Ojos de búho - María Carneiro - E-Book

Ojos de búho E-Book

María Carneiro

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Beschreibung

"Hace muchos años que escribo, buscando volcar lo que siento, buscando expresarme, conocerme... darle voz a mi sentir. La escritura ha sido mi gran compañera, cómplice de mi alma, amiga íntima de mi ser. Me ayudó a comprenderme, o a ver que pude crear algo con eso que me resultaba muy fuerte dentro de mí. Me ayudó a apreciar la belleza en medio del dolor, en medio de la tristeza, y también a potenciar la alegría de vivir. Escribir siempre me rescató y me condujo a acercarme más a mí misma".   "A lo largo de las páginas, María nos propone hacernos preguntas constantemente, aun cuando creemos saber las respuestas. Los invito a recorrer cada párrafo, producto de noches de desvelo, amaneceres de esperanza y atardeceres sublimes" (Gabriela Rodríguez Querejazu).

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María Carneiro

Ojos de búho

BÚSQUEDAS

Carneiro, María

Ojos de búho / María Carneiro. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Metrópolis Libros, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-631-6505-16-3

1. Literatura. 2. Poesía. 3. Autoconocimiento. I. Título.

CDD A860

© 2023, María Carneiro

Primera edición, agosto 2023

Ilustraciones Lili Aldai (www.lilialdai.com)

Foto de la autora Michel Marcu (@michelmarcu)

Coordinación editorialMartín Vittón

Diseño y diagramaciónLara Melamet

Corrección Carolina Iglesias y Patricia Jitric

Conversión a formato digital Estudio eBook

Hecho el depósito que establece la ley 11.723. Queda prohibida la reproducción total o parcial de esta obra sin la autorización por escrito de los titulares del copyright.

Editorial PAM! Publicaciones SRL, Ciudad de Buenos Aires, Argentina

[email protected]

www.pampublicaciones.com.ar

Palabras preliminarespor Alberto Wang

Leo lo que María ha escrito en sus últimos treinta años y percibo su intenso registro del sentir.

Su escritura tiene ese hilo conductor que se refleja en la constante honestidad de expresar sus emociones.

No duda en desnudar su alma y exponerse sin pudor.

Constantemente se autoindaga recorriendo sus laberintos y me lleva de la mano a compartir cada herida, cada dolor y cada alegría.

Juega con las distintas formas del lenguaje, donde me encuentro con poemas, cartas, reflexiones, meditaciones, plegarias, y todo vale, porque el contenido y la estética lo justifican.

Juega con las formas como si fuesen danzas y rituales.

Su estética es multifacética.

María es una artista que recurre al canto, a la danza, a la escritura, a la imagen, a los cortometrajes, a la música, y nada la detiene cuando necesita expresarse.

Tiene la capacidad de combinar todos los lenguajes y su creatividad nunca se agota.

María escribe en cada rincón del planeta.

Su impulso no tiene horarios y su resonancia es conectarse con el latido de su corazón.

El deseo de amar y ser amada trasciende su inspiración y su sensibilidad.

Su vulnerabilidad la fortalece.

Lo que María me ha entregado en este libro es la posibilidad de conocer la esencia de su Ser.

Agradezco compartir esta hermosa intimidad.

Prólogopor Gabriela Rodríguez Querejazu

María es una buscadora insaciable en los recovecos del alma. Eterna aprendiz que bordea con suavidad los límites de lo desconocido y se atreve a ir más allá aun en medio de la incertidumbre. Nos habla de la fortaleza de ser vulnerables y de creer en nuestros sueños, de viajar con curiosidad y estar presente.

En esta obra nos regala, con profunda honestidad, reflexiones sobre la vida y su vivir a los largo de tres décadas. Solidaria en el dolor y en la alegría. Tejedora de tramas multicolores, se atreve a conectar con todas las emociones y nos asocia al misterio de la vida. Todo lo viviente la convoca. Y la naturaleza está viva en ella.

Artista multifacética y conciliadora nata, nos comparte la belleza que aprecia en todas sus formas: en la danza, en los sonidos de colores, en las emociones en movimiento, en los abrazos sentidos y en su sueño de armonizar las diferencias… es una sibarita de las palabras, aprecia el sabor de las palabras. Siento que nada de lo humano le es ajeno, y entrelaza sus reflexiones con poesías, canciones y citas nutritivas.

