Elige solo el amor: El camino de ser - Sebastián Blaksley - E-Book

Elige solo el amor: El camino de ser E-Book

Sebastián Blaksley

0,0

Beschreibung

El camino de ser.  El mundo no nos puede enseñar a ser lo que somos en verdad, porque no nos puede enseñar lo que es el amor. El amor no se puede enseñar. El amor es lo que somos. Llega el punto en el que reconocemos alegremente esta verdad y vivimos en armonía con ella. Es la meta final de todo camino espiritual verdadero y por ende es la meta de Elige solo el amor. El camino de ser es una invitación a dejar de buscar y comenzar a vivir en la verdad que ya conocemos perfectamente puesto que reside en nuestros corazones. Es el fin de la búsqueda espiritual. Es el inicio del camino del amor en tanto expresión de lo que somos. El camino de ser es un camino que no tiene fin. Es la senda de la manifestación del amor santo que somos en verdad, es decir, de nuestra identidad divina. Extender el amor que somos es la razón de nuestra existencia y la fuente de nuestra plenitud. Ser uno con Dios es la verdad que nos hace libres.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 351

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Elige Solo el Amor Libro VIIEl camino de ser

Sebastián Blaksley

Legales

Elige solo el amor

Libro VII: El camino de ser

© de los textos: Sebastián Blaksley, 2019

© de esta edición: Editorial Tequisté, 2022

Coordinación editorial: M. Fernanda Karageorgiu

Corrección: Noelia González Gerpe

Colaboración en corrección: Coralie Pearson

Diseño gráfico y editorial: Alejandro G. Arrojo

1ª edición: abril de 2022

Producción editorial: Tequisté

[email protected]

www.tequiste.com

ISBN: 978-987-4935-18-2

ISBN: 978-987-8958-01-9

Se ha hecho el depósito que marca la ley 11.723

No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su tratamiento informático, ni su distribución o transmisión de forma alguna, ya sea electrónica, mecánica, digital, por fotocopia u otros medios, sin el permiso previo por escrito de su autor o el titular de los derechos.

LIBRO DE EDICIÓN ARGENTINA

----

Blaksley, Sebastián

Elige solo el amor : libro 7 : el camino de ser / Sebastián Blaksley. - 1a ed. - Pilar : Tequisté. TXT, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-8958-01-9

1. Espiritualidad Cristiana. 2. Misticismo. 3. Dios. I. Título.

CDD 248.4

Un mensaje de Sebastián

El amor incluye todo lo que somos. Desde nuestra realidad humana nos puede llevar más allá de nuestras ideologías, culturas, educaciones, personalidades y creencias, hacia lo que no puede ser expresado en palabras porque está más allá de todo límite. Esta es la razón por la que, en esta oportunidad, los ángeles expresan su amor universal utilizando símbolos concretos. En mi caso, los propios de una persona laica, devota del siglo XXI, nacida en Argentina y con educación católica. Sin embargo, durante las manifestaciones, se entiende con claridad que el amor es universal y su voz va dirigida a todos y todo. El amor no hace excepción de personas. Es siempre inclusivo.

Sé, por lo que escucho, veo y experimento, que los mensajes recibidos son para todo el mundo e incluso para todos los tiempos, a pesar de la dificultad que a veces experimentamos por causa de la limitación de las palabras humanas, las cuales pueden separar, a pesar de que están ahí para explorar y unir.

Espero de todo corazón que todos se sientan incluidos dentro del abrazo del amor de Dios, expresado de un modo particular en estos mensajes del cielo, no para que se entiendan estos escritos como especiales ni como un puerto de llegada, sino como un trampolín o puerto de salida desde el cual nos animemos cada día más a expresar con nuestra voz particular el amor divino que vive en nosotros. En otras palabras, dar a conocer esa parte del amor que solo cada cual puede manifestar.

Si somos capaces de entender las palabras y símbolos de esta obra como medios y no como un fin, y recibimos estos mensajes con el corazón y no con la mente pensante, podremos ir, más allá de los símbolos, hacia el amor que los suscita y comenzaremos a recordar a nuestro primer amor, es decir a Dios.

Tal como Jesús lo ha dicho en el capítulo 1 del libro 5 titulado “La dulzura del amor”:

...Antes de seguir adelante por el camino de la dulzura del amor, es importante que recuerdes que los nombres, al igual que las palabras, no tienen un significado propio en relación con el reino de la verdad divina. Sin embargo, en el plano de las percepciones, los nombres pueden significar mucho, al igual que las palabras. No te olvides que el amor no tiene palabras.

En esta obra se han utilizado deliberadamente nombres con un alto contenido emocional y dotados de muchos significados a los largo de siglos. Nombres tales como Jesús, María, Espíritu Santo, Dios, y muchos otros pueden ser signos de contradicción.

No podemos escapar a las leyes de la percepción mientras se viva en ella. Tampoco hay por qué hacerlo. El amor de Dios no se salta nada de lo que hayas creado en tu mundo. Más bien se une a ello y, desde esa unión, lo transforma junto contigo en medios eficaces para que la verdad que está más allá de toda palabra brille libremente.

