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Memorias de un olvido. Etapa fundacional de la televisión cubana (1950 – 1962) es un texto que va dirigido diversos públicos. El autor escribiría: Si el lector, es de los jóvenes trabajadores de la televisión, podrá fijar los hitos más importantes por lo que esta atravesó y el porqué la televisión en Cuba fue así, tanto en su etapa comercial, como bajo los primeros años del triunfo revolucionario, interiorizando errores y aciertos; y si ello mueve a reflexión o simplemente sirve para ampliar sus perspectivas, nos sentiremos satisfechos. A los especialistas en medios de comunicación o en general de la actividad, si las informaciones aportadas motivaran su interés y aún más, le resultaran útiles para alguno de sus propósitos, sería un logro. A los lectores en general, que muestren interés por esta obra, si lograran al menos, aumentar el nivel de comprensión de los problemas que enfrenta y genera este coloso de los medios masivos, o al menos los sensibilizaran con elementos esenciales que lo caracterizan o simplemente como una vía de acercamiento a él, validaría uno de sus propósitos.
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Seitenzahl: 266
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Edición:
Miryorly García Prieto
Edición y corrección:
Mario Naito López
Diseño y diagramación:
Alejandro F. Romero Ávila
Epub:
Valentín Frómeta de la Rosa y Ana Irma Gómez Ferral
© Sobre la presente edición:
© José Raúl Estol Román, 2021
© Editorial enVivo, 2023
ISBN:
9789597268543
9789597268574
Instituto Cubano de Radio y Televisión
Ediciones enVivo
Edificio N, piso 6, Calle N, no. 266, entre 21 y 23
Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
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La fecha del primero de enero de 1959 quedó marcada en la historia republicana de Cuba como el fin de la sangrienta tiranía batistiana y el inicio del triunfo revolucionario.
Tras la huida del dictador Fulgencio Batista en la madrugada de ese día, inmediatamente el general Eulogio Cantillo Porras, al frente de los cuerpos armados de la tiranía, convocó a un grupo de periodistas y a miembros de la Federación de Radioemisores de Cuba para el campamento militar de Columbia y les informó sobre la integración de un gobierno provisional presidido por Carlos A. Piedra y Piedra, el magistrado de mayor antigüedad del Tribunal Supremo de Justicia. Con esta acción violaba los acuerdos que días antes había aceptado con el jefe de la Revolución, de apoyar el triunfo revolucionario y evitar que Batista y los más connotados asesinos escaparan del país. Esta traición pretendía escamotear el triunfo revolucionario, pero esta vez sí los mambises del siglo xx entraron en Santiago de Cuba y no se pudo arrebatar la victoria.
Al amanecer de aquel primero de enero, al conocer tales noticias a través de Radio Progreso, la dirección del movimiento revolucionario dio órdenes precisas de mantener todas las operaciones militares y solo atender al enemigo en condiciones de rendición incondicional. De inmediato, se realizó el llamamiento a la huelga general que debía comenzar el día 2, la cual fue respaldada por todo el pueblo. El llamamiento desde Santiago de Cuba a las emisoras de radio del país para que se encadenaran con Radio Rebelde fue el inicio de la Cadena de la Libertad. La televisión, aunque más lenta en su reacción, también se incorporó a la Cadena y se sostuvieron de esa forma las trasmisiones hasta pasada la llegada del líder de la Revolución a la ciudad de La Habana.
El 5 de enero asumió la Presidencia de la República el Dr. Manuel Urrutia Lleó, quien ratificó por decreto al Consejo de Ministros nombrado en Santiago de Cuba. Tres días más tarde llegaba a La Habana Fidel Castro, después de haber atravesado su caravana los territorios de Camagüey, Las Villas y Matanzas. Las cámaras de los canales de televisión se apostaron en varios puntos del camino con el propósito de captar las imágenes de su recibimiento y el jubiloso tributo que el pueblo brindaba a los heroicos barbudos. CMQ-TV colocó las suyas a la entrada del Cotorro, en la Virgen del Camino, en lo alto del edificio Focsa y en 23 y M. Mientras, el Canal 12 y Telemundo las situaron en la Avenida de las Misiones, frente a Palacio, adonde fue Fidel a saludar a Urrutia y a ofrecerle su incondicional respaldo. Desde la terraza norte del edificio, el líder dirigió unas palabras a la multitud allí reunida, antes de continuar marcha hacia el campamento de Columbia.
