La ciudad de Dios - San Agustín - E-Book

La ciudad de Dios E-Book

San Agustín

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Beschreibung

San Agustín es una de las personalidades más fascinantes y complejas de la historia del cristianismo. Una de sus más importantes obras es, sin duda, La ciudad de Dios (de civitate Dei), redactada en los años de la toma de Roma en manos de los visigodos. En ella se establece por vez primera la idea del paralelo entre Estado divino y Estado terrenal, de gran influencia histórica en la política y las leyes de la historia occidental. Este volumen, en una completísima edición a cargo de R. Mª Marina Sáez, incluye los libros I-VII, precedidos de un exhaustivo estudio introductorio revisado y actualizado. En su parte inicial, San Agustín refuta las acusaciones de que Roma hubiera caído por el efecto pernicioso del cristianismo, al tiempo que censura el paganismo y el culto a muchos dioses. El autor recurre a multitud de ejemplos de la historia de Roma, que demuestra conocer muy bien. La segunda parte del libro está dedicada a su tema principal, la divina providencia, y su presencia en la historia de la humanidad. En ella se contraponen la ciudad espiritual, creada por Dios y construida por los que creen en Él, y la ciudad terrenal, fundada por el egoísmo mundano y la injusticia.

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PORTADA

la ciudad de dios

san agustín

la ciudad

de dios

I-VII

Introducción, traducción y notas de

ROSA M.aMARINA SÁEZ

PORTADILLA

La Biblioteca Clásica Gredos, fundada en 1977 y sin duda una de las más ambiciosas empresas culturales de nuestro país, surgió con el objetivo de poner a disposición de los lectores hispanohablantes el rico legado de la literatura grecolatina, bajo la atenta dirección de Carlos García Gual, para la sección griega, y de José Luis Moralejo y José Javier Iso, para la sección latina. Con 415 títulos publicados, constituye, con diferencia, la más extensa colección de versiones castellanas de autores clásicos.

Publicado originalmente en la BCG con el número 364, este volumen presenta la traducción de La ciudad de Dios. I-VIIrealizada por Rosa María Marina Sáez.

Asesor de la colección: Luis Unceta Gómez.

La traducción de este volumen ha sido revisada por Jesús Aspa Cereza.

© de la traducción e introducción: Rosa María Marina Sáez.

© de esta edición: RBA Libros y Publicaciones, S.L.U, 2022.

Avda. Diagonal 189 - 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

Primera edición en la Biblioteca Clásica Gredos: 2007.

Primera edición en este formato: octubre de 2022.

RBA• GREDOS

ref.: GEBO580

isbn: 978-84-2494-040-9

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor

cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o

transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Pueden dirigirse a Cedro (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesitan fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Todos los derechos reservados.

CRÉDITOS

INTRODUCCIÓN GENERAL

i. vida y obras

Pocos personajes de la Antigüedad poseen una trayectoria vital tan intensa y una evolución intelectual tan rica como Agustín de Hipona. Frente a otros escritores antiguos de cu-yas vidas apenas conocemos algunos retazos, en este caso tenemos la fortuna de contar con los valiosísimos datos que el propio autor proporciona sobre sí mismo a lo largo de su ex-tensa obra, lo que nos permite establecer con relativa claridad su biografía. No obstante, hay que mantener cierta cautela ante lo que nos cuenta un autor sobre sí mismo. El yo agusti-niano, como ha demostrado la investigación reciente1, ha sido cuidadosamente construido y revisado por el propio Agustín, que, como personaje público, siempre se ocupó de ejercer un control sobre sus escritos, por lo que estos no tienen por qué reflejar su verdadera personalidad, sino aquella que le intere-sa transmitir a su auditorio. En ese sentido, su caso es compa-rable al de Cicerón, a pesar de las diferencias en sus trayecto-rias y actividades, así como en el mundo en el que les tocó vivir y en la forma de morir, que impidió al orador romano

1Vid. O’Donnell, J. J., «Augustine: his time and lives», en E. Stump, N. Kretzmann(eds.), The Cambridge Companion to Augustine, Cambrid-ge, 2001, págs. 8-25.