Esta obra no busca prosélitos ni seguidores. Tampoco busca evangelizar o compartir una sabiduría que otros no conocen. Si esta fuera la meta, esta obra carecería de sentido porque intentaría enseñar lo que todos saben: el amor.

Se han elegido los nombres que se eligieron y el contexto que se eligió para que esta obra salga a la luz por múltiples razones, muchas de las cuales exceden el propósito de estos escritos. Sin embargo, hay una razón que es esencial a la meta de la sanación de la memoria y el refuerzo de tu verdadera identidad...

Estos escritos son una carta de amor de Dios, el padre, para sus hijas e hijos bien amados. Va dirigida a la sanación de la memoria para que, una vez sanada resplandezca en nosotros el recuerdo de un amor que no tiene principio ni fin: el amor de Dios, en cuyo centro vive nuestro ser.

Cómo se originó

El 3 de octubre de 2018, súbitamente una presencia que era todo amor, y cuya magnificencia, belleza y benevolencia no se pueden describir, vino a mí de un modo que nunca había experimentado. Se presentó diciendo: “soy la medicina de Dios”. Se me dio a entender con perfecta claridad que era el Arcángel Rafael en toda su gloria. Me dijo que orara una oración en particular durante nueve días. También me dictó las intenciones por medio de inspiración interior. Así lo hice. La oración consistía en rezar cinco Padrenuestros, cinco avemarías y cinco glorias, tal como estas oraciones son descriptas en la Iglesia católica, a la que pertenezco. 

El día 13 de octubre, al día siguiente de finalizar la novena de oración, comencé a recibir la visita gloriosa de un coro de incontables ángeles de Dios, cuyo amor y belleza son indescriptibles. En el coro viene una voz, que es la de Cristo, la cual es expresada en una forma inefable.

La voz se hace imagen y se muestra en símbolos visibles para el espíritu. Lo visto luego es puesto en palabras escritas y grabado por mi voz humana, para que también quede plasmado en la palabra dicha. Cada sesión viene a mí de esa manera. La secuencia es la siguiente: recibo las imágenes que el coro presenta, luego el coro se retira, los arcángeles Rafael y Gabriel quedan como custodios, o presencias amorosas, hasta que es transcripto el mensaje o la sesión en cuestión.

El glorioso arcángel Rafael es quien guía la transcripción, permitiendo que se reciba el mensaje y que lo mostrado se pueda pasar de imagen a palabra. El arcángel Gabriel es custodio amoroso de todo lo que atañe a la obra; no solo en referencia a la manifestación en sí y a los escritos, sino a todo lo que de ellos surge y surgirá.

Los mensajes, o sesiones, me son mostrados como en un cuadro de gran belleza en el que cada forma (que no tiene forma) es en sí una voz, un “sonido-imagen”. Es como el tañido de un arpa que se hace palabra. Este es una vibración de música celestial cuya frecuencia no es como la de los sonidos del mundo. Es una especie de “vibración- frecuencia” que el alma conoce perfectamente bien y que con perfecta certeza reconoce como la voz del cordero de Dios. Una vez que todo es transcripto, en palabras escritas y dichas, entonces el coro se presenta en toda su gloria una vez más, como si vinieran a buscar a los santísimos arcángeles Rafael y Gabriel, y todos juntos se retiran cantando un hosanna al Cristo de Dios.

Ese hosanna cantado por el coro de ángeles es un majestuoso canto de alabanza y gratitud al creador, por el misterio infinito de amor que es la segunda venida de Cristo. Es un preludio de su venida. Si los hombres fuéramos capaces de comprender, en toda su magnitud, el inefable misterio de amor que significa la segunda venida de Cristo, cantaríamos eternamente las misericordias de Dios en unión con los ángeles y toda la creación.

Durante las visiones, en ciertas oportunidades, me son mostrados textos de otros tiempos, algunos de los cuales nunca había conocido. Ellos encierran dentro de sí una sabiduría que no es del mundo. En particular me han sido mostrados los escritos de la Bhagavad Gita, Santa Teresa de Jesús, la sabiduría sufí expresada por medio de los textos de Rumi, así como pasajes específicos del Antiguo y Nuevo Testamento. Todo ello unido a su significado. Lo que me fue mostrado está reflejado en esta obra. De este modo, la revelación desea expresar que la sabiduría es una y que es la misma voz de Cristo la que se expresa en toda manifestación en la que ella es plasmada, a lo largo de los siglos, sin importar el contexto cultural, religioso o mental de quienes reciben la revelación. En otras palabras, lo que se pretende expresar es que somos una sola mente, un solo corazón, un solo ser, unidos en la verdad.

