La única e incomparable Ruby - Katherine Applegate - E-Book

La única e incomparable Ruby E-Book

Katherine Applegate

0,0
9,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

«Levanto mi trompa y les ofrezco mi pose de cría de elefante más adorable y entonces oigo la voz de un hombre que pronuncia mi nombre. No "Ruby".Uno de mis antiguos nombres. Uno de mis nombres de África». Ruby es una joven elefantita a la que le encanta jugar en el barro, correr y pasar el tiempo con sus amigos, Iván, un gorila espalda plateada, y Bob, un perro callejero. También adora estar con su manada en la reserva donde vive, pero echa de menos a su tía Stella y a la familia de elefantes en la que nació en la sabana africana. Cuando se decide a compartir esa parte de su historia con sus seres más queridos, empieza a encontrar el valor para aceptar cada parte de su vida y de sí misma. Katherine Applegate regresa al mundo de El único e incomparable Iván, uno de los libros juveniles más exitosos de la última década, y de El único e incomparable Bob, en esta conmovedora secuela protagonizada por la encantadora elefantita Ruby. «Applegate demuestra una vez más su capacidad para explorar el dolor y sus secuelas con una sutil ternura». BCCB «Un libro que robará los corazones de los lectores». Kirkus Reviews

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 118

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Para todos

los elefantes solitarios

y para

Tara Weikum,

con infinito agradecimiento

Si alguien quiere saber cómo son los elefantes,

éstos son como las personas, incluso aún más.

—Pierre Corneille

Glosario elefantino

batir de orejas: movimiento rápido de orejas, a menudo como parte del saludo, vínculo o entusiasmo. También puede utilizarse como señal de agresión o para regular la temperatura corporal.

arrastre de trompa: caminar despacio o demorarse, a menudo arrastrando la trompa.

baño de polvo: cubrirse el cuerpo con una capa de tierra fina para proteger la piel del sol y los parásitos, ya sea rodando por el suelo o lanzándose polvo al cuerpo con la trompa.

barritar/barrito: sonido que hacen los elefantes con la trompa para comunicarse.

carrera rebotadora: moverse con paso relajado.

centinela: un guardián o protector.

Colmilludo: apodo para los elefantes jóvenes justo después de la aparición de sus colmillos.

Comportamiento No correcto: conducta inapropiada.

Credo de la Manada: una creencia —transmitida entre los elefantes de generación en generación— que afirma: “Un elefante solo no es un elefante”.

cría: los pequeños o jóvenes de algunos mamíferos, como las vacas, las ballenas y los elefantes.

Cuatro Estrellas Doradas: conjunto de los cuatro principios —amabilidad, asombro, coraje y gratitud— que los elefantes utilizan para guiar su conducta.

Día del Colmillo: celebración tradicional tras la llegada de los colmillos de una cría de elefante.

diversión en el barro: revolcarse en tierra blanda y húmeda (informal; véase también: juego en el estanque).

estiércol: abono.

salpicón/chapoteo: golpear deliberadamente el agua con la trompa (informal; véase también: juego en el estanque).

impulso de trompa: levantar o empujar a otro elefante; por lo general, en los momentos en que un adulto ayuda a una cría.

juego en el estanque: diversión y juegos en un pequeño cuerpo de agua.

matriarca: la líder hembra de una familia o grupo.

sabana (africana): ecosistema biodiverso con grandes praderas y árboles dispersos.

sequía: un prolongado periodo sin lluvias.

sombrifante: sombra proporcionada a una cría por el vientre o la sombra de un elefante adulto.

tía: (1) la hermana de tu padre o de tu madre; (2) término afectivo utilizado por los elefantes cuando se dirigen a una hembra cualquiera de la manada.

trompa: el hocico largo y flexible de los elefantes.

uy-uy: juego de elefantes que consiste en rociarse agua con la trompa.

Mi pequeño gran problema

Nadie escucha nunca a los elefantes más pequeños.

Y por aquí, la elefanta más pequeña soy yo.

