Nacieron en casa - Ezequiel Zamora - E-Book

Nacieron en casa E-Book

Ezequiel Zamora

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Beschreibung

El evento más importante de la vida: el nacimiento de un hijo. Nacieron en casa relata, desde la mirada sensible de un padre, el proceso del embarazo y del parto natural en casa durante los meses más crudos de la cuarentena y la parte final de la pandemia de covid-19. La obra desarrolla los procesos particulares que vivió al acompañar a su pareja en la decisión de evitar los hospitales para la llegada de sus próximos hijos. Además, reflexiona sobre las sesiones con su doula y con su partera durante la preparación y las tareas específicas que necesitaron aprender. ¿Cómo afectó la pandemia del coronavirus en el proceso? ¿De qué manera transitaron el miedo para lograr el objetivo? Este relato dinámico e íntimo invita a dejar un testimonio útil para futuros genitores que deseen tomar este camino.

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Seitenzahl: 96

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Zamora, Ezequiel

Nacieron en casa : memorias de un padre / Ezequiel Zamora. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2023.

102 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-598-0

1. Memorias. 2. Relatos Personales. 3. Parto. I. Título.

CDD 808.883

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2023. Zamora, Ezequiel

© 2023. Tinta Libre Ediciones

Prólogo

Escribí este libro.

Tengo tres hijos.

Planté muchos árboles.

Completé esas premisas tan conocidas. Claro que la vida es mucho más que eso pero de igual manera es satisfactorio.

Podríamos darle una vuelta de rosca a estas premisas. Se me ocurre algo como “plantar un árbol autóctono en donde se viva”, “escribir un libro sobre algún acontecimiento importante de la vida de uno” o “tener un hijo en casa y de parto natural”.

Ninguna de estas premisas eran conocidas por mí. Es decir, no supe cómo hacerlas. No me imaginé nunca tener hijos, ni cómo hacer de padre. Planté árboles suponiendo como se plantaban. Y escribí este libro siguiendo mi instinto.

Le di rienda suelta a la idea del comienzo. Claro que puedo suponer que haber leído tantos libros ha establecido una base en mí sobre este tema. Sé que tengo que separar en capítulos la historia, que tengo que corregir y desarrollar ideas. Nunca fui a un taller literario ni nada parecido. Mi caligrafía es inmadura, no así mi ortografía. Pero también sé que hay gente que puede ayudar y que existen editoriales que guían. Sin duda no pude cumplir este deseo solo. Como tampoco puedo tener un hijo sin la maravillosa madre gestante. Ni plantar un árbol si las raíces no colaboran en adaptarse a su nuevo hábitat. Todo está conectado porque todo depende de algo más.

Los procesos de la vida pueden ser largos y complejos. La historia que leerán a continuación tuvo un poco de eso. Comencé a escribir la idea durante la pandemia del 2020 y terminé tres años después. No pensé demorarme tanto porque no la había pensado extensa pero realmente no tenía el tiempo suficiente para sentarme a escribir, y luego vinieron las vueltas de la vida. No soy escritor, claramente, aunque podría serlo. Soy un lector que ahora quiere escribir. Pensándolo bien podría escribir tres o cuatro libros más. Sin presión, espero. Esa que me pongo yo mismo. Porque a este proceso lo pensaba todos los días. Todos los días pensaba en escribir algo, o en alguna idea. Era realmente como un sueño. Lo soñaba despierto. Pero no un sueño propiamente dicho, sino un gran objetivo. Y como lo pensaba todos los días, entonces se convirtió en un “sueño”. El sueño de dejar un legado.

Tal vez estoy gestando mi “yo escritor” en estos años gracias al sueño. Tal vez lo fui en una vida pasada. Tengo la curiosidad de expresarme a través de las palabras. Pero me cuesta escribir a mano algo muy largo, será tal vez por una negación a mi letra. Dichosamente aprendí que lo importante es la voz de uno en lo que escribe. Y como lo estoy gestando, tengo que hacerle los análisis y controles correspondientes. Los profesionales del rubro tendrán que decirme con qué suplemento mejorar o qué ejercicios hacer para encaminar el proceso y que el alumbramiento suceda una vez cumplido el tiempo fisiológico. Y luego de sentir la dicha, perdurar para siempre...

