Juan Calvino - Giorgio Tourn - E-Book

Juan Calvino E-Book

Giorgio Tourn

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Beschreibung

Juan Calvino es un recuento puntual de la vida y obra del reformador franco-ginebrino que presta especial atención a sus orígenes familiares, sus años formativos y el rumbo que tomó al convertirse en uno de los "humanistas devotos" de su país natal. Tourn expone brillantemente la manera en que modificó el status de la comunidad religiosa y cómo enfrentó los debates con gente como Sebastián Castelio, los llamados "libertinos" y Miguel Servet, como parte de su trabajo para forjar una ciudad nueva a partir de diversos proyectos religiosos, educativos y académicos. Esta obra es una excelente introducción a la vida y obra de Calvino, quien ha sido bastante incomprendido por propios y extraños; los primeros, en su afán de reivindicarlos, y los segundos, en el deseo de subrayar sus carencias y excesos. Como toda figura histórica relevante, este personaje merece una lectura mesurada y basada en análisis sólidos como éste.

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Juan Calvino,

el reformador de Ginebra

Giorgio Tourn

ÍNDICE

Portada

Portada interior

Una palabra del autor

Prólogo

CAPÍTULO 1. Juventud

A la sombra de la catedral

Entre Meaux y la Sorbona

CAPÍTULO 2. Humanista

El abogado

El señor de Espeville

Conversión

El exilio

CAPÍTULO 3. Ginebra, la fuerte

Post tenebras lux

Reformar una ciudad

Pronta y sincera

CAPÍTULO 4. Refundar la igle

Aquél francés

En la quietud de Estrasburgo

Experiencias

CAPÍTULO 5. Los trabajos y los días

Las Ordenanzas eclesiásticas y la sociedad civil

El Consistorio: modelo de gobierno democrático

La autoridad de la Escritura y la doctrina de la predestinación

¿El siglo XVI en un año? 1549

“Libertarios”, no “libertinos”

Miguel Servet: un error del tiempo

CAPÍTULO 6. La nueva Ginebra

Hombres nuevos

La ofensiva calviniana en Francia

La Academia: una institución soñada

Calvino: un gurú (maître à penser) a la francesa

Teo-cracia: entre “clero-cracia” y “demo-cracia”

Los fundamentos de la civilización moderna

Tacui, Domine, quia fecisti (Sal 39:9)

Calvino e Italia

Lecturas para profundizar

Créditos

Una palabra del autor

Giorgio Tourn

Este libro es una historia muy simple, poco más que un esbozo, sobre la vida del reformador de Ginebra y, como todos los libros, tiene su propia historia. No nació por casualidad. Cuando apareció por primera vez (en 1965), se trataba de un pequeño folleto que la editorial Claudiana, la casa de publicaciones de los valdenses de Turín, había planeado dentro de la serie “Biografías de protestantes ejemplares”, planeada para lectores adolescentes.

Se trataba de evocar a un personaje desconocido cuya biografía tiene muy pocas aventuras emocionantes, quien al parecer sólo vivía en los libros, pero que hizo historia. Hice todo lo posible para “contar al hombre de Ginebra” y pude constatar que la experiencia resultó emocionante, pero me fue mucho más difícil abordar su teología. Cuando el editor pidió que transformara ese folleto en un libro para un público adulto, en esa época estaba trabajando en la primera traducción italiana de la Institución de la religión cristiana, la obra maestra de Calvino. Naturalmente rechacé el trabajo porque tenía la impresión de bajar el nivel de un mundo genial al ámbito de lo banal.