A lo largo de las páginas se revela una mente lúcida y una sensibilidad trabajada. Nos invita amorosamente a navegar por los misterios del corazón. Nos propone hacernos preguntas constantemente, aun cuando creemos saber las respuestas.

Los invito a recorrer cada párrafo, producto de noches de desvelo, amaneceres de esperanza y atardeceres sublimes.

 

Sí, así como me gustaría que me trates es que quiero tratarte.

Y así como querés que te trate es que quiero que vos me trates.

Tan simple y tan complejo.

Si cada uno pudiera recordarlo.

Si pudiéramos brindarnos aquello que anhelamos.

Si pudiéramos dar aquello que necesitamos.

Si pudiera decirte aquello que quiero escuchar.

Si pudieras darme aquello que querés recibir.

Y si pudiera yo darte aquello que yo quiero recibir.

Habría encuentro.

Habría amor.

 

María nos trae poderosos mensajes en sus textos, haciendo una permanente invocación al amor que sana. Te invito a leerla despacio y a saborear el recorrido.

Escribir es conversar con mi corazón

Hace muchos años que escribo, buscando volcar lo que siento, buscando expresarme, conocerme, digerir y aceptar mi sensibilidad, darle voz a mi sentir, darle voz a mi corazón.

He escrito en las ocasiones más diversas, muchas durante la madrugada, con el silencio de la noche, y también urbanas, en el subte atestado de gente, en el colectivo, en el avión mientras despegaba o en medio del vuelo, volando.

He escrito en una servilleta, en un cuaderno cualquiera, en medio de mis apuntes o en el block de notas del celular.

Cuando siento la necesidad de escribir, busco la forma de darle cauce. Es una necesidad imperiosa de encontrar las palabras que expresen lo que siento, con la emoción que esté sintiendo. Necesito volcarlo, sacarlo, y es mi forma de abrazarme.

Confieso que muchas veces lo hice desde la tristeza. La escritura ha sido mi gran compañera, cómplice de mi alma, amiga íntima de mi ser, y luego de escribir siempre me sentí mejor. Me ayudó a comprenderme, o a ver que pude crear algo con eso que me resultaba muy fuerte dentro de mí. Me ayudó a apreciar la belleza en medio del dolor, en medio de la tristeza, y también a potenciar la alegría de vivir.

Escribir siempre me rescató y me ayudó a acercarme más a mí misma.

Para mí escribir es sentir,

es darme ánimo para vivir,

es mi verdad sin juicio,

es conversar con el corazón,

es abrazar mi humanidad,

es amor,

y siempre me ayudó a regresar a mi ser.

No podría dejar de escribir. La escritura es mi íntima amiga, la voz de mi alma.

Ojos de búho nace con la inmensidad y el silencio de la noche que me permite ir más adentro y escuchar mi propia voz, así como poder ver las cosas desde muchos ángulos sobrevolando mi existencia.

Así me comparto, en esta recopilación y selección de textos que he escrito en mis últimos treinta años de vida, animándome a abrirme.

Gracias por leerme y recibirme, ojalá que lo disfrutes y pueda aportarte algo a tu vida.

 

María

I Conversando conmigo y con vos

Oh, no puedes ser feliz,

con tanta gente hablando a tu alrededor.

Oh, dame tu amor a mí,

le estoy hablando a tu corazón.

 

CHARLY GARCÍA

1 A la dama se le están cayendo las armaduras oxidadas…

Siendo las 5.30 a. m. —en medio de la noche es cuando suelo inspirarme— decidí que era un buen momento para abrirme contando mi sentir…

La vida y sus vueltas… y sus mensajes en consonancia con el interior.

El sábado 23 de julio me mudé a mi propio estudio, mi espacio de desarrollo personal, pues esto deseo que sea y será.

Dentro de mí siento que hay mucho movimiento, como si viejas células se hubieran reactivado y una gran energía me está inundando, ruge mi cuerpo, ruge mi ser.

Inevitablemente, me guste o no, las viejas armaduras que ya estaban oxidadas se están cayendo a pedazos. Las venía cargando y sosteniendo, pero desde que logré partir del viejo estudio, se desprenden de mi ser como hojas secas de un árbol en el otoño.

