Heridas abiertas - Florencia Belén Lema - E-Book

Heridas abiertas E-Book

Florencia Belén Lema

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Beschreibung

Heridas abiertas es un grito que no escucha nadie, un abrazo que nunca llega, un frío que no se va. Es una confesión a tiempo, un miedo instalado en una habitación vacía, una hermandad que actúa ante la emergencia y un secreto que sale a la luz. ¿Cuántas veces cargaste toneladas de peso en la espalda sin decirle a nadie? ¿Cuántas otras cubriste tus heridas con trapos para que no se vean? Heridas abiertas no es un libro, es un ardor que te rompe el cuerpo a pedazos. Es un nudo atrapado en el medio de la garganta, un amor para el que no alcanzan las palabras, un caramelo que sirve como recordatorio, una soledad infinita, una tormenta en medio de un día soleado y unas heridas que no dejan de supurar.

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Seitenzahl: 88

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones. María Belén Mondati.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Lema, Florencia Belén

Heridas abiertas / Florencia Belén Lema. - 1a ed - Córdoba : Tinta Libre, 2022.

106 p. ; 22 x 14 cm.

ISBN 978-987-817-034-3

1. Autobiografías. 2. Superación Personal. 3. Autoayuda. I. Título.

CDD 808.8035

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2022. Lema, Florencia Belén

© 2022. Tinta Libre Ediciones

A mis amigos, que fueron los primeros en leerme.

A los que no me dejaron rendirme cada vez que yo estaba por hacerlo.

A los que creyeron en mí una y otra vez.

A todos los que cargan con una secuela interminable.

Heridas abiertas

Florencia belén Lema

Meraki

Palabra de origen griego que significa hacer algo con amor y creatividad, poniendo el alma en ello, dejando un pedazo de sí mismo en el trabajo.

Este libro está hecho con todo mi meraki.

Secuela1

Nombre femenino.

Consecuencia o resultado, generalmente de carácter negativo, que sobreviene de un hecho determinado.

Poco a poco se fueron solventando las secuelas que dejó la guerra.

Lesión o afección que surge como consecuencia de una enfermedad o un accidente.

La catástrofe radiactiva de Chernóbil ha dejado muchísimas secuelas entre la población.

Prólogo

Va a habitarte. Sí, así como escuchaste. Va a crear su propia cueva, su propio espacio. Justo en el centro de la garganta y al costado de los ojos. Te va a arder en todo el cuerpo. Vas a llenarte de miedos. Vas a enterrarla junto a ellos. Vas a pensar que la superaste. Y por fin, va a desaparecer.

Se va a mantener callada, sin hacer el mínimo ruido. Se va a esconder en algún rincón oscuro. Va a estar quieta, muy quieta, para no llamar la atención. Va a hacerse chiquita, cada vez más chiquita. Hasta que sientas que en serio se fue, que no la ves, que ya no está.

Pero un tiempo después, no importa cuánto, va a volver. Te lo prometo. De a poquito y casi sin que te des cuenta. Un nudo te va a habitar la garganta, y las lágrimas te van a llenar los ojos. No vas a entender absolutamente nada. Te vas a sentir triste un par de días. Te vas a perder otros. Vas a empezar a preguntarte qué te pasa o vas a ignorarte por completo.

Y ahí va a empezar de nuevo el ruido, las pisadas fuertes y la mirada potente. Te vas a dar cuenta de que volvió y que tiene ganas de quedarse. No volvió, sino que nunca se fue. Y esta vez, tiene más ganas de arder, de quemar y de destruir hasta el último centímetro que creías ileso.

Van a invertir roles: ella se va a hacer grande, muy grande. Y vos, chiquita y vulnerable, la vas a dejar pasar.

Porque, aunque no haga ruido y le guste jugar a las escondidas, esa secuela es tuya y la única que todavía le da un lugar en donde habitar sos vos.

Primera

El silencio

El último juego

Camino con mi hermana las cuatro cuadras que hay hasta el quiosco. Mi vieja nos dio plata para que nos compremos algo.

—Yo quiero unos Halls de mora. ¿Vos qué querés, Emma? ¿No querés uno de estos? —Levanto el paquete de caramelos que tengo en la mano. Emma me mira y niega rotundamente con la cabeza.

—No, no, yo quiero palitos de la selva.

Volvemos caminando en silencio. En casa ya están de visita nuestra madrina Alejandra y su novio Jorge. Toman mate con nuestros viejos en la mesa del living. Le doy el vuelto del quiosco a mi mamá y me siento con ellos. Siempre que hay visitas, mi vieja llena la mesa con todo lo que encuentra en las alacenas: galletitas, alfajores, pan lactal, jamón. Veo las llaves de la camioneta de Jorge sobre la mesa y un paquete de Halls de mora al lado. Él siempre lleva uno, es fanático. Además de los caramelos, también lleva el olor a cigarrillo impregnado en su ropa. Jorge es un hombre de unos cincuenta y pico de años, casado, con hijas, canoso y con la voz típica de un fumador.

Emma sube a su habitación a jugar. Después de unos minutos, Jorge también sube con la excusa de que necesita ir al baño. Me resulta raro que Jorge quiera ir al de arriba cuando tiene uno también en el piso de abajo, pero no digo nada. Al parecer, a mis viejos no les parece extraño, porque asienten con la cabeza y siguen hablando con Alejandra. Después de quince minutos, noto que Jorge no baja, así que les digo a mis papás que voy a mi habitación a jugar a la Play y subo yo también. Escucho voces por las escaleras.

—Estoy jugando con las barbies, no quiero ahora.

