La magia de la creación - Josefa Bracero Torres - E-Book

La magia de la creación E-Book

Josefa Bracero Torres

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Beschreibung

La fundamentación de ese concepto tan importante, la radio tiene una magia especial, es una selección de familias que, dedicadas al arte y sobre todo su desarrollo en la radio, han sido baluartes de la cultura cubana.

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Edición y corrección:

Georgina Pérez Palmés

 

Diseño interior, cubierta y composición:

Seidel González Vázquez (6del)

 

Epub:

Valentín Frómeta de la Rosa y Ana Irma Gómez Ferral

 

© Sobre la presente edición:

© Josefa Bracero Torres, 2022

 

Ediciones enVivo, 2023

ISBN: 9789597268352

 

INSTITUTO CUBANO DE RADIO Y TELEVISIÓN

Ediciones enVivo

Edificio N, piso 6, calle N, no. 266, entre 21 y 23

Vedado,Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba

CP 10400

 

[email protected]

www.envivo.icrt.cu

https://www.icrt.gob.cu/tv/

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Legales
Dedicatoria
AGRADECIMIENTOS
PRELUDIO
PRÓLOGO
PRESENTACIÓN
FAMILIAS SOBRESALIENTES DE LA RADIO CUBANA
José Antonio Alonso y Xiomara Fernández
Alex Álvarez y Teresita Rúa
Pedro Álvarez y Verónica Lynn
Ibrahim Aput y Magaly Alou
César Arredondo y Eva Álvarez
Margarita Balboa y Jesús Cabrera
Rogelio Castillo y familia
Nilda Collado y Erdwin Fernández
Orieta Cordeiro y Héctor Armas Duque
Manolo de la Rosa y Malena Negrín
Eduardo Egea y Mirta Muñiz
Gladys Goizueta Simal
Celina González y familia
Inocente Iznaga y Marthica Morejón
Mario Limonta y Aurora Basnuevo
Eddy Martin y María de los Ángeles González
José Martínez y Loly Abin
Carlos Más y Mérida Aragón
Ofelita Núñez e hijos
Manolo Ortega y Hortensia Soto
Antonio y Argelia Pera
Amaury Pérez y Consuelito Vidal
Iván y Héctor Pérez
Rolando Rodríguez Frenes y familia
Rosillo Heredia y familia
Arquímedes Romo y familia
María Teresa Valdés y Franklin Reinioso
Marta Velasco y familia
Ramón Veloz y Coralia Fernández
Salvador Wood y Yolanda y Carmen Pujols
POSDATA
REMEMBRANZAS
BIBLIOGRAFÍA
SOBRE LA AUTORA

A mi compañero inolvidable, apasionado radialista,

quien me estimula para que abrace la profesión de

los sueños juveniles, a la cual me entrego con amor

durante más de cincuenta años.

A los queridos artistas, especialistas, técnicos, trabajadores todos, a los presentes y los ausentes, que me acogen,

brindan su sincero cariño, dentro de esta gran familia,

y me hacen parte del rostro hermoso de la palabra eterna.

Ustedes son de esos seres divinos que tengo la dicha

de encontrar en el largo camino de mi vida. Por eso,

escojo estas palabras, que responden a un pensamiento

anónimo, y dicen lo que siento: «Existen personas que

nos inspiran, otras que nos enseñan algo, y aquellas que,

simplemente, sin pedir permiso, tocan nuestra alma».

A ellas dedico esta obra con amor porque, al decir de

George Sand: «El recuerdo es el perfume del alma».

AGRADECIMIENTOS

A todos esos amigos que abren el baúl de los recuerdos para contarme el mágico recorrido de sus vidas, inmersas en el arte, en especial la radio.

A la doctora Norma Gálvez Periut, directora de la Editorial EnVivo y su equipo, que creen en este proyecto y lo entregan a dos excelentes especialistas, la editoria Georgina Pérez Palmés y el diseñador Seidel González Vázquez.

A los prestigiosos profesionales, el locutor César Arredondo, la periodista Eva Álvarez, y la primera actriz Teresita Rúa, que ofrecen valiosas apreciaciones.

La Autora

PRELUDIO

Cien años. El rostro hermosode la palabra eterna

Mis primeras memorias semejan un cuento infantil, que relata mi padre. Eso sí, de un hada real, por su dramatismo final. Me dice quelos más antiguos recuerdos son aquellos ruidos infernales de los incipientes radios, conocidos como de galena. Pero gracias a esos pequeños artefactos, en 1932, en la bodega más cercana, puede escuchar, en medio de tales sonidos, las primicias acerca de la peligrosidad de un ciclón que se acerca a las costas de su provincia, Camagüey, el que, finalmente, el 9 de noviembre del propio año, causa la masacre más grande que un fenómeno atmosférico ocasiona en el país; lo devora todo, muy pocos fueron los sobrevivientes del que es entonces poblado costero de Santa Cruz del Sur.