Telemundo, además, situó cámaras en 23 e Infanta, mientras el Canal 4 y el Canal 2 las montaron en el campamento de Columbia. Allí pronunciaría Fidel, al caer la noche, su discurso a la nación; sus palabras estuvieron centradas en el tema: el pueblo como el más firme sostén del proceso de renovación histórica. Fue precisamente en este acto donde hizo alusión a su compromiso de asistir esa noche al programa “Ante la prensa”, de CMQ-TV, espacio televisivo que había sido retirado de la programación por orden gubernamental a inicios de 1958; pero voces del pueblo allí congregado le pidieron que fuera al día siguiente y que continuara con su alocución, lo que él aceptó y, por ello, el programa en cuestión se efectuó el viernes 9.
La trasmisión televisiva de la entrada de Fidel en La Habana favoreció lo que desde los inicios de la televisión en Cuba hasta ese momento no se había logrado, que todos los canales de televisión del país se encadenaran para trasmitir un acontecimiento de trascendencia nacional, y más aún, se coordinaron las acciones para cubrir el recorrido de la Caravana de la Libertad, desde su entrada a la ciudad, hasta el final previsto en el campamento militar de Columbia. Sobre la labor desempeñada por los medios difusores en aquellas horas se pueden hacer algunas reflexiones. Por una parte, la realidad de los acontecimientos se imponía, tanto por la relevancia del momento histórico que se vivía como por la emoción popular desbordante y contagiosa. Por otra parte, la proyección informativa de la radio y la televisión no dejaba fisura alguna, si bien es cierto que no tenían otra alternativa. Incluso la prensa escrita señaló el papel de los medios de difusión en esos días excepcionales:
[...]Radio y TV han brindado en estos días uno de los servicios más brillantes y más útiles que recuerda la historia de las cámaras y los micrófonos.
Los nobles ideales que deben primar en toda organización radial y de video: informar, orientar y enseñar, se demostraron a cabalidad en estas horas vividas por la ciudadanía desde la madrugada del primero de año, fecha gloriosa para Cuba y para el mundo.
La labor fue agotadora. Tanto locutores como camarógrafos, técnicos, periodistas y productores trabajaron durante más de 48 horas sin descanso. Pero el agotamiento no se sentía. Tan grande era el servicio brindado y tanta la alegría y el entusiasmo que se experimentaban [1].
Durante la semana siguiente todas las emisoras de radio y televisión mantuvieron una señal común. La programación especial que trasmitieron las telemisoras se destacó por su calidad, ausencia de chabacanería en los comerciales y el respetuoso comportamiento del público asistente a los estudios. La prensa revolucionaria lo destacaba de la manera siguiente:
Al finalizar el mes, el Circuito CMQ cierra un ciclo en lo que a prestación de servicios a empresas de radio y televisión del extranjero se refiere, que hizo posible la difusión de todo el proceso revolucionario en el mundo entero.
Tanto la National Broadcasting Company (NBC) como la Columbia Broadcasting System (CBS), recibieron del Circuito CMQ las facilidades técnicas necesarias para llevar a sus televidentes todos los acontecimientos nacionales, al igual que la British Broadcasting Corporation (de Londres) y otras empresas radiales de Francia, Argentina, Uruguay, Costa Rica, Venezuela, Colombia, Panamá, El Salvador, Guatemala y México.
Ardua sería la tarea de reseñar individualmente los servicios prestados a las numerosas entidades de televisión y radio de varios continentes, ya que hubo días en que se realizaron hasta seis controles remotos distintos, amén de filmaciones, y grabaciones. Así pudo lograrse que en el extranjero se viera y escuchara en el mismo momento de producirse, la impresionante concentración efectuada el 21 de enero frente al Palacio Presidencial, donde se reunieron más de un millón de personas para apoyar al gobierno revolucionario frente a la injerencia extranjera; y los juicios revolucionarios celebrados el 22 en la Ciudad Deportiva[2].
