Popurrí de mí - Romina Queiro - E-Book

Popurrí de mí E-Book

Romina Queiro

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Beschreibung

Romina nos sumerge en una lectura tan descriptiva y vívida, tal como lo es ella, al contar sus relatos, yendo y viniendo por su vida, sus miedos, sus enojos, sus desilusiones, pero también por sus formas de resolverlas, su cambio de postura frente a ciertas cuestiones. Así, impregna estas páginas de nuevos sentidos y significados, de sus propias convicciones y claro que sí: de sus logros. ¿Te descubrirás en sus páginas?

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Queiro, Romina Paola

Popurrí de mí / Romina Paola Queiro. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2024.

152 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-859-2

1. Biografías. 2. Autobiografías. 3. Relatos Personales. I. Título.

CDD 808.883

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2024. Queiro, Romina Paola

© 2024. Tinta Libre Ediciones

Popurrí de mí

Para Felicitas y Sofía, mis princesas de un cuento infinito

A veces me parece, y estoy seguro de que tú también conoces esa sensación, que tengo demasiados pensamientos y recuerdos metidos en el cerebro.

Albus Dumbledore

Prólogo

Y sí, como dice ella…, mezcla de Mafalda y Susanita, de hippie y conservadora, Romina nos sumerge en una lectura tan descriptiva y vívida, tal como lo es ella al contar sus relatos, yendo y viniendo por su vida, sus miedos, sus enojos, sus desilusiones, pero también sus formas de resolverlos, su cambio de postura frente a ciertas cuestiones, que las impregna de nuevos sentidos y significados, de sus propias convicciones y, claro que sí: de sus logros. 

En las primeras páginas nos confía sus juegos de infancia, los cuales simbolizaron anhelos, sueños, como dice ella. O quizás… deseos…

Cumplir reglas y mandatos impuestos por la cultura, y mucho más para las mujeres, en cierta época no fue nada fácil, o por lo menos mucho más difícil que en la actualidad, y eso lo grita de todas las maneras posibles en su forma de contar. Taparnos la voz y las palabras, de distintas maneras, nunca fue un hecho feliz, no obstante, nos obliga a luchar cada día por nosotras y por las que vendrán.

Nos hace vivir la inocencia de sus primeros amores, primeros besos y dolores adolescentes. Recuerdos que todavía resurgen de vez en cuando y salen a la luz. Como todo lo que va y viene en la vida hasta poder resolver, después de mucho caminar.

Nos cuenta su biografía escolar, que no pasa desapercibida, sobre todo porque forma parte de la construcción de su deseo relacionado con su carrera y profesión, la cual la ayuda a sanar y reparar viejas heridas, como hojas de cuaderno ajadas que se vuelan con el viento, pero el contenido que queda de ellas, en la vida, vuelven, como todo, cuando no es hablado y pasado por esa matriz sanadora, como lo es la palabra. Por eso en sus relatos la vislumbramos desandando estereotipos de toda clase.

Nos cuenta y nos hace cómplices de verdades que duelen, nominaciones inconclusas (progenitor), figura de padre desdibujado, pero llenas de sentimientos, sensaciones. Nombres que traen recuerdos de abandono, sensación de invisibilidad y tristeza, pero también de resiliencia y superación. Nos abre las puertas de sus ámbitos laborales, familiares, vinculares, en fin… su historia en modo de popurrí, como bien lo nombra.

Nos hace partícipe de los miedos (como los de todo sujeto), los que recorrieron su infancia, adolescencia y adultez, la manera en que los enfrenta y les presenta batalla, el modo en que aprende a transitarlos y a comprenderlos para luego intentar resolverlos: los duelos, duelos que resignifican duelos no resueltos, la muerte, la soledad, sensaciones de abandono, de no ser vista y escuchada. 

Irónica y con un gran sentido de la injusticia, discriminación y la falta de empatía, denuncia a su manera la impostura de la cultura machista y patriarcal, como toda joven de esta era, embebida de conocimiento y deseos de superación y empoderamiento. Defensora de su género, aborrece lo naturalizado. Dice a su modo el malestar que le provoca el hablar de los cuerpos como otra naturalización de la sociedad. 

A su vez, deconstruyendo el sentido de la palabra soledad y descubriendo lo positivo de esta, que es encontrarse o reencontrarse con uno mismo, no juzgarse, cuidarse y disfrutar de su propia compañía, para recién después disfrutar el momento de compartir con el “otro”. 

