Somos uno - Pascual André - E-Book

Somos uno E-Book

Pascual André

0,0
9,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Somos uno. El relato de un chico transexual es el testimonio de la transición de Pascual André que, con sus logros y fracasos, invita a reconocer y a valorar la diversidad sexual. En un esperanzador relato nos ayuda a visibilizar en qué consiste este "tránsito", entregando optimismo a todos quienes deban vivir y acompañar este proceso. "No te rindas. Lo que una vez se sintió como un huracán era solo viento abriéndonos camino".

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 119

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



SOMOS UNOEl relato de un chico transexualAutor: Pascual André Editorial Forja General Bari N° 234, Providencia, Santiago, Chile. Fonos: [email protected] Diseño y diagramación: Sergio Cruz Edición electrónica: Sergio Cruz Primera edición: enero, 2023 Prohibida su reproducción total o parcial. Derechos reservados.

Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida de manera alguna ni por ningún medio, ya sea electrónico, químico, óptico, de grabación o de fotocopia, sin permiso previo del editor. Registro de Propiedad Intelectual: N° 2022-A-1064 Registro de seudónimo: Nº: 2022-S-390 ISBN: N°978-956-338-629-5 eISBN: N°9789563386301

Este libro te lo dedico a ti, madre, por apoyar siempre mis decisiones, por amarme siempre incondicionalmente, por estar en toda esta etapa de la transición, por tomarme de la mano en mis cirugías, abrazarme en mis miedos, cuidarme y darme esos maravillosos consejos que me hicieron salir del abismo en muchas ocasiones.

Te lo dedico a ti, papá, por apoyarme cada vez que necesité tu ayuda, por respetar mis decisiones y quererme tanto como para entender que la niña de tus ojos ahora es Pascual, tu hijo menor.

Te lo dedico a ti, Francisca, hermanita, mi niña hermosa y única, esperando que logres tatuar en tu corazón que a pesar de cualquier adversidad, pena, y desafío que nos presente la vida, podemos lograrlo todo teniendo a Dios en nuestro corazón.

Se lo dedico también a mis chiques trans, para demostrarles que se puede, que luchen por ser quienes son sin miedos, que nada es imposible.

INTRODUCCIÓN

En este libro relato gran parte de mi historia de vida, lo que ha significado para mí salir adelante, cuáles han sido mis logros y también mis fracasos, para que puedan comprender que todos somos capaces de superarnos.

Te invito a participar en este viaje lleno de desafíos, con momentos de alegría y de desesperanza, en los cuales tal vez encontrarás fuerzas y motivación para enfrentar tu día a día y las circunstancias en las que te encuentres. Comparto contigo mi testimonio de cómo ha sido mi transición para demostrarte que nada es imposible y que las metas sí se pueden alcanzar sin importar las adversidades. Además, espero darte un empujoncito para que creas en ti mismo, desarrolles tus propósitos y puedas también autodescubrirte. Algo así como un “apriete de tuercas”.

No importan nuestras circunstancias, siempre se puede sacar algo positivo de cada situación que estemos viviendo, lo importante es descubrir quiénes somos, qué queremos, y enfocarnos en eso. Hay personas que pasan toda su vida tratando de descubrirse a sí mismos, otras se dan cuenta tarde de quiénes son y se preguntan qué hubiesen hecho al conocer a su propio yo. Sin embargo, algunas solo dejan que pasen los años, sin aceptar jamás quiénes son verdaderamente.

Te invito a abrir tu mente, tu corazón y tu espíritu, para que a través de estas líneas puedas encontrar un consejo, una motivación, o lo que sea que te ayude a mantenerte en pie y a sobrellevar un momento difícil.

CAPÍTULO 1 Andrea

¡Hola! Soy Andrea. En realidad, eso dice Andrés, que habla durante todo el día en mi cabeza. ¿Estaré loca? Lo he pensado, pues a los 23 años de edad tengo a un hombrecito hablándome una y otra vez, como si fuera mi alma gemela. Andrés tiene mis mismos gustos, compartimos los mismos secretos, aunque hay algunos que él quiere que cuente y yo no. Soy una chica de estatura normal, pelo castaño y muy simpática. Con Andrés nos complementamos tan bien que podemos hacer amigos con mucha facilidad, ya sea hombres o mujeres. Estudio en la academia de actuación Fernando González Mardones en Santiago de Chile, es mi segundo año de carrera y aunque mis compañeros son muy agradables, siempre y desde mi infancia me he sentido distinta al resto de las mujeres que rodean mi entorno; quizás eso hace que me lleve tan bien con Andrés a quien, aunque está en mi cabeza, le encanta hacer a través de mí las cosas que se le ocurren.

