Peregrina - Mariana Tarigo Lasalvia - E-Book

Peregrina E-Book

Mariana Tarigo Lasalvia

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Beschreibung

Este libro es la crónica de un viaje hacia el exterior: desde Uruguay hasta la India, pasando por Alemania, por Guatemala y por otras regiones del mundo. Sin embargo, también es el relato apasionado de un viaje hacia el interior: desde la zona de confort hacia la incertidumbre de interrogarse por el sentido de la vida. Por supuesto, ambos movimientos están relacionados y se retroalimentan constantemente. A lo largo de sus páginas, además de su propia aventura, la autora nos irá contando las historias de otras mujeres que tampoco se quedaron quietas en el rol que la sociedad les imponía, sino que salieron al mundo en busca de lo que deseaban para sí mismas y para la humanidad entera. Por último, Peregrina es también una cordial invitación a que los lectores emprendamos la búsqueda de nuestro propio camino, ese que nos está esperando desde siempre.

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PEREGRINA

Las memorias de un camino iniciático

Mariana Tarigo Lasalvia

A todos los seres con los que he compartido esta vida y que han sido reflejo de lo que mi alma vino a aprender a este mundo.

A todos, infinitas y eternas GRACIAS.

Puedes creerlo o negarlo,

pero el camino de un ser en

la tierra es una espiral

que lo conduce a los misterios

de su alma.

En esa espiral,

es cuestión de tiempo

que recuerde que

es un ser mágico

que vino a nutrir al mundo

desde el amor y la consciencia.

Luna Gwyllt

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-987-8971-51-3

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Tarigo Lasalvia, Mariana

Peregrina : las memorias de un camino iniciático / Mariana Tarigo Lasalvia. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-8971-51-3

1. Superación Personal. 2. Autoayuda. 3. Religiones. I. Título.

CDD 158.125

Introducción

¿Para qué escribo este libro?

Hace un tiempo, mi amigo e instructor de yoga, Nico, me habló del discurso que Steve Jobs brindó en la Universidad de Stanford para aquellos alumnos que ese día se graduaban. En ese discurso, difundido ampliamente, se habla del concepto de «conectar los puntos». Es decir, indagar, analizar, trazar y unir aquellas situaciones que, vistas con los ojos del presente, parecen aleatorias, pero con las que, cuando uno las mira desde el presente hacia el pasado, se puede establecer una correlación directa con los elementos o acontecimientos que configuran el presente. Dicho de otra manera, muchas veces el presente nos parece carente de sentido, pero está siendo la semilla de aquello que se recogerá en el futuro como fruto. O, así mismo, el presente puede ser el fruto de aquello que en un momento fue semilla. Después de todo, el fruto contiene en sí mismo la semilla.

En ese sentido, creo entonces que podemos ver la ciclicidad de la vida. Y ese ciclo, de la manera en la que yo lo percibo, tiene la forma de espiral, aunque muchas veces se entienda como un círculo o una rueda. La diferencia es que, al darle la vuelta a la espiral, no somos los mismos. Las experiencias vividas traen consigo aprendizajes, y esos aprendizajes se traducen en un estado de consciencia distinto. Eso es en sí mismo la evolución. Así que, de las infinitas posibilidades, o futuros posibles, que podemos aparentemente elegir, solo hay un destino posible. Y este es la evolución de nuestra alma, la elevación de nuestra vibración, expandir nuestra naturaleza.

Algunos llaman a este proceso evolutivo «la ascensión», el despertar de la consciencia, alcanzar la quinta dimensión, o dimensiones superiores incluso. A mí me parece amigable el término «volver a casa». Todos estamos volviendo a casa. Algunos lo sabemos, otros todavía no, mas es solo cuestión de tiempo que esta información se traiga al consciente.

Es más, ya estamos en casa, ya que el tiempo, tal como lo entendemos en nuestro planeta, no tiene existencia inherente, sino que es más bien una construcción que nos permite entender y medir nuestro universo, percibir la existencia de la materia y, sobre todo, percibirnos a nosotros mismos. Mas, sin embargo, pasado, presente y futuro están ocurriendo ahora mismo.

Así que hablar de volver, o «volviendo», indicando que estamos en proceso y que ese proceso es un continuo sería como pararnos en un punto de nuestra eterna e infinita existencia y hacer un zoom de la experiencia para percibir con detenimiento los detalles del aprendizaje.

Claro está que, visto de esa forma, parece sencillo. Sin embargo, ser observador del objeto que está siendo observado es un poco más complejo por la tendencia a identificarnos con lo que estamos experimentando. Y, por otra parte, porque el observador está influyendo en eso que está siendo observado.

Si lo que estamos observando es nuestro pasado, somos entonces capaces de influir sobre este iluminándolo, en la medida que le damos entendimiento, comprensión y, sobre todo, que lo aceptamos.

Esto, que no es más que física cuántica aplicada en nuestra vida cotidiana, podría traducirse en que la consciencia o grado de vibración del observador determina, limita y establece las pautas en donde el objeto va a vivir la experiencia, y esta vivencia guarda estrecha relación con la forma en la que pensamos, actuamos y sentimos.