Se me ocurre decir, para comenzar mis evocaciones más vívidas: Érase una vez aquellas voces que no se sabe de dónde llegan, pero que se sienten muy cerca, como algo que nos rodea y esclaviza. La familia suspira. Silencio total, solo ellos hablan. Para los más pequeños son como voces angelicales que nos susurran al oído tantas cosas desconocidas. Pero, ¿qué sería aquello de: «Ábranse las páginas sonoras de La novela del aire»? ¿O que un señor llamado Rafael del Junco se pasara tres meses sin querer hablar? En mi casa todo el mundo se mantiene alerta como el que está al lado de un ser querido muy enfermo. Qué maravilla esa que hace olvidar a la gente sus propios problemas.

Y surge la curiosidad infantil. ¿Cómo llegan esas voces a la caja cuadrada, que en mi casa llaman radio, y el que, gracias a la tecnología, ya supera la etapa de los de galena? ¿Qué magia es aquella? ¿Cómo son esas personas: bonitas, feas? Lo cierto es que comenzamos a conocerlas por la voz, nos enamoramos de aquellas voces bien timbradas, muchas preciosas, y se produce el hechizo. Para mí, hasta 1952, cuando llega la televisión a Camagüey, son los queridos rostros de la fantasía. Tengo que confesar que, en la mayoría de los casos, se reafirma la admiración, pero en algunos se rompe el hechizo. El príncipe azul desaparece. Pero queda su voz. Y ahí está uno de sus grandes méritos: la imaginación. Lo que reafirma el concepto de que la radio es el medio más difícil de dominar, pues su magisterio depende de la voz. De ahí los requisitos para esa profesión fundadora imprescindible, insustituible: locutor o locutora.

Y aunque parezca una contradicción, hay que añadir, a las ventajas de la radio, la imagen que no posee, para tener todas las mañanas, al escuchar las noticias, el derecho de interpretar por nosotros mismos los acontecimientos del mundo.

La radio fue mucho más, se convierte en una extensión de la familia, y aquellas voces a distancia, sin quererlo, nos hacen parte del conflicto radial, y diariamente nos deja el deseo que la visita se repita al día siguiente.

Por todo ello, prefiero hablar de la radio como la siento, cuando apenas tengo uso de razón, y se convierte en mi mundo cognoscitivo, más allá de la flora y la fauna del campo cubano de mi niñez, el barrio humilde de la adolescencia y la capital provincial de la juventud. Mis queridos e inolvidables entornos.

Pasan los años y las voces, la música, los ruidos y los silencios me llevan de la mano y me conducen por tramas y por subtramas. Imagino, siento y veo los rostros a través de aquellos aparatos grandes, alrededor de los cuales la familia aguarda la llegada de María Valero y Ernesto Galindo, encargados de «abrir las páginas sonoras de La novela del aire, para traernos la emoción y el romance de un nuevo capítulo».

Creaciones que ilustran nombres que quedan para siempre en la memoria: Félix B. Caignet, Dora Alonso, Félix Pita Rodríguez, José Ángel Buesa, Alejo Carpentier, Marcos Behmaras, Iris Dávila, Onelio Jorge Cardoso, Antonio Castells, Enrique Núñez Rodríguez, Castor Vispo, Caridad Bravo Adams, Hilda Morales de Allouis, Delia Fiallo, Inés Rodena, Aleyda Amaya...

Imposible que puedan pasar por mi vida sin saber que pasaron. Cómo no recordar los ya clásicos radiales Chan Li Po,El derecho de nacer, Divorciadas, Leonardo Moncada, La tremenda corte, Los tres Villalobos, Chicharito y Sopeira, Rafles, Doña Bárbara, Entre monte y cielo y Rancho luna, entre otros espacios y programas. O la cita dominical obligada ante los grandes teatros de la CMQ, que me traen, entre impulsos, celos, ambición y duda, toda la fuerza presente en la obra de Shakespeare.

Por este medio tengo el primer contacto con la poesía de sorprendente lirismo de Federico García Lorca. Junto a ella llegan los dramas y comedias que, desde el tiempo más temprano, me hacen apreciar la fuerza dramática de Bodas de sangre y la pintura costumbrista de La casa de Bernarda Alba.

En cuanto a la novelística universal, la radio, con su magia inigualable, llama la atención hacia las grandes obras de la literatura y enseña a estimar la robustez en la inspiración de Blasco Ibáñez; la fecundidad de Miguel de Unamuno; a la vez que me conduce por los bravos llanos venezolanos de la mano de Rómulo Gallegos. Emily Bronté llama mi atención hacia las Cumbres borrascosas. Mientras, Balzac me revela el realismo que recrea a la Francia de la primera mitad del siglo xix.

