Operación Jedburgh - Alejandro Prina - E-Book

Operación Jedburgh E-Book

Alejandro Prina

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Beschreibung

Durante la Segunda Guerra Mundial, un grupo secreto de hombres fue lanzado tras las líneas enemigas para encender la chispa de la resistencia en la Europa ocupada. Eran los Jedburghs: voluntarios de élite de distintas nacionalidades que, tras un entrenamiento extremo, saltaron en paracaídas para organizar, armar y liderar guerrillas locales en apoyo a las fuerzas aliadas. Su despliegue comenzó después del Día D y fue clave para debilitar al ejército alemán desde adentro durante la liberación de Francia. Este libro narra sus misiones más audaces, revelando el coraje, la estrategia y el sacrificio de quienes operaron en las sombras para cambiar el curso de la guerra.

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Seitenzahl: 204

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ALEJANDRO PRINA

OPERACIÓN JEDBURGH

Fuerzas especiales aliadas en el Desembarco de Normandía

Prina, Alejandro Operación Jedburgh fuerzas especiales aliadas en el desembarco de Normandía / Alejandro Prina. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6667-6

1. Narrativa. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

AGRADECIMIENTOS

PRÓLOGO

CAPÍTULO 1 – FRANCIA: INVASIÓN Y RESISTENCIA

CAPÍTULO 2 – LAS MENTES DETRÁS DE LA IDEA: COLIN MCVEAN GUBBINS Y WILLIAM DONOVAN

CAPÍTULO 3 – EL ORIGEN DE LOS JEDBURGHS

CAPÍTULO 4 – EQUIPAMIENTO Y LOGÍSTICA

CAPÍTULO 5 – EQUIPO HUGH

CAPÍTULO 6 – EQUIPO FRANCIS

CAPÍTULO 7 – EQUIPO ALEC

CAPÍTULO 8 – EQUIPO AUBREY

CAPÍTULO 9 – EQUIPO TIMOTHY

CAPÍTULO 10 – LEGADO Y POSGUERRA

EN HOMENAJE A LOS JEDBURGHS CAÍDOS EN COMBATE

BIBLIOGRAFÍA

La guerra de guerrillas es un tipo de guerra libradapor unos pocos, pero que depende del apoyo de muchos.

Basil Liddell Hart

El ejército convencional pierde si no gana.

La guerrilla gana si no pierde.

Henry Kissinger

Agradecimientos

Escribir este libro ha sido una experiencia tan exigente como gratificante, y no hubiera sido posible sin el apoyo y la colaboración de muchas personas. En primer lugar, quiero agradecer especialmente a Paul McCue, Juan Martín Alice y José Mayo Davó, cuya ayuda fue fundamental en este proyecto. Sus conocimientos, consejos y apoyo incondicional fueron clave en cada etapa de este proceso. Su generosidad y entusiasmo han sido una verdadera motivación para seguir adelante.

Quiero expresar mi sincero agradecimiento a Julio B. Mutti, Luis Barrera, Pedro Denari, Coronel Sánchez Mariño, Joanna Clytie Burri Weaver, Robert Mundinger, Clive Basset, Eddie Fuchs, Mario Caraballo de la Asociación Francesa de Socorros Mutuos, y John Hunter, de la Asociación Civil de la Comunidad Argentino-Británica, por su apoyo y colaboración en este proyecto. Cada aporte, grande o pequeño, dejó su marca en estas páginas. También quiero agradecer especialmente al St. George’s College y a Gabriela Oleszezuk, bibliotecaria responsable del museo, por su compromiso y ayuda.

Finalmente, un agradecimiento especial a los familiares de aquellos que combatieron. Sus relatos, recuerdos y el esfuerzo por mantener vivan su memoria han sido una fuente invaluable de inspiración. Este libro es, en parte, un homenaje a ellos y al legado de quienes lucharon en aquellos días decisivos de la historia.