Tengo hambre de nutrir mi cuerpo con el alimento que merece, darle agua que calme su sed.

Hay cosas que no elijo más, y que poco a poco iré dejando, para poder conectar con las muchas que sí quiero sumar y elegir.

La vida me está dando la razón, las puertas se están abriendo, sólo tengo que confiar y seguir mi camino, andar, pues al andar se hace camino.

El camino recorrido me ha hecho ser quien soy, no reniego de él, pero sí quiero estar despierta y no adormecerme por miedo a no complacer al otro.

Quiero tener presente esto que escribo. María, recordalo, la vida es una realmente y sé que vinimos a este mundo para dar y ser, y eso dejamos a los demás y eso nos llevamos, lo material pasa.

Tener claro quién soy y lo que puedo y quiero dar, nutrir mi ser, desarrollar mis talentos, estar en sintonía con mi ser interior y vivir en consecuencia.

2 La relatividad de las cosas. Carpe diem

Cada vez me convenzo más de que todo depende del ángulo con el que miremos las cosas, y gracias a Dios hay muchos e infinitos, tantos como colores presenta nuestra paleta.

Nada es blanco o negro, de hecho vivimos en un mundo de colores…

Recuerdo una película que vi que realmente me llegó: La sociedad de los poetas muertos. Me maravilló, y una de las partes que más me quedaron grabadas fue cuando el profesor de literatura invita a sus alumnos a subirse a los pupitres para que vean desde allí el aula y cómo cambia la perspectiva.

Y sí, es realmente así. Solemos juzgar la vida de los demás con una liviandad y una certeza tales que parecemos expertos justicieros. Me pregunto: ¿quiénes somos para juzgar tan descaradamente y con tanta determinación?

¿Qué habríamos hecho nosotros si nos hubiera pasado algo como lo que le pasó a esa otra persona?

No habría sido igual, pues cada ser es diferente y tiene un universo propio e individual, sus circunstancias de vida, por lo tanto, no es tan sencillo suponer, hay que vivir, y en medio de la vida se van tomando decisiones propias.

Además, nada es permanente, todo es relativo.

También recuerdo y me quedó grabado en mi ser el querido filósofo griego Heráclito de Éfeso, que decía que todo es un constante fluir, que el agua que hoy ves correr en el río no es la misma que hace unos instantes.

Y eso es la vida.

Por eso creo que es más valioso invitarnos a vivirla que a estar juzgando las acciones ajenas.

Carpe diem.

3 Y

Y observo cómo me gusta la Y,

cómo me inspira y me ilumina,

cómo me suena y resuena.

La observo con sus dos líneas en alto

que convergen en una única línea.

Unen.

Sí, me gusta unir,

unirme,

unir a otros,

unirnos,

incluir,

iniciar,

incitar,

integrar,

irradiar.

Pareciera que esas dos líneas se dan la mano en un mismo camino

y las veo felices

como si vinieran de lejos, muy lejos,

andando desoladamente

y finalmente se hubieran encontrado

como dos almas en sintonía.

Y,

y si la miro desde otra perspectiva,

veo como una línea unida

se bifurca en dos,

como abriendo caminos,

explorando mundos diversos,

misiones espaciales.

Allí van

esos que caminaban juntos.

Se abren para esparcir sus dones

por el más allá.

Y

4 Sibarita de las palabras

Tantas formas de decir una cosa,

tantos sonidos con música

para nuestros oídos.

Tantas métricas,

tantos ritmos,

las palabras tienen ritmos y tonos.

Sonidos y músicas

que juntos componen la sinfonía de la comunicación.

Soy una sibarita de las palabras,

me gusta degustar sus sabores,

apreciar sus texturas,

escuchar su música,

sentir sus caricias

y el aroma que expanden.

Palabras que transmiten mensajes

claros, precisos,

encriptados, escondidos,

misteriosos, enjaulados,

capciosos, confusos,

mezclados y remixados.

Palabras,

sólo palabras.

5 La incertidumbre

La incertidumbre es una amiga que nos visita en algunas ocasiones en la vida.