Por ese aparatico maravilloso supe de Sindo Garay, Manuel Corona, María Teresa Vera, Rita Montaner y Bola de Nieve, Ernesto Lecuona, y Esther Borja, los tríos de Miguel Matamoros y de Servando Díaz, Barbarito Diez y Paulina Álvarez, Isolina Carrillo, Benny Moré, la Orquesta Aragón, Tito Gómez y la Riverside, el Conjunto Casino y las Hermanas Lago… Ejemplos que enriquecen el pentagrama y afianzan el sentido de identidad, cuando me dicen que El manisero yEl bodeguero caminan por la Vereda tropical bajo la fulgente Luna cienfueguera en una Noche azul y Longina pasea la luz ardiente de sus ojos Aquella tarde, para recrear la belleza de su mirada soñadora.

Por entonces, Antonio Machín deleita con elevados matices las Dos gardenias que le entrega Isolina Carrillo, para dejar una huella de fragancia y amor en el pentagrama universal, al que Gonzalo Roig le ofrece su Quiéreme mucho, Joseíto Fernández multiplica las voces por el mundo que difunden los versos del Apóstol con su Guantanamera y Jorge González Allué le obsequia al guajiro enamorado su Amorosa guajira.

José Antonio Méndez y César Portillo de la Luz anuncian que el feeling trasciende su época para permanecer Contigo en la distancia, mientras Piloto y Vera se preparan para producir su Añorado encuentro. Enrique Jorrín, con el sonido de la Orquesta América, hace de Prado y Neptuno la esquina más famosa de La Habana, y el mambo le da la mano al chachachá para imponerse al rock and roll y convertirse en los bailes más populares de mi tiempo joven.

El tono y el timbre musical en estos años lo complementan otras voces y ritmos. Conchita Piquer, Pedro Vargas y Toña la Negra, Hugo del Carril, Libertad Lamarque, Juan Arbizu, Jorge Negrete y Pedro Infante, Lola la Faraona, Frank Sinatra, Nat King Cole y Elvis Presley son algunas de las figuras más prominentes en la escena musical internacional. De igual forma, Chopin, Beethoven y Mozart me ponen en contacto con la música de todos los tiempos y los valses de Strauss me llevan a recorrer Los bosques de Viena y a navegar por El danubio azul.

Después de cien años, este vínculo radio y familia aún subsiste de variadas formas, y su conceptualización es mayor, porque la radio en sí es una Gran Familia, que tiene entre sus descendientes a cada colectivo de un programa, donde sus hacedores trabajan unidos, horas y más horas, en pos de la exquisitez de su obra.

Y de la sucesión de estos árboles genealógicos llegan los herederos que, en el devenir histórico, se consagran a impulsar el desarrollo de este medio maravilloso, la radio cubana.

Pero la familia de cada emisora necesita reconocerse con todas las que emergen a lo largo de la isla, y en 1979, con Nivaldo Herrera como presidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión, surge el Festival Nacional de la Radio, con un concurso que examina obras de todo el país. Más allá de los premios, reúne cada año una representación de creadores de estas familias. Talleres, conferencias, ponencias, intercambio.

Principales logros: el concepto de Gran Familia, valoración del talento sin distinción geográfica, las emisoras del interior dejan atrás los guiones de notas y música para proyectar una programación de mayor complejidad. De ahí que, a partir de 1985, la sede del festival la ganan emisoras provinciales. Se producen encuentros entre artistas y barrios. También los participantes le dan un beso a la historia, al visitar el lugar de la Comandancia Rebelde en la Sierra, Yara, Jimaguayú, Santa Ifigenia, el Moncada, el Monumento al Che, Playitas, el Escambray. En La Habana levantan campamento en la recogida de papas, en 1992, en San Antonio de los Baños.

Pero el festival que surge en 1979 desaparece en la segunda década del siglo xxi, como una ola, espero que esa ola lo devuelva a casa, porque la radio lo necesita.

Al mirar en retrospectiva el camino recorrido, desde el 22 de

agosto de 1922 hasta el presente, mi admiración es cada vez mayor al recordar a los primeros quijotes, que en nuestro país trabajan afanosamente desde antes de la década del veinte por dotar a Cuba del maravilloso invento.

Son muchos los radioaficionados, entre ellos Manolín Álvarez, el querido asturiano que afianza sus raíces en Cuba, y logra, allá en Caibarién, ser de los primeros en salir al aire y mantenerse unos días a prueba. Entre otros, debemos mencionar a Oscar Astudillo, Humberto Giquel, Sáenz de Calahorra, Frank Jones y, por supuesto, al músico mambí Luis Casas Romero y su hijo Luis Casas Rodríguez, los que, en Cuba, ponen en antena la primera señal de radio, de forma continuada, la 2LC, en la calle Ánimas 457 entre Manrique y San Nicolás, en Ciudad de La Habana.

