La caída y resurgimiento de la Iglesia Cristiana - Rev. Daniel G. Caram - E-Book

La caída y resurgimiento de la Iglesia Cristiana E-Book

Rev. Daniel G. Caram

0,0
6,49 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Este comentario del Rev. Caram ha sido diseñado para personas comunes que desean aprender más sobre su herencia cristiana. La Iglesia primitiva se apartó gradualmente del patrón que los apóstoles le habían enseñado. Esta caída eventualmente llevó a la Iglesia a una época que la historia ha denominado “La Era del Oscurantismo”. Sin embargo, el Rev. Daniel G. Caram muestra lo que llevó a la Iglesia a la luz de la verdad y cómo el mundo todavía está buscando a aquellos que son valientes por la verdad y no tienen miedo de proclamarla.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



LA CAÍDA Y RESURGIMIENTO DE LA IGLESIA CRISTIANA

Un comentario fácil de leer

Versión 1.1

por

Título original:

“The Fall and Rise of the Christian Church”

© 2007 Daniel G. Caram

Versión 1.0 en inglés

Título en español:

“La Caída y Resurgimiento de la Iglesia Cristiana”

© 2009 Brian J. Bailey

Versión 1.1 en español

Segunda impresión, junio 2013.

Diseño de portada:

Copyright ©2004 Brian J. Bailey y sus licenciadores

Todos los derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna ni por ningún medio, ya sea eléctrico o mecánico, sin permiso por escrito del editor, excepto en el caso de citas breves en artículos o reseñas.

A menos que se indique lo contrario, las citas son tomadas de la Santa Biblia,

versión Reina-Valera © 1960, propiedad de las Sociedades Bíblicas Unidas.

Traducción al castellano: Jorge Chacón, equipo de trabajo IBJ-Guatemala.

Primera edición en castellano: equipo de trabajo IBJ-Guatemala, 2009.

Publicado en formato e-book en julio 2020

En los Estados Unidos de América.

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-642-5

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

Un ministerio de Zion Fellowship, Inc

P.O. Box 70

Waverly, NY 14892

Tel: (607) 565-2801

Llamada sin costo: 1-877-768-7466

Fax: (607) 565-3329

www.zcpublishers.com

www.zionfellowship.org

AGRADECIMIENTOS

Quisiéramos agradecer a las siguientes personas:

A Mary Humphreys, Pastor Daniel Kropf, Jeremey Kropf y Kimberly Kropf por su valiosa ayuda y arduo trabajo para en la edición de este libro en inglés.

A Jorge Chacón por su excelente trabajo en la traducción de este libro al castellano.

Al equipo de trabajo de IBJ-Guatemala por su dedicación en la revisión y edición de este libro.

A Hannah Schrock por su trabajo en el formato de este libro.

Queremos extender nuestro agradecimiento a estos amados pues, sin sus muchas horas de invaluable ayuda, este libro no habría sido posible. Estamos realmente agradecidos para la gloria de Dios por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro.

PREFACIO

¿Por qué debemos estudiar la historia de la Iglesia?

Un antiguo adagio dice que si no aprendemos de la historia, estamos destinados a repetirla. La historia ha comprobado que es un ciclo predecible, y la razón de esto es que la naturaleza humana no ha cambiado (ver Dn. 12:10). Desafortunadamente, el hombre parece que nunca aprende las lecciones del pasado. Salomón hizo esta observación varias veces en el libro de Eclesiastés: “¿Qué es lo que fue? Lo mismo que será. ¿Qué es lo que ha sido hecho? Lo mismo que se hará; y nada hay nuevo debajo del sol” (Ec. 1:9).

El Salmo 107 nos da un panorama general de la historia de los pueblos antiguos. En él vemos un ciclo de avivamiento, rebelión, retribución, arrepentimiento y restauración, ¡repetido muchas veces! Eso es la historia, y también es una advertencia a aprender de la historia, rompiendo así algunas de las tendencias negativas y repetitivas. Las Escrituras mismas nos exhortan a enseñar a nuestros hijos a enseñarles a sus hijos los caminos de Dios, y a aprender de aquellos que no les enseñaron a sus hijos a caminar por los caminos de justicia. Aprender del pasado nos ayuda a moldear el presente.

“Para que lo sepa la generación venidera, y los hijos que nacerán; Y los que se levantarán lo cuenten a sus hijos, A fin de que pongan en Dios su confianza, Y no se olviden de las obras de Dios; Que guarden sus mandael mundo sufremientos, Y no sean como sus padres, Generación contumaz y rebelde; Generación que no dispuso su corazón, Ni fue fiel para con Dios su espíritu” (Sal. 78:6-8).

Un ejemplo secular

El General George S. Patton fue un estudioso de la historia. Por supuesto, su campo eran las estrategias y batallas militares. Estudió incluso los guerreros antiguos y su pericia militar. Durante una de sus batallas contra el famoso mariscal de campo, Rommel, Patton gritó sobre el rugir del fuego de artillería: “¡Leí tu libro Rommel… leí tu libro!” Rommel había escrito sus estrategias de batalla de la Primera Guerra Mundial en un libro titulado Infanterie Greift.N.T. El general Patton, habiendo leído su libro, conocía la mentalidad de su adversario y, por lo tanto, tenía la ventaja sobre su enemigo. Igualmente, ésta es la razón más importante para estudiar la historia de la Iglesia; para que, habiendo aprendido de ella, en el capítulo final nosotros podamos tener un fin victorioso.

La historia de Israel es un tipo

¡La historia de Israel debía ser una lección para todos los tiempos! Pablo relata la historia pasada de Israel, y luego dice: “Y estas cosas les acontecieron como ejemplo, y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los siglos” (1 Co. 10:11).

Hay mucho que ganar de la historia de la Iglesia, aún de sus fracasos. ¿Dónde se desviaron? ¿Por qué se desviaron? La sabiduría es la habilidad de separar un asunto, y requiere cierta exposición a ambos lados. Como dijo el apóstol: “…para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (He. 5:14 b). Podemos aprender tanto de lo negativo como de lo positivo. Ésta fue una lección que aprendí una vez que el Señor me presionó a asistir a una iglesia que estaba llena de errores. Fue una larga prueba, pero había ciertas cosas que yo sólo podía aprender en ese lugar.

La importancia de la doctrina

Aunque hay muchos que nos dirán que la doctrina no es importante, la Iglesia fue a la cautividad por mil años por desviarse de la sana doctrina. La Palabra de Dios es una lámpara y, como veremos más tarde, una pequeña chispa (un versículo) de esa lámpara condujo a la Iglesia fuera del Oscurantismo: “Mas el justo por la fe vivirá” (Ro. 1:17).

