Memorias de un olvido II - José Raúl Estol Román - E-Book

Memorias de un olvido II E-Book

José Raúl Estol Román

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Beschreibung

Memorias de un olvido. Etapa fundacional de la televisión cubana (1950 – 1962) es un texto que va dirigido diversos públicos. El autor escribiría: Si el lector, es de los jóvenes trabajadores de la televisión, podrá fijar los hitos más importantes por lo que esta atravesó y el porqué la televisión en Cuba fue así, tanto en su etapa comercial, como bajo los primeros años del triunfo revolucionario, interiorizando errores y aciertos; y si ello mueve a reflexión o simplemente sirve para ampliar sus perspectivas, nos sentiremos satisfechos. A los especialistas en medios de comunicación o en general de la actividad, si las informaciones aportadas motivaran su interés y aún más, le resultaran útiles para alguno de sus propósitos, sería un logro. A los lectores en general, que muestren interés por esta obra, si lograran al menos, aumentar el nivel de comprensión de los problemas que enfrenta y genera este coloso de los medios masivos, o al menos los sensibilizaran con elementos esenciales que lo caracterizan o simplemente como una vía de acercamiento a él, validaría uno de sus propósitos.

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Edición:

Miryorly García Prieto

Edición y corrección:

Mario Naito López

Diseño y diagramación:

Alejandro F. Romero Ávila

Epub:

Valentín Frómeta de la Rosa y Ana Irma Gómez Ferral

© Sobre la presente edición:

© José Raúl Estol Román, 2021

© Editorial enVivo, 2023

ISBN:

9789597268543

9789597268567

Instituto Cubano de Radio y Televisión

Ediciones enVivo

Edificio N, piso 6, Calle N, no. 266, entre 21 y 23

Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba

CP 10400

Teléfono: +53 7 838 4070

[email protected]

www.envivo.icrt.cu

www.tvcubana.icrt.cu

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Créditos
A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA PROGRAMACIÓN DE LA TELEVISIÓN CUBANA 1950-1958
CAPÍTULO 1 UNIÓN RADIO TV CANAL 4
Informativos
De orientación
Educacionales
Dramáticos
Programas de alta tensión dramática, policíacos, de aventuras y otros
Los teleteatros
Programas románticos y novelas de continuidad
Comedias
Humorísticos
Musicales
Variados
Infantiles
De participación
Deportivos
Fílmicos
CAPÍTULO 2 CMQ-TV CANAL 6
Informativos
De orientación
Educacionales
Dramáticos
Programas de alta tensión dramática, policíacos, de aventuras y otros
Los teleteatros
Programas románticos y novelas de continuidad
Humorísticos
Musicales
Líricos
Variados
Infantiles
De participación
Deportivos
Fílmicos
CAPÍTULO 3 CMBF-TV CANAL 7
Informativos y otros
CAPÍTULO 4 RADIO TELEVISIÓN EL MUNDO S.A. CANAL 2
Informativos
De orientación
Educacionales
Dramáticos
Programas románticos y novelas de continuidad
Comedias
Humorísticos
Musicales
Variados
Infantiles
De participación
Deportivos
CAPÍTULO 5 TELEVISIÓN CARIBE S.A. CANAL 11 (LUEGO CANAL 10)
CAPÍTULO 6 TELECOLOR S.A. CANAL 12
Informativos
Dramáticos
Variados
Infantiles
CAPÍTULO 7 LA PUBLICIDAD
Agencias publicitarias
Los surveys
CAPÍTULO 8 RELACIÓN CUBA-ESTADOS UNIDOS
Las primeras trasmisiones entre Cuba y Estados Unidos. Su connotación mundial
“El Show de Steve Allen”: un programa extrafrontera
ANEXO I.-Estadísticas
ANEXO II.-Teleaudiencias
1952
1953
1954
1955
1956
1957
1958
SOBRE EL AUTOR
ÍNDICE ONOMÁSTICO
ÍNDICE DE TÍTULOS
NOTAS AL FINAL

A MODO DE INTRODUCCIÓN: LA PROGRAMACIÓN DE LA TELEVISIÓN CUBANA 1950-1958

El establecimiento del primer servicio de televisión en Cuba fue definido como regular por los promotores de tal empeño; si bien esta condición no estuvo avalada por determinados presupuestos de obligatorio cumplimiento, la existencia de un horario de trasmisión diario y la intencionalidad de permanencia serían los elementos que supuestamente lo ampararon.

La presencia de programas que tienen diversos contenidos, algunos específicos, otros más generales, y dispuestos en sucesión, nos puede llevar a pensar en la existencia de algún método subyacente en su selección y ordenamiento. Disponer de un programa deportivo a continuación de uno musical y posteriormente uno fílmico, no es el resultado del azar, sino de un algo que lo regula. La programación es precisamente el resultado del procedimiento utilizado para determinar y fijar contenidos y sucesión de programas, basados en determinadas condicionantes que le dan precisamente su carácter conceptual. Por tanto, presupone la concepción de una política con objetivos definidos que, para lograrlos, exigen de una determinada intencionalidad.

Desde sus inicios, la televisión comercial enfrentó dificultades debido a los diferentes intermediarios con poder de decisión e incidencia en la programación de una telemisora, y con el decursar del tiempo, esta situación se fue haciendo más crítica e incluso más compleja, por la precariedad de las posibilidades técnicas, y económicas en general, de que se dispusieron entonces.

La televisión en Cuba, al iniciar sus trasmisiones en 1950, por el canal 4 de Unión Radio Televisión, no tenía elaborada una programación. El gran empeño de la empresa fue la trasmisión de los juegos de pelota de la liga profesional cubana. Al analizar los hechos de aquel entonces, precisamos la no existencia de programas en los primeros días; más bien se limitaban a fijar un horario dentro del cual las pantallas mostraban conjuntos musicales, personalidades artísticas, cantantes, deportistas y se ofrecían entrevistas y charlas, sin un orden preconcebido y en ocasiones sin conocerse que podía ocurrir una hora después.

Fue la forma de hacer en su faceta más simple: la televisión llegó, véala y óigala. Lógicamente, el impacto de lo novedoso y la posibilidad de disfrutar de los grupos musicales que hicieron el deleite de los bailadores, o de los cantantes preferidos, cuyos rostros muchos pudieron ver por primera vez; así como el de los artistas favoritos de la radio o el teatro, que aparecían charlando animadamente con el conductor, convertían lo imaginario en realidad espectacular. Estas primeras trasmisiones desde el estudio de televisión, no tuvieron una secuencia con ordenamiento preestablecido y sus condiciones de realización fueron muy precarias. Pasados los primeros momentos de efervescencia, comenzó la presión de una demanda de algo diferente y se aceleraron los trabajos encaminados a una planificación de programas. Esta experiencia negativa sirvió para que los servicios inaugurados a continuación no incurrieran en tal error.

