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Este análisis académico riguroso, desentraña las complejidades del texto apocalíptico, revelando las conexiones, simbolismos y patrones que subyacen en su narrativa. Seguido del lanzamiento del libro Fuentes griegas que dieron origen a la Biblia y a la teología cristiana, el autor explora minuciosamente el contexto sociopolítico y religioso de Asia Menor, así como la literatura apocalíptica intertestamentaria y las fuentes canónicas del Antiguo Testamento, incluyendo a Isaías, Ezequiel y Zacarías, que se entrelazan en el Apocalipsis. Atribuciones destacadas del estudio: Enfoque en el libro de Daniel y su influencia en el Apocalipsis de San Juan. Contribución al desarrollo del género apocalíptico. Temas de literatura pseudoepigráfica, incluyendo el libro de Enoc etíope y el Apocalipsis de Abraham. Relevancia del lenguaje simbólico. Concepto de seudonimia. Finalmente, el libro propone una teología del Apocalipsis sin tintes, explorando cuestiones como la deidad de Jesucristo, la esperanza de un nuevo orden y su teología política. Con un estilo claro y bien documentado, Zaldívar invita a los lectores a reflexionar sobre las interpretaciones tradicionales y a considerar nuevas perspectivas basadas en un análisis crítico de las fuentes. Esta obra es indispensable para aquellos que buscan un estudio completo y fundamentado del Apocalipsis y desean enriquecer su comprensión teológica con una visión informada y reflexiva.
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Seitenzahl: 474
Veröffentlichungsjahr: 2025
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LASFUENTES
QUE DIERON ORIGEN AL
APOCALIPSIS
de
SAN JUAN
RAÚL ZALDÍVAR
Editorial CLIE
C/ Ferrocarril, 8
08232 Viladecavalls
(Barcelona) ESPAÑA
E-mail: [email protected]
http://www.clie.es
© 2025 por Raúl Zaldívar.
Foto de portada: Biblioteca de Celso en la antigua ciudad de Éfeso © Raúl Zaldívar.
«Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 917 021 970 / 932 720 447)».
© 2025 por Editorial CLIE. Todos los derechos reservados.
LAS FUENTES QUE DIERON ORIGEN AL APOCALIPSIS DE SAN JUAN
ISBN: 978-84-19779-72-4
eISBN: 978-84-19779-73-1
Estudio bíblico - Nuevo Testamento / Apocalipsis
Datos biográficos
RAÚL ZALDÍVAR es presidente de Alef University, una universidad cristiana en línea con razón social en la ciudad de Chicago. Es actualmente catedrático de teología. Ha sido profesor de derecho en la Universidad de Honduras y profesor visitante en la Universidad Mariano Gálvez de Guatemala. Es miembro del Colegio de Abogados de Honduras. Es autor de una colección numerosa de libros que abarca temas de derecho, liderazgo, Biblia y teología. Ha sido conferenciante en universidades y foros religiosos en más de 45 países sobre temas relacionados con su producción literaria. También sirve como presidente del consejo directivo de la revista Biblia y Teología Hoy, producida en España. Para conocer mejor al profesor Zaldívar, visite www.raulzaldivar.com
A mi mentor de la iglesia, 45 años después.
A Enrique PeñalvaPastor de la Iglesia Central Evangélica de SantidadTegucigalpa, Honduras
Un hombre que conocí el 31 de diciembre de 1980 sin imaginarme la gran influencia que iba a tener sobre mi vida. Primero me hizo pagar derecho de piso, como era lógico; el primer ministerio que me dio fue recoger la ofrenda, después me nombraron profesor de niños en la escuela dominical y me dejó predicar en el culto de jóvenes. Varias veces me llamó a su oficina: «Raúl, eso no se dice en el púlpito»... «sí, don Quique, no vuelvo a decirlo». En 1984 me instaló como pastor de una iglesia en un área marginada de la ciudad, donde estuve por cinco años bajo su mentoría. Después de más de nueve años, me dejó predicar en el culto principal de la iglesia central; era el día de mi graduación. Después de un tiempo, me nombró pastor asociado de la iglesia central. Me hizo recorrer un largo camino para llegar a ese lugar. Él ofició mi matrimonio, presentó y consagró a mi única hija al Señor, me examinó y ordenó al ministerio. Fue sin duda una figura central en mi vida. En 1997, salí de la iglesia con su bendición para vivir en los Estados Unidos y ser un evangelista las naciones. Hoy soy un académico por vocación gracias a su mentoría.
Gracias, amado pastor, porque aun muerto vives y vivirás siempre en mí.
Índice
Prólogo
Abreviaturas
Presentación del libro
Introduction
1.Primera fuente: El contexto sociopolítico y religioso
1.1. Las siete ciudades del Asia Menor
1.2. El culto al emperador
1.3. Los mártires de la iglesia
1.4. La conexión apocalíptica
2.Segunda fuente: Los libros canónicos del Antiguo Testamento
2.1. El libro de Isaías
2.2. El libro de Ezequiel
2.3. El libro de Zacarías
3.Tercera fuente: El libro de Daniel
3.1. El Sitz im Leben del libro de Daniel
3.2. La creación del género apocalíptico
3.3. El patrón apocalíptico
3.4. Daniel como fuente directa del Apocalipsis de san Juan
4.Cuarta fuente: La literatura pseudoepígrafa
4.1. El libro de Enoc etíope
4.2. El Apocalipsis de Abraham
4.3. El Apocalipsis siríaco de Baruc
5.Quinta fuente: El lenguaje simbólico
5.1. Teoría general del símbolo
5.2. Fuentes veterotestamentarias del simbolismo del Apocalipsis
5.3. Fuentes paganas del simbolismo del Apocalipsis
5.4. Descodificando el lenguaje simbólico
6.La desmitologización del Apocalipsis de san Juan
6.1. La seudonimia del libro
6.2. El éxtasis de san Juan
6.3. La edad intercalada
6.4. La interpretación profética del libro
6.5. Alusiones a la Iglesia católica
7.Hacia una teología del Apocalipsis sin tintes
7.1. Teología de la dialéctica de la historia aplicada a la apocalíptica
7.2. Teología pétrea: La deidad de Jesucristo resaltada
7.3. Teología de la esperanza: El advenimiento de un nuevo orden de cosas
7.4. Teología política subversiva
7.5. Teología escatológica
Conclusiones de la investigación
Anexos
1. Crítica de redacción en el libro de Apocalipsis
2. Análisis histórico-crítico de la marca de la bestia
3. Los caballos del Apocalipsis cabalgan. Una interpretación alegórica
4. El Apocalipsis y la ironía del destino
Bibliografía
Prólogo
El libro de Apocalipsis es uno de los que más interés despierta entre los lectores que consideran que contiene un código acerca de los acontecimientos de los últimos días de la humanidad. A nivel personal es el más consultado y leído en tiempo de crisis social y política. Se puede decir que, aunque sea uno de los libros más leídos por los creyentes, es también uno de los menos entendidos y peor aplicados.
