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Este libro, que ponemos a disposición de los lectores, no refleja, lamentablemente, todas las imágenes de los protagonistas que, bien ante las cámaras o detrás de ellas, han hecho grande esta obra tan colectiva que es la televisión cubana. Como homenaje a los setenta años de la prístina señal de televisión en Cuba, para orgullo nuestro, una de las tres primeras junto a México y Brasil en América Latina, y la sexta del mundo, ofrecemos al pueblo amante de la imagen en movimiento este libro, prontuario, que abarca gran parte del quehacer creativo, fundamentalmente en los géneros dramáticos y variados, en los últimos sesenta años. Siento pesar por la imposibilidad de mostrar a tantos personajes anónimos, y también a otrsos, cuyas imágenes se hacen presentes en la pantalla y no es posible encontrar, lo que, por supuesto, no disminuye, en modo alguno, el cariño y reconocimiento de los cubanos. La autora
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Seitenzahl: 199
Veröffentlichungsjahr: 2024
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Edición y corrección:
Georgina Pérez Palmés
Diseño interior, cubierta y composición:
Seidel González Vázquez (6del)
Epub:
Valentín Frómeta de la Rosa y Ana Irma Gómez Ferral
© Sobre la presente edición:
© Josefa Bracero Torres, 2021
© Editorial enVivo, 2023
ISBN:
9789597268963
Instituto Cubano de Radio y Televisión
Ediciones enVivo
Edificio N, piso 6, Calle N, no. 266, entre 21 y 23
Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
CP 10400
Teléfono: +53 7 838 4070
www.envivo.icrt.cu
www.tvcubana.icrt.cu
A los queridos amigos Aurorita Pita, Frank González,
Marta del Río, Nilda Collado y Norberto Blanco,
que tanto amor mostraron ante esta obra, Pantalla de sueños.
A ustedes con gratitud.
A los precursores y continuadores.
A los ausentes y los presentes.
A todos los que entregaron una gota de amor,
para consolidar una obra orgullo de su pueblo:
la televisión de Cuba.
Desde los albores de la televisión comercial, allá por el lejano 1945, en los Estados Unidos, entre los primeros pasos que se dieron para estructurar adecuadamente una programación de los recién nacidos canales de esos años, se encontraba la clásica «parrilla» de los contenidos de las plantas transmisoras.
De ahí surgieron las ideas de incluir novelas, seriales, aventuras, teatro, programas especiales, informativos, así como dramatizados y otros géneros. Siempre teniendo presente las experiencias provenientes de la radio que, para esa época —década del cuarenta al cincuenta—, ya estaba establecida con programaciones similares a las que posteriormente acudió la televisión.
Al llegar este medio a Cuba, el 24 de octubre de 1950, igual inquietud tenían sus precursores en nuestro país, aunque también desde esos inicios se exhibieron en la programación seriales filmados en los Estados Unidos con diversos contenidos, que iban desde los oeste y los policíacos hasta la ciencia ficción.
En aquellos momentos, la televisión presentaba múltiples limitaciones para que la señal televisiva llegara a todo el territorio nacional. Fue necesario apelar al uso del kinescopio, equipo que permitía filmar directamente la señal «al aire», de aquellos programas.
En mayo de 1952, las imágenes de la CMQ, Canal 6 de la televisión, eran llevadas desde La Habana hacia el este para dejarse captar en las capitales provinciales y algunas ciudades importantes de Matanzas, Las Villas, Camagüey y Oriente. Zonas que, por su poder adquisitivo, pactaron con los patrocinadores, que aportaban la mayor parte del capital en la fabulosa inversión. Lo cierto es que los programas copiados en kinescopio llegaban a las provincias del este —con excepción de Matanzas, que los recibía directamente— de forma escalonada, con una semana de diferencia, pero se respetaba el esquema de la programación diaria. Y cuando se producía un hecho importante, la noticia viajaba el propio día en ómnibus.