Precisamente el estudio de la programación de cada una de las telemisoras en operación durante el período abordado nos permitirá realizar una mejor y más detallada explicación de sus programas, así como el análisis de la función social que estos debían asumir. El Estado cubano había fijado cuatro funciones para la televisión, aunque en la práctica poco obligaba. Por otra parte, CMQ-TV anunció que su programación igualmente se ajustaría a cuatro funciones, que en cierta medida comprendía las dictadas por el gobierno, similitud que también se advierte en las demás telemisoras. Estas eran: informar, orientar, entretener y educar.

Las telemisoras tipificaron los programas según sus funciones. Aquellos cuyo objetivo era informar se denominaron informativos y constituían espacios en los que se daban noticias de actualidad, ilustradas mediante material fílmico o fotos. Los programas de orientación tenían un amplio espectro, desde los que abordaban temas políticos mediante la discusión viva para orientarla opinión pública, u otros que servían para guiar a la mujer en las compras para el hogar, en las modas de actualidad y, en general, daban consejos útiles para la vida. Los educacionales generalmente aportaron conocimientos sobre materias de las enseñanzas primaria, secundaria y superior, a través de diversas estructuras adoptadas según el programa. Por otra parte, los dramáticos, humorísticos, musicales, variados, infantiles, de participación, líricos, deportivos, comedias y fílmicos integraron el grupo dedicado a entretener.

En los dramáticos prevalecieron escenificaciones de situaciones tensas y pasiones conflictivas o sucesos de la vida real o de ficción que pudieran conmover o interesar a la teleaudiencia. Los humorísticos en realidad eran representaciones de hechos jocosos y de manifestaciones verbales que movían la hilaridad. Los musicales respondían a la interpretación de números musicales por solistas, conjuntos u orquestas, así como parejas o grupos de danza y también incluyeron intérpretes de poesías. Los variados fueron aquellos donde coincidían diversas manifestaciones artísticas y casi siempre contaban con mucha aceptación popular. Los infantiles poseían también una rica variedad de manifestaciones, solo que debían cumplir con el sano propósito de entretener a los niños, en unos casos imaginativamente y en otros aportando una moraleja. Los departicipación eran programas en los que personas seleccionadas del público resultaban elementos importantes en su realización. En los líricos se presentaban adaptaciones de operetas, óperas y zarzuelas, tanto del teatro universal como del cubano. Los deportivos incluyeron los eventos de los diferentes deportes al igual que espacios informativos especializados en este tema.

Tales funciones fueron la base de la programación en vivo, mientras que los programas obtenidos en el mercado internacional fueron objeto de una simplificación, al ser considerados de manera uniforme como fílmicos e incluidos en la función de entretener, ignorando en ocasiones la naturaleza de su contenido. Tal vez, como se ha sugerido en alguna oportunidad, la desproporción cuantitativa en cuanto a duración de los materiales (muchos incluso de largo metraje) en comparación con el resto de los programas, motivó la aplicación de este tratamiento, pero lo cierto es que no pudimos precisar la causa de esa diferencia de clasificación.

Por otra parte, la producción nacional de programas fílmicos fue una excepción en la programación, así como el uso del kinescopio, primera memoria que tuvo la televisión cubana, específicamente utilizado por CMQ-TV para copiar los programas trasmitidos en vivo en La Habana con el propósito de, en semanas sucesivas, retrasmitirlos en las provincias de Santa Clara, Camagüey y Oriente. La utilización del kinescopio estuvo limitada a la duración del proceso de instalación de los repetidores de microondas que permitirían la simultaneidad de emisión desde La Habana.

Para el análisis de los programas hemos tomado por cada canal y cada año, entre 1951 y 1958, ambos inclusive, una semana de programación tipo, por ser semanal el período de tiempo que como ciclo de reiteración adoptó la televisión. A partir de esa información hemos creado los cuadros de programas por telemisora, atendiendo a la tipología que demandaba la función correspondiente. Estos incluyen días y horarios de trasmisiones, y el tiempo total de trasmisión durante la semana.

Por otra parte, la cantidad de programas trasmitidos por las telemisoras que brindaron servicio en esta etapa fue tal, que nos resulta más recomendable, para dar una idea de la programación de cada una de ellas, la selección de algunos por cada tipología, según la importancia o su singularidad, así como el interés que por ellos mostró la teleaudiencia.

CAPÍTULO 1 UNIÓN RADIO TV CANAL 4

Al revisar el horario de trasmisiones desde los inicios de este canal, podemos afirmar que no conformó una programación hasta el segundo mes de su puesta en operación. Las presiones ejercidas por la prensa nacional y el disgusto expresado por su teleaudiencia, que se preguntaba si aquello iba a ser la televisión en Cuba, obligó a rectificar el rumbo. Tal vez el grado de improvisación unido al desconocimiento dieron lugar a esa especial situación, pero lo cierto fue que, de pronto, se comenzó a planificar lo que se estaba haciendo y al menos estructuraron regularmente el horario de trasmisiones. Ausencias notorias en lo planificado pueden señalarse, sobre todo programas de mayor relevancia como los dramatizados y grandes musicales o variados; en realidad, se limitaban prácticamente a dar preferencia al béisbol profesional y al boxeo.

A partir del primer trimestre de 1951 se aprecia la voluntad de reconsiderar lo que se programe, con la evidente intención de incluir nuevos tipos de programas de mayor complejidad en su producción, a pesar de la precaria situación económica por la que atravesaba el canal desde tan temprana fecha.

Hasta 1956, esta empresa, a pesar de sus vaivenes económicos, mantuvo una programación variada, con predominio de la producción nacional, y se destacó por el ingente esfuerzo para lograr un servicio de cobertura nacional. Durante 1957, tuvo un viraje en su programación, debido a un cambio de política determinada por la fusión con otra empresa, política que fue mantenida hasta su desaparición como entidad privada en 1960.