Montañas

Quien canta es tu carozo,pues tu cuerpo al fintiene un alma.

Durazno sangrando. Luis Alberto Spinetta.

Con un fuerte suspiro, y casi a oscuras, abrí el portón de casa. Eran casi las dos de la madrugada del miércoles veinticinco de marzo y acababa de bajar del taxi, con su valija con rueditas, la partera. Cruzaba la calle en dirección a casa y yo la esperaba con el ceño fruncido y la mirada confiada en lo que estaba por suceder. Ella vivía muy lejos y había pensado en la posibilidad de que en el camino le pasara algo con algún control policial y no pudiera llegar.

En esos días estábamos muy encerrados en casa y festejamos mi cumpleaños con pocos invitados. Estábamos armando el cuenco, pero también el contexto social y sanitario estaba a punto de cambiar drásticamente. Esa misma noche de cumpleaños, el presidente comunicó a todo el país la implementación del aislamiento social, preventivo y obligatorio. Si, la norma que probablemente se haga recurrente en este siglo. Pero ya sabíamos que ella era personal de salud y eso la habilitaba para circular por la ciudad. Porque si no, te lo impedía esa norma también aplicada por el resto de las naciones del mundo ante un brote pandémico. La cuarentena. Ningún civil podía caminar libremente por la calle sin barbijo. Tampoco a la madrugada, y menos asistir a un parto. Había surgido el virus SARS-COV 2. El coronavirus. Y en ese contexto apocalíptico nos embarcamos con mi compañera a llenarnos de amor profundo para recibir a nuestro segundo hijo. En casa.

La partera había llegado a casa con todo su equipo profesional a cuestas y empezó a prepararse haciendo su mise en place*. Se estaba preparando para ayudar a cosechar. En un abrir y cerrar de ojos ya estaba para tactar a Yelu, para saber el grado de dilatación que tenía el cuello de útero y de ese modo saber en qué momento del proceso estábamos. Para la sorpresa de todos tenía siete de dilatación. Habíamos avanzado bastante desde la mañana y se venía la parte intensa.

Nuestra doula elegida para este camino nos dijo una vez esta frase, “parir para la mujer es como bajar corriendo de la cima de una montaña o tirarse en el vagón de una montaña rusa altísima y en ángulo casi recto”. Recordando esas palabras, creo que Yelu estaba en la cima de las montañas esperando caer en picada…

*Termino francés usado en gastronomía que significa “poner en su lugar los ingredientes y utensillos para empezar a cocinar”.

Capítulo 1

Para venir a ser

Vamos en un viaje a Luz, devorando intensidaden el sueño de saber qué somos y qué hacemos acá.

La vida cura. El plan de la mariposa.

Treinta y cinco semanas antes, era 2019. Un año que parecía normal. El día viernes dos de agosto yo había iniciado una formación en autogestión que constaba de módulos bimensuales y se desarrollaba todo el fin de semana. Pasé todo el sábado en esa formación y a la noche fuimos al cumpleaños de mi sobrino, el hijo de mi hermano mayor que se llama Blas como mi padre y como mi abuelo. Durmiendo a la madrugada del domingo, cerca de las cuatro y media, Yelu me despierta para darme la gran noticia.