Configurar estas programaciones fue todo un reto. Pantalla de sueños, de nuestra colega Josefa Bracero, es otro reto que ella ha asumido, después de un amplio proceso investigativo de varios años. Como sabemos, la autora ha incursionado en estos temas en diversas ocasiones, como por ejemplo su libro Rostros que se escuchan, editado por la Editorial Letras Cubanas, del Instituto Cubano del Libro, en 2002. En esa ocasión, ella incluye una frase del destacado escritor Félix B. Caignet, que dice: «Recordar es la mejor manera de obligar a seguir viviendo lo que murió, ya que el recuerdo no es otra cosa que la momificación del pasado».
El libro se suma a la idea de mantener vivos a todos aquellos que pasaron por las pantallas de nuestros televisores a lo largo de setenta años, corroborando ese bello pensamiento del reconocido precursor de la novela en radio y televisión, a la cual nos hemos referido con anterioridad.
La presente obra enfatiza en la etapa de la televisión, que se inicia en 1960 hasta nuestros días, mostrándonos sus riquezas dramatúrgicas y de contenidos abarcadores en el marco de la cultura nacional e internacional, así como en los variados aspectos propios de un medio masivo de comunicación tan abarcador. La riqueza temática de la televisión, en ocasiones, nos sumerge en la nostalgia, al igual que los programas de hoy, de forma indudable, serán recordados mañana.
Este libro fue antecedido por la obra Iconografía TV, con el subtítulo de Programas, rostros, recuerdos, sobre los diez primeros años de la televisión en Cuba. Y, a partir de 1960, un recuento sobre el nuevo rostro de la mujer locutora, el surgimiento de Tele Rebelde, los programas informativos, deportivos y de otros géneros que dejaron una huella. Entre ellos, las grandes novelas de la literatura universal y la serie histórica Finlay, evocación imperecedera al gran científico cubano Carlos Juan Finlay…
Pantalla de sueños deviene un cálido homenaje a aquellos que forjaron la televisión, pero ya no están presentes; también a otros que sí lo están y convergen con las generaciones más cercanas y actuales en la televisión.
La autora nos conduce por un recorrido casi onírico a partir de esta reconfortante sucesión de imágenes que inducen al recuerdo, de un momento ya lejano, y en el más reciente, forman parte de nuestra cotidianidad.
Pantalla de sueños dejará al lector la satisfacción del que vuelve a vivir emociones imperecederas. La prueba más fehaciente de que aún los programas y sus protagonistas permanecen entre los que fuimos y aún somos su público es la publicación misma de esta joya que publica la Editorial En Vivo.
El libro incluye anécdotas y narraciones de actores, escritores y directores de los más diversos programas que formaron parte de los espacios televisivos, en especial los dramáticos. Más de quinientas fotografías convierten la obra en un precioso álbum, acompañado de reseñas sobre su contenido, lo que nos permite tener una idea bastante exacta de los temas visuales abordados.
En unas ciento cincuenta páginas hallaremos esa amenidad que proporciona la presencia de la imagen fotográfica con su fuerza testimonial, expresando los sueños de aquellos que podemos calificar como precursores de la televisión en Cuba, así como las nuevas generaciones que se han ido sumando a este sugerente medio, considerado entre los de mayores posibilidades de esparcimiento.
El libro que nos presenta la investigadora Josefa Bracero, conocedora y estudiosa de los medios radiales y audiovisuales, es una obra devenida manual de recuerdos, bien documentada, que cualquier lector puede incluir en su biblioteca como un texto de indudable utilidad. Es un prontuario para revivir épocas pasadas y otras de hoy, que mañana serán recuerdos, y nos sentaban ante la pantalla del televisor durante largas horas después de las jornadas diarias.
