Lo mejor de Lust: los diez relatos eróticos cortos más leídos - Cecilie Rosdahl - E-Book

Lo mejor de Lust: los diez relatos eróticos cortos más leídos E-Book

Cecilie Rosdahl

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Sprache: Spanisch
Beschreibung

"Una joven artista es seducida por un hombre extraño que la observa intensamente durante un curso de dibujo con modelo vivo. Su mirada despierta su lado erótico, uno que ella ni siquiera sabía que tenía. Decide posar desnuda, para ser observada de la manera correcta. Quizás eso eleve su deseo a un nuevo nivel." - "Miradas intensas" ¡Los relatos calientes de Lust más leídos en 2023! Encuentros en un hotel muy particular o en una piscina donde se rozan los cuerpos, miradas cargadas de deseo, una historia que parece hétero y se vuelve lésbica o bisexual, confesiones sadomasoquistas y mucho más. Fantasías escritas por las y los mejores escritores del género, que nos dejan con el aliento entrecortado. Esta compilación contiene los relatos: -"Un nuevo amigo" -"Voyeur" -"Sueños lésbicos" -Miradas intensas -"Fantasía de secuestro" -"Sexo en el auto" -"A merced de mi amo" -"El juguete de mi compañera de apartamento" -"Besos y azotes" -"MILF" Estos relatos cortos se publican en colaboración con la productora fílmica sueca, Erika Lust. Su intención es representar la naturaleza y diversidad humana a través de historias de pasión, intimidad, seducción y amor, en una fusión de historias poderosas con erótica.

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Seitenzahl: 203

Veröffentlichungsjahr: 2025

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J. Hermansson, Cecilie Rosdahl, Sarah Skov, Reiner Larsen Wiese, Lea Lind, Andrea Hansen

Lo mejor de Lust: los diez relatos eróticos cortos más leídos

 

Lust

Lo mejor de Lust: los diez relatos eróticos cortos más leídos

 

Translated by LUST translators

 

Original title: THE BEST OF LUST 2023: The 10 Most-Read Erotic Short Stories

 

Original language: Swedish

 

Copyright © 2024 B. J. Hermansson, Cecilie Rosdahl, Sarah Skov, Reiner Larsen Wiese, Lea Lind, Andrea Hansen and LUST

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788727162942

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga is a subsidiary of Egmont. Egmont is Denmark’s largest media company and fully owned by the Egmont Foundation, which donates almost 13,4 million euros annually to children in difficult circumstances.

MILF Relato erótico

Jane Wilson sabe que está mal, que va contra sus principios y su rol de madre, pero no puede detenerse. Y no quiere hacerlo.

Mira la foto frente a ella. Le envió una invitación de amistad en Facebook. Él la aceptó y ahora ella puede acceder a su perfil, sus actualizaciones de estado y lo más importante, a sus fotos. Lo que ve en la foto le dice que probablemente la tomó esa primavera. Su cabello castaño claro está un poco alborotado y lleva puesta una camiseta blanca floja sobre un cuerpo que ella sabe que está en forma. En la foto sonríe, con una sonrisa de niño, como si no le importara el mundo. Le sonríe a ella con esa sonrisa descuidada.

Ella cierra los ojos. Lleva dos dedos a su entrepierna y comienza a hacer círculos sobre su clítoris. Se siente bien. Su cuerpo tiembla y, con una sensación de placer palpitante, se siente cada vez más caliente. Acerca su pene. Le permite penetrarla con la ayuda de sus propios dedos. Jadea. Su vagina, así como su corazón, comienza a latir en el momento que se penetra a sí misma con los dedos. Despacio, acelera. Él la coge con una fuerza inconfundible. Ella lanza su cabeza hacia atrás y se entrega al orgasmo que la marea. Tiene los dedos cubiertos de sus propios fluidos. Se imagina a sí misma chupando el esperma de su piel. Todo eso por una foto de él. Imagina sus cuerpos llegando al máximo placer juntos. Puede que sea un fruto prohibido. Pero se siente tan bien.

Nick es el mejor amigo de su hijo, David, y viven juntos en un departamento que comparten. Tienen la misma edad y estudian ingeniería física juntos. Jane vive sola. David es su único hijo. Aunque ella sabe que su hijo es un adulto y que es más que capaz de cuidarse solo, no puede dejar de visitarlo al menos un par de veces a la semana. Nunca pide ayuda y, por lo tanto, queda a criterio de Jane decidir cuándo debe pasar y cuándo puede necesitar ayuda.