¿Dónde debemos estar parados?

El estudio de la historia de la Iglesia fuerza o reta al estudiante serio a considerar cuál habría sido su posición respecto a los temas del momento: las guerras santas, las amenazas de la Iglesia y del estado. ¿Cuál lado escogeríamos? ¿O nos habríamos mantenido neutrales? ¿Qué habríamos hecho si hubiéramos vivido en esa época? En las generaciones pasadas, los hombres que se levantaron contra el error fueron héroes. Muchos de ellos estaban solos. No se paraban solamente a recibir una medalla o el aplauso de los hombres, sino se levantaban por sus convicciones; y la opinión de los hombres no importaba.

Cuando Lutero se levantó en la Dieta de Worms para hacer su declaración final, él esperaba morir allí. Para su sorpresa, la sala entera estalló en un aplauso ensordecedor, no de los funcionarios de la Iglesia, sino de todos los espectadores que observaban en silencio. El mundo todavía sigue buscando a alguien que se levante y diga inequívocamente: “Este es el camino…” (Is. 30:21). ¡Que nosotros, (por la gracia de Dios) seamos valientes por la verdad y ayudemos a traer a la Iglesia de nuestros días de regreso al camino!

Cristo a través de las generaciones

La entrada de Cristo a este mundo fue en un establo. Esto tipifica como nace en cada generación. Él viene inesperadamente, de una manera que las personas no están esperando, y con frecuencia son unos pocos exclusivos los que le reconocen, y ellos son los que llevan la visión. Durante la entrada triunfal en Jerusalén, el Rey de reyes entró montando un modesto burro. Esto no es lo que el populacho esperaba. Ellos esperaban un caballo blanco, acompañado por el resonar de trompetas.

Patrón generacional

Usualmente, durante la tercera generación después del avivamiento, la Iglesia entra en recesión o declina. Típicamente hay una generación que tiene avivamiento. Luego, está la segunda generación que ha visto la salida de ese avivamiento. Sin embargo, para la tercera generación, el avivamiento es sólo una historia contada por los ancianos. Jueces 2:7-10 dice: “Y el pueblo había servido a Jehová todo el tiempo de Josué, y todo el tiempo de los ancianos que sobrevivieron a Josué, los cuales habían visto todas las grandes obras de Jehová, que él había hecho por Israel… Y se levantó después de ellos otra generación que no conocía a Jehová, ni la obra que él había hecho por Israel”. Para la tercera generación, la realidad se ha ido… ¡esa es la historia!

Las generaciones que siguieron los Hechos de los Apóstoles pueden ser un paralelo, (hasta cierto grado) a la generación que precedió a Josué en el libro de los Jueces. Aun algunos de los “salvadores” más famosos de los siglos siguientes, como Lutero o Calvino, comúnmente tenían mezcla en su vida y en su teología. Muchos de los cristianos que fueron sobresalientes en su tiempo, eran imperfectos, mas fueron las luminarias de su día. Durante la era de los Jueces, algunos de los salvadores hicieron cosas extrañas, pero eran salvadores, y muchos de ellos están registrados en el capítulo de la fe (He. 11). Así es cómo debemos ver mucha de la historia de la Iglesia (de ninguna manera estamos excusando actos de pecado, pero la ignorancia y el error humano jugaron un papel significativo en la historia de la Iglesia).

¿Qué oscureció al Oscurantismo?

“Si fueren destruidos los fundamentos, ¿Qué ha de hacer el justo?” (Salmo 11:3)

Hay un dicho: “Así como va la Iglesia, va el mundo”. Este dicho es cierto, porque la Iglesia es la luz del mundo (Mt. 5:14; Fil. 2:15). ¿Qué pasa cuando la luz en la Iglesia se apaga? No sólo la Iglesia pierde su camino, sino el mundo sufre también. La advertencia dada a la iglesia de Éfeso fue que ellos estaban perdiendo su relación del primer amor con el Señor, y Él les advirtió que si no ponían atención, su candelabro sería removido. Es interesante que, de las siete Iglesias, Éfeso fue la única Iglesia que recibió tal amonestación: que su luz se apagaría, o que perderían la unción.

El Oscurantismo fue un reflejo de una Iglesia entenebrecida: la Iglesia eclesiástica. Los historiadores de la Iglesia usualmente estiman unos 1,000 años de Oscurantismo. Durante ese tiempo, la Iglesia se volvió la Iglesia del estado y más tarde tomó el control del gobierno. La iglesia romana eventualmente controló todo, hasta al punto de estorbar el progreso en el campo de la ciencia y el descubrimiento. Por ejemplo, mantuvieron a Galileo bajo arresto domiciliario como un hereje a causa de su teoría concerniente a los planetas, además su afirmación acerca de que los planetas se movían alrededor del sol resultó ser cierta.

Es interesante notar que el mayor porcentaje de científicos e inventores durante la (subsiguiente) reforma fueron protestantes. La revelación y la ciencia en verdad fluyen más libremente cuando uno conoce al Creador. Isaac Newton atribuía todo su conocimiento científico a esta convicción. La Iglesia institucional había traspasado grandemente sus límites en tales asuntos; pero, como dice el dicho: “el poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”.

Las cosas fueron muy oscuras durante el gobierno de la iglesia romana, hasta Lutero. Mientras es cierto que hubo un Renacimiento que precedió a Lutero en el siglo quince, este Renacimiento estuvo mayormente confinado a los campos de la literatura, las artes y la arquitectura. Sólo afectó las cosas que no son eternas, mientras que la Reforma encendida por Lutero tuvo consecuencias eternas.

INTRODUCCIÓN

Una visión analítica de la historia de la Iglesia

La caída y el resurgimiento de la Iglesia

Hacia finales del primer siglo, la Iglesia había comenzado una espiral descendente. Esta espiral descendente continuó hasta el momento en que Martín Lutero clavó sus 95 tesis en la puerta de la Iglesia de Wittenberg. Los historiadores señalan el 31 de octubre de 1517, (la noche anterior al día detodos los santos) como el punto crucial, el final del Oscurantismo y el inicio de la Reforma. Como fue mencionado previamente, el Oscurantismo fue un efecto, (al menos en parte) del dominio de la Iglesia eclesiástica. En realidad, el principio de la Reforma de la Iglesia en 1517 fue justamente eso; un principio. La reforma prosigue, y aún la palabra reforma no es la adecuada para describir el producto terminado. La palabra “reforma” limita a la Iglesia a su gloria pasada, la cual fue grandiosa; sin embargo, la Iglesia Primitiva nunca alcanzó su potencial total. La Iglesia de los últimos días debe exceder en todo lo que la Iglesia ha sido, una Iglesia que ha alcanzado la estatura plena de Cristo.

