Pedro Casaldáliga - Juan José Tamayo - E-Book

Pedro Casaldáliga E-Book

Juan José Tamayo

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Beschreibung

En este libro, Juan José Tamayo nos invita a un fascinante paseo por la vida de Pedro Casaldádiga, una caminada que, como decía nuestro protagonista, es el "caminar del pueblo hacia la liberación", todo el proceso de las comunidades eclesiales de base, de las luchas políticas. "Caminar con", no liderar, ni protagonizar, ni sustituir. El protagonismo en su liberación le corresponde al pueblo. Pedro lo tenía muy claro. Por eso se presentó siempre como compañero, acompañante. El autor nos muestra de qué manera el padre Casaldáliga puso en práctica en su sentido literal y de manera ejemplar el verso del poeta cubano José Martí "con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar". Y lo hizo con toda radicalidad y en todas las dimensiones de su vida: como persona creyente auténtica, obispo al servicio del pueblo, activista social, teólogo de la liberación, místico con los pies en la tierra, poeta y profeta que denunció las injusticias y anunció la utopía de la liberación.

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Seitenzahl: 147

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Juan José Tamayo

Pedro Casaldáliga

Larga caminada con los pobres de la tierra

Herder

Diseño de la cubierta: Herder

Edición digital: José Toribio Barba

© 2020, Juan José Tamayo

© 2020, Herder Editorial, S. L., Barcelona

ISBN digital: 978-84-254-4645-0

1.ª edición digital, 2020

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

Herder

www.herdereditorial.com

Índice

PÓRTICO: «YO ME ATENGO A LO DICHO: LA JUSTICIA»
I. ITINERARIO HACIA EL SUR, LUGAR DE LA UTOPÍA
1. Pedro Casaldáliga: amigo de Dios, defensor de los pueblos oprimidos y persona compasiva
2. Una vida austera: «no tener nada, no poder nada… no matar nada»
3. Tres vocaciones
4. «Un viaje sin retorno» y «un salto en el vacío del otro mundo»
4.1. Una tierra sin ley y una dictadura a la que se enfrentó
4.2. Un momento esperanzador para la Iglesia latinoamericana
5. «Humanizar la Humanidad»
6. Una Iglesia de la Amazonía en conflicto con el latifundio
7. Hacia una Iglesia de los pobres
8. 16 de febrero de 2018: efemérides para festejar y mirar al futuro
II. POETA Y PROFETA DE LA LIBERACIÓN, DESCOLONIZADOR Y DESEVANGELIZADOR
1. Esteta de la palabra encarnada
2. Teo-poeta de la liberación
3. Misionero al servicio de la liberación
4. Profeta, despertador de conciencias adormecidas
5. Obispo en rebeldía e insurrección evangélica
6. Descolonizador y desevangelizador
7. Revolucionario internacionalista
8. Intelectual crítico
9. Ecologista
III. MÍSTICA, ESPIRITUALIDAD Y UTOPÍA EN LA HORA NEOLIBERAL
1. Místico y contemplativo en la liberación
2. Espiritualidad contra-hegemónica
3. Obrero de la utopía y soñador de una «Iglesia vestida de Evangelio y sandalias»
IV. LAS CAUSAS DE PEDRO CASALDÁLIGA
1. Defensor de la causa de las comunidades indígenas y afrodescendientes
2. Defensor de la causa de las mujeres empobrecidas y discriminadas
3. Opción por el diálogo intercultural, interreligioso e interétnico
3.1. Modelos de relación entre el cristianismo y las diferentes religiones
3.2. Crítica de las tipologías actuales
3.3. Ecumenismo y macroecumenismo en Casaldáliga
3.4. «El Dios de todos los nombres»
3.5. Espiritualidad y pluralismo religioso
V. MEMORIA SUBVERSIVA DE LOS MÁRTIRES
1. Caminada de los mártires
2. Jesús de Nazaret, protomártir, y «San Romero de América, Pastor y Mártir Nuestro»
3. Los indios crucificados: un martirio colectivo
VI. EN LA SENDA DE LOS PADRES DE LA IGLESIA DE AMERINDIA
1. Pacto de las Catacumbas y Conferencia Episcopal Latinoamericana de Medellín
2. Crítica de las dictaduras y persecución
3. Cambio de lugar social
4. Solidaridad con las teólogas y los teólogos represaliados
5. Obispos en el camino de la liberación
6. Madres de la Iglesia latinoamericana
BIBLIOGRAFÍA
ANEXO: Entrevista a Pedro Casaldáliga, por Eduardo Lallana y Charo García de la Rosa
Información adicional