A veces pasa para ayudarlo a colocar nuevas cortinas y otras veces para ayudarlo a limpiar. Es sin dudas una madre un poco sobreprotectora y demasiado servicial, pero para ser totalmente honestos, también lo hace porque no tiene nada mejor que hacer. Desde el día en que se divorció del padre de David, Jane vive de la pensión lo que le da libertad para no trabajar. Fue lindo al principio, era una libertad que había ansiado. Pero también era, de cierta forma, abrumador.

Renunció a su trabajo de vicedirectora sustituta y decidió hacer otra cosa. El único problema es que no tenía idea de qué era esa otra cosa. Así que, pasa la mayor parte del tiempo en casa, limpiando y ordenando, leyendo, trabajando en el jardín y redecorando la sala una vez más. Cosas como esa. Cosas banales, tal como nota cada vez más a medida que el tiempo pasa. Y también ve a sus amigas, por supuesto. Se juntan cada jueves para charlar. Y luego, un día, sucedió.

Por un largo tiempo, Jane ha encontrado a Nick muy atractivo. Está en forma, es encantador, tiene el cabello un tanto ondulado y tiene un brillo especial en los ojos, el tipo de brillo que le afloja las rodillas. Siempre es muy amable, casi aburrido, en su presencia, pero la chispa de sus ojos le dice que hay algo más. Le dice que hay algo más por allí, escondido detrás de esa sonrisa y su buen comportamiento.

Con el tiempo, Jane se comenzó a sentir atraída por él. En lugar de ignorar sus sentimientos y sacar esos pensamientos de su cabeza, comenzó a fantasear con él. Trajo el cuerpo de Nick hacia el suyo. El poder que sintió al hacer eso, el orgasmo maravilloso y abrumador, le dio sed de más. Aunque sabe que ella es mayor que él, no puede detenerse. Podría ser su madre. Después de todo, tiene la edad de David. Y es amigo de David. Sabe que es arriesgado. Sabe que está poniendo mucho en juego. Pero no puede evitarlo. Tiene que tenerlo.

Y ahí es donde todo esto comienza. Su viaje para encontrar algo con lo que pueda llenar su tiempo en lugar de las banalidades en las que se ocupa hoy en día. Placer, lujuria y deseo, todo en un paquete. Entonces se da cuenta de qué se trata esto.

*

Jane compró algo para su hijo, sólo es una excusa para verlo. Esta vez, de hecho, llamó para asegurarse de que estuviera en casa, algo que normalmente no hace. Quizás sea su inconsciente el que actúa de esa manera intentando crear la oportunidad de quizás encontrarse con Nick a solas. Toca a la puerta. Espera unos segundos. Parece una eternidad. Se sorprende al ver que no es David el que abre la puerta. Sabía que iba a venir.

En cambio, es Nick el que está parado en la puerta. Y no sólo está parado allí, sino que está básicamente desnudo. Sólo lleva puesto un pantaloncillo blanco que se ajusta a su cuerpo bronceado. En una mano, lleva algo de equipamiento de gimnasia. Se da cuenta de que debe estar en el medio de algún tipo de entrenamiento. Está un poco transpirado, probablemente como resultado de sus músculos trabajando y por los movimientos tenaces que requiere ese trabajo.

—¡Hola, Nick! Traje algo para David, él sabía que venía. Esta vez no lo iba a sorprender.

Le sonríe de una manera diferente a la de siempre. No lo piensa dos veces, tan sólo deja que salga. Es una sonrisa un tanto asimétrica. Una sonrisa que no tiene nada de inocente, tal como los ojos de Nick.

—Lo llamó un amigo, Sra. Wilson. Tenía que ayudarlo con algo, pero dijo que volvería tan pronto como pudiera. ¿No le avisó?

—No, no lo hizo. O, espera...

Saca su teléfono para verificar los mensajes. Por una vez, David le había mandado uno. «Estoy una hora retrasado, encontrémonos a las 3». Por supuesto. Siempre con esas decisiones rápidas. Siempre cambiaba los planes a último momento, como ahora, y Jane siempre intentaba adaptarse para dejar a todos felices. Pero esta vez no está decepcionada. Le responde rápidamente a David y le dice que está bien que se encuentren una hora más tarde. Sabe lo que esto significa. Una hora no es tiempo suficiente para ir a casa y volver. Esto le dará el tiempo suficiente para pasar el rato con Nick. Guarda su teléfono.

