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Hagakure, que significa "oculto bajo las hojas", es un antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre código Bushido. Nos expone la vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi. Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el Samurái, la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida indigna o impura. "La primera cosa que uno debe hacer por la mañana es rendir homenaje a su señor y a sus padres, y después a sus dioses tutelares y budas guardianes. Si otorga el primer lugar en importancia a su señor, sus padres se regocijarán, y los dioses y budas le darán su beneplácito. El guerrero sólo debe pensar en su señor. El que toma esta postura dentro de sí mismo, siempre tendrá presente al señor y no se apartará de él ni por un momento".
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Seitenzahl: 192
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Hagakure. La senda del samurai© Yamamoto Tsunetomo
D.R.© Editorial Lectorum, S.A. de C.V., 2022Batalla de Casa Blanca, Manzana 147–A, Lote 1621Col. Leyes de Reforma, 3a. SecciónC.P. 09310, Ciudad de MéxicoTel. 55 5581 [email protected]
Segunda edición: septiembre 2022ISBN: 978-607-457-747-1
D.R.© Portada: Angélica Carmona BistráinD.R.© Imagen de portada: Shutterstock®
Características tipográficas aseguradas conforme a la ley.Prohibida la reproducción parcial o total sin autorización escrita del editor.
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Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo X
Capítulo XI
Hagakure, que significa "oculto bajo las hojas", es un antiguo breviario de caballería inspirado en el célebre Código Bushido. Nos expone la vía del guerrero, cuyos preceptos filosóficos y ética trascendental presentan al Bushi.
Bushido es la aceptación total de la vida, vivir incluso cuando ya no tenemos deseos de vivir. Esto se logra sabiendo morir en cada instante de nuestra vida, viviendo el instante, el aquí y ahora, sumido en el eterno presente, en vez de abandonar el campo de batalla cotidiano. Para el samurái, la vida es un desafío, y la muerte es preferible a una vida indigna o impura.
Esta es la noble y espectacular lección del Hagakure.
Resulta muy sensato que el samurái tenga presente la Senda del Samurái; no obstante, se diría que todos somos descuidados, pues son pocos los que podrían dar una respuesta rápida al que preguntara: «¿Cuál es el auténtico significado de la Senda del Samurái?» Esto se debe a que no se lo han grabado adecuadamente en la cabeza. Esto nos enseña lo poco arraigada que tenemos la Senda.
¡Qué resultados tan graves tiene este descuido!
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En la muerte se encuentra la Senda del Samurái. En el momento en que se tiene que tomar una decisión crucial, de inmediato y únicamente se puede escoger la muerte. La elección no es especialmente difícil; sólo se requiere tener valor y proceder. Hay quien afirma que morir sin haber logrado nuestros objetivos es morir como un perro. ¡Invenciones de personas vanas! Cuando estamos en una situación urgente en la que tenemos que elegir entre vivir o morir, deja de tener importancia si hemos alcanzado, o no, nuestros objetivos.
Todos deseamos vivir y, en buena medida, perfilamos nuestra razón de acuerdo con lo que nos deleita. No obstante seguir viviendo sin haber alcanzado nuestras metas es de cobardes. La cuestión es sutil y escurridiza. Morir sin haber logrado nuestros objetivos es morir como un perro; en efecto, es un acto de fanatismo. No obstante, no es deshonroso. He aquí la esencia de la Senda del Samurái. Quien día y noche prepara su corazón como debe ser, para poder vivir como si su cuerpo ya hubiera expirado, alcanza la liberación en la Senda. Llevará una vida honorable y cumplirá exitosamente con la misión a la que dedica su vida.
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Cuando un hombre aprecia sinceramente a su señor es buen vasallo. Así son los samuráis más dignos. Si uno nace en el seno de una familia de linaje, es suficiente tener muy presentes sus deberes con sus antepasados, entregarse en cuerpo y alma, y apreciar sinceramente a su señor. Además, si uno está dotado de sabiduría y capacidad, y es hábil para aplicar esas virtudes como debe ser, será mucho mejor.