A través de esta exposición, vamos a ver los últimos diecinueve siglos de historia de la Iglesia tanto desde una perspectiva negativa, como desde una positiva. ¿Dónde se desvió la Iglesia? ¿Dónde volvió la Iglesia al camino? Queremos ver la historia de la Iglesia desde ambos puntos de vista uno crítico y otro de restauración.

Dios aún está redimiendo a Su Iglesia y, aunque ésta ha tenido una caída severa, Dios la está levantando nuevamente. Es más, ¡Él la exaltará a una posición mayor que la que tuvo al principio! Aun los profetas del Antiguo Testamento profetizaron acerca de la Iglesia glorificada, una Iglesia que había recuperado el dominio. Cuando Cristo venga, todas las cosas referentes a ella se cumplirán: ¡Su Novia estará lista!

“A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo” (Hch. 3:21).

Diferentes puntos de vista acerca del Oscurantismo

Existen dos diferentes escuelas de pensamiento concernientes a la Era del Oscurantismo. El punto de vista secular le asigna unos 600 años al Oscurantismo, terminando con el nacimiento de las escuelas universitarias en el siglo XII. Los historiadores de la Iglesia, por otro lado, extienden el Oscurantismo a unos 1000 años, terminando con el desafío de Lutero a la iglesia oficial. El punto de vista secular atribuye la oscuridad a la falta de educación secular. El punto de vista teológico atribuye las tinieblas a la represión de la luz espiritual. La iglesia oficial mantuvo al mundo en temor y superstición. Esa superstición fue llevada al ámbito secular también (por ejemplo, la afirmación de que el mundo era plano, o que la tierra era el centro del universo).

*A través de esta exposición, estaremos tomando el punto de vista teológico.

La Era de la Restauración

En el libro de Mateo, la historia de Israel está dividida en tres períodos de tiempo únicos, consistiendo cada uno de 14 generaciones (Mt. 1:17). El último período de tiempo, “desde la deportación a Babilonia hasta Cristo”, es llamado la Era de la Restauración. Esta era se extendió 500 años. La era de la restauración de la Iglesia se está aproximando a los 500 años, y aún tenemos que ver que la poderosa lluvia tardía conduzca a la Iglesia hacia una completa madurez (Stg. 5:7), (este concepto lo consideraremos más adelante en este comentario).

El patrón original

Aunque no vamos a estudiar la Iglesia del primer siglo en sí, en ocasiones haremos observaciones muy agudas acerca de ella, para encontrar nuestro patrón. Después de todo, la Iglesia Primitiva fue el patrón; sin embargo, para el final del siglo primero, la Iglesia estaba abandonando el patrón establecido por los apóstoles. Así comenzó a declinar. En otras palabras, su amor se estaba enfriando (Ap. 2:4).

El primer momento crucial en la historia de la Iglesia

Mark Noll (profesor de la Universidad de Wheaten) sugiere que el primer gran momento crucial en la historia de la Iglesia fue la destrucción de Jerusalén (70 d.C.) [1]. Hasta este momento, Jerusalén fue el centro del cristianismo. Todos los apóstoles estaban apegados a Jerusalén porque todos eran judíos; y muchos de los cristianos judíos aún estaban apegados al judaísmo de alguna manera. De hecho, el autor del libro de Hebreos nos da una clara impresión de que muchos de los santos estaban volviendo a las costumbres y ceremonias del Antiguo Testamento, aun a la adoración en el templo.

La destrucción de Jerusalén 70 d.C.

El Israel espiritual se separa del Israel natural

La destrucción de Jerusalén no fue únicamente para cumplir la profecía, sino para separar para siempre a la Iglesia Primitiva de la tradición y mentalidad de la antigua religión. La Iglesia era ahora una entidad única y, como tal, fue forzada a ajustarse y operar como una iglesia local. Después de su diseminación a través del imperio, aprendieron a funcionar independientemente y al mismo tiempo estaban sujetos a los ministros designados por Dios y a las reglas que los primeros apóstoles habían establecido.

Una de las tradiciones judías que cambió fue la adoración del sábado. Para el final del siglo primero, todos los cristianos adoraban el domingo. Aunque esto no es difícil de probar por medio de las Escrituras, también es un hecho histórico. Encontramos relatos escritos desde Plinio hasta Trajano que mencionan que los cristianos adoraban en el primer día (el domingo) [2]. Los sabatistas rechazan guardar el domingo como el día del Señor.

El día del Señor

El guardar el sábado es el único mandamiento de los diez originales que puede caer en la categoría de tipo o símbolo. El día de reposo fue hecho para beneficio del hombre, un día para ser rejuvenecido (natural y espiritualmente). Sin embargo, la verdad espiritual que el sábado enseña es que hay un “reposo” en el cual el esfuerzo y el intelecto humano cesan. Es Dios quien está haciendo el trabajo y el hombre no puede llevarse el crédito. Cristo demostró ese reposo cuando sanó al paralítico el sábado: “… De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente” (Jn. 5:19). Cristo estaba en el reposo, Él estaba en total armonía con el cielo. El apóstol exhorta a la Iglesia a entrar a este reposo en Hebreos 4:1-11.

El día del Señor reemplazó al día sábado después de la resurrección de Cristo. Cristo fue resucitado en el primer día de la semana, dando así credibilidad a la adoración en domingo. Sin embargo, el día del Señor sigue intentando ser un día de descanso, adoración y meditación. La ley natural de descansar un día a la semana no puede ser ignorada. Durante la Revolución Francesa, fue promulgada la semana de trabajo de diez días; se le llamaba decadi. Sin embargo, pronto descubrieron que había una mayor producción en la semana de trabajo de seis días que en la “semana” de trabajo de diez días.

Herejías del siglo primero

Para el final del siglo primero la Iglesia ya estaba en declive, y había múltiples herejías infestando la Iglesia. Eusebio, (obispo e historiador del siglo IV) registra que un hereje de nombre Cerinto se opuso al apóstol Juan en Éfeso. Cerinto fue un abierto defensor del “Docetismo”. Esta secta enseñaba que Cristo no había venido realmente en la carne, sino sólo tomó apariencia humana. Sin ninguna duda, ésta era una herejía condenatoria, pero saber esto nos ayuda a entender algunas de las acentuaciones de las epístolas de Juan. Juan es el único autor del Nuevo testamento que usa la palabra Anticristo. De hecho, Juan usa la palabra cinco veces en sus pequeñas epístolas, enfatizando las condiciones de los últimos días (1 Jn. 2:18).