Informativos

Desde los albores de la televisión en el mundo hasta la década de los sesenta, el nuevo medio fue mirado con ciertos prejuicios y reservas como plataforma confiable de programas informativos y noticiosos. Sin embargo, aparejada a la inauguración de la televisión en Cuba, notamos la regularización de algunos servicios informativos de cierta importancia como fueron El Telediario de la BBC de Londres y The News con Douglas Edward de la Columbia Broadcasting System de Estados Unidos. Lo anterior no supuso el definitivo éxito de la actividad informativa, pero sí constituían intentos serios con ese fin. En el contexto de experimentación de esos países no pueden obviarse las limitaciones impuestas por la técnica y los factores económicos asociados. En general, en la década de los cincuenta, en los países más adelantados en la regularización de los servicios televisivos, los productores de programas informativos, así como el público televidente, tuvieron que esperar por algunos años más para ver con claridad las potencialidades de la televisión en favor de la actividad noticiosa y su disfrute.

Pocos días después de iniciadas las primeras trasmisiones de Unión Radio TV fueron incluidos los programas informativos, tipología que nos acompaña con características muy similares hasta nuestros días.

Del cuadro de programas informativos de este canal (ver Tabla 1.1), apreciamos que “Telenoticias” y “Teleperiódico” fueron espacios importantes en esta etapa. El primero, de noticias fílmicas internacionales contratadas a la INS-INP de Telenews de New York, contenía la sucesión de noticias separadas por cortinas, con un tiempo señalado para cada una, así como un texto guía, y contó además con el servicio de Telefoto de la Associated Press. El segundo fue programado con noticias nacionales y comentarios de actualidad, ambos como noticieros cerrados, es decir, no contaron con la presencia de locutor o conductor en cámara.

Para lograr las imágenes de los sucesos nacionales fue necesario captar camarógrafos de cine y con ellos se creó una organización a lo largo del país que brindó servicio a la programación informativa. Esto llevó su tiempo, al igual que la presentación del primer comentarista internacional, Herminio Portell Vilá, y la trasmisión de estos espacios estructurados como noticieros abiertos, lo que conllevaba la presencia en cámara de locutor y comentarista.

“Última Hora”, “Noticiero Final” y “Noticiero CMBF-TV” fueron estructurados como boletines de noticias, en los que el locutor leía en cámara los titulares del día y a continuación breves y rápidas reseñas de los acontecimientos más importantes de la jornada, tanto nacionales como internacionales. También existía “Resumen Semanal”, espacio en el que se repasaba un compendio de las noticias más importantes de la semana, ilustradas con imágenes.

En esta telemisora se programó la primera revista informativa de la televisión cubana: “El Mundo en TV”, el 12 de agosto de 1952. Fue realizada por el director del periódico homónimo, Luis Botifoll, y su editor Gaspar Pumarejo. El cuerpo de redactores y el servicio de noticias estuvieron a cargo de José Luis Martí y José Rodríguez Méndez, respectivamente, mientras los corresponsales fueron atendidos por José Luis Masó. La conducción estuvo a cargo de Carlos Lechuga e intervinieron como locutores Humberto Estévez y Juan Ramón González Ramos, y como productor, Alberto Vilar. En el amplio espectro de temas tratados, que determinaron a la vez la secuencialidad de las secciones, estaban los relativos a los acontecimientos internacionales, los referidos a los sucesos nacionales, entrevistas políticas, reportajes sobre guerras y revoluciones, las informaciones deportivas, comentarios religiosos y económicos, entre otros. El primero de octubre de 1953, el programa comenzó a trasmitirse por Telemundo Canal 2, pasando igualmente a esa empresa toda la infraestructura informativa con que contaba, debido a la separación de los accionistas de ambos canales.

De orientación

No obstante la diversidad de esta tipología de programa, la seccionaremos en dos grupos: de orientación política y de orientación pública.

Revisando el cuadro de programas de orientación de esta telemisora (ver Tabla 1.2) extraemos de forma diferenciada los programas de propaganda política y los que trataron temas políticos con diferentes ópticas y enfoques del acontecer nacional. De los programas de propaganda política, señalaremos los siguientes: “En defensa del autenticismo”, “Paso a la juventud” y “Tribuna demócrata”, los que fueron patrocinados por los partidos que apoyaron a los gobiernos de turno.

Estos programas de orientación encontraron en la política nacional los temas para el análisis, la expresión de puntos de vista e incluso la confrontación de criterios. También algunos estaban dedicados a la creación de la imagen pública de los candidatos a cargos gubernamentales, así como la de algunos partidos políticos.

“En defensa del autenticismo” estuvo entre los primeros programas de propaganda política trasmitidos durante 1951. Se erigió como espacio doctrinal del Partido Revolucionario Cubano Auténtico, entonces en el poder, y preparatorio de la campaña electoral previa a los comicios de 1952. Fue sustituido en ese año, tras el golpe militar del 10 de marzo.

“Paso a la juventud” fue del grupo de programas llevados a la televisión por la coalición de partidos políticos que apoyaba la candidatura del general Fulgencio Batista para la presidencia de la República en los comicios de 1954. La juventud batistiana lo utilizó con esos fines, conducido por Luis Manuel Martínez, quien se destacó entre los voceros gubernamentales por su defensa a ultranza del régimen y sus despiadadas diatribas contra sus opositores y, con el tiempo, fue creando una imagen que trascendió lo impopular.

“Tribuna demócrata”, programa de propaganda del partido que le dio nombre, integraba la alianza gubernamental en las elecciones de 1954, que tuvo como conductor a Nicolás Duarte.

Otros intentaron sumarse. “Tribuna juvenil” fue un espacio que intentó dar voz a la juventud, pero no logró su objetivo.

“Información pública” fue de este grupo de programas el que logró mayor interés en la teleaudiencia, así como mayor atención por los mecanismos censores del gobierno. Sus emisiones comenzaron en septiembre de 1955. Lo componían un panel de periodistas que realizaban las preguntas, un invitado que resultaba una destacada personalidad política y un moderador que conducía las acciones. Arturo Alfonso Roselló fue el moderador, los periodistas se alternaban, y los invitados al programa también se seleccionaban por el criterio de alternancia entre los políticos del gobierno y los de la oposición. Como parte de los asistentes citaremos a Anselmo Alliegro, Santiago Rey Pernas, Gastón Godoy, Andrés Rivero Agüero, todos del círculo gubernamental; mientras que por la oposición concurrieron José R. Andreu, Pelayo Cuervo Navarro, Luis Casero Guillén y Carlos Márquez Sterling, entre otros. En ocasiones, la censura oficial sancionó con suspensión de trasmisiones el programa, cuando políticos de oposición al régimen denunciaron los desafueros de la acción gubernamental.