Sin embargo, incluso el necio y torpe podrá valer como samurái de confianza, siempre que se proponga apreciar sinceramente a su señor. De todos, el menos útil es el que tiene sabiduría y capacidad pero carece de esa virtud.
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Existen muchas personas que tienen por naturaleza una mente dispuesta y hay otras que necesitan retirarse para pensar bien las cosas. Si estudiamos a profundidad el tema de los dones naturales de las personas, llegamos a la conclusión de que el que piensa con descuido pero se sujeta a los cuatro votos del samurái Nabeshima, consigue una sabiduría prodigiosa, independientemente de los puntos fuertes y débiles de su naturaleza.
Hay quienes se creen aptos para esclarecer cuestiones profundas y se ponen a reflexionar mucho en ellas, pero no pueden aclarar nada ya que sus reflexiones se basan en el egoísmo.
Para el necio es difícil acostumbrarse al desinterés.
Cuando te enfrentes a un asunto, no obstante, en un inicio no le pongas atención, graba en tu corazón los cuatro votos, expulsa de ti el egoísmo y esfuérzate. Así no estarás mal encauzado.
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Si en casi todo nos guiamos por nuestro propio juicio, nos volvemos egoístas, damos la espalda a la razón y las cosas no salen bien. Esto resulta mísero, inútil, sórdido e inexperto a ojos de los demás. Si nosotros solos no somos capaces de alcanzar un entendimiento verdadero, no estará mal que consultemos con alguien dotado de buen sentido.
Quien nos asesore, al no afectarle directamente el asunto, dará su consejo con franco y generoso conocimiento, apegándose a la Senda. Evidentemente, esta forma de hacer las cosas se verá como una excelente base a los ojos de los demás. Puede compararse con un gran árbol de raíces fuertes. Por sí sola la inteligencia de un hombre es como un árbol sin raíces que se ha plantado, sin más, en un agujero.
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Estudiamos las palabras y los libros de nuestros ancestros para apoyarnos en su sabiduría y evitar el egoísmo.
Quitándonos de encima los prejuicios, basándonos en las sentencias de los antiguos y consultando con otras personas, las cosas marcharán por buen camino y sin problemas. Según se cuenta en el Ohanashikikigaki, el señor Katsushige se inspiró en la sabiduría del señor Naoshige. Debemos agradecer su interés.
Hubo un hombre que tomó como samuráis a su servicio a varios de sus hermanos menores, y siempre que visitaba Edo o la región de Kamigata se hacía escoltar por ellos. Se dice que nunca sufrió contratiempo alguno porque todos los días consultaba con ellos tanto sus asuntos públicos, como los privados.
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Sagara Kyuma era totalmente uno con su señor, al que servía como si su propio cuerpo ya estuviera muerto. Era un hombre entre mil.
En cierta ocasión se celebró una importante reunión en la casa Mizugae, del señor Sakyo, y se ordenó que Kyuma se suicidara haciéndose el seppuku. Por aquellos días había en Osaka un salón de té en el tercer piso de la casa del señor Taku Nui. Kyuma rentó el salón de té, congregó a todos los desocupados de Saga y organizó una presentación de marionetas. De hecho él mismo manejaba una de las marionetas, y los asistentes estuvieron todo el día y toda la noche recreándose y bebiendo. A los ojos de la casa del señor Sakyo provocó un gran alboroto y llevó el desastre pensando solamente en su señor y decidido a suicidarse.
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Ser samurái al servicio de un señor sólo consiste en apoyarlo, dejar que él decida lo que es bueno y malo, y renunciar al egoísmo. El señor estará completamente seguro si cuenta al menos con dos o tres hombres de este tipo.
Si analizamos el mundo cuando las cosas marchan bien, nos daremos cuenta que hay muchos hombres que se dedican a dejarse ver por el señor y a hacerse valer ante él con su sabiduría, astucia y sensatez. No obstante, muchos le darán la espalda a su señor si es desterrado o cae prisionero, para cambiarse de bando y servir al hombre del momento.