Debo reconocer algo: mi infancia fue un tanto difícil, muchas veces me juzgaron diciéndome “amachada” o “poco femenina” por jugar al fútbol o a las peleas con mis compañeros. También, muchas veces me cuestioné por qué tenía que ser tan distinta al resto de mis compañeras, quienes se pintaban las uñas o se arreglaban tanto el cabello. Yo era simple, bastaba una camiseta grande, un pantalón poco ajustado y ya me sentía lista para hacer mi día. Jamás me gustaron las muñecas (bueno, excepto que yo fuese Ken, el novio de Barbie), ni tampoco me gustaban los vestidos ni las faldas, lo que hizo preguntarme por qué era tan diferente… por qué era una niña con gustos tan parecidos al de los hombres.

Un lunes, recuerdo que tenía un campeonato de fútbol en donde yo era la única mujer, y estaba tan ansiosa que solo quería escuchar el silbato del árbitro para que se iniciara el partido. Cuando comenzamos a jugar, niños de otras escuelas empezaron a gritarme cosas como “Pico de palo” o “Se cree hombre”, fingí no escuchar, hasta que llegué a mi casa, abrí la puerta de mi habitación, me senté en suelo y lloré mientras me preguntaba ¿por qué?, ¿por qué yo tenía que ser tan diferente? Luego de unos minutos lamentándome y tratando de responder a esa pregunta, escuché la voz de Andrés en mi cabeza que me dijo: Eres diferente, sí, lo eres, pero ¿qué tiene de malo ser diferente en un mundo donde todos son iguales? Tú eres distinta y eso te hace especial, naciste única, y tienes algo hermoso que entregarle al mundo. Quizás hoy no lo descubras, pero puede que a futuro sí lo hagas. Párate y sécate esas lágrimas, siéntete orgullosa de ser quien eres, y a quien te critique, míralo y ríete de que él o ella, ya que es igual al resto y tal vez, hasta le gustaría ser como tú. ¡Nunca!, jamás dejes de ser tú, porque tus amigos y la gente que te quiere te conoció con esos gustos y se quedó a tu lado. Tú eres tú, y como tú (Andrea) eres la Andrea perfecta que fue diseñada para cumplir un rol único en este mundo.

Gracias a Andrés, ese hombrecito tan especial que tenía en la cabeza, logré pararme, pude seguir avanzando y ser yo misma, sin preocuparme de las reacciones de los demás.

Cuando somos señalados, criticados o simplemente apuntados con el dedo, nos sentimos frágiles, indefensos, vulnerables. Nuestras dudas y miedos florecen cuando alguien nos discrimina, cuando nos confrontan de manera injusta y más aún, cuando estamos en un proceso de autodescubrimiento. ¿Cómo se logra defender algo que ni tú eres capaz de entender aún? Por eso es tan importante descubrir quiénes somos, como un proceso netamente personal, de forma muy pero muy íntima. El autodescubrimiento nos revela millones de posibilidades de intervenir en nosotros mismos, ser capaces de defendernos, amarnos y ello, por sobre todo, nos ayuda al cambio continuo para mejorar nuestras imperfecciones. El autodescubrimiento es un proceso de sanación y una gran muestra de AMOR PROPIO.

Buscando dentro de mi ser me sentía tranquila, hasta que descubrí algo nuevo de mí.

CAPÍTULO 2 ¡Me gustan las mujeres!

En segundo básico, con apenas ocho años, la profesora nos informó que llegaría una compañera nueva a nuestra escuela, una niña que venía del sur, de una ciudad llamada Puerto Montt. Cuando la vi entrar, mis ojos quedaron pasmados y Andrés me dijo: Es muy guapa. Rápidamente miré a mi compañero de al lado y me puse a pensar en por qué la encontraba tan hermosa, siendo que siempre a las niñas les gustaban los niños, o eso me hizo creer la mayoría de las personas, así que preferí no darle importancia, hasta que sonó el timbre del recreo. Diego, mi mejor amigo, me dijo que saliéramos a jugar a la pelota cuando, de pronto, vi que “la compañera nueva” estaba sola en su asiento. Entonces me acerqué a hablarle:

—¡Hola! ¿Cómo estás? —le pregunté con voz tímida al verla más linda que de lejos.

—¡Hola! Bien ¿y tú? —me respondió con una seguridad que me hizo atreverme a preguntarle su nombre.

—Bien, gracias. ¿Cómo te llamas?

—¡Camila! —manifestó, regalándome, además, una sonrisa que me hizo sentir que nos conocíamos desde siempre.

Luego de un buen rato de conversación, mientras duraba el recreo, y con el transcurso del tiempo, nos hicimos amigas. A ella nunca le molestó mi lado “diferente”, como a otras chicas, y eso hizo que me pareciera más atractiva.

Muchas, pero muchas veces, las mujeres de mi colegio me miraban como si yo fuese un “bicho raro”; claro, no me gustaba hacer lo que ellas hacían, por ende, encontraban “raro” que me juntara tanto con hombres y que hiciera las mismas estupideces que ellos para llamar la atención. Cuando separaban a los hombres de las mujeres —obligadamente tenía que pertenecer al grupo femenino—, mis compañeras no querían compartir conmigo. Aunque lo hacían de una manera “disimulada”, era bastante notorio y eso me dolía.

