Un lider llamado Fidel Alejandro - María Luisa García Moreno - E-Book

Un lider llamado Fidel Alejandro E-Book

María Luisa García Moreno

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Beschreibung

La obra centra su atención en el liderazgo ejercido por Fidel durante los años que condujo al pueblo cubano por la senda de la independencia, la soberanía y el antimperialismo. Esta obra es continuidad de "Un niño llamado Fidel Alejandro" y "Un joven llamado Fidel Alejandro" que ofrecen facetas de la vida del Comandante en Jefe. Expresada a través de un lenguaje claro, sencillo y de logradas ilustraciones, el texto es resultado de una profunda indagación histórica acerca del líder de un pueblo que sigue y seguirá reconociéndolo como tal. La obra posee un valor histórico y un lenguaje narrativo impecables.

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Seitenzahl: 64

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Edición: María Luisa García Moreno

Diseño y realización: José Ramón Lozano Fundora

Ilustraciones: Ángel Velazco Hernández

Corrección: Magda Dot y Arlet María Mayo Torres

Cuidado de la edición: Tte. cor. Ana Dayamín Montero Díaz

© María Luisa García Moreno, 2020

© Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2020

ISBN 9789592246997

Todos los derechos reservados. Esta publicación

no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,

en ningún soporte sin la autorización por escrito

de la editorial.

Casa Editorial Verde Olivo

Avenida de Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10600

Plaza de la Revolución, La Habana

[email protected]

Prologuillo

Revolución Cubana: 1959-

Enero de victorias: 1959

Sierra Maestra: 1956-1958

Desembarco del Granma:1956

Asalto al cuartel Moncada: 1953

Universidad de La Habana:1945

Colegio de Belén, La Habana:1942

Colegio de Santiago:1932

Birán: 1926

Noventa escalones para ascender a la cima de una vida dedicada a los demás, a Cuba, a su América, a la humanidad.

Era solo un niño y se manifestó en defensa de su dignidad.

Era solo un joven y se pronunció contra la corrupción que imperaba entonces en la Universidad habanera y en toda la sociedad cubana.

Era solo un joven cuando hizo repicar de nuevo la campana de la Demajagua para que los estudiantes y la juventud, del país y del planeta, reclamaran los derechos de quienes se saben con razones e ideales suficientes.

Era solo un joven cuando hizo desbordarse en nuestras calles un mar de cubanas y cubanos en la Marcha de las Antorchas.

Era solo un joven, cuando a la cabeza de un centenar de combatientes se propuso alcanzar el cielo por asalto y librar su tierra de la tiranía.

Era ya un líder cuando comprendió la necesidad de reclamar los derechos de cada cubano con las armas en la mano.

Era ya un líder cuando al frente de los barbudos protagonizó la Caravana de la Libertad.

Era ya un líder cuando se convirtió desde ayer y para siempre en conductor de nuestro pueblo y figura de talla mundial.

Por eso, es él en cada niño, joven, hombre o mujer que le imita, que le sigue, que le ama, que expresa “Yo soy Fidel”… Porque son grandes, desde que nacen, aquellos que con sus nombres escriben millones de historias en solo tres palabras: justicia, dignidad, libertad.

Rafaela Valerino Romero

Table of Contents
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Página legal
Prologuillo
dedicatoria
Entre libros y silencio
La hora se acerca...
Por una patria sin despotismo
Columnas morales de la Patria
Nace el MR-26-7
México, tierra hermana
Libres o mártires...
Presos!
El Granma
Travesía y desembarco
El bautismo de fuego
Hacia la Maestra
Ahora sí ganamos la guerra!
La primera victoria
Tres hechos trascendentes
Hacia el Turquino
La madurez de la guerrilla
La guerrilla se extiende
Ofensiva contra la Sierra
El Jigüe
Ofensiva final del Ejército Rebelde
Guisa
Maffo
Esta vez, los mambises sí entraron a Santiago
La Caravana de la Libertad
Cuba y Fidel
Bibliografía
Notas

A los niños y jóvenes cubanos,

para que florezcan en el amor sin límites a Cuba y sus héroes,

para que su amor a Fidel perdure por siempre,

para que conozcan un poquito mejor cómo sucedió todo.

Entre libros y silencio

Tras el juicio amañado por el asalto a los cuarteles Moncada, de Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, de Bayamo, condenado ya a 15 años de prisión, Fidel fue trasladado al Reclusorio Nacional para Hombres,1 en la Isla de Pinos —hoy Isla de la Juventud—, caracterizado por sus edificaciones circulares y conocido como “presidio modelo”.

Llegó el sábado 17 de octubre de 1953; sus compañeros habían arribado cuatro días antes y, desde allí, las dos muchachas2 habían sido trasladadas a la cárcel para mujeres de Guanajay.

Con la presencia de Fidel, las cosas adquirieron otro ritmo. De inmediato fue creada la Academia Ideológica Abel Santamaría y se decidieron las materias que se impartirían para que los combatientes adquirieran una cultura general. Los profesores fueron elegidos entre los propios moncadistas; Fidel sería el encargado de explicar Filosofía.

Crearon la Biblioteca Raúl Gómez García, donde —gracias a solicitudes y regalos— fueron acumulando una buena cantidad de libros, entre los que no faltaban los de Martí.

Presentaron a la dirección del penal un pliego de demandas, mediante las cuales reivindicaban su condición de presos políticos.

Como todos, Fidel dedicaba tiempo a leer y escribir cartas a la familia; pero también a pensar, a concebir el modo en que se estructuraría lo que sería el Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR-26-7).

Un buen día, a mediados de febrero de 1954, el dictador Fulgencio Batista visitó el reclusorio. Sintió música y prestó atención pensando que era un halago más a su persona, hasta sonrió un poco; pero eran los moncadistas que a viva voz cantaban el “Himno del 26 de Julio”.3

El gesto de rebeldía tuvo consecuencias: algunos fueron llevados a celdas de castigo; Díaz Cartaya recibió una fuerte paliza y fue recluido en el pabellón de enfermos mentales y Fidel fue confinado aparte, incomunicado y sin luz. Así permaneció durante tres meses, sin siquiera poder conversar.

Desde mediados de abril, en medio de su soledad, se impuso la tarea de reescribir con zumo de limón su alegato de autodefensa, en pequeñas notas y entre los renglones de las cartas.

Cuando al fin le levantaron la incomunicación, quedó de todas formas apartado de sus compañeros, —“Me volveré mudo”,4 confesaría en una carta—, solo entre los libros y el silencio.

La hora se acerca...

Ya en junio de 1954, Fidel tuvo lista la reconstrucción de su autodefensa; Melba y Haydée, quienes habían salido de prisión el 20 de febrero, se encargarían de planchar aquellas notas para que el zumo se hiciera visible y luego copiarlas, imprimirlas en forma de folleto y distribuir La historia me absolverá.

Desde el propio penal, Fidel responsabilizó a las dos muchachas con el trabajo clandestino; dio instrucciones para que la lucha contra la dictadura no cesara y las previno acerca de politiqueros que, con afán de lucro personal, trataban de captar a los moncadistas exiliados en México y Centroamérica.

Con respecto a esperar el momento adecuado y no lanzarse a intentonas fáciles e inútiles, Fidel escribió: “Nuestra hora se acerca. Antes éramos un puñado, ahora tenemos que fundirnos con el pueblo”.5

También alertó acerca de la necesidad de forzar al gobierno a incluir en la amnistía anunciada a los presos políticos —Batista, en declaraciones públicas, había afirmado que en Cuba no los había, que los moncadistas eran solo asaltantes, bandidos—. En carta publicada por la prensa, Fidel escribió:

Nuestra libertad personal es un derecho inalienable […] jamás logrará nadie que aceptemos disfrutarlos mediante un compromiso indigno. A cambio de nuestra libertad no daremos, pues, ni un átomo de nuestro honor.6

Llevaban los moncadistas 22 meses en prisión, cuando al fin, en la mañana del 15 de mayo, se informó a la prensa y a los familiares que había llegado la orden de libertad para ellos: se acercaban las elecciones y la tiranía buscaba mejorar su imagen pública. Por otra parte, el reclamo popular de liberar a los heroicos jóvenes era muy fuerte.