INTRODUCCIÓN GENERAL

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ejercer un control similar sobre una parte de su corresponden-cia al que ejerció Agustín sobre la práctica totalidad de sus escritos.

Para aproximarnos a ese complejo yo agustiniano conta-mos en primer lugar con las Confesiones, que escribió con cuarenta y tres años, siendo obispo de Hipona, y que abarca los primeros treinta y tres años de su vida2. En segundo lu-gar, resulta recomendable la consulta de la abundante corres-pondencia que mantuvo a lo largo de su vida3. Su pensa-miento se pone asimismo de manifiesto en sus tratados y sermones. Se ha conservado además una biografía cuyo autor fue un amigo y colaborador suyo, Posidio, obispo de Calama4. Dada la gran abundancia de datos y la ingente pro-ducción bibliográfica disponible sobre la figura de Agustín, en esta ocasión se comentarán brevemente algunos de los hitos más importantes de su trayectoria vital y se señalarán sus obras de mayor interés5.

2Esta obra está disponible en esta misma colección bajo el título de San Agustín, Confesiones, introducción, traducción y notas de A. Encuen-tra, Madrid, 2010.

3A través de sus cartas pueden verse las relaciones que Agustín mantu-vo con personajes importantes de su época. Sobre estas cuestiones, vid. Ro-dríguez, J. M., «S. Agustín y los funcionarios del Imperio», La Ciudad de Dios194 (1981), págs. 493-509.

4Posidio,«Vida de San Agustín», trad. de V. Capánaga, en Obras de San AgustínI, Madrid, 1957, págs. 358-439.

5Una biografía agustiniana de referencia es la de Brown, P., Agustín, Madrid, 2001 (Londres, 20002). También puede resultar de interés Capá-naga,V.,San Agustín, semblanza biográfica, Madrid, 1954. Para la cro-nología he seguido las tablas de Lancel,S., Saint Augustin, París, 1999, págs. 740-744.

introducción general

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1.1. Primeros años

La vida de Aurelio Agustín se desarrolló en un periodo complejo y fascinante. Nació el 13 de noviembre de 354 en Tagaste, la actual Souk Ahras (Argelia), ciudad situada en la provincia romana del África proconsular. Es la época de Constancio II, que gobierna un imperio todavía seguro y en el que aún era posible concebir una Roma en la que cristia-nismo y paganismo coexistieran de algún modo. A su muer-te, bajo el reinado de Teodosio II, el Imperio, asolado por los bárbaros y a punto de desmoronarse, ya es totalmente cristiano6.

Respecto a su familia, se sabe que tuvo un hermano, lla-mado Navigio, y dos hermanas cuyos nombres no se cono-cen. Su madre, Mónica, ferviente cristiana, fue una de las figuras más influyentes en su vida. Ella se ocupó de encami-narlo hacia la fe cristiana y de que en su niñez fuera inscrito entre los catecúmenos, aunque, como era costumbre en la época, no recibió el bautismo todavía. De su padre, Patricio, Agustín ofrece escasas noticias y siempre manteniendo cierta distancia. Sabemos que en su comunidad fue un per-sonaje de relieve, decurión en la asamblea municipal, de religión pagana, y que, a pesar de no disfrutar de una situa-ción económica excesivamente boyante, procuró que su hijo, especialmente dotado para las letras, recibiera una só-lida educación clásica que le abriera las puertas del éxito como abogado o funcionario en la administración. También tenemos noticia de que al final de su vida se convirtió al cristianismo a instancias de su esposa Mónica.

6Esta es la visión de la historia de Roma durante la vida de Agustín que proporciona O’Donnell, «Augustine: his time and lives», pág. 8.