La lectura de sus escritos me deja pensando en ciertos fragmentos como, por ejemplo, “La docente me lo leyó y lo devolvió con un mensaje que no recuerdo completo, pero me quedó marcado una parte de lo escrito: ‘Invita a la lectura’. Lo cual habla directamente del pensar, del sentir y del decir en nombrepropio, navegando y haciendo uso de su propia historia y de su valor más preciado: su palabra. Asimismo, me quedo reflexionando en el relato de su gato, (su última pérdida), y la relación con su historia, justo en esa parte donde versa:

Se quedó con su cabecita gacha, lo que hizo que quisiera hacerle mimos en ella (...). Levantó la vista, tenía ojitos tristes. Con desconfianza comenzó a recorrer la casa, comió, tomó agua y muy tranquilo, con renguera incluida, se fue a usar las piedras como si hubiera vivido toda su vida en ese hogar.

Para luego agregar: “(…) cada movimiento nuevo era celebrado”.Porque de eso se trata la vida, del enojo, de la tristeza, de las sensaciones, de las reparaciones, de poner en palabras el sufrimiento para volver a renacer; de momentos de felicidad, como cuando nos cuenta que ella misma comprendió el concepto de celebrar y celebrar-se.

Para finalizar, me quedo disfrutando de las palabras de Romina, que casi al final y a modo de grito y convicción nos dice con frescura, pero al mismo tiempo con madurez de mujer:

“¡YO TENÍA, TENGO Y TENDRÉ VOZ E IDENTIDAD PROPIA!

¡YO SOY PARA LUCIR, NO PARA OCULTAR!”.

Lcda. Adriana Castaño

Popurrí de mí

Un popurrí1 de mí

Mi camino como escritora comenzó en el año 1995, tenía nueve años recién cumplidos. Era el cumpleaños número cuatro de, hasta ese momento, mi único hermano menor. Llegó un familiar con sus pequeños hijos y una de las niñas tenía puesto un vestido que me encantó, y así nació mi primera poesía: “En el prado”. Pasaron los años y ya tenía una carpeta de los 101 dálmatas donde coleccionaba mis trabajos.

Terminaba el siglo XX y comenzaba el siglo XXI… mis ganas de escribir eran muchas, pero tenía un bloqueo para escribir poesía o poemas porque estaba más atenta a cumplir todas las reglas gramaticales que a plasmar lo que sentía. Así, comencé a escribir pequeñas novelas en las que, como buena leonina, yo era la protagonista y mis candidatos eran esos amores platónicos del colegio o de algún programa de moda creado por “esa mujer”, la que, según mamá, me quemó la cabeza.

Jamás me sentí apoyada o contenida por mi familia en la escritura, a pesar de que me incentivaban a leer y me regalaban libros. Para mi madre era “dejate de pelotudear” y ponete a estudiar matemáticas. Ella ya no está físicamente, pero no por eso la voy a santificar. Con los años y mucha terapia comprendí que reaccionó de la misma forma que su madre la trató siempre.

En mi adolescencia implementé una tradición, que aún continúa: todos los primero de enero comienzo el año escribiendo, porque dicen que uno tiene que comenzar el año haciendo lo que tiene ganas de hacer todo el año, ahora le agregué la vuelta a la manzana con la valija. En los años que recibí el año nuevo en Lanús, la casa de mis tíos, cada vez que me veían hacer eso me decían: “¡Es primero de enero, no hay que estudiar!”.

Los años pasaron y la escritura se transformó en mi refugio. Comencé a estudiar en la Universidad Nacional de La Matanza (U.N.La.M) Comunicación Social porque quería ser periodista. Cursando uno de los talleres, la docente que lo dictaba me dijo que yo no sabía escribir y así me terminé de bloquear.

La escritura volvió a mi vida poco después de cumplir mis veintisiete años, mientras cursaba en el Centro Naval. Venía, en menos de un año, de dos situaciones sentimentales que me habían destruido física y emocionalmente. Necesitaba vomitar los ruiseñores que tenía dentro. En una de esas clases que estaba sentada atrás de todo y nadie me veía, la lapicera comenzó a deslizarse sobre el papel y escribí sin detenerme. Solo levanté la vista cuando el grupo de la Base Área de Palomar, una vez más y por culpa del tránsito, llegó tarde…

Después de cuatro años de terapia comencé el Profesorado de Educación Inicial, más conocido como “maestra jardinera” o las que “solo juegan y cortan papelitos”. Allí, una profesora nos pidió que escribiéramos sobre un docente que nos hubiera marcado, para bien o para mal. Escribí en forma de narración sobre la maestra que tuve que soportar en quinto y sexto grado. La docente me lo leyó y lo devolvió con un mensaje que no recuerdo completo, pero me quedó marcado un parte de lo escrito: “Invita a la lectura”.