Por otra parte, los programas de orientación pública estaban fundamentalmente dirigidos a la mujer, a la familia, a las cuestiones del hogar, así como a temas especializados dentro de ese contexto. Del cuadro de programas de orientación, citamos algunos dirigidos a la mujer: “Guía de compras”, conducido por Carmen Maderas; “Jueves de modas”, conducido por Silvia Medina de Goudie; “15 minutos con Caridad Bravo Adams”, entonces conocida escritora radial, convertida en consejera de amor, confidente de su teleaudiencia, y conductora del programa; “Hablando contigo”, espacio de amenas charlas en donde se discutía sobre variados temas de interés femenino; entre otros, como “La juventud pregunta”, “Codazos en TV”, “Comentarios económicos” y “Rincón de caza y pesca”, para mencionar los más notables.

“La juventud pregunta” era un programa que contó con la participación de jóvenes, y aunque dirigidos a estos, resultaba apto para un espectro más amplio de teleaudiencia. La estructura fue similar a la de otros programas de orientación, en la que un invitado, que podía ser una figura del ámbito cultural, político, científico u otro campo del saber, debía contestar las preguntas de un panel integrado por tres jóvenes, acciones que eran guiadas por un moderador, el Dr. Luis A. Baralt.

El comportamiento de este programa a lo largo de su permanencia en pantalla puede calificarse de altos contrastes, tal vez debido a los temas elegidos y los diferentes niveles de dominio tanto de invitados como panelistas. La falta de oficio de los jóvenes que concurrieron puso en aprietos al moderador en numerosas ocasiones, y este, tomando partido en polémicos temas, les restó autoridad. Numerosas veces el programa transitó por el sendero de la monotonía, para al final dejar sin un mensaje definido al televidente que había tenido la osadía de mantenerse frente a la pantalla de su televisor. Ejemplos de los temas tratados fueron: Aplicaciones industriales y domésticas de la electricidad; Importancia de la ingeniería humana (con el Dr. Rafael Fiterre como invitado); La personalidad (invitado: Gustavo Pitaluga) y Balance del periodismo en Cuba (con el Dr. Luis J. Botifoll), entre otros. En el programa en que fue presentado este último tema tuvo lugar un incidente entre el invitado y los panelistas, cuando estos le pidieron explicación por el silencio de la prensa ante los acontecimientos del 26 de julio de 1953 en Santiago de Cuba, cuyas repercusiones habían sido abordadas anteriormente. En 1954 fue excluido de la programación.

Otro espacio significativo fue “Codazos en TV”, dedicado a la crítica de los programas televisivos. Los comentarios estuvieron a cargo de Carlos D’Mant y Eduardo Pagés, con la dirección de Luis Martínez de la Riva; criterios que no estuvieron avalados por análisis alguno, ni basado en el dominio de la actividad artística, ni de los elementos integradores del quehacer televisivo, por lo que adjetivos superlativos abundaron para valorar como exitosa una puesta en pantalla o una particular actuación artística, y en los casos de considerarlos de baja calidad o sencillamente de un algo no logrado, lo hacían acreedores de “un codazo de dolor”. Este programa peregrinó por la programación de varias telemisoras durante esta etapa.

También permaneció en pantalla, durante varios años, “Comentarios económicos”. Contó con la conducción del Dr. Orlando Naranjo, quien en ocasiones realizaba comentarios propios del tema, y en otras, invitaba a una personalidad para mediante el diálogo abordar alguna de las diversas aristas de la economía. Fue en este espacio que compareció el presidente del Circuito CMQ Goar Mestre (por única vez en un programa originado en un canal competidor), como invitado para tratar el tema de las inversiones en la publicidad en Cuba.

Como espacio de orientación pública más especializado podemos citar “Rincón de caza y pesca”, cuyas trasmisiones se iniciaron durante 1955, aunque con anterioridad y por breve tiempo estuvo programado en otro canal. En todas las ediciones fue conducido y animado por Armando J. Sardiñas. Al iniciar el programa, el conductor presentaba a algún invitado o a varios, los que en ameno diálogo despejaban incógnitas y mostraban formas de hacer para conseguir mejores logros tanto en la caza como en la pesca. No precisamente ambos temas fueron de obligada atención en cada programa, de hecho, la mayoría de las veces fueron excluyentes. Permaneció en antena durante 1955.

Educacionales

La televisión cubana en general y la empresa de este canal en particular asumieron esta función de interés público mediante programas educacionales abiertos preferentemente y solo como excepción programaron los denominados didácticos. Este tipo de programas fueron los que en menor proporción integraron la programación de las telemisoras cubanas. Algunos de ellos fueron incluidos durante el primer año de este pionero servicio televisivo cubano.

Cuando visualizamos el cuadro de programas educacionales (ver Tabla 1.3) podemos observar que en esta tipificación fueron incluidos programas dirigidos fundamentalmente a la mujer, como los de cocina, los de cultura física y los de belleza. “Cocina y repostería” fue un espacio conducido por la Dra. Dulce María Mestre y contó con la asistencia de Aracely López Villalonga; mientras Nitza Villapol, con el respaldo de su arte culinario, inició las trasmisiones de “Cocina al minuto” en julio de 1951. El programa de Nitza, como todos los de su tipo, presentó un set que representaba una amplia cocina, con los diversos equipos eléctricos y utensilios propios para tales menesteres. En cada salida al aire se brindaba una receta y se elaboraba ante las cámaras el plato en cuestión. Las firmas distribuidoras de los equipos, así como las de los ingredientes y utensilios utilizados, resultaban los patrocinadores del programa. “Cocina al minuto” permaneció en pantalla durante todos esos años y trascendió a décadas posteriores, fue uno de los programas de mayor tiempo de permanencia en la programación de la televisión cubana.

En 1951, “Gimnasia rítmica” integró el bloque de espacios para la mujer. Centrado en la cultura física, fue conducido por la profesora Alina Fritz Gibson, quien contó con el modelaje de Magaly Área. En 1952, al ser removido de la programación, este canal prescindió de este tipo de programa.

“Secretos de belleza” también estaba dedicado a cultivar y resaltar el embellecimiento de la mujer mediante la correcta utilización de las mejores técnicas disponibles entonces. Masajes faciales, utilización de máscaras y maquillajes, peinados, etc., integraron el caudal de enseñanza impartido por la conductora del programa. Con la utilización de diversas modelos, ilustraba su quehacer ante las cámaras.