El texto del vidente de Patmos tiene una larga historia de incomprensión dada la dificultad de su contenido. Martín Lutero pensó en un principio que las visiones de Juan no son «ni apostólicas ni proféticas», aunque cambió de opinión con el paso del tiempo. Juan Calvino predicó y escribió sobre casi todos los libros de la Biblia, excepto el Apocalipsis, lo que dio pie a pensar que el reformador ginebrino no escribió al respecto porque no era capaz de captar su mensaje, le costaba entenderlo. La razón verdadera parece ser otra. Según uno de los mejores conocedores de la obra de Calvino, el británico Thomas H. L. Parker, Calvino no escribió sobre el Apocalipsis debido a una razón teológica; miraba el Antiguo Testamento como ocultando a Cristo bajo tipos y figuras, mientras que el Nuevo Testamento lo presenta con total claridad. «Puede haber considerado que la apocalíptica es ajena al Nuevo Testamento dado que involucraba una especie de “volver a poner un velo” al Evangelio claro y sin ambigüedades».1
Muchas de las dificultades creadas por la interpretación literal del Apocalipsis se deben a que, hasta hace bien poco, se estudiaba desconectado de sus fuentes y del género apocalíptico al que pertenece como unidad literaria. Fue a comienzos del siglo XX que los exégetas comenzaron a estudiarlo como parte de la literatura apocalíptica judía recientemente descubierta. El más insigne representante de esta corriente de estudios fue Robert Henry Charles (1885–1931), quien encontró en la categoría de “apocalíptica”, identificada como un conjunto de escritos de carácter escatológico, nuevos materiales para utilizar y confrontar con la obra de Juan.2 Esto explicaría el hecho de que el vidente de Patmos, aunque inspirado por su fe y objeto de una revelación divina, adapte su lenguaje a las imágenes y concepciones de su entorno inmediato. Charles descubrió también el carácter poético del Apocalipsis, lo cual conviene dejar bien presente, pese a lo largo de la cita:
Aunque nuestro autor tiene como tema los inevitables conflictos y antagonismos del bien y el mal, de Dios y los poderes de las tinieblas, su libro es enfáticamente un Libro de Cantares. Hay, en verdad, endechas y lamentos; pero estas no son sobre los mártires, los fieles que habían caído, sino que brotan de los labios de los reyes de la tierra, sus príncipes mercaderes, su gente del mar, abrumados por la caída del imperio de este mundo y la destrucción de sus poderosos en quienes habían confiado; o de labios de pecadores ante una perdición real o inminente. Pero sobre la iglesia martirizada, sobre aquellos que habían caído fieles en la lucha, el Vidente no tiene ningún canto de menor nota que cantar que la bienaventuranza pronunciada por el cielo mismo: «Bienaventurados, bienaventurados los muertos que mueren en el Señor». Una fe inconmensurable, un optimismo inexpugnable, un gozo inextinguible presionan para ser expresados y toman forma en himnos de alabanza, alegría y acción de gracias, mientras el Vidente sigue en visión las diversas fortunas de la lucha mundial, hasta que finalmente ve el mal total y finalmente destruido; la justicia establecida para siempre, y todos los fieles, incluso los más débiles de los siervos de Dios entre ellos, disfrutando de la bienaventuranza eterna en la Ciudad eterna de Dios, llevando su nombre en la frente y creciendo cada vez más a su semejanza.3
A todos estos elementos hay que añadir la aportación moderna que en la década de los setenta del siglo pasado comenzó a prestar más atención a las fuentes del Antiguo Testamento en relación con el Apocalipsis. Sin olvidar los aspectos escatológicos mediante los que Juan se refiere a sucesos exclusivamente futuros, o referentes al fin del mundo, hoy en día se nota una tendencia a aplicar las visiones del Apocalipsis cada vez más a una escatología realizada, a reducir las alusiones al futuro y a englobar su mensaje en una perspectiva cronológica omnicomprensiva y más general, alejada de la rígida dimensión temporal futurista.4
Precisamente al esclarecimiento de todas estas importantes cuestiones para el estudio más apropiado y conforme al sentido original del autor del Apocalipsis viene a contribuir la presente obra del Dr. Zaldívar. Es una obra pionera en el mundo evangélico en relación al Apocalipsis. El autor llama la atención a las fuentes, en plural, de este libro, pues conocerlas es la llave y la clave que nos abrirán su sentido y nos ayudarán a esclarecer su significado sin caer en interpretaciones fantasiosas y fuera de lugar. Por decirlo en sentido popular, no es a la prensa ni a los noticieros a los que hay que acudir para entender la revelación (griego: Apokálypsis, Ἀποκάλυψις) de Juan, sino al contexto bíblico en su totalidad, a la literatura y a la historia de su época. El Dr. Zaldívar ha investigado y conocido in situ las ciudades mencionadas en el Apocalipsis, pues es «de capital importancia visitar los lugares mencionados, así que recorrimos sitios como Éfeso, Sardis, Pérgamo, Tiatira, etc. Es importante tocar la tierra, ver las ruinas, visitar los museos, leer literatura especializada que nos abra los horizontes mentales; todo esto nos permite escribir con mayor confianza»; sumada a la observación directa del espacio geográfico, el autor ha estudiado cuidadosamente las fuentes, las ha identificado y seleccionado para ser utilizadas como punto de partida para su trabajo. «Todas las fuentes utilizadas tienen su valor, empero las fuentes pseudoepígrafas representan el mayor desafío de esta investigación pues habrá que penetrar en las profundidades de la literatura apocalíptica del período intertestamentario para descubrir su relación con el Apocalipsis de san Juan».
El autor no es nuevo en este campo, él mismo confiesa su pasión por el Apocalipsis, aunque no siempre con la ciencia necesaria, como suele ser propio en los inicios. Reflejo de sus inquietudes fue su obra sobre el apocalipticismo, publicada por esta misma editorial.5 En ese caso, su propósito fue alertar sobre el uso y abuso de los temas apocalípticos, a los que denominaba «negocio escatológico». Frente a ello proponía una actitud de respeto a la Palabra basado en el rigor a la hora de estudiar con propiedad y conocimiento del mensaje apocalíptico de la Biblia. Para defenderse del engaño y el negocio escatológico, Zaldívar proponía una doble preparación espiritual e intelectual, pues la buena fe no exculpa la ignorancia ni el error. «En nuestra generación, el pastor que era más pobre e ignorante era más santo, y para justificar la ignorancia se recurría a textos bíblicos sacados del contexto».6 Esto es lo que hay que evitar a toda costa con una buena dosis de educación bíblica y general.
Ha pasado más de una década desde entonces, y el autor cree que ha llegado el momento de darle al público una perspectiva diferente y madura del Apocalipsis conforme a la investigación, dejando de lado controversias artificiales y sensacionalistas:
Llegó el momento de dejar de hablar de interpretación amilenialista o premilenialista… Basta ya de tanta mentira, fanatismo y miedos infundados… Estoy harto de que me hagan la misma pregunta cuando los Estados Unidos invade un país o hay una guerra en el mundo: ¿Qué dice el Apocalipsis? Qué pregunta más ridícula. Ya basta de decirle a la gente que el milenio es literal y que allí entrarán los salvos y que al final de los mil años algunos salvos se perderán porque se unirán a Satanás para hacer la guerra final. No soy amilenialista ni quiero serlo. No estoy hablando contra el premilenialista porque los respeto. Simplemente estoy diciendo que la apocalíptica se escribe en un lenguaje codificado y tal es así que al momento de escribir el Apocalipsis, el tiempo se medía de otra forma.
Hay que avanzar hacia una interpretación del Apocalipsis sin tintes denominacionales, conforme a tradiciones particulares; es necesario dejar que el Apocalipsis se explique por sí mismo, según la voluntad de su autor.