Estas cosas son desagradables, incluso pensarlas. Todos creen que están actuando con honradez: los que tienen puestos altos, los que tienen puestos menores, los sabios y los de buen criterio; pero si se trata de dar la vida por su señor, a todos les tiemblan las piernas. Esto es muy deshonroso. En situaciones como ésta suele suceder que un inútil se transforma en un guerrero sin par, porque ya ha renunciado a su vida y se ha vuelto uno con su señor. Tenemos un ejemplo de esto con la muerte de Mitsushige. Unicamente le quedó un servidor resuelto, yo mismo. Otros pocos me siguieron. Los importantes, presumidos y presuntuosos le dieron la espalda a su señor en el momento mismo en que éste cerró los ojos al morir.
Es sabido que la lealtad tiene gran importancia en el pacto entre el señor y el vasallo. Aunque te parezca imposible, la tienes delante de las narices. A partir del momento mismo en que firmemente te propongas ser leal, te transformarás en un excelente vasallo.
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Saber expresar a otra persona nuestra opinión y corregir sus defectos es importante. Se trata de un acto de compasión, y es el primero de los actos de servicio. No obstante, es sumamente difícil encontrar la manera de hacerlo.
Resulta sencillo encontrar los puntos buenos y malos de una persona, y también lo es manifestar nuestra opinión al respecto. La mayoría de las personas actúa correctamente al decir las cosas que a otros les parecen desagradables o embarazosas de decir. Y si lo que dicen no es bien recibido, consideran que ya no pueden hacer más. Esas acciones carecen de valor. Equivale a ofender a una persona difamándola. No es más que desahogarse soltando verdades.
Antes de darle tu opinión a una persona lo primero que debes hacer es considerar si esa persona está dispuesta a recibirla o no. Debes intimar con ella y tener la seguridad de que confía firmemente en tu palabra. Encuentra la mejor manera de hablarle, tratando temas de su interés, e intenta darte a entender así. Considera cuál es la ocasión más adecuada y piensa si es mejor decírselo por carta o al momento de despedirse. Exalta sus cualidades y aprovecha todos los recursos para aconsejarle. Puedes hablar, por ejemplo, de tus propias fallas sin aludir a las suyas, pero de tal manera que se aplique a su situación. Haz que aproveche tu opinión como un sediento toma un vaso de agua; de ese modo le será útil para corregir sus defectos.
Esto es sumamente difícil. Normalmente, la persona no se corregirá si su problema es un vicio que arrastra desde hace años. Yo mismo he tenido esta experiencia. Los grandes actos de compasión del samurái consisten en fraternizar con todos sus compañeros, corregir unos a otros sus defectos y estar resueltos a servir a su señor. ¿Cómo se puede esperar hacer mejor persona a alguien si constantemente se le está ridiculizando?
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Es de mal gusto bostezar delante de los demás. Si de repente te dan ganas de bostezar, puedes quitártelas sobándote la frente hacia arriba. Si esto no funciona, pásate la lengua por los labios sin abrir la boca, o bien oculta el bostezo cubriéndote la boca con la mano o la manga. Pasa lo mismo con el estornudo. Lo hace quedar a uno en mal término. Además de éstas, hay otras cosas con las que conviene tener cuidado y pulcritud.
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Alguien decía que debían observarse con más cuidado las cuestiones económicas actuales. Otra persona le indicó que eso no era provechoso de ninguna manera.
Es bien sabido que los peces habitan en aguas demasiado claras. No obstante, las plantas acuáticas y demás vegetación les proporcionan un refugio bajo su sombra, y allí prosperan. De la misma manera, las clases más bajas viven en paz cuando se les hace un poco la vista gorda o se pasan por alto ciertas cuestiones. Al considerar la conducta de las personas se debe tomar en cuenta esto.
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En una ocasión, cuando el señor Mitsushige era niño, el sacerdote Kaion le ordenó recitar un fragmento de un libro de texto. Entonces él convocó a los otros niños y a los ayudantes, y les dijo: «Hagan el favor de venir aquí a escuchar.
