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Jean Racine

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Beschreibung

Fedra  de Jean Racine  es una tragedia clásica que explora el poder destructivo de la pasión, el destino y el conflicto moral. Inspirada en la mitología griega y en las obras de Eurípides y Séneca, la obra sigue a Fedra, esposa del rey Teseo, quien se ve consumida por un amor ilícito e incontrolable hacia su hijastro, Hipólito. Mientras lucha contra sus deseos prohibidos, el engaño y la falta de comunicación conducen a consecuencias trágicas, resaltando la inevitabilidad del destino y los efectos devastadores de la debilidad humana. Desde su estreno en 1677, Fedra ha sido celebrada por su verso elegante, profundidad psicológica e intensa carga emocional. El dominio de Racine del verso alejandrino francés clásico y su habilidad para retratar el tormento del alma humana han asegurado a la obra un lugar entre las más grandes del teatro clásico francés. Los temas de culpa, honor y la lucha contra el destino continúan resonando con el público de todas las generaciones. La relevancia perdurable de la obra radica en su exploración de la fragilidad de la naturaleza humana y la tensión entre el deber y el deseo. Fedra sigue siendo una poderosa meditación sobre la pasión y la caída, ofreciendo una reflexión atemporal sobre las consecuencias de las emociones desbordadas y el ineludible control del destino.

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Seitenzahl: 72

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Jean Racine

FEDRA

Título original:

“Phaedra”

Sumario

PRESENTACIÓN

FEDRA

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

ESCENA TERCERA

ESCENA CUARTA

ESCENA QUINTA

ACTO SEGUNDO

ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

ESCENA TERCERA

ESCENA CUARTA

ESCENA QUINTA

ESCENA SEXTA

ACTO TERCERO

ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

ESCENA TERCERA

ESCENA CUARTA

ESCENA QUINTA

ESCENA SEXTA

ACTO CUARTO

ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

ESCENA TERCERA

ESCENA CUARTA

ESCENA QUINTA

ESCENA SEXTA

ACTO QUINTO

ESCENA PRIMERA

ESCENA SEGUNDA

ESCENA TERCERA

ESCENA CUARTA

ESCENA QUINTA

ESCENA SEXTA

ESCENA SEPTIMA

PRESENTACIÓN

Jean Racine

1639-1699

Jean Racine fue un dramaturgo y poeta francés, reconocido como uno de los más grandes autores trágicos del siglo XVII. Figura clave de la tragedia clásica francesa, Racine es conocido por su magistral uso del verso alejandrino y por su exploración de la pasión humana, el destino y la justicia divina. Sus obras, centradas a menudo en intensos conflictos psicológicos, continúan siendo estudiadas y representadas como pilares del teatro clásico.

Vida temprana y educación

Jean Racine nació en La Ferté-Milon, Francia, y quedó huérfano a una edad temprana. Recibió una excelente educación en la escuela jansenista de Port-Royal, donde desarrolló un profundo conocimiento de la literatura clásica, especialmente de la tragedia griega y romana. A pesar de sus vínculos iniciales con el movimiento jansenista, que desaprobaba el teatro, Racine siguió una carrera como dramaturgo, atraído por las posibilidades dramáticas de las emociones humanas y los dilemas morales.

Carrera y contribuciones

La carrera teatral de Racine floreció en la corte de Luis XIV, donde se convirtió en rival de Pierre Corneille, otro gran dramaturgo de la época. Sus obras, escritas en un verso alejandrino elegante y preciso, retratan personajes consumidos por pasiones abrumadoras, que a menudo conducen a consecuencias trágicas. Entre sus obras más célebres se encuentran Andromaque (1667), Fèdre (1677) y Britannicus (1669).Fèdre, ampliamente considerada su obra maestra, narra la historia de una reina atormentada por un amor prohibido, dividida entre el deber y un deseo incontrolable. Influenciada por la mitología griega y Eurípides, la versión de Racine intensifica la profundidad psicológica de sus personajes, convirtiéndola en una piedra angular del drama clásico francés.

Impacto y legado

Las tragedias de Racine se caracterizan por su lenguaje refinado, su estricta adhesión a las unidades de tiempo, lugar y acción, y su exploración de la fragilidad humana. Su capacidad para combinar la belleza poética con el realismo psicológico lo destaca como un maestro del género trágico. Su influencia va más allá del siglo XVII, inspirando a dramaturgos, poetas y teóricos literarios.

A pesar de haberse alejado del teatro en los últimos años de su vida para centrarse en obras religiosas, el legado de Racine permanece intacto. Sus obras continúan representándose en todo el mundo, celebradas por su intensidad emocional y brillantez estilística.

Jean Racine murió en 1699 a los 59 años. Aunque se distanció del mundo teatral en sus últimos años, su impacto en la literatura francesa es innegable. Hoy, Racine es considerado uno de los más grandes trágicos de todos los tiempos, y sus obras se sitúan junto a las de Shakespeare y Sófocles en el canon del drama universal. Su exploración de la pasión humana y el conflicto moral asegura que sus tragedias sigan siendo tan poderosas y relevantes como siempre.