Valiente

Cuando eres la elefanta más pequeña, incluso si, queriendo ayudar, propones: “Hey, será mejor que me meta en el estanque para ver si no hay algún hambriento cocodrilo gigante con dientes de sable escondido por ahí”, uno de los adultos dirá: “Creo que ya jugaste suficiente con el agua hoy”.

Y, entonces, si das un salpicón con la trompa en el agua fangosa para estar extrasegura de que no hay hambrientos cocodrilos gigantes ahí escondidos, porque eres increí­blemente valiente, aunque nadie te aprecie, otro adulto te rodeará la barriga con la trompa, te apartará de la orilla y te dirá: “Vamos, boba Colmilluda”.

Parece broma, pero es real.

Apodos

También, cuando eres la elefanta más pequeña, los demás te dicen cosas como “Colmilluda”.

Le pediré a mi familia que ya no me diga así, porque creo que es una burla y burlarse es un Comportamiento No Correcto.

Y además, me llamo Ruby.

Mi tía Akello dice que es tradición llamar “Colmilludo” a los elefantes pequeños cuando les salen los colmillos. Dice que es como “Florecilla” o “Ru-Ru” o “Trompa-espirada” o cualquiera de los otros miles de apodos que tienen para mí.

Pero “Colmilluda” no me gusta.

No me gusta porque tengo un secreto que no puedo contarles a los otros elefantes.

No le digas a nadie

Mi secreto es que odio mis colmillos.

Todo acerca de los colmillos

En caso de que no seas un elefante, te diré lo que necesitas saber acerca de los colmillos.

Los colmillos son parecidos a los dientes, y es probable que tú tengas dientes, a menos que seas un oso hormiguero, una tortuga o una lombriz. Los dientes normales de los elefantes son planos, no puntiagudos, y sirven para morder cosas como la hierba hasta que ésta se vuelve agradable y blanda. A lo largo de nuestra vida, nos salen seis nuevos conjuntos de dientes, yo supongo que debido a que los usamos mucho.

Pero a nadie le importan esos dientes. Son nuestros colmillos en los que todo el mundo está interesado.

Sobre todo, los humanos.

Los colmillos son esas cosas blancas y puntiagudas que salen de los lados de nuestra boca como grandes dientes frontales a los que se les olvidó dejar de crecer. Son duros, lisos y curvados como lunas nuevas. Muchos elefantes como yo, los que venimos de África, tenemos colmillos que crecen. Los elefantes y las elefantas.

Los elefantes usamos nuestros colmillos para todo tipo de cosas. Son útiles para comer y cavar y jugar y, a veces, incluso para luchar. Son tan importantes que cuando tus colmillos aparecen, los elefantes tienen una ceremonia especial para celebrarlo.

Los elefantes usan cualquier excusa para hacer una fiesta.

La tía Akello dice que los colmillos son una señal de que estás creciendo. Dice que la ceremonia es una forma de honrar ese paso.

En mi Día del Colmillo, tengo que dar un discurso mientras los otros elefantes escuchan.

Es como una fiesta de cumpleaños, pero sin la diversión.

Protesta

Los mayores me han hecho salir del estanque porque es hora de practicar para mi ceremonia. Pero mi Día del Colmillo es, en realidad, dentro de dos días, así que no veo por qué no podría haber disfrutado de cinco minutos más de diversión en el barro.

Sobre todo, porque el barro del estanque está más pegajoso en esta época del año.

De cualquier forma, estoy escondida detrás de este árbol porque no quiero practicar. En caso de que te lo estés preguntando.

No estoy haciendo un berrinche. Estoy protestando.

Desafortunadamente, es difícil esconderse cuando eres una elefanta. Incluso un pequeño elefante es grande comparado con un insecto o una ardilla o un niño.

Juego del escondite

Ayer, intenté ocultarme detrás de otro árbol cuando T. J., una de las veterinarias del parque, quiso revisar mis nuevos colmillos.

Me encontró bastante rápido.

Necesito buscar mejores escondites.