Desde esta emisora, se transmite el primer parte meteorológico, el primer noticiero, números musicales y programas infantiles en La Habana y también surge allí la primera mujer locutora de Iberoamérica, Zoila Casas Rodríguez. Está en el aire hasta 1928 y ya, en 1933, Luis Casas Romero inaugura la COC, primera emisora de Onda Corta en Cuba. Emisora que el pueblo comienza a llamar la COCO.

Más tarde, en la fecha patria del 10 de octubre de 1922, se funda la PWX, de la Cuban Telephone Company, y a pesar del discurso en inglés, pronunciado por el entonces presidente del país, Alfredo Zayas Alfonso, que dirige al pueblo de los Estados Unidos, no puede negarse que es una emisora con todos los adelantos técnicos

de la época. En el acto inaugural de la misma, que se reconoce como la fundación de la radio oficial de Cuba, se brinda un espectáculo cultural, con la Orquesta del Estado Mayor del Ejército, que dirige el teniente Luis Casas Romero, subdirector de esta agrupación y, entre otras, se deja escuchar la voz inigualable de la entonces jovencita Rita Montaner, cantando, de José Mauri, Rosas y violetas, y Presentimiento, de Eduardo Sánchez de Fuentes.

No puedo concebir un mundo sin la radio, que sobrevive a pesar de tantos peligros pasados y que le acechan, retos que ella sabe afrontar en cada momento. Desde la radio galena hasta el último modelo digital. Desde la a veces ruidosa línea telefónica hasta el radioenlace por frecuencia modulada y por satélite. Desde el sonido monofónico hasta el estereofónico. Desde el tocadiscos de setenta y ocho revoluciones hasta la última computadora que sale al mercado. Desde la radio analógica hasta la radio digital.

Tenemos a Internet invadiéndolo todo. Nuevos adelantos científicos llegan, pero la radio continúa especializándose, sin dejarse remplazar, para compartir el ciberespacio, cuando inserta su imagen auditiva y su palabra escrita en la red de redes y convierte una pequeña emisora en una gran cadena internacional que no precisa de potentes transmisores.

Un día, la radio se viste de transistor y sale a pasear orgullosa para llegar al taller, a la fábrica, a la oficina, al surco, al barco, al auto, al parque. A través de las formas más simples o en sus conspicuas variedades, porta un mensaje gratificador para hacer a nuestras gentes más cultas, más educadas, más optimistas y mejor informadas. Se convierte en el derecho de las personas a ser acompañadas y también a que se respete su intimidad y sus preferencias. Nadie puede sustituirla, porque puede llegar hasta el lugar más intrincado, atravesando montes y selvas, muros y montañas, con la mayor inmediatez, y porque está al alcance de los más poderosos, pero también de la gran masa de los desposeídos de este mundo.

Palabras, música, efectos, silencios... los cuatro componentes básicos, en arte combinativo, se desarrollan en Cuba durante cien años. Primero, al servicio de la radio comercial que nos deja una herencia típica de pobre alcance, que solo llega a un cincuenta por ciento del territorio nacional. Hace ya mucho que nuestra cobertura cubre totalmente el país con radioemisoras nacionales, provinciales y municipales y un servicio internacional, Radio Habana Cuba, que emite en nueve idiomas para todo el mundo, y que de hecho se convierte, además, en la Internet de los pobres de la tierra.

La infraestructura existente es instrumento auxiliar portadora de contenidos culturales, informativos, educacionales, y de entretenimiento en una gama que abarca los intereses de niños, jóvenes y adultos y que se sectorializa para gratificar apetencias de mujeres y hombres, de obreros, campesinos y profesionales, de estudiantes y de personas de la tercera edad. Historia, cultura, tradiciones, costumbres, acontecer nacional e internacional, educación para todas las edades, conforman un espectro temático que, consecuente con las aspiraciones y los empeños de nuestra sociedad, brega en pos de la aspiración de convertir a nuestro pueblo en el más culto del mundo.

La radio cubana contribuye de múltiples maneras al desarrollo del país y dentro de tal ámbito destacan sus aportes a la consolidación de sistemas de salud, de educación, de formación patriótica e internacionalista, del desarrollo del deporte, de la extensión cultural y de la orientación social.

Un timbre de orgullo de este medio en Cuba salta de inmediato en la mente de la audiencia y es que en sus cien años de existencia el sonido de la radio ha dejado huellas profundas en su público, a la vez que proyecta el sentimiento patrio y la solidaridad humana en cualquier punto de la geografía. En el quehacer de la radio emerge, el pensamiento martiano de que «Patria es Humanidad».