A ANSA (Asociación de Nuestra Señora de la Asunción), de Sâo Félix de Araguaia, fundada por Pedro Casaldáliga y la tía Irene.

A l’Associació Araguaia amb el Bisbe Casaldáliga y, en su nombre, a Gloria Casaldáliga, Maritxu Ayuso y Joan de Quadras.

A la Asociación Tierra sin males y, en su nombre, a Eduardo Lallana y Charo García de la Rosa.

A Pepa Raba y José María Concepción.

A Mino Cerezo Barreto.

A la editorial Nueva Utopía y, en su nombre, a Benjamín Forcano, Rufino Velasco, Secundino Movilla, Evaristo Villar, José Luis Sierra y Jesús Azilu.

A las comunidades indígenas, afrodescendientes, campesinas y a los peones de Amerindia.

A la Provincia Agustiniana Nossa Senhora da Consolação de Brasil, a Félix Valenzuela Cervera, Pablo Gabriel López Blanco y Paulinho Santos Gonçalves.

A Angelo Cupini, de la organización La Casa sul Pozo.

A José María Vigil, coeditor con Pedro Casaldáliga de Agenda latinoamericana.

A todos los laicos, laicas, religiosas, religiosos y sacerdotes, que formaron con Pedro los diferentes Equipos de Pastoral de la Iglesia de São Félix do Araguaia.

A Joan Guerrero, fotógrafo con los ojos de los pobres.

«Dios mío, te cantaré un cántico nuevo, tañeré para ti el arpa de diez cuerdas». SALMO 144,4 «Con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar». JOSÉ MARTÍ «Los ojos de los pobres ven con otra luz». PEDRO CASALDÁLIGA

Pórtico«Yo me atengo a lo dicho: la justicia»

En su libro El vuelo del Quetzal. Espiritualidad en Centroamérica, publicado en la colección «Maíz nuestro» (Panamá) en 1988, Pedro Casaldáliga explica el significado de la palabra «caminada». Se trata de una palabra bellísima que significa «caminar del pueblo hacia la liberación; todo el proceso de las comunidades eclesiales de base, de las luchas políticas...». Es la palabra que utilizo en el título de este libro para exponer el proceso de Casaldáliga en el caminar con el pueblo hacia su liberación: su acompañamiento, la solidaridad con sus luchas y aspiraciones, la identificación con sus causas, que, por muy difíciles que fueran, nunca dio por perdidas.

«Caminar con», no liderar, ni protagonizar, ni sustituir. El protagonismo en su liberación le corresponde al pueblo. Casaldáliga lo tenía muy claro. Por eso siempre se presentó como compañero, acompañante en la caminada.

El adjetivo «larga» expresa la continuidad de Pedro en dicho caminar con los pueblos indígenas, afrodescendientes y campesinos de São Félix do Araguaia durante 52 años, desde su llegada en 1968 hasta su último suspiro el 8 de agosto de 2020, sin interrupción y sin desfallecer. Era el primer sacerdote «que vino a morar permanen­temente en esa región del Mato Grosso», en sus propias palabras, y el primer obispo de la Prelatura.

La expresión «con los pobres de la tierra» la tomo de un verso del poeta cubano José Martí: «con los pobres de la tierra quiero yo mi suerte echar». Creo que Casaldáliga puso en práctica este verso martino en su sentido literal y de manera ejemplar. Y lo hizo con toda radicalidad y en todas las dimensiones de su vida: como persona creyente auténtica, obispo al servicio del pueblo, militante revolucionario, activista social, teólogo de la liberación, místico con los pies en la tierra. Fue poeta y profeta que denunció las injusticias, poniendo en peligro su vida constantemente, y anunció la utopía de la liberación no como ideal irrealizable, sino como meta que puede lograrse a través del compromiso.