Retomando entonces el concepto de conectar los puntos que hicieron que hoy esté donde estoy, haciendo lo que estoy haciendo, pensando lo que estoy pensando y sintiendo lo que estoy sintiendo, solo podrá ser realizado con la consciencia de hoy, del ahora, que puede ser distinta a la de mañana.

De modo que habrá cosas que mi consciencia no podrá recordar aún. O bien hay experiencias que hoy no considero relevantes, pero quizás sí tengan importancia en el futuro. Quizás haya cosas que aún no he comprendido en su totalidad o quizás les he dado una comprensión equivocada.

Esta es la Mariana de hoy, que intenta plasmar en estas líneas las memorias del camino que ha recorrido, con la finalidad de que al hacerlo pueda encontrar claridad respecto al propósito que mi alma pactó para manifestar en esta encarnación, acercarme al sentido de la vida en la singularidad que soy, pero también en la unidad que somos, conocer y vivir, especialmente VIVIR, en esta Verdad.

Estamos como humanidad en un momento bisagra, un momento que puede determinar nuestro futuro como colectivo. Por ello, parece comprensible que, a nivel individual, con el grado de consciencia que cada uno tiene en este momento, estemos revisando nuestra experiencia vital, ponderando y ajustando las enseñanzas para efectivamente recolectarlas como aprendizajes, frutos. O puede que el proceso sea el inverso, es decir, como a nivel individual estamos llevando a cabo estos procesos de revisión, también los vemos manifestarse a nivel colectivo. «Como es afuera es adentro. Y como es adentro es afuera» es uno de los siete principios herméticos, el de correspondencia, una de las leyes fundamentales que rigen nuestro universo.

Desde pequeña me ha gustado escribir y también mucho leer. Aquellos que me han conocido no se sorprenderán con este dato. Sin embargo, hasta ahora nunca he publicado nada de lo que he escrito y muy pocas veces he compartido con alguien mis ideas. Por distintas razones, hoy tengo la inquietud de hacerlo. Por un lado, porque parte del aprendizaje ha sido desapegarme de la opinión que los demás tengan sobre mí, y, por otra parte, porque estoy aprendiendo —de nuevo: en proceso— a valorarme, a amarme, a reconocer mi camino.

Sería maravilloso que, al compartir estas vivencias, algún alma resuene. Quizás pueda encontrar las respuestas a las preguntas que se ha hecho. O comprender con los ojos del presente las decisiones que ha tomado en el pasado. Algunas difíciles, dolorosas, para las que se requirió coraje.

Quizás, este libro no traiga respuestas, sino preguntas, algo que sería igualmente gratificante para mí. Quizás este libro logre sembrar en algún alma la curiosidad de profundizar en alguno de los aspectos que acá menciono. Pues, en este momento, mi intención no es zambullirme plenamente en los aspectos teóricos que en este tiempo he ido indagando, sino que se trata más bien de relatar las experiencias que he hecho carne, que he vivido, y que se han transformado en sabiduría, en lugar de mero conocimiento analítico o mental, a pesar de que este marco teórico ha sido la base para entender las vivencias y muchos de los procesos que aquí dispongo.

Estas páginas pueden ser leídas como un cuento, como un relato cronológico de las experiencias vitales comprendidas en un determinado período en la vida de Mariana, mas también como un libro-portal, un lugar donde encontrar alguna llave que resuene en tu alma y que abra la puerta a una comprensión holística y, por lo tanto, integral de la naturaleza de la Realidad, de la naturaleza de la Vida.

Es un anhelo muy profundo el querer contribuir, aportar mi granito de arena en la construcción de una Humanidad solidaria, amorosa, empática y respetuosa con todas las formas de vida.

Y esa humanidad empieza en mí.

Así que, este libro es también un ensayo de esta Nueva Humanidad que quiero SER.

Capítulo 1

Mariana Pineda y el primer tramo del camino.

En la bandera de la Libertadbordé el amor más grande de mi vida.

Mariana Pineda,de Federico García Lorca

Parte 1

Saliendo de la jaula

Tenía 16 años cuando interpreté a Mariana Pineda en el grupo de teatro del colegio.

Para los que no conocen su historia, Federico García Lorca basa su obra en el personaje de Mariana Pineda, nacida en Granada, España, en el año 1804. En ese momento, se empieza a reunir la francmasonería en Andalucía, y estos, clandestinamente, empiezan a formar el Partido Liberal en oposición a la monarquía del rey Fernando VII.

Entre estos liberales se encuentra su primo Fernando Álvarez de Sotomayor —llamado Pedro de Sotomayor en la obra de teatro—, quien, además de ser su primo, es también su amante.

A Fernando Álvarez de Sotomayor lo hacen prisionero por conspirar en la causa liberal, y es Mariana Pineda quien lo ayuda a escaparse de prisión al facilitarle un disfraz de monje con el que logra salir sin mayores dificultades.