Leer cuando casi nadie escucha es difícil.» Esa actitud impresionó al sacerdote, que dijo a los ayudantes: «Todo se debe emprender con ese ánimo.»
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La primera cosa que uno debe hacer por la mañana es rendir homenaje a su señor y a sus padres, y después a sus dioses tutelares y budas guardianes. Si otorga el primer lugar en importancia a su señor, sus padres se regocijarán, y los dioses y budas le darán su beneplácito. El guerrero sólo debe pensar en su señor. El que toma esta postura dentro de sí mismo, siempre tendrá presente al señor y no se apartará de él ni por un momento.
La mujer debe otorgar el primer lugar a su marido, así como éste otorga el primero a su señor.
Según alguien afirma, hace años Matsuguma Kyoan contó lo siguiente:
En el ejercicio de la medicina se emplean diferentes tratamientos a los hombres y a las mujeres, pues poseen distintas cualidades de yin y de yang. Sus pulsos también son distintos. Sin embargo, desde hace cincuenta años hasta la fecha el pulso de los hombres se ha vuelto igual que el de las mujeres. Así lo he notado y he comenzado a aplicar con buenos resultados el tratamiento, que doy a las mujeres, a los hombres que padecen enfermedades de los ojos. Cuando aplicaba a los hombres el tratamiento propio de hombres, no conseguía resultados. De esa manera he comprendido que el espíritu de los hombres se ha debilitado y que se han vuelto iguales que mujeres, y que el fin del mundo se acerca.
Desde que lo supe con seguridad he guardado el secreto.
Si, teniendo esto presente, vemos a los hombres de la actualidad, notamos que, efectivamente, son muchos los que tienen pulso de mujer, y pocos los que parecen hombres de verdad. Y ésa es la razón por la cual puedes imponerte con facilidad, basta con que te esfuerces un poco.
Una prueba más de que el valor de los hombres ha menguado es que quedan pocos capaces de decapitar con mano firme. Y si hablamos del kaishaku, los hombres de nuestro tiempo son sensatos y hábiles a la hora de rehusarse. Hace cuarenta o cincuenta años, cuando las costumbres, como el matanuki, se consideraban varoniles, los hombres se avergonzaban de mostrar frente a sus compañeros las piernas sin cicatrices, y ellos mismos se cortaban.
Cualquier tarea de hombres exige sangre; no obstante, hoy en día la gente se ríe de esta idea, los asuntos se solucionan hábilmente sólo con palabras y se evitan las tareas que demandan un esfuerzo. Deseo que los jóvenes lo entiendan un poco.
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El sacerdote Tannen afirmaba: «Las personas terminan por no entender nada, porque los sacerdotes sólo enseñan la doctrina de la No-mente. Se conoce como No-mente a una mente pura y sin problemas». Esto es interesante.
El señor Sanenori explicó: «La Senda se encuentra dentro de una sola respiración, donde no puede residir la maldad». Por lo tanto, la Senda es única. Sin embargo, no existe alguien capaz de comprender esta claridad desde el primer momento. No se puede alcanzar la pureza si no es a base de muchos esfuerzos.
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Debemos valorar, como un maravilloso tesoro, el último verso de ese poema que dice: Cuando te lo pregunte tu corazón. Ciertamente, podemos darle el mismo valor que al Nembutsu, que en otros tiempos se escuchaba en boca de muchas personas.
Últimamente hay personas que se hacen llamar «inteligentes», se adornan de conocimiento superficial y lo único que hacen es engañar a los demás. Por lo tanto, son inferiores a la gente de poco ingenio. Una persona de poco ingenio es directa. Si observamos el interior de su corazón, utilizando el verso que he citado, descubriremos que no tiene intenciones ocultas. Es un buen examen. Debemos proponernos no quedar en mal lugar si se nos aplica este examen.