Muchos de los eventos que se trasmitieron en esos días, como los señalados anteriormente, formaban parte de la denominada Operación Verdad, auspiciada por el gobierno para contrarrestar los efectos de las campañas desatadas en el exterior, fundamentalmente por las agencias norteamericanas de noticias, que catalogaban como “baños de sangre” a los procesos seguidos contra los criminales de guerra.
El 22 de enero, en conferencia de prensa ofrecida por el líder de la Revolución en el Hotel Havana Riviera, al que asistieron invitados cerca de cuatrocientos periodistas de todo el mundo, se les entregó a cada uno una carpeta con fotos testimoniales y toda la información referida a los horrendos crímenes cometidos por la tiranía batistiana. De esa manera y mediante exhaustiva explicación, el jefe de la Revolución dio respuesta a las calumnias que la prensa norteamericana difundía sobre la situación política en Cuba[3].
Coincidentemente, ese día se comenzó a trasmitir el juicio del excomandante de la tiranía Jesús Sosa Blanco, desde la Ciudad Deportiva. El senador Charles E. Porter, quien viajó a la isla en esa fecha, expresó lo siguiente en un discurso pronunciado ante el Congreso norteamericano:
El jueves pasado (22 de enero) cené con Castro y le dije que creía un error continuar celebrando los juicios de criminales de guerra en el Palacio de los Deportes y permitir reportajes desenfrenados de la prensa, la radio y la televisión. Cuando se juzga la vida de un hombre, le dije, no puede hacerse de eso un espectáculo. El primero de dichos juicios (espero que sea el último) ya hacía dos horas que se estaba celebrando cuando le dije eso. Predije el alboroto que más tarde se produjo[4].
Al día siguiente, desde Caracas, el líder de la Revolución ordenó la suspensión de las emisiones de los medios de difusión de los juicios, para evitar una atmósfera de publicidad desmedida hacia ese tema, lo que además distraía la atención que debía estar centrada en la obra de transformación social, política y económica que la Revolución estaba empeñada en llevar adelante.
La televisión brindaba en sus espacios homenajes a los valientes soldados del Ejército Rebelde y, por otra parte, en los programas de orientación, la presencia de los dirigentes de la Revolución era frecuente, así como programas especiales como especiales eran las circunstancias que vivía el país. La designación en el mes de febrero de Fidel Castro como primer ministro y las razones que lo llevaron a esa posición fueron ampliamente recogidas por los medios de comunicación. Las dificultades que se presentaban estaban determinadas por un Consejo de Ministros heterogéneo en sus motivaciones políticas y la actitud pasiva del presidente Manuel Urrutia, todo lo cual frenaba el accionar revolucionario y la designación de Castro, se pensó, podía hacer variar la situación. A partir de ese momento algunos proyectos de interés nacional fueron convertidos en ley, pero en un corto plazo se evidenciaron las dilataciones por conflictos de criterios con el Ejecutivo, hasta que en meses posteriores estalló la crisis, cuyos aspectos relevantes fueron totalmente trasmitidos por la televisión.
En medio de los diferentes titulares de la prensa referidos a distintos acontecimientos nacionales, apareció el de la inauguración de un nuevo servicio televisivo en la ciudad de Camagüey, el Canal 11, el 7 de marzo de ese año, que resultó el primero en trasmitir localmente, después de los de ciudad de La Habana[5].
Desde junio de 1958 se había firmado, en la notaría del doctor Manuel Barreiro Cabrera, la escritura de constitución de una nueva empresa que se denominaría Televisión Camagüey S.A, siendo su propietario y presidente el señor Antonio Milla Espinosa; el señor Juan Bautista CastrillónJuan Bautista Castrillón (Don Pancho), vicepresidente y director administrativo; el doctor Manuel D. Barreiro, secretario y vicetesorero, y Juan Castrillón de la Vega, tesorero y coordinador general.