Sobre la obra

Fedra de Jean Racine es una tragedia clásica que explora el poder destructivo de la pasión, el destino y el conflicto moral. Inspirada en la mitología griega y en las obras de Eurípides y Séneca, la obra sigue a Fedra, esposa del rey Teseo, quien se ve consumida por un amor ilícito e incontrolable hacia su hijastro, Hipólito. Mientras lucha contra sus deseos prohibidos, el engaño y la falta de comunicación conducen a consecuencias trágicas, resaltando la inevitabilidad del destino y los efectos devastadores de la debilidad humana.

Desde su estreno en 1677, Fedra ha sido celebrada por su verso elegante, profundidad psicológica e intensa carga emocional. El dominio de Racine del verso alejandrino francés clásico y su habilidad para retratar el tormento del alma humana han asegurado a la obra un lugar entre las más grandes del teatro clásico francés. Los temas de culpa, honor y la lucha contra el destino continúan resonando con el público de todas las generaciones.

La relevancia perdurable de la obra radica en su exploración de la fragilidad de la naturaleza humana y la tensión entre el deber y el deseo. Fedra sigue siendo una poderosa meditación sobre la pasión y la caída, ofreciendo una reflexión atemporal sobre las consecuencias de las emociones desbordadas y el ineludible control del destino.

FEDRA

Personajes

TESEO, hijo de Egeo, rey de Atenas.

FEDRA, esposa de Teseo, hija de Minos y de Pasifae.

HIPOLITO, hijo de Teseo y de Antíope, reina de las Amazonas.

ARICIA, princesa de la sangre real de Atenas.

ENONA, nodriza y confidente de Fedra.

TERAMENES, ayo de Hipólito.

ISMENA, confidente de Aricia.

PANOPE, mujer del séquito de Fedra.

Guardias.

La escena transcurre en Trecene, ciudad del Peloponeso.

ACTO PRIMERO

ESCENA PRIMERA

Hipólito, Terámenes

HIPOLITO.- He tomado mi decisión: parto, querido Terámenes, y dejo mi morada en la amable Trecene. Comienzo a sonrojarme de mi ociosidad en medio de la mortal duda que me agita. Separado de mi padre desde hace más de seis meses, desconozco el destino de un ser tan caro; ignoro hasta los parajes que puedan esconderlo.

TERAMENES.- ¿Y en qué parajes vais, pues, señor, a buscarlo? Para satisfacer vuestros justos temores, he recorrido los dos mares que Corinto separa; he preguntado por Teseo a los pueblos de esas costas desde donde se ve al Aqueronte internarse en el reino de los muertos; he visitado la Elida, y, tras pasar el Trénaro, llegué hasta el mar que vio caer a Icaro. Por qué nueva esperanza, en qué comarcas dichosas, creéis descubrir la huellas de sus pasos? Quién sabe, incluso, si el Rey vuestro padre no quiere que se descubra el misterio de su ausencia? ¿Y quién sabe si, mientras temblamos con vos por sus días, aquel héroe, tranquilo, y ocultándonos nuevos amores, no aguarda que una amante engañada...?

HIPOLITO.- Caro Terámenes, deténte y respeta a Teseo. Arrepentido para siempre de los errores de su juventud, no lo retiene ningún obstáculo indigno; hace mucho tiempo que Fedra fijó la fatal inconstancia de sus deseos y no teme ya rival alguna. Al buscarlo cumpliré con mi deber, y huiré de estos lugares, adonde no me atrevo ya a volver los ojos.

TERAMENES.- ¡Eh! ¿Desde cuándo teméis señor, la presencia en estos apacibles lugares, tan caros a vuestra infancia, y cuyo retiro vi que preferíais al tumulto pomposo de Atenas y de la corte? ¿Qué peligro, o mejor, qué pesar os arroja de ellos?

HIPOLITO.- Ya no existe aquel tiempo feliz. Todo cambió de rostro desde que los Dioses enviaron a estas playas a la hija de Minos y de Pasifae.

TERAMENES.- Comprendo: conozco la causa de vuestros dolores. Aquí Fedra os atormenta y mortifica vuestros ojos. Apenas tan peligrosa madrastra os vio, vuestro destierro señaló el comienzo de su predominio. Pero su odio, antes dedicado a vos, o se ha desvanecido o bien se ha debilitado. Por otra parte, ¿qué peligros puede haceros correr una mujer agonizante y que desea morir? Fedra, herida por un mal que ella se obstina en callar, cansada de sí misma y hasta de la luz que la alumbra, ¿acaso puede maquinar designios contra vos?

HIPOLITO.- No es su vana enemistad lo que temo. Hipólito, al partir, huye de otra enemiga; confieso que huyo de esa joven Aricia, resto de una sangre fatal contra nosotros conjurada.

TERAMENES.- ¡Cómo, señor! ¿También vos la perseguís? ¿Alguna vez la dulce hermana de los crueles Palántidas participó en las conjuras de sus pérfidos hermanos? ¿Y debéis odiar vos sus encantos inocentes?

HIPOLITO.- Si la odiara no huiría de ella.

TERAMENES.- ¿Señor, me atreveré a explicarme vuestra fuga? ¿Acaso no seríais ya aquel soberbio Hipólito, enemigo implacable de las amorosas leyes y del yugo que tantas veces sufrió Teseo? ¿Venus, despreciada tanto tiempo por vuestro orgullo, querrá al fin justificar a Teseo, y colocándolos a la altura del resto de los mortales os obliga a incensar sus aras? ¿Acaso amáis, señor?