De todas las fuentes analizadas, el autor considera, no sin razón, que «la fuente más importante del libro de Apocalipsis es sin duda el pseudoepígrafo de Daniel, que a su vez es considerado como el prototipo de la literatura apocalíptica».7
Estamos, pues, ante una obra muy pertinente y necesaria en nuestros medios, bien documentada, bien argumentada y bien escrita, que ayudará a todo estudiante del Apocalipsis de Juan a tener una idea más correcta de su contenido y propósito, de modo que pueda interpretarlo conforme al espíritu del autor original, lo cual no significa que a partir de ahora todo va a ser fácil, pero sí más honesto, ajustado a la historia y a la teología de este singular libro del Nuevo Testamento.
Termino con una nueva cita inspiradora del Dr. Charles:
El Apocalipsis es un libro para el día de hoy. Hemos sido testigos del derrocamiento de la mayor conspiración del poder contra el derecho que ha ocurrido en la historia del mundo, y al mismo tiempo el mayor cumplimiento de la profecía del Apocalipsis. Pero, aunque los poderes de las tinieblas han sido vencidos en campo abierto, queda una lucha aún más dolorosa que librar, una guerra en la que no puede haber liberación ni para los individuos ni para los estados. Esta, a diferencia del resto del Nuevo Testamento, es enfáticamente la enseñanza de nuestro autor. Juan el vidente insiste no solo en que el seguidor individual de Cristo debe modelar sus principios y conducta según las enseñanzas de Cristo, sino que todos los gobiernos deben modelar sus políticas según la misma norma cristiana. Proclama que no puede haber divergencia entre las leyes morales vinculantes para el individuo y las que incumben al Estado, o a cualquier sociedad o corporación voluntaria dentro del Estado. Nadie puede estar exento de estas obligaciones, y aquellos que se eximen, por muy bien que parezcan sus profesiones, no pueden dejar de pasar con todos sus dones, ya sean grandes o mezquinos, al reino de las tinieblas exteriores. No importa cuántos individuos, sociedades, reinos o razas se rebelen contra tales obligaciones, la guerra contra el pecado y la oscuridad debe continuar, y esto de manera inexorable, hasta que el reino de este mundo se haya convertido en el reino de Dios y de su Cristo.8
Alfonso RoperoEditor adjunto de CLIE
1. Parker, T. H. L. (1993). Calvin’s New Testament Commentaries, p. 119. Westminster John Knox Press.
2. Charles, R. H. (1920). A Critical and Exegetical Commentary on the Revelation of St. John, 2 vols. T. & T. Clark.
3. Ibid., Vol. I, p. xiv.
4. Álvarez Valdés, A. (2005). “El libro del Apocalipsis. Historia de su interpretación”, en Estudios bíblicos, 63/2-3, pp. 283-311.
5. Zaldívar, R. (2012). Apocalipticismo. Creencia, duda, fascinación y temor al fin del mundo. Editorial CLIE.
6. Ibid., p. 89.
7. Cf. Zaldívar, R. (2020). Las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento. Editorial CLIE.
8. Charles, Op. cit., p. xv.
Abreviaturas
1. Revistas
ANGELICUM
Revista Angelicum
AUGUSTINIANA
Journal Augustiniana
MUNDO ANTIGO
Revista Mundo Antiguo
SEMEIA
Semeia Journal
ADHI
Anuario de historia de la iglesia
ADT
Anales de Teología
TJOR
The Journal of Religion
ARETE
Revista de Filosofía
BYTH
Biblia y Teología Hoy
BIBLICA
Journal of the Pontifical Biblical Institute in Rome
TBW
The Biblical World
TCBQ
The Catholic Biblical Quarterly
DL
Davar Logos
EREBEA
Revista de Humanidades y Ciencias Sociales
REE
Revista de Estudios Eclesiásticos
ESTUDIOS BÍBLICOS
Revista de Estudios Bíblicos
GREGORIANUM
Revista de la Universidad Gregoriana
ERYTHEIA
Revista de estudios bizantinos y neogriegos
HDLC
Horizonte de la Ciencia
HTR
Harvard Theological Review
JBL
Journal of Biblical Literature
JTS
Journal of Theological Studies
JATS
Journal of the Adventist Theological Society
JSNT
Journal for the Study of the New Testament
JWCI
Journal of the Warburg and Courtauld Institutes
JFSJ
Journal for the Study of Judaism in the Persian, Hellenistic, and Roman Period
JQR
The Jewish Quarterly Review
LAURUS
Revista Educativa
NEOTESTAMENTICA
Journal of the New Testament Society of Southern Africa
NTS
New Testament Studies
NTRS
Novum Testamentum and Related Studies
PHAINOMENON
Revista de Filosofía y Teología
PROYECCIÓN
Revista Proyección teología y mundo actual
RYFE
Revista Razón y fe
RDEH
Revista de Estudios Humanísticos y Filología
RB
Revista Bíblica
RIBLA
Revista de interpretación latinoamericana
RLAT
Revista Latinoamericana de Teología – UCA
RCatT
Revista Catalana de Teología
RTX
Revista Teológica Xaveriana
RDSR
Revue des sciences religieuses
RB
Revue Biblique
RTL
Revue Théologique de Louvain
RTEDP
Revue de Théologie et de Philosophie
KERNOS
Revue internationale et pluridisciplinaire de religion
RMCPS
Revista mexicana de ciencias políticas y sociales
RYC
Revista Religión y Cultura
RA
Revue Archéologique
SEMEIA
The Society of Biblical Literature
SCRIPTA
Scripta Theologica
TBW
The Biblical World
TSCJ
The Sixteenth Century Journal
TYV
Revista Teología y Vida
TJR
Journal of Religion
VYP
Vida y Pensamiento
VEGUETA
Anuario de la Facultad de Geografía e Historia
VTS
Vetus Testamentum
2. Comunes
GER
Gran Enciclopedia Rialp
GDEB
Gran Diccionario Enciclopédico de la Biblia
v. g.
Por ejemplo
MSS
Manuscritos
P. I.
Período intertestamentario
Presentación del libro
No guardo en mi memoria cuándo fue la primera vez en mi vida que leí el Apocalipsis de san Juan. Lo que sí sé es que fue en algún momento del año de 1982. No puedo imaginarme cómo un muchacho imberbe se atrevió a leer semejante libro sin ningún tipo de instrucción. Comencé a escuchar las típicas historias fantásticas de esta narración, las interpretaciones pueblerinas de quién es el anticristo y las acostumbradas profecías del fin del mundo cuando había una guerra o un evento que ponía en peligro la paz mundial.
Más adelante, estudiando ya la teología de manera formal, me encontré con que había dos escuelas de interpretación del Apocalipsis: la premilenialista-dispensacionalista y la amilenialista. Sentí que había avanzado mucho en el entendimiento al descubrir dichas escuelas. Como en mi iglesia la interpretación era la premilenialista, yo no tenía opción a pensar otra cosa. Así que todo mi estudio fue hecho bajo ese prejuicio teológico. Creí que manejaba el tema después de leer el libro Approaching Hoofbeats. The Four Horsemen of the Apocalypse de Billy Graham, y cuando estudié el manual Revelaciones-Daniel de Liberty University de Virginia y di la clase en el seminario, creí que era una especie de experto sobre el tema. Mi osadía llegó al extremo de terciar en un debate público con un cura salesiano en el hotel Plaza de Tegucigalpa sobre la figura del anticristo. Cuando recuerdo aquel episodio de mi juventud alabo mi pasión por la teología y censuro mi atrevimiento. En realidad, en aquel momento de mi vida era un neófito e hice el ridículo; de ahí que los medios de comunicación y el público en general le hicieran rueda al cura y de mí pasaran olímpicamente.