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La palabra gen significa «ilusión» o «aparición». En la India, a la persona que practica la magia lo llaman genjutsushi («maestro de la técnica de la ilusión»). En este mundo, todo es como un espectáculo de marionetas. Podemos decir que todo es de gen.
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Despreciar la injusticia y mantenerse en la integridad es difícil. Por otro lado, pensar que ser justo es lo mejor que uno puede hacer, y esforzarse al máximo por ser recto, hace que cometamos muchos errores. La Senda está en un lugar más elevado que la integridad. Esto es muy difícil de entender, pero es el conocimiento más alto. Desde esta perspectiva, las cosas tales como la rectitud parecen bastante superficiales. Si uno no puede entender esto por sí mismo, no puede llegar a conocerlo. Sin embargo, existe un método para alcanzar esta Senda, aunque no podamos descubrirlo por nosotros mismos: consultar a los demás. Incluso una persona que no ha tomado esta Senda observa desde fuera a los que lo siguen. Es como ese proverbio de los jugadores de go: «El espectador tiene ocho ojos». El proverbio:
«Pensando, pensando, vemos nuestros propios errores», también quiere decir que la Senda superior se encuentra a base de debatir con los demás. Resulta útil escuchar las historias antiguas y leer libros para quitarnos de encima nuestro criterio y abrazarnos al de los ancestros.
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Un maestro de la espada explicó en su vejez:
Durante nuestra vida pasamos por varios niveles en el estudio. En el nivel más bajo, la persona estudia sin alcanzar resultados, y tiene la idea de que es torpe y los demás también.
Quien está a este nivel no sirve para nada. En el nivel intermedio, la persona sigue siendo inútil, pero se vuelve consciente de sus faltas y también puede advertir las de los demás. En el nivel más elevado, se enorgullece de su propia capacidad, le gustan los halagos de los demás y lamenta la falta de habilidad de sus compañeros. Un hombre así tiene mérito. El hombre que está en el nivel más alto aparenta no saber nada.
Éstos son, en general, los niveles. No obstante, existe un nivel trascendente que es el más excelente de todos. En él, la persona es consciente de que la Senda que sigue no tiene fin, y nunca piensa que ha llegado al final. Conoce bien sus faltas y jamás, en su vida, llega a creer que ha conseguido superarlas.
No tiene pensamientos presuntuosos; contempla con humildad la Senda en toda su extensión. Se dice que el maestro Yagyu afirmó una vez: «Yo no sé cuál es la manera de vencer a los demás, sino la de vencerme a mí mismo».
Progresa todos los días a lo largo de tu vida obteniendo más habilidad que el día anterior, más habilidad que hoy. El proceso es eterno.
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La siguiente máxima sobresalía de entre las que tenía escritas en la pared de su casa el señor Naoshige: «Los asuntos que son muy importantes deben manejarse a la ligera». El maestro Ittei afirmó: «Los asuntos sin importancia deben manejarse con seriedad». Entre los asuntos de uno no debe haber más de dos o tres que podamos considerar como sumamente importantes. Podemos solucionarlos si nos ponemos a deliberar sobre ellos en momentos de tranquilidad. La cuestión es pensar las cosas con anterioridad y manejarlas a la ligera cuando llega el momento. Si de antemano no estás decidido, se te dificultará enfrentar una situación y solucionarla con ligereza, pues no tendrás la seguridad de actuar adecuadamente. Sin embargo, si con anterioridad has consolidado unos buenos cimientos, podrás basar tus actos en el principio de que «los asuntos que son muy importantes deben manejarse a la ligera».
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Hubo una persona que pasó varios años de servicio en Osaka y después regresó a su aldea natal. Cuando se presentó en el ayuntamiento local, todo el mundo se quedó desconcertado y comenzaron a burlarse de él, porque hablaba en el dialecto de Kamigata. Por esta razón, si uno pasa mucho tiempo en Edo o en la región de Kamigata, más le vale no olvidar su dialecto natal, incluso si tiene que exagerar el acento.