Asimismo, se incorporaron algunos espacios educacionales o de ciencia y técnica, generalmente basados en preguntas y respuestas, con formato de panel. En su mayoría fueron inestables, aparecieron y desaparecieron con inusitada frecuencia. Entre ellos podemos mencionar “La bolsa del saber” y “Ciencia popular”. El primero fue un programa muy conocido de la radio y llevado a la televisión, con igual nombre y colaboradores. Programado a mediados de 1952, tuvo como figuras principales a Pablo Medina, Juan Luis Martín y Luis Aragón, quienes dieron muestra de sus amplios y variados conocimientos, para disfrute de la teleaudiencia. “Ciencia popular”, por su parte, fue conducido por una figura destacada de la radio cubana, Justo Méndez, conocido como El Preguntón. En este último se trataron asuntos diversos a partir de preguntas o temas enviados por los televidentes, por ejemplo, los referidos a fenómenos físicos o químicos, a los que en ocasiones la población les daba una connotación no científica. A pesar del interés mostrado por la teleaudiencia, el programa no tuvo patrocinador.

Por último y no menos importantes, los programas religiosos, que en su totalidad respondieron a la doctrina de la Iglesia Católica. Este canal fue el primero del país en insertar programas religiosos a partir de 1952. Entre los novísimos espacios aparecen la trasmisión del oficio de la Santa Misa y, a continuación, “Charlas religiosas”, a cargo del párroco de la Iglesia de Reina. En octubre de 1953 pasaron a Telemundo, en cuya programación permanecieron los siguientes años. Otro ejemplo curioso fue “Dignifica tu vida”, conducido por el reverendo Padre René León Lemus, quien al presentar temas de visos polémicos y utilizar un lenguaje libre de festones retóricos, le imprimió al espacio un sello de audacia que la prensa especializada comentó favorablemente en repetidas ocasiones. Desapareció de las pantallas por el quiebre de la empresa en 1956.

Dramáticos

Este tipo de programas se insertó en la programación del Canal Unión Radio en marzo de 1951, y en breve tiempo logró aumentar su presencia con una diversificación de sus estructuras y un amplio espectro de sus contenidos. Los espacios dramáticos fueron ubicados en horarios preferentes, lo que demuestra la importancia que le fue concedida. La cantidad de programas semanales resultó significativa, a pesar de la precaria situación económica por la que atravesaba la empresa en aquellos inicios.

Desde los inicios de la televisión, la prensa especializada comenzó a subclasificarlos, teniendo en cuenta las diversas propuestas temáticas trabajadas, cuestión que utilizaremos en función de una mejor comprensión del desarrollo y evolución que tuvieron dichos programas a lo largo de esta etapa. Por ello, notamos que integran esta categoría tres grupos de programas, a saber: los de alta tensión dramática, policíacos, de aventuras y otros; los teleteatros, y los románticos y novelas de continuidad.

A partir del cuadro de programas dramáticos (ver Tabla 1.4), seleccionaremos algunos de los correspondientes a los tres grupos indicados.

Programas de alta tensión dramática, policíacos, de aventuras y otros

“Fotocrimen RCA Víctor” estuvo entre las primeras propuestas dramáticas realizadas por esta empresa. Sus emisiones comenzaron el 22 de septiembre de 1951. Cultivaba el género policíaco y era el único presentado por la televisión cubana con la característica singular de contar con el concurso del público. En cada programa de media hora se presentaba el desarrollo de un crimen y se aportaban las evidencias necesarias para que los televidentes pudieran descifrarlo. Durante la presentación, se invitaba al televidente a escribir a la emisora y dar la solución del caso presentado. Se sorteaban premios entre los que brindaban la respuesta correcta. En el siguiente programa, se mostraba la escena clave en donde se encontraban las evidencias para descubrir al autor de los hechos y se procedía de inmediato a la distribución de los premios, y a continuación se presentaba la dramatización del nuevo caso. Crimen en Marruecos fue el título de la puesta inaugural, con un elenco integrado por: Santiago García Ortega, Xonia Benguría, Eduardo Casado, Ernesto de Gali y Alejandro Lugo. En sus inicios fue dirigido por Joe Pérez y Alberto Vilar, y a mediados de 1952, Cuqui Ponce de León asumió esa función; tuvo como escritor, durante todo el tiempo que se mantuvo en pantalla, a Félix Pita Rodríguez. De las obras trasmitidas, citaremos: Crimen en Marruecos, Joyas fatales, Crimen o suicidio, Doble crimen, Crimen, El asesinó huyó por la ventana, Muerte en la leñera, El regalo delator, Asesinato en el hotel, El pintor asesinado, El caso del puñal chino, La muerte de Jerónimo Beltrán, Muerte entre bastidores, Extraño accidente, Crimen en el circo, Huella fatal, Week-End trágico, Cita con la muerte, Muerte en el Estudio 3, La muerte del fantasma, El expreso de las once y cinco, Apartamento 36, y La muerte del Dr. Alvar. Los libretos fueron originales. Durante 1953 pasó a integrar la programación de Telemundo Canal 2, con elenco artístico y dirección incluidos.

“Drama con Velia Martínez” surgió al aire el primero de septiembre de 1953, en el horario estelar de 8:00 a 8:30 p.m. de cada martes. En sus inicios, el espacio fue presentado directamente con el título de la obra dramática a trasmitirse, hasta que el 27 de octubre de ese año fue intitulada en tanto la talentosa y versátil actriz cubrió el protagónico. Antonio Vázquez Gallo fue su productor y director durante todo el tiempo en que se mantuvo en la programación. El elenco artístico estuvo integrado, entre otros, por Velia Martínez, Maritza Rosales, Hada Béjar, Manolo Coego y José Antonio Rivero.