Sí, después de casi ocho años estábamos embarazados nuevamente. Digo embarazadosporque fue notorio el crecimiento de mi panza también durante el proceso. Pero, además, nuestra doula nos había enseñado que el hombre se embaraza energéticamente, así que eso me dejaba más tranquilo. Yelu no aguantó la ansiedad y se hizo a esa hora un test que le dio positivo y fue a la cama a contármelo emocionadísima y yo medio dormido y con los ojos apenas abiertos le dije: “Uhh, ahora me lo decís” y me despabilé un poco. Nos abrazamos. Nos besamos. Tenía que levantarme a las siete para continuar con la última jornada del primer módulo. Lo curioso es que me levanté cuando sonó el segundo despertador cronometrado e hice todo con normalidad. No recordaba la noticia que había recibido. Había tenido una semana intensa, incluido el fin de semana, y a pesar de haber contestado, mi conciencia la recibió en modo ensueño esa madrugada. Se levantó ella y otra vez emocionada me contó lo sucedido, y con mate de por medio nos dimos un abrazo, de esos con una fuerza impetuosa, con la certeza de que todo iba a ser maravilloso, como lo había sido siete años atrás con la llegada de nuestra primera hija, Luz Gaia.

No lo habíamos planeado o buscado a este embarazo, de hecho, habíamos acordado de que por un tiempo no íbamos a tener más hijos. ¡Habían pasado casi ocho años! Analizábamos que la economía en general estaba complicada, que teníamos varios proyectos encaminados y que no era el momento. Típico. Pero ya habíamos pensado en forma similar antes con nuestra hija. No la habíamos buscado ni planeado y sin embargo llegó a nuestras vidas después de tres años y medio de noviar. Esto de no planear tener hijos me da la pauta de que los hijos llegan a nuestras vidas por una decisión ajena a nosotros como padres, como una entidad inmensa y holística que decide donde poner las semillas humanas para que broten. Los hijos eligen a sus padres en esa entidad, ellos deciden donde encarnar. Podríamos haber quedado embarazados mucho antes, según la interpretación de nuestra fisiología. Pero claro, para que una mujer quede embarazada no basta con suponer que están todos los factores comunes convergiendo para que suceda. Hace falta esa energía intangible y cósmica que nos afirma que ese embrión debe brotar en ese útero con las características únicas de esa vida. Eso nos llenaba de miedo y gratitud en partes iguales.

Ese domingo pasó veloz en la formación, aunque mi cabeza estuvo detenida en la noticia recibida horas antes. Ella, por su parte, venía rara en su estado corporal y anímico. Los primeros tres meses de un embarazo son los más complicados y este no era la excepción. Estuvo con muchas náuseas, sentía la necesidad de estar acostada y la pasaba mal. Algunas peleas surgieron porque los ánimos no estaban bien, pero fue hasta que nos enteramos y entendimos que todo era a causa del embarazo.

En esos días me surgió la necesidad de hablar en profundidad con ella para saber cómo se sentía con este embarazo imprevisto. Un mes antes pensábamos en que no íbamos a tener hijos por un tiempo y un mes después estábamos embarazados. Me parecía que había que hacer una revisión en nuestras decisiones y acuerdos anteriores. Yo apoyaba su decisión, aunque pensaba que había que reafirmarla para darle crédito a los ideales que ella misma apoyaba. Me parecía enriquecedor y responsable para ella, ya que entiende a sus hermanas mujeres y comprende sus decisiones, aún cuando su sentir opina que debe brotar el embrión que lleva dentro de su útero. Ella daba por hecho todo esto y mi planteo cayó como un balde de agua fría. Lo cierto es que quedé como el malo de la película. Yo en mi proceso de deconstrucción pensaba que estaba hilvanando bien. Fue el motivo de dos discusiones más. Hasta que nos serenamos. Ella entendió mi planteo, de que había que hablarlo, de que no sea un tabú. Pensaba que el contexto sociopolítico nos lo planteaba. Le agradecí la comprensión y sentí que había más claridad para el futuro.

Recordábamos que esos primeros meses, en el embarazo de Luz Gaia, no habían sido así de volátiles. Algunas personas nos decían que podría ser varón el bebé y por ello la diferencia, pero eso es algo relativo. Estoy seguro que todo embarazo es único e irrepetible como lo somos cada uno de nosotros sea cual sea el género.