Prólogo

Este libro de Alejandro Prina merece ser celebrado por varios motivos:

Alejandro es un historiador reconocido y muy respetado, tanto en la Argentina como en el mundo hispanohablante, gracias a su completa y apasionante cuenta @segundaguerramundial_oficial, y a sus colaboraciones en medios periodísticos de gran nivel en su país. Tiene la virtud de animarse a explorar temas que muchos considerarían “de nicho”, con el objetivo de acercarlos a un público más amplio y curioso. Al relatar operaciones de los equipos JEDBURGH (junto a una trágica misión del Escuadrón B del 1er Regimiento SAS), se sumerge en un capítulo de la Segunda Guerra Mundial que sigue siendo poco conocido, incluso en países de habla inglesa y francesa, a pesar de que la mayoría de quienes formaron parte de estos equipos eran británicos, estadounidenses y franceses.

Que esta historia encuentre su lugar en el escenario de la lengua española es doblemente valioso. Aunque los rankings varían, no hay dudas de que el español está entre los cuatro idiomas más hablados del mundo; algunos incluso sostienen que supera en alcance al propio inglés, considerado por muchos como la lengua internacional. Si bien formo parte del mundo angloparlante, soy muy consciente de la importancia de “hacer correr la voz”, tal como lo está haciendo Alejandro con este trabajo.

Y, por último, quiero decir que ha sido un verdadero placer intercambiar ideas con Alejandro y con Argentina a lo largo del proceso de este libro. Yo tenía ya edad adulta cuando ocurrió el conflicto de 1982, y me resulta esperanzador comprobar cómo el contacto humano y los intereses comunes pueden tender puentes y dejar de lado diferencias políticas o gubernamentales.

Paul McCue

Director Ejecutivo

SECRET WW2 – The Secret WW2 Learning Network

www.secret-ww2.net

Hampshire, Inglaterra

Abril de 2025

CAPÍTULO 1

Francia: invasión y resistencia

El 10 de mayo de 1940, Alemania desató su ofensiva sobre Francia, y solo 12 días después, el gobierno francés se vio obligado a rendirse, firmando un armisticio con los nazis. Este acuerdo resultó en la división del país en dos zonas: al norte, las fuerzas alemanas ocuparon gran parte del territorio, incluida París, mientras que al sur se estableció un régimen colaboracionista bajo el liderazgo del general Philippe Pétain, conocido como el gobierno de Vichy.

Con esta rendición, Alemania consolidó su dominio en Europa occidental, asegurándose recursos estratégicos y el control de puertos clave tanto en el Atlántico como en el Mediterráneo para fortalecer su posición en la guerra. Además, en un gesto cargado de simbolismo y revancha histórica, el armisticio fue firmado en el mismo vagón de tren en Compiègne, donde Alemania había capitulado en 1918 al final de la Primera Guerra Mundial. Este acto no solo marcaba la humillación de Francia, sino también la reafirmación del poder alemán sobre el continente.

La invasión alemana tuvo profundas consecuencias sociales y económicas en la población francesa. Se impuso un control militar y político que resultó en restricciones a las libertades civiles y en la implementación de un régimen represivo. Se concentraron en atacar a los grupos considerados “indeseables”. Esto incluía a judíos, comunistas y otras personas opositoras al régimen. Hubo arrestos, deportaciones y ejecuciones sumarias. A esto se sumaba el desvío constante y creciente de los recursos franceses hacia la maquinaria bélica alemana. Las fábricas, los alimentos y las materias primas fueron confiscados para alimentar el esfuerzo de guerra del Tercer Reich, dejando al pueblo francés en un estado de pobreza y precariedad. Las represalias no tardaron en llegar y una gran parte de la población decidió armarse contra las tropas invasoras formando los primeros grupos de resistencia.

El 18 de junio de 1940, el general Charles de Gaulle anunció en un discurso transmitido por la BBC, la creación del Gobierno de la Francia Libre, con sede en el exilio en Londres, asumiendo el mando e instando a los franceses para continuar combatiendo al enemigo bajo la promesa de la victoria y liberación de Francia.