Mariana Pineda, involucrada en la organización liberal, borda para esta causa una bandera de color morado con un triángulo verde en el medio, y en cada uno de sus lados, en color carmesí, las palabras Libertad, Igualdad y Ley. Esta bandera es confiscada, y con esta prueba la detienen.

Como ella no accede a delatar a sus compañeros, la sentencian a muerte y la crucifican en el Campo del Triunfo el 26 de mayo de 1831.

¡Oh, qué día tan triste en Granada,

que a las piedras hacía llorar,

al ver que Marianita se muere

en cadalso, por no declarar!1

Es curioso que con este personaje compartamos el nombre, y que Araceli, la profesora de teatro, haya decidido que yo era la indicada para interpretarla.

Mariana Pineda es fortaleza, es firmeza y, sobre todo, encarna la fidelidad a sus ideales, la fidelidad a lo que es, a lo que ama, a la construcción de un mundo libre.

Desde pequeña he deseado esta libertad con ahínco, he decidido embanderarme y emprender esta búsqueda activamente.

Aunque, en el camino, el concepto de LIBERTAD ha ido transformándose, tanto como lo ha hecho mi ser en este tiempo.

Esta transformación ha sido un proceso de pulido, de quitar las cosas que no sirven, las impurezas, de afuera hacia adentro, de las capas más superficiales a las más internas, de lo más denso a lo más sutil.

Fue en mayo de 2018 cuando decidí mudarme desde Uruguay, mi país natal, a Hamburgo, Alemania. Recuerdo estar en el avión, previo al despegue, con emociones ambivalentes.

Por un lado, el no tan agradable momento de despedir en el aeropuerto a mis vínculos, mis seres queridos, mi familia, mis amigos. Dejaba atrás también el confort, un trabajo estable, mi apartamento en Montevideo, el auto que con los ahorros había comprado hacía ya tres años.

Transitando mis 27 años de edad, estaba viviendo lo que se esperaba de mí tanto a nivel familiar como social, es decir, lo aceptado para una mujer joven, profesional, de clase media en nuestra cultura occidental.

Quizás incluso lo «había logrado» antes que muchas.

Encajaba perfecto en esa caja.

Mas era eso, una caja, y, por lo tanto, las posibilidades de crear en esa caja eran limitadas. Me sentía vacía, viviendo la creación de alguien más.

Al subir a ese avión, recuerdo algunos de los miedos que afloraron: el miedo a perder el control, a decepcionar a muchos de mis vínculos, a volverme nadie.

La incertidumbre de no saber si la decisión que estaba tomando era la correcta, qué impacto tendría esto en mi vida, la incertidumbre de no saber cómo iba a desenvolverse mi vida a partir de ese momento.

Mas, por otro lado, me sentía llena de vida por primera vez en mi vida.

Esa fue también la primera vez que me sentí libre, libre de crear una vida con base en mis propios deseos.

Mas, ¿cuáles eran mis deseos?

Al principio, me sentía un poco abrumada. No tenía claro qué pasos dar, por dónde empezar.

Suponte que siempre has sido pobre, pero, de un momento a otro, dispones de todo el dinero del mundo, como si te ganaras una lotería ilimitada.

Lo querés experimentar todo, pero las posibilidades son infinitas, así que hay que establecer mentalmente prioridades.

En la estructura sociocultural en la que vivimos, esta experiencia ya está ordenada. El dictamen, la norma ya nos organiza la vida en etapas. Ya se nos dice qué hacer primero y qué hacer después si querés alcanzar el éxito.

Pero ¿cuál es este éxito?

A mi modo de verlo, el éxito no es más que sustentar esta misma estructura que se retroalimenta.

En esos años que me sentía vacía, a pesar de tenerlo todo, tenía a alguien o a algo a quien responsabilizar de mi desdicha: el sistema. Sin embargo, ¿quién es el sistema sino uno mismo perpetuando los mismos patrones, paradigmas mentales, programas inconscientes?

Ya no había nadie a quien culpar. Tenía la vida en mis manos, y contrariamente a mis miedos de perderlo, en realidad me había hecho en total control. Todo lo que sucediera de ahora en adelante sería mi total creación.

Estando ya en Hamburgo, casi como un inevitable efecto del proceso que estaba haciendo, fue la primera vez que me pregunté: «¿quién soy?».

Y aunque al día de hoy esa pregunta me resulta difícil de responder, celebro ese momento. Estaba cuestionando aquello que, en apariencia, parece obvio y es tan primordial: la raíz, el punto de partida.

¿Quién soy? ¿Quién habita este cuerpo?

En ese momento intenté responder esta pregunta con base en lo que conocía: intentaba definirme en el universo de ideas preconcebidas, etiquetas.

Sin embargo, me fui dando cuenta de que estos conceptos no solo no me permitían identificarme plenamente, sino que me seguían delimitando, encasillando, normalizando.

Mientras que yo, en lo personal, estaba intentando expandirme, en múltiples aspectos.

Abandoné entonces esta tarea, pero no dejé atrás la pregunta, sino que más bien la reformulé: ¿quién quiero ser?