Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
La obra centra su atención en el liderazgo ejercido por Fidel durante los años que condujo al pueblo cubano por la senda de la independencia, la soberanía y el antimperialismo. Esta obra es continuidad de "Un niño llamado Fidel Alejandro" y "Un joven llamado Fidel Alejandro" que ofrecen facetas de la vida del Comandante en Jefe. Expresada a través de un lenguaje claro, sencillo y de logradas ilustraciones, el texto es resultado de una profunda indagación histórica acerca del líder de un pueblo que sigue y seguirá reconociéndolo como tal. La obra posee un valor histórico y un lenguaje narrativo impecables.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 64
Veröffentlichungsjahr: 2024
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.
Edición: María Luisa García Moreno
Diseño y realización: José Ramón Lozano Fundora
Ilustraciones: Ángel Velazco Hernández
Corrección: Magda Dot y Arlet María Mayo Torres
Cuidado de la edición: Tte. cor. Ana Dayamín Montero Díaz
© María Luisa García Moreno, 2020
© Sobre la presente edición:
Casa Editorial Verde Olivo, 2020
ISBN 9789592246997
Todos los derechos reservados. Esta publicación
no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,
en ningún soporte sin la autorización por escrito
de la editorial.
Casa Editorial Verde Olivo
Avenida de Independencia y San Pedro
Apartado 6916. CP 10600
Plaza de la Revolución, La Habana
Prologuillo
Revolución Cubana: 1959-
Enero de victorias: 1959
Sierra Maestra: 1956-1958
Desembarco del Granma:1956
Asalto al cuartel Moncada: 1953
Universidad de La Habana:1945
Colegio de Belén, La Habana:1942
Colegio de Santiago:1932
Birán: 1926
Noventa escalones para ascender a la cima de una vida dedicada a los demás, a Cuba, a su América, a la humanidad.
Era solo un niño y se manifestó en defensa de su dignidad.
Era solo un joven y se pronunció contra la corrupción que imperaba entonces en la Universidad habanera y en toda la sociedad cubana.
Era solo un joven cuando hizo repicar de nuevo la campana de la Demajagua para que los estudiantes y la juventud, del país y del planeta, reclamaran los derechos de quienes se saben con razones e ideales suficientes.
Era solo un joven cuando hizo desbordarse en nuestras calles un mar de cubanas y cubanos en la Marcha de las Antorchas.
Era solo un joven, cuando a la cabeza de un centenar de combatientes se propuso alcanzar el cielo por asalto y librar su tierra de la tiranía.
Era ya un líder cuando comprendió la necesidad de reclamar los derechos de cada cubano con las armas en la mano.
Era ya un líder cuando al frente de los barbudos protagonizó la Caravana de la Libertad.
Era ya un líder cuando se convirtió desde ayer y para siempre en conductor de nuestro pueblo y figura de talla mundial.
Por eso, es él en cada niño, joven, hombre o mujer que le imita, que le sigue, que le ama, que expresa “Yo soy Fidel”… Porque son grandes, desde que nacen, aquellos que con sus nombres escriben millones de historias en solo tres palabras: justicia, dignidad, libertad.
Rafaela Valerino Romero
A los niños y jóvenes cubanos,
para que florezcan en el amor sin límites a Cuba y sus héroes,
para que su amor a Fidel perdure por siempre,
para que conozcan un poquito mejor cómo sucedió todo.
Entre libros y silencio
Tras el juicio amañado por el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, condenado ya a 15 años de prisión, Fidel fue trasladado al Reclusorio Nacional para Hombres,1 en la Isla de Pinos —hoy Isla de la Juventud—, caracterizado por sus edificaciones circulares y conocido como “presidio modelo”.
Llegó el sábado 17 de octubre de 1953; sus compañeros habían arribado cuatro días antes y, desde allí, las dos muchachas2 habían sido trasladadas a la cárcel para mujeres de Guanajay.
Con la presencia de Fidel, las cosas adquirieron otro ritmo. De inmediato fue creada la Academia Ideológica Abel Santamaría y se decidieron las materias que se impartirían para que los combatientes adquirieran una cultura general. Los profesores fueron elegidos entre los propios moncadistas; Fidel sería el encargado de explicar Filosofía.
Crearon la Biblioteca Raúl Gómez García, donde —gracias a solicitudes y regalos— fueron acumulando una buena cantidad de libros, entre los que no faltaban los de Martí.
Presentaron a la dirección del penal un pliego de demandas, mediante las cuales reivindicaban su condición de presos políticos.
Como todos, Fidel dedicaba tiempo a leer y escribir cartas a la familia; pero también a pensar, a concebir el modo en que se estructuraría lo que sería el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7).
Un buen día, a mediados de febrero de 1954, el dictador Fulgencio Batista visitó el reclusorio. Sintió música y prestó atención pensando que era un halago más a su persona, hasta sonrió un poco; pero eran los moncadistas que a viva voz cantaban el “Himno del 26 de Julio”.3
El gesto de rebeldía tuvo consecuencias: algunos fueron llevados a celdas de castigo; Díaz Cartaya recibió una fuerte paliza y fue recluido en el pabellón de enfermos mentales y Fidel fue confinado aparte, incomunicado y sin luz. Así permaneció durante tres meses, sin siquiera poder conversar.
Desde mediados de abril, en medio de su soledad, se impuso la tarea de reescribir con zumo de limón su alegato de autodefensa, en pequeñas notas y entre los renglones de las cartas.
Cuando al fin le levantaron la incomunicación, quedó de todas formas apartado de sus compañeros, —“Me volveré mudo”,4 confesaría en una carta—, solo entre los libros y el silencio.
La hora se acerca...
Ya en junio de 1954, Fidel tuvo lista la reconstrucción de su autodefensa; Melba y Haydée, quienes habían salido de prisión el 20 de febrero, se encargarían de planchar aquellas notas para que el zumo se hiciera visible y luego copiarlas, imprimirlas en forma de folleto y distribuir La historia me absolverá.
Desde el propio penal, Fidel responsabilizó a las dos muchachas con el trabajo clandestino; dio instrucciones para que la lucha contra la dictadura no cesara y las previno acerca de politiqueros que, con afán de lucro personal, trataban de captar a los moncadistas exiliados en México y Centroamérica.
Con respecto a esperar el momento adecuado y no lanzarse a intentonas fáciles e inútiles, Fidel escribió: “Nuestra hora se acerca. Antes éramos un puñado, ahora tenemos que fundirnos con el pueblo”.5
También alertó acerca de la necesidad de forzar al gobierno a incluir en la amnistía anunciada a los presos políticos —Batista, en declaraciones públicas, había afirmado que en Cuba no los había, que los moncadistas eran solo asaltantes, bandidos—. En carta publicada por la prensa, Fidel escribió:
Nuestra libertad personal es un derecho inalienable […] jamás logrará nadie que aceptemos disfrutarlos mediante un compromiso indigno. A cambio de nuestra libertad no daremos, pues, ni un átomo de nuestro honor.6
Llevaban los moncadistas 22 meses en prisión, cuando al fin, en la mañana del 15 de mayo, se informó a la prensa y a los familiares que había llegado la orden de libertad para ellos: se acercaban las elecciones y la tiranía buscaba mejorar su imagen pública. Por otra parte, el reclamo popular de liberar a los heroicos jóvenes era muy fuerte.