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1.2. Educación

Agustín recibió su educación elemental en la escuela de Tagaste, sin mostrar excesivo entusiasmo por el estudio (Conf. I 9, 14-16). Más adelante, cuando contaba unos doce años, fue enviado a Madaura para asistir a la escuela del gra-mático, donde estudió oratoria y literatura (Conf. II 3, 5) y donde adquirió su afición a las letras latinas (Conf. I 13). En 370, a causa de los problemas económicos que afectaron a su familia, Agustín debió interrumpir sus estudios durante un año, en el que regresó a Tagaste y, como él mismo reconoce, se dedicó a un ocio improductivo (Conf. II 3-10). Mientras tanto su padre procuró reunir el dinero suficiente para enviar-lo a la escuela del rétor en Cartago, cosa que consiguió en 371 (Conf. III 1, 1). Al poco tiempo Patricio fallece, hecho que su hijo recuerda con frialdad (Conf. III 4, 7). Agustín contó también con el patrocinio de un rico personaje pagano de Tagaste, Romaniano, que contribuyó económicamente a su educación.

La formación escolar que recibió Agustín era idéntica a la de sus contemporáneos paganos7. El programa estaba basado en el estudio de la gramática y la retórica y orientado a la práctica de la oratoria. Con este fin, los escolares trabajaban sobre una serie de autores clásicos seleccionados, entre los cuales Agustín comenta haber conocido en sus tiempos de estudiante a Virgilio (Conf. I 13), Terencio (Conf. I 16) y Ci-cerón (Conf. III 4). Respecto a Homero, Agustín señala que se vio obligado a memorizarlo en la escuela, pero no llegó ni a disfrutarlo ni a comprenderlo (Conf. I 14, 23). Entre los

7Marrou, H. I., Saint Augustin et la fin de la culture antique, París, 1958 (reimp. 1983). Vid. además Combès, G., Saint Augustin et la culture classique, París, 1927.

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prosistas, aparte de Cicerón8, destacan Séneca, Apuleyo y Sa-lustio, único historiador clásico estudiado regularmente en las escuelas, aparte de las colecciones de Hechos y dichos memorableso los resúmenes y epítomes de obras más exten-sas9. La enseñanza filosófica se limitaba a la explicación de las Categoríasde Aristóteles, a la lectura y comentario de los diálogos de Cicerón y a la exposición sobre escuelas y auto-res, por lo que, tras su «conversión a la filosofía» (Conf. III, 4, 7-8.), hubo de ampliar sus lecturas10.

Agustín demuestra una extensa cultura sobre etimología, mitología o religión antigua que adquirió mediante la lectura de Varrón11, mientras que sus conocimientos sobre ciencias naturales proceden de Plinio el Viejo o de Solino12. Durante su juventud fue aficionado a la astrología, aunque pronto se volvió escéptico (Civ. V 1-8)13.

8Como indica Testard, M., Saint Augustin et Cicéron, I Cicéron dans la formation et dans l’oeuvre de Saint Augustin, París, 1958, pág. 8, los estudios con el rétor seguían como modelo oratorio a Cicerón. El programa consistía en el estudio de manuales (Conf. III 4, 7) e incluía Sobre la invención,Sobre el orador,El orador, Oratory algunos discursos y diálogos filosóficos.

9Monceaux, P., Les Africains, París, 1894, pág. 87, y Combès, Saint Augustin..., págs. 21, 67, señalan la predilección por Salustio en las escuelas africanas.

10Entre las lecturas de su época de profesor en Tagaste, según Tes-tard, Saint Augustin...,vol. I, págs. 46-57, se encuentran Tusculanas, Sobre los deberes,Sobre la amistad, Sobre el destino,Sobre la naturaleza de los dioses,Sobre los fines. Más adelante debió de leer las Académicas, por cuya doctrina escéptica se interesó durante un tiempo, pero que más tarde atacará en su Contra los académicos.

11Vid. Vessey, M., «The history of the book: Augustine’s City of God and post-Roman cultural memory», en J. Wetzel(ed.), AUGUSTINE’S City of God. A Critical Guide, Cambridge-Nueva York, 2012, págs. 14-32, esp. 20-24.