Cuando el Arcángel Rafael se hace presente en mí y comienza el proceso de traducción de las imágenes y símbolos a palabras escritas, mi voluntad es fundida en una sola voluntad con Él. Somos una misma y única voluntad. No hay un tú y un yo. Y, sin embargo, aún en esa unidad existe la consciencia de que yo soy yo, y Él es Él. Dos personas, una misma voluntad, una misma consciencia de ser, un único propósito santo. La mente pensante queda silenciada en esta absorción de mi ser en el Ser de todo ser verdadero, el cual compartimos como una unidad. Mi consciencia y la suya se hacen una. Lo que la voluntad una dice que se haga, se hace. No existe distancia entre el hágase y su efecto. El resto de mi humanidad responde con docilidad. No hay resistencia. Solo existe un fluir de palabras que vienen desde la Mente de Cristo, como si se tratara de un manantial que fluye desde la cima de un monte. Este torrente de gracia hecho palabra es el que mueve las manos con una velocidad y precisión que superan ampliamente a las que se experimentan en lo que podría denominarse como escritura ordinaria. El alma queda extasiada de amor y con un único deseo, el de permanecer por siempre fundida a su Cristo amado, ser de su ser y de todo ser verdadero.

En los casos en que la mismísima virgen María o Jesucristo se hacen presentes en su persona humana y divina, y se comunican en forma directa, el coro de ángeles del cielo y toda la creación quedan enmudecidos de amor. Un silencio que es sagrado y de pura expectación rodea sus presencias benditas, por decirlo de algún modo. Los ángeles inclinan sus cabezas, fijando sus miradas hacia abajo y quedan arrobados en un éxtasis de amor, veneración y contemplación. Nada ni nadie se atreve, ni puede, interrumpir el silencio santísimo en el que el universo queda sumergido ante la soberana presencia de María y de Jesús, cuando le hablan en forma directa a nuestras almas. Esto se debe a que ese espacio de dialogo, entre Cristo y el alma, es un espacio inviolable. Es el templo sagrado de la intimidad del alma con Dios.

Durante las manifestaciones, todo mi ser experimenta una gran paz y alegría. Es como si fuera abrazado por el amor universal. Al finalizar la misma, el cuerpo manifiesta un gran cansancio. Pareciera que le cuesta sostener la energía que recibe. La parte de la manifestación que incluye al coro de ángeles, la voz y las imágenes, es algo que ocurre en cualquier momento, lugar o circunstancia. Sin embargo, la transcripción de los símbolos recibidos en palabras escritas y luego dicha ocurre cuando puedo ponerme a disposición para hacerlo. Puede ser en forma inmediata o varios días después. 

El mensaje principal de esta obra podría resumirse de la siguiente manera: ha llegado el tiempo de una nueva humanidad. Una humanidad que está lista para que manifieste en cada uno de nosotros al Cristo viviente. Somos Cristo. Esta es la verdad acerca de nosotros, aunque nos percibamos de un modo diferente. Ya estamos preparados para poder vivir la vida en la certeza que dice: ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. Ayudarnos a hacer real esta verdad en nuestras vidas, aquí y ahora, es de lo que se trata esta manifestación. Todo el cielo nos ayudará en este santo propósito, pues es en sí el segundo advenimiento.

Espero de todo corazón que quienes reciban esta manifestación se dejen amar cada día más por Dios, y de esa manera sean transformados por la belleza de un amor que no tiene principio ni fin.

Descripción de las manifestaciones

Cuando los arcángeles vienen, vienen sin alas. Son como personas (personas humanas) con túnicas. La túnica de San Rafael es verde y el borde de la túnica es dorado, la de San Gabriel es rosa, casi blanca, con el borde amarillo. Todas las túnicas son majestuosas, como si estuvieran hechas de una seda muy preciosa.

Las caras son alegres, radiantes, con una piel amarillenta muy clara y todos tienen el pelo largo hasta el hombro, como si fueran dorados, rubio-dorado... Sus ojos son verdes... Todos tienen características particulares, de modo tal que se identifican muy bien en su singularidad. Sus cuerpos están radiantes de luz en un brillo sereno que genera paz a la vista y un gran sentido de belleza y armonía.

En el coro de los ángeles hay muchos de ellos con túnicas de color rosa claro y azul claro, otros con dorado claro... Todos en colores pasteles, con una luminosidad serena. Algunos tienen túnicas verdes, como si fueran esmeraldas, pero un poco más tenues.

Sorprende la expresión de felicidad permanente. Todo es alegría en ellos, ángeles y arcángeles. Un día me dijeron que irradian felicidad perpetua porque siempre dan alegría.

La presencia de los ángeles está rodeada de luz blanca y majestuosa, como si vivieran en un mediodía eterno de amor y luz que nunca se apaga. Además, la visión se presenta con una canción que es un coro celestial, el cual suena en todos los rincones del universo. Es como el sonido de millones de arpas que suenan al unísono, formando una sinfonía amorosa de gran armonía.

Las vibraciones son de tal cualidad, que calman la mente y el corazón, dando paz a todo el ser. Uno sabe, sin saber cómo, este himno es una especie de himno-oración-alabanza que es canción inmemorial. Es el canto de gratitud de la creación hacia Dios, Padre y creador, por haberla llamado a la existencia. Es la música celestial que el alma ha dejado de escuchar y que cuando regrese a la casa del Padre, recuperará y volverá a oír. Es una canción olvidada y amada por siempre por el alma que ama a su Padre y creador.