Posteriormente, teniendo en cuenta que este libro tenía como destinatario el público italiano que, hasta finales del siglo XX, ignoraba de manera casi absoluta los acontecimientos relacionados con la Reforma Protestante, cambié de opinión. Los universitarios tienen naturalmente a su disposición todos las obras publicadas para adquirir la información necesaria, pero los conocimientos de los lectores comunes rara vez son superiores a aquellos de los adolescentes de mi primer folleto, es decir, piensan que los protestantes son solamente los disidentes heréticos que pusieron en crisis la Europa cristiana y su unidad. Cuando se menciona a Calvino en esos medios, se afirma que fue el intelectual que inventó la doctrina de la predestinación que suprimió la libertad y que cualquier persona razonable no puede aceptar. Es el “dictador de Ginebra” que transformó la ciudad en un campo de concentración y, sobre todo, es el personaje que condenó a Servet a la hoguera. Frente a esas imágenes, no pude más que aceptar el reto y, teniendo constantemente presentes a los futuros lectores en la elaboración de este pequeño libro, evoqué no sólo al personaje sino también las cuestiones teológicas y culturales surgidas en el siglo XVI. No sabría decir si ese trabajo ayudó a cambiar las opiniones comunes, aunque eso siempre es difícil de lograr especialmente en el ámbito religioso.

Cuando esta pequeña “vida de Calvino” dejó Italia y entró a Francia, gracias al catálogo de las ediciones Olivétan (2008), me sorprendí enormemente: los lectores franceses conocen a su compatriota mucho mejor que los italianos y tienen a su disposición todo tipo de trabajos para documentarse. Naturalmente, estoy aún más sorprendido al ver este pequeño libro proseguir su viaje y saber que esta edición en castellano hablará a los lectores que utilizan el idioma de Miguel Servet e Ignacio de Loyola, dos grandes intelectuales que plantearon, como lo hizo Calvino, el problema de la religión cristiana en los comienzos del mundo moderno.

Turín, 13 de marzo de 2016

Prólogo

Pierre Gisel[*]

Nacido en 1930, Giorgio Tourn es pastor de la Iglesia Valdense del Piamonte (norte de Italia),[1] iglesia que, después de que el disidente y fundador del movimiento “Pobres de Lyon” hacia 1170, Pedro Valdo o Valdés; se unió a la reforma protestante del siglo XVI (una decisión de 1532). El libro que presentamos aquí es una bella obra de divulgación, en el mejor sentido del término. Nos adentra, de una manera agradable, a la acción y al pensamiento de Calvino, siguiendo sus pasos en un siglo XVI donde todo se mueve en la cristiandad latina: diversas reformas, el humanismo, el comienzo de lo que los historiadores llaman hoy la “primera modernidad”, que ya no es la Edad Media, incluso si las líneas que dividen estas periodizaciones nunca son claras y persisten los legados y otros matrices.

Ese siglo XVI no es aún la modernidad tal como nosotros la entendemos, la de las Luces, con sus afirmaciones políticas y sus nuevas relaciones con la historia, atravesada por la emancipación y por la autonomía del sujeto, e incluso si, allí también, se pueden ver, a posteriori, anticipaciones y pensamientos sobre esos momentos, aunque fuesen diferidos.

Tourn nos hace sentir excelentemente el contexto histórico, cultural, eclesial y político de los compromisos y de la obra de Calvino, el francés que terminará por ser conocido como “el reformador de Ginebra”, el hombre que aseguró o, en todo caso, institucionalizó la Reforma, por cierto, bajo un modelo original, muy diferente del modelo de Lutero y de los príncipes alemanes. La de Ginebra fue también una Reforma muy diferente de la de las otras ciudades suizas (Zúrich, Basilea y Berna, todas ellas marcadas por el sello de Zwinglio). Fue otra reforma, también diferente por supuesto, de la que emanó del Concilio de Trento (1645-1663) para dar forma a la Reforma Católica o Contrarreforma.

Las circunstancias históricas son siempre decisivas para comprender lo que está sucediendo y dejarse instruir por ello. Para introducir y poner en perspectiva lo que sucede y en qué forma, en sus fortalezas y limitaciones. El libro de Tourn proporciona bien estas dos últimas características, aunque no siempre está exento de un poco de apologética, en el tono e, incluso, a veces va más allá.[2] ¿Por qué? Porque el autor de este texto está comprometido y es un hombre de convicciones.

