Historias BienVividas - Marina Posse - E-Book

Historias BienVividas E-Book

Marina Posse

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Beschreibung

¿Cuántas citas podés sobrevivir en el camino hacia tu amor verdadero? En Historias BienVividas, Marina Posse relata con humor las citas románticas más absurdas y disparatadas de una soltera de más de treinta, en el alocado camino hacia los brazos de su verdadero amor. Mediante el relato de experiencias tragicómicas, la autora logra atravesar lo particular para instalarse en el universo general de las mujeres en búsqueda del amor, que saben lo que quieren pero que desafían sus límites para conseguirlo, en una oscilación constante entre lo admisible y lo inadmisible, entre lo que están dispuestas a tolerar y lo que no podrían soportar jamás. Historias BienVividas es para todas aquellas que han sobrevivido a situaciones increíbles con varones insólitos, que se han propuesto reintentarlo a pesar de todo y que, en especial, han aprendido a mirar con humor los fracasos y desaciertos en el amor.

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Eldesopilantecaminohastallegaramiamor

 

 

 

 

 

 

 

 

 

MARINAPOSSE

 

Posse, Marina Claudia

Historias bienvividas : el desopilante camino hasta llegar a mi amor / Marina Claudia Posse. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Marina Claudia Posse, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-88-8685-5

1. Relaciones de Pareja. 2. Relatos. 3. Relatos Personales. I. Título.

CDD A863

 

 

 

1.ªediciónenArgentina:febrero de2023

 

©Posse,Marina

©HistoriasBienvividas.

Eldesopilantecaminohastallegaramiamor.

 

 

 

Diseñodetapaeinterior:MarielaCamodeca

 

 

ISBN 978-987-88-8685-5

 

 

 

 

Todoslosderechosreservados.Estapublicaciónnopuedeserreproducida,nientodonienparte,niregistradaen,otransmitidaporunsistemaderecuperacióndeinformación,enningunaformaniporningúnmedio,seamecánico,fotoquímico,electrónico,magnético,electroóptico,porfotocopiaocualquierotro,sinpermisopreviopor escritodelaautora.

 

 

Hecho el depósito que previene la Ley 11.723

Impresoen Argentina/PrintedinArgentina

 

 

 

 

 

 

A todos los hombres que me dieron material

de sobra para escribir este libro,

 

a lasgenialesmujeresquemeacompañan

en misaventuras ydesventuras

 

yenespecialalprotagonistadelúltimocapítulo,

quien lograquecadadíasiga apostandoalamor.

Índice

CubiertaPortadillaPortadaCréditosDedicatoriaPrólogo1. Matías, EL SEÑOR RABAS2. Cristian, EL ASESINO DE PEINADOS3. Fernando, EL MUDITO4. Juan, EL HOMBRE DE HIELO5. Nicolás, EL FUTBOLISTAAlejandro, FLAMA, FLAMA7. Giuliano, EL BEBOTÓN8. Leonardo, EL ÁNGEL

 

 

Prólogo

 

A

ver si vamos aflojando con eso de que “las minas somos complicadas”, ya es hora de cambiar el discursito barato que nos tilda de histéricas e inconformistas. La verdad, my darling, es que lo único verdaderamente complicado es encontrar el amor: dar con “la” persona en este multitudinario planeta no es tarea fácil (o no lo fue al menos para mí).

Yo tenía muy claro lo que quería, por lo que podía reconocer fácilmente cuando el hombre de mi cita estaba muy lejos de ser el hombre de mis sueños. Sin embargo, las ganas de que la cosa funcionara me hicieron desatender a veces algunos “detallecitos” y dar segundas oportunidades cuando ya todo pintaba mal.

No recuerdo la cantidad de veces que me caí y me levanté, me reí de mí misma y también me castigué culpándome, lloré en soledad hasta agotar el stock de lágrimas para rearmarme e intentarlo de nuevo. En cada desilusión, mi conciencia se enfurecía: “te lo dije”, me gritaba en silencio mientras mi corazón y mi autoestima procuraban reponerse del golpazo.

Lo cierto es que cuando la frustración pasaba, aparecía nuevamente una oportunidad. Tuve que aprender a mirar mis fracasos con ojos divertidos, simplemente para seguir adelante y no desistir en el intento de encontrar a mi amor. Y en ese disparatado camino descubrí cuáles eran mis límites, conocí a la mejor y a la peor versión de mí misma, me sentí a veces una diosa todo poderosa y en ocasiones, la más insegura y pequeña mujer del universo.

Novoyadecirtequenohubomomentosenlosquecasitirola toalla, pero jamás me rendí. Siempre aposté a encontrar a lapersona con la que soñaba, porque todos nos merecemos vivir un amor enorme, como el de los cuentos, al menos una vez en nuestrahistoria.

Todos los hombres que pasaron por mi vida me mostraron pordóndeeraelcamino,todosellosmefueronempujandodeapoco alos brazosde miverdaderoamor.

Lashistoriasdesopilantesquevoyacontartesonrelatosrealesdecitasfallidas,uncompiladodeexperienciasinsólitasdeuna minacomúnycorrientequeviviólaplenituddesusolteríahace ya15años,enunaépocaabsolutamentedistintaaladehoy.

Y aunque el tiempo cambió muchas cosas, estoy segura deque este diario de encuentros podría ser también el tuyo, o elde cualquier soltera de más de treinta que ande por ahí pululandoentre amoresydesamores.