No han sido pocos los obstáculos a salvar para producir cambios infraestructurales a partir de una tecnología obsoleta, sin posibilidades de reposición, porque a Cuba se cierran esas vías con la implantación de un férreo bloqueo económico de procedencia estadounidense, que comienza en los albores de la Revolución cubana. Más tarde, la caída del campo socialista quiebra sin previo aviso el desarrollo que se logra, para ubicar la radio cubana entre las mejores dotadas de América Latina.

La inteligencia, la experiencia, la capacidad y la inventiva de nuestros técnicos y creadores, a ratos apoyada por la solidaridad internacional y, sobre todo, la valoración del estado revolucionario, permiten la continuidad sin quiebras de este medio que proyecta su hacer en correspondencia con los avances tecnológicos de los tiempos nuevos.

Muestra de ello es que el 16 de agosto de 2001, de visita en la radio alemana, puedo monitorear todas las cadenas nacionales de Cuba y Radio Habana Cuba, y el sonido llega nítido como si estuviera en los estudios en La Habana. Y es que el 13 de agosto se inserta su audio real en Internet. Guardo con mucho cariño el disco con estos audios que me obsequian, el que es historia.

Suerte que he tenido de vivir mi infancia y adolescencia como radioescucha y poder asistir al nacimiento de la radio nueva y caminar con ella para disfrutar del profundo proceso de transformaciones hasta nuestros días.

En estos cien años es necesario subrayar el significado de Radio Rebelde desde el corazón de la Sierra Maestra, a partir del 24 de febrero de 1958, y sus filiales en todos los frentes en Cuba, El Indio Azul en Venezuela y otros radialistas que se unen a la Cadena de la Libertad. Treinta y seis años después, en 1994, en diálogo con fundadores y trabajadores, en el Estudio 2 de Radiocentro, el Comandante en Jefe, Fidel, expresa: «Radio Rebelde se convierte en la principal arma política de la Revolución», y la cataloga como un elemento estratégico, al subrayar: «Si no ganabas la batalla política, no podías ganar la militar».

El sonido de la radio cubana está presente en cada trinchera de nuestros jóvenes internacionalistas en Angola, para llevarles informaciones y música de Cuba. Igual sucede en Etiopía.

El 24 de diciembre de 2000, Radio Habana Cuba se encadena con el programa Aló, presidente, para ampliar su cobertura, en ese momento, hacia el mundo. El programa inaugural se efectúa en Guarumito, municipio de Ayacucho en el Estado del Táchira.

El 11 de mayo de 2002, Radio Rebelde, como planta matriz, junto a otras cadenas, atraviesan muros de alta seguridad para llevarles cada domingo, Una luz en lo oscuro, a los cinco héroes prisioneros del imperio. Con el programa viaja el aliento de la patria, con su música, informaciones y la palabra de sus familiares.

Muchas anécdotas hacen nido en el cofre de mi memoria, unas por ser testigo, otras por testimonios de sus protagonistas o por las reseñas que encuentro en libros, revistas, anuarios, folletos y periódicos.

Una generación viene y otra generación va. Tremenda responsabilidad la de llegar y avanzar, sin el derecho a equivocarse, porque la palabra rescatar ya no cabe en el diccionario de la historia. Por eso, siempre, la generación que llegue, tendrá el compromiso, ante la obra que le han entregado, de preservar sus valores y desarrollarla con ingenio; cuidar con esmero su identidad, sentido de pertenencia y al principal protagonista: los hombres y mujeres que se forman como profesionales para hacer el mejor sistema radial de América. Confío en la invitación que nos lleva a decir todos los días: Silencio, se habla... porque la radio mantiene inmarchitable el rostro hermoso de la palabra eterna.

La Autora

PRÓLOGO

Cuba fue una de las pioneras en América Latina en desarrollar la radio y, después, la televisión. La primera emisora en el territorio nacional fue la 2LC de Luis Casas Romero, y su primera transmisión, el 22 de agosto de 1922. El 10 de octubre de ese mismo año, se inaugura la PWX, de la Cuban Telephone Company, considerada oficialmente como el inicio de la radiodifusión en la isla. El discurso inaugural fue de Alfredo Zayas, el entonces presidente de la República.

La radio cubana se acerca ya, por tanto, a su primer centenario, y a lo largo de los años han estado presentes en ella infinidad de personas desde sus saberes y su vida profesional.

Identificar a algunos de sus exponentes, investigar, indagar sobre sus vivencias y recuerdos requiere de una labor minuciosa, dedicada, como la realizada por Josefa Bracero Torres, autora de este libro, quien, desde muy joven, se inició como locutora, periodista, luego realizadora, guionista y directora de programas; luego, después directora de la radio en Camagüey, su provincia natal, y durante más de diecinueveaños, como vicepresidenta del Instituto Cubano de Radio y Televisión.