12Vid. Marrou, Saint Augustin..., págs.113-138.

13Sobre el interés de Agustín por la astrología, vid. Testard, Saint

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Muy controvertida es la cuestión de su capacidad para comprender la lengua griega. Angus14considera su conoci-miento del griego bíblico limitado, muy pequeño el del pa-trístico y aparentemente nulo el del clásico. Marrou15opina que poseía cierto conocimiento de la lengua, pero no una ver-dadera maestría ni familiaridad con la literatura y el pensa-miento helénicos. Agustín apenas consiguió asimilar los auto-res que estudió en su infancia con el grammaticus, y lo más probable es que leyera habitualmente en latín y acudiera a los originales griegos solo para cotejar o enmendar el texto lati-no. Courcelle16, por su parte, analiza los avances de Agus-tín en el conocimiento del griego desde un punto de vista cronológico, y parece ser que Agustín a partir de 415-416 adquirió un conocimiento suficiente del griego para poder comparar una traducción latina con su original e incluso para traducir textos breves y sencillos17.

1.3. Agustín en Cartago: experiencias juveniles

Agustín, aparte de dedicarse al estudio, se deja arrastrar por la fascinación que produjo la gran ciudad en su espíritu

Augustin..., vol. I, págs. 101-102, Alfaric, P., L’évolution intellectuelle de s. Augustin, París, 1918, pág. 250, n. 4, y O’Loughling, Th., «The develop-ment of Augustine the bishop’s critique of astrology», Augustinian Studies30 (1999), págs. 45-52.

14Angus, S., The sources of the first ten books of Augustine’s De civi-tate dei,Princeton, 1906, pág. 276.

15Vid. además la retractatiodeMarrou, Saint Augustin...,págs. 27-37, en la que matiza sus ideas anteriores.

16Courcelle, P., Les lettres grecques en Occident, de Macrobe à Cas-siodore, París, 1948, págs. 139-152. Vid. además Bardy, G., La question des langues dans l’église ancienne,t. I París, 1948, págs. 196-202.

17Marrou, Saint Augustin..., págs. 631-637.

introducción general

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adolescente, descubre el amor y las diversiones mundanas como el teatro, que tanto le entusiasmó (Conf. III 2) y que tanto criticará después (Civ. I 31-32; II, 8, etc.). En torno al año 372 toma una concubina, probablemente de inferior ca-tegoría social y cuyo nombre no se conoce. Con ella convi-vió durante quince años y engendró un vástago que recibió el nombre de Adeodato. Al mismo tiempo, surgieron sus in-quietudes intelectuales y religiosas. Cuando contaba dieci-nueve años, en 373, la lectura del Hortensiode Cicerón le causó una profunda impresión y despertó su interés por la filosofía, mientras que las Sagradas Escrituras le llenan de decepción a causa de sus vulgarismos y su pobreza estilística (Conf. III 4-5). Toma contacto con el maniqueísmo, doctrina de la que será adepto durante casi nueve años y a la que arrastró a su amigo Alipio y a su patrono Romaniano. Esta «conversión a la filosofía», como la llama PeterBrown18, le aleja de las expectativas que habían puesto tanto su padre Patricio como Romaniano. En lugar de convertirse en aboga-do y hacer carrera como funcionario imperial, Agustín pre-fiere dedicarse a la docencia y al estudio. A los veinte años regresa a Tagaste como profesor y completa sus lecturas con las Categoríasde Aristóteles. Entre sus discípulos se encon-traban Licencio, hijo de Romaniano, y Alipio. En 376 es pro-fesor de retórica en Cartago, donde alcanzó una gran reputa-ción (Conf. IV, 2).

En torno al año 380 escribe su primera obra, perdida en época del autor, Sobre lo bello y apropiado, un tratado de estética dedicado al orador Hierio19. En esa época comienza a

18Brown, Agustín..., pág. 52.