Por qué

La tía Akello viene hacia acá. Hay seis elefantes en nuestra pequeña manada, y la tía Akello es la matriarca, lo que significa que es nuestra jefa. Una matriarca elefanta es como una maestra y una consejera y una salvadora y una barritadora y una ayudante y una empujadora y una guía, todo en uno.

Espero que no esté enfadada. En verdad intento escuchar a los mayores, pero de vez en cuando mis oídos desobedecen.

La tía Akello dice que algún día superaré esta etapa.

La tía Akello suspira mucho.

Mi tía Laheli, que se había estado rascando el lomo en un árbol cercano, se acerca corriendo y me da unos golpecitos con la trompa. Ella es mi tía pequeña y le gusta el barro casi tanto como a mí. También le gusta jugar al “uy-uy”, que es cuando rocías a alguien con agua de tu trompa y dices “¡uy!”, y entonces el otro elefante te rocía en respuesta, por el doble de tiempo, y te dice: “¡uuuy!”. Pero sólo es así si él quiere jugar; de lo contrario, es otro Comportamiento No Correcto.

Una espantosa cantidad de cosas son Comportamientos No Correctos. Alguien debería ocuparse de hacer una lista.

Sólo por un día, me gustaría hacer todas las reglas. Una buena sería “Juega en el barro todo el tiempo que quieras, aunque ya sea tu hora de dormir”.

—Sabes que Akello puede verte detrás de ese árbol, Colmilluda —dice la tía Laheli.

—No quiero practicar para la ceremonia —le explico—. Y tampoco quiero celebrar mi Día del Colmillo. Además, por favor, no me digas Colmilluda.

La tía Laheli inclina la cabeza. Su ojo derecho es dorado, grande y siempre sonriente. El izquierdo es blanco y ya no funciona. Un hombre del zoológico de la autopista, donde ella vivía antes, se lo pinchó con un palo.

—Pero tu Día del Colmillo es muy importante —replica ella. Baja la cabeza para que pueda ver lo grandes que son sus propios colmillos. Prácticamente, brillan a la luz del sol y las puntas terminan un poco en espiral, lo cual es un bonito detalle.

—Es que a mí no me importa mi Día del Colmillo —le digo.

—¿Es porque todavía te duelen los colmillos? —pregunta—. Porque ese dolor desaparece muy rápido, te lo prometo.

—No, ya no me duelen —le digo—. Ésa no es la razón por la que no quiero celebrarlo.

Por la expresión de la tía Laheli, me doy cuenta de que no me está entendiendo.

Intentaría explicarme, pero yo tampoco me entiendo.

Un buen consejo

Cuando tus colmillos comienzan a crecer, y esto sucede más o menos cuando tienes dos años, duele.

Como el dolor de muelas más fuerte del mundo.

Cuando mis colmillos comenzaron a asomarse, mis cinco tías estaban llenas de consejos.

—Frota los puntos doloridos en un tronco musgoso y cuenta hasta cincuenta y tres —dijo la tía Masika.

—Mete la cabeza en agua helada y haz burbujitas —dijo la tía Laheli.

—Come una manzana ácida con al menos dos gusanos dentro —dijo la tía Elodie.

—Duerme una siesta al sol, pero hagas lo que hagas, asegúrate de no roncar —dijo la tía Zaina.

Luego, vino el consejo de la tía Akello.

Ella sólo me miró y dijo:

—No pienses en ello.

Prueba tú a que te salgan dos dientes gigantes y puntiagudos de la cara y verás cuánto tiempo dejas de pensar en ello.

Afortunada

Quiero mucho a mis tías. Aunque a veces pueden ser mandonas o gruñonas o demasiado dispuestas a darme consejos raros.

Por suerte para mí, también tengo dos tíos.

Mi tío Iván es un gorila.

Mi tío Bob es un perro.

Las familias pueden ser complicadas.

Otra complicación

Cuando era bebé, tenía una mamá. Supongo que es así para la mayoría de los bebés.

Pero ya no la tengo.

No he tenido mucha suerte si hablamos de mamás.