Una vez, ya en los últimos años de colegio, Camila, quien ya era mi mejor amiga y de quien estaba profundamente enamorada, aunque nadie lo sabía, a excepción de Andrés, que estaba igual de enamorado que yo, me confesó que le gustaba un chico nuevo que había ingresado al colegio. En ese minuto creí que mi corazón se rompía en mil pedazos; fue la primera vez que sentía lo que era una “pena de amor”, pero fingí estar bien. A pesar de eso, decidí escucharla y ayudarla con el chico que le atraía, pero al llegar a casa siempre todo era bastante diferente. En mi habitación, una vez más pensaba en por qué no me gustaban los hombres; así todo sería tan fácil… Por qué tenía que ser diferente y, más encima, por qué me gustaban las mujeres. Creí que no podía con todo lo que estaba pasando, con todo lo que sentía, con tantas preguntas sin respuestas. Si hasta pensé en suicidarme. ¡Sí!, suena escalofriante, pero la verdad, pasó por mi cabeza una decisión tan drástica, hasta que Andrés apareció nuevamente y me dijo:

Ya, detente. Está bien, te gustan las mujeres, eres diferente ¿y qué? ¿Crees que eres la única mujer que podría enamorarse de otra mujer? Amor es amor, y el amor está en todos lados, más allá de un cuerpo, un género, o de una ideología de sociedad. Tú no tienes la culpa de los sentimientos de amor que puedas sentir hacia otro ser humano y “amar” es algo que pocos conocen y saben hacer. Eres tan especial que alguien en algún lugar ansía encontrar a alguien como tú y si esa persona llega a ser una mujer, no importa. Y si ella no es la indicada, aún te queda mucho camino por recorrer para encontrarla.

Jamás sientas que nadie va a llegar a amarte, porque siempre hay alguien dispuesto o dispuesta a entregar el mismotipo de amor que quieres entregar tú, solo ten un poco de paciencia y verás que, cuando menos lo esperes, esa persona especial estará frente tus ojos.

Y ahí estaba Andrés, sacándome del hoyo una vez más. Cómo me gustaría ser como Andrés, tan valiente y sin miedos, con una capacidad de mirar lo positivo de cada cosa negativa. De repente oí un toc toc, alguien llamabaami puerta con pequeños golpecitos; era mamá. Me miró y, como una madre conoce a su hijo o hija, me dijo:

—¿Qué pasa?

Un escalofrío me recorrió entera por miedo a que me rechazara, pensara que estaba loca, me llevara a un psicólogo o, simplemente, me quisiera menos, pero Andrés, una vez más irrumpiendo en mi cabeza me aconsejó: ¡QUÉ ESPERAS! CUÉNTALE. Admiré esos bellos ojos azules, su cara de amor y, sin poder seguir mintiendo o fingiendo, le dije a mi mamá que me gustaban las mujeres. Cuando agaché la cabeza tuve miedo de que su mirada no volviese a ser la misma, pero de pronto me levantó la cara con las manos y, con una sonrisa perfecta, me miró y me respondió:

—¿Crees que no lo sabía? Conozco cada uno de tus pasos. Siempre fuiste diferente y, aunque al principio me llamó la atención, siempre descubrí en ti algo especial. Por lo tanto, el día que tengas una novia, quiero que la invites a casa porque quiero conocerla. Eres mi hija y te amo, y no porque para los demás esto sea mal visto, significa que dejaré que mi hija sufra por no poder estar el día de mañana con la persona que ama. Te amo, te apoyo y siempre, pero siempre podrás contar conmigo. Soy tu mamá y mi única meta es verte feliz.

Al escuchar esas palabras, sentí como si me hubiera sacado un peso de los hombros. La admiré por tanto amor, tenerla como mamá me hacía sentir que no todo en mi vida era tan malo. Por lo menos tenía a alguien que me amaba incondicionalmente y que jamás me juzgaría o me criticaría para que yo fuera contra mi felicidad.

NOTA: Todos tenemos a alguien que nos va a querer incondicionalmente, siempre hay alguien en quien confiar, siempre hay alguien en quien creer, ya sea un familiar, un amigo, un compañero, o hasta en ti mismo, porque nacimos enteros, nacimos con las herramientas suficientes para enfrentarnos al mundo. Sí, a veces duele sentirse solo, pero jamás lo estarás. Te prometo que aunque no te des cuenta, siempre habrá alguien que estará preocupado por ti.

Pensarás muchas veces que necesitas de alguien, porque la sociedad implanta ese modelo de que necesitamos una “media naranja” o un “mejor amigo”, cuando nacimos solos, desnudos y listos para enfrentar por cuenta propia al mundo entero. Y cuando alguien más se suma a tu vida, es genial compartir las alegrías y penas, pero eso no significa que si no encuentras a nadie en un momento en tu vida, vas a estar solo para siempre. Ten esperanza y cree en ti mismo, esa es la verdadera clave del éxito.