No aprendí la lección y pasé varios años creyendo que era un non plus ultra en el Apocalipsis de san Juan pues hablaba con denuedo y como alguien que sí sabía del asunto. No solamente predicaba, sino que incluso daba conferencias sobre el tema; lo peor es que la gente venía a escucharme. Hasta que la lógica aristotélica me hizo caer en razón y darme cuenta de que era un perfecto ignorante que solo repetía lo que otras personas habían escrito.
Al darme cuenta de la fragilidad e inconsistencia de mi pensamiento teológico, opté por abandonar el estudio del Apocalipsis y de cualquier tema relacionado con la escatología, hasta que en el año 2012, a raíz de la necedad humana de ponerle una fecha al fin del mundo, me pidieron que diera un ciclo de conferencias sobre el apocalipticismo. Volví a estudiar la temática, resurgió en mí el interés por el Apocalipsis y me reconcilié con la escatología.
Cuando efectuaba el estudio de los libros pseudoepígrafos del período intertestamentario, como parte del proceso de escribir el libro Las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento, comencé a ver el Apocalipsis de san Juan con otros ojos; los ojos de sus fuentes, de su origen. No obstante, no fue hasta el momento de realizar la investigación para escribir Las fuentes griegas que dieron origen a la Biblia y a la teología cristiana que me decidí a escribir sobre Las fuentes que dieron origen al Apocalipsis de san Juan, para publicar así una trilogía sobre las fuentes.
Al regresar de Alejandría en el año 2022, donde había terminado el libro sobre las fuentes griegas, comencé inmediatamente la investigación en torno a las fuentes del Apocalipsis. Decidí viajar al final de mi investigación al Asia Menor, hoy Turquía, para hacer el recorrido por las siete iglesias del Apocalipsis, ver los escenarios que sirvieron de teatro de las acciones, con la intención de pisar la tierra, visitar los museos y las ruinas, y buscar cualquier detalle informativo que sirviera a mi trabajo. Al pisar la calle de los Curetas en Éfeso, a la altura del templo de Adriano, me pareció escuchar la potente voz de Apolos predicando con denuedo la Palabra de Dios. Al estar en la Biblioteca de Celso pude preguntarme: ¿Dónde estaría la escuela de Tirano, en la cual Pablo enseñó por dos años? Al moverme 100 millas al este y llegar al valle de Lycus, mi emoción fue inmensa y mi imaginario voló dos mil años atrás, cuando florecían las iglesias de Laodicea, la que fundó Epafras en Colosas y la de la regia Hierápolis. Al subir a Laodicea y pararme en el ágora para contemplar lo que fue la imponente ciudad, cobraron sentido para mí las palabras de san Juan: «Tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo». La ciudad fue destruida dos veces por sendos terremotos que la dejaron en ruinas para siempre. Luego, al subir a Pérgamo y estar en el mismo lugar donde se adoraba a Zeus y Atenea, retumbaron las palabras de san Juan en mi mente: «Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás». Visitar la que fue la ciudad de Tiatira significó recordar ¡por aquí caminó Lidia (la vendedora de purpura que creyó en la palabra predicada por Pablo)! Cada nota arqueológica, cada explicación, cada museo, cada lectura realizada nos han dado un contexto importantísimo para dimensionar el mensaje que queremos transmitir a través de esta investigación.
La conclusión de este trabajo científico es que el escritor del Apocalipsis mantuvo un patrón redaccional que aplicó en el mensaje a cada una de las siete iglesias de la Anatolia, siguiendo un orden geográfico intencional que inició con Éfeso y terminó con Laodicea. Aunque el mensaje no era para una iglesia específicamente, sí lo es para la iglesia universal de todos los tiempos. Mi trabajo ha sido descubrir detalles arqueológicos que me arrojen luz del Sitz im Leben en torno al porqué se dijo tal o cual cosa a una iglesia u otra. Sin duda, los lugares que tienen mayor presencia arqueológica —como Éfeso, Pérgamo, Laodicea o Sardis— arrojan mayor luz que Filadelfia y Tiatira. La cosmovisión arqueológica e histórica que ganamos desde los museos de Estambul y Asia Menor han enriquecido notablemente nuestro acervo y nos han dado la ventaja de escribir con más propiedad y aplomo.
No voy a negar que ver la iglesia en ruinas —no solamente en el aspecto físico, sino también en el numérico, ya que menos del 0,5 % de la población de Turquía es cristiana— me ha causado una inmensa tristeza. La cuna del cristianismo convertida en una fortaleza del islam es algo que no tiene sentido para mí. En lugar de escuchar la potente Palabra de Dios escucho letanías ininteligibles que convocan a la gente a la adoración en las mezquitas. Así que me pregunto: ¿Valió la pena venir al Asia Menor para ver este terrible espectáculo? ¿Puedo disfrutar de ver las ruinas de Éfeso sabiendo que 84 millones de seres humanos viven en oscuridad? Lo que sí puedo afirmar es que, a pesar de la realidad latente en Turquía, el recorrido por las siete iglesias me ha hecho entender la potencia de la Palabra de Dios que, aunque nombra siete ciudades antiguas del Asia Menor, la revelación no era una palabra para ellos: era, es y será una palabra para la iglesia de todos los tiempos y de todo lugar. «Los cielos y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán». Dios nos sigue diciendo: «Yo conozco tus obras»… «pero tengo contra ti»... «si no te arrepientes»... «el que tenga oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias». Ninguna fortaleza espiritual de las tinieblas puede hacer que la Palabra de Dios caiga a tierra. Así que el mensaje a las siete iglesias está más vigente que nunca. El recorrido por las ruinas de lo que queda de aquellas ciudades nos ha permitido entender el Sitz im Leben que dio origen a la Palabra, descubrir el kerigma del mensaje y pasarlo por el túnel del tiempo para contextualizarlo a la sociedad a la que queremos hablar el día de hoy. De ahí el tercer anexo de este libro, Los caballos del Apocalipsis cabalgan, que es una relectura de Apocalipsis 4 aplicada a la realidad que vivimos.
Para terminar, quiero señalar que esta investigación acaba con toda una mitología sobre el Apocalipsis de san Juan que ha hecho un daño enorme a la iglesia y que ha dado como resultado no solamente confusión teológica, sino ganancias a toda una industria que se ha levantado para explotar la ignorancia de los indoctos. Así que, mutatis mutandis, de la misma manera que Pablo se levantó en Éfeso a predicar contra la idolatría, nos toca a nosotros hacerlo hoy contra la ignorancia. Se levantarán Demetrios que azuzarán al pueblo porque este libro pone en riesgo las ganancias de la industria del error y la herejía para que esta no circule con la fluidez con la que lo ha estado haciendo.
Después de haber terminado esta investigación científica y haber penetrado en aguas profundas, reafirmo mi fe en la segunda venida de Cristo, en el final del sistema cósmico gobernado por Satanás, en el juicio de los malos y la reivindicación de los buenos, y termino con esas maravillosas palabras de san Juan: «Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el dominio por los siglos de los siglos».