Ella llega un día, se sienta a tomar un té con vos y se pone a preguntar tantas cosas, que querés que se vaya pronto, y decís: “¿Para qué le abrí la puerta a esta señora? ¡Qué molesta que es ella con sus preguntas infinitas!”.

Y cuando se va, finalmente, nos deja de regalo la inquietud, las preguntas que abren y se meten en la cabeza, en el corazón, en la panza, en los pies, en el alma! Y, ¡¡¡ufff!!!

Pero ¡¡¡qué ha hecho esta señora, por favor!!! ¿¿¿Me ha engualichado???

No, simplemente se atrevió a preguntar, a invitarme a que me mire y me conecte profundamente conmigo.

Sí, pero ella se fue muy contenta, y yo quedé acá con un tendal de preguntas profundas merodeando dentro de mí.

Sí, a veces en la vida está bueno convivir con las preguntas de la propia vida, aquellas profundas preguntas del ser, del alma, las más profundas que en algunos momentos de nuestra vida nos preguntamos.

Y que queman, incomodan, aprietan y ¡duelen tanto!

Pues preguntarnos y encontrar las respuestas es muy doloroso, ¡incomoda tanto!

Y ahí viene de visita nuestra mejor amiga: la paciencia. O como diría un amigo: “Paz y ciencia”.

Ella nos dice que nos amiguemos con las preguntas, que tomemos un vinito, que nos riamos de ellas un poco, que cantemos y bailemos con ellas, que respiremos y nademos con ellas, y que en el momento menos esperado, siguiendo conectada conmigo, poco a poco o quizás repentinamente, aparecerán o se asomarán las respuestas que vamos necesitando, a su tiempo.

Y que para eso la clave es estar muy conectada con mi presente, con cada día que vivo, sin imaginar ni proyectar mucho, conectar con mis deseos, con mis sueños más profundos, animarme a soñar…

Es paso a paso, presente, aquí y ahora, en el Carpe diem, hoy es hoy; sí, esta es la llave hacia el encuentro con mis respuestas.

Y un poco inquieta, abrazo a la paciencia y le pido me visite más seguido, pues con ella es con quien puedo caminar a mi ritmo, al encuentro conmigo misma.

6 Decisiones

Tantas teorías y técnicas,

tantos modelos y fórmulas

para lograr la mejor decisión,

para lograr la mejor negociación,

los mejores resultados,

¿cuál será la mejor?

Voces y más voces que buscan ser escuchadas,

alzan su sonido buscando a alguien que las reciba.

Se pelean por ser más fuertes,

por ser más convincentes,

se disfrazan de control y miedo.

Dos amigos inseparables siempre presentes en esta ocasión

con sus mejores argumentos

se entreveran enredando a la mente,

en un parloteo infinito.

Y ella, juiciosa, entra en ese juego a poner orden,

buscando escuchar razones

y bajar su martillo a la más conveniente para terminar la sesión.

Una sesión que sigue y sigue,

gira y gira,

dando vueltas sin parar,

dejando la cabeza enroscada en una calesita sin final.

Hasta que por fin

algo sale y se libera,

algo comienza a observar este juego de luchas de poder

y vislumbra que hay algo más,

que hay un camino.

Y que todo es tanto más simple,

y más natural,

que es sólo cuestión de silenciar

esas voces que nos habitan.

Es ir más allá

a ese lugar

donde tan sólo se escucha el tic tac de nuestro corazón.

Ese palpitar

que dulcemente se emociona al sentir la decisión.

Se alivia,

suspira,

agradece,

confía.

Y ese es el camino.

Ese que está detrás de tanto ruido mental.

El camino del corazón.

7 El entrevero

Llega un entrevero de colores.

Se acerca y te enreda.

Se mete en tus orejas y te deja sorda.

Te pincha y te hincha.

Te infla y aprieta.

Y conquista tu mente, atrapando tu cabeza.

“Misión cumplida”, grita el entrevero y celebra su logro.

Y cuando parecía que ya todo era un entrevero,

un vendaval arrasó tu lugar.

Limpió toda molestia y mugre mental

y liberó tu mente de ataduras

dejando tu cuerpo libre.

Tus manos festejaron con aplausos.

Los pies zapatearon al compás.

Las caderas hicieron círculos fucsias.

