nave, reanude su travesía en la oceánica vida que lo espera y desde la cual le escribo estos textos que subliman la necesidad de hablarle y el deseo de que me responda".

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EL DESVELO

EL DESVELO

A la espera de que la angustia escampe

DARÍO SCARNATTO

Scarnatto, Darío

El desvelo : a la espera de que la angustia escampe / Darío Scarnatto. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-631-6602-20-6

1. Poesía. 2. Relatos Personales. 3. Microrrelatos. I. Título.

CDD A860

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-631-6602-20-6

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Impreso en Argentina.

Te prometí un libro. Te lo dije al oído mientras dormías, y acá está.

A Thomas Galetto.

A Rocco Galetto.

A mis padres.

A Juan Pablo Carrasco.

A Dante Carrasco (por ese abrazo justo y necesario).

A mis amigos —ese colchón de plumas—.

A mis hermanas: Alejandra, Mónica, Silvina, María.

Y, en especial, a ella: Marina, “La Potota”.

Índice

Prólogo (o algo así)

Parte 1: Enero

Parte 2: Lo incierto

Parte 3: Ese desasosiego que sofoca

Parte 4: Algo así como poesía narrativa que te sane, que nos sane

Parte 5: Despertares

Parte 6: Conversaciones con Thomas

Parte 7: Hermanas

Parte 8: Está queriendo escampar…

Parte 9: Hablemos

Parte 10: Comencemos

Epílogo

Última hoja en blanco para escribir los que desees

Prólogo (o algo así)

Minuto cero de un primero de enero de una mañana gris que, en composé con lo trágico, no hace más que confirmar el cliché de una tragedia poco anunciada, pero tan evitable que da bronca. Hundido en una lectura académica, de esas que aburren, corroboro, en una estrategia de distracción del texto, que no respondí a una llamada perdida. “Mi hermana menor y las ganas de decirme: ‘Feliz año’”, pensé. La excusa perfecta para la distracción es tomar el celular, y llamar. Y, del otro lado, su voz de madre quebrada no hace más que ponerle punto de partida a una carrera entre la vida y la muerte. Una carrera que ya la va ganando el tiempo por ventaja, porque marca el ritmo lento de punzantes agujas hechas de angustia, palpitaciones y llanto. Un accidente, un hijo grave, muy grave y, entonces, todos corremos en paralelo, con la incertidumbre a cuestas; corremos sin avanzar, observando atónitos cómo el ciclo natural de la vida se corrompe, y con ello se tergiversan las leyes más simples de una cotidianeidad que creíamos incorruptible. El hijo, grave, cae en un sueño sin alarma que lo despierte, a la vez que nosotros, de tanto correr, caemos en un desvelo contaminado de angustia, a la espera de que despierte.

Parte 1

Enero

Son las 4:43. La realidad colisiona con una ficción de terror que nos habita y nos desgarra. La incertidumbre se cuela con la esperanza, y la fe aparece como agua en un desierto inmenso, seco, agobiante, dolorido y lleno de preguntas. Todo se resignifica, todo se vuelve frágil, hipótesis y teoría de lo incierto. El dolor es punzante, filoso y se siente abrasador acá… justo acá, donde habita el cuerpo .

El desvelo parece activar la memoria emotiva y, entonces, lloro. Me doy fuerzas para dar fuerzas luego. Me sostengo para luego ayudar a sostener. Veo a esa mujer que un día fue niña rogando que todo sea mentira —y yo ruego también que así sea— que alguien nos prenda la luz y diga: “Feliz día de esos que nadie debería festejar…”.

Todo se reduce a una acción: despertar.

Necesito que despiertes.

Que nos mires.

Que volvamos a una normalidad de esas que, si bien no son las ideales, es la que nos tiene juntos, la nuestra. Hijo —porque para mí siempre fuiste un hijo—, te espero despierto a la hora a la que sea que despiertes, corazón.

5:00

De pie.

Parte de mí es el mundo que me rodea, eso que me completa, me equilibra, me da respiro. Parte de mí posee la particularidad de necesitar del otro, en el buen sentido, sano; si el otro es feliz, yo también lo soy. Entonces, pasa que, cuando el otro no es feliz, tiendo a derrumbarme. Dirás: “Ayyy… qué dramático” o “Volando en protagonismo el pibe”, pero es la verdad —al menos, mi verdad—. Si yo no te veo feliz, si no despertás, solo me queda el derrumbe; solo me queda morir de pie, como esos árboles que alguna vez mencionó Casona, pero en este desvelo.

5:59

Entonces, hacés un revisionismo y volvés a los recuerdos, a esas fotos, a esas creencias que una vez te dieron fuerzas. Releés, rememorás, pedís por ese tiempo que pasó y hoy se ve mejor porque es a colores, porque todos sonreímos, porque fue ayer y, a diferencia de aquel día, hoy el presente duele, es sepia… Llevame al pasado a dormir una siesta.

Convierto mis lágrimas en pequeños relatos en busca de un sueño. Cada palabra es un llanto en el que convergen dolor y esperanza.

Dentro en mi psiquis vive suspendido un alienado razonamiento que me traiciona; lo que creía que era normalidad ya no existe. Me abduce el dolor, me enajena y me tira a un costado oscuro de la mente a llorar relatos a la espera de que despiertes.

6:30