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La mujer alta es un cuento de terror escrito por Pedro Antonio de Alarcón en 1881, que se publicó en la colección de Narraciones inverosímiles del autor en 1882.
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Veröffentlichungsjahr: 2017
Pedro Antonio de Alarcón
(1882)
¡Qué sabemos! Amigos míos.... ¡qué sabemos! -exclamó Gabriel, distinguido ingeniero de Montes, sentándose debajo de un pino y cerca de una fuente, en la cumbre del Guadarrama, a legua y media de El Escorial, en el límite divisorio de las provincias de Madrid y Segovia; sitio y fuente y pino que yo conozco y me parece estar viendo, pero cuyo nombre se me ha olvidado.
Sentémonos, como es de rigor y está escrito... en nuestro programa -continuó Gabriel-, a descansar y hacer por la vida en este ame-no y clásico paraje, famoso por la virtud di-gestiva del agua de ese manantial y por los muchos borregos que aquí se han comido nuestros ilustres maestros don Miguel Bosch, don Máximo Laguna, don Agustín Pascual y otros grandes naturistas; os contaré una rara y peregrina historia en comprobación de mi tesis..., reducida a manifestar, aunque me llaméis oscurantista, que en el globo terrá-
queo ocurren todavía cosas sobrenaturales: esto es, cosas que no caben en la cuadrícula de la razón, de la ciencia ni de la filosofía, tal y como hoy se entienden (o no se entienden) semejantes palabras, palabras y palabras, que diría Hamlet...
Enderezaba Gabriel este pintoresco discur-so a cinco sujetos de diferente edad, pero ninguno joven, y sólo uno entrado ya en años; también ingenieros de Montes tres de ellos, pintor el cuarto y un poco literato el quinto; todos los cuales habían subido con el orador, que era el más pollo, en sendas bu-rras de alquiler, desde el Real Sitio de San Lorenzo, a pasar aquel día herborizando en los hermosos pinares de Peguerinos, cazando mariposas por medio de mangas de tul, co-giendo coleópteros raros bajo la corteza de los pinos enfermos y comiéndose una carga de víveres fiambres pagados a escote.
Sucedía esto en 1875, y era en el rigor del estío; no recuerdo si el día de Santiago o el de San Luis... Inclínome a creer el de San Luis. Como quiera que fuese, gozábase en aquellas alturas de un fresco delicioso, y el corazón, el estómago y la inteligencia funcio-naban allí mejor que en el mundo social y la vida ordinaria...
Sentado que se hubieron los seis amigos, Gabriel continuó hablando de esta manera:--