Las Confesiones - San Agustín - E-Book

Las Confesiones E-Book

San Agustín

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Beschreibung

Las Confesiones son un diálogo de Agustín con Dios y son el fruto de su vida de oración, de sus meditaciones sobre las Sagradas Escrituras y de sus desvelos apostólicos por servir de ejemplo a sus hermanos en la fe. También son una obra histórica que reproduce fielmente las etapas de la conversión de Agustín a la fe cristiana, una «conversión» en el sentido psicológico del término, es decir, de un cambio en la manera de pensar, de vivir y de ser, y una «conversión»en el sentido moral de la palabra, es decir, de la ruptura total con la vida anterior, del arrepentimiento de los pecados cometidos en el pasado; y de una «conversión»en el sentido teológico y espiritual de la palabra, es decir, en la vuelta a Dios por medio de la aceptación libre y voluntaria de la fe cristiana y en la entrada en la Iglesia institucional. Es una de las obras cumbres y permanentes del espíritu humano porque trata del drama del hombre en su relación con la divinidad, con un Dios invisible, pero siempre presente en su obra, que no es la razón humana, ni la verdad abstracta, sino la verdad sustancial, Dios omnisciente y omnipresente.

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Akal / Clásica / 1

Clásicos latinos

San Agustín

LAS CONFESIONES

Director colección: Enrique Montero Cartelle

Edición de: Olegario García de la Fuente

Las confesiones son un diálogo de Agustín con Dios y son el fruto de su vida de oración, de sus meditaciones sobre las Sagradas Escrituras y de sus desvelos apostólicos por servir de ejemplo a sus hermanos en la fe. También son una obra histórica que reproduce fielmente las etapas de la conversión de Agustín a la fe cristiana, una «conversión» en el sentido psicológico del término, es decir, de un cambio en la manera de pensar, de vivir y de ser, y una «conversión» en el sentido moral de la palabra, es decir, de la ruptura total con la vida anterior, del arrepentimiento de los pecados cometidos en el pasado; y de una «conversión» en el sentido teológico y espiritual de la palabra, es decir, en la vuelta a Dios por medio de la aceptación libre y voluntaria de la fe cristiana y en la entrada en la Iglesia institucional. Las confesiones son una de las obras cumbres y permanentes del espíritu humano porque trata del drama del hombre en su relación con la divinidad. Esta traducción que intenta ser fiel al pensamiento original de san Agustín, quiere además acercar en lo posible su lenguaje y pensamiento al lector del siglo XXI.

Olegario García de la Fuente (1929-1998) fue doctor en Teología y en Filología Semítica, y licenciado, con los cursos de Doctorado, en Ciencias Bíblicas y en Filología Clásica. Estudió en Roma, Lovaina, Wurzburgo, Colonia, París y Toulouse. Profesor y catedrático de Filología Latina, su proyección exterior le llevó a desempeñar cargos académicos como los de vicerrector del Institutum Patristicum Augustinianum, adscrito a la Pontificia Universidad Lateranense de Roma; vicepresidente Nacional de la Sociedad Española de Estudios Clásicos; miembro del Consejo Académico del Centro Europeo de Estudios Superiores y director del Departamento de Filología Latina de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Málaga. Fue fundador y director de Analecta Malacitana desde 1978 y uno de los fundadores de la Universidad Europea de Madrid (CEES) en 1994.

Diseño de portada

RAG

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Nota editorial:

Para la correcta visualización de este ebook se recomienda no cambiar la tipografía original.

Nota a la edición digital:

Es posible que, por la propia naturaleza de la red, algunos de los vínculos a páginas web contenidos en el libro ya no sean accesibles en el momento de su consulta. No obstante, se mantienen las referencias por fidelidad a la edición original.

1.ª edición, 1986

© Ediciones Akal, S. A., 2022

Sector Foresta, 1

28760 Tres Cantos

Madrid - España

Tel.: 918 061 996

Fax: 918 044 028

www.akal.com

ISBN: 978-84-460-5243-2

CUADRO CRONOLÓGICO DE LA VIDA DE SAN AGUSTÍN

354: Nacimientoen Tagaste (África) (13 de noviembre)

361: Primeros estudios en Tagaste

369-370: Interrupción de los estudios. Muerte de su padre Patricio

372-373: Lectura del Hortensias de Cicerón

374: Profesor en Tagaste

376: Profesor de retórica en Cartago

383: Partida hacia Roma sin el conocimiento de su madre.

384: Nombramientocomo profesor de Retórica en Milán

385: Llegada de su madre a Milán

387: Bautismo en compañía de Alipio y Adeodato (24-25 de abril)

Muerte de su madre, Mónica, en Ostia (en otoño)

388: Vuelta de Agustín a África

391: Ordenación sacerdotal

396: Nombramiento como obispo auxiliar de Valerio en Hipona

397: Sucede a Valerio en la sede episcopal de Hipona

410: Saqueo de Roma por los godos

413: Comienzo de la redacción del De civitate Dei

426: Terminación del De civitate Dei

429: Invasión de la provincia de Numidia por los vándalos

430: Asedio de Hipona por Genserico, jefe de los vándalos. Muerte de Agustín, el 28 de agosto. Su cuerpo fue enterrado en la basílica de la Paz de Hipona

LIBRO I

Capítulo I

1. Grande eres, Señor, y muy digno de alabanza; grande es tu poder y tu sabiduría no tiene medida. Y pretende alabarte el hombre, parte pequeña de tu creación, justamente el hombre que lleva a cuestas su mortalidad, que lleva consigo el testimonio de su pecado y el testimonio de que resistes a los soberbios; y no obstante, pretende alabarte el hombre, esa pequeña parte de tu creación. Tú mismo le impulsas a que se deleite en alabarte, puesto que nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti.

Señor, dame a saber y entender si es antes invocarte o alabarte y si conocerte es antes que invocarte. En realidad, ¿quién te invoca sin conocerte? Porque quien te ignora, puede invocar una cosa por otra. ¿No será más bien que se te invoca para conocerte? Porque, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿O cómo creerán si alguien no predica?

Alabarán al Señor los que le buscan. Y los que le buscan le encuentran, y los que le encuentran le alabarán. Te buscaré, Señor, invocándote, y quisiera invocarte creyendo en ti, pues nos has sido ya predicado. Te invoca, Señor, mi fe, la fe que me has dado, y me has inspirado por la humanidad de tu Hijo y por el ministerio de tu predicador[1].

Capítulo II

2. Y ¿cómo invocaré yo a mi Dios, a mi Dios y Señor, puesto que sin duda le llamaré hacia mí, cuando le invoque?[2] Y ¿qué lugar hay en mí a donde venga mi Dios a mí, a donde Dios venga a mí, el Dios que ha hecho el cielo y la tierra? ¿Es verdad, Señor, Dios mío, que hay algo en mí que pueda abarcarte? ¿Es que pueden abarcarte el cielo y la tierra, que tú has hecho y dentro de los cuales me has hecho? ¿Sucede acaso que lo que existe podría abarcarte, puesto que sin ti no existiría lo que existe? Dado que yo efectivamente existo, ¿por qué pido que vengas a mí, si yo no existiría si tú no estuvieras en mí?

Yo no he estado aún en las profundidades del infierno[3], y sin embargo tú también estás allí. Pues aunque bajara al infierno, allí estás tú. No existiría, pues, Dios mío, no existiría en absoluto, si no estuvieras en mí. ¿O más bien no existiría, si no existiera en ti, de quien, por quien y en quien son todas las cosas? Así es, Señor, así es. ¿En dónde te invoco, estando yo en ti? O, ¿de dónde podrías venir a mí? ¿Adónde en realidad podría retirarme fuera del cielo y de la tierra para que desde allí viniera a mí mi Dios, que dijo: Yo lleno el cielo y la tierra?

Capítulo III

3.¿Te abarcan quizá el cielo y la tierra porque los llenas? ¿O los llenas y sobra, porque no te abarcan? ¿Y dónde echas lo que sobra de ti, cuando el cielo y la tierra ya están llenos? ¿Tienes acaso necesidad de ser contenido en algún sitio, tú que contienes todas las cosas, puesto que a las que llenas, las llenas conteniéndolas? En realidad, no son los vasos, llenos de ti, los que te hacen estable, ya que, aunque ellos se rompan, tú no te derramas; y cuando te derramas sobre nosotros, no quedas tú caído por tierra, sino que eres tú quien nos levanta a nosotros; y tú no te desparramas, sino que nos recoges a nosotros.

Pero todas esas cosas que llenas, das llenas todas con todo tu ser, o, porque todas ellas no pueden abarcarte del todo, sólo abarcan una parte de ti? ¿Y abarcan todas a la vez la misma parte de ti, o abarca cada una la suya, las mayores mayor y las menores menor? ¿Hay, pues, alguna parte tuya mayor o menor? ¿No estás todo en todas partes y ninguna cosa puede abarcarte del todo?

Capítulo IV

4. ¿Qué eres por consiguiente, Dios mío? ¿Qué, lo repito, sino el Señor Dios? Porque, ¿qué señor hay fuera del Señor? O, ¿qué dios, fuera de nuestro Dios? Sumo, óptimo, poderosísimo, omnipotentísimo, misericordiosísimo y justísimo, alejadísimo y presentísimo, hermosísimo y fortísimo, estable e incomprensible, inmutable y que cambias todo; nunca nuevo, nunca viejo y que renuevas todo; que conduces a la vetustez a los soberbios sin que ellos se den cuenta; siempre activo, siempre quieto, que recoges y no necesitas, que sostienes y llenas y proteges, que creas y nutres y llevas a término, que buscas, cuando nada te falta.