—¿Puedo pasar?

—Por supuesto. Estoy entrenando... como puede ver. Pero puedo seguir después. Pase, tome asiento.

Jane se sienta en una de las sillas de la cocina. Además del área de la cocina, la habitación también tiene una cama, un sofá y una televisión. La habitación de David y un baño están ubicados al otro lado del departamento.

Nick se sienta al borde de la cama sin decir una palabra. Jane lo mira. Deja que su mirada recorra el cuerpo del muchacho, de arriba a abajo y de regreso. Es realmente sexy. Es masculino y está en forma, pero no se ve mayor de lo que es. Un muchacho. Juventud deseable. A diferencia de la imagen de él con la que se masturbó en la cama el otro día, ahora tiene el pecho desnudo. Ahora puede verlo claramente y a su estómago.

Es obvio que esos músculos han sido flexionados y relajados una y otra vez como parte de una rutina vigorosa de ejercicios. Parece un tanto inseguro. Quizás no sabe qué hacer. Es casi como si estuviera deliberando si debiera animarse o no.

—¿Qué tal es la vida de soltera, Sra. Wilson?

¿Acaba de decir eso realmente?

—No me trates de usted, Nick.

Sintió un escalofrío en el pecho. Un escalofrío que casi se transforma en movimiento. Encuentra sus ojos, y ve en ellos un brillo, ese brillo que era cualquier cosa menos inocente y común. Cada palabra tiene una intención. Quiere saber. Y decide darle una respuesta honesta.

—No diría que es maravilloso. Mucho de los hombres de mi edad son demasiado aburridos para mi gusto. No quiero parecerme a ellos. Me siento joven, mucho más joven de lo que soy. Y no quiero estar con alguien aburrido. O demasiado mayor.

—Quizás debería comenzar a salir.

—¿Te refieres a como tú y David? No, no creo que eso sea para mí. No quiero tener citas, Nick. Prefiero estar sola.

—Bien, entonces muy bien. ¿Tienes todo lo que necesitas?

—No, no es así. No extraño las relaciones complicadas o tener citas con el riesgo de decepcionarme, o todas esas cosas juntas. Lo que extraño es el sexo. Quiero sexo sin obligaciones.

Permanecen en silencio. ¿Habrá dicho demasiado? Acaba de dejar que todos esos pensamientos salieran de su cabeza de manera desenfrenada. Así sin más. Lo mira. Antes de que tenga la oportunidad de entender la situación que ella misma había creado, sus pensamientos son interrumpidos por la voz de Nick:

—Quizás pueda ayudarte con eso.

Por instinto se pone de pie. Se pasa la mano por el cabello largo y oscuro. Fija sus ojos en él. Aún está sentado con las piernas levemente separadas. Se recuesta un poco y cambia el peso del cuerpo a sus brazos.

—¿Lo crees, Nick?

Su voz es tranquila y firme.

—Sí, lo creo. Probemos y verás.

Tiene mucha confianza en sí mismo. Su manera de encararla emana confianza. La confianza es su habilidad. Se da cuenta que no tiene dudas. Él sabe que la puede satisfacer y darle placer. Y en su propia mente tampoco hay dudas, ni la más mínima. Puede sentir el calor subiendo por sus muslos hacia su vagina, pasando por el estómago y su pecho hasta llegar a sus labios. Lo piensa por unos segundos. Sabe muy bien que no debería hacerlo, que está mal en más de una manera. Pero la domina lo caliente que está. El poder de su deseo es incontrolable. Y su vagina está hambrienta de él. Finalmente, finalmente.

Camina hacia Nick. Cerca. Se coloca entre sus piernas. Él se recuesta un poco más, aún sosteniendo el peso de su cuerpo en sus brazos. Jane puede sentir sus muslos presionando contras sus rodillas. Tiene tacones y es notoriamente más alta que él.

—Entonces, ¿quieres cogerme, Nick?

Su voz es tan firme como antes.

—Sí, Sra. Wilson. Quiero. Es la MILF más sexy que conozco. Y he fantaseado muchas veces sobre cómo sería.

—¿MILF?

—Mum I´d like to fuck, Sra. Wilson, ¿sabe lo que significa?