*Incidentalmente, la Iglesia aún estaba debatiendo el tema Dios/hombre (si Cristo había venido en la carne o no) en el Concilio de Calcedonia (451 d.C.).

El apóstol Juan también estaba luchando contra otra secta herética llamada “gnosticismo”. Los gnósticos enseñaban que el vivir moralmente y la justicia personal no tenían nada que ver con nuestra salvación, sino que uno tenía que poseer cierto conocimiento (místico) para poder ser salvado. En su tercera epístola, Juan contiende con otro hombre malvado de nombre Diótrefes. Diótrefes podría ejemplificar un aspecto de otra secta llamada los nicolaítas. Entre otros males que esta secta perpetraba, eran conocidos por su extremo discipulado. En pocas palabras, el liderazgo se enseñoreaba sobre la Iglesia (estos cultos serán revisados nuevamente.)

*Interesantemente, se consideraba que Éfeso tenía la enseñanza más rica de ese tiempo, y aún así, ¡Éfeso era conocida por todos sus cultos! (ver Hch. 19:18-20).

Éstas eran algunas de las condiciones de la Iglesia durante el cambio de siglo. Eusebio registra que Juan vivió hasta el dominio del emperador Trajano, el cual inició alrededor del 98 d.C. Para el final del segundo siglo Irineo, obispo de Lyon, registra que 217 herejías plagaban la Iglesia [3]. De una manera realista, no todas las herejías condenan; pero una cosa es segura: mutilan al pueblo de Dios y les hace menos que santos.

La necesidad de doctrina sana

La buena doctrina evita que el pueblo sea infectado con error. El apóstol Pablo usa la expresión “sana” doctrina. La palabra sana, de su origen griego, es un término médico, como en “buena salud”. Una de las desventajas de la Iglesia Primitiva era la falta de disponibilidad de las Escrituras. El canon completo de las Escrituras no estuvo disponible sino hasta el siglo IV. De hecho, ésta es la razón para muchos de los primeros credos. El laico común y aún muchos pastores no tenían las Escrituras. Consecuentemente, muchos credos fueron formulados. Los nuevos convertidos tenían que abrazar y recitar estos credos cuando eran bautizados o recibidos como miembros, etc. Sin embargo, cuando pasó el tiempo, la Iglesia se volvió más y más débil; aun estaban perdiendo su comprensión acerca de las doctrinas elementales. Los concilios posteriores de la Iglesia aún estaban razonando y debatiendo acerca de algunos de los fundamentos de la fe. Pablo le dijo a los hebreos (en esencia) que si no progresaban hacia verdades más profundas, perderían el conocimiento hasta de las verdades elementales (He. 5:12-13).

¿Perfectos en su generación?

Al ir declinando la Iglesia hacia el Oscurantismo, aun algunos de sus mejores santos estaban doctrinalmente defectuosos (la doctrina afecta todo aspecto de cómo vivimos). El período del Oscurantismo podría ser un paralelo de la era de los Jueces, cuando cada hombre hacía lo que era correcto a sus ojos. Muchos de aquellos que juzgaron a Israel (después de la muerte de Josué hasta Samuel, unos 350 años) estaban lejos de ser perfectos, mas Dios evalúa a los hombres de acuerdo a su generación. Las Escrituras dicen de Noé que era perfecto en su generación (Gn. 6:9; 7:1). ¡Tal vez él no hubiera sido perfecto (comparativamente) en otra generación!

*Nota: Parte del contenido de la introducción será repetido más tarde en este comentario. De hecho, la repetición es un elemento esencial en la enseñanza. El estudiante promedio debe oír algo por lo menos tres veces antes que se le grabe.

CAPÍTULO 1

El final del siglo primero - 99 d.C.

A fines del siglo primero, Juan era el único apóstol que quedaba de los doce originales. También quedaban algunos pocos ancianos que habían conocido a los apóstoles. Eusebio Panfilio (un historiador subsiguiente, registra que Juan vivió hasta el gobierno del emperador Trajano (98-115 d.C.). Roma aún estaba firmemente en control del mundo conocido. Las epístolas de Juan y sus cartas a las siete Iglesias nos dan una idea de los tiempos. Además, algunos escritores e historiadores seculares nos dan algunas ideas acerca de la época.

Breve Descripción

La Iglesia infantil del primer siglo se inició por el camino correcto. Habían progresado y habían sido fortalecidos por los apóstoles y los grandes teólogos como Pablo. Sin embargo, para el final del siglo estaban desviándose del curso. Muchos de los grupos heréticos como los docetistas y los gnósticos habían empezado a sembrar su cizaña. También estaba el movimiento del discipulado radical de los nicolaítas, líderes que se enseñoreaban sobre los laicos.

Como se mencionó en la introducción, el apóstol Juan contendía con todos estos factores, sin mencionar las otras diversas rupturas dentro de la Iglesia. Los mensajes a las Siete Iglesias en Asia prueban el punto. Juan era un corregidor y un restaurador de la Iglesia; pero ahora el ministerio de Juan estaba llegando a un fin, y él insta a la Iglesia a mantenerse firme y afianzada a lo que quedaba. Juan les exhorta (por el Espíritu) a vencer los pecados que les dominaban, para que pudieran ganar la corona. En las últimas epístolas de Juan, él escribe mucho del Anticristo, y del espíritu de verdad y de error. Es casi un atisbo de los días finales de la Era de la Iglesia. Los injustos gravitan hacia la mentira, mientras que los justos se adhieren a la verdad.

El docetismo (del gr. doké: aparecer) fue un viento herético temprano que corrompió el pensamiento cristiano. Los docetistas afirmaban que Cristo era sólo un fantasma que sólo aparentó vivir y sufrir. Esta secta enseñaba que Cristo no había venido en la carne realmente, sino sólo tomó la apariencia de humanidad. El apóstol llama anticristos a estos maestros.

“Y todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne, no es de Dios; y este es el espíritu del anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene, y que ahora ya está en el mundo” (1 Jn. 4:3).

