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Un día del año de 1846, un gitano pide audiencia al capitán general de Granada, el Conde de Montijo, con el fin de pedir los mil reales a cambio de informarle sobre "Parrón", el bandolero más buscado de la provincia, delincuente cruel que nunca perdona la vida de sus presas tras robarles, con la creencia de que solo de esta manera jamás la justicia dará con él. A pesar de la incredulidad mostrada en la audiencia, el gitano cuenta de manera detallada cómo, caído preso de "Parrón", ha conseguido que le perdone la vida y huir. Quince días después, en medio de un concurso preparativo para una expedición en caza de "Parrón," se reúnen un grupo de migueletes, entre los cuales se encuentra uno recién llegado llamado Manuel.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Pedro Antonio de Alarcón
No sé qué día de agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada cierto desarrapado y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre Heredia, caballero en un flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada al pescuezo, y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura que quería ver al Capitán General.
Excusado es decir que semejante preten-sión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes, antes de llegar a conocimiento del Excmo. Sr. D.
Eugenio Portocarrero,
Conde de Montijo, a la sazón Capitán General del antiguo reino de Granada... Pero como este prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno... con permiso del engañado dueño, dio orden de que dejasen pasar al gitano.
Penetró éste en el despacho de Su Exce-lencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como andaba en las circunstancias graves, y, poniéndose de rodillas, exclamó:-
¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!
-Levántate: déjate de zalamerias y dime qué se te ofrece... -respondió el Conde con aparente sequedad.
Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:
-Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.
-¿Qué mil reales?
-¡Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.
-¡Pues qué! ¿Tú lo conocías?
-No, señor.
-Entonces...
-Pero ya lo conozco.
-¡Cómo!
-Es muy sencillo. Lo he buscado; lo he visto; traigo las señas y pido mi ganancia.
-¿Estás seguro de que lo has visto? -
exclamó el Capitán General con un interés que se sobrepuso a sus dudas.
El gitano se echó a reír, y respondió: