Lavados por la Palabra - Dr. Brian J. Bailey - E-Book

Lavados por la Palabra E-Book

Dr. Brian J. Bailey

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Beschreibung

 El Señor Jesús hizo el comentario de que el príncipe de este mundo viene pero no encontrará nada en Él que lo aleje del propósito del Padre Celestial para Su vida. El Dr. Bailey presenta este libro para que podamos ser limpiados de las cosas de este mundo, la carne y el diablo por el poder de la Palabra de Dios, y no ser apartados del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.

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LAVADOS POR LA PALABRA

Dr. Brian J. Bailey

Título original: “Washed by the Word”

© 2011 Brian J. Bailey

Todos los derechos reservados

Versión 1.0 en inglés.

Título en español: “Lavados por la Palabra”

 © 2013 Brian J. Bailey

Versión 1.1 en español (febrero 2022)

Pubicado por Zion Christian Publishers

Diseño de portada:

 © 2013 Zion Fellowship, Inc.

Imagen de istockphoto usada con permiso.

Spray 5367926 © 2008 ooyoo

Todos los Derechos Reservados.

Todas las citas bíblicas de este libro se han tomado de la versión Reina-Valera 1960,

a menos que se indique lo contrario.

Traducción al español: Carlota Samayoa, IBJ Guatemala.

Revisión y edición: Carla Borges. septiembre 2013.

Publicado en formato e-book en febrero 2022 

ISBN versión electrónica (E-book) 1-59665-571-2

Para obtener más información comuníquese a:

Zion Christian Publishers

un ministerio de Zion Fellowship®

P.O. Box 70

Waverly, Nueva York 14892

Teléfono: 607-565-2801

Teléfono Gratuito: 1-877-768-7466

Agradecimientos

A Carlota Samayoa por su excelente trabajo y dedicación a la traducción de este libro al castellano.

Al equipo Editorial de Zion Christian Publishers: Carla Borges, Mary Humphreys, David Kropf, Ana Karen Poza, Hannah Schrock y Suzanne Ying.

Deseamos extender nuestro agradecimiento a todas esas personas queridas, pues sin sus muchas horas de inestimable ayuda este libro no hubiera sido posible. Estamos verdaderamente agradecidos por su diligencia, creatividad y excelencia en la compilación de este libro para la gloria de Dios.

Introducción

Este libro nació a través de un anhelo del pueblo de Dios de poder vencer en las tribulaciones venideras. Somos prevenidos por Cristo en Mateo 24:12 que a causa del pecado que abundará en los postreros días, el amor de muchos se enfriará. También el apóstol Pablo dijo que en los postreros días algunos apostatarán de la fe, dando lugar a doctrinas de demonios (1 Ti. 4:1).

Lamentablemente, hemos notado que hay ataques violentos contra líderes cristianos, especialmente en el área de la moralidad, sea esta sexual o financiera. Es por ello que hemos sentido la necesidad de escribir este libro para que podamos ser lavados por medio de la obediencia a los Mandamientos como pueblo de Dios, de toda inmundicia y codicia de la carne.

Este libro es presentado con una oración, que usted, querido lector, al ir leyendo página tras página, pueda encontrar que las apacibles aguas purificadoras de la Palabra de Dios irán limpiando su mente y corazón. Que Dios le bendiga.

Capítulo Uno

La necesidad de ser lavados

Leemos en Romanos 3:23: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Desde la caída del hombre, todos hemos sido destituidos de la gloria de Dios, y el deseo de Dios es llevar de nuevo a todo Su pueblo al estado original de gloria que Adán recibió en el principio.

La palabra griega para gloria es doxa. Significa el destello que emana de Su persona o apariencia, y se utiliza para describir el esplendor y poder de Dios.

Pero para que Dios lleve de vuelta a Su pueblo a aquello que originalmente había ordenado para ellos; Él debe presionarles hasta que hayan alcanzado el lugar donde son participantes de la gloria de Dios. Este es, y será, el mensaje de los últimos días: Dios estableciendo Su gloria sobre Su pueblo.

El camino hacia la gloria de Dios

El Salmo 77:13 nos revela el camino hacia la gloria de Dios: “Oh Dios, santo es tu camino…”  Así que es por medio de las verdades encontradas en el Tabernáculo de Moisés que Dios nos revela el camino a Su gloria. El Tabernáculo de Moisés ocupa 50 capítulos en la Palabra de Dios. Por lo tanto, es de suma importancia para cada creyente el entender y estar arraigados y cimentados en las verdades que contiene este Tabernáculo.

Brevemente, el Tabernáculo de Moisés consiste de tres secciones. Primero, está el Atrio Exterior, al cual todos los hijos de Dios podían ingresar por la única puerta, simbolizando a Cristo, quien dijo: “Yo soy la puerta…” (Jn. 10:9). Adentro, ellos podían ofrecer sacrificios de animales por sus pecados y transgresiones.

Luego está el Lugar Santo, el cual estaba reservado para los sacerdotes, y en el cual se encontraban tres piezas de mobiliario. Ahí se encontraba el Candelabro de oro con sus siete lámparas, personificando los siete espíritus del Señor (Is. 11:2):

1) El Espíritu de Jehová (para instruir y predicar)

2) El Espíritu de sabiduría

3) El Espíritu de inteligencia

4) El Espíritu de consejo

5) El Espíritu de poder

6) El Espíritu de conocimiento

7) El Espíritu de temor de Jehová

Otra pieza del mobiliario en el Lugar Santo era la Mesa de los Panes de la Proposición, la cual nos habla de Cristo como el Pan de Vida. Al alimentarnos de Cristo el Pan de Vida, podemos nosotros, a la vez, llegar a ser pan fragmentado para alimentar a otros. También había otro altar, el Altar del Incienso, que nos habla de oración y súplica.

El Velo separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo, y es allí detrás del Velo, en el Lugar Santísimo donde residía la gloria de Dios. Ahí, en el Lugar Santísimo estaba el Arca del Pacto: una caja de madera recubierta de oro que contenía las dos tablas de piedra donde Dios había grabado los Diez Mandamientos. El Propiciatorio era la cubierta que protegía el Arca del Pacto y era el sitio sobre el cual reposaba la gloria de Dios (Ex. 25:22).

El Velo habla de la vida crucificada como se expresa en Gálatas 2:20: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”. Cuando hemos experimentado la vida crucificada, nos convertimos en candidatos para entrar en el Lugar Santísimo juntamente con Cristo. Las dos tablas de piedra nos hablan de la revelación fundamental, de tener las leyes de Dios inscritas en las tablas de carne de nuestro corazón, para que no solamente hagamos Su voluntad, sino que nos deleitemos en hacer Su voluntad (Sal. 40:8).

En Hebreos 10:19-20, el apóstol Pablo dijo: “Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne…” Vemos aquí, que el camino hacia el Lugar Santísimo fue abierto cuando Jesús derramó Su sangre por nosotros en el Calvario, y somos impulsados por el Señor a entrar detrás del Velo donde reside Su gloria.

La función del lavamiento en el camino a la gloria

Había muchas cosas que debían hacerse en el servicio del Tabernáculo. Una de ellas era el acto ceremonial del lavamiento, que nos habla del lavamiento espiritual al cual debemos someternos para experimentar la gloria de Dios.

Había muchos aspectos del lavamiento. Por ejemplo, todo sacrificio debía ser lavado, como vemos en Levítico 1:8-9: “Luego los sacerdotes hijos de Aarón acomodarán las piezas, la cabeza y la grosura de los intestinos, sobre la leña que está sobre el fuego que habrá encima del altar; y lavará con agua los intestinos y las piernas, y el sacerdote hará arder todo sobre el altar; holocausto es, ofrenda encendida de olor grato para Jehová”. Aquí los intestinos y las piernas del becerro debían lavarse con agua.

El Señor era muy particular respecto a las ofrendas que se le hacían a Él. Durante el tiempo del profeta Malaquías, él reprendía a las personas por llevar al altar animales ciegos o contaminados con escorbuto o cosas semejantes. Él hace la pregunta, “Y cuando ofrecéis el animal ciego para el sacrificio, ¿no es malo? Asimismo cuando ofrecéis el cojo o el enfermo, ¿no es malo? Preséntalo, pues a tu príncipe; ¿acaso se agradará de ti? …” (Mal. 1:8).

Quizá podemos entender mejor esto cuando vemos nuestras ofrendas como un obsequio. Cuando elegimos un regalo para un amigo o un conocido, somos muy exigentes en cuanto a que el regalo sea sin defecto, ya que la calidad del obsequio refleja la estima que tenemos por la persona a quien estamos entregando el presente.

Más tarde encontramos en Levítico 8:6, que Aarón el sumo sacerdote y sus hijos tuvieron que ser lavados con agua. En Números 8:21, los Levitas debían ser purificados y sus vestiduras debían ser lavadas.