Cabe señalar que la belleza inefable de las visiones de los ángeles y los arcángeles, la cual no puede expresarse plenamente en palabras humanas, deja al alma sumergida en un éxtasis de amor y arrobamiento, del cual participa todo el ser. No hay alegría, ni felicidad en la tierra que pueda compararse con este éxtasis que genera la visión de la grandeza, magnanimidad y hermosura de los ángeles y arcángeles.

La inteligencia angélica es de tal grado que supera todo entendimiento del mundo. Sus pensamientos viajan a una velocidad que no se puede describir, incluso más rápido que el pensamiento humano. Sus pensamientos no tienen distorsión de ningún tipo, son pensamiento puro y no hay contradicción de ninguna especie. Todos son caridad perfecta y solo expresan una cualidad de santidad. Así como un relámpago atraviesa el firmamento, tanto más rápido los pensamientos angelicales atraviesan la mente.

La humildad, prudencia y simplicidad son las características centrales de los ángeles, y su mayor alegría es servir. Servir a Dios, sirviendo a toda la creación. Aman a los seres humanos, animales, plantas, piedras, elementos y todos los aspectos materiales e inmateriales de la creación, con un amor y ternura que, cuando se experimenta, es capaz de derretir incluso el corazón más duro. Estoy convencido de que la dureza del corazón procede muchas veces de una falta de experiencia de amor perfecto. Si cada uno de nosotros conociera el amor de Dios, no solamente lloraríamos de felicidad, sino que nos haríamos uno con el amor, y de nosotros brotaría solo amor.

Si bien la belleza y la magnanimidad de las visiones angélicas son inefables, estas son solo un pálido destello en comparación con la magnificencia, grandeza y cualidad inefable de Jesús y María. Nada en el universo se parece a lo que son sus corazones en términos de su realidad indescriptible.

El corazón de Jesús y María son la belleza eterna. Son la hermosura que no puede ser nombrada. Son Dios mismo hecho hombre y mujer. Son la alegría de los ángeles y la veneración de la creación. De ellos brota toda armonía, grandeza y santidad.

Las miradas de Jesús y María derriten todo el universo, por la ternura y el amor que irradian. Sus sonrisas son la pureza en sí misma y de ahí es que brota su hermosura. En su presencia, el alma queda fascinada en un éxtasis de veneración y contemplación que la deja muda. El alma se queda sin palabras y exhala un gemido de alegría que dice algo así, como un “¡ah!”.

Personalmente creo que el cielo consiste en tener la alegría de contemplar eternamente las miradas y sonrisas de Jesús y María.

Espero que se sepa entender algo de lo que intento decir al intentar describir lo indescriptible. Solo digo lo que veo, experimento y escucho. Solo digo que el cielo existe, que Dios existe y que es amor.

Esto es lo que me es dado a ver, oír y entender.

Con amor en Cristo,

Sebastián Blaksley, un alma enamorada

Buenos Aires, Argentina, enero de 2019

Nota aclaratoria

Tal como ha sido transmitido por la voz de la conciencia de Cristo, el mensaje central de la obra, es el siguiente:

«Ha llegado el tiempo de la relación directa con Dios, una relación sin intermediarios, tal como lo era en el origen del tiempo».

En la relación directa con Dios es donde se alcanza la plenitud del ser y, por ende, la plenitud del amor. Esto se debe a que es en Dios donde eres tal como él te creó para ser. Es en la relación directa entre el creado y su creador donde el ser se conoce a sí mismo en la verdad de lo que es. Conocerse a sí mismo, tal como Dios lo conoce, es un anhelo inherente del ser, porque ser y conocer son en verdad uno y lo mismo.

Dado que el amor es relación, puesto que es unión, el amor divino solo puede conocerse en la relación con lo divino, es decir, con Dios. Dicho llanamente, conocerse a uno mismo en la relación directa con Dios es conocer a Dios, fin último de todo ser. Conocer a Dios es tu meta y tu destino.

En la relación directa con Dios es donde descubres, por medio de la revelación, la verdad de lo que eres: el Cristo viviente que vive en ti. Vivir en armonía con este descubrimiento es lo que significa retornar al amor.

Preludio

Un mensaje de la voz de Cristo a través de un coro de ángeles, en presencia del arcángel Rafael y el arcángel Gabriel

Se han unido las aguas de la vida. Se han fundido los torrentes del amor hermoso. Un nuevo ser ha sido reconocido. Una nueva vida ha sido consagrada a la verdad. Cantan las aves del cielo. La alegría reina en la creación. El amado y la amada se han fundido en la belleza de la santidad. La pureza ha sido ensalzada, la verdad honrada, el amor reconocido.

Ha llegado la amada cargada en los hombros del amado. Ha llegado la vida. Una eterna verdad es revelada, escrita en el mundo para que todos los que deseen la puedan ver y seguir. Un alma ha llegado al umbral de la expresión de su verdadera identidad.

Alma que has llegado hasta aquí. Desde antes de que existiera el tiempo, en mi corazón te concebí para que fueras la hermosura de mi ser. Antes de que el viento pudiera soplar, pues no había sido creado el movimiento, tú eras en mi divina mente de amante perpetuo. Mi alegría consistía en esperar a que este tiempo llegara. Un tiempo sin igual. Un tiempo en el que la luz de la gloria comenzaría a resplandecer como nunca antes, pues resplandecería a través de ti. Mi alma enamorada. Mi divino hijo.