Por otra parte, se había convocado para el domingo 22 de marzo lo que se denominó “La marcha del pueblo” con la consigna, “en apoyo a la Revolución y a la Reforma Agraria”, desde el frente norte del Palacio Presidencial. Como invitado especial acudió José Figueres Ferrer, expresidente de Costa Rica. En el acto hicieron uso de la palabra el presidente Manuel Urrutia, Isidro Figueroa, Leandro Barreras, Miguel Quintero, Oscar Martínez, David Salvador, Jorge Guerrero (que recitó), José Figueres y finalmente el líder de la Revolución Fidel Castro. La trasmisión televisiva comenzó a las 11:44 a.m. y finalizó a las 11:13 p.m.[6] Durante su intervención, Figueres emplazó al gobierno revolucionario cubano al hablar sobre la necesidad de tomar partido firmemente en el lado de Estados Unidos y del denominado “mundo libre”, para con ello forzarlo a una declaración pública anticomunista. En su turno de conclusiones, el líder de la Revolución comenzó su alocución expresando:
Nos hemos ido un poco lejos y es conveniente que volvamos otra vez a poner los pies sobre la tierra. Nunca sabe uno cuál ha de ser su más difícil comparecencia en una tribuna pública. Cuando he considerado difícil alguna de ellas, no ha tardado en aparecer otra que la supere, y para mí ninguna tan difícil como esta de hoy, en que siento discrepar mis ideas con el ilustre visitante que es José Figueres.
¿Cómo exponer nuestra discrepancia sin faltar a la elemental cortesía que le debemos a nuestro huésped? Era difícil hablarle al pueblo en el día de hoy, porque toda revolución es en sí misma difícil y compleja, y esta comparecencia se hace aún más, cuando a los complejos problemas internos del país tenemos que añadir los complejos problemas internacionales.
Y a continuación expresó:
Y porque contra la Revolución cubana se concita la reacción nacional y la reacción internacional [APLAUSOS], porque contra la Revolución cubana se concita toda la oligarquía reaccionaria del continente, porque las campañas de prensa emanadas de los trusts y monopolios de las agencias internacionales de noticias han encontrado eco en la prensa reaccionaria de América [APLAUSOS], porque alguien escribe en todos los rincones del continente las calumnias y las mentiras que envían las agencias cablegráficas.
Es lo cierto que se ha hecho una campaña tal y tan tremenda, una campaña tan infame y tan pertinaz, que aun hombres como José Figueres, a quien suponíamos libre de temores y de prejuicios, han sido influidos por esas campañas; y así se nos ha tratado de aislar, así se nos ha tratado de quitar simpatías en todo el continente y así se ha querido sumir en el odio de los demás pueblos del continente a la Revolución más moral, más honesta y más justiciera que ha conocido América[7].
Sin embargo, existen elementos para inferir que el planteamiento realizado por Figueres fue una más de las acciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), encaminadas a manipular el fantasma del comunismo e impedir la unidad de las fuerzas revolucionarias y el fortalecimiento de la Revolución, intentando comprometer públicamente en tal dirección al jefe de la Revolución. Para evaluar a plenitud tal propuesta baste recordar como E. Howard Hunt, agente de la CIA, al referirse a Figueres, lo mencionaba como “nuestro agente Pepe”[8].
Atisbando en los recuerdos, desde el 2 de enero, Jules Dubois ―llamado “el de las orejas peludas”, coronel de la CIA y presidente de la Comisión de libertad de prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), organización convertida en instrumento del Departamento de Estado norteamericano desde 1950― comenzó a enjuiciar el comunismo a través de los canales 12 y 2 de Telemundo, y más tarde desde su columna “Actualidad Americana” en la revista Bohemia, en los que desarrolló una cruzada contra el comunismo con el fin de crear la división en las filas revolucionarias. Fueron varios los que se pronunciaron en la prensa cubana con los mismos argumentos, así como aparecieron frecuentes editoriales de este tipo en publicaciones como Avance y Diario de la Marina, entre otras.