El vientre soltó sus miedos

mientras el pecho dejó de defenderse y exhaló sus tensiones.

La garganta aulló salvajemente.

Y la mirada se expandió.

El ser celebró poder ser.

Y el corazón cantó sus latidos de amor y paz

buscando contagiar a quien pasara por ahí.

8 Corazón indígena

Aquí estoy.

Y vos mirándome una vez más.

Te estoy llamando, pidiéndote que te quedes ahí y me mires a los ojos.

Sabés, dicen que las hadas vuelan cerca de aquí.

¿Las has visto?

Yo no quiero quedarme así.

La luna viaja de noche.

Y vos dormís.

Pero si pudieras ver mi luz aun en medio de la oscuridad,

quizás sabrías de mi corazón de luz

y mis alas violetas.

Sí, no soy esa cara enojona.

¿Podés verme?

Yo aprecio tus alas color cielo,

con tu corazón indígena

y tu sonrisa de dulce de leche.

Sabés, sólo te pido un poco más de esos ojos color miel

endulzando los míos.

9 En algún lugar yo siempre te espero

Que puedas atravesar tus turbulencias y llegar.

Que sepas que siempre estaré ahí para abrazarte, pase lo que pase.

Que aunque desesperes o esperes mucho, aquí estaré con vos, conmigo.

Que sólo tenés que hacer un ratito de silencio y escucharme.

Que puedo recibir tus miedos, temblores, sacudones, lágrimas y secretos, y podré acunarlos y calmarlos, pues lo único que me importa es ayudarte, apoyarte y amarte, siempre.

Y quiero que sepas que siempre, siempre estoy con vos, pues soy esa voz que se aloja en tu corazón.

10 En mis brazos

En mis brazos siempre estoy.

En mis brazos puedo acunar cada dolor que apriete.

En mis brazos puedo sostener mi fragilidad.

En mis brazos puedo aceptar mi sensibilidad.

En mis brazos puedo palpar mi fortaleza.

En mis brazos puedo navegar la incertidumbre.

En mis brazos puedo alojar mis preguntas sin respuesta.

En mis brazos puedo abrazar toda mi existencia.

11 Las mejores cosas suceden cuando tenemos tiempo

Son las 9 a. m., Juan me ofrece llevarme al osteópata, pero me pide que me apure pues se le hizo tarde.

Veo su cuerpo en tensión, sus manos apretadas, sus gestos rígidos, su respiración cortada, su voz tensa.

Me apuro todo lo más que puedo, subo al auto y termino de acomodarme, peinarme, ponerme crema, y revisar mi cartera.

Él maneja tenso y de prisa, pasa cerca de otros autos, los corre, acelera y, mientras, me recuerda que es tarde para él, que me llevará pero está muy apurado.

Mientras vamos, medito sobre qué lindos somos relajados, cuánto más linda es nuestra expresión cuando estamos relajados; y se me vienen muchos rostros conocidos de personas queridas, a las que conozco en situación de tensión y de relax, y realmente son todos mucho más lindos cuando están relajados. Sus expresiones, sus tonos, sus voces, sus brillos, sus corazones laten en otra vibración, esa que nos une, que contagia, que inspira.

Pienso en mí, qué diferente soy cuando tengo tiempo, cuando mi cuerpo se distiende, cuando mi rostro se afloja y aparece una sonrisa espontánea, cuando tengo tiempo de mirar el cielo, de seguir el vuelo de un pájaro, de observar cómo conversan otras personas, caminar sin prisa, qué felicidad siento y cuánto bien me hace.

Entonces, es cuando creo que lo que nos afecta tanto en nuestra vida es principalmente nuestra incapacidad de administrar el tiempo, y cómo esto repercute en nuestro estado emocional y en nuestro cuerpo.

La mayoría de los accidentes, de los malentendidos, de los conflictos surgen como fruto de estar apurados, presionados, de estar corriendo y sin tiempo de parar, de tomar un momento para conversar, para mirarnos a los ojos y expresar aquello que sentimos y necesitamos.

Y para que eso suceda, necesito, antes que nada, como base fundamental, tiempo.

Si estoy corriendo, no puedo conectarme con mi sentir y expresar lo que me pasa; si el tiempo me aprieta, sólo podré decir algo rápido, y seguir corriendo, haciendo.