No busques en este libro razones lógicas ni demasiadas decisionesinteligentes,menosquemenos,larecetaparaalcanzar tus sueños (perdón, pero la varita mágica no vino en mi combo). Lejos de ser una guía para las relaciones románticas, estashistorias quizá te ayuden a darle luz a algunas situaciones. Asíqueleé este libro si…

- …estás dudando si se comportó como un idiota o lo malinterpretaste,
- …estás pensando en darle otra oportunidad a ese bombón que te canceló la salida a último momento,
- …tenés tantas ganas de enamorarte que empezás a ver borroso,
- …tecansastedelosfracasosyteabrazastecualkoalaa la soledad,
- …encontrastealamoryandásporahípegoteadadetanta miel,
- …estásbuscandoquiensebanqueunarelaciónsincompromisosni obligaciones.

Y si ya superaste esta etapa tragicómica y simplemente querés divertirte un rato, este libro también es para vos: te propongo revivir conmigo estas citas locas, como una invitación a revolver tu propio anecdotario de vida. Preparate para sacarle el polvo a tus muertitos y regalarle una sonrisa también a tu historia.

Voilá,¡yqueempieceelshow!

 

 

 

 

 

 

 

 

1.

Matías,ELSR.RABAS

 

 

 

 

 

 

 

BuenosAires,25dejuniode2006

 

 

S

egunda salida con un tipo “distinto”. Nos conocíamos desde hacía meses, íbamos al mismo gimnasio y no habíamos cruzado más de diez palabras cuando decidimos salir. Me había seducido su forma de moverse en el lugar, de caminar y charlar tan amistosamente con la gente, de pasear su metro noventa por el salón, todo seguro, todo simpático. “Está lindo”, me dije como para tomar impulso y animarme.

Hicelavistagordaasunarizganchuda,quesedeformabaenuna mueca cuando se reía y bajaba hasta taparle el labio superior y los dientes. Tampoco me detuve en su melena leoninaque le caía por sobre los hombros y que acomodaba detrás desusorejascasiobsesivamente.Fuetodoundesafíoconsiderarlopotable,unapruebaparamímismaquenecesitabacomprobarsiseríaacasocapazdeaceptartambiéndesusparticularidades.

Se llamaba Matías. Tenía sus rarezas, claro, pero quién era yo -toda imperfecta y transpirada- para criticarlo. Es que a cierta altura de la vida, la fuerza de algunos indicios que nos gritan a vivavoz“notemetasahí”parecediluirseamerceddelasganasdeencontrar–oh, sorpresa- aun encantadorpríncipe azul.

La primera de las alarmas apareció celular de por medio, enlallamadaenlaqueacordábamos nuestroprimerencuentro.

Llevábamos más de 30 minutos de charla, hablábamos de lavida,denuestrosgustos,delascosasqueunosecuentacuandotodoesnuevoeinquietante,cuandotodoquedaporconocer.

Matías me interrumpió parahacerme un pedido:

—¿Cortamos y me llamás vos? Así no me gasto todo el crédito,viste…

Coneldiariodellunes,locorrectohubiesesidocortar,claramente,pero novolverallamarloJAMÁS.

Sinembargo,invertílossiguientes30minutosdemitiempo (ydemicrédito)enseguiresacharlayenllegaralaprimeradenuestrassalidas,quetranscurriósinpenanigloria.Unascervezas,másdecontarnosquiéneséramosyunbesodecierreenelquetuve quehacerel esfuerzode amoldarmicaraasunariz.

Empecinada en focalizar en lo bueno, me convencí de quellegar a la segunda cita era algo meritorio.El hechizo durómenosde lo que dura...unacena.

Fue un domingo, pasadas las once. Era tarde, pero las ganasde vernos sopapearon a la dura realidad de un odiado madrugónaldíasiguiente.Acordamosalgocasual,sinmuchaproducción,simplementeparatomaralgoymimarnos,aunquemás no fuera por ese breve instante en el que la noche se convierte encunaparalamayorparte de lagente.

Llegamos al bar, cada uno en su auto, pero propuso un cambio de planes:

—¿Qué te parece si vamos a otro lugar? —me dijo. —Tengoganas de comer algo y la verdad que acá no hacen más quesandwiches.

Asentí. Había cenado ya pero eso no me impedía acompañarlo.

—Ok,perovamosenunsóloauto,¿si?

También asintió, al tiempo que se apresuró en pararse cualestatuaal lado de lapuertadel acompañante de MI auto.

—¡Okkkk,yomanejo!

Controldelvolante,¿controldelasituación?

De pronto me encontré manejando mi auto y también la salida.Suindecisiónsobrequécomeryenquélugarterminóporfastidiarme. Diez minutos después y ante una elección todavía irresuelta, decidí, sin consultarle, estacionar en el primer restaurantemás o menos decente queapareció en el camino.

Se lo veía nervioso. Mientras su verborragia crecía, mi silencio ensordecía de preguntas mi cabeza. ¿Qué hago acá? ¿Cómoterminé cenando con un tipo que ni siquiera ahora me resultainteresante? Traté de dialogar pero mi mal humor era demasiadoevidente.Matíassemovíainquieto,hablabay sereíasin pararhastaquedeprontoclavósusojosenmibocamudaymelanzólasiempre odiadapregunta:

—¿En qué pensás?

Nunca, jamás una mujer contestaría algo así. Podemos decir,hacer y hasta sentir de a dos, pero los pensamientos son nadamásquenuestros.Enestasituación,revelarloshabríaequivalidoapegarle un mazazo en el medio de lafrente.

Mehiceladesentendidayrespondílo queeradeesperarse:

—Nada.

Una porción de rabas después y a 40 minutos de una situación que parecía no poder marchar peor, el desenlace de lacenapuso el brochede oro aunanoche parael olvido.

—¡Mozo! —exclamó. —¿Me podría traer la cuenta...? ¡Ah! ¿Ymeenvolveríalasrabas parallevar?