Pero dejemos a los historiadores profundizar en el estudio e investigación de estos hechos y su interrelación con otros que conformaron el gran plan de agresiones del gobierno de Estados Unidos contra Cuba en aquellos primeros momentos del proceso revolucionario.
Por otra parte, entre los proyectos en preparación anunciados estaba el de una nueva ley de radiodifusión, que sustituiría a la Ley No. 653 del año 1953 y sus suplementos de los años 1957 y 1958. Fue objeto de numerosas alusiones durante 1959, en las que se comentaron los esfuerzos que hacía el ministro de Comunicaciones y funcionarios de su ministerio en su elaboración, pero no llegaría a exponerse en el Consejo de Ministros para su discusión.
Mientras, con la promulgación de la Ley No. 200, el 6 de abril de 1959, el Consejo de Ministros suspendió la prohibición de trasmitir programas de carácter cívico entre las 11:00 a.m. del domingo y las 11:00 a.m. del lunes establecida por la Ley Decreto No. 653 del 29 de enero de 1953[9]. Esta prohibición, que se realizó durante el gobierno del general Batista, fue una de las medidas tomadas para contrarrestar las denuncias que se le hacían desde el programa “Ante la prensa” de CMQ-TV, alegando para ello que su día de trasmisión coincidía con el de descanso periodístico y por lo tanto el programa no debía trasmitirse ese día.
También en el mes de abril se dio a conocer una resolución firmada por la presidenta del Instituto Nacional de Ahorro y Vivienda, suprimiendo los concursos, sorteos y planes de regalos que promoviesen ventas de artículos; sin embargo, se mantenían autorizados los concursos de conocimiento y habilidades intelectuales en los programas de radio y televisión, con entrega de premios por la contestación de preguntas de carácter científico o cultural. Dicha resolución dejaba sin efecto lo publicado en la Gaceta Oficial del 30 de marzo de 1959[10]. Posteriormente el gobierno concedió una prórroga de un año al Plan de Regalos.
A pesar de la compleja situación política que vivía el país, los trabajadores de CMQ-TV, y en particular los técnicos, se dedicaban a la búsqueda afanosa de cómo lograr mejores resultados en sus trasmisiones, apoyados por su sindicato. Como ejemplo de ello podemos citar el proyecto y ejecución del primer móvil terrestre de televisión que fue utilizado en el recibimiento del primer ministro Fidel Castro de su viaje por Estados Unidos y América del Sur. El 8 de mayo se realizó la primera de estas trasmisiones, que implicaba la toma por la televisión del recorrido íntegro de la caravana presidida por el automóvil descapotable en que desplazaban al líder de la Revolución desde el aeropuerto de Rancho Boyeros hasta la Plaza Cívica. A lo largo del trayecto, el pueblo, pletórico de entusiasmo, lo vitoreaba en señal de apoyo. Esta unidad móvil de televisión fue denominada por la prensa como la de la Cadena Nacional de la Federación de Radioemisores de Cuba, por el hecho de que sus imágenes fueron trasmitidas por los canales 6, 4 y 7[11].Durante cerca de veinte años, con mejoras y adaptaciones que facilitaron óptimos desempeños, se estuvo utilizando, fundamentalmente para el recibimiento de personalidades políticas nacionales e internacionales.
En mayo también la prensa publicaba la siguiente nota:
Prorrogan suspensión de cobros. Conceden cuatro años libres de impuestos a las importaciones de maquinarias, aparatos, instrumentos, equipos y accesorios en unidades o piezas que se importen o se hubieren importado y se encuentra pendiente de pago para las plantas de radiodifusión y televisión, tanto las establecidas, como las que se establezcan, en la República[12].
La Ley de Reforma Agraria, desde su etapa de proyecto, atrajo la atención de determinados sectores de la oligarquía criolla y de extranjeros que vieron amenazados sus privilegios. De manera que cuando se promulgó el 17 de mayo, los ataques al gobierno se agudizaron.