Comprender la Reforma y regresar a ella no consiste en aislar el momento y las afirmaciones para repetirlos, como si ellos pudieran cristalizar fuera de su contexto. Al contrario, es en relación con su tiempo que una posición asumida y defendida —e, incluso aquí, instaurada o edificada—, es lo realmente significativo (en su momento, una preocupación constante de Calvino). Y es así que ella debe ser evaluada, por lo que fueron su fuerza y sus debilidades, como toda posición.

Tourn hace ver más allá de las caricaturas que se refieren a Calvino (y vaya que son bastantes): el supuesto autoritarismo (que debe ser matizado al mínimo), la ausencia de diferenciación entre política y religión (que, como tal, es falsa), una moralización extensa (lo que debe ser puesto de nuevo en su época, sobre todo al comienzo de la primera modernidad, globalmente “disciplinaria”, como diría Michel Foucault).

En ocasiones se piensa espontáneamente en la Reforma Protestante como la antítesis del catolicismo. Pero antes hay que ver que este catolicismo fue diverso y lo sigue siendo. En este caso, se trata, en la primera mitad del siglo XVI, de un catolicismo atravesado por movimientos de reforma (incluyendo tanto a Calvino como a Lutero, quienes participan en ellos, antes de tener que adaptarse a una ruptura de hecho).

Por otra parte, no hay que olvidar que el catolicismo de la Reforma Católica, posttridentino, presentará una cara muy diferente del catolicismo de la Edad Media. En el siglo XVI, todo el mundo se movió para hacer frente a datos y nuevas preguntas, pero todos, como es normal, no lo hicieron de la misma manera y no respondieron igual a las preguntas de su época. A esto se suma el hecho de que, al lado de la Iglesia Católica y los reformadores protestantes, también surgió la Reforma “radical”, es decir, los anabautistas, así como la reforma de los disidentes más libertinos. En este punto, el trabajo de Tourn es también un esclarecedor recordatorio de que Calvino luchó, por así decir, contra dos frentes, y que el frente constituido por la Reforma “radical”, de tipo utópico o anarquista, tanto en materia política como religiosa, para él, era igualmente tan decisivo como el frente “anti-papista”.

En este libro, el lector encontrará, al mismo tiempo, a un Calvino preocupado por los contactos internacionales y por los acuerdos interconfesionales, especialmente con los zwinglianos, donde él pasa primero el interés de un tratado antes que la afirmación de sus propias y únicas posiciones. Tourn no entra aquí en el desarrollo de las temáticas teológicas que están en juego (no es que no las conozca, pues fue quien tradujo al italiano la magna obra de Calvino, la Institución de la religión cristiana). A través del recorrido por el que nos conduce, sin embargo, los señala y los sitúa, lo que ya es bastante.

Los protestantes celebrarán, en 2017, el 500o aniversario de las 95 tesis de Lutero que pusieron en marcha la Reforma, entonces en relación con las indulgencias que dieron lugar, histórica y simbólicamente, a la “escena primitiva”.[3] Bella oportunidad para ocuparse de un pasado. Bella oportunidad para releerlo y cuestionarse, como debe hacerse con cualquier tiempo pasado. Bella oportunidad para descubrir que este pasado es más diverso de lo que a veces se piensa y, tal vez, un poco diferente de como nos hubiera gustado que fuese. Todo esto es esencial. Y todo esto debe ser repensado en el marco de una época, la nuestra, que no es la misma.

Una vez más, se requiere dejarse instruir por el pasado —focalizarse sólo en el presente, puede resultar cegador—, pero no con el objetivo de repetir el pasado. Para los protestantes no se trata de repetir a los reformadores, sea Calvino o los demás. Como, para todos los cristianos, tampoco hay que repetir los comienzos del cristianismo. Asimismo, la distancia y la diferencia temporal no nos obligan solamente a reinventar, aunque esto lo reclama un pasado. Ésta debe ser también la ocasión para mejor medir los límites, las ambivalencias y los propios riesgos. No para hacer reproches a quienes nos precedieron sino para, nuevamente, dejarse instruir. Todo movimiento tiene sus ambivalencias y sus efectos instructivos, aunque no todos hayan sido los deseados.