Ella sonríe.

—Y lo harías... ¿bien?

—Más que bien. Haría todo lo posible para que acabara, para darle el mejor orgasmo de su vida.

—¿Ah, sí? ¿Y cómo vas a hacer eso?

Ella toma sus manos. Las lleva hacia sus muslos, deja que se muevan entre sus piernas y hacia su trasero. Toma su cabeza entre las manos y lo acerca a su pecho. Acaricia su cabello, masajea la línea de su cabello sobre el cuello. Él la agarra de las nalgas rezumando confianza. Él la desea. Y ella lo tendrá.

—Déjeme... déjame mostrarte, Sra. Wilson.

—Tienes permiso.

Se pone de pie. Toma sus manos y la hace girar. Luego la lleva hacia la cama y coloca a Jane en la misma posición en la que él había estado. Se arrodilla frente a ella, entre sus muslos. Sube su falda hasta el estómago. No tiene ropa interior —la hace sentir atrapada—. Reclina su cabeza y deja escapar un jadeo intoxicado. Lleva su rostro hacia sus partes, hacia su vagina. Le besa el clítoris con labios hambrientos y con una lengua áspera y suave a la vez. Jane levanta sus piernas y apoya las pantorrillas sobre los hombros de Nick. Él se acerca. Le besa el pubis.

Con cuidado, comienza a penetrarla. Comienza despacio, con movimientos cuidados y exploratorios. Luego cada vez más hondo, más rápido. Su lengua explora su vagina a un ritmo lento y constante. Sabe lo que está haciendo. El calor y la humedad hacen que su interior vibre. Su lengua, su cuerpo y su piel la envenenan y quiere más. Separa las piernas y usa sus pies para acercarlo. La come con avidez. Ella gime. Jadea. Su vagina late y la sangre fluye ardiente. Se siente tan bien, tan increíblemente bien.

Luego de un tiempo, siente la necesidad de satisfacerlo a él y devolverle el placer que le está dando. Se incorpora sobre sus codos, se para y con cuidado lo empuja sobre la cama. Sus acciones lo sorprenden y puede ver en sus ojos tanto placer como confusión. El colchón se sacude cuando él cae. ¿Querrá ser dominado? Siente cómo la lujuria atrapa sus entrañas. Quiere dominarlo. Poseerlo. Ser su dueña.

Se arrodilla frente a él y le baja el pantaloncillo que queda sobre sus tobillos. Encuentra un pene impresionante. Un pene hermoso. Un pene suave, tierno y lindo. Baja la cabeza y besa la erección gruesa y palpitante de Nick. Lo besa poco a poco, al mismo tiempo que lo mira fijamente. Puede ver el placer en sus ojos. Cómo se debate entre el placer absoluto y el pensamiento de estar haciendo algo prohibido, algo irreal. Nick siente placer total cuando ella besa su pene y lo incita. Lo que él quiere es que ella tome su erección entre esos hermosos y húmedos labios. Pero no lo complace. Quiere que espere. Quiere que se retuerza de frustración y deseo.

Así que continúa.

Sigue besándolo despacio hacia la base del pene y sus bolas. Toma sus bolas en la boca. Primero una, después la otra. Él ama lo que le está haciendo. Ella aún lo mira fijamente. Él echa la cabeza hacia atrás y cae sobre el suave colchón. Completamente derrotado. Dominado por la fuerza del placer. Luego de un tiempo, ella no puede esperar más. Sabe qué es lo que él quiere. Y puede sentir la humedad entre sus muslos. Quiere sentirlo dentro de ella. Pronto, muy pronto, necesita su pene entre sus muslos que están abiertos para él, que ruegan por él.

Abre su boca y sus labios lo abarcan perfectamente. Tan ajustado que el aire no puede pasar. De su pene han comenzado a escapar sus fluidos. Reconoce el sabor salado aunque sabe que cada hombre sabe diferente. Lo chupa con fuerza desde el inicio. Comienza en la punta del pene y luego traga toda su erección, profundo hasta su garganta. Apenas puede respirar. Aun así, quiere continuar. Está tan caliente que está a punto de explotar. Nick gime mientras ella se lo chupa. Gime aún más fuerte cuando llega a la base y cuando sus bolas acarician su barbilla. Los sonidos que hace sólo pueden derivar del mayor placer. Lo que ella le hace sentir lo sobrepasa, lo que sus labios le están haciendo lo envenena.