Reconozco que me cuesta mucho escribir este libro y no sé si es porque es el primero o porque estoy abriéndome a los seres humanos. Pero quiero escribir porque fueron muchas las veces que “taparon mi voz” o “hicieron oídos sordos”, eran pavadas o para los grandes eruditos no eran académicamente correctos. Ahora yo me pregunto: ¿el problema de estos últimos era mío o es que ellos, como docentes, no conocían la transposición didáctica? Algo que se explica en una materia llamada Didáctica y es dictada en todas las carreras pedagógicas.

Volvamos… Estoy retomando este trabajo después de casi dos meses, producto de un sueño que tuve esta madrugada, y con ayuda de mis gatos, que hizo que un sábado esté despierta a las cero quinientas horas, “¡al pedo, pero temprano!”, diría una especie de ex que tuve allá por Campo de Mayo.

Las producciones que van a encontrar en Popurrí de mí son justamente una mezcla de todo lo que fui escribiendo desde el año 1994, cuando apenas tenía ocho años, hasta las últimas producciones, con veintinueve años, como diría Fran Fine, the nanny.

De poeta todos tenemos un poco

Como ya les conté en el prólogo, comencé a escribir poesía o poemas a partir de los siete años, motivo por el cual encontrarán algunas producciones aniñadas como algunas en las que, ya entrada la adolescencia, se nota esa “pasión” que traen los amores platónicos de esa etapa, y por último algunas poesías un poco más adultas que fueron las últimas que escribí.

¿Por qué?

Mi amor, ¿por qué te digo así si no soy tu amor? ¿Por qué tu recuerdo me sigue, pero vos no?

Dios, dame la fuerza necesaria para olvidarlo, para no sufrir ni derramar lágrimas cuando al fin lo vea.

¿Por qué me fijé si estabas? Me di cuenta de que aquí estás, pero ausente cuando yo entro y presente cuando me voy.

¿Sabes qué? En mi vida no existís.

Iguales

Nunca me gustaron rubios y de ojos celestes por eso me enamoré de un morocho, feo y de ojos marrones.

Hoy me pregunto: ¿por qué lastiman los dos por igual?

Adolecer I

¿Por qué cuanto más energía y voluntad pongo en lo que me llena mi vida peor sale?

Adolecer II

Hoy perdí lo que era más valioso para mí. No puedo ni debo llorar, de mis lágrimas tú te reirás.

El fin

Cuando la gran araña de mi gran castillo de arena llore, me indicará que el destino de esta familia llega al fin, un maldito nombre será el culpable de mi gran duelo. Tal vez una dama blanca y otra negra, en el muelle de Ginebra. La dama blanca será la muerte y la dama negra, una princesa que vive en un castillo de arena. Sus sueños son pesadillasy su destino aúlla como el lobo.

Por más que lo niegue, su amado la respetará hasta el fin.

Ese nombre maldito, ese fin. Al castillo de arena las olas lo destruirán, como ese maldito nombre Rodolfo será el fin del fin.

Cementerio: “Todo es olvido”

Voy a enterrar un amor. Voy al cementerio del olvido. A enterrar tu corazón junto al mío, porque ni el uno ni el otro tiene dueño, porque es un amor perdido en el olvido y el olvido es olvido. Tu amor es olvido, aquella famosa escalera es olvido, aquellos recreos del noventa y nueve son olvido. Aquella mirada es olvido tu cara es olvido. Es fácil decirlo, pero difícil cumplirlo. El tiempo todo lo remedia, pero… es mentira, Si uno te ve todos los días. ¿Cómo puede uno olvidar a su primer amor? ¿Ves? Eso es el cementerio del amor, todo lo borra y cada vez que uno quiere desentierra ese corazón y vuelve a funcionar con la mirada de otro. El cementerio del olvido queda dentro.

Si tuviera

Si tuviera que elegir una canción elegiría la mejor melodía del corazón.

No soy lo que creo que soy, soy una rosa que arruinará el viento o soy una golondrina que emigra de tu corazón roto por una mentira de amor. Solo sé que eres uno y lo serás por toda la eternidad.

Él

Hace una semana lloraba por los rincones por no encontrar tu mirada, y hoy que te encuentro y te desencuentro. Tu mirada apareció y el sol salió en el cielo, creí que me quedaba sola en este desierto de cemento. Vuelve aquí, quédate a mi lado, el romance vuelve a mi mente desde el lejano oriente.

Mirada

Me siento como una víctima de tu pronóstico amoroso. Cada vez que me miras en el cielo aparecen relámpagos, sufro más por ti que por mí no sé ya más qué decir.

Única, química y mágica es la fórmula de tú mirada. Mi último gran récord sería dejar de quererte.

Múltiples y hábiles miradas envías desde un ángulo diferente todos los días, buscando la luz del día.

Rápida tu mirada