Un álbum fotográfico que nos guía por caminos poco publicitados en nuestro país. Las fotos siempre están en función y sirven de pretexto para introducir textos breves y precisos sobre el contenido general del libro. Ambos factores, como diríamos en televisión, se estructuran dramatúrgicamente en un texto de amplio soporte visual. Pantalla de sueños hace desfilar ante el lector una representación amplia de programas dramáticos, históricos y variados entre lo mejor que ha mostrado la televisión en nuestro país en los últimos sesenta años.
Freddy Moros
El recuerdo es el único paraíso del cual no podemos ser expulsados.
Jean-Paul Sartre
Después de poner el punto definitivo a mi obra: Iconografía TV. Programas, rostros, recuerdos… sentí esa sensación de vacío, por algo inconcluso.
Cómo finalizar si faltaban tantos episodios que hicieron de este medio una real Pantalla de sueños. Y esa idea me llevó a continuar el camino que me condujera, lo más posible, hacia dichas creaciones y sus hacedores.
Cómo llegar a las siete décadas de esta televisión sin referirse a las Aventuras, las Novelas cubanas, los Grandes teatros, las inolvidables series, los programas dramatizados unitarios o de variados temas… Porque la televisión es eso, una gama que le da colorido a la vida misma y la presenta en la pantalla, no solo para entretener, sino también coadyuvar a una verdadera cultura de masas. Y la mezcla de todos los programas y sus formas son los que satisfacen a un público culto y exigente.
Al escribir, imposible olvidar a las distintas generaciones que son los habituales televidentes y quieren volver a soñar, a través de la lectura, con aquellos programas que los hicieron vivir momentos de felicidad en el ambiente acogedor del hogar.
Fueron años de búsqueda, no exenta de tristeza, al encontrar las secuelas del tiempo inexorable que se llevó a tantos protagonistas y a otros les ha dañado la memoria. Por eso, siempre, al final, nos vamos a sentir insatisfechos, y sépase que la investigación ha sido intensa.
Con la premisa de mostrar la mayor diversidad de programas y protagonistas, les presento esa Pantalla de sueños, en la que tantas y tantos se vieron inmersos.
Al finalizar, el mismo sentimiento que expresé en otro libro análogo, anterior a este que hoy les entrego: Si algo atesoro con infinita nostalgia y amor son los momentos compartidos con la mayoría de estas glorias de Cuba, a las que agradezco su amistad y su cariño, demostrado con esa humildad de los grandes.
Ese recuerdo lo siento vívido en mi memoria, como mañana los artistas que hoy brillan en la pantalla serán la evocación de la generación presente. Por eso, de la motivación que me quema el alma, surgen obras como esta para irradiar un soplo de luz en lo que perdura y no dejar en el destierro del olvido tantas glorias de ayer y de hoy. No podemos vivir del recuerdo, pero desdeñar el pasado esquematiza conocer el presente y, mucho más, fraguar el futuro. Es un deber insoslayable evitar se desconozca, aunque sea en menor medida, la grandeza de esta obra, que nos acompaña día a día, durante setenta años, la que, con escasos recursos, fue capaz de proyectarse para enriquecer el alma, y lo fundamental, reconocer y distinguir a un grupo representativo de sus principales hacedores.
Ellos son los animadores legítimos de nuestra pantalla chica, los que llegan primero y afloran después, para afrontar el acontecer cotidiano de alegrías y tristezas, de frustraciones y victorias, de nostalgias y tenacidad. Los que nunca preguntan el precio y sí ganan todas las batallas con una sola carta de presentación: una apasionada vocación y la gran perseverancia para lograrla.
La Autora
Este libro, que ponemos a disposición de los lectores, no refleja, lamentablemente, todas las imágenes de los protagonistas que, bien ante las cámaras o detrás de ellas, han hecho grande esta obra tan colectiva que es la televisión cubana.