—¿Y ahora qué, Nick?

Ella sostiene su pene en la mano derecha, está aún de rodillas y lo mira directo a los ojos. Su pene está tan duro. Apenas puede abarcarlo con la mano. Puede sentir la sangre pulsando a través de la piel.

—Quiero cogerla, Sra. Wilson.

Antes de que se pueda dar cuenta, Jane tiene apoyada la espalda sobre la cama. Él la agarra firmemente, con confianza y rapidez. Los brazos de ella se estiran sobre su cabeza y las palmas están abiertas hacia el techo. Nick está sobre ella y la ayuda a sacarse la ropa; sólo se tardan unos segundos. Ahora ambos están desnudos y él presiona contra su piel. Ella separa sus muslos para dejarlo llegar lo más cerca posible. Él coloca una mano en cada muslo y frota su clítoris, sus labios, con su erección dura y mojada.

—¿Con o sin condón?

Le falta el aliento al decirlo. Apenas puede hablar porque está tan excitado y no quiere perder el tiempo en nada más.

—Sin.

Con la ayuda de su mano derecha, la penetra con un pene palpitante de deseo. Ella está mojada y apretada. Él se desliza adentro rápida y profundamente hacia su centro más íntimo. Su cuerpo gime. Su vagina, sus pantorrillas, sus brazos y sus muslos se entregan por completo a la lujuria. Nick la coge profundo a un ritmo tan increíble como satisfactorio. Ella lo recibe con las piernas abiertas y presiona su pelvis contra la de él. Él empuja su cuerpo contra ella. Su cuerpo en forma, bronceado, joven.

Ella lo agarra de la cintura e intenta llegar a sus nalgas para acercarlo, pero no puede alcanzarlas. Él se da cuenta de su intención e inclina el torso sobre su estómago y al tiempo que la coge, se acerca cada vez más. Comienza a besarle los pechos al mismo ritmo que la coge. El cuerpo de Jane irradia energía. Cuando él besa sus pezones, se estremece y puede sentir descargas eléctricas por todo su cuerpo. Jadea entre golpe y golpe.

—Déjame... montarte..., Nick.

Él la envuelve con sus brazos y juntos ruedan en la cama para cambiar posiciones. Ahora él está de espalda, expuesto, debajo de ella y entre sus piernas. Ella arquea su espalda, deleitada de tenerlo debajo de ella. La visión la calienta mucho. Lleva su mano derecha a su entrepierna, se mete dos dedos en la vagina y siente cuán cerca está del orgasmo. Luego agarra el pene de Nick con firmeza y lo guía con cuidado hacia su abertura. Deja que la penetre y la llene de una sensación que hace que todo su cuerpo se sienta sublime.

Jane lo monta rápido y duro. Mueve su cuerpo hacia arriba y abajo. Tensa los muslos y se mueve hacia arriba y luego hacia abajo nuevamente. Se desliza hasta la punta de su pene y luego hasta abajo, hasta la base, sin perder el control. Él la sostiene por la cintura. Con movimientos confiados y manos hambrientas, la sujeta para no salirse de ella. Sentir la combinación de los movimientos de ambos cuerpos es tan importante para él como para ella, y todo lo que quiere es continuar.

Él se está acercando. Sus gemidos se hacen intensos. Ya no hay palabras, todo lo que quedan son los sonidos de sus cuerpos moviéndose juntos, la respiración jadeante y lujuriosa y sentir. Pero no ahora, no aún. Ella quiere prolongar el placer un poco más. No quiere que se termine, no aún. Se ubica todavía más cerca de él. Ahora puede abarcar cada milímetro de su pene. Cuando él la coge, la llena por completo. Él la ayuda a acelerar. Ella lo coge con movimientos salvajes e intensos. Aún tiene hambre de él.

Jane empuja su cuerpo para que todo su ser reciba su erección. Su pene es de ella. Él cae en un trance y pierde la noción del tiempo y el espacio. Todo lo que puede hacer es abrazar el placer. Gemir y luchar por aire. Entregar. Ella siente placer absoluto. Deseo total. Pero aún falta algo.

—Quiero que me tomes por atrás, Nick. ¿Te gustaría?

—No hay nada que quiera más, Sra. Wilson.