¡Cuánta hermosura emana de tu ser, expresada en múltiples colores! Embellecen la tierra y el cielo. Colorean la vida que ha sido dada. Son como olas que fluyen desde el centro de tu corazón, donde juntos somos la unidad del ser, y se extienden por todo el universo llevando vida a lo que tocan. Son como lenguas de fuego que dan calor y no queman. Son las llamas del amor santo que brotan desde tu ser para crear amor sin cesar. Incendian la tierra, despiertan los corazones para más amar.

Un coro de ángeles te rodea. Permanecen unidos al hijo del amor.

Una nueva creación está naciendo en este lugar santo, en el que todo lo recorrido ha sido dejado a un lado, para dar paso a la libertad del poder de expresión del amor. Un poder sin igual. Una fuerza que sostiene la existencia. Una realidad tan visible como lo son las montañas y las flores que embellecen la tierra y de cuyo poder surgen. Una potencia capaz de crear tanta diversidad, como las incontables formas de vida que surcan los océanos y de astros que flotan alegremente en el espacio universal, sin alterarse, sin cambiar un ápice su órbita, pues descansan por siempre en la benevolencia de la realidad.

Toda expresión que surgirá de ti ahora será una conmigo en razón de nuestra unión divina. Ya no hay necesidad de aclarar quién es el que te revela esta verdad. Ahora sabes que es tu verdadero ser. Siempre unido al amor. Siempre unido a la fuente de la vida eterna.

Ahora el mundo te conocerá en toda tu gloria. Tu voz se oirá hasta en los confines del universo. No habrá tiempo que no reciba el eco de las melodías de nuestro corazón enamorado. Alma bendita. Ser santo. Pureza de Cristo hecha realidad. Eres una bendición para el mundo. Eres luz para las naciones.

Una voz, por tanto tiempo acallada, comenzará a hablar cada vez con más fuerza y seguridad. Ya nada quedará oculto. La belleza de los tesoros de nuestro corazón, unidos en santidad, será expuesta a la luz para que aquellos que andan por el mundo, sedientos de amor y verdad, puedan echar mano de ellos.

Las delicias de nuestro amor santo serán dadas a todos. Así, los que están más llamados al amor podrán gozarse en nuestra hermosura, y unirse a nuestro canto de alabanza y gratitud.

Darnos por entero será el sello de nuestra expresión. Servir al amor, la alegría del fruto de nuestra unión. En virtud de ello, el mundo contará con una nueva luz. Los que buscan consuelo lo encontrarán. Los que anhelan la verdad la recibirán. Los que andan a tientas queriendo hallar al amor dejarán de buscar, pues en razón de nuestra divina unión, reconocerán que el amor es lo que son y que su ser va donde sea que quieran ir.

Ha llegado el tiempo de la verdad. Ha llegado el tiempo de ser.

1 Nuevas melodías de amor

Un mensaje de la voz de Cristo a través de un coro de ángeles, en presencia del arcángel Rafael y el arcángel Gabriel

I. Un cielo despejado

¡Alma bendita, hermosura de la vida eterna! Aquí estamos tú y yo. Unidos en un tiempo y lugar que se ha fundido en lo eterno. Juntos somos la luz del mundo. Unidos somos el sol de la vida. De nuestra relación de puro amor ha nacido una nueva realidad. Una de pureza y santidad. Somos una sola mente, un solo corazón, un solo ser santo. En nuestra unidad somos tal como siempre hemos sido. Somos la inmutabilidad del ser expresándose por siempre, en la luz de nuestra gloria.

Hemos llegado juntos hasta este punto sagrado. Un punto que no tiene principio ni fin. Un punto en el que convergen el universo y toda creación emanada de mi divinidad en razón de nuestro amor santo. Hemos llegado a las cimas máximas de la santidad. Nada ni nadie puede sobrepasar en altura la elevación de este lugar bendito al que hemos arribado, asidos de la mano y fundidos en nuestros corazones, porque más allá de esta morada no hay nada. Has entrado a la morada del ser.

Hagamos silencio por un instante. Descalza tus pies y deja atrás las sandalias que has traído. Entrégaselas al viento que aquí sopla. Un viento de nueva vida. Un soplo de amor que renueva la faz de la tierra. Él sabrá qué hacer con ellas. Suéltalas. Desnúdate. Ven como el alma niña que eres, siempre abierta a descubrir las maravillas que tu Padre creó, los regalos benditos que el amor le regala a cada instante. Ven dispuesta a recibir. Ven dispuesta a dar. Ven dispuesta a servir.

Te he traído hasta este puerto de salida por medio de los hilos invisibles de mi divinidad, hilos dorados que no se ven pero se sienten, hilos de pureza, amor y verdad. El soplo de mi divino amor ha movido tu barca, llevándola desde las aguas del olvido, hacia los serenos torrentes de agua viva en los que ahora navegamos juntos con alegría y en paz.