La cruz de Lorena fue adoptada como emblema de la Francia Libre en el mismo año. El vicealmirante Muselier, primer comandante en jefe de las Fuerzas Navales de la Francia Libre, fue quien propuso el uso de este símbolo. Dado que el Estado Francés de Pétain había mantenido el Tricolor como bandera nacional, se hizo necesario añadir un distintivo a la bandera tricolor utilizada por la Francia Libre. Se requería un emblema con un profundo significado histórico que contrarrestara la esvástica alemana. Muselier evocó la cruz de Lorena, que había visto en varias ocasiones como símbolo patriótico durante su infancia en Lorena. No obstante, a de Gaulle le tomó varios meses adoptar oficialmente este símbolo como el emblema de la Francia Libre.

A diferencia de los demás países vencidos por Alemania, Francia conservaba un vasto imperio colonial en cuatro continentes, y desde el primer momento, de Gaulle advirtió que el esfuerzo de guerra de la Francia Libre debería ganar la adhesión de los territorios coloniales, que eran todavía inaccesibles a la ocupación alemana.

No obstante, este plan se dificultó en los primeros momentos cuando todos los territorios coloniales en las colonias de África y Oriente Medio, manifestaban su obediencia al régimen de Vichy al ser el único “gobierno” francés con autoridad sobre la Francia metropolitana.

Paulatinamente, varios oficiales, soldados y simples ciudadanos se fueron uniendo al llamado de lucha. El 28 de junio de 1940, el primer ministro británico Winston Churchill reconoció a Charles de Gaulle como líder de los franceses que proseguían con la guerra. A principios del verano de 1940, numerosos militares galos se encontraban en Reino Unido después de haber sido evacuados tras la derrota aliada en Dunkerque y otros pertenecientes al cuerpo expedicionario de Noruega. Las fuerzas armadas se fueron uniendo con la Francia Libre y recibieron el nombre de Fuerzas Francesas Libres (FFL). El 1 de julio de 1940 se crea una primera legión terrestre con 1300 miembros del cuerpo expedicionario de Noruega y otras adhesiones espontáneas: para el 15 de agosto contaba con 2721 hombres, entre ellos 123 oficiales. Se crean también las Forces Aériennes Françaises Libres (Fuerzas aéreas Francesas Libres, FAFL), que contaban con unos 300 aviadores en Gran Bretaña y un centenar en el Oriente Medio a finales de 1940, y Les Forces Navales Françaises Libres (Fuerzas Navales Francesas Libres, FNFL) que desde el 15 de julio contaban con 882 hombres. Estas fuerzas, esenciales para el esfuerzo aliado, no solo ofrecieron recursos militares, sino también un símbolo de esperanza y resistencia para el pueblo francés.

Mientras tanto, en la Francia ocupada, el llamado a la lucha de Gaulle comenzaba a calar hondo en la población, dando origen a los primeros focos de resistencia. De Gaulle, sabía que la guerrilla organizada jugaría un papel crucial en la liberación de Francia y, al mismo tiempo, tenía claro que quien controlara a los distintos grupos clandestinos obtendría una posición política privilegiada en la posguerra. Para consolidar su liderazgo, creó la organización de inteligencia de los franceses libres, el Bureau Central de Renseignements et d’Action (BCRA), una red de espionaje y sabotaje, que, a las órdenes del coronel Passy, cuyo apellido real era Dewavrin, establece de inmediato redes clandestinas en territorio francés.

La invasión alemana de la Unión Soviética, iniciada en junio de 1941, aceleró la acción de la resistencia comunista en Francia. Hasta entonces, había habido poca actividad, y fue Moscú quien llamó a tomar las armas. El 13 de julio de 1942, se adopta la denominación “Francia Combatiente” en lugar de “Francia Libre”. Se define oficialmente como el “conjunto de los ciudadanos franceses independientemente de donde se encuentren y de todos los territorios franceses que se unen para colaborar con las Naciones Unidas en la guerra contra sus enemigos comunes”. Esta nueva denominación dejaba claro la incorporación de la Resistencia interior a la Francia Libre, unidas en un mismo combate: la Francia Libre y la “Francia cautiva” fueron a partir de ese momento “los dos elementos constitutivos de una única Francia, a saber, la Francia combatiente”. Los delegados de la Francia Libre pasaron a llamarse delegados del Comité Nacional Francés (CNF).