Las mejores cosas suceden cuando tenemos tiempo, cuando nos damos tiempo, cuando podemos estar sin correr, aun en medio de la ciudad.

Una buena comida, una buena película, un lindo beso, un abrazo, una bella conversación, una carcajada compartida,un baño en el mar, una caminata al sol, todo eso y más, nos pasa ¡cuando hay tiempo!

Incluso una conversación difícil puede ser enriquecedora si tenemos tiempo.

Hablar de lo que nos duele, de lo que nos cuesta, y poder escucharnos con el corazón, merece tiempo.

Entonces, podemos empezar por regalarnos tiempo para estar, para disfrutar, para vivir y para ser.

12 Vení, sentate un rato

Vení, sentate un rato.

Respirá hondo.

Cerrá los ojos.

¿Escuchás el sonido del río?

Es la mejor sinfonía.

Dejate llevar con el fluir del agua.

Relajá tu cuerpo.

Relajá tu cerebro.

Sí, sí, vamos que podés.

Abrí los ojos. Mirá el cielo.

¿Ves las copas de estos árboles?

Bellos añosos.

¿Y la transparencia del agua?

Asomate un instante.

Buscá tu rostro reflejado en el agua.

Allí, sí, ahí estás.

Y mirá esas piedras.

Hay de todo tamaño y color.

Han estado años rodando este río.

Contemplá.

Abrí tus poros y dejá entrar esta experiencia.

Un instante, tan solo un instante.

13 ¿Adónde van los recuerdos?

Hay momentos en los que me invaden olas de recuerdos que puedo sentir en mi piel, me atraviesan, me calan.

Es un aroma, un viento que sopla en forma especial, una música, o alguien que camina por ahí de forma parecida a esa persona que ya no está, es un gesto, es una mirada.

Y me llegan esos recuerdos de aquellos momentos compartidos, como una película comienzan a pasar delante de mí, y un sentimiento de saudades y añoranza me invaden…

No lo puedo frenar, llega como un mar agitado que va avanzando sobre mi propia arena.

Y con él se despiertan mis lágrimas que inician un delicado recorrido por mis mejillas hasta caer en algún lugar, y sólo caen como gotas de agua.

Entonces, me llega una pregunta: ¿adónde van los recuerdos? ¿Dónde quedan?

¿Se escapan en el éter?

¿Se evaporan?

¿Se diluyen entre mis dedos?

¿Se los lleva el viento?

¿Se lavan con el agua de lluvia?

¿Se transforman en lágrimas que riegan la tierra?

¿O tal vez se queman en algún fuego sagrado?

No sé…

Los siento danzar su propia sinfonía, una música a veces intensa y desgarradora, otras suave y lírica.

Los recuerdos no se fugan, no se diluyen, no se escapan, no se olvidan, son recuerdos y, como tales, vuelven a pasar por nuestro corazón, y simplemente se alojan en un rincón dentro de nuestro corazón, en nuestro latir, nuestro palpitar, para nutrir nuestro amor.

14 Razón y corazón

Diariamente escucho, y a veces también me escucho a mí misma diciendo: “¿Viste que tengo razón? ¡Yo te dije!”, resaltamos con énfasis.

Es que en innumerables ocasiones nos trenzamos en luchas por ganar batallas, para demostrarle al otro que nuestro punto de vista es el acertado, y que tenemos razón.

Es una lucha ególatra que busca demostrar que la razón está de nuestro lado.

Y generalmente viene acompañada de enojos y malestar, y quien recibe estas palabras queda en el lugar de perdedor, mientras que quien logró “tener razón” resulta un triunfante ganador.

Ahora bien, ¿qué buscamos con esto?, ¿qué ganamos? Ser más fuertes, más respetuosos, más creíbles, más importantes, y podemos seguir agregando adjetivos que enaltezcan a la persona, al ego.

¿Y cómo queda nuestro ser?, ¿cómo queda el corazón? ¿Es eso lo importante?

¿Cómo hacemos para satisfacer al ego y al corazón?, ¿cómo podemos hacer para lograr un cálido equilibrio que pueda contemplar e incluir a ambos en nuestras relaciones?