Has arribado a un tiempo en tu vida, cuya magnificencia no puedes siquiera imaginar. Ni los tesoros más grandes del mundo ni la majestuosidad de la creación pueden siquiera compararse a lo que aquí se está creando como fruto de nuestra unión. Has llegado a la morada del ser.

Un nuevo canto ha nacido en el cielo, una nueva luz brilla en el universo, una nueva melodía de amor es entonada por los ángeles de Dios. Es el himno de alegría de la creación por tu llegada ante el portal del camino de ser. Un camino que no tiene igual. Un camino que esperaba tu arribo, tanto como una madre espera con ansias el nacimiento de su amado niño.

Aquí no hay espacio para la locura, ni para la tempestad de los mares bravíos. Aquí solo hay espacio para la vida, la paz y la creación. Nada turbará tu mente ni tu corazón nunca más, puesto que todo aquello que afligía tu alma ha sido olvidado para siempre, ha sido borrado del recuerdo de tu corazón enamorado. Ahora solo habrá expresión del ser. Extensión del amor. Un dar sin límites. Un servir a la causa y al efecto del amor.

Amada que has llegado a las tierras del cielo. Dime, ¿qué otro propósito puede tener el camino de ser, sino el de servir al propósito del amor?

Desvelo del divino amado, cuánta alegría siente mi corazón al saber que gozaremos juntos, en unidad con todos, de la libre expresión de tu ser. Cuánta dicha hay en el dulce reconocimiento de la belleza que eres y en tu libre determinación de vivir para siempre sumergida en esta verdad que te ha hecho libre. En verdad, en verdad te digo, que contemplar la más hermosa de las puestas del sol o la belleza de un amanecer, es un pálido destello en comparación a la hermosura del cielo de tu ser santo.

¡Oh, alegría de las almas que han retornado a la verdad! Ellas cantan sin cesar nuevas melodías de amor. Crean música para embellecer el cielo y la tierra. Entonan cánticos de alabanza a la vida. Viven alegres en los brazos de su amado. Van destellando dulzura a su paso. De su realidad emana la pureza del corazón. Son la expresión viva del amor.

Hija del viento y del sol. Delicia de mi corazón. Has de recordar ahora que el ser que eres en verdad es lo que todo buscador de la verdad ha estado buscando, cuando buscaba, y que todo amante anhelaba cuando vivía sumergido en la añoranza de un amor que no tiene principio ni fin. La unidad que se deseó no era otra cosa que la unión con tu ser. Una unión entre tú y yo, en la que ambos nos fundimos en un nosotros que extiende la realidad del amor.

Aquí no hay espacio para las ilusiones, porque aquí solo existe la verdad. Aquí hay creación. Aquí hay expresión de pureza y santidad. Aquí hay realidad. Aquí vivimos tú y yo, entrelazados por el hilo invisible del amor perfecto. Ya no hay espacio para las tentaciones que un día llevaron a mi amada a pensar que tenía que centrar su vida en cosas que nada tenían que ver con la expresión bendita de su ser. La supervivencia, el reconocimiento de los demás, la aceptación de los semejantes, los planes de la vida. Todo eso quedó tan atrás, que ni siquiera existen recuerdos de su existencia.

Ahora, el camino está despejado. El firmamento se muestra en toda su belleza, sin nubes que lo surcan. Un cielo diáfano ha sido recreado, es la belleza de tu mente despejada de todo lo que no era verdad acerca de ti.

Ahora, la mente está en condiciones de recibir la verdad y aceptarla en unión perfecta con el corazón. Ya no hay resistencia. Solo hay alegría de ser, deseo vehemente y sereno de expresar el amor que no es del mundo, pero sí que es del corazón que vive enamorado. Enamorado del amor. Enamorado de Cristo. Corazón amante. Corazón ardiente en el deseo perenne de unión.

Ahora el deseo se ha hecho fuego que incendia lo que eres. Es el fuego que emana de las entrañas mismas del ser que eres en verdad. Es el mismo fuego con que se ha creado la vida y la sostiene en la existencia. Es el fuego de Dios, ardiendo sin cesar en los corazones, en el centro de toda creación celestial. Fuego sagrado. Fuego que da calor al ser y extiende su dulzura a todo lo que lo rodea.

II. La música del corazón

Escuchad todos, la canción del amante y la amada. Oíd, cómo de nuestra unión brotan himnos de alabanza y gratitud. Son las melodías del cielo que se cantan en el corazón enamorado que se ha entregado al ardor del amor creador. La música del alma es liberada para que todo aquel que desee saborearla pueda hacerla. Nuevos colores son pintados. Nuevas notas descubiertas. Nuevos tonos expresados. La novedad de la expresión única de un ser, tu ser, se va haciendo visible cada vez más, incluso para los sentidos del cuerpo físico.

Ahora tu humanidad es una explosión divina del ser que expresa su santidad. ¿Qué otro propósito puede tener el amor, sino el de extenderse eternamente, expresándose tal como es en verdad?

Qué dicha es tener certeza. Cuánto júbilo existe en nuestros corazones. Cantamos con inmensa gratitud por haber llegado al camino que nos permite tener, no solamente un inequívoco sentido de felicidad, sino una profunda y sincera certeza de propósito.