Raúl ZaldívarCiudad de Éfeso, Asia Menor8 de diciembre del 2023
Introducción
Sobre el Apocalipsis de san Juan se cierne una aureola de misterio, fascinación y en muchos casos fantasía. Existe una enorme cantidad de teologías sistemáticas,9 comentarios,10 libros especializados en el tema,11 artículos de revista,12biblias comentadas,13 que dan interpretaciones de algo que debe merecernos el más alto respeto. Creo que es uno de los relatos más tergiversados, ya no solamente por la iglesia, sino por el mundo exterior. Apocalipsis se ha vuelto sinónimo del fin del mundo; de ahí que Hollywood mismo haya creado el género cinematográfico apocalíptico.14 El mundo secular llama apocalíptico a un hecho atroz de la sociedad, y la iglesia trata de conectar, muchas veces de forma irresponsable, el libro con cualquier acontecimiento mundial que la inquiete.
La realidad anterior nos obliga a efectuar un estudio diferente, sui generis, con una aproximación poco usual para desentrañar algunas verdades que laceran creencias ancestrales e irracionales que solo sirven para propagar errores o herejías que no aprovechan en nada.
1. Objeto de estudio
Hemos de reconocer que existen excelentes trabajos sobre el Apocalipsis, hechos desde diferentes enfoques y perspectivas, que nos arrojan una luz muy importante para el entendimiento de este enigmático relato. Empero, no hemos encontrado uno que gire exclusivamente alrededor de las fuentes que lo originaron. No estamos diciendo que el tema de las fuentes no se aborda en la academia; de hecho, podemos encontrar algunos aportes sobre esto, pero no algo especializado. De ahí que nuestro objeto de estudio sean las fuentes que dieron origen al Apocalipsis de san Juan, ya que este enigmático libro no surgió de un éxtasis o trance de un parroquiano llamado Juan, que escribió con punto y coma todo lo que vio en una visión. Aquí serán objeto de estudio una serie de fuentes que han sido cuidadosamente identificadas y seleccionadas para ser utilizadas como punto de partida de nuestro discurso argumentativo. Todas las fuentes tienen su valor, empero las fuentes pseudoepígrafas representan el mayor desafío de esta investigación, pues habrá que penetrar en las profundidades de la literatura apocalíptica15 del período intertestamentario para descubrir su relación con el Apocalipsis de san Juan.
2. El propósito de la investigación
Debo reconocer que al comienzo de mi carrera académica fui influenciado altamente por la teología anglosajona en boga, sin pasarla por el filtro del análisis y la valoración crítica. Simplemente, era lo que había en el mercado, tenía sentido y era lo que la gente creía; luego, lo más fácil era endosarla y enseñarla como una verdad esencial. En el ejercicio de mi carrera docente me di cuenta de que había incoherencias e inconsistencias en mi teología; al reflexionar reposadamente en el tema, me di cuenta de que estaba enseñando herejías a la iglesia, no porque yo fuera un hereje, sino por la “bendita” cultura que siempre nos ha caracterizado: creer todo lo que nos dicen. El resultado de esto fue que le tomé aversión a todo aquello que tuviera que ver con el Apocalipsis;16 me ha tomado muchos años volver a tener confianza en un tema tan escabroso y delicado como este. Al entrar en este mundo de las fuentes que dieron origen a…17 y ver la ignorancia y la poca seriedad con la que algún sector de la academia aborda el tema, decidí escribir sobre Apocalipsis desde la perspectiva de las fuentes, sabiendo que estaba entrando en terra incognita, que podía meterme en camisa de once varas y acarrearme problemas. Empero, esa es la realidad contra la cual me rebelo: dejar de repetir lo que otros dicen sin pasarlo por el filtro del análisis. Así que el propósito de mi investigación se centra en los siguientes puntos:
Demostrar que el Apocalipsis de san Juan no es el resultado de un éxtasis o trance, sino el producto de una redacción inteligente.
18
Probar que la literatura apocalíptica del período intertestamentario es fuente primigenia del Apocalipsis.
19
Evidenciar que el Apocalipsis de san Juan no es un libro profético, sino apocalíptico, y que por lo tanto debe interpretarse como tal.
Refutar cualquier interpretación del Apocalipsis que considere la literalidad del texto, puesto que el relato es,
strictu sensu
, simbólico.
Decodificar el lenguaje simbólico en la medida de las posibilidades.
20
Ratificar que mis declaraciones anteriores en ningún momento afectan la inspiración del texto.
21
La tarea que nos hemos impuesto con esta investigación queda clara con los propósitos a los que nos hemos referido anteriormente y marca la ruta que seguiremos en el transcurso de este trabajo académico.
3. Limitación de la investigación
La delimitación del tema es una de las tareas más delicadas del investigador. La misma debe ser precisa y el estudioso debe procurar no salirse de ella en el transcurso del proceso. En el caso que nos ocupa, nuestra investigación estará circunscrita a las fuentes que dieron origen al Apocalipsis, un tema que no ha sido abordado de una forma especializada y que arrojará mucha luz tanto a la academia como al público en general.
4. Justificación del trabajo
Creo que llegó el momento de darle al público una perspectiva diferente del Apocalipsis de san Juan. Llegó el momento de dejar de hablar de interpretación amilenialista o premilenialista. La literatura apocalíptica no se interpreta ni en el pasado ni en el futuro: se establece el Sitz im Leben de la misma y se alegoriza. Así de sencillo, y es que no se puede hacer otra cosa, pues está escrita en un lenguaje codificado que no tiene ningún sentido en la sociedad en la que vivimos. Ya basta de tanta mentira, fanatismo y miedos infundados. Viene a mi memoria el año de 1982, cuando un santo hombre de Dios, bien intencionado, nos leyó un libelo en el cual nos decía que el anticristo era una computadora u ordenador de la Comunidad Económica Europea en Bruselas. Esa noche no dormí del pavor que me provocó aquella declaración. Estoy harto de que me hagan la misma pregunta cuando los Estados Unidos invade un país o hay una guerra en el mundo: ¿Qué dice el Apocalipsis? Qué pregunta más ridícula. Ya basta de decirle a la gente que el milenio es literal y que allí entrarán los salvos y que al final de los mil años algunos salvos se perderán porque se unirán a Satanás para hacer la guerra final. No soy amilenialista ni quiero serlo. No estoy hablando contra el premilenialista porque los respeto. Simplemente estoy diciendo que la apocalíptica se escribe en un lenguaje codificado y tal es así que al momento de escribir el Apocalipsis, el tiempo se medía de otra forma.22
Cosas como las que he dicho hasta ahora justifican con creces este escrito. Las fuentes que utilizó el redactor final nos clarificarán muchas cosas, comenzando con la seudonimia del relato, su interpretación, la relación con la literatura pseudoepígrafa del período intertestamentario, especialmente el libro de Enoc y, sobre todo, la desmitologización de una serie de enseñanzas irracionales que nos han impuesto vía falacia de argumentum ad populum, es decir, cosas que son ciertas porque la mayoría de las personas cree que son ciertas.
5. Metodología de la investigación
Determinar la metodología23 de un estudio significa un desafío para el investigador. Empero, la temática a desarrollar es la que siempre determina el camino a seguir en todo el proceso de investigación.
En el caso que nos ocupa, el método que predomina a lo largo de toda la investigación es el método inductivo,24 ya que extrae conclusiones lógicas y válidas a partir de un conjunto de premisas o proposiciones que son el resultado de un trabajo de observación y análisis del investigador. Un ejemplo concreto lo encontramos en el último capítulo, “Hacia una teología del Apocalipsis sin tintes”. Los temas teológicos ahí expuestos son el resultado de un trabajo inductivo del investigador.