19Un listado completo de las obras de Agustín puede verse en la web del Augustinus-Lexikon, Zentrum für Augustinusforschung an der Julius-Maximilians-Universität Würzburg www.augustinus.de [consultada el

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plantearse dudas sobre el maniqueísmo (Conf. IV 1). La llegada del obispo maniqueo Fausto de Mileve crea en el joven grandes expectativas de resolver dichas dudas, pero después de cono-cerle se sintió enormemente decepcionado (Conf. V 6, 11).

1.4. Agustín en Italia: la conversión

En el verano de 383, cuando contaba veintinueve años, y sin informar a su madre, marcha a Roma, donde cae grave-mente enfermo. Cuando se recupera abre una escuela de retó-rica, pero pronto se ve obligado a cerrarla debido a su escasa rentabilidad económica. En esta época pierde totalmente su fe en el maniqueísmo, a pesar de mantener la amistad con los maniqueos de la ciudad, que le apoyan en su carrera y que favorecen su elección como profesor de retórica en Milán en 384, aunque su principal valedor fue el pagano Símaco. Ya en Milán toma contacto con su obispo, Ambrosio, en un princi-pio atraído por el estilo de sus sermones, y que posteriormen-te influirá en su conversión (Conf. V 13). Entretanto, Agustín permanece como catecúmeno en la Iglesia católica. En 385 llega a Milán su madre, preocupada por la nueva crisis espi-ritual de su hijo, e intenta que contraiga matrimonio con una joven heredera, en vistas a lo cual Agustín abandona a su concubina, que partió a África tras prometer no volver a unir-se a ningún otro hombre. Mientras la joven escogida llegaba a la edad núbil, Agustín toma una segunda concubina. Pero el ventajoso matrimonio concertado por su madre nunca llegó a producirse.

La carrera de Agustín como orador se halla en su pleno

26/04/2022] o en Vessey, M., Reid, M. (eds.), A Companion to Augustine, Malden-Oxford-Chichester, 2012, págs. XXIV-XXXIX.

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apogeo. El 22 de noviembre de 385 recita el panegírico del emperador Valentiniano II. En esta época, escucha los sermo-nes de Ambrosio, lee obras neoplatónicas y reflexiona sobre el Nuevo Testamento. Sus lecturas y experiencias le llevan a abandonar su cargo de profesor y retirarse a una villa, perte-neciente a su amigo Verecundo, en Casiciaco, junto con otros compañeros, para practicar una versión cristiana del ideal clásico del otium liberale, el Christianae vitae otium(Re-tract. I 1, 1) como él mismo recuerda. Escribe algunas obras que reciben el título genérico de Diálogos de Casiciaco: Con-tra los académicos,Sobre la vida feliz,Sobre el orden,que aparecen en 386, y los Soliloquios, entre 386 y 387.

En 387 regresa a Milán. La noche de Pascua del 24 al 25 de abril de 387 recibe el bautismo junto con su hijo Adeodato y su amigo Alipio, que también se había convertido. Escribe el tratadoSobre la inmortalidad del almay comienza Sobre la música.Ese mismo año decide regresar a África partiendo del puerto de Ostia, pero la complicada situación política im-pidió su retorno inmediato, ya que el usurpador Máximo, en su lucha por el poder contra Teodosio, había bloqueado los puertos de Roma. Así pues, Agustín y su grupo, dentro del que se encuentran su madre, Mónica, su hijo, Adeodato, y su amigo Alipio, deben permanecer en la ciudad portuaria un tiempo, en el que son acogidos en el seno de la rica familia cristiana de los Anicios. Es allí donde muere su madre, Móni-ca, acontecimiento que relata con gran emotividad (Conf. IX 8-12). El año siguiente lo pasa en Roma casi hasta el final, dedicándose a la refutación del maniqueísmo y esperando el levantamiento del bloqueo, momento en el cual se embarca hacia Cartago. De ese año datan Sobre la grandeza del alma yel libro Ide Sobre el libre arbitrio. Entre 388 y 389 escribe Sobre las costumbres de la Iglesia Católica y sobre las cos-tumbres de los maniqueos,Sobre el Génesis contra los mani-

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queos y Sobre las cuestiones diversas. En torno a estas fechas suele datarse también Sobre la música (entre 387 y 389).