Y entonces se coloca en cuatro patas y Nick se para detrás de ella. Está sobre sus rodillas con las piernas bien abiertas y soporta el peso de su cuerpo sobre sus manos. Nick está sobre el piso, junto a la cama. Jane se acerca hacia él, separa sus piernas más aún para asegurarse de que él la podrá penetrar muy profundo y llenar cada espacio disponible.

Entonces comienza. Y es en ese momento que ella alcanza una sensación indescriptible. La más completa, la mejor. La sensación que mueve su interior como nunca. La sensación que crea olas al mismo tiempo que envía golpes de calor a todo su cuerpo y a cada órgano dentro de él. Ella acoge esa sensación, esa tormenta y ese umbral que la lleva cada vez más cerca de la más fantástica sensación. La sensación es tan buena. Grita. Palabras que ya no son palabras. Sonidos que son placer.

Él embiste con su pene dentro de ella. Duro, duro, muy duro. Y más profundo que antes. La parte baja de su estómago, su ombligo, golpea contra su trasero una y otra vez. La sostiene con firmeza. Él presiona su cuerpo contra ella.

—¡Golpéame!

Las palabras que escapan de los labios de Jane vienen de una mujer que ya no es lo que era. Una mujer que se ha liberado de todas sus inhibiciones. Una mujer desnuda, honesta y libre. Ella. Una mujer que lo desea. Una mujer que sólo quiere sentir el cuerpo de un hombre joven cogiéndola duro por atrás. Y ahora, quiere que la golpee.

Nick la azota y eso hace que su piel vibre. Puede sentir cómo su mano le deja una marca roja. Duele. Y quiere que continúe.

—¡Otra vez!

Él obedece. Ella puede sentir su pene endurecerse en su interior. No quiere esperar más. No puede esperar. Están llegando; están llegando al infierno, al gran final.

Ese en el que ella se viene en un grito orgásmico. Ese orgasmo que son las palabras, sus fluidos que chorrean de su vagina. La sensación rueda, se arroja, jala, se esparce. En todas direcciones. En cada una de sus partes. Y acaba una vez, y otra, y otra. No para. Continúa. Todo el mundo se detiene. El universo explota, crece y se hace masivo y eterno. Luego se desinfla, se relaja, se calma. Vuelve.

Nick acaba también. Vacía su semilla cálida sobre la espalda de Jane. Ella gime cuando el orgasmo lo inunda. Nick se desploma junto a ella. Ella cambia posición, se recuesta sobre su espalda y ambos miran el techo vacío y blanco. Aún están recuperando el aliento. Permanecen en silencio. Están llenos de calma. La satisfacción cubre todos sus sentidos. Luego de un rato, la respiración recobra su ritmo natural. Pasan de los jadeos a la calma y lentitud. A la normalidad.

—Eso fue lo mejor del... mundo, Sra. Wilson.

Ella concuerda. Concuerda al cien por ciento. Hacerlo la hizo sentir. La hizo vivir. Hacerlo hizo que ansiara el orgasmo. Hizo que liberara su lujuria. Su animal salvaje, su diosa interna. Hizo que deseara su pene. Hizo que se acercara más y más a él sólo para ser devorada por esta sensación fantástica. Su pene. Sus cuerpos. La simbiosis entre los dos. Jane cierra los ojos y sonríe. Una sonrisa genuina. Finalmente, ha experimentado lo que siempre había querido experimentar, pero nunca había podido. Estar con alguien como él. Alguien mucho menor que ella. Alguien que no podía ser más prohibido. Y que coge de la manera en que sólo la juventud hambrienta y caliente puede hacerlo. ¿Y lo mejor de todo? Esto es sólo el principio.

Desde ahora, sabe lo que busca. Desde ahora, sabe cómo pasará sus días. No va a esperar algo simple y común. No va a trabajar en el jardín o perder el tiempo cambiando cortinas que bien pueden quedarse como están. No va a buscar un hombre mayor —un hombre de su edad— para asentarse y vivir una vida mediocre con él. No. Va a coger. Va a coger a hombres jóvenes como Nick. Los va a coger con el mismo poder y devoción con los que lo cogió a él.

Aquí es donde esto comienza. Su aventura apasionada. Su viaje hacia hombres jóvenes y prohibidos, y sus lindos, fuertes y curiosos cuerpos.

Oye un sonido en la puerta. ¿Llaves? Jane y Nick se miran, y con terror y pánico en las voces dicen al mismo tiempo:

—¡David!