También se utiliza el método analógico,25 ya que en varias partes de la investigación se establece una conexión entre pasajes que fueron tomados de los libros canónicos del Antiguo Testamento o de los pseudoepígrafos y fueron utilizados en el Apocalipsis para hacer un midrash analógico. Se prueba de esta manera cómo esta literatura sirvió al escritor como fuente para la redacción de su escrito. También veremos el método analógico en el capítulo cinco, que se refiere al lenguaje simbólico, que es tomado en muchos casos de figuras de la literatura donde se hace una analogía.
Finalmente, se usa el método alegórico,26 sin el cual es imposible interpretar correctamente cualquier escrito de carácter apocalíptico. Para efectos de esta investigación y por el carácter de lenguaje codificado de esta literatura, usamos el método alegórico de interpretación. El mejor ejemplo de esto se encuentra en el anexo tres, Los caballos del Apocalipsis cabalgan, que es una interpretación alegórica (o relectura, si se quiere usar ese término) de los cuatro caballos de Apocalipsis 6 a la luz de la realidad socioeconómica de América Latina.
6. Fuentes de conocimiento
En ciencia no se puede afirmar nada que no pueda sustentarse con pruebas; en el caso que nos ocupa, hacemos uso de las pruebas documentales y de la lógica. Para lograr nuestro cometido tenemos que echar mano de las fuentes bibliográficas más cotizadas del mundo académico. Nos referimos a aquellas expuestas en los Journal y revistas de más prestigio del planeta, fruto de la investigación de las mentes más preclaras del mundo intelectual.27
Además de este tipo de fuentes, será muy importante la literatura apocalíptica del período intertestamentario. Es una rica literatura que afortunadamente tenemos a nuestra disposición gracias al extraordinario trabajo de profesores eruditos como Antonio Piñero,28 que publicó 45 escritos en idioma castellano, lo que nos facilita el trabajo enormemente.
Siguiendo con la tradición expuesta en el libro anterior, fue necesario ir al teatro de las acciones, en este caso Asia Menor, actualmente Turquía. En este tipo de investigaciones, es de capital importancia visitar los lugares mencionados, así que recorrimos sitios como Éfeso, Sardis, Pérgamo, Tiatira, etc. Es importante tocar la tierra, ver las ruinas, visitar los museos, leer literatura especializada que nos abra los horizontes mentales; todo esto nos permite escribir con mayor confianza. Así que tengo el gusto de decir que este libro fue firmado en el Asia Menor, aunque el escrito no haya sido originalmente dirigido a estas iglesias.
7. Plan de estudio
El plan heurístico de una investigación siempre es uno de los desafíos más grandes del investigador porque, aunque se confeccione previamente, uno siempre está haciendo cambios en el transcurso del proceso hasta llegar a un punto en el que el investigador está plenamente satisfecho con la forma en que se plantea el tema al público. El trabajo de investigación que nos ocupa se ha dividido en siete capítulos, que representan las fuentes utilizadas por el autor del libro, exceptuando los últimos dos capítulos.
El primer capítulo se refiere al contexto sociopolítico y religioso como fuente que dio origen al libro. En este capítulo se deja en claro que los acontecimientos sociales, políticos y religiosos son insumos indispensables del redactor y se convierten en la primera fuente del escrito.
El segundo capítulo presenta al Antiguo Testamento como fuente utilizada para escribir el Apocalipsis. Todo se centra en pasajes de tres libros del tanaj judío —Isaías, Ezequiel y Zacarías—, ratificando de esta manera el origen judío de nuestra fe cristiana.
El tercer capítulo presenta al libro de Daniel como fuente fundamental del Apocalipsis. Este libro es considerado como el prototipo de la literatura apocalíptica y se lo encuentra reflejado en el desarrollo de todo el relato del Apocalipsis de san Juan.
El cuarto capítulo tiene que ver con la literatura pseudoepígrafa, conocida también como literatura apocalíptica29 del período intertestamentario. Aquí se hace un estudio minucioso del lenguaje, las historias y los patrones utilizados por el redactor final del Apocalipsis.
El quinto capítulo trata sobre el lenguaje simbólico como fuente del Apocalipsis, lo que nos lleva a intentar ver el significado original con el fin de poder interpretar el Apocalipsis.
El resultado de la investigación efectuada en los capítulos anteriores es solo una: la desmitologización del Apocalipsis de San Juan y eso es precisamente la temática del sexto capítulo. Al quedar suficientemente claro las fuentes utilizadas por el redactor de esta narración se esclarece temas como la seudonimia de libro, el éxtasis de San Juan, alusiones a la iglesia Católica entre otros. En pocas palabras, en este capítulo se remueve el elemento fantástico al libro y se presenta como lo que realmente es; una narración con una teología subversiva, de género apocalíptico que tiene como objetivo fundamental traer esperanza a los perseguidos de la Iglesia.
El séptimo y último capítulo tiene que ver con el libro propiamente dicho, que es una especie de cristalización teológica, producto de todo el estudio realizado en los capítulos anteriores.
La heurística anterior da como resultado un trabajo de investigación valioso y útil para la academia, que presenta una perspectiva diferente de uno de los libros del canon de nuestra fe cristiana.
9. Todas las teologías sistemáticas, al momento de abordar la escatología, tienen que hacer una interpretación del Apocalipsis. Por vía de ejemplo, citaremos solamente tres teologías sistemáticas. En primer lugar, la de Chafer, que da una interpretación dispensacionalista-premilenialista, es decir, interpreta Apocalipsis en el futuro [Cf. Chafer, L. S. (1986). Teología sistemática. Edit. Publicaciones Españolas]. Berkhof presenta una interpretación amilenialista y mira Apocalipsis en el pasado, siguiendo una tradición del cristianismo bien establecida en las iglesias católica y ortodoxa desde siempre [Cf. Berkhof, L. (1995). Teología sistemática. Edit. Libros Desafío]. A diferencia de estas, nuestra teología sistemática no adopta una postura en particular, y simplemente expone las dos posturas para que el lector se decante por la que sea de su agrado [Cf. Zaldívar, R. (2006). Teología sistemática desde una perspectiva latinoamericana. Editorial CLIE]. En el curso de formación teológica de Editorial CLIE existen dos volúmenes sobre el tema, y cada uno representa una escuela de interpretación. Francisco Lacueva [Cf. Lacueva, F. (2008). Escatología II. Curso de Formación Teológica. Tomo 9. Editorial CLIE] representa la interpretación milenarista, aun cuando don Francisco venía de la academia católica, que históricamente ha sostenido la tesis opuesta. Por su parte, José Grau [Cf. Grau, J. (2013). Escatología final de los tiempos. Curso de Formación Teológica. Tomo 7. Editorial CLIE] presenta la interpretación amilenialista. De esta manera, CLIE presentó las dos interpretaciones al público en una misma colección de libros; puestos juntos, son una teología sistemática.
10. Charles, R. H. (1920). The International Critical Commentary. Revelation. T&T Clark. Vol. 1 (Rev. 1-14) y Vol. 2 (Rev. 15-22); Pikaza, X. (1999). Apocalipsis. Verbo Divino; Stam, J. (1999). Apocalipsis. Comentario Bíblico Iberoamericano. 4 Vols. Ediciones Kairós; Carballosa, E. L. (1997) Apocalipsis. La consumación del plan eterno de Dios. Editorial Portavoz; inter alia.