En cuanto a las obras trasmitidas en este espacio, notamos la contribución de numerosos escritores, los cuales adaptaron variados textos de la literatura universal en las que predominaron los géneros del cuento y la novela, a los que adicionaron no pocas obras originales. Del escritor César Leante citamos las siguientes adaptaciones: Sinfonía inconclusa, basada en la obra de Alejandro Casona; La sonrisa de Gioconda, en un cuento de Aldous Huxley; El miedo, cuento de Stefan Zweig; La sospechosa, cuento de William Irish; La mujer X, de la obra de Alexandre Bisson; Donde verdean las espigas, de la obra de Emlyn Williams; Herencia de odio, sobre un cuento de Alfonso León; Terror en la noche, de la obra de Joseph Ruscoll; 24 horas en la vida de una mujer, novela de Stefan Zweig; Doble imagen, cuento de Roy Vickers, y El anillo del general Macías, de Josefina Niggy. Otras obras presentadas del propio escritor Leante fueron: La esposa perfecta y La mentira y el pánico. Con los seudónimos de Carlos Marcos y Alfonso de León, Ramiro Gómez Kemp presentó en este espacio las siguientes obras: El sol brillará mañana; Montparnasse; La muerte de un testigo, inspirada en Thérèse Raquin, de Émile Zola; El regreso de un desconocido, y Renunciación. De Antonio Vázquez Gallo, quien además utilizó el seudónimo de Emilio Campos en la presentación de algunos de sus libretos, citaremos las originales siguientes: Judith y Holofernes, Sor Stella, Donde está la luz y Los condenados; así como El hombre de arriba, basado en un cuento de William Irish, y El traidor. De Ramón A. Martí fueron Mar amargo, Rosas de sangre, Mundos que pasan, Corazón de madre, Volver a vivir, Su pecado de ayer y Dos amores. Carlos M. Suárez Radillo presentó las obras originales La llave y Carbón, así como La gran dama, sobre un cuento de Alfonso León, y Noche de paz. Félix Pita Rodríguez aportó la obra original El regreso y la inspirada en el cuento de Allan V. Elston, Eva o Caroline, así como La última inyección de la Sra. Roberts. Andrés Núñez Olano presentó varias versiones, a saber: Muerte de un desconocido, sobre un cuento de Mary Cholmondeley; El caso Nelson, sobre un cuento de William Irish, y Testigo de cargo, de Agatha Christie. A Sergio Doré pertenecieron dos libretos: El despertar, sobre un relato de Alfonso León, y Chantaje, un cuento de J. Christophersen. Pesadilla y Regreso a casa, esta última sobre un cuento de Cornell Woolrich, fueron las propuestas de Marcos Behmaras, mientras A. García Sosa puso a consideración los libretos de Isabel y Essex y Alma del infierno. El papel roto y Deuda saldada, basada esta última en un relato de Damon Runyon, fueron la contribución de Juan Herbello. Roberto C. Bourbakis, inspirado en la novela de Serge Groussard, entregó La mujer sin pasado, y además Obsesión, obra original. Antonio Losada presentó Una solterona. Finalmente, Vendetta, obra original de Clara Ronay; 9 minutos, de Cristóbal Ruam; Matilde, inspirada en la novela de Henri Bordeaux, escrita por Leandro Blanco (hijo); Donde está la luz, de Ramón Ferreira; El gran secreto, de Santiago Alfonso, y La frontera del miedo, basado en un teleplay norteamericano de Joanna Roos y Edward Mabley, completan las sesenta obras presentadas en este programa. Con la obra Los condenados, original de Emilio Campos, el 9 de noviembre de 1954, “Drama con Velia Martínez” se despidió de la teleaudiencia cubana.[1]

Como exponente del género policíaco se incluyó “El Spirit”, programa cuyos personajes y sentido de sus luchas contra el delito fueron similares a las presentadas en forma de historietas en la prensa cubana de la época con el mismo título. Surgió en Telemundo Canal 2, pero en octubre de 1953 pasó a Unión Radio con sus realizadores y artistas principales. El Spirit era el nombre de su personaje principal, que utilizaba un antifaz para ocultar su identidad, fue interpretado por Enrique Montaña y tuvo de coprotagonista a Rogelio Hernández en el papel del inspector de policía Donald. Las historias fueron escritas por Delia Fiallo y la dirección del programa fue compartida entre Eduardo Casado, Sirio Soto y Alberto Vilar, durante los quince meses en que fue programado. Sus emisiones en particular fueron tituladas: En alta mar, La policía busca al Spirit, Crimen en el barrio chino, Sombra del hombre que perdió la cara, entre otras. Desde sus inicios, la crítica escrita especializada no le fue favorable: se alegó baja calidad de los libretos e interpretación poco convincente del actor principal, entre otros señalamientos.

“El mundo en que vivimos” apareció en pantalla a fines de 1953, patrocinado por la firma RCA Víctor, ocupando el horario de 9:30 a 10:00 p.m., de los lunes. Tuvo la singularidad en sus inicios de presentar dos breves historias (de 9 a 10 minutos cada una) en las que se narraban hechos propios de la vida cotidiana, incluso algunos que podían pasar desapercibidos para un ciudadano común, o bien facetas interesantes de problemas universales con un tratamiento novedoso. En su escritura se podía aquilatar la aguda pupila del escritor Félix Pita Rodríguez. La brevedad de las obras no fue inconveniente para mantener el interés del público y varias de ellas utilizaron además finales de suspense como recurso de impacto. Entre otros títulos pueden ser mencionados: Belleza inmutable y Las canas del espanto, El cuadro premiado y Dos vidas extrañas. Fue producido y dirigido por Alberto Vilar hasta mediados de 1954, en que dejó de trasmitirse.

Desde mediados de 1956, volvieron a programarse estas historias de Félix Pita Rodríguez, incluidas como parte del programa “Fiesta” que se trasmitía los domingos. En esa oportunidad fueron ubicadas en el horario de 7:45a 8:30 p.m. y se presentaban cuatro historias breves. A esta segunda etapa corresponden los títulos: Por avión, El otro, Historia de amor y Maníaco depresivo; Testamento, El ladrón, Historia aplicada y Celos; Jerarquía, Odio ancestral, Tiempo perdido y Cigarrillos; Hipnotismo, Don Juan, Agradecimiento y Sorpresa; La cena, El ladrón, De Marte y Las cartas; El buen guardián, Encuentro, Amor tardío y Réditos; Infalible, Silencio, La fuga y Week-End; Venganza, El desdichado, División y Vida social.

El elenco artístico lo integraron, entre otros, Pepa Berrio, Herminia de la Fuente, César Carbó, Sergio Doré, Reinaldo Miravalles, Ernesto de Gali, Fela Jar, Griselda Nogueras y Amelita Pita.

En enero de 1957, por el cierre temporal del Canal 4, dejó de salir al aire.

También procedente del Canal Telemundo, en octubre de 1953 comenzaron las trasmisiones del espacio “Mi sombra y yo”, los martes, de 9:30 a 10:00 p.m. Escrito por Marcos Behmaras, presentó como figura central a un mendigo representativo de la conciencia del hombre e interpretado por el polifacético Pablo Medina. En cada emisión se narraba una historia de alta tensión dramática, en donde la muerte, el chantaje y las pasiones humanas eran temas tratados a través de una singular pupila. La producción y dirección fueron llevadas a cabo por Antonio Vázquez Gallo, quien contó con el elenco artístico del Canal. En el primer trimestre de 1954 fue sustituido, cuando la programación de la empresa Escuela de Televisión de Gaspar Pumarejo ocupó, entre otros, este espacio de la programación.