De Gaulle no solo lideró militarmente, sino que también sostuvo el ideal de una Francia libre e independiente, enfrentando tanto a los ocupantes nazis como a los desafíos políticos y estratégicos en el seno de la alianza con los británicos y estadounidenses.

Ese mismo año, los alemanes implementaron el Servicio del Trabajo Obligatorio (en francés, Service du travail obligatoire o STO) un sistema de reclutamiento obligatorio para trasladar contra su voluntad a cientos de miles de trabajadores como mano de obra a Alemania, a fin de utilizarlos en el esfuerzo de guerra alemán (fábricas, agricultura, ferrocarriles, etc.)

Esta directiva resultó ser el punto de quiebre para la paciencia del pueblo francés. La creciente opresión y las restricciones encendieron una llama de indignación que no pudo ser contenida. En cada rincón del país, hombres y mujeres, con los recursos escasos que tenían a su alcance se organizaron en células de resistencia para resistir la invasión mediante el sabotaje y la guerra de guerrilla. Los llamados “Maquis”, término que posteriormente se convirtió en sinónimo de “resistente”, agruparon a hombres y mujeres de diversas edades, mayoritariamente jóvenes, que se unieron con un propósito común: liberar al país de la ocupación alemana.

Muchos de los que participaron en la Resistencia no provenían del ámbito militar. Eran docentes, periodistas, ingenieros, sacerdotes, estudiantes, obreros. A ellos se sumaron también extranjeros que, organizados según su origen o afinidad política, combatieron junto a los franceses: antifascistas italianos, republicanos españoles, alemanes opositores al régimen nazi, así como inmigrantes polacos, ucranianos y armenios. También hubo argentinos, uno de ellos fue Francisco Luis Gompers, cuya historia ilustra el compromiso individual que asumieron algunos de estos voluntarios.

Gompers nació en Buenos Aires el 6 de mayo de 1924, hijo de un belga y una argentina. En 1930 su familia se instaló en Montecarlo y Niza. En 1942 se enroló como ciudadano argentino residente en el extranjero, pero adoptó una identidad falsa como francés nacido en Aix-les-Bains. En enero de 1943 se unió al grupo Gallia-Reims de la Resistencia, con el grado de P2, equivalente a teniente. Fue arrestado junto a su padre por las autoridades italianas, pero liberado tras gestiones del consulado argentino en Niza. Permaneció en Montecarlo hasta que, tras la ruptura de relaciones entre Argentina y Alemania, comenzaron las detenciones de judíos argentinos. Fue capturado el 17 de marzo de 1944 y deportado a Auschwitz junto a sus padres. Registrado como ciudadano francés, fue destinado al campo de trabajo de Buna (Auschwitz III), y más tarde trasladado a Flossenbürg. Murió allí el 20 de abril de 1945, durante un intento de fuga.

Casos como el de Gompers no fueron aislados. Muchos extranjeros se integraron a los grupos de maquis, una red diversa en lo ideológico pero unida en el objetivo de enfrentar al ocupante. Aunque sin entrenamiento formal ni recursos suficientes, los combatientes conocían el terreno y se valían de esa ventaja para hostigar al enemigo. Los bosques les servían de refugio, y los caminos rurales de enlace. En ese contexto, la resistencia logró mantenerse activa, a pesar de las represalias y las limitaciones materiales.

Estos individuos, que tenían sus propias ocupaciones y responsabilidades familiares, provenían de todas las clases sociales, incluyendo universitarios, maestros, periodistas, ingenieros, eclesiásticos y militares. Incluso adolescentes de clases medias y altas, así como obreros y artesanos, optaron por transformarse en combatientes. Diversos extranjeros se sumaron a la lucha junto a la resistencia francesa, organizándose en grupos según su origen e ideales: antifascistas italianos, opositores alemanes al nazismo, republicanos españoles exiliados, así como inmigrantes polacos, ucranianos y armenios. También hubo judíos apátridas y desertores de las fuerzas armadas alemanas, entre ellos un gran número de soldados rusos que habían abandonado las filas del ejército del Tercer Reich.