El nacimiento virginal

Toda secta negará el nacimiento virginal: la forma a través de la cual Dios se hizo hombre. Dios tenía que volverse hombre para poder morir (porque Dios no puede morir). Para poder cumplir el plan celestial de expiación, el Hijo de Dios tenía que llevar sobre Si los pecados del mundo y luego llevar esos pecados a la tumba (al infierno mismo). Para completar la cura, Cristo se levantó de entre los muertos, quebrantando así el poder del pecado y de la tumba. Aquellos que creen en Él, ¡también tienen la esperanza de vencer al pecado y a la tumba! El negar el nacimiento virginal es negarse a uno mismo la esperanza de la salvación.

“Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por medio de la muerte al que tenía el imperio de la muerte, esto es, al diablo” (He. 2:14).

El gnosticismo fue otra herejía que plagó a la Iglesia Primitiva y continuó a través de las generaciones sucesivas. Gnosticismo viene de la palabra griega gnosis, que significa “conocimiento”. Los gnósticos creían que poseían un conocimiento “secreto” que les permitiría escapar de sus cuerpos después de la muerte (por supuesto, ellos afirmaban ser los únicos que poseían este conocimiento místico). Algunos de ellos practicaban incluso el salir de su cuerpo (proyección astral).

* Esto se convirtió en una secta-moda durante la cultura de drogas del los sesentas y setentas; ellos lo llamaban MT (meditación trascendental).

Los gnósticos enseñaban que vivir de acuerdo a la moral y la rectitud personal no tenía nada que ver con la salvación, y que uno no es responsable por los pecados cometidos en la carne. Decían que su cuerpo no importa, sólo su espíritu. Su enseñanza causó que muchos desecharan las restricciones morales y denigraran el guardar los mandamientos. ¡El apóstol refuta esta herejía a través de todas sus epístolas! El pecado es transgredir los mandamientos, y aquellos que continúan practicando el pecado son del diablo (1 Jn. 3:4-8). La Escritura nos enseña en 2 Corintios 5:10, que rendiremos cuentas de las cosas hechas en el cuerpo. Pablo también recomienda ser santo en cuerpo y espíritu (1 Co. 7:34).

“Y en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus mandamientos. El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él” (1 Jn 2:3-4).

Los nicolaítas (Ap. 2:6, 15) fueron una secta que había distorsionado las enseñanzas de Nicolás, el diácono (Hch. 6:5). Ellos seguían una forma de gnosticismo, declarando que no había pecados de la carne. Su libertad espiritual permitía toda clase de prácticas inmorales. También promovían ultra-discipulado, señorío extremo del pastor sobre los laicos. Nico significa “enseñorear” y Laitane significa “laico”: enseñorearse sobre los laicos. Un buen ejemplo de esto se encuentra en 3 Juan 9-10: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, al cual le gusta tener el primer lugar entre ellos, no nos recibe… no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. Pedro también amonesta a que los ministros no se “enseñoreen” sobre el rebaño: “No como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey” (1 P. 5:3).

* La doctrina nicolaíta era muy prevalente en Éfeso y Pérgamo.

La ciencia Cristiana

La convicción de la Ciencia Cristiana moderna (la Iglesia Científica de Cristo)N.T. es una mezcla de los puntos de vista docético y gnóstico. Ellos creen que todo es mente o espíritu, y que no existe realidad sino lo que está en la mente o en el espíritu. No creen que Cristo fuera un hombre físico. Por lo tanto, ni murió ni fue resucitado. El apóstol Juan llama a esto el espíritu del Anticristo.

Los Testigos de Jehová

Los Testigos de Jehová también caerían en la categoría de “secta”. Juan define claramente la doctrina de secta como cualquier doctrina que niega que Cristo (el hijo de Dios) viniera en la carne. La secta de los Testigos de Jehová exaltan a Cristo como el “Arrianismo” un ser superior, ¡pero no Dios! No reconocen la sangre de Cristo como divina (Hch. 20:28). Los Testigos también niegan la resurrección literal; dicen que Cristo se levantó en el espíritu, pero no físicamente.

La espiral descendente

La Iglesia del primer siglo verdaderamente estaba en una recesión. Estaban perdiendo su relación del primer amor con Cristo. La mayoría de los teólogos estarán de acuerdo con que las Siete Iglesias de Apocalipsis describen las distintas épocas de la Era de la Iglesia. Éfeso (la primera iglesia) habla de la Iglesia del primer siglo, una Iglesia que estaba empezando a enfriarse: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor” (Ap. 2:4).

Indiferencia

El hombre tiene una habilidad asombrosa para adaptarse a las condiciones tanto a lo bueno como a lo malo. Durante la Segunda Guerra Mundial, Londres se acostumbró tanto a ser bombardeado, que los clubes se mantenían abiertos. Las personas permanecían en sus mesas o continuaban bailando, mientras las bombas caían. En contraste, el hombre puede acostumbrarse a estar en una atmósfera de avivamiento. Puede acostumbrarse tanto a ver milagros o cosas sobrenaturales, que se vuelve frío e indiferente. Jesús reprochó a Sus propios discípulos por su incredulidad y dureza de corazón. ¡Estos hombres estaban acostumbrados a ver milagros y a oír cosas que nunca antes habían sido oídas! Que prestemos atención a la lección que nos enseña la historia.

El Cristianismo es una Relación

El cristianismo no es una religión; fue alterado y convertido en una religión. El verdadero cristianismo es una relación con Cristo. ¿Qué es la religión? Es la manera del hombre de sustituir la relación, no se requiere de fe en la religión. La religión frecuentemente es la forma como el hombre se justifica a sí mismo. La religión prescribe la penitencia, la liturgia, los movimientos y todas las fórmulas y rituales. Sin embargo, después de haber hecho todo eso, no hay esperanza de salvación. Lutero trabajó por años tratando de ser salvo. Algunas veces pasó hasta dieciséis horas al día en el confesionario, sin sentir ningún alivio. ¿Cómo se degeneró y convirtió en eso la Iglesia del primer siglo?

Los Ancianos al cambio de siglo

En el tiempo de Juan, quedaban unos pocos ancianos que habían conocido a los apóstoles. Clemente de Roma fue uno de ellos. Clemente vivió hasta el cambio de siglo o un poco después. La historia registra que conoció personalmente a Pedro y a Pablo, y es conocido también por sus cartas no-canónicas a Corinto. En una de sus cartas se ocupa de un movimiento herético que estaba infiltrando la Iglesia. En otro escrito, Clemente le recuerda a los corintios que “un derramamiento pleno del Espíritu estaba aún sobre ellos”. Él también motivó el desarrollo de los frutos del Espíritu. Los escritos de Clemente afirman que la adoración el día domingo era la norma. La Iglesia Católica pone a Clemente en la línea oficial de la sucesión apostólica. En otras palabras, él estaba en la línea directa de papas sucesores de Pedro. La Iglesia Católica afirma que Pedro fue el primer papa de la Iglesia.