Dicho compromiso lo vivió practicando una serie de virtudes que él mismo formuló: la justicia, que no confunde con la limosna; la humildad, que está en las antípodas de la humillación; la libertad, que nada tiene que ver con la libertad predicada por el neoliberalismo; la pobreza, que no debe confundirse con la miseria; la esperanza, que demostró trabajando por «Otro Mundo Posible», y la fe cristiana, que se traduce en la opción por la gente empobrecida en el seguimiento de Jesús y el proseguimiento de su causa:

Yo me atengo a lo dicho:/ La justicia,/ a pesar de la ley y la costumbre,/ a pesar del dinero y la limosna./ La humildad,/ para ser yo verdadero./ La libertad,/ para ser hombre./ Y la pobreza,/ para ser libre./ La fe cristiana,/ para andar de noche,/ y, sobre todo, para andar de día./ Y en todo, hermanos,/ yo me atengo a lo dicho:/ ¡La Esperanza!

Pero su esperanza no fue ingenua, idealista, sino activa, militante, sensible al sufrimiento y solidaria con el dolor de las víctimas, como afirma en el poema Yo, pecador y obispo, me confieso: «Yo, pecador y obispo, me confieso… de cultivar la flor de la Esperanza entre las llagas del Resucitado».

Ignacio Ellacuría dijo: «Con monseñor Romero Dios pasó por El Salvador». Hoy podemos afirmar: «Con Pedro Casaldáliga “el Dios de todos los nombres” pasó por Brasil».

He escrito este libro para mantener viva la memoria de la personalidad y la vida subversiva de Pedro Casaldáliga, en quien convivieron dimensiones difícilmente armonizables en una sola persona y que él consiguió unir de manera auténtica y coherente:

Creyente en el Dios Padre y Madre, «que en el vientre de María se hizo hombre y en el taller de José se hizo clase» (Casaldáliga).Creyente interreligioso en «el Dios de todos los nombres».Seguidor de Jesús de Nazaret —primer mártir del cristianismo—, y «proseguidor» de su causa liberadora.Descolonizador de los colonialismos de ayer y de los neocolonialismos de hoy.Desevangelizador de la primera evangelización hecha con la cruz y la espada en alianza sacrificial. «Poeta de vida y palabra consustanciadas» (José María Valverde). Teólogo de la liberación en clave ético-estética.Crítico del neoliberalismo que definió como «la gran blasfemia del siglo XXI».Profeta de la utopía de Otro Mundo Posible. Místico solidario con los procesos revolucionarios. Defensor de las comunidades afrodescendientes, indígenas y campesinas.Defensor de las mujeres discriminadas por ser mujeres, por ser pobres, por pertenecer a culturas, etnias y religiones despreciadas y sometidas a violencia por parte del patriarcado político y religioso.Obispo-pastor al servicio del pueblo y padre de la Iglesia de Amerindia. Intelectual compasivo con las víctimas. Predicador del Reino de Dios en lucha contra el Imperio y crítico de la Iglesia «cuando no coincide con el Reino».

Agradezco el apoyo prestado para la elaboración de este libro a José María Concepción, uno de los colaboradores más cercanos de Pedro, y a Eduardo Lallana, presidente de la asociación Tierra sin Males, quien me ha facilitado la excelente entrevista que le hicieron él y Charo García de la Rosa a Pedro, y que aparece en el Anexo. Ambos me han transmitido experiencias vividas con él y me han proporcionado importantes informaciones sobre su estilo de vida y las causas por las que luchó. También quisiera expresar mi agradecimiento a la editorial Herder, sobre todo a su director, Raimund Herder, quien desde el primer momento acogió mi propuesta con entusiasmo cuando tan solo era un proyecto, y a Claudia Berdeja, que ha acompañado profesionalmente el proceso de edición del libro con resolución y eficacia.