Como homenaje a los setenta años de la prístina señal de televisión en Cuba, para orgullo nuestro, una de las tres primeras junto a México y Brasil en América Latina, y la sexta del mundo, ofrecemos al pueblo amante de la imagen en movimiento este libro, prontuario, que abarca gran parte del quehacer creativo, fundamentalmente en los géneros dramáticos y variados, en los últimos sesenta años. Siento pesar por la imposibilidad de mostrar a tantos personajes anónimos, y también a otros, cuyas imágenes se hacen presentes en la pantalla y no es posible encontrar, lo que, por supuesto, no disminuye, en modo alguno, el cariño y reconocimiento de los cubanos.
La Autora
momentos inolvidables de la historia
En 1963, se había creado el espacio de las Aventuras, con importantes obras de la literatura producidas por la televisión cubana. Y en 1967, dos nombres se unieron, el escritor José Manuel Carballido Rey y el director Antonio Vázquez Gallo, para contribuir a la formación patriótica de la niñez y la juventud a partir del género.
Comienzan a transmitirse Los mambises, con la presencia del héroe cubano y el tratamiento exquisito de nuestras guerras de liberación contra el dominio español. Fueron cuatro series que duraron más de dos años en el aire, de lunes a viernes, a las siete y treinta de la noche, por el Canal 6. Como era entonces, totalmente en vivo. Se intercalaban los exteriores directos al aire.
Escena de Mario Limonta como Nacho Verdecia y Rafael Linares, su padre en la aventura, a su derecha.
Pasaron los años y un día Mario Limonta, el protagonista, rememorando aquel momento, me dijo: «Con los mambises puse a los niños a repetir por las calles: "Viva Cuba Libre"».
Mario Limonta.
Como Los mambises duraron tanto en el aire, la televisión habilitó el horario de las siete de la noche… Por eso a las siete se disfrutaba de Ulises, con Luis Alberto Ramírez, Tupac Amaru con Mario Limonta, o Marco Polo, que protagonizó Rogelio Blaín.
Rogelio Blaín había debutado en Los mambises, en 1968. Y recordando el momento, me contó: «Fue un extra. Fui dije mis tres bocadillos. Y Carballido, el escritor, que iba todos los días, me dijo: "Me gustó lo que hiciste, no voy a eliminar el personaje". Me quedé y así estuve hasta el último capítulo».
Rogelio Blaín.
1868 fue el título de la serie dedicada al Apóstol de Cuba José Martí, en el centenario del inicio de nuestras guerras por la independencia. Esta serie la presentó el Canal 6 de la televisión. La dirección la realizó Pedro Álvarez y Salvador Wood hizo una gran creación al asumir esta caracterización.
Así se presentó Salvador Wood.
El jefe mambí fue una miniserie dedicada a exaltar la figura de uno de los jefes mambises más prominentes, durante las dos guerras por la independencia de Cuba del dominio español, el generalísimo Máximo Gómez Báez. La presencia de un director como Juan Vilar y de José Antonio Rodríguez, como protagonista, habla de la exquisitez de esta entrega televisiva.
En el centro, José Antonio Rodríguez conversa con el director Juan Vilar.
El protagonista atento a las indicaciones que hace el director Juan Vilar, antes de la grabación. A su lado, la actriz Virgen Suárez.
El Mayor. De 1981, original de Enrique Núñez Rodríguez, y dirección de Abel Ponce. Grabada en los escenarios naturales del Camagüey, fue la primera aventura en colores de la televisión, e intervinieron más de mil doscientos jinetes y un helicóptero. Los mayores combates en una aventura en televisión. Fueron sus protagonistas Ramoncito Veloz, como el Mayor Ignacio Agramonte, y Miriam Mier, en su acertada caracterización de Amalia Simoni, secundados por un grupo de valiosos actores de La Habana y de Camagüey.
Ramoncito Veloz, protagonista.
Así lucía Miriam Mier cuando llegó a Camagüey a protagonizar, como Amalia Simoni, la obra El Mayor.
Escena de un combate. El mambí interpretado por Agustín Benítez.