Dicha, plenitud, significado. Estas serán las tres hermanas que nos acompañarán por siempre desde ahora, como santísima trinidad. Seremos multitud en razón de nuestra unión. Muchos corazones serán atraídos al amor hermoso al escuchar nuestro canto. Ellos, corazones enamorados, sabrán reconocer en nuestra expresión la dulzura del amor, la vehemencia del fuego ardiente de nuestra unión. Quien nos mire quedará prendado por el recuerdo que existe en sus almas purísimas; el recuerdo de su primer amor, es decir, del amor de su creador.

A vosotras, almas benditas que recibís el calor de nuestra unión. Has de reconocer que en la unión con el amor que soy en verdad, reside vuestra dicha y plenitud, tal como existe en todos los corazones. Vosotras que sois agraciadas con la recepción de estas palabras que el amado divino os regala por amor, debéis saber y aceptar que sois las almas más llamadas al amor. Esto es un don y una misión.

Habéis venido al mundo como florecillas puras para embellecer el jardín del amado. Vosotras conocéis el amor. Habéis sido heridas en vuestros corazones. Habéis llorado ante la ausencia de belleza y santidad. Habéis buscado incansablemente a ese amor que fuera capaz de daros la seguridad que andabais buscando en un mundo inseguro. Habéis luchado contra viento y marea por seguir vuestro destino. Por ser quienes realmente sois, y no quienes otros dicen que debéis ser. ¿Creéis que todo eso es por casualidad? Sabéis que no.

Vosotras, destinatarias benditas de estas palabras, y muy especialmente de mi amor de predilección, os digo que vuestro modo de sentir y de ser es el medio por el que mi sagrado corazón, en unión con el inmaculado corazón de María, se expresará en la tierra, abriendo un portal de pura luz y verdad. Por medio de esa puerta abierta al cielo que sois cada una de vosotras, el flujo del amor divino entrará cada vez con mayor luminosidad hasta crear una nueva realidad. Todo esto se hará por medio de vuestra libre expresión de la santidad que sois en verdad. Vosotras sabéis amar con pasión. Sabéis distinguir muy bien dónde reside el amor. Vuestros corazones son dulces como la miel y poderosos como el rugido de un león.

Almas que habéis elegido solo el amor. A cada una de vosotras os dirijo mis palabras de vida eterna. Desde el cielo he venido, por medio de esta mano amiga, escriba del cielo, para deciros de este modo particular cuánto os amo. Cuán bellos son vuestros corazones. Cuánta alegría dais a mi ser. Sois las delicias de mi divinidad. En vuestras mentes santas y vuestros corazones enamorados he hallado mi complacencia. He anidado para siempre. He hecho mi morada santa.

Corazones enamorados. Alegría del cielo. Pasión de la vida. Vosotros sois la salvación del mundo. Sois la esperanza que no defrauda. Sois la garantía de la segunda venida de Cristo, pues yo solo vivo en los corazones ardientes que viven consumidos en el amor divino. Aquellos que han sido incinerados en el fuego del amor hermoso. Los que han llorado ante la falta de amor. Los que han sido quebrantados ante el desamor de un mundo que pide a gritos que le mostréis el amor perfecto, el cual vosotras conocéis muy bien. Vivo también en los corazones que se alegran por poder amar y ser amados. Los corazones que sonríen a la vida aún en medio de los desafíos del mundo, porque en el centro de su ser reconocen que el amor vive en ellos.

Mi morada se levanta también en aquellos que han hecho de la verdad su única realidad, los que han aceptado que son santos, bellos, perfectos. Los que han reconocido su eterna inocencia. Ellos son un regalo del cielo para la tierra. Son los tesoros de mi divino amor, traídos al mundo para que este conozca la belleza de un amor que no tiene contrario. El amor de Dios.

Vosotros que recibís estas palabras, daos cuenta de que sois quienes tenéis una misión sin igual. Vuestra función es ahora traer a vuestras hermanas y hermanos a este lugar al que vosotros habéis llegado. Al lugar donde la libre expresión del poder del amor que sois en verdad se manifiesta en toda su gloria. Un lugar de pura expresión. Un lugar donde cada cual será lo que es en verdad, y expresará esa verdad. Un lugar de libertad y ternura. Un lugar de amplitud. Un lugar de santa aceptación e inclusión. Un lugar de alegría sin fin.

¿Podéis acaso comenzar a imaginar cuántos cuadros bellos serán ahora pintados? ¿Nuevos cuadros, llenos de hermosura y pureza, que antes no existían en la expresión visible del mundo? ¿Podéis ya empezar a imaginar la belleza de las nuevas melodías de amor que serán entonadas, en razón del poder que tiene el amor para crear música? Comenzad ya mismo a saborear de las nuevas poesías que nuevos poetas regalarán al mundo y con ello lo embellecerán. Nuevas expresiones, nunca antes vistas, serán ahora puestas a la vista de todos.