La diferencia confesional entre católicos y protestantes deberá, entre otras cuestiones, ser el objeto de una evaluación a distancia. Es que allí también —y allí, más precisamente— cada una de las posiciones presenta sus fortalezas y sus debilidades, cada vez relacionadas entre sí: las debilidades son con frecuencia el reverso de tal fuerza y se trata de tomar la medida del conjunto. Esto se logrará especialmente hacer a partri de varios ejes: primero, el eje de las mediaciones (los protestantes a menudo han denunciado las mediaciones establecidas por el catolicismo como fuentes de la idolatría, pero, de pronto, han soñado con formas religiosas fuera de las inscripciones sociológicamente consistentes).

Sobre el eje de la institucionalización (los protestantes suelen frecuentemente sospechar de la institución, como cerrazón, es decir, como una traición, pero han sido repentinamente débiles para dar socialmente cuerpo al Evangelio, fuera de las disidencias).

Sobre el eje de la relación con la cultura (los protestantes critican con frecuencia los compromisos católicos con las culturas de la época, populares u otras, recalcando gustosamente la especificidad y la pureza del Evangelio, pero esas actitudes pueden conducir pronto a posiciones, de hecho, sectarizantes).

Sobre el eje de la relación con la historia (los protestantes han criticado la tradición, lo que es siempre querido por todos, pero, sorprendentemente, no siempre han estado exentos del fantasma de afirmar un supuesto “origen puro”, ajeno precisamentea la historia[4]).

Sobre el eje del estatus y la forma de la verdad (la “justificación por la fe” es un principio más que una referencia o más que un texto alternativo, entre otros, entre los cuales habría que escoger y que serían como tales, verdaderos o falsos, un punto que no siempre es bien percibido).

Eso es lo que espera a cada uno, en el horizonte del mundo y de las culturas. Y en un tiempo de transformaciones que no son las del siglo XVI, y probablemente, tampoco las que conocimos hasta hace algunos decenios porque vivimos en un tiempo de nuevos y enormes desafíos.

[*] Profesor honorario de Teología sistemática de la Facultad de Teología y de Ciencias de las Religiones de la Universidad de Lausana, Suiza, ex pastor de la Iglesia Protestante de Ginebra. Autor, entre otros, de Le Christ de Calvin. París, Desclée, 1990 (2a ed., corregida y aumentada, 2009) y director editorial de la Encyclopédie du Protestantisme. París-Ginebra, Cerf-Labor et Fides, 1995 (2a ed. aumentada: París-Ginebra, Presses Universitaires de France-Labor et Fides, 2006).

[1] Giorgio Tourn ha publicado varias obras sobre la historia de esta Iglesia, desde su fundación hasta la actualidad.

[2] Este aspecto me parece más claro en el último capítulo, el 5, “La nueva Ginebra” y, de pronto, vuelve la imagen expuesta menos convincente, a veces demasiado centrada sólo en Calvino y focalizándose únicamente en Ginebra. De esta manera no hace verdaderamente justicia a las posiciones católicas que expone.

[3] El lugar de la “justificación por la fe” que es un principio al que Calvino se adhería tanto como Lutero, incluso si ellos lo ponen en acción y lo vuelven operacional en el coración de exposiciones teológicas muy diferentes y de construcciones eclesiásticas y sociales también muy diferentes.

[4] El mismo Tourn parece sucumbir a esto cuando dice, en buena parte de este texto, que la Institución de la religión cristiana de Calvino sería “una colección temática de datos bíblicos” más que una teología sistemática (capítulo 4, “Gurú ”), lo que no me parece tan exacto, incluso si las citas bíblicas son constantes (aunadas a otras referencias a los Padres de los primeros siglos o a los teólogos de la Edad Media) y que Calvino es, por otro lado, un gran comentador de la Biblia. Globalmente, no hay que olvidar que Calvino reconoció, como Lutero —a diferencia de la Reforma “radical”—, los cuatro primeros “Concilios ecuménicos”, trinitarios y cristológicos, hasta el de Calcedonia de mediados del siglo V. Todo esto es, sin embargo, un momento de tradición y de construcción teológica, diferentes y a distancia de la sola Biblia.