Entre los realizados desde la televisión en ese año citamos la comparecencia, el 13 de junio de 1959, de Armando Caíñas Milanés, presidente de la Asociación de Ganaderos de Cuba. En un espacio televisivo de CMQ-TV y en un horario de preferencia, fue impugnada la Ley de Reforma Agraria de una manera insólita hasta esos momentos, mientras se ponderaban los esfuerzos realizados por los ganaderos, lo que incluía una mención al donativo de 10 000 novillas cargadas que, como Asociación, habían realizado para contribuir al desarrollo de la ganadería en Cuba. No obstante, con anterioridad se conocía, por haberse publicado el 12 de junio en el Diario de la Marina, que Caíñas Milanés había expresado en el Club de Rotarios que “los ganaderos combatirían hasta morir si se intentaba aprobar la ley”. Ello motivó que uno de los miembros del sindicato de CMQ tuviese preparado un cartel o telop que decía: “Pero, la Reforma Agraria Va”, el cual durante la comparecencia, cada vez que Caíñas Milanés se proyectaba contra la ley en cuestión, era superpuesto a su imagen en la parte inferior de la pantalla[13].
Esta acción aportó un elemento hasta entonces inédito, de notable connotación dado el espectro de cobertura de la televisión en ese horario de 10:00 p.m. por ese canal, que mantenía una notable teleaudiencia; me refiero al hecho de que los trabajadores se adjudicaron el derecho de dar respuesta a lo que consideraban ataques a la Revolución. No podemos afirmar que fue el antecedente de lo que se conoció como la “coletilla”, luego utilizada ampliamente por los trabajadores de los medios informativos del país, ni incluso si fue la primera de ellas; solo nos motiva dejar constancia del hecho.
La televisión cubana cubrió exhaustivamente los pormenores de la renuncia de Fidel a su cargo de primer ministro, dada a conocer el 17 de julio y que conmovió a la nación. El motivo de tal decisión fue la fórmula encontrada por la dirección de la Revolución para resolver definitivamente el conflicto existente con el presidente de la República Manuel Urrutia Lleó. A él se le inculpaba, entre otras cuestiones, de venir realizando campañas públicas para confundir a la ciudadanía, ya que utilizaba similares argumentos a los desplegados desde el exterior por los enemigos del proceso revolucionario y utilizaba el anticomunismo como punta de lanza. Ese día, desde los estudios de CMQ-TV, fueron trasmitidas las palabras del líder de la Revolución, al mismo tiempo que se dispuso el envío de la unidad de control remoto para cubrir las incidencias de lo que estaba sucediendo en el Palacio Presidencial, en donde permanecía el presidente Manuel Urrutia y el Consejo de Ministros en pleno.
Poco tiempo después de haberse instalado las cámaras de televisión en el Palacio Presidencial, el Dr. Armando Hart, desde los micrófonos instalados en la terraza norte, informó al pueblo allí congregado espontáneamente que Manuel Urrutia había presentado su renuncia. La televisión no pudo trasmitir en vivo ese comunicado porque en esos momentos Fidel ocupaba la atención de las audiencias televisiva y radial, explicando los pormenores que lo habían llevado a renunciar. A medianoche, de nuevo hizo su aparición en la terraza norte el Dr. Hart, para informar que el Consejo de Ministros había designado como nuevo presidente de la República al Dr. Osvaldo Dorticós Torrado, hasta esos momentos ministro de Leyes Revolucionarias. El pronunciamiento fue trasmitido por la televisión a todo el país, mientras la radiodifusión cubana esperaba exclusivamente por los resultados de la sesión del Consejo de Ministros.
Fidel no volvió a asumir de inmediato su cargo de primer ministro, y se mantuvieron las expectativas en el pueblo hasta el 26 de julio. Esta fecha fue celebrada en La Habana mediante un acto que se efectuó en la mañana frente al Capitolio Nacional y un desfile popular por el Paseo del Prado, ambos trasmitidos por el Canal 2 de Telemundo. En el malecón habanero se llevó a cabo un simulacro de combate, con la participación de la aviación y la artillería sobre supuesto blanco marítimo, que fue llevado a todo el país por las cámaras del Canal 4 de CMBF-TV Nacional y contó con las vistas aéreas de una cámara instalada en un helicóptero por CMQ-TV.