Los integrantes del maquis, eran un mosaico ideológico que abarcaba desde nacionalistas de ultraderecha hasta comunistas y anarquistas, pero a pesar de sus diferencias, todos concordaban en querer liberarse de los nazis.

A pesar de no tener entrenamiento militar ni armamento suficiente, los miembros de la resistencia conocían muy bien el terreno. Esta ventaja les permitía moverse con facilidad, emboscar a los alemanes en lugares estratégicos y desaparecer rápidamente en densos bosques que utilizaban como refugio. Su conocimiento de la zona les daba la capacidad de operar de manera efectiva contra un enemigo que dependía de mapas.

Pero estos grupos estaban divididos, principalmente por sus inclinaciones políticas, y operaban de manera independiente, siendo los comunistas los más numerosos. De Gaulle sabía que era crucial unificarlos bajo su mando, y aquí es donde entra en escena una figura clave para lograrlo. Jean Moulin, un carismático líder, político, abogado y apasionado del arte, se unió a la Francia Libre y, en 1942, viajó en secreto a Inglaterra para ofrecer su apoyo a la causa. De Gaulle le asignó la misión de agrupar a los principales movimientos de resistencia en la región, entre ellos Combat, Libération y Franc-Tireur. Tras 18 meses de arduo trabajo, logró formar en marzo de 1943 el Mouvements Unis de la Résistance (MUR), una coalición de todas las facciones no comunistas en el sur del país.

En el norte, la unificación se llevó a cabo un año después con la participación del comandante Pierre Brossolette, el coronel Passy, Subjefe y jefe, respectivamente, del BCRA, y del Squadron Leader (posteriormente Wing Commander) Forest F. E. Yeo Thomas, uno de los agentes más condecorados de la Segunda Guerra Mundial.

Francia estaba fragmentada en distintos grupos de resistencia, entre ellos Ceux de la Libération, Ceux de la Résistance, Défense de la France, Libération-Nord, Organisation Civile et Militaire y el Frente Nacional comunista y su brazo militar, los Francs-Tireurs et Partisans (FTP).

Finalmente, en mayo de 1943, Moulin logró consolidar una confederación nacional: el Conseil National de la Résistance (CNR), que agrupaba a todos los grandes movimientos. En una reunión clave en Lyon, representantes de diez movimientos, seis partidos políticos y dos centrales obreras acordaron reconocer a Charles de Gaulle como líder de la Francia Libre y jefe del Gobierno provisional.

Para encubrir sus actividades, Moulin estableció una galería de arte en Niza, “Romanin”, basada en su antiguo seudónimo artístico. Utilizando esta fachada, recorrió el país estableciendo contactos y coordinando acciones con los diversos grupos de resistencia.

Las agencias de policía secreta y contrainteligencia alemanas no tardaron en detectar sus movimientos. En junio de 1943, la inteligencia alemana logró capturarlo en Lyon. Su interrogatorio quedó en manos de Klaus Barbie, del oficial al mando de las SS (Schutzstaffel) conocido como “el Carnicero de Lyon”.

A pesar de las brutales torturas que lo dejaron en coma, Moulin nunca reveló información. Con el cuerpo destrozado y la cabeza envuelta en vendajes, fue trasladado a París y luego a Berlín para nuevos interrogatorios. Su cuerpo no resistió las heridas y murió el 8 de julio de 1943, mientras se encontraba en Metz. Jean Moulin se convirtió en un símbolo de resistencia y sacrificio a la causa de la libertad de Francia.

Su captura comprometió a varios niveles superiores de la resistencia, lo que llevó a un periodo de inestabilidad. Sin embargo, los grupos lograron reorganizarse y mantener la lucha.

El régimen nazi en Francia tenía una estructura organizada antisubersiva y de control que contaba con varias oficinas. Entre 1940 y 1944, la administración militar, los diplomáticos del Ministerio de Asuntos Exteriores del Reich, los servicios policiales nazis bajo el mando de la RSHA (Reichssicherheitshauptamt, Oficina Central de Seguridad del Reich) y los agentes de contraespionaje alemanes operaron de manera simultánea en la Francia ocupada, coordinando y compartiendo sus responsabilidades.