Su amplio conocimiento del medio le ha permitido publicar la zaga en tres tomos de Rostros que se escuchan,Mujeres locutoras en Cuba, Silencio... se habla, María Valero, detrás de un rostro, una voz… Libros en los que, como en este, hace gala de su dominio del tema radial.

Aquí se habla de cómo en este medio se fueron tejiendo lazos familiares, generados, en unos casos, por el amor, y en otros, por la continuidad de padres a hijos y nietos. Son nombres inseparables en el espectro radial cubano, continuidad de una generación.

Ante el lector interesado aparecen, entre otros, nombres conocidos y respetados: José Antonio Alonso y La Corte Suprema del Arte, donde debuta Xiomara Fernández con la poesía La plegaria del huérfano pobre. Cuenta ella que fue el propio Alonso quien le puso la X a su nombre; Pedro Álvarez y Verónica Lynn, unidos por el amor y el arte por treinta años; Alex Álvarez y Teresita Rúa, quien ante la pregunta de qué significaba para ella la radio, respondió: «Magia. Tiene un encanto y atractivo únicos. Con pocos recursos logras resultados sorprendentes, en los que se unen la técnica y el vuelo creativo, dando paso a la más fina fantasía creadora para regalar al oyente la posibilidad de tener un universo».

Aparecen los testimonios de José Martínez Estévez, a quien la autora califica «de talento desbordado»; de Carlos Más, que siguió los pasos de su padre Carlos Felipe Fernández Más, el Simplicioque tanto el pueblo recuerda; de nuestra Ofelita Núñez, figura relevante de la radio, la televisión, el teatro, el cine y la continuidad en sus hijos Alejandro y César; de Manolo Ortega, cuyo nombre pudiera escribirse con letras de oro, por su profesionalidad y ejemplo personal y su Hortensia Soto, Estrellita, la dulce voz de los programas infantiles, unidos en el amor por más de medio siglo.

Se suman las vivencias contadas por Antonio Pera y de la continuidad en sus hijas; de la inolvidable Consuelito Vidal y de la familia creada junto a Amaury Pérez García, y de la entrañable amistad de Consuelito con Germán Pinelli.

Engrosan este valioso listado Iván y Héctor Pérez Ramírez, aunque no gemelos por nacimiento, sí fuertemente unidos por profesión y la continuidad en Martha Rosa, la hija de Héctor; Arquímedes Romo, exponente por excelencia de la locución avileña, apegado siempre a su natal Morón, para quien las emisoras municipales constituyen una gran escuela, cuyos pasos siguió su hijo Andy, con méritos personales y profesionales propios, desaparecido prematuramente, pero que hoy tiene continuidad en sus hijos Andy Junior y Marlon Alejandro.

Martina González García, conocida por su pueblo como Marta Velasco, que llegó a la radio cuando apenas tenía diez años, en un programa infantil. Siempre en los estudios de Radio Progreso y con la continuidad en su hija Maricela Rodríguez Velasco.

María Teresa Valdés Sosa, una de las figuras imprescindibles de la radio en Villa Clara, y el reconocido locutor Franklin Reinoso, seguidos por su hija, también periodista.

La historia del niño que guiado por un sueño se proyecta desde Becerra, en Santa Cruz del Sur, hasta llegar a La Rampa. En Radio Liberación comparte el micrófono con otra inmensa profesional de la voz, la inolvidable Gladys Goizueta. Y en 1984, Juanito Hernández, el director de Radio Rebelde les dice a los locutores: «El ritmo y el tono de Radio Rebelde es el de César Arredondo».

La familia Veloz, querida y admirada por el pueblo cubano, y con raíces en la radio cubana de padres, hijos y nietos y otra estirpe de artistas surgida de la unión de Salvador Wood —un día llamado Leonardo Robles—y Yolanda Pujols, con sus vidas pegadas al arte y a la radio.

Forman parte de esas familias, con una vida vinculada a la radio, la de Orieta y Armas Duque, transcurrida entre poemas y libretos; la del inolvidable Trompoloco, encarnado porErdwin Fernández, y Nilda Collado y la continuidad en sus hijos; la de Manolo de la Rosa y su esposa, cuya hija, Yanela, siguió la tradición; la de Eduardo Egea, quien regaló a los oyentes el entrañable personaje de Leonardo Moncada; la de Rolando Rodríguez Frenes, también raíz de una familia radial

Honran la historia de este medio nuestra inolvidable Celina González, la Reina de laMúsica Campesina, y la continuidad que supo sembrar; Mario Limonta y Aurora Basnuevo, siempre en el corazón del pueblo; la de Eddy Martin, con una labor de excelencia en la narración deportiva, que se desempeñó en infinidad de eventos nacionales e internacionales; la de Ibrahim Aput, ese locutor de dicción perfecta; la de Margarita Balboa, mujer de voz inolvidable; la de Rogelio Castillo, de prodigiosa imaginación, que convirtió sueños en realidades.