Por su parte, el acto central tomó como tribuna el frente de la azotea de la Biblioteca Nacional, ubicada en uno de los laterales de la entonces Plaza Cívica, hoy de la Revolución. En un momento emotivo, con la presencia de miles de campesinos que vinieron de todo el país y a solicitud de estos, el líder de la Revolución asumió de nuevo el cargo de primer ministro. La televisión llevó a todo el país el acto y brindó facilidades a los periodistas y corresponsales extranjeros para informar al mundo sobre el acontecimiento. Fue captado por las cámaras de CMQ-TV y tuvo como invitado de honor al expresidente mexicano, el general Lázaro Cárdenas[14].
Estos actos fueron trasmitidos por todas las emisoras de radio y televisión del país. La televisión se hacía eco de todos los acontecimientos notables que cada día se producían en Cuba. Sus cámaras siempre estuvieron presentes para dar prueba testifical de cada hecho al igual que era muy frecuente la presencia de los dirigentes de la Revolución ante ellas, en diversos programas de orientación y en otros especiales que incluso motivaron drásticos cambios en la programación normal de las telemisoras, cuestión que, como veremos, trajo protestas de la Federación de Radioemisores de Cuba ante el gobierno por la afectación económica que les producía.
El 14 de septiembre, en la inauguración del curso escolar 1959-1960, las cámaras de televisión trasmitieron desde Ciudad Libertad, hasta ese día Fortaleza Militar de Columbia, dando inicio al proceso de transformación de Fortalezas Militares en Ciudades Escolares, como sucedió tiempo después con el Cuartel Agramonte de la ciudad de Camagüey, al que siguieron las demás instalaciones de su tipo en el país.
El 19 de octubre tomó posesión Raúl Castro como Ministro de las Fuerzas Armadas, y Augusto Martínez Sánchez, en la cartera del Ministerio de Trabajo.
Dos días después, en Camagüey, se denunció una conspiración encabezada por el jefe militar de esa provincia, Hubert Matos Benítez. Es válido un paréntesis para aclarar que Hubert Matos Benítez, discípulo aventajado de José Figueres Ferrer (relación que venía de la estancia del primero en Costa Rica antes del triunfo revolucionario), tenía también la misión, dentro del plan anteriormente señalado, de realizar la labor de tanteo y captación de oficiales de las fuerzas armadas revolucionarias, para crear bajo la bandera del anticomunismo el divisionismo en sus filas. Ese mismo día un avión procedente de Estados Unidos, piloteado por el excomandante del Ejército Rebelde Pedro LuisDíaz Lanz, ametralla La Habana y esparce volantes contrarrevolucionarios. El saldo de la agresión: dos muertos y más de cuarenta heridos, sin contar los atentados realizados en calles habaneras, como el de Infanta y Carlos III, realizado con granadas de mano.
Coincide con esos hechos la Convención del American Society Travels Agent (ASTA, en español Sociedad Americana de Agentes de Viaje), pues venía sesionando desde el 17 de octubre. Durante la huelga general de una hora decretada por la CTC revolucionaria el día 22, salió un carro dotado de equipos de amplificación de sonido, con un compañero del Sindicato de Trabajadores de CMQ, que leía en inglés un mensaje referido a los hechos y dirigido a los miembros del ASTA hospedados en los hoteles Hilton, Nacional y Capri[15].
Ese mismo día, Fidel compareció en el programa “Ante la prensa” para explicar la relación de todos esos hechos y el argumento que utilizaron para realizarlos, el anticomunismo. En el programa se lanza la consigna de movilizar un millón de personas frente al Palacio Presidencial como protesta por los ataques. La movilización fue convocada para el 26 de octubre. El acto efectuado marcó determinadas singularidades del proceso revolucionario: el acto superó el millón de personas, fue la última vez que Camilo Cienfuegos se dirigió al pueblo de Cuba, fue donde se proclamó la constitución de las Milicias Revolucionarias; todo ello, así como valoraciones de la situación cubana ante las agresiones de que era objeto el país, le fue llevado al pueblo de Cuba en directo por la radio y la televisión.