Miguel Ginarte, entrenador y jefe práctico de la caballería mambisa.
Las actrices Yolanda Fonseca del grupo dramático de Radio Cadena Agramonte, a la derecha, y Yolanda Correa del grupo dramático del Sectorial de Cultura.
Enrique Núñez Rodríguez anteriormente había presentado El mambisito, protagonizado por Carlos Gilí, con extraordinario éxito. En esta ocasión Enrique escribió El Mayor en Camagüey. Se hizo acompañar de la asesora Carmen Ferrera y allí se les unió el historiador Gustavo Sed Nieves, factor fundamental en la precisión de datos históricos. Trabajaron un grupo importante de actores y actrices de Radio Cadena Agramonte.
Enrique Núñez Rodríguez, el escritor.
En el centro, sin camisa, el director Abel Ponce dirige el montaje de las escenas en Los Cangilones, pintoresco lugar de la Sierra de Cubitas, Camagüey.
En primer plano, a la izquierda, Patricio Wood. A su alrededor, combatientes chinos como mambises.
Según expresó el actor Patricio Wood, el protagonista, esta aventura se transmitió por el Canal 6 de Cubavisión en 1995 y la dirigió Raúl Pérez Sánchez. Su título fue El dragón mambí, y trató el interesante tema de la presencia china en la guerra de independencia cubana.
Duaba, la odisea del honor, digno docudrama presentado por la televisión en 2013. El tema central fue el regreso a Cuba de un grupo de patriotas comprometidos con el Apóstol José Martí, en Costa Rica. Flor Crombet, Antonio y José Maceo, y otros combatientes enfrentaron el desafío del viaje, y cumplieron. Se iniciaba un momento histórico, eran los albores de la guerra necesaria. Con quince capítulos de veintisiete minutos contó con la dirección de Roly Peña y Lorenzo Peña. El guion fue de Eduardo Vázquez, basado en el libro La expedición del honor, del coronel Hugo Crombet, investigador y nieto del patriota Flor Crombet.
En medio de la manigua oriental conversan Antonio Maceo y Flor Crombet. Caracterizados por el teniente coronel Anrid del Río y el actor Eduardo Rodiles.
Con esta serie se aportaron muchos elementos para ampliar el conocimiento de este segmento de la historia patria, y el sacrificio de los aguerridos patriotas, que tuvieron que enfrentar al enemigo, casi al pisar tierra cubana.
En esta imagen Antonio y José Maceo. Fueron caracterizados por el teniente coronel Anrid del Río y por el actor Eduardo Rodríguez.
La imagen del general Antonio, personificado por el teniente coronel Anrid del Río, señala con su fusil el macizo montañoso que se extiende ante su mirada.
NOVELA CUBANA
Había asomado su rostro a la pantalla desde 1952. Retoma un auge sistemático a partir de la década del sesenta, y se convierte en la tacita de café, el lechón sobre la yagua, o una guayabera. Apareció el espacio Horizontes, con novelas escritas por Aleyda Amaya y dirección en sus primeros años de Jesús, Chucho, Cabrera. También se incorporaron otros directores.
Iniciamos este recuento con un clásico del autor santiaguero José Soler Puig, también llevado al cine, la elogiada novela Bertillón 166. El maestro Soler nos ofreció una profunda mirada al Santiago de Cuba durante la lucha clandestina en la ciudad, en los finales de la década del cincuenta. La dirección de Jesús Cabrera. Uno de los personajes fundamentales fue Alfredo Perojo.
A la izquierda, Alfredo Perojo, el revolucionario, ante dos esbirros de la tiranía, interpretados por José Antonio Espinosa y Raúl Xiques.
Entre los títulos iniciales de la década del sesenta, Defendiendo la vida, con el tema de los problemas que presentaba la salud pública en ese tiempo.
De derecha a izquierda, Carlos Gilí, Gladys Zurbano y Obelia Blanco.