Somos seres humanos con razón y corazón.

Las veces que me enrosco en alguna lucha por demostrar que tengo razón, luego me quedo con una sensación de vacío, como si me hubiera quedado sin una parte, que mi corazón quedó afuera.

Tal vez es un cambio de modo, de paradigma, de enfoque de aquello que buscamos aportar, que podamos expresarnos incluyendo lo que sentimos, que expresemos lo que buscamos y necesitamos, y que tener razón no sea el resultado de una lucha de egos que buscan dominar una situación o dominar uno al otro, sino que sea para poder expresar lo que nos pasa, lo que nuestra razón opina y lo que nuestro corazón siente, transmitiéndolo con sinceridad y amor, y que quien lo escuche pueda recibirlo desde ese lugar, sin creer ni sentir que pierde algo, sino que ambos salen enriquecidos con ese intercambio que incluye la razón y el corazón.

15 La extrañeza de existir

¿Has sentido alguna vez la extrañeza de existir? ¿Has mirado alguna vez al cielo, anhelando regresar a tu estrella? ¿Has sentido alguna vez que no pertenecés a este mundo y que todo te afecta mucho? Pues si es así, es tu alma la que clama por regresar al paraíso de paz en el cielo.

No sos raro ni extraño, es tan sólo que vivir en esta tierra es un desafío fuerte, donde muchas veces no comprendemos para qué ni por qué suceden tantas injusticias ni dolores.

Y el camino del ser humano tiene peldaños de todos los colores, y subirlos es parte de nuestro crecimiento aunque a veces no sepamos para qué ni hacia dónde vamos.

Confiar en nuestra sagrada esencia, en el misterio que aloja nuestra alma, que por alguna razón decidió encarnar y caminar esta vida aquí en la tierra, ese es el camino.

Entonces la próxima vez que te duela mucho, que no sepas por qué ni para qué, ni cómo seguir, sólo confiá en que podés, en que podremos caminar estos pasos por más escabrosos que sean, siempre hay una salida y siempre creceremos con la experiencia que nos trae la vida, sólo confiemos en nuestra sagrada sabiduría que habita en nuestro corazón.

Confiar sin razón.

Confiar en la divinidad que habita en nuestro ser.

16 ¿Tu vida es como la soñaste?

Y la verdad que no, hay varias cosas que no esperaba, en todo sentido, agradables y desagradables, dolorosas y bellas.

¿Y querés seguir lamentando aquello que no pudo ser?

No, ya no.

¿Y podés recibir lo que sí es en tu vida?

Mmm, no siempre… A veces pienso si hubiera… o si no hubiera…

Ah, es que ese verbo es una maldición, ya está, dejalo… no insistas y no te compares, te perdés toda la maravilla que está sucediendo.

Es verdad, a veces me olvido de ello y me quedo enredada en los “hubiera”… ya basta, ya quiero disfrutar lo que es, así como es, abrir los brazos a la vida que vivo, que viví y que viviré…

Sí, aceptá, rendite, entregate a esta maravillosa vida llena de regalos, no te lamentes por aquello que no es, dejalo y sólo respirá y aceptá y disfrutá tu vida como es.

Sí, sí, eso quiero, ese es el camino, así no me peleo conmigo, así no me quedo enmarañada y puedo disfrutar y saborear mi vida sin culpa y siguiendo los latidos de mi corazón, confiando en el ser que soy.

Agradeciendo, este es el camino que elijo para vivir.

17 ¿Estás despierto? (I)

—¿Estás despierto?

—Y… estoy un poco dormido.

—Ah, pero ¿puedo hablarte?

—Y, bueno.

—Sabés, a veces me pregunto para qué es esta vida, qué sentido tiene.

—¡Qué pregunta para esta hora de la mañana!

—Y… suelo ponerme muy reflexiva a esta hora, ¿será el silencio?

—Quizás. Yo, la verdad, no tengo esa respuesta, sólo te puedo decir que cada vida tiene un sentido, no lo dudo.

—Ah, sí, pero ¡hay momentos en que cuesta tanto!

—Y ¡hay momentos en los que es tan linda!

—Es cierto, pero honestamente ahora me estaría costando.

—¿Y si practicás agradecer?

—¿Que agradezca que me cuesta?