También por la televisión, el 12 de noviembre, el pueblo de Cuba fue informado de todos los detalles de la búsqueda de Camilo Cienfuegos, y sus resultados, para concluir, con el doloroso reconocimiento de su desaparición física.
El 3 de diciembre de 1959 se inició el v Congreso Interamericano de Locutores, en La Habana, tras la renuncia de la sede por Argentina. Las sesiones se efectuaron en el antiguo hemiciclo de la Cámara de Representantes del Capitolio Nacional. Bajo el lema “La verdad de Cuba en las antenas del mundo” y la participación de más de una docena de delegaciones de países latinoamericanos, la sesión inaugural fue trasmitida por radio y televisión a todo el país, y otros países interesados lo retrasmitieron en cadena. El Congreso sirvió para acercar al proceso cubano a los locutores del continente y ―según se expresara en las intervenciones del entonces presidente de la República Osvaldo Dorticós Torrado y del capitán Orestes Varela, decano del Colegio Nacional de Locutores― “para que entraran en contacto con el pueblo y sus realidades”.
El ingeniero Enrique Oltuski, ministro de Comunicaciones actuante, en el contexto de su intervención en el Congreso, realizó algunas reflexiones sobre un conflicto que tomaba dimensiones mayores en los medios de difusión desde los inicios de la Operación Verdad y tenía que ver con la inquietud de los locutores y su relación con noticias falsas y calumniosas contra la Revolución que en ocasiones debían lanzar al aire. El tema fue tratado en busca de una “fórmula para que el locutor aclarase, por lo menos, que lo que él dice lo siente, y evitar que fuese a identificarse noticias que no fueran ciertas, con su propio criterio”[16].
Realmente, la radio y la televisión en ese año no fue en modo alguno la punta de lanza de los ataques al proceso revolucionario, sino fue la prensa escrita la que comenzó en columnas especializadas y en sus editoriales un abierto enfrentamiento a las proyecciones del gobierno, amparándose en el concepto de “libertad de expresión” ―la de ellos―, para primero confundir y más tarde atacar abiertamente el proceso social que se desarrollaba.
La televisión fue más conservadora, pero no exenta de espacios que sirvieron para manifestaciones similares a las enarboladas por los enemigos del proceso revolucionario; tal fue el caso de Luis Conte Agüero, quien ocupaba en CMQ-TV el espacio que durante la tiranía batistiana poseía su vocero Otto Meruelo. Conte realizaba comentarios políticos que fueron derivando en campañas tendenciosas donde enarbolaba las banderas del anticomunismo. Dichas campañas fueron complementadas por la radio nacional, medio que al igual que la televisión las inició moderadamente, para en meses posteriores desembocar en una provocación contrarrevolucionaria. Conte no fue el único que se proyectó en los medios de difusión con comentarios hipercríticos e incluso utilizando los idénticos elementos que la reacción interna y la prensa norteamericana vertía a raudales; sin embargo, su proceder fue el de mayor repercusión, debido a los sucesos del 25 de marzo de 1960, que reseñaremos más adelante.
Los días finales del año 1959 mantuvieron la tónica de los últimos meses: a la vanguardia de la prensa, Avance y Diario de la Marina, periódicos que diluviaron calumnias contra la Revolución. Precisamente este último, el primero de diciembre, desplegaba un titular: “Justicia social, sí; pero comunismo no, fue el unánime grito en el Congreso Católico”; para comentar un evento que se celebraba en esos días en la capital cubana[17].Sin embargo, la presidenta del evento, América Penichet, rechazó categóricamente ese titular, con la aclaración pertinente publicada en Revolución y que expresaba lo siguiente: “No ha tenido (el Congreso Católico) otra finalidad que la de rendir un homenaje a la Santísima Virgen de la Caridad, Patrona de Cuba, hacer una pública demostración de fe católica y trazar las líneas fundamentales de la actividad futura del apostolado seglar[18].”