Los teleteatros

En marzo de 1951, por primera vez en la televisión cubana y por el Canal 4, se ubicó este tipo de programa. En estos espacios fueron trasmitidas versiones de obras del teatro universal, así como otras de la literatura que servían de inspiración a sus autores.

En sus inicios, estos programas tuvieron una duración de treinta minutos, cuestión que incidió desfavorablemente en la versión escrita, a lo que podemos añadir lo precario de las condiciones económicas y en general de realización con que se contaron y que precisamente habían retardado en este canal la introducción en su programación de los espacios dramáticos. Lógicamente, el hecho de no estar resueltas estas condicionantes, y el canal aceptar el reto, nos persuade a pensar en que trató de compensar esas limitantes con el febril y tal vez demencial entusiasmo del que estuvo permeado el personal de realización, quien brindó además muestras de talento e imaginación, aunque todo ello no fue suficiente para vencer esas barreras.

A continuación, señalaremos los programas de este tipo trasmitidos por este canal. Comenzamos por “Teatro del lunes”, cuyas trasmisiones se iniciaron el 12 de marzo de 1951. No solo fue, por tanto, el primer programa de este tipo de la televisión cubana, sino que también resultó el primer programa dramático de este canal. El reparto incluyó a Margarita Balboa, Hada Béjar, Violeta Jiménez, Néstor de Barbosa, Manolo Coego y José Antonio Rivero.

El contenido de sus obras se mantuvo ceñido a obras del teatro y la literatura universales, cuyas versiones para la televisión fueron escritas por varios autores, aunque predominaron las de Leandro Blanco. No obstante, Scherzo, de Eduardo Manet, quien también realizó la versión para la televisión, fue la obra escogida por la directora del programa, Cuqui Ponce de León, para la emisión inaugural. De las obras trasmitidas podemos observar que Manet presentó, además, La primera noche. De Leandro Blanco, citaremos: La carta, Un aniversario, La mujer de tu juventud, Genio y figura, La rosa de Jericó, Encadenada, Lady Hamilton, El alma de la toga, El amor espera siempre, La cita fatal, Un juramento trágico, Empleado ideal, Sol de otoño, En un lugar del mundo y El ladrón. Del resto de los escritores destacamos a Jorge Jiménez Rojo, quien presentó la obra Accidente, a María Julia Casanova, con El despertar, mientras Antonio Vázquez Gallo estuvo representado con Fianza, Oscar Valdés Hernández con Un caballero con frac, y José Sánchez Arcilla con Mi hijo y yo.

El programa en sus inicios lo realizaban en el Estudio 1 de Mazón y San Miguel, instalación al aire libre, por lo que estaba expuesto a numerosos factores adversos que en la práctica conspiraron contra su calidad y aún más. Un ejemplo de lo expresado ocurrió el 9 de abril de 1951, durante la trasmisión de la obra Accidente, cuando tuvieron que suspender abruptamente por causa de la lluvia. Tal vez fue el único caso de suspensión de un programa realizado en un estudio de televisión por condiciones climatológicas adversas.

Este espacio de teleteatro fue mantenido en cartelera hasta septiembre de 1952, pero en este año, debido a una restructuración de la programación, varió de horario y de día (pasó a los domingos a las 8:30 p.m.), y fue concebido por otro grupo de realizadores. Se denominó entonces “Teatro del domingo”.

Por su parte, “Teatro del hogar”, patrocinado por la firma RCA Víctor, fue incorporado al horario de trasmisiones a partir del 6 de noviembre de 1953. Durante su permanencia en el aire, fue producido y dirigido por Antonio Vázquez Gallo, y como escritores adaptadores estaban José de San Antón, quien llevó la responsabilidad mayor, César Leante, Ramón Martí, Eduardo Berruezo y Antonio Vázquez Gallo. Raquel Revuelta, Velia Martínez, Maritza Rosales, Manolo Coego, César Carbó, José Antonio Rivero, Reinaldo Miravalles y Pilar Mata integraron el reparto.

De las obras seleccionadas tenemos: de Jean-Jacques Bernard, El fuego mal avivado, propuesta del día inaugural del programa; de Alejandro Casona, Otra vez el diablo y La sirena varada; de Robert E. Sherwood, El bosque petrificado; de Arthur Miller, Todos eran mis hijos; de Eugene O’Neill, Anna Christie, Donde está marcada la cruz, Más allá del horizonte, Electra, y La cuerda; de Paul Vincent Carroll, Sombra y substancia; de Patrick Hamilton, Luz que agoniza; de Antonio Vázquez Gallo, El niño inválido; de Edward Sheldon, Romance; de Henrik Ibsen, Casa de muñecas; de Ruth y Augustus Goetz, La heredera; de Charles Vildrac, El paquebot Tenacidad; de Oscar Wilde, Una mujer sin importancia; de Federico García Lorca, La casa de Bernarda Alba; de William Somerset Maugham, La llama sagrada; de Emlyn Williams, Al caer la noche; de Henry Kistemaeckers, La llamarada; de Jacinto Benavente, La malquerida, La honra de los hombres y La otra honra; de Luigi Pirandello, La vida es así; de August Strindberg, Padre; de H. R. Lenormand, La inocente y El tiempo es sueño; de Jean Anouilh, Eurídice y Leocadia; de John Steinbeck, La fuerza bruta; de Ferenc Molnár, El mariscal; de H. Stuart Cottman y Le Vergne Shaw, Sumergidos; de Paul Autier y Paul Cloquemin, Los guardianes del faro; de Antonio Buero Vallejo, Las palabras en la arena; de Miguel de Unamuno, Todo un hombre; de Julio Alejandro, El otro hermano; de Jules Renard, Cabeza de zanahoria; de John M. Synge, Jinetes hacia el mar; de Jacques Deval, La mujer de tu juventud; de Gabriel D’Annunzio, La ciudad muerta; de Maurice Maeterlink, El alcalde de Stilmonde;y de Jean-Paul Sartre, Muertos sin sepultura.

A fines de 1953, comentarios coincidentes de columnistas especializados de la prensa cubana situaban a “Teatro del hogar” entre los mejores programas dramáticos de la televisión. A pesar de ello, la firma patrocinadora lo abandonó en 1954. Fue mantenido en la programación hasta el 24 de septiembre de ese año, en que fue definitivamente retirado.