El mejor

No sé dónde estaría ahora sin el tío Iván y el tío Bob.

Ellos dos, y mi tía Stella, una elefanta vieja, cambiaron mi vida para siempre. En especial la tía Stella, quien me amó cuando más necesitaba yo ser amada.

Los cuatro nos conocimos hace mucho tiempo en un centro comercial llamado Gran Circo, en la salida 8, con galería de videojuegos.

La tía Stella y yo compartíamos una jaula. Y el tío Iván y el tío Bob compartían la suya. (Aunque el tío Bob podía ir y venir a su antojo, dormía todas las noches en la grande y cálida barrigota del tío Iván.)

Si alguien te pregunta alguna vez si te gustaría vivir en una jaula dentro de un centro comercial, la respuesta es no.

Perdida

Mientras estuvimos en el centro comercial, perdimos a la tía Stella.

El tío Iván prefiere decir que “pasó a mejor vida”.

El tío Bob dice simplemente que ella “murió”.

Pero yo siempre he sabido que la perdimos. Porque así es como se siente. Como si pudiera encontrarla de nuevo si tan sólo la buscara el tiempo suficiente.

La extraño tanto. Algunas veces duele como mil colmillos nuevos a la vez.

El parque

Ya no vivimos en el centro comercial.

Donde vivimos ahora tío Iván y yo tiene un nombre muy largo: Parque Zoológico y Reserva Mundo Salvaje. Pero todos le dicen “el parque”, porque nadie se quiere cansar diciendo tantas palabras todo el tiempo.

Yo vivo en Odisea Elefante. El tío Iván vive en Mundo Gorila. Es mi vecino de al lado.

Después de eso, vienen otras tierras de animales. Están separadas con rejas y paredes y estanques y senderos. De esa manera, nadie se come a nadie.

El tío Bob vive cerca, en una casa a pocas calles de aquí. La comparte con nuestra amiga Julia y sus padres y la hermana de Bob, Jefa, y su sobrino, Revoltoso. También dos conejillos de Indias que se llaman Minnie y Moo.

Antes del parque, yo vivía en el centro comercial. Pero nací en África.

He tenido muchos hogares. He tenido muchos nombres, incluso.

Al tío Iván le gustar decir que para ser una elefanta tan pequeña, he viajado mucho. Luego, el tío Bob dice: “Qué bueno que siempre has tenido tu trompa, Rubí”.

El tío Bob es muy divertido.

La tía Akello

La tía Akello se une a mí en mi árbol no-muy-bueno-para-esconderse. Lleva puesta en su cara la decepción. Tiene unas arrugas preciosas e intrincadas cerca de sus ojos.

—Ruby —me dice—, sé que no quieres practicar para tu Día del Colmillo. Pero es importante, querida.

La tía Akello es más grande que mis otras tías y también más vieja. Tiene la piel estriada como la corteza de un roble centenario. Aquí y allá, sus orejas tienen muescas, y su colmillo derecho una astilla. Cuando habla, suena como el ruido que hacen mis pies cuando camino sobre la arena, bajo y siseante.

La voz de la tía Akello se vuelve aún más suave cuando no está contenta contigo. De alguna manera, eso la hace aún más aterradora. Lo cual es un truco bastante impresionante, si lo piensas.

A veces me pregunto cómo se hizo esa gran astilla en el colmillo. Pero no quiero preguntárselo por si la historia no es agradable.

Ya conozco muchas historias que no son bonitas.

—No necesito practicar para mi Día del Colmillo —le digo. Golpeo el tronco del árbol con mi pata delantera derecha. Con gentileza, porque los árboles son como amigos silenciosos y hay que ser amable con ellos.

—¿Ya planeaste lo que vas a decir? —pregunta la tía Akello.

—Estoy creciendo, lo cual es muy importante, y tengo que ser responsable y todas esas cosas, y tengo colmillos —no la miro porque noto que se avecina un sermón, de la misma manera en que el aire se vuelve efervescente cuando se avecina una tormenta.