Prestigia este libro la referencia a un locutor que surge en la entonces pequeña emisora de La Maya, en Santiago de Cuba, pero con el ansia infinita de llegar un día a la Onda de la Alegría. El que durante cincuenta años comparte la sobremesa de los cubanos para anunciarnos: «Aquí, Radio Progreso presentando Alegrías de sobremesa».

Familias que han ocupado un lugar inolvidable en la radio cubana, ese medio de comunicación que abrió horizontes a quienes se reunían para escuchar información, música, programas dramáticos o humorísticos, para hacer volar la imaginación, identificar voces, a las que ponían rostros, acercarse a realidades conocidas o no, tejer sueños.

Fue a través de la radio que en los difíciles tiempos de la lucha revolucionaria llegaba el mensaje, desde el corazón de la Sierra Maestra, a través de la voz de quienes, desde la dura lucha guerrillera, forjaban un futuro limpio y claro para la patria, que alimentaba las esperanzas de una Cuba mejor.

Con el triunfo y avance de la Revolución se produce en el papel de la radio cubana un cambio profundamente transformador. Se multiplican, a lo largo y ancho del archipiélago, las emisoras, de carácter provincial y municipal, se introducen nuevas tecnologías, lo que ha requerido enormes esfuerzos por la incidencia del férreo bloqueo que, durante más de sesenta años, ha aplicado y aplica el gobierno de los Estados Unidos contra Cuba, en todos los órdenes, y también en la radiodifusión.

Empeño permanente ha sido la búsqueda de la calidad en cada emisora. Objetivo en el que jugó un importante papel, a partir de 1979, el Festival Nacional de la Radio que significó el estímulo a programas especializados en numerosos géneros, desató una verdadera oleada de ingeniosidad, de estímulo al talento en todo el sistema radial del país y propició la labor mancomunada de quienes, trabajando en equipo, se sentían motivados a crear, a ofrecer lo mejor de sí.

Aquellos festivales se convirtieron en una motivación a la capacidad creadora en cualquier lugar de la isla, y en confrontación de saberes evaluados por jurados nacionales, integrados por prestigiosas y reconocidas personalidades del medio y del arte. Fue evidente su incidencia en la diversificación de la programación, en el surgimiento de documentales radiales, en el perfeccionamiento de proyectos, lo que, como nos explica la autora, consolidó, a lo largo y ancho del país, un sentido de identidad, de pertenencia, de los diversos colectivos creativos y técnicos y se fue conformando la familia de cada emisora, parte inseparable de la Gran Familia de la radio cubana como concepto. Así lo enfatiza quien pone a nuestra disposición el presente texto.

Olga Rosa Gómez Cortés

PRESENTACIÓN

En el año 2022 la radio de Cuba, una de las tres primeras de Latinoamérica, ese maravilloso medio que con su hechizo nos hace soñar y cambia el rumbo de nuestras vidas, arriba a sus primeros cien años.

El majestuoso acontecimiento del siglo desde sus comienzos y después, mantiene a cientos de personas que, en cada etapa, hacen grandiosos aportes para que marche siempre, al ritmo de las mejores del mundo.

Decenas de estas personas, apasionadas por la radio, se conocen, simpatizan y se enamoran, cobijadas por el micrófono RCA-44 a la usanza en varias décadas. Y el amor los une, y las pequeñas familias enriquecen la Gran Familia de cada emisora.

Este intento literario trata de rendir merecido reconocimiento, a través de una apretada síntesis representativa, a todas las familias radialistas del país, que con su ejecutoria ejemplar hacen herederos a hijos y nietos del amor apasionado hacia este medio insustituible.

En obra análoga se muestra una representación de fundadores, pilares y precursores de la radio cubana. Entre ellos algunas de las raíces de familias sobresalientes desde los albores de la radio en Cuba, como las de Luis Casas Romero, Enriqueta Sierra, Luis Manuel Martínez Casado, María Valero y Pilar Bermúdez, Germán y Sol Pinelli, y Alberto Luberta.

La Autora

FAMILIAS SOBRESALIENTES DE LA RADIO CUBANA

José Antonio Alonso y Xiomara Fernández

¿A quién se lo va a dedicar? Música, maestro

Es 2 de mayo de 1938. La Corte Suprema del Arte, el afamado programa radial de la CMQ de Monte y Prado, está en la cumbre de la popularidad. Noche a noche, desfilan numerosos aspirantes ante el micrófono que puede consagrarlos rápidamente, siempre bajo la amenaza constante del campanazo reprobatorio. Y esa noche, una muchachita tímida y bella, estudiante de bachillerato del Instituto de La Habana llega a recitar.