Programas románticos y novelas de continuidad

Novelas y cuentosde la literatura universal, así como obras originales de escritores cubanos, constituyeron las fuentes principales de inspiración para las temáticas presentadas en estos programas. En otros espacios televisivos dramáticos, el tema amoroso y otros colindantes también estuvo presente, incluso antes, durante y después de la aparición de esta subcategoría, sin embargo, el elemento melodramático se había utilizado con mesura. Con la introducción de las novelas de continuidad, este elemento fue sobredimensionado por los guionistas, a lo cual el grupo de realización le imprimió, en términos de fotografía, una recreación visual específica para las escenas de amor, sobre todo en el clímax, donde las tímidas formas sugerentes utilizadas como apoyo lograron impactar a los pontífices de la moral social, quienes se deshicieron en llamamientos de intervención a los rectores de la censura para prohibir tales escenas.

Unión Radio Canal 4 incluyó en su programación varios de estos programas, a los que nos referiremos a continuación.

Uno de los más conocidos fue “Su programa FAB”. Sus trasmisiones comenzaron por el Canal 2 de Telemundo en febrero de 1953, con la obra Velo de novia, escrita por Olga Ruilópez, que contaba con la joven actriz Hada Béjar, Manolo Coego y Herminia de la Fuente para interpretar los personajes principales. En octubre de ese año, pasó al Canal 4. Olga Ruilópez fue la escritora principal del programa y tenía como director a Antonio Vázquez Gallo, a quien Reinaldo de Zúñiga remplazó cuando el primero pasó a un canal competidor en los inicios de 1955.

Obras de la literatura universal y del cine sirvieron de inspiración a los escritores, los cuales aportaron además algunas originales. De Olga Ruilópez: Velo de novia, Un milagro de Dios, Este no es tu hijo, Amor en la cumbre, Orgullo vencido, Sublime sacrificio, Así son los hombres, Cuando vuelvas a mí, Bastó una noche para amarte, Noche de Reyes, El honor del nombre, La fuerza del amor, Sacrificio de mujer, Matrimonio por conveniencia, La flor escondida, El sueño destruido, Expiación y Pecados de amor. De Carlos M. Suárez Radillo: El robo de mujer y Soledad, y Delia Fiallo presentó Piadosa mentira.

Faltando pocos meses para finalizar el año 1956, se comenzó a trasmitir la novela de continuidad El engaño, la única emitida en el programa. Escrita por Hilda Morales de Allois, fue protagonizada por Raquel Revuelta y Manolo Coego, quienes interpretaron a Elena de Orlandy y a Felipe de Martigny. La trama principal se basaba en un amor fraudulento, en donde Elena se hacía pasar por su hermana Lina, esposa de Felipe, acción que sustentó el título de la obra.

La pareja romántica de Raquel Revuelta y Manolo Coego fue utilizada en el programa como su gran propuesta y sus seguidores y admiradores los respaldaron en ese empeño. Maritza Rosales, con destacadas actuaciones, brindó su arte cautivador en sustitución de la Revuelta o en papeles principales en diferentes oportunidades. El elenco artístico estuvo integrado además por: Nena Acevedo, Carmen Arenas, Xonia Benguría, Hada Béjar, Néstor de Barbosa, César Carbó, Ernesto de Gali, Rogelio Hernández, Enrique Montaña y José Antonio Rivero.[2]

Como todo programa dramático, estuvo en la preferente atención de la crítica especializada, de la que recibió grandes elogios, así como severos señalamientos, e incluso, en numerosas ocasiones, criterios diferentes sobre la misma puesta en pantalla, lo cual creó confusión en lugar de mostrar una referencia válida de orientación al televidente. La revista Gente expresaba en uno de sus titulares: “¡Auxilio! Los novelones FAB invaden la TV”, tras lo cual calificaba de mentalidad totalitaria a los productores del programa, e invocaba la intervención de la censura.[3]Durante años, los comentarios de Emma Pérez, periodista de esa revista, fueron críticas lacerantes de las obras presentadas. Por otra parte, el periodista Alberto Giró, del Diario de la Marina, en su columna de crítica radial y televisiva, expresaba: “[…] es un espacio amorosamente servido por sus integrantes. De ahí que como audición romántica sea ejemplar. La señora Ruilópez sabe cómo llegar al público y conoce íntimamente todos los resortes del éxito”. Y así, sucesivamente en esos años, unos y otros se prodigaron a favor y en contra del espacio televisivo, mientras los televidentes, expuestos a tales comentarios, lograron con el ejercicio de su libre albedrío que “Su programa FAB” se ubicara entre los de mayor rating de teleaudiencia de este canal, y que en el año 1954, la Unión de la Crónica Tele-Radial Diaria (UCTRD), una de las organizaciones que anualmente nominaban los mejores programas de cada tipo, lo seleccionara como el más destacado de los programas románticos de la televisión.

Otro espacio cuyos inicios fueron igualmenteen Telemundo Canal 2 sería “Un romance cada jueves”, que fue transferido en octubre de 1953 al Canal 4. Antonio Losada tuvo a su cargo la dirección artística y la de escritor-adaptador, mientras Alberto Vilar fue su productor hasta mediados de 1956, cuando Leandro Blanco (hijo), lo sustituyó.

Las obras seleccionadas respondieron a la línea romántica concebida para el programa, cuyo tratamiento se potenciaba en las versiones televisivas o guiones originales. Esto provocó que se perdiera, en múltiples oportunidades, el sentido real del contenido de la obra original, lo que dio lugar a señalamientos críticos de la prensa nacional. Ello no fue óbice para que la misma crítica reconociera determinados logros en su puesta en pantalla, como la actuación, por ejemplo. Los papeles protagónicos corrieron a cargo de Raquel Revuelta y Manolo Coego, aunque en ocasiones Maritza Rosales cubrió ese rol y participaron además otras figuras destacadas para obras determinadas, como en El ángel azul, que fue protagonizada por Rosita Fornés.

Entre las obras presentadas tenemos: La mentira sublime, versión de la obra Gallant Lady, de Florence Ryerson y Colin Clements; Casablanca, basada en la cinta cinematográfica homónima; Nobleza baturra, de Joaquín Dicenta; Carta de una desconocida, de Stefan Zweig; Un marido a plazo fijo, de María Luisa Linares; Las cuatro hermanitas, de Louisa May Alcott; Eloísa está bajo los almendros, de Enrique Jardiel Poncela; La carta, de Somerset Maugham; Crimen, de Ann Wissie; La fe, de Armando Palacio Valdés; Gracia y justicia, de Antonio Quintero; Locura de amor,