11. Pentecost, J. D. (1965). Things to Come. Zondervan Publishing House. Este es un libro clásico de la tradición dispensacionalista de la escuela de Dallas.
12. Existe una serie de artículos de los Journal académicos más reputados, tanto antiguos como modernos. En el idioma francés podemos citar los siguientes: Sabatier, A. (1887). “Le problème des origines littéraires et de la composition de l’apocalypse de Saint Jean”. RTEDP. Vol. 20, pp. 553-87, que es un clásico; Boismard, M. E. (1949). “L’apocalypse, ou leś apocalypses de S. Jean”. RB. N. 4, pp. 507-41; Calmes, P. T. (1903). “Les symboles de l’apocalypse”. RB. N. 1, pp. 52-68. En el idioma inglés, citamos el siguiente: Mathews, M. D. (2012). “The Function of Imputed Speech in the Apocalypse of John”. TCBQ. V. 74, N. 2, pp. 319-38. Finalmente, en castellano: Ureña, L. (2011). “El diálogo dramático en el Apocalipsis de Ezequiel, el trágico, a Juan, el vidente de Patmos”. Gregorianum. V. 92, pp. 23-56; inter alia.
13. La más famosa Biblia comentada es la de C. I. Scofield de 1909, que efectúa un comentario de toda la Biblia desde una perspectiva escatológica. Fija la doctrina de las dispensaciones y del premilenialismo, lo que posteriormente iba a ser retomado por su discípulo, L. S. Chafer. Cf. The Scofield Study Bible. (2013). The Holy Bible Containing the Old and New Testaments. Authorized King James Version.
14. El asunto ha trascendido a la pantalla grande, las grandes compañías de cine han invertido sumas millonarias en producciones que explotan esta fascinación. La respuesta del público no se ha hecho esperar, creando un género sumamente rentable, el de las películas apocalípticas, que combina la ciencia ficción con la verdad, dando como resultado un híbrido que, en esencia, representa esa fascinación y espanto por los eventos del porvenir. En la nota de pie de página 57 de nuestro libro sobre el apocalipticismo se da una lista de películas de este género. Cf. Zaldívar, R. (2012). Apocalipticismo: Creencia, duda, fascinación y temor al fin del mundo. Editorial CLIE.
15. Aunque todavía existe una confusión sobre lo que significa apocalíptica, la mejor definición fue dada por J. J. Collins, quien asegura que es un género de la literatura de revelación que se distingue por presentar un marco narrativo en el que una revelación es dada a un receptor humano a través de un ser que pertenece al otro mundo [Collins, J. J. (1979). Towards the Morphology of a Genre, p. 6. Society of Biblical Literature]. Se reconoce al mismo tiempo que existe también un núcleo de contenidos comunes a los apocalipsis —la salvación escatológica y las representaciones del mundo supranatural—, y una visión peculiar del mundo, designada como apocalipticismo, diferente de la de los antiguos profetas. Se amplía el número de obras consideradas apocalipsis y se señala que no se trata de un género consistentemente uniforme. Se distinguen además unos apocalipsis de tipo histórico (como Daniel) y otros de tipo más bien místico-cósmico, centrados en viajes celestes, como el Libro de los Vigilantes de 1 Enoc. Se ven además distintos grupos de apocalipsis que responden a diversas situaciones históricas. Cf. Aranda Pérez, G. (1998). “El destierro de Babilonia y las raíces de la apocalíptica”. Estudios Bíblicos. Universidad San Dámaso. Vol. 56, pp. 335 ss.
16. El resultado de ese ciclo de conferencias fue el libro Apocalipticismo: Creencia, duda, fascinación y temor al fin del mundo, que publicó la Editorial CLIE.
17. El primer libro de la serie fue Las fuentes de dieron origen al Nuevo Testamento, donde se aborda el tema de la literatura pseudoepígrafa como fuente primera de conceptos teológicos del Nuevo Testamento, así como lo relacionado al patrón apocalíptico que se origina en el libro de Daniel y sirve de fuente al Nuevo Testamento. Cf. Zaldívar, R. (2020). Las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento. Editorial CLIE. El segundo libro de la serie fue Las fuentes griegas que dieron origen a la Biblia y a la teología cristiana. En esa investigación se demuestra cómo el pensamiento griego da origen a conceptos escatológicos reflejados en el libro de Apocalipsis, como el infierno y la inmortalidad, inter alia. Cf. Zaldívar, R. (2024). Las fuentes griegas que dieron origen a la Biblia y a la teología cristiana. Editorial CLIE. El estudio realizado en estos dos libros me llevó obligatoriamente a ver el tema de las fuentes del Apocalipsis, un tema que me causó fascinación al principio de mi carrera académica, luego aversión por la frustración y últimamente satisfacción, seguridad y complacencia al ver el Apocalipsis de san Juan desde una plataforma más sólida, segura y confiable, que es la que presento en este trabajo de investigación.
18. En el capítulo 1 de Apocalipsis leemos: «Jesucristo envió a su ángel para dar a conocer la revelación a su siervo Juan, quien por su parte da fe de la verdad, escribiendo todo lo que vio, a saber, la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo… yo, Juan… estaba en la isla de Patmos por causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús. En el día del Señor vino sobre mí el Espíritu y oí detrás de mí una voz fuerte, como de trompeta, que decía: “Escribe en un libro lo que veas y envíalo a las siete iglesias”». Al final de esta investigación quedará claro que este tipo de presentación es lo que se acostumbra en la literatura apocalíptica, y que Apocalipsis es el resultado de un trabajo heurístico, inteligente y bien redactado que utilizó fuentes en su confección, no es el resultado de un éxtasis de un individuo llamado Juan.
19. Esto ya se abordó en el libro Las fuentes que dieron origen al Nuevo Testamento, solo que de forma general, es decir, en relación con todo el Nuevo Testamento. Aquí el campo de estudio está circunscrito exclusivamente al Apocalipsis.
20. Es sumamente complicado, sino imposible, entrar al mundo del primer y segundo siglo y entender a cabalidad el significado de los símbolos utilizados en la literatura apocalíptica. Hay mucho lenguaje que ya está descodificado, pero hay otro que habrá que abordar y ver hasta dónde podemos llegar.
21. La tendencia de los indoctos, de los sesgados o de aquellos con el complejo de cíclope es la de tildar de liberales a las personas que se salen de lo tradicional y menospreciarlos. Para desvanecer cualquier duda, dejamos claro dentro de nuestro propósito de investigación que no somos académicos liberales que denostan la Biblia. Creemos en la inspiración de la Biblia y la respetamos como Palabra de Dios. Lo que sí somos es personas racionales que pasamos el conocimiento por el filtro del análisis y la valoración crítica. Esto equivale a decir que estamos dedicados a la academia y trabajamos en la redacción de documentos, partiendo de aquellas fuentes que encontramos después de una ardua labor de miles de horas de investigación.
22. En las estructuras mentales de Occidente, un año son 365 días, así que mil años para nosotros serían 365 000 días. Empero, la Biblia fue escrita desde una estructura mental oriental, en la que el tiempo se mide de otra manera y se escribe de otra manera. Por otro lado, si se ha dicho hasta la saciedad que el Apocalipsis ha sido codificado en un lenguaje simbólico, ¿por qué insistimos en la literalidad de los mil años? Y, además, ¡años de 365 días! Es sencillamente un absurdo o un oxímoron, si se quiere.