Cuando se va a una región más urbana es normal que a uno le cambien los modales por el contraste de costumbres. No obstante, es una grosería y una estupidez despreciar por rústicas las tradiciones de nuestra región natal, dejarse someter por las costumbres de otro lugar y pensar en renunciar a las propias. Proceder de una región rural y rústica es un maravilloso tesoro. Imitar el estilo de los demás es pura hipocresía.
Cierto hombre dijo al sacerdote Shungaku: «La secta del Sutra del Loto no tiene buena condición; es aterradora».
Shungaku le respondió: «Es la secta del Sutra del Loto porque es aterradora. Si no fuera aterradora, sería otra secta». Esto es acertado.
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En cierta ocasión se celebró un consejo para decidir el ascenso de un hombre; quienes estaban reunidos pronto llegarían a la conclusión de que no era viable ascenderlo, puesto que el hombre había intervenido en una trifulca entre borrachos. Pero alguien dijo: «Si comenzáramos a hacer a un lado a todos los hombres que han cometido un error, sería increíble encontrar hombres útiles. Quien ha cometido un error será, en virtud de su arrepentimiento, mucho más sensato y útil en adelante. A mí me parece que se le debe ascender».
Otro le preguntó: «¿Tú responderás por él?» «Claro que sí», dijo el primero.
«¿Por qué estás dispuesto a responder por él?», le preguntaron los demás.
«Porque es un hombre que ha cometido un error. El hombre que nunca se ha equivocado es peligroso.»
Dicho esto, ascendieron al hombre.
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Cuando hubo un debate sobre unos delincuentes, Nakano Kazuma propuso aplicar un castigo en grado menor al determinado por la ley. Unicamente él poseía un tesoro de sabiduría como éste. Pese a que en aquella reunión había varios presentes, sólo Kazuma fue capaz de decir algo. Por eso es llamado el Maestro de la Apertura y el Maestro de los Veinticinco Días.
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Como no se había vengado de un ultraje, cierta persona quedó deshonrada. La venganza radica, sencillamente, en entrar a la fuerza en un lugar y morir peleando. De esa manera no hay deshonra. El tiempo se te acabará si te pones a pensar en lo que tienes que hacer. Mientras piensas cosas tales como qué cantidad de hombres tiene el enemigo, el tiempo sigue avanzando y terminas por abandonarlo.
¿Qué importa si el enemigo tiene miles de hombres? Si te paras frente a ellos y te propones acabarlos a todos, comenzando por el primero, habrás cumplido. Habrás consumado la parte fundamental de tu misión.
Si vemos el relato del asalto nocturno al ronin del señor Asano, nos daremos cuenta que los ladrones cometieron un error al no hacerse el seppuku en el Sengajuki, ya que se produjo una larga demora entre el momento en que fue derrotado su señor y cuando ellos vencieron al enemigo. Habría sido muy penoso que el señor Kira hubiera fallecido de enfermedad durante ese periodo. Los hombres de la región de Kamigata poseen una sabiduría muy profunda que les ayuda a realizar actos dignos de alabanza, pero no saben actuar sin pensarlo, como ocurrió en el combate de Nagasaki.
No resulta útil juzgar todas las cosas con este mismo criterio; ahora estoy hablando de la búsqueda de la Senda del Samurái. Cuando el momento llega, no hay tiempo para cavilar. Y si no has pensado las cosas anteriormente, casi siempre quedarás deshonrado. Leer libros y escuchar las palabras de otros ayuda a tener las cosas claras de antemano.
La Senda del Samurái debe consistir, sobre todo, en ser conscientes de que no sabemos lo que va a suceder en un momento dado, y en poner en duda cualquier asunto día y noche. La victoria y la derrota dependen de la fuerza pasajera de las circunstancias. La deshonra se evita por una sencilla vía: la muerte.
Responde al golpe aunque creas que saldrás vencido. Ni la prudencia ni la destreza en el uso de las armas tiene algo que ver con esto. Quien es un hombre de verdad no piensa en la victoria ni en la derrota, simplemente se arroja de frente a una muerte no pensada. Cuando lo hagas, despertarás de tus sueños.