Pregunta:

¿Hay alguna credibilidad escritural para la sucesión apostólica? Uno podría decir: “Bueno, los apóstoles reemplazaron a uno de los doce” (Hch. 1:16-26). Ciertamente, tenían que haber 12 apóstoles para poder simbolizar los doce cimientos del gobierno de la Iglesia. Esto puede verificarse en Apocalipsis 21:14: “Y el muro de la ciudad tenía doce cimientos, y sobre ellos los doce nombres de los doce apóstoles del Cordero”. Sin embargo, no encontrará ninguna otra alusión a la sucesión apostólica en la Escritura. Cualquier cargo apostólico es designado por Dios. En realidad, muchos de los así-llamados “sucesión apostólica” fueron hombres malvados.

Ignacio conoció a Juan el Divino

Otro anciano que sobrevivió a Juan fue Ignacio de Antioquía (quien no debe ser confundido con Ignacio de Loyola, el fundador de los Jesuitas). Ignacio vivió aproximadamente hasta el año 110. Se convirtió bajo el apóstol Juan, y más tarde se volvió el obispo de Antioquía, hasta su muerte. Ignacio es recordado especialmente por refutar a los docetistas y a las otras sectas heréticas del momento. En una carta que escribió a la iglesia de Esmirna, Ignacio motiva a la Iglesia a ser equipada a través del poder del Espíritu Santo. ¡También amonesta a Policarpo (obispo de Esmirna) a orar porque abunde en todos los dones espirituales! [4] Ignacio mismo tenía un fluido don de profecía.

Una de las preocupaciones principales de Ignacio era el papel pastoral. Él sentía que sólo debería haber un pastor sobre el rebaño. No es escritural el gobierno democrático en la Iglesia. El pastor rendirá cuentas de su rebaño ante el Señor. Ignacio motivaba a los rebaños locales a que se adhirieran a sus obispos para salvaguardarlos de las herejías (algunos llevaban el discipulado al extremo; discutiremos esto en un intervalo posterior). Ignacio tenía un gran deseo de asociarse con la muerte de Cristo, y su deseo fue concedido. ¡El relato de su muerte reporta que aquellos que atestiguaron fueron grandemente motivados!

Eusebio Pompilio hace referencia a una misiva escrita por Ignacio al ser escoltado a su prueba final (Historia Eclesiástica). La misiva fue dirigida a Onésimo, Obispo de Éfeso. La mayoría de los primeros creyentes creían que este era el mismo Onésimo (el esclavo fugitivo) mencionado en la epístola de Pablo a Filemón. Si esto fuera cierto, la redención de Onésimo revela una obra de gracia aún mayor, de ser un esclavo a ser el obispo de las iglesias más prominentes del imperio (la misiva de Ignacio fue de cerca de cincuenta años después del incidente mencionado en la epístola de Pablo a Filemón).

Pregunta:

¿Es desear el martirio un deseo legítimo? Puede serlo. San Pablo quería participar del sufrimiento y muerte de Cristo (Fil. 3:10). Pablo también escribe en Hebreos 11:35 de aquellos que no aceptaron rescate, a fin de obtener una mejor resurrección. El deseo por el martirio también puede ser estimulado por motivos incorrectos, la fama y la gloria del ego. Una vez un hombre en prisión alardeaba de querer morir por Jesús. El capellán le dijo que debería empezar tratando de vivir por Jesús. Deberíamos enfocarnos en vivir por Jesús. Si no complacemos a Cristo durante nuestra vida, ¡ciertamente no seremos capaces de complacerle en nuestra muerte!

* En siglos posteriores, los mártires fueron deificados, lo que luego inspiró la adoración de y oración a los santos. A pesar de esto, algunos son llamados a ser mártires (Ap. 6:11).

Policarpo (69-155 d.C.) fue otro que sobrevivió al apóstol Juan. Él fue un estudiante del apóstol Juan, quien más tarde lo designó obispo de Esmirna. Policarpo fue quemado en la hoguera durante un período de persecución en Esmirna, (lo consideraremos nuevamente cuando veamos el siglo II).

Eventos del siglo I que afectaron al cristianismo

El incendio de Roma en el año 64 d.C. tuvo un gran efecto sobre el cristianismo en el imperio. Nerón culpó a los cristianos de este fuego y de otros infortunios. Esto trajo una tremenda persecución contra el cristianismo. La destrucción de Jerusalén (70 d.C.) por Tito, el príncipe romano, también afectó al cristianismo. Este acto separó a los cristianos (judíos) de la religión anterior (el judaísmo) y dispersó al pueblo de Dios a diversos lugares. La destrucción de Jerusalén también cumplió el juicio pronunciado contra ellos. El arco de Tito en Roma aún está de pié. Este monumento elogia la destrucción de Jerusalén. El “arco” fue construido después de la muerte de Tito y, aún así, la única persona que podía pasar bajo este arco era el conquistador; los demás tenían que rodearlo. El emperador Domiciano sucedió a Tito. Él es recodado por haber exiliado al apóstol Juan a la isla de Patmos (81-96 d.C.). Fue en Patmos donde Juan tuvo su famosa Revelación.

Escritores seculares de la época

Tácito (55-120 d.C.) fue un historiador, orador y autor romano. Es celebrado como el mayor historiador romano de su época. Aunque no estamos estudiando los escritos de Tácito o de otros escritores similares en este curso, estos hombres son una fuente invaluable para cualquier estudio extracurricular de esa época. Tácito se refiere al cristianismo como un “culto subversivo”.

Plinio el joven (62-113 d.C.) dejó muchas cartas invaluables que arrojan luz sobre la época. Menciona la adoración el domingo en una de sus cartas a Trajano.

Flavio Josefo (?-100 d.C.) fue un historiador judío, y un connotado escritor del primer siglo en quien se apoyan muchos, especialmente concerniente a la caída de Jerusalén y su historia subsecuente.

Hegesipo (110-180 d.C.) fue un cronista cristiano de la época. Sin embargo, ninguna de sus obras subsiste excepto donde son citadas por otros, como Eusebio.

* El término “domingo” no fue utilizado sino hasta el siglo IV.

CAPÍTULO 2

La herejía debilita a la Iglesia

(Siglo II: 100-199 d.C.)