Comienza un tiempo sin igual para la humanidad. El tiempo de la libre expresión del poder del amor. Un tiempo signado por la libertad de ser. Libertad que se manifestará con expresiones muy concretas, todas ellas llenas de amor y bondad. Vosotros que habéis llegado primero entre muchos a este lugar, tomad consciencia de lo que se os está diciendo. Habéis recorrido un largo camino a casa. Un camino que os trajo hasta aquí. Lo habéis hecho porque este lugar al que habéis arribado era el propósito de vuestra existencia en este mundo.

El haber llegado hasta aquí es el medio perfecto para poder ser conscientes de lo que sois. El ser fue creado por amor, nada más. Es extensión de la santidad. Es expresión perfecta de la verdad. No tiene ninguna tarea que hacer. No tiene una misión propiamente dicha. No tiene obligaciones, ni planes de ninguna especie. No busca nada. No desea nada. No necesita nada. Simplemente es. Y porque es, tiene un impulso inherente a expresarse libremente y en armonía con aquello que es. Esa fuerza impulsora del ser lo lleva a crear formas de expresión siempre nuevas, siempre bellas, siempre auténticas. Esta es la razón por la que no existe camino más elevado, que se pueda recorrer, que el camino de ser. Un camino donde lo que eres en verdad se manifiesta plenamente.

Dado que lo que eres ha sido establecido por Dios desde toda la eternidad, solo en la unión de tu corazón con el divino corazón es donde puedes ser tú mismo en espíritu y verdad. Solo en ese amor que procede de Dios, y que es la esencia de tu ser y de todo lo que existe, es desde donde puedes expresarte en verdad. ¿Por qué? Porque eres la verdad, el amor y la vida. Eres el camino.

III. La roca firme

El mundo no te puede enseñar a ser lo que eres en verdad, porque no te puede enseñar lo que es el amor. Tampoco lo necesitas. El mundo no enseña nada. Nunca tuvo la función de enseñar nada. El mundo es simplemente un escenario donde expresas lo que eres o lo que no eres. Es decir, es como una gran galería de arte donde cada uno de vosotros exponéis vuestras obras. Simplemente eso.

¿Verdad que no tiene sentido que un pintor culpe a la sala de exposiciones por lo que cree que son sus obras? Él mismo las pintó y las expuso, porque no podía dejar de expresarse. El impulso a exhibir lo que emanaba de sí mismo era más fuerte que él, por decirlo de algún modo. Y como era mejor expresarse que no hacerlo, expresó lo que podía conforme al conocimiento de la expresión. Quizá al pintor no le hayan gustado las obras que expuso, las cuales salieron de su corazón, pues este es la fuente de todo ser. Sin embargo, que eso haya ocurrido es un asunto de cuánto el autor de esas obras se ama a sí mismo en verdad y santidad.

Amar lo que eres, es amar también tu expresión. De tal modo que si, en algún momento de tu vida, crees que lo que salió de ti era algo indigno de ser amado, entonces lo que ha ocurrido es que no habías alcanzado la plenitud del amor. Cuando regresas al estado de ser, no puedes más que amar a tu ser, lo cual es lo mismo que decir que amar lo que eres y, consecuentemente, su expresión. Toda expresión que surge de ti es digna de ser amada, en razón de lo que eres. Es en el plano de la expresión donde has tenido tus caídas y donde te has levantado, donde han nacido tus frustraciones y enojos más encendidos. Es en el reino de la expresión donde has encontrado los obstáculos que has percibido como limitaciones a tu voluntad.

No ser el que eres en verdad es una auténtica tragedia. No solo para ti, sino para todo el mundo, pues cada vez que se niega al ser y, por ende, a su expresión, se niega una luz de hermosura y pureza para todos. Crear un nuevo mundo es regalar sin interrupción la expresión del amor que eres. No hay otro modo de crear nada porque, tal como se ha demostrado en esta obra, el amor es el fundamento de la creación y solo el amor crea.

Expresarse y crear es lo mismo. Lo que en este camino haremos es reconocer lo que es necesario para que tomes consciencia de que, en primer lugar, ya estás listo para permitir que tu ser se exprese libremente en unión con la verdad que es siempre verdad. Y, en segundo lugar, que reconozcas que el libre albedrío se te ha dado no para que elijas el amor o no, aunque puedas usarlo para ello, sino que se te ha dado para que elijas conmigo la forma en que expresarás el amor que eres en verdad.

¿Verdad que ahora todo cobra sentido? La idea de que se te había dado la libertad para poder eventualmente negar tu ser es una idea que no tiene ningún sentido, si se la examina bajo la serena luz de la verdad. Si bien es cierto que la mente hizo ese uso de lo que el don de la libertad era, lo cierto es que es un uso indebido. En otras palabras, usar la libertad para elegir no amar es un abuso del poder de ser libres. Nada de eso forma parte del plan de Dios, porque el amor es incapaz de pensar en nada que sea negar su esencia. ¿Con qué fin podría concebir una idea tan alocada?

Se te dijo en reiteradas oportunidades que eras libre, que siempre lo has sido y siempre lo serás. Eso es eternamente verdad. Sin embargo, lo que no se había aclarado lo suficiente es en qué sentido se había promulgado semejante verdad.