23. Para realizar nuestro trabajo interpretativo, seguiremos los lineamientos hermenéuticos que propone el prof. Juan Stam: (1) Hacer una interpretación cristocéntrica. Si hay una razón de peso por la que este libro fue canonizado fue esta: Cristo es el centro de la ecuación; (2) Interpretarlo imaginativamente. Por tal razón usaremos el método alegórico, pues sería un sinsentido hacerlo de otra manera cuando estamos frente a una narración escrita en lenguaje simbólico; (3) Interpretarlo pastoralmente. Esto es clave, el libro fue escrito para la iglesia. Luego, el elemento pastoral debe estar implícito; (4) Debe ser práctico. Es por eso por lo que lo interpretaremos a la luz de la realidad socioeconómica de América Latina; y finalmente (5) La interpretación debe ser hecha en base a la estructura de la narración o la heurística del redactor. Esto último nos permitirá efectuar una interpretación en el marco ideológico del redactor. Cf. Stam, J. (1999). Apocalipsis, pp. 28-32. Comentario Bíblico Iberoamericano. Tomo I. Ediciones Kairós.
24. Se considera a Francis Bacon (1561-1626) como el primero en proponer un nuevo método para adquirir conocimiento. Afirmaba que los pensadores no debían esclavizarse al aceptar como verdades absolutas las premisas transmitidas por las autoridades en la materia —mutatis mutandis, las teologías que hemos recibido, como el premilenialismo-dispensacionalista o el amilenialismo, que se nos han presentado como verdades fundamentales, sin serlo—. Bacon sostenía que el investigador tenía que establecer conclusiones generales basándose en hechos recopilados mediante la observación directa —que es exactamente lo que hacemos, no solamente en el capítulo siete, sino a lo largo de toda esta investigación—. Bacon aconsejaba observar la naturaleza directamente, desechar los prejuicios e ideas preconcebidas (que él denominaba ídolos). Según Bacon, para obtener conocimiento es imprescindible observar la naturaleza, reunir datos particulares y hacer generalizaciones a partir de ellos. Una nueva manera de encontrar la verdad es ir a buscar los hechos en vez de basarse en la autoridad (experticia) o en la mera especulación; con el tiempo, esa actitud habría de convertirse en el principio fundamental de todas las ciencias. Según Bacon, las observaciones se hacían sobre fenómenos particulares de una clase, y luego a partir de ellos se hacían inferencias acerca de la clase entera —que es exactamente como se hace la teología: a partir de inferencias surgidas del análisis de una serie de premisas—. Este procedimiento se denomina razonamiento inductivo y viene a ser lo contrario al método deductivo. El pensamiento de Lord Francis Bacon puede ser encontrado en Bacon, F. (1902). Novum Organum. Joseph Devey (Ed.). P. F. Collier & Son. También es útil Dávila Newman. G. (2006). “El razonamiento inductivo y deductivo dentro del proceso investigativo en ciencias experimentales y sociales”. Laurus. Año 12, pp. 185 ss.
25. Podemos definir el método analógico de investigación como las «comparaciones entre dominios de conocimiento que superficialmente no se parecen entre sí, uno más conocido, llamado “fuente” o “análogo”, y otro menos conocido, denominado “blanco” o “concepto”. A través de lo que se conoce sobre la fuente, se pretende obtener información sobre el blanco, o hacerlo comprensible para quien no lo conoce» [Ramírez Rodríguez, M. & Bolívar Perilla, J. C. (2017). El razonamiento analógico y el desarrollo de la habilidad inferencial en las asignaturas de física y química, en el marco de las competencias científicas, de los grados 10° y 11° de educación media, pp. 50 ss. Tesis de Maestría de la Universidad Javeriana, Bogotá]. Si el razonamiento analógico se concibe como la transferencia que parte del conocimiento de un dominio ya conocido —como los símbolos apocalípticos del Antiguo Testamento, las figuras de animales o conceptos abstractos como Hijo de Hombre, inter alia— a un dominio nuevo —el Apocalipsis de san Juan y la interpretación de todo ese lenguaje bajo la figura del Cordero inmolado—, entonces implica por lo menos dos procesos diferenciales: 1) La recuperación del análogo; y 2) La aplicación de esa información relevante. La correspondencia que se establece entre el dominio base y el dominio meta se denomina extrapolación, y consiste en transferir el dominio fuente al dominio objetivo. En los capítulos dos, tres, cuatro y cinco usamos mayormente el método analógico de investigación. Partimos de la literatura canónica o pseudoepígrafa y establecemos una correspondencia, recuperando lo análogo y haciendo una extrapolación que nos permita acercarnos a una interpretación plausible de la narración de san Juan, que es el dominio meta.
26. El método alegórico es el método griego que adoptó Filón de Alejandría primero y luego la escuela cristiana de Alejandría, la cual tuvo a Orígenes —quien es considerado como el campeón del método alegórico— como uno de sus máximos exponentes. Filón sostenía que «toda la Escritura tiene otro sentido más profundo, oculto, el sentido alegórico, deseado por el hagiógrafo» [Cf. Del Valle, C. (1975). “Aproximaciones del método alegórico de Filón de Alejandría”. Helmantica. Universidad Pontificia de Salamanca. Tomo 26, N. 79-81, pp. 564-566]. Filón de Alejandría claramente indica que la aplicación del método de interpretación alegórico no es un procedimiento arbitrario, como los detractores afirman; más bien, sigue leyes específicas que el exégeta debe tomar en cuenta, v. g., «la primera norma de la hermenéutica alegórica es la fijación del sentido literal y, con él, la determinación del símbolo. Habiendo detectado el símbolo será fácil precisar lo simbolizado». Esta es considerada la regla de oro del método alegórico. Véase también Zaldívar, R. Fuentes griegas que dieron origen a la Biblia y a la teología cristiana. Op. cit., cap. V, “La hermenéutica cristiana helenista”.
27. En las abreviaturas que aparecen al principio de este libro se encuentran las revistas más cotizadas de la academia en diversos idiomas, lo que asegura la seriedad de la investigación.
28. Cf. Piñero, A. (2007). Los Apocalipsis: 45 textos apocalípticos, apócrifos judíos, cristianos y gnósticos. Edit. Edaf.
29. El término apocalíptica fue usado por primera vez en el s. XIX para indicar un conjunto de textos similares en forma y contenido al Apocalipsis de san Juan. Cf. Wiesse León, A. (2014). La visión del Hijo del Hombre y las cartas a las siete iglesias. Análisis exegético y retórico de Ap. 1,9–3,22, p. 79, nota al pie 172. Tesis doctoral. Universidad Pontificia de Comillas, Madrid.
1. Primera fuente
El contexto sociopolítico y religioso
Sumario:
1.1. Las siete ciudades del Asia Menor. 1.2. El culto al emperador.
1.3. Los mártires de la iglesia. 1.4. La conexión apocalíptica.
Cada escrito que compone la Biblia, ya sea del Antiguo o del Nuevo Testamento, está envuelto en el contexto sociopolítico de la/s persona/s que lo redactó/redactaron. Es imposible sustraerse de esa realidad. De ahí la pertinencia de aquella frase que reza: «Cada uno es hijo de su época».
En lo que al género apocalíptico30 se refiere, este surge en un contexto sociopolítico de persecución contra el pueblo de Dios que no se adhiriere a la filosofía de vida de las potencias extranjeras que pretenden avasallarlo.