¿Realmente se llama Julia Guerra Fernández?

Para que no me conocieran yo dije: Ziomara Fernández, y el Xiomara con X lo inventó José Antonio. A partir de ponerlo yo con X, ya todas las Xiomaras que surgieron, después del año 1939, eran Xiomaras con X.

¿Y qué hace el primer día? ¿Con qué se presenta?

Debuté con una poesía llamada La plegaria del huérfano pobre, de Juan Francisco López, muy sentimental, con ella gané, pero cuando me presenté por segunda vez dije La rumba, de José Zacarías Tallet.

Mi profesora es Judith Martínez Villena, hermana de Rubén, uno de los intelectuales y políticos más brillantes de la década del treinta. También es la esposa de José Zacarías Tallet, talentoso poeta y periodista, autor de La rumba.

Y además de la poesía, ¿cuál es, más tarde, el desarrollo de Xiomara Fernández?

Yo nunca había actuado. Aprendí sobre la marcha. El primer programa se llamaba El suceso del día. Yo era joven y Cambó, uno de los dueños de CMQ, me dijo que me iba a traer una actriz para que aprendiera con ella. Era Sol Pinelli. Y vino Sol, que salvó el programa, y ahí se inició una amistad maravillosa con ella.

Una suerte la de observar a una excelente actriz y directora en ese momento.

En esta primera etapa, hasta 1950, se presenta en los principales programas de la CMQ. Dramas de la guerra, con guion y dirección de nuestro primer novelista Alejo Carpentier y la narración de Marcelo Agudo. En el serial Mister Chan, con libreto de José Ángel Buesa, elenco que encabezan Aníbal de Mar, Miguel Llao, Sol Pinelli y Guillermo de Mancha. También está presente en los episodios de Don Pancracio y Felipito y en Ángeles de la calle, de Félix B. Caignet.

Con el sello autoral de Félix B. Caignet trabaja en un clásico de la radio de Cuba paratodos los tiempos El derecho de nacer, en 1948 y en 1988. ¿Me comenta?

En el primer Derecho de nacer hiceGraciela del Busto, que era un romance que tuvo Albertico Limonta con mi personaje. Y en la segunda versión hice la Sor Elena, lamamáde Albertico Limonta. En la primera canté una canción que Caignet compuso,Ensilencio, que me la acompañó a la guitarra el queridísimo Eduardo Saborit.

Solo una muestra como actriz donde se encuentran Divorciadas, que escribe Iris Dávila y dirige Mario Martínez Casado. La novela Pilón, con guion de Félix Pita Rodríguez y Oscar Luis López en la dirección, La novela de las tres, con libretos de Héctor Quintero y dirección de Julio Lot. El destino está en tus manos, del escritor Gaspar Arias. Raffles, de José Ángel Buesa. Teatro CMQ y El alma de las cosas, de Juan Herbello. Los cuatro últimos programas con dirección de Sol Pinelli.

Entre los grandes espacios que tienen a Xiomara Fernández como animadora está De fiesta con Bacardí.¿Qué recuerda acerca de los artistas que presenta?

Los recuerdo a todos. Pedro Vargas, el trío Los Panchos y Los Calavera, Jorge Negrete, Jorge Mistral, José Mojica, Pedro Infante, que lo adoraba, Tito Guizar, Imperio Argentina, Josephine Baker...

A partir de 1960, continúo en El gran teatro del domingo, Leonardo Moncada que escribe Enrique Núñez Rodríguez y protagoniza Eduardo Egea, Lo que el río arrastra con libretos de Ely Méndez García y La novela nueva, ambas con dirección de Oscar Luis López en CMQ. Después, en Radio Progreso y Radio Rebelde, trabajo en El teatro de las nueve, El cuento diario, La novela de las once que dirige Reinaldo Miravalles, La capitana de la aurora que escribe Pedro Urbezo y protagoniza Gina Cabrera, secundada por magníficos actores como Luis ManuelMartínez Casado. En cuanto a los musicales, intervine recitando en Caravana con la animación de Manolo Ribeiro y Cepero Brito, lo dirige José Antonio Alonso, y en una revista musical estelar, Fiesta a las nueve, que lidera Oscar Luis López y tiene el sketch de Tota y Pepe, de Alberto Luberta, con Maritza Rosales y Manolín Álvarez.

Decenas de programas como actriz y animadora en televisión cuentan con su talento. Entre los que recuerda con mucho cariño, Diviértase con Gravi, que anima José Antonio Alonso y dirige Roberto Garriga, yLa Corte Suprema en la televisión o, lo que es igual, El programa de José Antonio Alonso. ¿Siempre trabaja en CMQ Radio y Televisión?