De izquierda a derecha, una enfermera conversa con Maribel Rodríguez.
Horizontes también nos trajo en aquellos años iniciales, Cajizote, escrita por Aleyda Amaya y con dirección de Jesús Cabrera.
De izquierda a derecha, Max Beltrán, Armando Bianchi, José Antonio Espinosa y Bernardito Menéndez. No se logró establecer la identidad del actor de la derecha.
Con la firma de Aleyda Amaya y dirección de Jesús Cabrera, se transmitió Nuestras enfermeras, como homenaje a este sector de la salud pública que se ampliaba en estos años de la década del sesenta. Con los papeles protagónicos de Odalys Fuentes y Miguel Navarro.
De frente, Odalys Fuentes imparte clases a sus alumnas de enfermería.
Esta obra fue la segunda novela presentada en el espacio Horizontes. Escrita por Aleyda Amaya y dirigida por Jesús Cabrera.
Aurora Pita y Frank Negro fueron los protagonistas junto a Odalys Fuentes y Julito Martínez.
Otra de las novelas que se presentó en Horizontes, fue escrita por Aleyda Amaya y tuvo la dirección de Severino Puentes. Reunió en la pantalla a Fela Jar, María Marques y Miriam Mier.
Así aparecen en esta fotografía, de izquierda a derecha.
Del espacio Horizontes, también de la década del sesenta fue esta novela, libretos originales de Aleyda Amaya y dirección de Jesús Carera. El tema campesino de la época. Contó entre sus intérpretes con actores como José Antonio Insua, Josefina Henríquez y Luis Rielo.
Sentado, José Antonio Insua; a su lado, Josefina Henríquez, frente a ellos, Luis Rielo.
De estos años primeros es el Horizontes, que nos presentó el título Mi hijo Raúl, también escrito por Aleyda Amaya y dirigido por Jesús, Chucho, Cabrera.
De izquierda a derecha, Bertina Acevedo, Alden Knight, José Antonio Espinosa y Elvira Cervera.
Esta novela fue presentada en el espacio Horizontes en 1970. Original de Aleyda Amaya. No se pudieron localizar otros datos, pero por la importancia de las imágenes, merecen un lugar en este compendio.
Con Verónica Lynn, otra de las reconocidas actrices de la televisión, Josefina Henríquez.
En esta fotografía, dos de sus principales intérpretes, Verónica Lynn y Mary Díaz.
Cecilia Valdés. La inolvidable novela de Cirilo Villaverde fue la selección de los directores Carlos Piñeiro y Raúl Pérez Sánchez. Se transmitió en 1975.
A la izquierda, Obelia Blanco y Miguel Navarro, como Cecilia y Leonardo. A su lado, Cristina Lacret, que hizo el papel de Nemesia.
En 1964, en el espacio Horizontes, el director Silvano Suárez presentó la adaptación de Cecilia Valdés. Los personajes protagónicos de Odalys Fuentes y Germán Barrios como Cecilia Valdés y Leonardo Gamboa. Compartieron la escena, entre otros, Verónica Lynn como Isabel Ilincheta, Mario Limonta hizo el personaje de Pimienta, y Diana Rosa Suárez fue la hermana de Leonardo.
En esta puesta en escena, Conchita García asumió el papel de Dolores.
El director Juan Vilar llevó a pantalla del Canal 6 dos novelas inolvidables. En 1978, El tiempo joven no muere, escrita por Eliseo Altunaga, que trataba la participación de la juventud en la lucha contra la dictadura de Batista, en la ciudad de La Habana. Luis Alberto García e Isabel Santos encabezaron al grupo de jóvenes, entre ellos, Jorge Martínez, Beatriz Valdés, Miriam Mier, Raquel González y Cristina Obín.
Salvador Wood como un alto oficial de la policía secreta del dictador Batista.
En 1980, regresó Juan Vilar con el título