Panorama

El siglo II inicia con Roma aún dominando el paisaje. Roma dominaba el mundo civilizado. El emperador Trajano, quien era anti-cristiano, estuvo en el trono del poder hasta aproximadamente el 117 d.C. Está registrado que Trajano recibió cartas de Plinio el Joven (uno de los gobernadores romanos), que presentaba el cristianismo como crimen que merecía la pena capital. Sin embargo, la actitud de Trajano era: “Si no lo practican abiertamente, no se metan con ellos”. Él también recomendaba el perdón para aquellos que negaran su fe y regresaran a adorar a los dioses romanos.

Adriano, el hijo adoptivo de Trajano, ocupó el sitio de poder desde el 117-138 d.C. Él es recordado por sus proyectos de construcción, especialmente la muralla que separaba a Inglaterra de Escocia. El muro de Adriano tenía 73 millas (117 Km.) de largo, 16 pies (4.9 m) de alto y 10 pies (3 m) de ancho. Marcaba el límite norte del Imperio Romano. La muralla fue construida para mantener fuera a los escoceses, a quienes los romanos parecían no poder conquistar. La influencia romana en las islas indiscutiblemente hizo posible el viaje de misioneros cristianos. La ciudad de Ashcled, la moderna Dublín, fue construida alrededor del 140 d.C. El Evangelio fue predicado en Gran Bretaña durante el siglo II. Adriano aparentemente prosiguió la política de su padre de “no preguntar” concerniente a los cristianos.

El emperador Marco Aurelio (161-180 d.C.) tenía una aversión personal al cristianismo; aunque continuó la práctica de no buscar cristianos para castigarlos, las persecuciones fueron muy evidentes durante su reinado, especialmente en Lyon (circa 177 d.C.). Él es recordado principalmente por condenar a muerte a Justino Mártir y a algunos de sus discípulos.

 

El muro de Adriano 

Aparte de todas las persecuciones de la época, la Iglesia también estaba siendo debilitada a través de muchas enseñanzas heréticas. Irineo, obispo de Lyon, registra que había por lo menos 217 herejías prevalecientes hacia finales del siglo II. Es más, algunas de las enseñanzas de aquellos que estaban refutando estas herejías también eran cuestionables. Nuevamente, quiero sugerir que la falta de acceso a las Escrituras contribuyó a parte de la herejía. Una de las herejías más notables del siglo II fue la promulgada por un hombre llamado Marción.

Otro Evangelio, por Marción

Marción (85-160 d.C.) aparentó primero ser un creyente verdadero ante los santos de Roma. Tocaba el corazón de la Iglesia cuando hablaba del amor de Cristo, el amor de los hermanos, etc. Sin embargo, después de un corto tiempo, los santos se dieron cuenta de que faltaban en su teología algunos puntos esenciales. Marción había compilado diez de los libros del Nuevo Testamento, principalmente los escritos por Pablo y el evangelio de Lucas, y había suprimido cualquier referencia que vinculara a Cristo con el Antiguo Testamento. Su aseveración era que el Dios del Antiguo Testamento era un Dios distinto, un Dios de ira. También declaró que Cristo no vino en la carne. En otras palabras, negaba la encarnación y la resurrección.

El movimiento marcionista continuó por siglos. Marción apoyaba la vida ascética e instaba a sus seguidores a no huir de la persecución. Algunos de sus oponentes cristianos fueron Irineo de Lyon, Hegesipo (un cronista cristiano de la Iglesia Cristiana Primitiva) y posiblemente, Justino Mártir. En una carta, Policarpo (Obispo de Esmirna) también advirtió a los filipenses acerca de la enseñanza de Marción. Las herejías de Marción aún continuaron siendo refutadas en siglos posteriores.

Intentando alterar las Escrituras

La Iglesia Primitiva estaba desintegrándose lentamente, porque se habían desviado del patrón original encontrado en la Escritura. Todas las Escrituras son dadas por inspiración del Espíritu Santo, y todas las Escrituras concuerdan (2 Ti. 3:16; Lc. 24:44).

* ¿Qué advertencia específica se da acerca de intentar alterar las Escrituras?

“Yo testifico a todo aquel que oye las palabras de la profecía de este libro: Si alguno añadiere a estas cosas, Dios traerá sobre él las plagas que están escritas en este libro. Y si alguno quitare de las palabras del libro de esta profecía, Dios quitará su parte del libro de la vida, y de la santa ciudad y de las cosas que están escritas en este libro” (Ap. 22:18-19).

La doctrina de la encarnación y la resurrección

La encarnación ocurrió cuando Cristo se revistió de carne y sangre: Dios se hizo hombre. Dios tenía que volverse hombre para poder morir, y pagar el castigo por el pecado del hombre. Negar la encarnación es negar la totalidad del mensaje de nuestra expiación. Sólo la sangre divina podía satisfacer al cielo, sólo un sacrificio sin pecado podía ser aceptado; y eso elimina a toda la raza de Adán. No sólo el Hijo de Dios tenía que morir, sino también debía resucitar para completar la cura. Si Cristo no hubiera resucitado, ¡aún estaríamos en nuestros pecados! Como dijo el apóstol: “El aguijón de la muerte es el pecado”. Por tanto, si Cristo no hubiera resucitado, ¡el pecado habría ganado! Su resurrección prueba que hay victoria sobre el pecado y la muerte (1 Co. 15:54-55).

Un santo notable

Policarpo fue uno de los notables santos del siglo II. Fue discípulo del apóstol Juan, quien le constituyó obispo sobre la iglesia de Esmirna (una de las Siete Iglesias mencionadas en el Apocalipsis). Policarpo fue un amado y fiel pastor. Se ha dicho que debido a que a que tenía un espíritu tan hermoso y era tan respetado, que muchas veces ponía fin a las controversias entre los hermanos. Su única obra que permanece es una carta no canónica a los filipenses. Policarpo fue fiel en advertir a los santos en contra de las herejías, especialmente a las enseñanzas heréticas de Marción. La tradición dice que disputó personalmente con Marción, en Roma.

Policarpo es llevado a la hoguera

El relato del martirio de Policarpo puede encontrarse en una compilación titulada Los Padres Apostólicos. Éste ha sido considerado el primer relato genuino post-bíblico de un martirio cristiano, y uno de los pocos escritos genuinos de la era de las persecuciones. Cuando el querido obispo de Esmirna finalmente fue llevado a la arena, el gobernador le dio otra oportunidad de retractarse de su fe. La respuesta de Policarpo fue: “Ochenta y seis años he servido a Cristo, y Él nunca me ha hecho mal; ¿Cómo puedo entonces blasfemar en contra de mi Rey y Salvador?” Algunos declaran haber oído una voz desde el cielo fortaleciendo a Policarpo justo antes de su muerte. El obispo Policarpo fue llevado a la hoguera, pero también está registrado que el fuego no le quemaba. Finalmente fue ejecutado con una espada [5]. Varios relatos registran la muerte de Policarpo del 155 al 166 d.C. (Quisiera insertar aquí que el relato de su martirio es digno de ser leído).