En 1940, el MBF (Militärbefehlshaber in Frankreich, Comandante Militar en Francia), con sede en París, asumió la administración de la “zona ocupada”, que abarcaba tres quintas partes del país. Bajo la autoridad del Estado Mayor del Ejército (Oberkommando des Heeres, OKH) y, posteriormente, del Comando Supremo de las Fuerzas Armadas (Oberkommando der Wehrmacht, OKW), el MBF fue la máxima autoridad en la región hasta junio de 1942. Su misión principal era mantener el orden y ejecutar las medidas represivas impuestas por el régimen de ocupación.

Las principales fuerzas policiales alemanas, la Feldgendarmerie y la GFP (Geheime Feldpolizei, la policía secreta rural), así como las tropas de seguridad (Landesschützenbataillone y Sicherheitstruppen), eran supervisadas por el Estado Mayor del MBF (Kommandostab). Este Estado Mayor era responsable del mantenimiento del orden, el contraespionaje y la justicia militar, redactando informes de situación periódicos. La Sección Ic del Kommandostab supervisaba los asuntos políticos y todas las actividades contra el poder ocupante. También tenía bajo su mando al Leitender Feldpolizeidirektor (director superior de la policía militar), quien comandaba los grupos de la GFP asignados al MBF.

La Sección Ia se encargaba más específicamente de los asuntos de seguridad militar y de la Feldgendarmerie, mientras que su subsección Ia/Terr se ocupaba de las investigaciones y detenciones preventivas. La Sección III, la Kriegsgerichtsabteilung (sección del tribunal de guerra), supervisaba y controlaba la actividad de los tribunales militares (Feldkriegsgerichte). Sin embargo, el personal administrativo del MBF, el Verwaltungsstab, también desempeñó un papel esencial en materia de seguridad, especialmente su sección administrativa, dirigida hasta junio de 1942 por Karl Rudolf Werner Best, ayudante personal de Reinhard Heydrich, jefe de personal de la Oficina Central de Seguridad del Reich.

Dentro de este sistema, los efectivos de la Feldgendarmerie, encargados de diversas tareas como el control de movimientos y documentación, además de la supervisión de las fuerzas del orden francesas, eran los más numerosos: para 1941, sumaban unos 6000 hombres. Por su parte, las tropas de seguridad (Landesschützenbataillone y Sicherheitstruppen) tenían la misión de custodiar puntos estratégicos, proteger la infraestructura clave de comunicaciones y vigilar los campos de prisioneros.

Sin embargo, era la GFP la responsable de las principales investigaciones judiciales contra la Resistencia. Sus integrantes eran policías de carrera, la mayoría provenientes de la policía criminal, movilizados y transferidos a estas unidades tras un breve período de formación. Veinte grupos, cada uno compuesto por unos cien hombres desde febrero de 1941, patrullaban la zona ocupada, seis de ellos en la región de París. Cada unidad estaba comandada por un Feldpolizeidirektor, asistido por dos o tres Feldpolizeikommissäre, cinco a siete Sekretäre y dosSonderführer (que a menudo actuaban como intérpretes). Contaban con unos veinte mecanógrafos y ordenanzas, así como un número similar de conductores. Los policías efectivos no superaban los 45 por grupo.

En total, el personal de funcionarios y fuerzas policiales dedicados específicamente al mantenimiento del orden sumaba solo unos 21 000 efectivos en marzo de 1942.

La Abwehr

Al mando del Almirante Wilhelm Canaris, era la agencia de inteligencia militar de la Alemania nazi, encargada de tareas de espionaje, contraespionaje y operaciones de sabotaje. Su función principal era recopilar información sobre los enemigos de Alemania, infiltrarse en las fuerzas contrarias y sabotear sus operaciones. Estaba dividida en varias secciones, cada una con funciones específicas:

• Abteilung I: se encargaba de la recopilación de inteligencia militar, política y económica.

