Fiebre en la cabaña, parte 3: Un cambio de amor - Ane-Marie Kjeldberg - E-Book

Fiebre en la cabaña, parte 3: Un cambio de amor E-Book

Ane-Marie Kjeldberg

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2020
Beschreibung

"—Oh, Dios. Pensé...Frederick la interrumpió quitándole la chaqueta y bajándole la ropa interior, de manera que ahora podía verla completamente, no como cuando bailó en Navidad. Senos pequeños y firmes con diminutos pezones que apuntaban hacia él; su monte de Venus, con el vello rojo y preciso; las hermosas caderas y su respiración; especialmente la respiración, que hacía que su pecho se elevara y cayera maravillosamente rápido, justo como Otis y John. Tina permanecía de pie, respirando, y Frederick volvió a dudar."Las navidades han llegado al Mar del Norte, aunque Frederik no lo estaba deseando. El período navideño solía emocionarle más, pero este año es diferente, ya que su novio le ha dejado, así que ha decidido pasar este tiempo solo en su cabaña, o eso es lo que planeaba. A pocos días de Nochebuena, su prima Ingrid le hace una visita y le convence para que pasen las navidades juntos e inviten a Tina Black, la ex mujer del Doctor Black. A medida que las vacaciones pasan, Frederik se ve obligado a repensar sus valores, su familia y su sexualidad.-

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Seitenzahl: 41

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Ane-Marie Kjeldberg

Fiebre en la cabaña, parte 3: Un cambio de amor

LUST

Fiebre en la cabaña, parte 3: Un cambio de amor

 

Translated by Raquel Luque Benítez

Copyright © 2017 Ane-Marie Kjeldberg, 2020 LUST, Copenhagen.

All rights reserved ISBN 9788726693515

 

1st ebook edition, 2020. Format: Epub 2.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Fiebre en la cabaña, parte 3: Un cambio de amor

 

Navidad, 1968

 

Frederick encendió su pequeña radio. El locutor anunció el coro infantil y comenzaron a cantar Noche de Paz. Inmediatamente, apagó la radio. No estaba de humor para villancicos. Se suponía que él y su novio John celebrarían la Navidad con la tía de John, pero hacía unos dos meses, este le había enviado un telegrama para poner fin a su relación. Estaba cansado de Frederick, siempre se marchaba de la casa que compartían en Nueva York para encontrar la paz que le ayudara a escribir sus novelas policíacas. Así que ahora, aunque ya era 20 de diciembre, Frederick estaba sentado en su cabaña, en la costa oeste de Dinamarca y sin pizca de espíritu navideño.

No tenía a nadie en Dinamarca con quien celebrar la Navidad. Sus padres habían muerto hacía mucho tiempo y su hermana y su cuñado se habían mudado a Groenlandia hacía poco. Y, para echar más leña al fuego, al cuñado de Frederick no le gustaba que fuera un “maricón”, como él mismo lo llamaba. Pensaba que, si sus gemelos de 11 años lo veían demasiado, podría afectarlos. El amigo de Frederick, Simón, lo invitó a pasar Janucá junto a él y su mujer en Nueva York, pero Frederick sabía lo falsa que era la Janucá de Lea, así que no le apetecía ir. Se quedó en su cabaña e intentó escribir para olvidarse de las fiestas.

También intentó olvidar a John, pero no era fácil. La ruptura con él fue como un shock, y la tristeza y la duda que siguieron fueron incluso peor. John echaba de menos la seguridad y el afecto; se lo explicó en un telegrama semanas más tarde. Y ahora había encontrado una nueva pareja con la que iba en serio. Frederick y John nunca habían vivido juntos, pero habían tenido una relación abierta con espacio para divertirse. Habían estado de acuerdo sobre eso. Por lo menos, eso pensaba Frederick. Pero ahora John estaba buscando un apartamento para vivir con Sean, a quien había conocido hacía solo cuatro meses.

 

Frederick se sentó en el escritorio de su dormitorio, levantó la tapa de su máquina de escribir, metió el papel, giró el rodillo y colocó el papel. A continuación, empujó el rodillo enérgicamente hacia la derecha y comenzó a escribir. Después de algunas líneas, llegó a la parte en la que hablaba sobre el sacerdote, Björn Fjord. Dejó caer sus manos. Este personaje ficticio estaba basado en su vecino de cabaña, Otis Bay, que fue su amante durante un corto período de tiempo el pasado otoño. Habían pasado maravillosos días y noches, pero Otis se enamoró de él y Frederick le decepcionó, pues el sentimiento no era mutuo. Frederick seguía con John durante todo ese tiempo.

Y cuando John cortó con él, Otis ya era inalcanzable. Se había sentido traicionado y profundamente herido por lo que le hizo Frederick, y regresó a Copenhague hecho una furia. Frederick se pasó los dedos por la frente. Estaba al borde de un dolor de cabeza, uno de los malos. Tenía que salir e intentar alejarse del dolor y de los terribles pensamientos. El aire era frío y severo, y había espuma en las olas de la playa, que era arrastrada por el viento. Algunas gaviotas gritaban, pero, por lo demás, el único sonido era el del viento. Frederick caminaba con rapidez para mantenerse caliente.

Caminó a través de las dunas, pasó el hotel y regresó a las cabañas. Todo parecía vacío y desierto. Pero en la parte exterior de la pequeña cabaña de Tina había un coche, el pequeño Mascota de Tina. ¿Quizá Tina intentaba refugiarse de las fiestas allí? Frederick pensó en llamar a la puerta, pero luego vio que las cortinas de la sala de estar estaban cerradas. Puede que estuviera durmiendo una siesta. Frederick siguió caminando. Se sentía un tanto aliviado de saber que no se encontraba totalmente solo.

 

Resultó incluso que estaba menos solo de lo que pensaba, pues, cuando regresó a casa, había una mujer en su puerta, apoyada en una bicicleta. Fumaba un cigarrillo, o lo que quedaba de él, y llevaba sobre la frente un sombrero en forma de capucha de piel de oveja.

—Hola Frederick, —dijo la mujer sonriendo. Frederick reconoció de inmediato esa sonrisa radiante, aunque había pasado bastante tiempo desde la última vez que vio a Ingrid.

—¡Mi prima favorita! ¿Qué te trae por aquí? —Dijo agitándole la mano.