Agradezco también a la Associació Araguaia, a Joan Guerrero, a José María Concepción y a Pepa Raba haber facilitado las fotografías que ilustran el libro.

I. Itinerario hacia el Sur, lugar de la utopía

1. Pedro Casaldáliga: amigo de Dios, defensor de los pueblos oprimidos y persona compasiva

Tras varios años conviviendo pacíficamente con el «hermano párkinson» y «su superior general», como él llamaba a esa enfermedad, Pedro Casaldáliga falleció a las 14:30 (hora española) del 8 de agosto de 2020, a los 92 años, por una infección pulmonar en la ciudad de Batatais, del estado de São Paulo. Su fallecimiento conmocionó a los diferentes sectores religiosos, políticos y sociales con los que trabajó y se comprometió solidariamente, y de manera muy especial a las comunidades indígenas y afrodescendientes de Brasil y de otros países de Amerindia. La conmoción, junto con el dolor por su pérdida, llegó a todos los rincones de la Tierra.

Numerosos fueron los actos de reconocimiento y despedida en todo el mundo, desde distintas organizaciones sociales, eclesiales y de otras religiones. Los indígenas con quienes echó raíces lo despidieron colocándole un sombrero de paja en la cabeza y un remo en las manos, que fueron los símbolos utilizados en su ordenación episcopal, y un cirio pascual, símbolo de la luz y de la esperanza en la utopía del Reino.

Unos días después fue enterrado en el cementerio más pobre de São Félix, el de los indígenas carajá, mirando al río Araguaia, entre un peón y una prostituta. Allí reposan indígenas, trabajadoras y trabajadores explotados (peones), algunos asesinados a balazos por orden de los terratenientes, niñas y niños muertos por inanición antes de haber vivido. Es el mismo cementerio donde él despidió a tantas personas empobrecidas a quienes acompañó durante medio siglo de resistencia frente a los fazendeiros; personas que murieron antes de tiempo, como dijera Bartolomé de las Casas de los indios esclavizados por los encomenderos.

Casaldáliga transmitió este mensaje al pueblo de São Félix y a los agentes de pastoral de la Prelatura: «Escuchen con oídos atentos. Voy a hablarles de algo muy serio. Es aquí que quiero que me entierren». Y la modalidad de la tumba: «Para descansar/ solo quiero esta cruz de palo/ con lluvia y sol;/ ¡estos siete palmos y la Resurrección!».

Pedro Casaldáliga fue el obispo más carismático y profético del episcopado brasileño, el símbolo más luminoso del cristianismo liberador de América Latina y el referente ético de colectivos de hombres y mujeres de diferentes religiones, espiritualidades e ideologías comprometidas en la lucha por la justicia, la paz y la igualdad en el camino hacia «Otro Mundo Posible».

Fue, sin duda, la personalidad española más internacional que durante más de medio siglo se convirtió en el defensor de los «condenados de la tierra», de los «indios crucificados» en un martirio colectivo durante la conquista y los siglos de despiadada colonización, y fue la voz de la gente cuya voz no suele ser escuchada por los poderosos de la tierra.1

Fue propuesto merecidamente en varias ocasiones para el Premio Nobel de la Paz por otro premio Nobel, el intelectual y activista argentino de los derechos humanos y comprometido con la paz a través de la no violencia activa, Adolfo Pérez Esquivel. Su candidatura fue finalista a dicho premio en 1992, pero renunció en favor de la activista indígena guatemalteca Rigoberta Menchú «por ser mujer, por ser indígena y por los 500 años de colonización», como justificó el propio Casaldáliga para su renuncia. Todo un ejemplo de conciencia feminista, indigenista y anticolonial.

En 1994 también fue finalista del Premio Príncipe de Asturias. Le exigían viajar a España para recogerlo, pero él no aceptó. Se lo dieron al padre Ángel García, fundador y presidente de Mensajeros de la Paz, quien compartió la dotación económica con las causas de Pedro Casaldáliga.