• Abteilung II: su misión era realizar operaciones subversivas, como la difusión de noticias falsas, apoyo a movimientos disidentes en los países enemigos e infiltración.

• Abteilung III: estaba dedicada al contraespionaje, vigilando a las redes de espionaje enemigas y combatiendo la Resistencia en los territorios ocupados.

La Abwehr, también supervisaba y coordinaba operaciones especiales y de sabotaje, incluyendo infiltraciones en líneas enemigas y el sabotaje de infraestructuras estratégicas. Además, trabajaba estrechamente con otros servicios de seguridad, como la Gestapo y la Sipo, para mantener el control en los territorios ocupados y reprimir la oposición. La mayor subsección de Abteilung III era III-F, cuya función era localizar agentes enemigos e infiltrarse en sus servicios especiales. El Coronel Friedrich Rudolf, oficial y amigo del almirante Canaris, jefe de la Abwehr, tomó el mando del Kommando enviado a Francia. Llegó con dos de sus colaboradores de confianza: el Coronel Arnold Garthe, que dirigió el Abteilung II en Francia, y el Teniente Coronel Reile, un veterano policía de 54 años que asumió la jefatura de la sección III-F. Desde 1940, comandaban cerca de 200 agentes. La Abwehr también disponía de tecnología de radiogoniometría, una técnica clave para localizar emisoras de radio al medir el ángulo de llegada de sus ondas. Este proceso se llevaba a cabo mediante un dispositivo llamado radiómetro o goniometría, que permitía determinar la dirección desde la que una señal de radio alcanzaba el receptor. Este método de guerra electrónica, fue esencial ya que permitía a los militares identificar la ubicación de estaciones de radio enemigas, como las emisoras de inteligencia o los equipos de comunicación. De este modo, podían interceptar las transmisiones o atacar las instalaciones. Gracias a esta tecnología, era posible rastrear con precisión las señales y detectar los movimientos del enemigo, lo que resultaba crucial para las operaciones de espionaje y sabotaje.

La SIPO-SD

En 1933, cada región alemana tenía su propia policía. Sin embargo, con la llegada de los nazis al poder, se creó la Gestapo en Prusia bajo la dirección de Hermann Göring. En 1936, Heinrich Himmler, jefe de la SS, unificó todas estas fuerzas bajo el Reichssicherheitshauptamt (RSHA). Desde entonces, se conoció como SIPO-SD (Sicherheitspolizei und Sicherheitsdienst, Policía de Seguridad y Servicio de Seguridad), combinando la policía de seguridad del Estado con los servicios de seguridad del partido nazi. En Francia, su misión era perseguir comunistas, masones, judíos y opositores políticos alemanes. En marzo de 1942, Hitler ordenó que la SIPO-SD asumiera la represión en Francia. Su número creció, absorbiendo policías de la GFP, pero nunca superó los 3000 efectivos. Karl Oberg fue designado comandante supremo de la SS y la policía (HSSPF), y Helmut Knochen asumió el mando de la SIPO-SD en Francia. Los destacamentos de la SIPO-SD continuaron operando hasta el otoño de 1944, incluso después de la retirada alemana, persiguiendo a quienes luchaban por una Francia libre, hasta el último momento.

Mientras la resistencia francesa consolidaba su estructura, británicos y estadounidenses también trabajaban en la organización de sus fuerzas combinadas, sentando las bases para la futura liberación de Europa. El primer ministro británico, Winston Churchill, creía firmemente que la población de los países ocupados en Europa debía jugar un papel crucial en su propia liberación, fomentando movimientos de resistencia organizados. Para Churchill, los levantamientos civiles representaban una oportunidad estratégica para debilitar al ejército nazi desde dentro, erosionando su control sobre los territorios ocupados. Esta táctica de guerra no convencional emergió, en parte, como una respuesta a la necesidad de evitar otro conflicto largo y costoso como el vivido durante la Primera Guerra Mundial. Desde el inicio de la ocupación, Gran Bretaña se encargó de supervisar de cerca la moral y las actividades de resistencia en la población francesa, buscando fortalecer y coordinar los esfuerzos subterráneos contra los ocupantes.