1.5. Retorno a África

El regreso a África coincide con un replanteamiento de su vida, ya que, un tanto a su pesar, no podrá dedicarla a un reti-ro como el que disfrutó en Casiciaco, sino que se verá in-merso en la participación activa dentro de la estructura de la Iglesia católica. Asimismo, allí se reencuentra con viejos co-nocidos, entre ellos los maniqueos, ahora secta perseguida, y con los que mantendrá intensas polémicas. Continúa su acti-vidad como escritor: en 389 publica Sobre el maestro,y entre 389 y 391Sobre la religión verdadera. En torno a estos años fallece su hijo Adeodato.

Tras pasar un tiempo en Cartago, en 391 funda el primer monasterio agustiniano en Tagaste, dentro de la parte de la finca familiar que le correspondía por herencia. Allí se esta-blece con otras personas de ideales semejantes, como su ami-go Alipio, que pronto se convertirá en obispo de Tagaste. En-tre ese año y el siguiente compone Sobre la utilidad de creerySobre las dos almas.Los libros II-III de Sobre el libre arbi-trio aparecieron también en torno a esta fecha (entre 391 y 395). Ese mismo año, Agustín es ordenado sacerdote por el obispo de Hipona, Valerio. En este momento la influencia do-natista20en la región se suma al problema del maniqueísmo,

20El cisma donatista se produjo en el año 312, cuando parte de los obispos de Numidia se negaron a aceptar la consagración del obispo de Cartago, Ceciliano, porque en época de persecución había abjurado de su fe. A partir de ese momento la Iglesia africana quedó profundamente dividida, y el problema religioso se mezcló con cuestiones de carácter social y políti-

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frente a lo cual la Iglesia católica necesitaba figuras de la elocuencia y capacidad dialéctica de Agustín. Como antiguo maniqueo, era uno de los pocos capaces de argumentar sóli-damente contra dicha secta, y en 392 se enfrenta en público debate a su principal líder, Fortunato, al que consigue derro-tar. Como resultado, publica las Actas del debate contrael maniqueo Fortunato. Comienza a escribir las Enarraciones sobre los Salmos, concretamente las relativas a los 32 prime-ros. En 393 se celebra el concilio de Hipona, donde impresio-na a los obispos allí reunidos. De este año datan Sobre la fe y el símboloy elComentario literal al Génesis incompleto.En 394 escribe Sobre el sermón de la montaña, y entre ese año y el siguiente suelen datarse la Exposición incoada de laEpís-tolaa los Romanos,la Exposición de la Epístola a los Gála-tas y Sobre la mentira.En 395 es consagrado como sucesor de Valerio en la sede episcopal de Hipona, que ocupará tras su muerte. Su actividad literaria es incesante, pues, aparte de una serie de obras de carácter polémico y exegético, así como una rica correspondencia con personajes como Paulino de Nola entre otros, hay que destacar la publicación en torno al año 397 de las Confesiones, biografía introspectiva en la que analiza sus vaivenes espirituales y la trayectoria intelectual que le llevó a su conversión definitiva y al obispado de Hipo-na. Entre ese año y el siguiente aparece Sobre el combate cristianoy comienza la redacción de La doctrina cristiana, que no terminará hasta 426-427. En esta época redacta tam-bién La catequesis a los principiantes (399-400), Sobre la Trinidad(399-419), Sobre la concordancia de los evangelis-

co. Los donatistas se caracterizaban por una concepción de la Iglesia y de sus miembros especialmente rigorista, llegando a considerar no válidos los sacramentos celebrados por sacerdotes pecadores. Vid. Orlandis, J., Histo-ria de la Iglesia. I. La Iglesia antigua y medieval, Madrid, 1998, págs. 88-89.