*Nota: El Catolicismo trata de relacionar a hombres como Policarpo en la cadena de papas. No debemos considerar a estos hombres menos que santos, simplemente porque la iglesia Católica los reclama para sí.

La adoración a los santos

Así es como empezó la adoración a los santos: después que murió Policarpo, las personas comenzaron a hacer peregrinajes anuales a su tumba. Para el final del siglo III, muchas personas hacían este peregrinaje al sitio de su sepultura. Con el pasar de los siglos, la “adoración a los santos” prevaleció más. Mientras la iglesia se aleja más de Cristo, la relación se vuelve más periférica. ¿Quién hubiera podido creer que la Iglesia estaría orando por personas muertas?

Justiniano el filósofo

Justiniano mártir (100-165 d.C.) se convirtió en otro nombre familiar en el siglo II. Probablemente fue el primero en ser etiquetado como un “apologista cristiano” (sus apologías aún existen). También es llamado “Justiniano el filósofo”. Nacido en Samaria de padres paganos, estudió la filosofía griega. Después de su conversión en Éfeso, a la edad de 38 años, emprendió una cruzada tratando de convertir a los hombres del sector instruido utilizando discusiones filosóficas. Sin duda alguna, ésta era una mentalidad recibida de los sofistas griegos, una secta filosófica hábil en discusiones elaboradas y perspicaces. Luego abrió una escuela de filosofía cristiana en Roma.

Sin duda, su inmersión en la filosofía griega contaminó la doctrina pura de Cristo. En algunos de sus escritos, llega al punto de decir que creía que los filósofos griegos eran salvos. También creía en la transustanciación. Éste es un ejemplo de mezcla o “levadura”. Justiniano creía en los dones del Espíritu, pero al mismo tiempo, trataba de ganar a las personas a través del intelecto humano.

Justiniano mártir escribió en una ocasión: “Porque los dones proféticos permanecen con nosotros, aún hasta hoy… es posible ver ahora entre nosotros, mujeres y hombres que poseen dones del Espíritu de Dios”. Marco Aurelio envió a la muerte a Justiniano mártir y a algunos de sus seguidores (hacia 165 d.C.).

Pregunta:

¿Qué tiene de malo un Evangelio intelectual y qué podría estar mal con un ministerio de apologética? Primero, el Evangelio no es racional para la mente intelectual; como dijo Pablo, es locura para los griegos (1 Co. 1:23). La razón por la que el hombre no puede ver la verdad del Evangelio es que hay un velo espiritual sobre sus ojos (2 Co. 4:3-4). Debatir a un nivel intelectual no penetrará el velo; no podemos luchar espíritu contra intelecto. El apóstol Pablo dedica varios capítulos (1 Co. 1-3) a exponer la falacia del Evangelio intelectual. La creación, la encarnación, la crucifixión y la resurrección no pueden ser explicadas racionalmente. Los milagros encontrados en las Escrituras no pueden ser explicados racionalmente, porque son milagros, son sobrenaturales, y el hombre natural no puede recibir las cosas del Espíritu porque sólo pueden ser discernidas por medios espirituales (1 Co. 2:14). Necesitamos transmitir el Evangelio tal y como está escrito, ¡y Dios dará fe a aquellos que lo crean!

He escuchado a uno de los más conocidos apologistas de nuestra época discutiendo (en un foro abierto) con estudiantes universitarios, usando palabras altisonantes y frases abstractas, debatiendo acerca de lo que constituye la realidad y la irrealidad, (y haciendo preguntas basadas en el existencialismo tales como “¿estamos aquí realmente?”…. “¿realmente existimos?”) Este tipo de discurso filosófico rinde muy poco fruto. El debate ha sido etiquetado como una obra de la carne (Ro. 1:29; Gá. 5:20) y muy destructivo (especialmente en círculos cristianos). Predique únicamente la Palabra. Testifique de su fe. Razone desde las Escrituras y Dios hará el resto. La verdad engendra a aquellos que son de la verdad.

“Y ni mi palabra ni mi predicación fue con palabras persuasivas de humana sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no esté fundada en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios” (1 Co. 2:4-5).

Exhortación: No estudie mucho material sin vida. Es agotador. Aún algunos de los sermones de los reformadores y promotores de avivamiento pueden ser un estorbo a lo que Dios puede estar diciendo hoy. Recuerde que Dios tiene una “verdad presente” para cada generación. Cuando lee las cosas que ellos predicaron y escribieron, usted espera que eso lo levante, pero a menudo tiene un efecto contrario. ¡Hoy, tenemos mucha más luz! Otras generaciones fluyeron en la luz que tenían en su época. Es bueno tener un conocimiento general de esos hombres y eventos, pero evite ser atrapado en estudiar mucha filosofía sin vida. El famoso Charles Spurgeon era un ávido lector. Decía que con frecuencia leía un libro completo y no obtenía nada de él, o podía extraer una única frase que tenía algún valor.

* Si estudiamos las doctrinas de algunas de las luminarias de la Iglesia Primitiva, seremos defraudados por la mayoría. Su doctrina estaba corrompida por la filosofía griega y no añadieron ninguna iluminación a las Escrituras.

El movimiento Montanista, declaró ser la última voz profética

El movimiento Montanista comenzó alrededor del 172 d.C. Los Montanistas eran un grupo exclusivo quienes creían que ellos eran la última voz profética sobre la tierra. Montano, el líder de esta secta, fue convertido a Cristo en la provincia de Frigia. Poco después de su conversión, empezó a recibir “revelaciones” que luego empezó a predicar por toda la provincia de Asia. Luego, varias mujeres se unieron al equipo y afirmaban tener revelación similar. Eran muy “pentecostales”, ejercitando las lenguas y la profecía. Predicaban un ascetismo estricto, prohibiendo la carne, y exhortaban al ayuno y a la abstinencia de relaciones conyugales. Ellos aun procuraban la persecución y alentaban el martirio, el cual llegaba con seguridad. En realidad este movimiento continuó por siglos. El muy renombrado Tertuliano, posteriormente, se unió al movimiento, y fue un gran partidario del Montanismo, aunque más tarde se separó para fundar su propia secta.