Si hubiese que dar una breve definición de su persona la resumiría en estos tres reconocimientos: amigo del Dios de los Pobres, Padre y Madre, defensor de los pueblos oprimidos y personacompasiva. Fue su amistad con el Dios de los pobres la que lo llevó a la defensa de las personas empobrecidas y los pueblos oprimidos y a practicar la compasión no como mero sentimiento de pena y lástima, sino como identificación con las personas que sufren, a ponerse del lado de las víctimas de los diferentes sistemas de dominación, a solidarizarse con ellas, a compartir sus sufrimientos y a luchar con las causas que los provocan.

2. Una vida austera: «no tener nada, no poder nada… no matar nada»

Lo más importante a destacar de Pedro Casaldáliga a nivel personal fue la ejemplaridad de una vida austera en una casa humilde como la de sus conciudadanos empobrecidos de São Félix. Nada que ver con los palacios y las casas suntuosas en las que viven no pocos de sus hermanos en el episcopado, rodeados de lujo y atendidos por una servidumbre cual señores feudales. Confirma este estilo de vida austera Federico Mayor Zaragoza cuando afirma que «Casaldáliga simboliza la frugalidad, la sencillez perseverante, la solidaridad, la entrega, el des­prendimiento».2

En una ocasión, Eduardo Lallana, presidente de la asociación Tierra sin males y colaborador de Casaldáliga, le preguntó si siempre había vivido en esa casa. Él le contestó: «No. Tuve que dar un “golpe de Estado”, dejar la casa donde vivía y pasar a vivir en una casa como las de la gente sencilla de mi pueblo».3 Pedro describía muy certeramente su estilo de vida en este poema, titulado «Pobreza evangélica», del libro Clamor elemental:

No tener nada./ No llevar nada./ No poder nada./ No pedir nada./ Y, de pasada, no matar nada./No callar nada./ Solamente el Evangelio, como una faca afilada./ Y el llanto y la risa en la mirada./ Y la mano extendida y apretada./ Y la vida, a caballo, dada / y este sol y estos ríos/ y esta tierra comprada/ para testigos de la Revolución ya estallada./ Y mais nada.

3. Tres vocaciones

Cataluña fue la patria de Pedro Casaldáliga, y Balsareny (Barcelona) el pueblo donde nació, el 16 de febrero de 1928, a orillas del río Llobregat, en una lechería en el seno de una familia campesina. Él mismo se presentaba como «hijo de la casa del lechero». Ingresó muy joven en la Congregación Claretiana y fue ordenado sacerdote en 1952 en el Congreso Eucarístico de Barcelona. Estos datos de aquel joven católico fervoroso en nada presagiaban lo que iba a ser décadas después: la voz de los pobres en Brasil y el continente latinoamericano, cuyo eco resonaba en todo el mundo y lo seguirá haciendo a través de sus escritos y de la ejemplaridad de su vida durante mucho tiempo.

Dentro de la Congregación ejerció diferentes tareas. Una de las que tuvo gran importancia en su vida fue la de formador en el seminario de Barbastro, donde inculcó en los seminaristas la necesidad de compaginar la espiritualidad y la conciencia social que él tenía por su trabajo en los submundos de Sabadell y Barcelona. Fue director de la revista cordimariana El Iris de Paz, junto con un equipo formado entre otros por Fernando Sebastián, Rufino Velasco, Maximino Cerezo y Teófilo Cabestreros, a los que llamaba «compañeros del alma». Cambió el título inicial por Iris. Revista de Testimonio y Esperanza y la transformó en una publicación abierta a los nuevos climas culturales y en un espacio de diálogo interdisciplinar de grandes figuras del mundo de la filosofía, la teología, la poesía, el arte, etc. Participó también muy activamente en el Movimiento de Cursillos de Cris­tiandad.

Compaginó siempre armónicamente su trabajo pastoral, educativoy cultural con la actividad social al servicio de las personas y los grupos más desfavorecidos de las ciudades donde vivió en España. Un trabajo no puramente asistencialista, sino que fue a la raíz, a las estructuras injustas y luchó al lado de los colectivos empobrecidos para la transformación de dichas estructuras.