—Mientras más las toque, más rápido te van a crecer. —Escucho la voz de Jorge y la de mi hermana. Subo en silencio, intentando que la madera no rechine en cada paso que doy y revele mi presencia. Oigo un ruido de cierre de una bragueta abriéndose, mientras mi hermana suplica. Sigo subiendo los escalones que me separan del piso de arriba, pero ahora preocupado.

—Por favor, ahora no, otro día. —Emma empieza a sollozar despacio y Jorge la calla.

—Estamos jugando un juego, Emma. No les digas a tus papás de este juego, ¿sí?

El corazón empieza a palpitarme fuerte. Termino de subir los escalones que me quedan haciendo ruido, intentando frenar de alguna forma lo que está pasando en el cuarto de mi hermana. Se escucha una puerta abrirse. A pesar de verme ahí, Jorge sale de la habitación sin decirme nada y baja nuevamente al living. Veo a mi hermana con lágrimas en los cachetes y la bragueta de su pantalón todavía baja.

—¿Estás bien, Emi?

Ella asiente con la cabeza sin decirme nada. Yo igual la abrazo, sin saber muy bien por qué. Creo que por instinto o por miedo. Nos quedamos un rato abrazados en silencio. La invito a ver Mulán a mi cuarto, su película preferida de Disney.

A eso de las diez de la noche, las visitas se van y el olor espantoso del cigarrillo desaparece del living. Después de acomodar todo, mis viejos se van a acostar. Mi papá va al baño y mi mamá mira televisión en el cuarto. Me acerco nervioso y le cuento lo que escuché como puedo, como me sale. Mi vieja comienza a llorar despacio hasta hacerse un llanto más fuerte imposible de disimular ante mis ojos. Mi viejo la escucha y viene a la habitación.

—¿Qué pasa, Mercedes? Me estás asustando.

—Decile a tu papá lo que me dijiste, Ramiro.

Repito lo dicho con miedo y nerviosismo, me tiembla la voz, pero no lloro. A mi viejo se le desfigura la cara. Conozco muy bien esa expresión. Se le tensa el cuello y los brazos. Aprieta las manos en un puño y la cara se le pone roja. Se cambia con rapidez y empieza a gritar.

—¡Lo voy a ir a buscar a ese hijo de puta, lo voy a buscar y lo voy a matar!

—Alberto, por favor, calmate, vas a despertar a la nena —dice mi vieja sin dejar de sollozar.

—Ma, ¿estás bien? —pregunto ante el quilombo que es mi casa.

—Sí, hijo.

Mi vieja se levanta de la cama y camina de un lado al otro intentando adivinar qué hacer ahora. Se le nota el miedo y las ganas de que no sea real. Comienza a llamar desesperada a mis abuelos y se le corta la voz. Me quedo quieto observando lo que pasa. Mi viejo grita, mi vieja llora y cada tanto se escucha de la boca de ambos un “Qué hijo de puta”. El bullicio de mi casa en este momento no está ni cerca de parecerse a las risas que había hoy a la tarde en el living. Se me hace un nudo en el estómago, pero intento resistir el llanto por mi vieja.

—¿Qué pasa, mami? —dice Emma.

La veo inmóvil en la puerta del cuarto y todavía un poco dormida. Mi vieja se le acerca y la abraza para llorar desconsoladamente.

—Emma, mi amor, necesito que me digas que hicieron con Jorge hoy a la tarde.

La expresión de mi hermana revela que no entiende qué está pasando, pero sabe que algo no está bien. Abraza a mi mamá con fuerza y se queda callada. Empieza a llorar sin entender muy bien por qué.

—Tranqui, Emi, ya está, está todo bien. —La abrazo y me permito llorar yo también.

Empiezo a entender el infierno en el que se va a convertir mi casa después de mi declaración de hoy. Empiezo a entender por qué a mi hermana no le gustan los caramelos Halls de mora.

Cuando descubrí que mi serie favorita era mi serie favorita se lo decía a todo el mundo. Les repetía que How I met your mother no era valorada lo suficiente. Que no verla significaba un placer menos en esta vida. Recién, hace muy poco, me pregunté por qué la quería tanto.

¿Qué hay detrás de lo que nos gusta? ¿Qué se esconde en aquello que nos llama tanto la atención? ¿Por qué vivimos viéndolo una y otra y otra vez? No es solo por diversión. No puede ser solo por diversión.

En esta serie, Ted les cuenta a sus hijos por todas las cosas por las que pasó antes de conocer a su mamá. En la segunda temporada, en el episodio tres, los papás de Ted lo van a visitar a Nueva York por su aniversario número treinta de casados. Por accidente, él se entera de que sus padres se separaron dos años atrás y que ahora están con otras parejas. Ted se enoja y les dice que siempre le escondieron cosas. Hasta menciona que ellos nunca pudieron contarle nada incómodo ni nada que fuera real. Ni siquiera sabe cómo se conocieron.

A partir de ahí, nace la serie: del silencio, de una familia llena de silencios. Durante las nueve temporadas de veintipico de episodios, Ted intenta revertir la historia contándoles a sus hijos cómo conoció a su mamá. Los hijos se quejan, reclaman, se aburren, pero aun así él sigue intentando no calcar su historia, no ser parte del silencio en el que se vio involucrado durante toda su vida.

Dicen que los chicos repiten lo que ven y escuchan. Cuando un nene dice una mala palabra, primero lo retan y luego le dicen “¿De dónde sacaste eso?”. Somos una imitación de nuestros padres, una copia de lo que vimos y vivimos en casa. Y en mi casa también hubo silencios. También hay silencios, en presente. Porque el silencio se transforma en un patrón.